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domingo, 2 de octubre de 2016

LOS MANDOS ORDENARON DERRIBAR NAVES EXTRATERRESTRES: Un día, en 1963, cuando el barco lanzacohetes se hallaba estacionado en el Atlántico Sur, un OVNI se aproximó al barco y luego se detuvo, flotando a unos seis kilómetros y medio por encima de él. Se envió un informe de emergencia en código secreto al Departamento de la Armada, quien ordenó que se realizase un ataque. Fue lanzado un proyectil superficie/aire, logrando un impacto de pleno y destruyendo por completo el OVNI.

LOS MANDOS ORDENARON DERRIBAR NAVES EXTRATERRESTRES: Un día, en 1963, cuando el barco lanzacohetes se hallaba estacionado en el Atlántico Sur, un OVNI se aproximó al barco y luego se detuvo, flotando a unos seis kilómetros y medio por encima de él. Se envió un informe de emergencia en código secreto al Departamento de la Armada, quien ordenó que se realizase un ataque. Fue lanzado un proyectil superficie/aire, logrando un impacto de pleno y destruyendo por completo el OVNI.



¿Por qué los seres humanos atacan a naves extraterrestres? Básicamente, porque aquellos que administran las naciones del mundo ambicionan la tecnología de dichas naves, soñando quizás, con incrementar su poder sobre el resto de países en este mosaico caótico y desordenado de la Tierra. Al menos, esa es la conclusión que se resume al leer el libro Los desconocidos del Espacio, escrito por Donald Edward Keyhoe,  Mayor de la Marina de EE.UU. y cofundador del  NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos).



Donald E. Keyhoe, desde su condición de militar, tuvo oportunidad de recoger muchos testimonios de otros militares quienes habrían recibido la orden de derribar a cualquier precio alguno de aquellas naves extraterrestres que desafiaban las leyes de la gravedad y cuya tecnología se mostraba miles de años por delante de la terrestre. Cabe destacar el testimonio de muchos pilotos obligados a ejecutar aquella cacería “suicida”, tal como le ocurrió al capitán Thomas F. Mantell el 7 de Enero de 1948 quien precisamente pereció persiguiendo a un OVNI y como su caza termino destruido.

Es curiosa la forma de actuar de los extraterrestres frente a estas situaciones de acoso y derribo realizadas por los militares de diferentes países, cuando por ejemplo un piloto pone su reactor a máxima potencia y señala al OVNI con el radar de disparo… entonces los seres de las estrellas, optan, generalmente por alejarse, huir, en una palabra, aunque su tecnología sea visiblemente superior; intentando no hacer daño a estos pilotos que ciegamente cumplen órdenes de una jerarquía militar “corta de miras”; militares que dibujan el futuro de los seres humanos como una interminable guerra donde ellos mismos se ven como héroes de hazañas bélicas; ya que a fin de cuentas, no deja de ser una filosofía que se mueve en la destrucción.

En otras ocasiones, los extraterrestres utilizan tácticas de disuasión realmente curiosas, por ejemplo, generando invisibles campos de energía, o bien, envolviéndose en “esferas caloríficas” que difícilmente los seres humanos pueden soportar, tal como le ocurrió a un piloto y el radarista de un F-94 Starfire en 1954 en EE.UU.:

F-94 Starfire
…De repente, un calor como de un horno llenó las carlingas. Jadeando por faltarle el aire, el piloto hizo saltar el techo de la carlinga. A través de la distorsión producida por las olas de calor vio cómo el observador de radar saltaba en paracaídas. Atontado, sin pensarlo más, se eyectó del avión.



  
Ciertamente, la decisión de ocultar a la opinión pública la presencia extraterrestre en nuestro planeta puede acarrear consecuencias difícilmente cuantificables, toda vez que los censores tarde o temprano tendrán que explicar públicamente este hecho así como el motivo de esa persistente ocultación que vienen ejerciendo desde el año 1947, fecha del famoso estrellamiento de un OVNI en Roswell, Nuevo México. Aparentemente, los censores argumentan que revelar esa “noticia” significaría el fin de la civilización terrestre, ya que durante la historia de la humanidad los pueblos menos desarrollados tecnológicamente “han colapsado” frente a los más avanzados, como por ejemplo las tribus indias durante la conquista del Oeste norteamericano, incapaces de luchar contra una sociedad que poseía una tecnología impensable para los siux que vivían integrados en la naturaleza; teniendo como filosofía el animismo* y un respeto por el medio natural que ya quisiéramos hoy en día.

*(El animismo (del latín anima, alma) es un concepto que engloba diversas creencias en las que tanto objetos (útiles de uso cotidiano o bien aquellos reservados a ocasiones especiales) como cualquier elemento del mundo natural (montañas, ríos, el cielo, la tierra, determinados lugares característicos, rocas, plantas, animales, árboles, etc.) están dotados de alma o consciencia propia. FUENTE: Wikipedia)

Caza de guerra persiguiendo a OVNI en Puerto Rico (Mayo de 1988)
Y curiosamente, si extendemos el argumento donde las civilizaciones menos desarrolladas sucumben finalmente frente a las más evolucionadas… deberíamos concluir que es un hecho que invariablemente termina ocurriendo, aunque en cierto modo, ese desarrollo llegue a su fin de una forma traumática para los pueblos que lo sufren y de una forma inequívoca, todos nosotros condenemos cualquier atrocidad que se haya podido cometer contra los más débiles; en esa condena estamos todos de acuerdo (A modo de ejemplo, podríamos pensar en el lento avance de la tecnología hacia lo más profundo de la selva brasileña, donde las tribus más o menos aisladas van tomando contacto con una realidad tecnificada).


La diferencia con aquellos momentos históricos como la Conquista del Oeste americano es claramente identificable:  Desde el año 1947 los censores han tenido tiempo más que suficiente para preparar a la población mundial frente a la realidad extraterrestre y de igual modo, intentar aunar el planeta Tierra como una sola voz, desterrando en lo posible, guerras y desigualdades… no obstante han preferido mantener el planeta azul en una dinámica donde una gran parte de la población se mueve en el sufrimiento y la desesperación.

De este modo, si los poderes mundiales que se empeñan en ocultar la realidad extraterrestre llegan a esta misma conclusión (que es inevitable revelar la presencia extraterrestre), podríamos hacerles una simple pregunta… ¿A que están esperando? Si dan por hecho que en algún momento deberán comunicar a los habitantes de este planeta que los extraterrestres ya están aquí… ¿Cuándo piensan hacerlo…? ¿Son estos censores incapaces de estar a la altura de las circunstancias…? ¿Temen que los ciudadanos lleguen a la conclusión que ellos, los desinformadores, han retenido la noticia sobre la presencia extraterrestre en la Tierra porque precisamente no  han sabido gestionar correctamente un desafío de este calibre?


Leyendo el libro Los desconocidos del Espacio, de Donald E. Keyhoe, la ocultación vendría dada por las ansias del poder militar (en la mayoría de los países), por obtener tecnología inversa extraterrestre. Una carrera que incluye la persecución y derribo de naves extraterrestres; aunque en el fondo de la psique de esos mandos militares encontraríamos fuertes dosis de miedo a lo desconocido, un terror acervado a seres cuyo desarrollo científico escapa de su comprensión… Seguramente, si se diera un contacto oficial, esas mismas civilizaciones extraterrestres* representarían a los poderes facticos mundiales como personas más preocupadas en acaparar riquezas y llenar su ego del más puro materialismo en vez de preocuparse por el bienestar de los pueblos que administran. Esa es la verdadera razón de la censura… perpetuar la desigualdad. 

*(Según le explicaron los extraterrestres al contactado español Pablo R., su civilización conoce 120.000 planetas habitados y daban por hecho la existencia de otros muchos con distintos grados de evolución.)

OVNI junto a cazas de guerra, año 1943 
Por todo ello y resumiendo, no es descabellado pensar, que esas mismas civilizaciones extraterrestres que visitan la Tierra en la actualidad nos vean como seres primitivos, incapaces de asimilar la transcendencia que representaría un contacto “oficial” con seres mucho más evolucionados que nosotros y por mucho que argumenten aquellos que sustentan el poder de que un contacto con seres más desarrollados significaría el fin de la humanidad tal y como la conocemos: Verdaderamente… ¿no caminamos ya los seres humanos hacia nuestra propia autodestrucción?... contaminando el planeta y creando unas desigualdades sociales entre países que arrastran a la desesperación a una gran parte de la población, mientras que en las naciones desarrolladas el consumismo salvaje esclaviza a unos ciudadanos “engañosamente felices”. Eso sin contar las interminables guerras que sustentan la “vieja economía de la destrucción-reconstrucción”.



He traído algunos ejemplos de esa “cacería” de los seres humanos por conseguir la tan ansiada tecnología extraterrestre, recogido en el libro La amenaza extraterrestre, de Salvador Freixedo. Como pude entenderse, los cazadores humanos no salieron bien parados…

Del libro La amenaza extraterrestre, de Salvador Freixedo



…Al MIG cubano le pasó algo por el estilo y los radares norteamericanos de Key West pudieron comprobar directamente todo el incidente. Un gran OVNI esférico avanzaba hacia la costa cubana a unos 1.000 kms. por hora y a 10.000 mts. de altura. Dos MIGs salieron a interceptarlo. Le pidieron que se identificase, cosa que no hizo. Entonces el capitán recibió orden de dispararle.
A los pocos segundos dijo: «Tengo los misiles listos». Repentinamente se oyó un grito del piloto del otro avión: « ¡Explotó!» «Pero no veo ni humo ni llamas».
El ovni entonces ascendió en vertical hasta 30.000 mts. y siguió en la dirección que llevaba.

El caza ruso fue pulverizado en el aire por otro enorme OVNI de forma esférica que lo hizo primeramente vibrar de una forma violentísima hasta que estalló en mil pedazos, siendo de ello testigos no muy lejanos los asombrados marineros de un pesquero japonés que faenaban en el mar de Corea.

Munich (Alemania)
…Otro caso famoso fue el acaecido el 11 de julio de 1973 al teniente Dieter Hummling y al sargento Konrad Wey mientras pilotaban sobre Munich otro Phantom F-4F de la Fuerza Aérea de la Alemania Occidental. El caso, que tuvo más de 40.000 testigos, tiene otras implicaciones psíquicas y parafisicas interesantísimas que sería demasiado largo narrar y que, por otra parte, tuvieron en su tiempo una gran difusión en la prensa. Lo que nos interesa hacer constar es que cuando el teniente Hummling le gritaba a su copiloto que preparase los cañones, el OVNI  (que repentinamente se agigantó en tamaño, llegando a tener una milla de largo y como cien metros de alto) se les echó encima, pero en vez de impactarlos los engulló sin hacerles daño alguno saliendo el Phantom por el otro lado del OVNI y llevando únicamente como recuerdo de aquel misterioso encuentro una especie de quemaduras a lo largo de todo el fuselaje. El terror hizo que Wey se vomitase por toda la cabina mientras Hummling sólo recuerda que le pareció que «había pasado a través de una nube mientras tenía la impresión de que salía de este mundo».

…El día 28 de diciembre, de 1988, a las siete y veinte de la tarde, un OVNI enorme de forma triangular fue hostigado por dos cazas F-18 muy probablemente procedentes del portaaviones anclado a muy poca distancia. Daba la impresión de que querían obligarlo a cambiar de rumbo. El OVNI, perfectamente descrito por numerosos testigos colocados en lugares bastante distantes entre sí, pareció no inmutarse, ya que mantuvo su rumbo a no mucha velocidad. Los aviones se le acercaron uno por cada lado, desde atrás. Entonces el OVNI se detuvo. El avión que le pasaba en aquel momento por la derecha fue succionado por un costado del OVNI y no se vio más.
A continuación el OVNI aceleró repentinamente y le cerró el paso al caza que lo había pasado por la izquierda e hizo con él lo mismo que había hecho con el otro. En unos segundos los dos aviones habían desaparecido engullidos por el ovni.
Entonces sucedió algo increíble, pero en lo que están de acuerdo todos los testigos: el OVNI se dividió por el medio, convirtiéndose en dos OVNIs  con forma de triángulos rectángulos que salieron disparados en direcciones opuestas, perdiéndose en unos segundos de la vista de los asombrados espectadores.




1 de 2 Ataque a naves extraterrestres ( del video del Roswell Ruso) (PARA VISIONAR EL VÍDEO DAR DOS VECES PLAY) 


2 de 2 Ataque a naves extraterrestres ( del video del Roswell Ruso) (PARA VISIONAR EL VÍDEO DAR DOS VECES PLAY)

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Lo recogido a continuación es un pequeño fragmento del libro Los desconocidos del Espacio, de Donald E. Keyhoe  que viene a confirmar la sinrazón de muchos gobiernos en todo el planeta: Por un lado ocultan y niegan la presencia extraterrestre y a su vez, persiguen y hostigan a estos seres llegados de muy diversos confines planetarios; es decir, la esquizofrenia instalada en quienes mueven los hilos del poder.


Del libro Los desconocidos del Espacio, de Donald E. Keyhoe

(Donde puede leerse este libro: https://issuu.com/peter4899/docs/los_desconocidos_del_espacio_-_dona)

Fuerzas desconocidas (Capitulo resumido)

…hasta el extraño incidente del fuerte brasileño, sucedido el 4 de noviembre de 1957.

Hacia la dos de la madrugada, dos centinelas de Fuerte Itaipu vieron una brillante luz por encima de ellos. Al principio creyeron que se trataba de una estrella que se encendía por alguna causa desconocida. Luego se dieron cuenta de que era un objeto que descendía a una tremenda velocidad, directamente hacia el fuerte. A unos trescientos metros por encima de ellos, el OVNI redujo su velocidad bruscamente. Luego, continuó descendiendo con lentitud, sin producir el menor sonido.

Por aquel entonces los aterrorizados centinelas podían ver la forma del objeto a través del brillo naranja que lo rodeaba. Era circular, tenía al menos treinta metros de diámetro y era obvio que se hallaba bajo un control muy preciso.
Aún en silencio, la extraña máquina se detuvo a unos cuarenta y cinco metros por encima del fuerte. Iluminados por el extraño brillo, los centinelas se quedaron petrificados. Cada uno de ellos estaba armado con una metralleta, pero ninguno pensó en disparar contra el OVNI o en hacer sonar la alarma.



Por aquel entonces podía oírse un zumbido continuo, similar al sonido de un generador, surgiendo del interior del disco que flotaba sobre sus cabezas. De repente, una ardiente ola de calor golpeó a los dos soldados. Fue instantánea y al momento alcanzó su máxima fuerza, sin que se vieran llamas ni rayo alguno.
A los aterrorizados centinelas les pareció como si estuviesen ardiendo. Uno, no pudiendo resistir el intenso calor, cayó de rodillas y se desplomó. El otro, aullando de dolor y miedo, se lanzó bajo un cañón para buscar refugio. Sus gritos despertaron a las tropas de la guarnición, pero, antes que ninguno de los soldados pudiera salir al exterior, se apagaron todas las luces. En el interior del fuerte sólo penetró una moderada cantidad de calor, pero esto, junto con la total oscuridad, bastó para iniciar un pánico.



Al cabo de un minuto cesó el calor, y momentos más tarde volvieron a encenderse las luces. Algunos de los soldados brasileños, corriendo hacia sus puestos de combate vieron el brillante OVNI mientras se alejaba hacia el infinito.
Los centinelas quemados fueron llevados al interior, prestándoseles auxilios médicos. Entonces, el comandante del fuerte envió un mensaje urgente al Cuartel General del Ejército brasileño. Poco después la Fuerza Aérea brasileña iniciaba patrullas especiales. Y el asunto de Fuerte Itaipu era declarado secreto.
Dado que los Estados Unidos tenían muchos más conocimientos acerca de los OVNI, los altos mandos brasileños pidieron a la embajada americana ayuda para la investigación. Tan pronto como fue posible, oficiales del Ejército y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos fueron llevados al fuerte, acompañados por investigadores de la Aeronáutica brasileña.
Los centinelas afectados por las quemaduras aún seguían en estado grave, pero podían hablar por breves períodos. Tras recibir los detalles de la aproximación del OVNI y del extraño calor, los investigadores se plantearon la pregunta más importante:
« ¿Por qué fueron atacados los centinelas?»



Cuando llegó un informe secreto sobre este caso a Washington, el Cuartel General de la Fuerza Aérea había detenido ya la marea de publicidad acerca de los OVNI, sobre todo afirmando que los testigos eran incomprensibles... o unos tontos integrales.
En el primer incidente de White Sands, el objeto que los policías militares habían visto aterrizar fue explicado como el planeta Venus. En el segundo caso de White Sands, el OVNI que flotó a 15 metros de altura fue «identificado» como la Luna. Para desprestigiar el informe dado por un experto en cohetes de la Fuerza Aérea, ésta lo definió públicamente como un «bromista»... y luego, en privado, le dio una promoción de dos grados después de que hubo cesado de discutir lo que había visto.
Pero, a pesar de todas sus negativas, el Directorio de la Inteligencia de la Fuerza Aérea estaba comprobando seriamente centenares de observaciones. Cuando se recibió el asombroso informe de Fuerte Itaipu, otros casos previos en los que había intervenido una fuerza calorífica fueron examinados rápidamente para tratar de obtener posibles claves del enigma.

El caso más asombroso era el relativo a la tripulación de un interceptor de la Fuerza Aérea. Justo antes del mediodía de 11 de julio de 1954 un objeto volador desconocido fue seguido sobre el estado de Nueva York por el radar de la base de la Fuerza Aérea de Griffiss. Se hizo despegar un F-94 Starfire y el piloto subió con un ángulo muy pronunciado hacia su objetivo, guiado por su observador de radar. Cuando la brillante máquina con forma de disco se hizo visible, comenzó a acercarse a la misma.
De repente, un calor como de un horno llenó las carlingas. Jadeando por faltarle el aire, el piloto hizo saltar el techo de la carlinga. A través de la distorsión producida por las olas de calor vio cómo el observador de radar saltaba en paracaídas. Atontado, sin pensarlo más, se eyectó del avión.
El aire frío y el tirón del paracaídas al abrirse lo despertaron. Vio horrorizado cómo el reactor caía en picado hacia el centro de un pueblo.
El F-94 cayó aullando en Walesville, Nueva York, atravesó un edificio y estalló en llamas. En su trayectoria, la chatarra incendiada chocó contra un coche. Cuatro personas murieron en el siniestro: un hombre, su esposa y sus dos hijos. Otros cinco residentes de Walesville resultaron heridos, dos de ellos de gravedad.

Parte del caza estrellado en Walesville
Aunque investigué ese caso en 1954, había algo de lo que no me enteré hasta 1968. Cuando la Fuerza Aérea estaba volviendo a estudiar el desastre de Walesville, a causa de otro incidente en el que el calor había producido daños, un oficial del Cuartel General me dio la siguiente información:
Ese piloto del F-94 dijo que notó otro efecto además del calor. Algo hizo que su mente quedase en blanco... ni siquiera podía recordar el que hubiese saltado. Se acordaba del repentino calor y vio al observador de radar saltando. Pero todo estaba confuso desde ese momento hasta que su paracaídas se abrió. Esto hizo que medio saliese de la inconsciencia, pero aún se sentía como atontado.

Los médicos le dijeron que había sido el intenso calor lo que le ocasionó el desmayo. Y también que su sensación de atontamiento provenía, probablemente, de ver cómo el reactor se estrellaba contra Walesville. Pero él no se lo creyó. Estaba seguro de que había algo más, aparte del calor.
- ¿Y qué me dice del observador de radar? -le pregunté. -También estaba atontado, pero no perdió el conocimiento. Claro que salió del aparato antes que el piloto.
-Debió de ser terrible ver cómo el reactor picaba contra aquella ciudad.
-Lo fue, y aquellos dos hombres pasaron luego por todo un infierno. El piloto suplicó a la Fuerza Aérea que le dejase hablar en privado con los familiares de los muertos y con la gente que resultó herida, para que supiesen lo que realmente había pasado. Pero no le dejaron. Los dos hombres fueron literalmente amordazados.
Aún hoy en día, el informe de la Fuerza Aérea sobre el accidente de Walesville sigue enterrado, y clasificado como “Secreto”.

OVNI y caza de guerra sobre Alemania, año 1979
Varios investigadores creen que este caso indica que los alienígenas no son hostiles. No fue realizado ningún intento para dañar a los pilotos después que saltasen en paracaídas. Según parece, la fuerza calorífica fue utilizada únicamente para impedirles que se acercasen a distancia de ataque. Existen varios otros casos que parecen reforzar esta opinión.
Carlos Alejo Rodríguez, piloto e instructor de paracaidismo, informó de otro encuentro, sucedido sobre Uruguay. Estaba volando cerca de la base aeronaval de Curbelo, cuando un OVNI de los del tipo de unos veinte metros de diámetro se acercó hacia él. Cuando se detuvo flotando, Rodríguez decidió que valía la pena correr el riesgo de acercarse más, a mirar. A media distancia hacia el disco volador se sintió casi sofocado por una oleada de calor. Mientras se deslizaba apresuradamente sobre un ala para escapar, el OVNI se alejó y la temperatura volvió a ser normal.

En 1954 un piloto de pruebas francés de la fábrica de aviones Fouga vio una máquina circular sobre la ciudad de Pau. Mientras subía hacia ella, le golpeó una oleada de calor. Al borde del desmayo picó hacia un aire más fresco. El OVNI no hizo ningún intento de seguir su descenso.

Este extraño encuentro ocurrió cerca de Beallsville, Ohio, en la tarde del 14 de marzo de 1968. La observación fue verificada por testigos dignos de confianza en diferentes localidades, pero la acción principal se centró alrededor de un niño de nueve años de edad llamado Gregory Wells.
El chico y sus padres vivían en una casa rodante situada a unos cuarenta y cinco metros de una casa, propiedad de la abuela del chico. Aquella tarde, Gregory había estado visitando a su abuela. Ya era casi de noche cuando salió de la casa de ésta, para volver a la suya.
De repente, su abuela lo oyó gritar. Su madre, que estaba en la casa rodante, también oyó sus alaridos. Cuando las dos mujeres corrieron hacia él lo encontraron revolcándose por el suelo, con su chaqueta en llamas.

Entre ambas, lograron apagar el fuego. El muchacho sufría quemaduras en el antebrazo y se hallaba en un estado de shock, por lo que se apresuraron a llevarlo a un hospital. Mientras era atendido llegaron los ayudantes del sheriff, a los que habían avisado los vecinos de los Wells. El OVNI había sido visto ya por varios testigos. Los informes, dados por separado, describían un artefacto cilíndrico que se movía a muy baja altura hacia la propiedad de los Wells.
Tan pronto como pudo hacerlo, Gregory explicó lo que había sucedido. Estaba a media distancia de la casa remolque cuando vio un extraño objeto iluminado que flotaba sobre unos árboles situados al otro lado del camino. Mientras se paraba para contemplarlo, un apéndice en forma de tubo surgió de la parte inferior del mismo. Girando para apuntar hacia él, emitió un destello o una llamarada. Inmediatamente, su chaqueta estalló en llamas.
Cuando la madre y la abuela del chico corrieron al exterior, toda su atención estaba concentrada en él y en su chaqueta ardiendo. En su excitación, mientras trataban de apagar las llamas, no miraron a su alrededor hasta más tarde. Por aquel entonces, el OVNI ya había desaparecido.

Aunque la Fuerza Aérea fue rápidamente informada del asunto de Beallsville, evitó realizar una investigación. En las bases de la Fuerza Aérea cercanas había investigadores especializados en OVNI disponibles, sujetos a una orden en vigencia del general Richard O'Keefe, inspector general en funciones. Esta orden estaba contenida en una instrucción privada a todos los comandantes de base de la Fuerza Aérea.




Base Aérea de Wright-Patterson
«Lo que se necesita», afirmaba el general O'Keefe, «es que cada observación de OVNI sea investigada y se dé información de la misma al centro técnico de Inteligencia Aérea de la base de Wright-Patterson

Admitiendo que los OVNI eran un problema grave, el general O'Keefe advirtió que las observaciones de los mismos iban a aumentar, causando aprensión pública. Dio órdenes a los comandantes de base para que nombrasen oficiales especialistas en OVNI que conociesen las técnicas de investigación, y si fuera posible fuesen hombres con historiales científicos o técnicos. Dio instrucciones para que cada oficial especialista en OVNI fuera equipado con un contador Geiger, una cámara, prismáticos, una lupa y recipientes para muestras (esto se refería a las órdenes para el manejo de «materiales procedentes de OVNI o que se sospeche que lo sean», citadas en 1 AFR 200-2).

Aun a pesar de que la Fuerza Aérea temía que hubiese publicidad en los casos de daños, un oficial especialista en OVNI de una base de la Fuerza Aérea de Ohio podría probablemente haber dispuesto las cosas para llevar a cabo un interrogatorio confidencial de los testigos. Quizás esto hubiera dado alguna pista en el acertijo, aún no resuelto, de la fuerza calorífica. Pero los responsables decidieron no correr riesgos. Aún recordaban lo sucedido tres años antes con un caso de éstos.

El testigo de este inusitado encuentro con un OVNI fue James W. Flynn, ranchero y entrenador de perros que vivía en Fort Myers, Florida. A pesar de que los hechos fueron transmitidos a miembros del NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos), en aquel tiempo, la verdadera historia de la acción de la Fuerza Aérea era conocida por bien pocos.


La noche del 14 de marzo de 1965, Flynn estaba acampado en los Everglades después de entrenar algunos perros de caza. Ya había pasado la medianoche cuando vio un objeto brillante e iluminado que descendía a un par de kilómetros de distancia. Creyendo que debía de ser un avión con problemas, puso en marcha su vehículo de los pantanos y fue hacia la luz, que era visible a través de los árboles. A medio kilómetro de distancia abandonó el vehículo y siguió a pie.

Al ir acercándose, Flynn vio que el objeto no era un avión sino una gran máquina con forma de cono que flotaba silenciosamente a poca distancia del suelo. Tenía unos 25 metros de diámetro en su base y unos 10 o 15 metros de altura. Se podían ver cuatro hileras de ojos de buey o ventanillas, a través de las cuales surgía una luz amarilla.
Cuando se acercó más, Flynn oyó un sonido zumbante, pero no pudo ver ni equipo ni ocupantes, pues parecía haber un panel o pared justo detrás de las ventanillas.

Al cabo de varios minutos, Flynn comenzó a aproximarse al OVNI. Mientras se adentraba en el círculo de luz alzó una mano, pretendiendo que esto fuera un gesto amistoso, por si estaba siendo observado. Instantáneamente, un estrecho haz de luz centelleó procedente de una de las ventanillas bajas. Le dio de lleno en la frente, derribándolo por tierra, inconsciente.
Cuando despertó, horas más tarde, estaba parcialmente ciego. Tenía un doloroso hematoma allí donde el rayo de luz le había alcanzado. El OVNI se había ido, pero se veía un área chamuscada donde había estado flotando. Y también habían ardido las copas de los árboles más cercanos.



Flynn consiguió regresar a Fort Myers, donde pasó cinco días en un hospital. Además del golpe en la frente y de la pérdida de visión, se descubrió que sufría una merma en los reflejos de los músculos involuntarios y los tendones.
Después de los casos de la fuerza calorífica y del de Flynn, los efectos mentales citados en los análisis de la Fuerza Aérea y del RAND pueden parecer sin importancia. Naturalmente, algunos informes acerca de reacciones mentales han sido falsificados. Pero otros, detallados por ciudadanos responsables, parecen ser ciertos. La mayor parte de los efectos no han sido graves, pero hay peligros potenciales... incluso riesgos definidos.

Uno de los efectos típicamente leves fue el informado por Russell Carter, residente de Pierre, Dakota del Sur. Carter iba en coche con su esposa una noche de 1967 cuando un artefacto redondo y luminoso se dirigió hacia ellos. Nivelando su vuelo a unos doce metros, siguió a los Carter durante cuatro o cinco minutos.
“Era tan brillante que uno podía conducir sin los faros -informó Carter-. La cosa siguió a la misma altura, iluminando toda el área, y durante este tiempo tuve una extraña sensación en mi cuerpo. Mi esposa dijo que su rostro pareció entumecérsele.”
Pero algunas reacciones mucho más preocupantes han sido dadas a conocer por un cierto número de testigos. Los efectos descritos han incluido mareos, náuseas, fuertes dolores de cabeza, repentinas sensaciones de cansancio y, en algunos casos, pérdidas de memoria durante el tiempo de encuentro con un OVNI.

En algunos incidentes de aproximación a un OVNI, los testigos fueron presa de tal pavor que no podían recordar todos los detalles. No es seguro que permaneciesen desmayados parte del tiempo, pero algunos otros testigos están convencidos de que los OVNI les causaron pérdidas totales de la memoria. Un hombre de Washington que me dio un informe confidencial me dijo que aún tenía una laguna en su memoria, aunque el encuentro con el OVNI había tenido lugar un año antes.


Estas consecuencias son comunes ante fuertes impresiones.
-Era hacia las dos de la madrugada -me dijo-. Yo estaba en la carretera 66, volviendo a Washington, cuando aquella brillante luz apareció en el espejo. Se acercaba con gran rapidez, por detrás de mí. Al principio pensé que era un faro sobre un coche, quizá la policía, así que disminuí la velocidad. Cuando me alcanzó pude ver que se hallaba a quince o dieciséis metros por el aire. Luego disminuyó su velocidad hasta igualar la mía y vi que tenía forma redonda.
Me produjo un tremendo shock cuando me di cuenta de que era un OVNI. Recuerdo haber acelerado. Luego se acercó aún más y, de repente, mis luces perdieron intensidad y el motor comenzó a fallar.
Fue entonces cuando sucedió... esa pérdida de memoria, o lo que fuera. La siguiente cosa de la que tengo recuerdo es que estaba viajando a unos ocho o nueve kilómetros de donde había estado antes. No había señal alguna del OVNI, y el motor y las luces volvían a funcionar normalmente. Estuve tratando de recordar lo que había sucedido después de que me hubiese desmayado, pero tenía la mente en blanco. Y aquel asunto me estremeció de tal modo que no pude dormir durante más de veinticuatro horas. 

En un informe similar, enviado al NICAP(la National Investigations Committee on Aerial Phenomena (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos)) desde Australia, el testigo tuvo pérdidas de memoria parciales, pero no un olvido completo. Los detalles fueron transmitidos por el agente Lenard  Johnson de la comisaría de Boyup Brook, quien interrogó a los testigos, y un contratista local.
A petición del contratista su nombre ha sido mantenido en secreto, aunque es citado en el informe. Por la narración hecha por el agente Johnson resulta evidente que se sintió impresionado por el testigo.


Cuando tuvo lugar el encuentro eran las 9.35 de la tarde del 30 de octubre de 1967. El contratista se hallaba en la carretera de Kojonup a Mayanup, yendo en dirección a Boyup Brook, cuando su coche quedó detenido. Se paró el motor, se apagaron las luces y el coche frenó..., todo esto sin que el testigo hiciese nada. No tuvo sensación de que se produjese un frenazo ni le pareció que actuasen los frenos.
Después de que el coche se hubiera detenido, el contratista vio un rayo o «tubo de luz» que era dirigido desde arriba hacia su parabrisas. Tenía aproximadamente medio metro de ancho. Mirando hacia arriba a lo largo del haz se quedó muy asombrado al ver un objeto de forma ovalada de unos diez metros de largo. Estaba rodeado por un brillo azulado que pulsaba en forma constante.
Durante varios minutos el asustado testigo permaneció dentro del coche detenido, mirando el artefacto de tan extraño aspecto. Entonces, el OVNI se apartó y el rayo de luz desapareció.
«Cuando se hubo ido -dijo el agente Johnson, citando al contratista-, el testigo halló que su motor funcionaba de nuevo y sus luces estaban encendidas.» Pero lo que resultaba más extraño es que el coche estaba viajando a 100 o 110 km por hora, tal como había estado haciéndolo antes de que el OVNI lo detuviese. El contratista no tenía recuerdo alguno de haber puesto en marcha el motor o haberse alejado del lugar de los hechos.

Es de una tremenda importancia el que averigüemos las respuestas a todos los enigmas referentes a las fuerzas utilizadas por los OVNI, no sólo para que podamos tratar de construir defensas sino también para ayudar a preparar al público. Hasta que conozcamos esas respuestas vitales, no puede tener éxito ningún programa de preparación.

En 1952, cuando centenares de OVNI estaban operando sobre los Estados Unidos, un grupo de oficiales de alta graduación de la Fuerza Aérea urgieron a que se llevase a cabo un cambio de política radical:
“Detengan las persecuciones por los interceptores y traten de comunicarse con los alienígenas que van en los OVNI.”



Si la Fuerza Aérea hubiera esperado hasta que el boom del cincuenta y dos hubiera terminado, quizás hubiera podido intentar llevar a cabo el plan de comunicaciones tras efectuar cuidadosas explicaciones al público, enfatizando que no había ninguna prueba de hostilidad. En tal caso, podríamos haber tenido hace ya mucho la respuesta a las preguntas más importantes: el propósito de esta vigilancia, la clase de seres que la realizan, si los daños causados a seres humanos por los OVNI eran accidentes o no y si eran posibles encuentros con alienígenas... y en tal caso, si estaban programados. Quizá ya hubiéramos logrado un contacto real. Pero el plan para comunicarse ha sido siempre suprimido.

Tal programa sería difícil de mantener en secreto, y la Fuerza Aérea aún tiene miedo de alarmar al público. Pero hay una razón mucho más poderosa... un motivo en el que intervienen sobremanera los adelantos técnicos de los alienígenas.
En varias ocasiones los expertos han admitido el enorme valor que, para las naciones de la Tierra, tendría la tecnología de los OVNI.
El contralmirante D. S. Fahrney, antiguo jefe de cohetes de la Armada, dijo al hablar de las increíbles maniobras y alta velocidad de los OVNI: «Tales maniobras tendrían que ser el resultado de una tecnología avanzadísima de la que no tenemos conocimientos en el presente.... Si estas observaciones continúan, creo que habrá un contacto que nos dará unas respuestas importantes.»

William Lear, genio aeroespacial y fabricante del reactor Lear, comentó, tras ver de cerca un OVNI desde su avión ejecutivo: «Los seres que operan los OVNI deben de haber aprendido a neutralizar y controlar la gravedad. Una vez que podamos hacerlo nosotros, ya no tendremos que depender de la aerodinámica para elevarnos por los aires.»

Morton Gerla, antiguo presidente de la delegación de Nueva York de la American Rocket Society afirmó: «Los OVNI son capaces de prestaciones que van más allá de nuestra habilidad tecnológica.» En una declaración hecha al NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos), enfatizó la importancia de aprender los secretos de las máquinas de los alienígenas.
(Véase en el Apéndice B las declaraciones de los científicos e ingenieros acerca de las características superiores que poseen los aparatos con forma de disco.)

Casi desde el principio, ciertos planificadores de investigación de alto nivel de la Fuerza Aérea estuvieron determinados a descubrir la tecnología de los OVNI si ello era humanamente posible. Hacia finales de 1953 había testimonios de centenares de encuentros con OVNI... y tres pilotos habían perdido la vida persiguiéndolos. En 1957 el congresista (ahora senador) Lee Metcalf preguntó a la Fuerza Aérea si sus pilotos seguían persiguiendo a los OVNI. En la respuesta del Cuartel General, el general Joe W. Kelly admitió que continuaban las cacerías.
«Los interceptores de la Fuerza Aérea aún siguen persiguiendo a los Objetos Voladores No Identificados, por tratarse de un asunto de trascendencia para la seguridad de este país y para ver de determinar los aspectos técnicos del problema.»

En la revisión hecha en 1962 a la AFR 200-2, la directiva sobre los OVNI de la Fuerza Aérea, el Cuartel General hizo otra afirmación muy significativa:
«La Fuerza Aérea continuará recogiendo y analizando informes sobre los OVNI hasta que todos ellos hayan sido explicados científica o técnicamente, o hasta que haya sido explotado todo el potencial de estas observaciones.» (Párrafo A-2-b.)

Probablemente pocos ciudadanos se dan cuenta de la grave situación producida por las persecuciones de los OVNI. El doctor Bruce A. Rogers, miembro del Consejo de Gobierno del NICAP, es una de las autoridades que se dan perfecta cuenta de este problema. En 1970 me escribió acerca del peligro de que otra nación terrestre pudiera enterarse de los secretos técnicos de los alienígenas. Afirmó que podría ser fatal para los Estados Unidos el que una nación no amistosa fuera la primera en adquirir estos conocimientos:
«Eso podría convertir una nación en dueña del mundo... La posesión de este conocimiento podría influir en gran manera en el futuro de los Estados Unidos y quizá determinar nuestra posible supervivencia.»

Determinar nuestra supervivencia. Esta es la clave de las peligrosas persecuciones hechas por la Fuerza Aérea: la decisión de que seamos la primera nación en enterarse de los secretos técnicos de los alienígenas y de que los usemos para nuestra propia protección.

Esas son las fuertes puestas que hay en el juego oculto.

Es un juego muy arriesgado. Si fracasa, podría llevarnos a un desastre en el que nos viéramos todos envueltos. Pero si tiene éxito podría influir en nuestro futuro y determinar si podremos sobrevivir como nación libre.
  
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El juego oculto (Capitulo completo)

Justo antes del amanecer del 24 de septiembre de 1959, un gran disco volador descendió cerca de Redmond, Oregón, iniciando una de las más desesperadas persecuciones jamás intentadas por la Fuerza Aérea y casi destruyendo la censura de la misma.
Hacia las cinco de la mañana el OVNI fue visto mientras flotaba cerca del aeropuerto de Redmond. Los testigos, que formaban parte de la estación de comunicaciones del tráfico aéreo, eran miembros de la FAA (la Administración Federal de Aviación).
A las cinco y diez la FAA mandó un informe urgente· a la Fuerza Aérea.

A las cinco y dieciocho, seis cazas reactores F-102 salieron rugiendo de su base en Portland, dirigiéndose a Redmond. Mientras despegaban, la torre habló por radio con los pilotos de un bombardero B-47 y un caza F-89, que estaban realizando vuelos de rutina por las cercanías, y les ordenó que se uniesen a los F-102 en la misión secreta.
El propósito de la misma: capturar al OVNI... y a su tripulación, si es que había alguna a bordo.
Todos los pilotos se daban perfecta cuenta de que en otros intentos de captura se habían producido accidentes fatales y escapatorias por los pelos. Pero también conocían la tremenda importancia de la misión. Si el OVNI estaba aún flotando a baja altura, quizá pudieran derribarlo sin graves daños. Pero aun así, la misión podía no tener éxito. La espacionave podría ser destruida ya en tierra... o bien por su tripulación, o por control remoto si no había nadie a bordo.

El Mayor Donald E. Keyhoe, autor del libro Los desconocidos del Espacio.
Pero si el aparato quedaba intacto, la Fuerza Aérea tendría su tan soñada oportunidad de enterarse de los secretos técnicos de los OVNI. El vehículo sería trasladado a un lugar seguro y oculto, y entonces científicos e ingenieros de primera categoría, con o sin la ayuda de la tripulación, analizarían el sistema de energía, los controles y cualquier arma avanzada. U na vez obtenidas las respuestas, el Departamento de Defensa se apresuraría a iniciar un programa para duplicar los aparatos alienígenas, y también a construir cohetes superiores utilizando la propulsión del tipo OVNI. Si los Estados Unidos eran los primeros en construir una fuerza de OVNI armados, ninguna otra nación de la Tierra se arriesgaría a atacarles. Y si ninguna otra nación se enteraba de esos secretos, eso podría significar una liberación de todo peligro de guerra.

Este era el objetivo... el trascendental propósito que había tras la misión de Redmond.
El primer testigo conocido en Redmond fue un policía de la ciudad, el agente Robert Dickerson, que estaba patrullando por los límites de la villa. Cuando el disco brillante cayó del cielo, pensó que se trataba de un avión ardiendo, a punto de estrellarse. Se quedó muy asombrado cuando se detuvo a sesenta metros de altura y vio su forma de disco.
Durante algunos minutos, la extraña máquina permaneció inmóvil. Luego se alzó pasando frente al aeropuerto de Redmond y se detuvo de nuevo, flotando al nordeste de dicho campo. Dickerson fue con toda rapidez hasta el aeropuerto e informó sobre el OVNI al especialista de vuelo Laverne Wertz.

A través de unos prismáticos, Wertz y otros miembros de la FAA (Administración Federal de Aviación) observaron el disco durante varios minutos. El brillo había disminuido y podían ver con toda claridad extrañas lenguas de fuego (rojas, amarillas y verdes) apareciendo y desapareciendo del borde.
A las cinco y diez, Wertz teletipó al Centro de Control del Tráfico por las Rutas Aéreas en Seattle. Su informe fue transmitido inmediatamente al Servicio de Vuelos Militares en la base de la Fuerza Aérea de Hamilton, California. Al cabo de pocos minutos, la Fuerza Aérea le dijo a Seattle que los reactores de Portland estaban despegando y que también el radar de la Fuerza Aérea estaba siguiendo al OVNI en Klamath Falls, Oregón.
En Redmond, los observadores de la FAA (Administración Federal de Aviación) estaban aún contemplando el OVNI cuando oyeron el rugido de los reactores. Mientras los aviones picaban hacia la espacionave, las lenguas de fuego desaparecieron. Entonces, una tremenda emisión de gases surgió de la parte inferior del disco. Acelerando a una terrible velocidad, saltó directamente hacia arriba, casi en la trayectoria de los reactores.

El piloto más cercano dio un bandazo frenético para evitar una colisión. Y mientras el OVNI pasaba junto a él, otro reactor, atrapado en la onda de choque del escape de la máquina, casi perdió el control. Otros tres pilotos salieron de sus picados y subieron tras el disco que huía. Pero, incluso con la velocidad extra que les suministraban sus posquemadores, quedaron rápidamente atrás.

Mientras el OVNI desaparecía entre las nubes, a más de cuatro mil metros de altura, un piloto de la Fuerza Aérea, guiado por su radar de puntería, subió tras el artefacto invisible. Aparentemente, su aproximación fue detectada a bordo del disco, pues instantáneamente cambió de rumbo, como pudo comprobar el radar medidor de altura de Klamath Falls. Incluso después que los pilotos de la Fuerza Aérea abandonasen la inútil persecución, los operadores de radar aún seguían observando al OVNI, que realizaba maniobras de alta velocidad entre los 2000 y los 16 000 metros de altura.
Cuando aterrizaron los pilotos, aún en tensión tras su alucinante experiencia, fueron llevados apresuradamente ante los miembros de Inteligencia, para que tuvieran una sesión informativa. Tras describir el encuentro con el OVNI les fue ordenado que no discutieran la persecución, ni siquiera entre ellos mismos.


Pero centenares de ciudadanos de Redmond habían oído el picado de los reactores. Varios de ellos habían visto los interceptores y algunos afirmaron haber contemplado un extraño brillo en el cielo. La Fuerza Aérea, temiendo que su intento de captura pudiese ser descubierto, se apresuró a explicar el vuelo como una comprobación de rutina, causada por un falso eco en el radar. El brillo fue dejado de lado, como si fuera algo imaginado por los testigos excitados.
Al cabo de unas horas, una nueva situación trastornó a la Fuerza Aérea. Cuando el Cuartel General se enteró de la emisión de gases del disco, se temió que el OVNI estuviese usando energía nuclear. Por medio de la FAA (Administración Federal de Aviación)  de Seattle, se ordenó al especialista de vuelo Wertz que efectuase un reconocimiento aéreo en busca de una radioactividad anormal. Utilizando un contador Geiger, Wertz y el piloto de una avioneta Tri-Pacer trazaron círculos a diversas alturas en el área en la que había flotado el OVNI. Los resultados, teletipados a la Fuerza Aérea, nunca fueron hechos públicos. Pero, de algún modo, un periodista se enteró de esta prueba e hizo pública la historia.



La filtración alarmó al Cuartel General: la FAA (Administración Federal de Aviación)  no estaría comprobando la existencia de radiación a menos de que realmente hubiese sido visto un objeto aéreo desconocido. Si se permitía que se divulgase esta prueba de la realidad de los OVNI, después de todas las negativas de la Fuerza Aérea, esto causaría una conmoción en el Congreso y posiblemente iniciaría un pánico.
Para bloquear este proceso, tenía que explicarse el objeto misterioso del que hablaba el periodista. Tras una fútil búsqueda de alguna explicación plausible, el Cuartel General corrió el riesgo de dar esta increíble explicación oficial:

El objeto visto ascendiendo cerca de Redmond era, probablemente, un globo meteorológico.
Para cualquiera que conociese las evidencias, aquello resultaba ridículo. Los globos flotan con el viento; no tienen motores excepto los lentos y ya pasados de moda dirigibles. Era imposible que cualquier globo dejase atrás reactores volando a casi mil kilómetros por hora. Los periodistas sabían que la explicación era falsa, pero el poder del Cuartel General de la Fuerza Aérea les impedía ridiculizarla como se merecía.

Para los hombres encargados de mantener el secreto, ésta había sido una situación muy grave. Ya se hallaban bajo agudas críticas por parte de algunos oficiales de alto rango por poner temerariamente en peligro las vidas de los pilotos de la Fuerza Aérea. Lo sucedido en Redmond ocasionó nuevas peticiones de que terminasen las persecuciones de los OVNI.
Pero para el grupo de censores a alto nivel no había otra alternativa. Al menos otras cinco naciones importantes estaban interviniendo en esta batalla invisible para lograr los secretos tecnológicos de los OVNI. Para la seguridad del país, la Fuerza

Aérea tenía que lograr ser la primera en conseguir esta información, utilizando cualquier medio que fuera necesario para ello. Si lo lograba, aquello justificaría todas las cacerías, por peligrosas que hubiesen sido, incluso aquellas en que se hubieran producido víctimas.
A medida que se calmaba la excitación creada en Redmond, los censores del Cuartel General se relajaron, muy aliviados. Ahora, pensaron, el caso de Redmond estaba enterrado con toda seguridad, aunque había sido un asunto muy grave.
Pero, sin que la Fuerza Aérea lo supiese, el NICAP (la National Investigations Committee on Aerial Phenomena (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos)) había obtenido copias legalizadas de los diarios de la FAA. En años anteriores, la FAA (Administración Federal de Aviación)  había sido obligada a menudo a mantener silencio... como también ha ocurrido posteriormente. Pero en aquel momento no había ninguna orden rígida maniatando a la agencia, y muchos miembros de la misma estaban preocupados por los intentos de mantener el secreto.

Portland
Los diarios entregados al NICAP describían el OVNI, sus maniobras, las extrañas llamaradas, el tremendo escape de gases y el despegue vertical del disco para eludir a los interceptores. También incluían las confirmaciones de la Fuerza Aérea del seguimiento por radar, el despegue de los reactores de Portland, y el informe de Klamath Falls acerca de las operaciones evasivas del OVNI después que hubiese fracasado el ataque de la Fuerza Aérea.
Los diarios oficiales estaban firmados por L. E. Davis, jefe de la Estación de Comunicaciones del Tráfico Aéreo de Redmond, y por William F. Zauche, jefe del Centro de Control de Tráfico de las Rutas Aéreas de Seattle. También fueron confirmados por carta por Eugene S. Kropf, asistente del gerente regional, Región 4 de la FAA, Los Angeles. Un informe separado del especialista de vuelo Wertz verificaba toda la operación.
Cuando la Fuerza Aérea se enteró de que el NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos) tenía los diarios de la FAA, hubo una gran consternación en el Cuartel General. La FAA (Administración Federal de Aviación)   era una agencia muy competente, y sus estaciones en los aeropuertos y en las rutas aéreas estaban servidas por personal cuidadosamente entrenado. ¿Qué es lo que iba a creer el público y el Congreso... los informes legalizados de los observadores expertos de la FAA, o las débiles tentativas de ridiculización de la Fuerza Aérea?


Amenazado con el fin del secreto, el Cuartel General se arriesgó a dar el único paso que podía salvarle. Se denunció a la FAA por suministrar información falsa y toda su evidencia fue negada. Durante un tiempo, la Fuerza Aérea se aferró a la explicación del globo. Pero tras una lucha llevada a cabo por diversos legisladores y el NICAP, tuvo que rendirse y admitir que aquello era un error. Entonces, el Cuartel General anunció que había hallado la verdadera explicación:
Los observadores de la FAA (Administración Federal de Aviación)   y los testigos de Redmond habían sido llevados a equivocación por el planeta Venus, al que tomaron por un objeto desconocido, maniobrando cerca de la Tierra.
Esto era tan ridículo como la historia del globo, si no más. Si los observadores de la FAA eran así de estúpidos, la agencia debería despedirlos por incompetentes. Los altos cargos de la FAA insistieron en que los datos suministrados en los diarios eran correctos, pero la Fuerza Aérea rehusó proseguir con aquellas discusiones. La explicación de Venus sigue siendo listada como la solución probada... uno de los mayores engaños de la larga hilera de intentos por mantener el secreto.

Nave nodriza fotografiada en Escocia.
Cuando, al principio, la Fuerza Aérea se dio cuenta de que los OVNI eran espacionaves, el Mando de Defensa Aérea tomó la decisión de capturar uno de esos aparatos tan avanzados. Esto me fue confirmado en una entrevista personal por el general Sory Smith, subdirector de Información y el mayor Jeremiah Boggs, oficial de Inteligencia del Cuartel General. En contraste con las posteriores negativas, Boggs admitió abiertamente que la Fuerza Aérea había dado una orden especial a sus pilotos para que tratasen de capturar a los OVNI.
«Naturalmente, nos sentíamos ansiosos por tener en nuestras manos uno de esos cacharros. Les dijimos a los pilotos que, prácticamente, podían hacer cualquier cosa para conseguirlo, aunque fuera necesario que los atrapasen por la cola.»

Después, hablé con un piloto de interceptores que conocía y que había participado en dos cacerías. Cuando le cité las palabras de Boggs acerca de atrapar a un OVNI por la cola, me miró con aspecto hosco.
«Eso está mucho más cerca de la verdad de lo que puedes imaginarte, aunque él lo dijese en plan de broma. Al menos en nuestro escuadrón, nos dijeron que tratásemos de chocar contra uno de ellos y luego saltar en paracaídas, si es que había posibilidad de hacerlo sin sufrir daños personales. No sé de nadie que lo intentase... a mí desde luego ni se me ocurrió. Después de lo que le pasó a Mantell, uno tendría que estar muy loco para intentar una cosa así.»

En los primeros meses de observaciones masivas, la mayor parte de científicos e ingenieros aeronáuticos se burlaban de las informaciones referentes a las tremendas velocidades de los OVNI. Parecía imposible que ninguna máquina pudiera viajar con tal rapidez por la atmósfera, ya que el calor de la fricción con el aire debería haberla incendiado. Cuando la Fuerza Aérea verificó los informes de sus seguidores de radar acerca de las altas velocidades, algunos de sus técnicos decidieron que los OVNI debían de estar construidos con un supermetal que podía resistir el calor y también las tensiones producidas durante las bruscas maniobras.
Pero había una cosa de la que la Fuerza Aérea y sus analistas técnicos estaban totalmente convencidos: ningún ser vivo podía soportar el intenso calor y los giros a alta velocidad.

Entonces el Cuartel General descubrió un asombroso informe que había sido enterrado en la base de la Fuerza Aérea de MacDill, en Florida. El principal testigo era el capitán Jack E. Puckett, veterano de los combates de la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, subjefe de seguridad de vuelo, Mando Aéreo Táctico en el campo de Langley.
El 1 de agosto de 1946 el capitán Puckett volaba en un transporte C-47 Langley a MacDill, con el teniente Henry F. Glass como copiloto y un ingeniero de vuelo del que desconocemos el nombre. A unos 50 kilómetros de Tampa vieron un gran OVNI que aceleraba hacia ellos en una trayectoria de colisión.
«Aproximadamente a unos mil metros -informó el capitán Puckett-giró para cruzar nuestro camino. Observamos que era un objeto largo y cilíndrico, de aproximadamente el doble de tamaño de un bombardero B-29.»
Aparentemente el artefacto estaba propulsado por cohetes, pues le seguía un penacho de fuego de la mitad de su largo. Desapareció a una velocidad estimada entre 2400 a 3200 kilómetros por hora.

Nave nodriza
Pero la parte más asombrosa, para los analistas de la Fuerza Aérea, fue este descubrimiento:
La nave desconocida tenía una hilera de ventanillas. Era el primer informe acerca de que los OVNI tuvieran ojos de buey.
Luego fueron detectados más casos similares.
Por increíble que parezca, las ventanillas indicaban que había seres vivos a bordo... o al menos que el OVNI estaba preparado para transportar algún tipo de seres, a pesar de los giros y el calor.

Algunos analistas creyeron que las ventanillas eran una ilusión causada por la alta velocidad. Pero posteriormente otros observadores competentes divisaron OVNI con portezuelas o ventanillas. Además de los casos citados en el capítulo 1, varios otros se hallaban listados en el informe secreto del Proyecto Grudge:

Caso 144. En la noche del 24 de julio de 1948, una nave con forma de proyectil fue vista por el capitán C. S. Chiles y el primer oficial John B. Whitted de la Eastern Air Lines. Ambos pilotos lo describieron como de unos treinta metros de largo y con dos cubiertas, cada una con su hilera de ventanillas.

Caso 168, tomado de un informe a la Fuerza Aérea del gobierno holandés: Arnheim, La Haya, 20 de julio de 1948: un objeto con dos cubiertas, sin alas, visto cuatro veces... velocidad muy alta, comparable a la de una V-2 (el cohete alemán usado contra Londres en la Segunda Guerra Mundial).

Además de los casos de las ventanillas, el Proyecto Grudge incluía el informe oficial que eliminó la teoría del supermetal.

Caso 122. El 6 de abril de 1948 unos seguidores de cohetes de la Armada y un científico divisaron un OVNI de forma oval muy por encima del campo de pruebas de White Sands. Seguido por los teodolitos, se descubrió que estaba volando a 29 000 km por hora. De repente inició una ascensión casi vertical, también registrada por los teodolitos, subiendo 40 km en 10 segundos. La atracción gravitatoria calculada para esta ascensión a alta velocidad resultaba casi increíble.

Como ya saben, a lo que habitualmente estamos sometidos en la Tierra es a una gravedad (g), la fuerza que nos atrae hacia abajo a causa del campo gravitatorio del planeta. Un piloto que vuela en horizontal nota el mismo efecto. Pero si sube repentinamente, sufrirá varios g, a causa de la tendencia de su cuerpo a continuar en línea recta (inercia). Los astronautas sienten efectos similares durante los despegues, debido al poderoso empuje hacia arriba de sus cohetes.
Con un tipo convencional de máquina voladora, una repentina ascensión a 29 000 km por hora crearía un tirón hacia abajo de varios centenares de g. En realidad, jamás se podría alcanzar una velocidad tan alta en nuestra atmósfera, ya que el terrible calor causado por la fricción incendiaría el artefacto y lo convertiría en cenizas.
La única explicación posible era la neutralización de la gravedad. En aquel momento, si la antigravedad hubiera sido relacionada públicamente con los OVNI, hubiera sido ridiculizada como una fantasía de ciencia ficción. Pero un cierto número de famosos científicos e ingenieros aceptaron, en privado, esta respuesta, tras analizar los datos sobre este OVNI. Entre ellos se hallaba el doctor Hermann Oberth, uno de los diseñadores de la V-2 y autoridad en viajes espaciales, y fabricantes de aviones tales como Grover Loening, Lawrence Bell e Igor Skorsky.
Cómo funciona el control gravitatorio es algo que me fue explicado por el doctor Oberth mientras estaba en los Estados Unidos, ayudando al Ejército a realizar investigaciones antigravitatorias en el arsenal de Redstone.
«En un OVNI equipado con gravedad artificial, el aire que lo rodea es mantenido contra la máquina y se mueve con ella cuando éste se traslada ... tal como la atmósfera del planeta es mantenida alrededor de la Tierra, a pesar de la alta velocidad de rotación, por el campo gravitatorio terráqueo.
«Dado que este “cojín” de aire impide la fricción, el vehículo no se calienta. Y también se mueve en silencio, ya que no hay remolinos, ni turbulencia ni estampidos sónicos.
Con la propulsión normal, las violentas aceleraciones y maniobras de los OVNI pondrían en peligro a las espacionaves, aparte de que arderían a causa del excesivo calor. Igualmente, las fuerzas aplastarían a cualquier ser que se hallase a bordo contra los costados o el suelo de la máquina, aun antes de que se quemasen.»

Como ejemplo, el doctor Oberth citó el caso de Redmond.
«Obviamente esa nave no fue dañada ni sufrió tensiones porque estaba operando con un campo gravitatorio artificial. Incluso el poder aceleratorio de aquella violenta ascensión no haría daño a ningún ser a bordo, dado que el campo gravitatorio se aplicaría a ellos a la vez que a la espacionave. Incluso cuando estuviesen realizando rápidos cambios de velocidad y dirección, esos pasajeros no sentirían nada.»

Cuando los investigadores de la Fuerza Aérea se dieron perfecta cuenta de las asombrosas posibilidades de esto, el Cuartel General persuadió a los científicos, compañías aeroespaciales y laboratorios técnicos de que montasen proyectos de investigación de la antigravedad, muchos de ellos bajo contratos secretos. Con cada año que pasaba, el número de estos proyectos iba en aumento. En 1965 el intercambio de información científica del Instituto Smithsoniano me confirmó la existencia de 46 proyectos antigravitatorios no clasificados como secretos. De los 46, 33 estaban controlados por la Fuerza Aérea. La Armada tenía 3; el Ejército 1; la Comisión de Energía Atómica 1; la NASA 2, y la Fundación Nacional de las Ciencias 6. Adicionalmente, había al menos 25 contratos secretos que no podían ser listados.
Al principio, algunos investigadores le advirtieron a la Fuerza Aérea que no esperase un resultado inmediato... el conseguir las respuestas podía llevar años. Para reducir los riesgos, la Fuerza Aérea incrementó sus intentos por capturar algún OVNI.

En 1952 se produjo un repentino incremento en las observaciones y aproximaciones a baja altura. Temiendo un ataque, el Mando de Defensa Aérea ordenó a los pilotos que disparasen contra las máquinas alienígenas, siguiendo la política de cuatro fases de la Defensa Aérea:
Detección, identificación, intercepción y destrucción. La relación de esto con los OVNI estaba enfatizada en la AFR 200-2, que, en aquel entonces, estaba restringida a los mandos de la Fuerza Aérea.
Pero algunos oficiales de alto rango del Cuartel General se dieron cuenta bien pronto de que la orden de tiro era un error. Fue rápidamente cancelada y se reanudaron los intentos de captura.
Habitualmente, la Fuerza Aérea evita tales acciones a baja altura para impedir que tengan publicidad. Pero en varias ocasiones ha corrido el riesgo... tal como sucedió en el caso de Redmond.


En la noche del 1 de agosto de 1953 un escuadrón de cazas de la Fuerza Aérea volaba sobre el parque nacional de Sequoia-Kings, en California. Durante tres noches, un gran OVNI con forma de disco había descendido sobre el parque, siendo visto en una ocasión, muy de cerca, por el superintendente del parque E. T. Scoyen y algunos miembros de su equipo. La Fuerza Aérea se sentía asombrada por el interés mostrado por los alienígenas por el parque, pero ordenó aquella misión especial por si el OVNI regresaba.
Justo antes de la medianoche, los pilotos vieron el disco descendiendo a velocidad reducida. Cuando estaba muy por debajo de ellos comenzaron a bajar, igualando la velocidad del OVNI mientras se colocaban encima de él. A los pilotos les parecía imposible que la espacionave subiese sin chocar con uno o dos de los reactores y dañar gravemente su nave. Parecía posible que, en lugar de correr este riesgo, los alienígenas cederían y aterrizarían en el primer lugar seguro.

Pero, de repente, sin frenar previamente, el OVNI se detuvo en medio del aire. Al instante, los reactores pasaron de largo. Antes de que los pilotos pudieran iniciar una maniobra de regreso, el disco subió en vertical y desapareció.
Los informes de la prensa dijeron que algunos testigos habían visto reactores picando hacia un OVNI, pero como no había pruebas documentales, como sucedería posteriormente en el caso de Redmond, el público se olvidó bien pronto de esta historia.
Justo después de la misión del parque Sequoia-Kings, varios pilotos de la Fuerza Aérea tuvieron alarmantes encuentros con los OVNI. Cerca de Moscow, Idaho, el 9 de agosto, un disco de 60 metros picó hacia tres cazas F-86. Su aproximación de cabeza dio un buen susto a los pilotos antes de que se apartase a un lado. Durante una cacería sobre Dakota del Sur, tres noches más tarde, un piloto de F-84 se asustó tanto que radió a su base pidiendo que le permitiesen abandonar la persecución. Otros incidentes similares hicieron que aumentase la tensión; algunos pilotos creían que estas acciones eran advertencias de que los alienígenas podían devolver el golpe por el intento de captura del parque.

Pero la mayor parte de los altos censores estaban convencidos de que no había un grave peligro en esto. Incluso ahora, tras cuidadosas valoraciones de la larga vigilancia, la mayor parte de los miembros de la Fuerza Aérea que controlan el asunto creen que tales ataques son poco probables. Aquí tenemos algunas de sus razones para continuar con este juego oculto:

En primer lugar, la extensa vigilancia sin una abierta hostilidad debe significar que los alienígenas tienen un importante propósito que requiere contactos pacíficos con los humanos y un ajuste gradual, sin agresión.

En segundo lugar, el número de OVNI que observa nuestro planeta no es lo bastante grande como para efectuar ataques a gran escala; probablemente la mayor parte de ellos sean aparatos de observación desarmados, que pueden evitar fácilmente a nuestros reactores gracias a sus maniobras de alta velocidad.

En tercer lugar, no estamos totalmente indefensos. Tenemos numerosos cohetes capaces de alcanzar a las espacionaves, incluso a muy grandes alturas.

En cuarto lugar, los alienígenas han intentado, repetidamente, evitar hacer daño a los humanos, por lo que los pocos casos de daños deben de haber sido accidentales. Un ejemplo frecuentemente citado es el encuentro que tuvo la Armada en 1953. Un escuadrón de AD-3 con base en un portaviones estaba practicando maniobras de combate cuando una enorme máquina con forma de cohete descendió hacia ellos. Desacelerando hasta ponerse a la misma velocidad de los aviones, se estabilizó a unos 300 metros por encima del escuadrón.
El comandante radió una orden apresurada y luego guió a sus pilotos en una ascensión casi en vertical hacia la astronave. Instantáneamente el OVNI giró de modo que su cola apuntó en una dirección diferente a aquella por la que se aproximaban los aviones. Luego, un tremendo escape de gases de propulsión surgió de esa parte trasera y la máquina se alejó en la distancia. Pero si no hubiera sido por ese giro apresurado, la masa de gases hubiera matado a algunos pilotos, e incluso quizás a todos.1 Hay centenares de otros encuentros en los que los alienígenas que van en los OVNI han evitado causar daño a los humanos.

1. Confirmado al contralmirante D. S. Fahrney y al autor por un comandante del Departamento de la Armada.

Aunque algunas de estas razones parecen firmes, según la lógica humana, no hay ninguna prueba de que estemos a salvo de una represalia alienígena. Pero los esfuerzos llevados a cabo por otras naciones para conseguir los secretos técnicos de los OVNI han hecho que la Fuerza Aérea corriese el riesgo e intensificase sus intentos de captura.
Durante años, la Inteligencia de la Fuerza Aérea ha sabido de los esfuerzos realizados por las fuerzas aéreas extranjeras para conseguir llevar al suelo a un OVNI. Uno de los países más determinados es la Unión Soviética. Tras constantes fracasos de sus pilotos de intercepción, los artilleros antiaéreos soviéticos recibieron la orden de disparar contra los OVNI. Aparentemente el alto mando soviético esperaba que una astronave fuera averiada y obligada a aterrizar sin que eso destruyese sus sistemas de energía y armamento. Uno de tales ataques fue confirmado por la valoración de la Academia de la Fuerza Aérea, realizada en 1968.
«El 24 de julio de 1957 -afirma el informe de la Academia-, las baterías antiaéreas rusas de las Islas Kuriles abrieron fuego contra varios OVNI. Aunque todas las baterías antiaéreas soviéticas de las islas entraron en acción, no se consiguió ningún blanco. Los OVNI eran luminosos y se movían con gran rapidez. »

Tal como ha sucedido en los Estados Unidos y en Rusia, los pilotos militares han tratado de un modo persistente de obligar a aterrizar a un OVNI en Gran Bretaña, Francia, Brasil, Canadá, la Unión Sudafricana, Noruega, Holanda y varios países más. Algunos pilotos extranjeros tienen órdenes de intentar establecer contacto por radio para ordenar a los alienígenas que aterricen. Si el OVNI no obedece, debe ser derribado, caso de que esto resulte posible. Un piloto de la Real Fuerza Aérea holandesa tuvo una experiencia de este tipo el 26 de enero de 1962, cuando se encontró con un extraño objeto volador sobre el este de Holanda.
Siguiendo órdenes, el piloto radió una orden para que aterrizase, utilizando diversas frecuencias radiales. Al ver que el OVNI no dio respuesta alguna, se preparó a atacar. Su reactor F-86 Sabre estaba equipado con cuatro cañones de 20 mm y un cohete Sidewinder. Armando sus cañones y el cohete, el piloto se acercó a toda velocidad. Pero antes que estuviera lo bastante cerca como para disparar con puntería el OVNI se alejó, saliendo de su campo de acción.


Aunque las persecuciones con reactor son el método habitual utilizado en los intentos de captura, al menos un país ha intentado un plan distinto. En 1954, la Inteligencia de la Fuerza Aérea se enteró de que Canadá había iniciado un proyecto altamente secreto, después que los pilotos de la Real Fuerza Aérea canadiense no lograran derribar un OVNI. Esperando atraer a los alienígenas a un aterrizaje, el Comité de Investigación de la Defensa estableció un campo de aterrizaje restringido cerca de su estación experimental en Sufield, Alberta. Se prohibió que todos los pilotos de la Real Fuerza Aérea y comerciales se acercasen al área.
Al principio, algunos miembros del Comité de Investigación esperaban poder usar señales con radio y reflectores para atraer a los alienígenas. Pero los altos mandos militares advirtieron que esto pondría al descubierto el intento de captura y, por consiguiente, alarmaría al público, así que este plan fue abandonado.

Frecuentemente se divisaban OVNI sobre Alberta, pero no había nada que indicase que aquel campo restringido estaba reservado a los artefactos alienígenas y ninguno se acercó a aquella área. Además, incluso aunque los alienígenas lo hubieran sabido, tal vez no se hubiesen arriesgado a aterrizar, después de los centenares de persecuciones anteriores a que los había sometido la Fuerza Aérea canadiense. A pesar del fracaso, este proyecto altamente secreto fue mantenido durante varios años. Finalmente, el ministro de Defensa Paul H. Ellyer reveló su existencia en 1967.

Ex-ministro de Defensa canadiense Paul H. Ellyer
A fines de los años cincuenta, a medida que iba aumentando el número de cazas realizadas por la Fuerza Aérea estadounidense y todas ellas resultaban inútiles, algunos pilotos comenzaron a estar convencidos de que los OVNI eran inmunes al fuego de cañón y de cohetes. Varios analistas de Inteligencia creían que los alienígenas podían estar usando alguna fuerza negativa unida al control gravitatorio para rechazar o desviar las balas y los proyectiles. Pero el grupo de control superior no estaba de acuerdo. En una valoración especial de los informes estadounidenses y extranjeros encontraron evidencias de que los OVNI no eran invulnerables. Algunos habían resultado averiados temporalmente, según parecía, a causa de fallos de controlo de energía, y algunos otros habían sido destruidos por completo por extrañas explosiones. En uno o dos casos parecía que la causa había sido cohetes o fuego de reactores.

El 13 de noviembre de 1957 un Objeto Volador No Identificado estalló sobre el Hospital del Estado en Crownsville, Maryland. Un trozo de metal quemado cayó en los terrenos del hospital, donde fue rápidamente encontrado por los oficiales de Inteligencia del Ejército de Fort Meade y luego remitido a la Fuerza Aérea para análisis técnico.
De varios lugares de los Estados Unidos han llegado informes de explosiones similares. En un caso, un disco volador había estallado a varios kilómetros de la base aérea de Richard Gebauer. El testigo era un ingeniero aeronáutico y expiloto de la Armada. Otros desastres similares han sido presenciados en diversos países del extranjero, entre los que se encuentran Nueva Zelanda, Francia e Inglaterra.

En 1953, una nave de forma ovalada fue vista por el agente Florian Giabowski de la Policía Provincial de Ontario. Mientras lo observaba desde su coche patrulla, el OVNI se desintegró en una lluvia de brillantes partículas. El estallido fue visto también por un piloto que volaba cerca. Inmediatamente después, comenzó a caer una lluvia azul, muy peculiar. Las muestras estudiadas por el Comité de Investigación para la Defensa resultaron ser anormalmente radiactivas.

Un asombroso informe referente a los Estados Unidos me fue suministrado por el capitán William Call, un veterano piloto de la Eastern Airlines. El incidente tuvo lugar en 1954, en una noche en que tres reactores de la Fuerza Aérea fueron hechos despegar para interceptar un gran OVNI que volaba sobre Connecticut.
«Estábamos dando vueltas sobre el aeropuerto de Hartford -me dijo el capitán Call-. Estábamos a 2500 metros de altura volando con los instrumentos entre las nubes, esperando nuestro turno para aterrizar. De repente, hubo un tremendo destello, que aparentemente había sido causado por alguna tremenda explosión. Por un segundo, pensé que había estallado una bomba atómica.»
«La torre de Hartford me llamó y dijo que lo habían pasado muy mal. Un avión de la American estaba aguardando bajo nosotros y la torre pensaba que habíamos entrado en colisión.
Puedo asegurarle una cosa: ninguno de nosotros había visto nada así antes. Iluminó el cielo en un centenar y medio de kilómetros

Tras comprobar el informe del aeropuerto de Hartford por medio de la FAA (Administración Federal de Aviación), llamé a un contacto privado que tenía en el Pentágono, un oficial de la Fuerza Aérea que me había ayudado cuando podía hacerlo sin violar la seguridad nacional. Pero cuando comencé a hablarle del misterioso destello sobre Connecticut me interrumpió en seguida:
-Estoy ocupado... ya te llamaré.
Me telefoneó una hora más tarde.
-Te llamo desde el exterior. Lamento haber tenido que interrumpirte, pero ya me he jugado bastante el cuello con este asunto de los OVNI.
-Debería haber esperado y haberte llamado a casa -le dije. Luego le hablé de los detalles suministrados por el informe del capitán Call-. Creí que quizá pudieras darme alguna pista que no fuera secreta. Aquella noche persiguieron un OVNI sobre Connecticut. Tengo un informe privado sobre esa alarma... fue unos doce minutos antes de aquel terrible destello.
- ¿Crees que ambas cosas están ligadas? -dijo el miembro de la Fuerza Aérea. -No lo sé. Pero podría ser... tal vez un piloto alcanzase al fin a un OVNI y lo hiciera estallar.
-Si hubiera pasado algo así es probable que yo nunca me enterase de ello. Estoy autorizado a ver documentos de alto secreto, ya lo sabes. Pero cualquier cosa tan importante como ésa estaría clasificada en un lugar mucho más alto. Honestamente te diré que no sé nada. Pudo haber pasado. Un piloto pudo haber hecho un blanco perfecto con un cohete... o un proyectil dirigido haber sido lanzado desde el suelo. Pero yo espero que fuera un accidente a bordo. Algo que causase una explosión. La situación ya es bastante grave tal como está.

Era la primera vez que había oído a una fuente de la Fuerza Aérea sugerir que se había llevado a cabo un ataque con proyectiles dirigidos contra un OVNI. Habían surgido varios otros informes, pero la mayor parte de ellos parecían ser falsos. La única excepción (un caso aún sin probar) era un informe que me había sido transmitido por el difunto Frank Edwards, locutor de noticias bien conocido y consejero en relaciones públicas del NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos).

La fuente de este informe era un oficial de un barco lanzacohetes que, personalmente, le hizo a Edwards una narración de lo sucedido. Un día, en 1963, cuando la nave se hallaba estacionada en el Atlántico Sur, un OVNI se aproximó al barco y -luego se detuvo, flotando a unos seis kilómetros y medio por encima de él. Según el oficial, fue enviado un informe de emergencia en código secreto al Departamento de la Armada, quien ordenó que se realizase un ataque. Fue lanzado un proyectil superficie/aire, logrando un impacto de pleno y destruyendo por completo el OVNI.
Tras una detallada discusión con Edwards, al que conocía desde hacía años, yo sabía que él estaba convencido de la veracidad de este informe. Pero me dijo que el oficial del lanzacohetes había insistido en que su nombre no fuera mencionado. Como director del NICAP había intentado comprobar la historia, pero no pude verificar esta información, ni siquiera de un modo confidencial.
Aparte de este informe de ataque con cohetes, el número de accidentes de los OVNI ha convencido a algunos oficiales del Cuartel General de que, eventualmente, la Fuerza Aérea capturará una de las espacionaves alienígenas.

A principios de los sesenta, el fracaso de los intentos de captura fue temporalmente subsanado por los informes optimistas que llegaban de los proyectos antigravitatorios. Algunos investigadores creían que pronto seríamos capaces de duplicar los OVNI. Varios jefes de proyectos habían hecho ya declaraciones, antes que la censura corriese un tupido velo sobre el tema. Walter Dornberger, presidente de la compañía Bell Aerospace, había predicho velocidades de al menos 15 000 km por hora para los aviones de pasajeros. G. S. Trimble, director del gran proyecto antigravedad de la Martin Aircraft habló de más de 22 000 km por hora. El diseñador de aeroplanos Alexander D. Sversky predijo viajes a la Luna en tres horas y media, a Venus en treinta y seis, a Marte en dos días y al lejano Júpiter en seis.


Hacia 1964 siete compañías aeroespaciales tenían proyectos antigravitatorios considerados como alto secreto: la Bell, la Boeing, la Convair, la Douglas, la Hughes, la Lockheed y la Martin. Otros proyectos acerca de la teoría básica y los aparatos de prueba de la antigravedad, listados por el Intercambio de Información Científica, incluían el Laboratorio de Dinámica de Vuelo de la Fuerza Aérea, la Investigación Física General de la Fuerza Aérea, la RCA, el Massachusetts Institute of Technology e importantes investigadores de veintiuna universidades estadounidenses y extranjeras, entre los que se encontraban el doctor Thomas Gold de Cornell, el doctor Bryce DeWitt en Carolina del Norte, el doctor R. H. Dicke de Princeton y el doctor Herman Bondi en el Kings's College de Londres.

Por aquel tiempo, se difundió una imagen casi increíble de los descubrimientos y predicciones de los investigadores y los datos verificados acerca de los OVNI:
Vuelos de pasajeros alrededor del mundo en menos de dos horas; exploraciones espaciales realizadas a fantásticas velocidades y una situación militar estremecedora con bombarderos y proyectiles OVNI capaces de efectuar ataques por sorpresa a 15 000 km de distancia en 30 minutos o menos. Además, cualquier tipo de hostilidad extraterrestre podría ser evitada... si es que nos permitían construir una fuerza de OVNI.

Pero en 1966 se desvaneció esta imagen optimista. Aunque los investigadores de los proyectos seguían trabajando muy duro, no se acercaban ni con mucho al control de la gravedad. Cuando los principales científicos admitieron que no sabían por dónde iban, la Fuerza Aérea intensificó de nuevo sus intentos de capturar un OVNI.
Cosa extraña, a pesar de todas las persecuciones y ataques, los OVNI habían hecho breves aterrizajes en los Estados Unidos y otros países. Probablemente los primeros fueran pruebas de aterrizaje. En los que siguieron es posible que los alienígenas quisiesen mostrar una buena disposición hacia unos encuentros pacíficos, esperando que terminásemos nuestras operaciones agresivas. Fueran cuales fuesen las razones, está claro que se dedicaron a hacer aterrizajes y a aproximarse a los aeropuertos.

Aeropuerto de Camba Punta, Argentina.
En julio de 1962 un extraño objeto volador descendió hacia el aeropuerto de Camba Punta en Argentina. El director del aeropuerto, Luis Harvey, ordenó inmediatamente que se despejase la pista de aterrizaje. En unos pocos momentos un OVNI descrito como un «objeto perfectamente redondo» se aproximó a alta velocidad. Luego se detuvo y permaneció estacionario en el aire durante tres minutos. A pesar de que la Fuerza Aérea argentina había sido alertada, no fue intentada ninguna intercepción. Pero desgraciadamente, algunos testigos excitados corrieron hacia el objeto para efectuar una inspección más de cerca y el disco volador despegó a toda prisa.

Aeropuerto Internacional de Ezeiza, Buenos Aires.
Aquel mismo año, el 22 de diciembre, se llevó a cabo un aterrizaje en el aeropuerto internacional de Ezeiza, cerca de Buenos Aires. En la oscuridad previa al amanecer, un reactor comercial DC-8 de la Panagra estaba efectuando su aproximación para el aterrizaje. Cuando se encendieron las luces del aeropuerto, los pilotos se sintieron muy asombrados al ver un objeto con forma de disco posado al extremo de la pista.
Cuando el capitán llamó a la torre, un controlador de tráfico le dijo que aquel artefacto acababa de aterrizar. Dado que el OVNI estaba bloqueando la pista, el capitán hizo subir su aparato, para iniciar una órbita alrededor del campo. Durante un minuto más el aparato desconocido permaneció en tierra, iluminado por las luces de aterrizaje. Los pilotos del DC-8 esperaban ver cómo los coches del aeropuerto corrían a lo largo de la pista... o al menos se acercaban cuidadosamente al OVNI. Pero, sin que nadie apareciera, el disco se alzó lentamente y subió hasta perderse de vista.

Desde entonces, se han realizado «aterrizajes relámpagos» en diversos países extranjeros. En un caso verificado, un OVNI permaneció en tierra casi media hora: el aterrizaje más largo del que se tenga noticia. El informe de este hecho inusitado, que tuvo lugar en Australia, fue aceptado como genuino por el director regional de la Aviación Civil.

Poco después de la medianoche del 24 de mayo de 1965, un objeto redondo y brillante se aproximó a Eton Range, situada a unos 68 km de Mackay. Fue visto por tres testigos en un hotel de vacaciones aislado: J. W. Tilse, Eric Judin y John Burgess. Tilse era un veterano piloto civil australiano, con once mil quinientas horas de vuelo.
El OVNI, tal como lo describiría más tarde Tilse, era sólido, de aspecto metálico y de al menos diez metros de diámetro. Bajo una plataforma circular había una hilera de luces.
Los aterrados testigos contemplaron cómo la máquina se aproximaba por encima de las copas de los árboles. Burgess, veterano de la Segunda Guerra Mundial, trató de ir por un rifle para disparar contra el artefacto que descendía, pero Tilse le advirtió que no lo intentase. Cuando el disco aterrizó disminuyó el brillo, pero no lo bastante como para saber si habían portillos o ventanillas. No sabiendo lo que podía pasar, los tres hombres mantuvieron su distancia.
Durante unos treinta minutos el OVNI permaneció en tierra. Cuando se alzó, se pudo ver brevemente un tren de aterrizaje de trípode, antes que fuera retraído. El disco volador aceleró desapareciendo con rapidez. Donde había aterrizado se veía un anillo de 90 centímetros de anchura, cuyo diámetro interior era de 7 metros. Además, las copas de los árboles habían sido chamuscadas por el paso cercano del OVNI.
«Siempre me he burlado de esos informes -admitió luego Tilse-. Pero todos lo vimos. Estaba bajo el control de alguna inteligencia, y desde luego no era ningún aparato aéreo conocido.»



El informe y las evidencias del aterrizaje fueron comprobados y confirmados por el investigador del NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos) Paul Norman, un ingeniero estadounidense residente en Australia.

En los Estados Unidos han sido llevados a cabo varios aterrizajes verificados. Uno fue en 1964, a algunos kilómetros de Socorro, Nuevo México. El agente de policía Lonnie Zamora estaba persiguiendo a un automovilista que había excedido el límite de velocidad cuando vio un artefacto de forma ovalada en una quebrada situada junto a la autopista.
Abandonando la persecución, se dirigió hacia el OVNI, pero, cuando se detuvo junto a él, surgió una llamarada, parecida a la que lanza un cohete al despegar, de su parte inferior, y la nave desapareció con rapidez.
Cuando la Fuerza Aérea investigó, comprobando las evidencias halladas en aquel lugar, nadie esperaba otra cosa que la habitual ridiculización y explicaciones. En lugar de eso, fue admitido que el agente Zamora había visto un «vehículo desconocido». La declaración oficial, firmada por uno de los portavoces del Cuartel General, el mayor Maston M. Jacks, asombró a mucha gente que conocía la política de negativas de la Fuerza Aérea. Aún hoy sigue siendo un misterio el porqué fue hecha tal declaración.
Desde hace algún tiempo, varios consejeros del NICAP y otros investigadores serios han presionado para que el público sea preparado para eventuales contactos con seres de otros mundos. Una persona que apoya con todas sus fuerzas esta opinión es un profesor de la Universidad de Stanford, el doctor Magoroh Maruyama, que tiene una gran experiencia en antropología, psicología y comunicaciones.
Hasta ahora, las persecuciones de los reactores de la Fuerza Aérea y las negativas de la existencia de los OVNI han hecho que sea casi imposible iniciar un programa de preparación.

Pero las recientes investigaciones sobre aterrizajes confirmados hechas por miembros de la Fuerza Aérea que se oponen a los intentos de captura, han dado lugar a sólidos argumentos para que se inicie una nueva operación:

1) En todos estos años, las persecuciones han fracasado.
2) Incluso si los alienígenas de los OVNI deseasen tener contactos pacíficos, los ataques continuados podrían llevar a una hostilidad abierta.

3) ¿Por qué no intentar un nuevo tipo de operación: dar a los alienígenas una oportunidad de aterrizar sin ser molestados? Detener todas las cacerías y ordenar a todos los pilotos que se mantengan alejados de los OVNI. Advertir a todas las bases navales y militares y a todos los aeropuertos para que no se produzcan intentos de tender una trampa. Probablemente se necesite el paso de un cierto tiempo, después de todos esos ataques, pero dado que los alienígenas ya han aterrizado, quizás estén dispuestos a intentarlo de nuevo. Esto podría llevar, eventualmente, a que nos enterásemos de la tecnología de los OVNI, sin ninguna nueva agresión.

OVNI de origen pleyadiano, fotografiado por el contactado suizo Eduard Billy Meier
Hasta ahora, los altos planificadores han resistido a estas presiones. Algunos de ellos temen que los alienígenas no aterricen para establecer contacto... o que esto lleve demasiado tiempo. Mientras tanto, alguna otra nación (quizás un enemigo conocido) podría forzar a aterrizar a un OVNI y lograr los secretos que le dan su superioridad.
Pero aun si nuestra Fuerza Aérea capturase un OVNI, los resultados podrían ser desastrosos... especialmente si hubiera seres alienígenas a bordo. Para mantener en secreto la captura, es indudable que la Fuerza Aérea trataría de acordonar el área, tal como hizo cuando se informó de que espacionaves que iban volando a baja altura habían aterrizado en Pennsylvania y Nuevo México. Aparte de esto, no hay un verdadero plan para tratar a los seres espaciales.

Sin saber cómo son, o al menos tener una idea aproximada, no podemos llevar a cabo ningún plan realista. Sin este conocimiento y cuidadosas preparaciones, resultaría terriblemente difícil el comprender a tales criaturas espaciales.

En un estudio especial realizado para la NASA, el Instituto Brookins ha advertido que una raza superior del espacio puede estar tan avanzada que ni siquiera nos sea posible comunicarnos con ella. Pero otros que han estudiado cuidadosamente la situación de los OVNI rechazan este sombrío panorama.

El radiotelescopio mas grande del mundo ( 500 metros de diámetro) construido por China, en la provincia de Guizhou (Por contra el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico) tiene 305 metros de diámetro. Tal vez los chinos han decido buscar por su cuenta emisiones extraterrestres.
Algunos expertos en comunicaciones (unos de la NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos) y otros de la Fuerza Aérea) creen ahora que los seres de los OVNI han grabado un gran número de emisiones de televisión y radio durante su larga vigilancia. Si así es, habrían adquirido por estas fechas una colosal cantidad de información que añadir a sus observaciones visuales. Pero ¿podrían comprender lo que han visto u oído? ¿O, no estarán confundidos, o peligrosamente equivocados? Hace mucho, podríamos haber intentado establecer comunicación, para aprender todo lo que pudiésemos, especialmente cómo son esos desconocidos seres espaciales, tanto física como mentalmente, así como ellos parecen conocernos. Pero hasta que se intente por fin llevar a cabo una comunicación, podemos dar un paso importante.

Podemos intentar vernos, tanto a nosotros como a nuestro mundo, de la manera en que nos ven los alienígenas de los OVNI.
No es fácil. La mayor parte de nosotros ni siquiera nos podemos ver tal como realmente somos. Pero, en los últimos años, se ha llevado a cabo un trabajo serio al respecto por parte de lingüistas, ingenieros en comunicaciones, psicólogos, biólogos y otros especialistas preocupados por nuestro actual dilema. En estas discusiones privadas he oído serias opiniones basadas en nuestros propios planes de exploración espacial, estudios acerca de la posible vida extraterrestre, la evidencia de los OVNI y las emisiones de televisión y radio que los alienígenas pueden haber captado durante estos años. El principal propósito es tratar de responder a estas preguntas: ¿qué es lo que saben acerca de nosotros esos seres de los OVNI... o qué es lo que piensan después de observarnos durante todo este tiempo? Algunos de los resultados son asombrosos.
Quizá crea que es imposible imaginarse a usted mismo en el lugar de un ser espacial desconocido.


Pero, si hace la prueba, al menos podrá ver las dificultades que una raza, incluso avanzada, puede tener en el intento de comprender a los habitantes del planeta Tierra. Tal vez pueda llegar a dar una ojeada, a través de los ojos de los seres espaciales, a la raza humana... y a nuestra llamada civilización.


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