Al rodear el cerro me encontré una medialuna luminosa de unos diez
metros de diámetro, posada en el suelo.
La luz era tan intensa que no podía mirar hacia delante, pero cuando ya pude
ver, apareció frente a mí un ser corpulento de un metro ochenta de altura y
apariencia humana, vestido con un traje brillante y levantando un brazo. Con un
rostro ancho, pómulos pronunciados y ojos marcadamente oblicuos, mentalmente me
invitó a acercarme: Soy Oxalc,
de Morlen.
¿Está habitado Ganimedes? La conclusión
es afirmativa. Numerosos contactados como el argentino Orlando Ferraudi,
o bien el peruano Sixto Paz Wells así lo confirman. De igual
modo, si leemos el libro Yo visite
Ganimedes, de Yosip Ibrahim hallaremos muchas coincidencias que
corroboran este hecho: En el
mayor satélite de Júpiter existe una civilización miles de años más
desarrollada que la terrestre, quienes de alguna forma estarían tutelando todo
cuanto acontece en la Tierra.
Ganimedes completa su órbita alrededor
de Júpiter cada siete días. Según la ciencia terrestre, se trata de un astro
rocoso, con terrenos de silicatos oscuros y claros y en igual proporción hielo;
un nucleo de hierro fundido y un océano interno con más agua que todos los
océanos de la Tierra juntos. Destacar que tiene campo magnético propio y una
delgada atmosfera de oxígeno. En la superficie se aprecian impactos de
meteoritos y los efectos de actividad tectónica. (Fuente de la información
Wikipedia).
En el espacio que ahora ocupa el Cinturón de Asteroides* existía un planeta
al cual sus habitantes llamaban el Planeta
Amarillo. Una civilización portentosa que había alcanzado el
dominio del átomo y creyó, erróneamente, que podía controlarlo de una forma
total. Según los extraterrestres que ahora habitan Ganimedes, ciertos
experimentos con energía nuclear terminaron por desequilibrar las placas
tectónicas así como el interior del planeta. Según contaron a ciertos
contactados, la implosión irremediable del Planeta
Amarillo actuó de una forma retardada y de este modo
posibilitó que uno de sus líderes llamado Munt, con capacidades extrasensoriales muy avanzadas y quien ya poseía lo que
nosotros entenderíamos como un sexto sentido, la clarividencia, pudo anticipar con tiempo suficiente el desastre que avecinaba. Este líder
convenció a su pueblo de que pasada una centuria aquel planeta se vería
reducido a cascotes. De este modo se inició la terraformación (adaptación de la superficie, atmosfera, temperatura y agua) de Ganimedes, satélite de Júpiter; un lugar aparentemente hostil para la vida, donde las erupciones
volcánicas son frecuentes y las bajas temperaturas lo harían ciertamente
inhóspito; sin embargo, los habitantes del Planeta Amarillo trabajaron con determinación hasta que finalmente construyeron
su nuevo hogar en el satélite jupiteriano.
*(Cinturón
de asteroides es una región del Sistema Solar comprendida
aproximadamente entre las órbitas de Marte
y Júpiter. Alberga multitud de objetos astronómicos de formas irregulares,
denominados asteroides, y al planeta enano Ceres. FUENTE: Wikipedia.)
Según el testimonio de los extraterrestres,
la conformación política existente durante aquel tiempo en el Planeta Amarillo estaba formada por
dos grandes naciones, dos bloques a nivel planetario, que en principio no
mostraban una enemistad manifiesta, aunque si eran gobernados por diferentes dirigentes.
Cuando Munt, el rey sabio
detecto el desastre venidero lo comunicó inmediatamente a la otra gran nación
del planeta. Sin embargo, sus dirigentes no le creyeron y al parecer demoraron
la solución de preparar a su población para abandonar aquel astro herido de
muerte. Solo cuando el Planeta Amarillo se estaba desgarrando, sus placas
tectónicas rompían la geografía y las erupciones volcánicas sembraban de fuego
la superficie, decidieron abandonarlo precipitadamente. De este modo, una buena
parte de la población de esa otra nación, la que pudo escapar, llego a la
Tierra, a un lugar que ellos llamaron AT-LAN y que nosotros conocemos como Atlántida.
Evidentemente, de esta historia los
seres humanos deberíamos sacar algunas conclusiones; la más importante de todas
sería no perder el horizonte de nuestros actos y no olvidar que en el Universo
siempre se cumple una ley inexorable:
“El PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO. Toda Causa tiene su Efecto; todo Efecto tiene su Causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una Ley no conocida; hay muchos planos de casualidad; pero nada escapa a la Ley”.
Siendo este uno de los siete principios
recogidos en la Tabla Esmeralda* que escribiera el sabio Hermes
Trimigesto, precisamente habitante de la Atlántida.
Para terminar esta pequeña presentación,
los habitantes del planeta azul, deberíamos reflexionar sobre las consecuencias
de las 2000 detonaciones nucleares registradas en
nuestro planeta hasta la fecha (Fuente
Wikipedia), muchas de ellas realizadas en el subsuelo, capaces de provocar la
desestabilización de las placas tectónicas y por ende, el inicio de terremotos
como el ocurrido en Punggye-ri, de magnitud 5,3, tras una prueba nuclear subterránea realizada por Corea del Norte:
Representación de Hermes Trimigesto |
«La agencia de noticias Yonhap, de Corea
del Sur, informó entonces sobre un "terremoto artificial" y citó a
fuentes no identificadas del gobierno surcoreano para quienes el sismo era con
"mucha probabilidad" consecuencia de un ensayo nuclear.
La explosión más potente
Jeffrey Lewis, un analista especializado
en temas de Corea del Norte del Instituto de Estudios Internacionales de
Middlebury, en Estados Unidos, dijo a la agencia Reuters que el tamaño del
temblor sugiere un dispositivo con una capacidad entre 20 y 30 kilotones.
De confirmarse, se trataría del arma de
mayor capacidad que haya usado Pyongyang.»
FUENTE: http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37314860
Pruebas nucleares y temblores.
Explosiones nucleares subterráneas.
*(Los siete principios de la Tabla Esmeralda son los
siguientes:
PRINCIPIO DEL MENTALISMO: El Todo es
Mente. El Universo es Mental.
PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA: Como
Arriba es Abajo, como Abajo es Arriba.
PRINCIPIO DE VIBRACIÓN: Nada es inmóvil;
todo se mueve, todo vibra.
PRINCIPIO DE POLARIDAD: Todo es doble;
todo tiene dos polos; todo su par de opuestos; los semejantes y los antagónicos
son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en
grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las
paradojas pueden reconciliarse.
PRINCIPIO DEL RITMO: Todo fluye y
refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y
desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la
derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la
compensación.
PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO: Toda Causa
tiene su Efecto; todo Efecto tiene su Causa; todo sucede de acuerdo con la Ley;
la suerte no es más que el nombre que se le da a una Ley no conocida; hay
muchos planos de casualidad; pero nada escapa a la Ley.
PRINCIPIO DE GENERACIÓN: La Generación
existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la
Generación se manifiesta en todos los planos.
…………………………………………….
(NOTA: Hace muchos años, durante una noche del mes de Agosto, el
contactado argentino Orlando Ferraudi se encontraba pescando a
orillas del Rio de la Plata. Era una noche clara y fría y podían verse las
estrellas. Aproximadamente las 11 de la noche y tal vez por el frio, Orlando se
encontraba completamente solo en el murallón de la costanera norte. Por un
instante se sintió observado, girando instintivamente la cabeza y comprobando instantes
después que estaba siendo observado por un ser aparentemente humano; un
extraterrestre que dijo llamarse Ezka.)
Del libro ¿Y Por qué Yo? – Historia de una Abducción,
de Orlando
Ferraudi.
…. Al cabo de unos instantes se acerco y fue así que pude verlo
con mayor claridad, dado que en ese entonces la iluminación de la zona no era
mucha ya que provenía de las viejas farolas que existían en ese entonces.-
Grande fue mi sorpresa cuando al verlo ya tan cerca pude comprobar que su
vestimenta era extraña, sin articular palabra me toma del brazo y al hacerlo me
veo obligado a mirarlo a los ojos, luego de observar su vestimenta y al verlo
ya tan cerca me doy cuenta que sin poder precisar el que y el porqué, no era
alguien común.
Su vestimenta irradiaba destellos chispeantes, era lo más parecido
a un traje de luces, su color podría decir que era anaranjado , cambiaba su
destello con los movimientos que el realizaba, a partir de ese momento me
invadió una tranquilidad, una paz que yo nunca había experimentado pero todo
esto no dejaba de ser un estado raro para mi, nunca me había sentido de esa
forma además no tenía el deseo de escapar y mucho menos el de cometer ningún
tipo de agresión hacia él , todo lo contrario al instinto natural y común ante
lo desconocido con lo que generalmente acostumbramos reaccionar ante una
situación de esa índole.
Luego de observarme por unos instantes comencé a sentir su dialogo, si, sentir porque no articulaba palabra alguna, sin embargo escuchaba dentro de mi todo lo que me expresaba, además todo aquello que yo pensaba el me lo respondía, allí me di cuenta no solo por la forma de comunicarnos sino también por lo que antes comente que el ejercía en mi persona una forma de energía síquica la cual era capaz de que pudiéramos comunicarnos sin problemas y aun estando en el mayor bullicio no nos veíamos afectados, ya que volumen y sonido no podrían interferir.-
Luego de observarme por unos instantes comencé a sentir su dialogo, si, sentir porque no articulaba palabra alguna, sin embargo escuchaba dentro de mi todo lo que me expresaba, además todo aquello que yo pensaba el me lo respondía, allí me di cuenta no solo por la forma de comunicarnos sino también por lo que antes comente que el ejercía en mi persona una forma de energía síquica la cual era capaz de que pudiéramos comunicarnos sin problemas y aun estando en el mayor bullicio no nos veíamos afectados, ya que volumen y sonido no podrían interferir.-
…. De inmediato introduce su mano en su cintura en la parte
central y de algún bolsillo que supongo tendría su ropa extrae algo muy similar
a un estuche para maquillaje, por su tamaño y forma y lo coloca sobre el borde
del murallón, procede a abrirlo y al hacerlo “esa polvera “deja salir luz, una
luz media amarillenta, pero que permitía ver con claridad y es así que
definitivamente puedo ver en forma total a mi “acompañante”.
Es de esa manera que puedo ver por completo su vestimenta, la
misma era un tipo de buzo que llegaba de su cuello hasta sus pies incluso el
mismo tenía como una suerte de calzado que yo no podría precisar (zapatos,
zapatillas, mocasines etc.) además con ese tipo de iluminación distingo con
precisión su rostro, no se podría establecer una diferencia con el nuestro ya
que sus facciones son en un todo absolutamente iguales, tanto así también sus
manos, además puedo apreciar su altura, siendo esta mayor que la mía y si
debiera establecer algo diferente en su morfología seria esa la única
diferencia existente a simple vista.
Esboza una sonrisa y me manifiesta que no tenga ningún tipo de
temor que nada me sucedería y me pide que lo acompañe, sin pronunciar palabra alguna
,cosa que se mantuvo en forma absoluta durante todo el tiempo que demando
nuestro contacto.
El contactado argentido Orlando Ferraudi y Liliana Flotta |
Como es de imaginarse no hubo negativa de mi parte ya que mi
voluntad estaba a su disposición u antojo, se coloca a mi lado, me toma del
brazo y comenzamos a caminar hacia unas escaleras existentes en ese entonces,
bajamos hacia la superficie del agua y en ese instante vuelve a hacer uso de
“la polvera”, pero esta vez la luz la dirige hacía el rio y allí da comienzo la
parte más fascinante que me ha tocado vivir y que dejo en mi desde ese momento
y para siempre la pregunta que tantas veces, aun hoy me sigo haciendo¿ Y POR
QUE YO?.
El acto de dirigir la luz hacia el rio tuvo una respuesta… del medio de la nada comienza a acercase
una forma que flotaba sobre el agua sin apoyarse en ella, venía muy lentamente
sin el más leve sonido, cuando estuvo lo suficientemente cerca pude precisar su
forma, color y tamaño, parecía un plato hondo invertido y a la luz de las
estrellas era opaco, tendría aproximadamente unos cincuenta metros de diámetro,
se detuvo casi a nuestros pies, en ese momento un costado se desplaza dejando
al descubierto una pequeña entrada de la que sale una explanada la que se apoya
sobre un escalón, de esa puerta sale otra persona igual a la que estaba conmigo
y me toma de la mano para ayudarme a ingresar a la nave, una vez que los tres
estamos dentro se cierra y partimos.
…Lo primero que quise saber fue quienes eran y de donde provenían.
La respuesta nunca me la hubiera imaginado, ni aun en un delirio
demencial:
Somos oriundos
de un planeta muy lejano y hace muchos miles de años compartimos este con
ustedes, emigramos con el objeto de crear aquí una colonia, podríamos decir
así.
No fue casual
nuestra llegada, tuvimos que saber si la tierra (EL PLANETA AZUL) era apto para
nuestra forma de vida, lo que nos preocupaba era conocer su atmosfera, sus
recursos y su suelo, comprobado esto decidimos migrar hacia aquí, nuestra
presencia se debió al desastre cósmico que fue el estallido del planeta que dio
lugar a la formación del cinturón de asteroides que se encuentra en la órbita
que este ocupaba, esto último evito el desequilibrio cósmico que se podría
haber producido si su órbita hubiera quedado vacía, no fue un fenómeno
previsible, ni natural, la causa fue un lamentable error de sus habitantes que
no previeron el peligro que representaba el empleo de una nueva energía que
llegaron a conocer pero que no pudieron controlar, se produjo una reacción en
cadena que dio por resultado la reacción nuclear más poderosa que existió en el
sistema solar. Algunos creyeron poder salvarlo de la destrucción pero esto fue
inútil, el resultado fue la extinción de la vida y su desaparición.
También lo consulte sobre el lugar donde ahora se encuentran, como
es actualmente su forma de vida, me respondió que ocupan un lugar dentro de
este planeta y que su vida y costumbres, siguen siendo las mismas a las que
acostumbraban tener antes de llegar aquí. Satisfecha parcialmente mi
curiosidad, creí que lo mejor era que directamente, sin que yo le preguntara me
contase con absoluta libertad, sin tener remitir su relato a mis preguntas y
como siempre fue mental nuestra comunicación, solo me basto pensar en ello.
Entrevista al contactado argentino Orlando Ferraudi (1 de 2)
Entrevista al contactado argentino Orlando Ferraudi (2 de 2)
Cuando llegamos a la tierra en forma definitiva lo hicimos en
grandes naves muy parecidas en su funcionamiento a la que ahora ocupamos. Anteriormente
fueron como esta, pero eran viajes de exploración, en solamente dos vuelos de
esas grandes naves completamos nuestra migración incluyendo mayores, jóvenes y
niños, no llegamos a un lugar desconocido, habíamos preparado e informado a los
que decidieron emigrar donde iríamos, como era aquí la vida y que íbamos a
encontrar, garantizándoles que nuestra permanencia en nuestro nuevo destino seria
definitiva y que no se diferenciaría en nada a la que dejábamos atrás.
Nuestros lugares dé afincamiento fueron varios, pero entre ellos,
uno seria por así decirlo la ciudad principal, la misma fue llamada por
nosotros AT-LAN, luego ustedes la llamaron Atlántida durante mucho tiempo fue
la cabecera de nuestra civilización y al decir mucho tiempo quiero significar
miles de años.
Este planeta se caracterizaba por ser habitado solamente por todo
tipo de animales salvajes, pero no los cazábamos para lograr satisfacer
nuestras necesidades alimentarias, como lo hacía una especie más avanzada que
fueron los antepasados de la actual raza humana y con respecto a esta quiero
hacerte un comentario aparte.
Las especies animales que aquí existían fueron las antepasadas de
muchas de las actuales, otras se extinguieron al no lograr adaptarse a los
cambios telúricos y climáticos, perdiendo a causa de ello la posibilidad de
seguir reproduciéndose y de esa forma comenzaron a desaparecer de por sí,
natural, paulatina pero inexorablemente y sin que mediara cualquier otro tipo
de intervención extraña que fuese la causante de la misma , desde el principio
del tiempo fue el único planeta poblado por animales, no existe esto en ningún
otro planeta de este sistema solar.
Entre esas especies, había una en particular, que sobresalía por
entre todas las otras, no solo por su estructura física sino también por sus
costumbres, obediencia y docilidad, cazaban a otras especies para conseguir
alimentos, se agrupaban en una forma tribal y no se mostraron jamás en forma
agresiva, a la flora existente la empleaban como medicinas, consumiendo solo
algunos frutos, no conocían ningún tipo de cultivo, les enseñamos como y de qué
forma hacerlo con semillas traídas para nuestras cosechas y consumo, realizando
estas tareas con total éxito.
…Nuestra primera colonia, se encontraba sobre una isla de origen
volcánico, en la zona de América Central, muy próxima a lo que hoy es la
península de Yucatán, la llamamos con el nombre de AT-LAN y fue durante muchos
milenios, nuestro lugar de residencia, dada su gran superficie era apta como
para cubrir las necesidades de nuestra migración ,la que prospero, se reprodujo
y continuo con nuestra forma de vida, tal cual era, ese lugar no fue elegido al
azar, era el más similar al de nuestro lugar de origen y al estar rodeado del
océano nos aseguraba un cierto aislamiento de las formas de vida ya existentes
y así lograr evitar en todo lo posible, que nuestras costumbres se fuesen
diluyendo, sin embargo eso no fue impedimento para que a las visitas que
llegaban del continente les brindásemos nuestra ayuda para mejorar sus recursos, y fue así que se
instruyo a estos sobre la siembra y cosecha del maíz ,el trigo , el cacao y la
banana entre otros, pero fueron estos los de mayor utilización cuando
conocieron las diferentes formas de empleo de los mismos.
Su difusión fue inmediata, siendo utilizado en la mayoría de estos
grupos nativos y modificando en forma favorable y más completa su dieta
alimentaria, que era básicamente compuesta de animales de caza o pesca y
algunos vegetales, muy pocos estos, producto de su recolección en la selva, con
nuestro aporte, lograron sembrar y cosechar variedades desconocidas hasta
entonces y así contar con una fuente alimentaria de mayor valor energético.
…Volviendo a tu pregunta te diré que el motivo principal que nos movió
a vivir dentro de la Tierra, fue el estar aislados de la población del planeta,
ya que luego de la desaparición de Sodoma y Gomorra, fue imposible ocultar los
conocimientos y el poder que teníamos y a pesar de no ser nosotros los autores
de esa terrible manifestación de poder y destrucción no les fue difícil
comprender y darse cuenta que fue el resultado del poder “de los dioses”, nunca
se había visto algo semejante y aquí aprovecho para comentarte el real motivo
de tamaño desastre: en esas dos ciudades, cuyos reales nombres no eran esos, existían en
forma casi exclusiva y total los más grandes centros de actividades dedicados
al oficio más viejo del mundo como ustedes lo llaman; estos eran visitados
masivamente por una civilización igual a la nuestra, de origen extra terráqueo,
los que fueron los autores de la creación de la raza blanca, a la a nosotros ,
no nos corresponde la autoría, simplemente nos atribuimos algunos detalles que
en esa raza implantamos, con el propósito de que fueran en un todo semejantes a
nosotros ,solo a eso se redujo nuestra intervención ,-
Representación de la destrucción de Sodoma y Gomorra |
La causa del efecto no deseado por una parte de la mayoría de esa civilización, que conoció descendencia de esas relaciones no deseadas por estos últimos, se vio en la necesidad de prohibir a sus integrantes de visitar esos lugares, esto trajo como resultado que muchos no estuviesen de acuerdo con la misma y continuaran con las visitas frecuentes desoyendo todo tipo de razones, al ver estos resultados los que se oponían a ello optaron y esto entiéndase que fue como último recurso por eliminarlas de la faz de la tierra con todo lo que en ellas existiera, fue un ataque sorpresivo, no obstante se comunico a los que habían desobedecido la medida prohibitiva de la resolución tomada, y los efectos que acarrearía el desoír y desobedecer los mismos y de esta manera fue que en un instante, de esas dos ciudades quedase solo el recuerdo de las mismas, a través de los relatos, que hasta hoy perduran, algunos tal vez con un dejo de misterio, de venganza o de crueldad ,de ninguna manera……..: no fue así.
……………………………………………………………………..
(NOTA: A continuación, la experiencia de contacto de Sixto
Paz Wells y los integrantes del grupo RAMA, quienes contactaron con Oxalc,
de Ganimedes (Morlen, como lo llaman sus habitantes). Sixto
narra, como se desarrolló esa comunicación, siendo al principio mediante
psicografica y luego, telepáticamente; todo ello relatado en el Libro de
los Guardianes y Vigilantes de Mundos)
Del Libro de los Guardianes y Vigilantes de Mundos,
de Sixto Paz Wells
Los guerreros de la luz
INTRODUCCIÓN
En 1974 se inició en el Perú una de las experiencias
de contactos extraterrestres más importantes y serios que se hayan conocido en
el mundo de habla hispana: Misión Rama o el Grupo Rama. Esta experiencia fue dada a conocer a nivel
mundial por el conocido y prestigioso periodista español y hoy prolífico
escritor Juan José Benítez; quien cuando sólo era un corresponsal
más de prensa de la agencia de noticias EFE, fue enviado al Perú
a cubrir la insólita vivencia de un grupo de adolescentes que afirmábamos venir
manteniendo comunicación fluida con seres de otros planetas.
Benítez, después de entrevistar a todos los involucrados, nos
preguntó si es que él podría asistir en calidad de testigo imparcial y objetivo
a uno de dichos avistamientos anunciados previa cita. La confirmación de su pedido no se hizo
esperar, por lo que el grupo se desplazó el 7 de setiembre de 1974 hacia la
localidad de Chilca, en el desierto, a unos sesenta kilómetros al
sur de Lima; lugar de repetidos avistamientos y encuentros
físicos con los tripulantes de las naves extraterrestres. Allí el hombre de prensa, junto con todos los
demás asistentes contemplaron la aparición en el cielo, a baja altura, de dos
objetos voladores luminosos. Aquellos
objetos fueron considerados no identificados por Benítez, quien
de regreso a España, tuvo el valor de declarar públicamente a
través de diversos medios de comunicación, entre ellos la televisión española,
que él lo había visto y le constaba que el contacto era real. Fue entonces cuando a partir de semejante
constatación, aquel grupo de jóvenes hicieron muy popular una técnica de
comunicación conocida como la psicografía, que es la escritura automática o
telepatía instrumentalizada, mediante la cual el receptor o antena recibe del
emisor –en este caso un extraterrestre—,
una fuerte onda mental o mensaje telepático; y es nuestro propio cerebro
el que automáticamente decodifica e interpreta el mensaje, de tal manera que
uno percibe como si le estuviesen hablando al oído y en su propio idioma; pero
es en la mente donde está ocurriendo todo.
Durante la recepción puede darse el caso de que uno se sienta invadido
de la necesidad compulsiva de transcribir lo que va recibiendo, de allí el
nombre de psicografía.
La historia de cómo empezó todo
el contacto demuestra que detrás hubo hilos invisibles moviéndolo todo, así
como señales contundentes de una fuerza que nos dirigía, creando la
ambientación adecuada y motivándonos a predisponer en nosotros las condiciones
de recepción.
Empezando por mi padre, José Carlos Paz García, uno
a uno fuimos siendo colocados en la línea de este movimiento que arrastraría
masas. El, astrónomo aficionado, se
interesó por le tema de la vida en el espacio, a raíz de que en los años 50
fueron llegando al Perú las primeras noticias de oleadas de
observaciones de los llamados OVNIs sobre el territorio de
diversas naciones, y hasta sobre las grandes capitales de los países más
poderosos de la Tierra ,
como fue la observación de una nutrida formación de dichas objetos que llegaron
a sobrevolar Washington en 1952, y se detuvieron por unos
instantes --cual si fuese una película
de invasiones espaciales--, sobre el mismísimo Capitolio, ante el
asombro de los testigos y el ridículo que significó para los militares
norteamericanos que tuvieron que informar de su perplejidad e ignorancia frente
al asunto, debido a que aseguraron de que no era ningún ensayo o experimento de
la fuerza aérea, ni nada conocido. Casos
como éste se multiplicaron por el mundo, motivando a que la prensa y el público
en general presionaran al gobierno de los Estados Unidos para que
investigara de cara a la opinión pública, y de una forma oficial, el fenómeno
OVNI. Así surgió en 1952 el
proyecto conocido como “Libro Azul”.
El IPRI y los OVNIS - Grupo RAMA - Testimonio de contactados.
En 1955 mi padre conformó junto
con un grupo de amigos, miembros –muchos de ellos—de la fuerza aérea del Perú,
un instituto de investigación de los ovnis que rápidamente se conectó con las
más importantes agrupaciones en el mundo dedicadas a dicho estudio. En ese ambiente familiar, mis hermanos y yo
nacimos, crecimos y nos formamos. Él nos
enseñó desde pequeños a pensar, no a creer que en un universo tan densamente
poblado de estrellas, lo raro no podía ser de que existiese vida fuera de la Tierra , lo
raro sería de que no la hubiese... Así, enseñados a enfrentar las cosas con
sentido común y como libres pensadores, fuimos desarrollándonos normalmente,
viviendo las etapas de la vida, pero siempre inquietos por lo que hubiese más
allá.
En 1973 José Carlos fue invitado a dar una
conferencia sobre los ovnis en una agrupación yoga. En aquella ocasión lo acompañamos con mis
hermanos Rosie y Charlie, y el encuentro con este
grupo produjo un fuerte impacto en mí.
Tenía diecisiete años en aquel entonces, y me impresionó positivamente
el que hubiese un grupo de personas dedicadas a temas espirituales, sin hacer
de ello una religión. Venía yo de una
formación eminentemente católica, pues había estudiado once años con los Hermanos
Maristas, y aquello me parecía tan novedoso y diferente a todo lo que
había escuchado antes, que me entusiasmé y quedé enganchado con el tema de la Hatha Yoga
y Mantram Yoga Meditación, asumiéndola entonces como práctica
diaria en mi vida; también me hice vegetariano y compartí dichas inquietudes
con Marina, mi novia o enamorada, uniéndonos con ello cada vez
más hasta tornarnos mejores amigos e inseparables compañeros.
También mi madre -a la que llamamos cariñosamente “Mochi”-,
y Rosie fueron involucradas en el entusiasmo despertado por la yoga
y la meditación, reuniéndonos continuamente para practicar en la
sala de la casa.
El detonante del contacto fue que en la primera quincena del mes
de enero de 1974, salió en los periódicos de Lima una información
que decía que en los Estados Unidos se habían desarrollado en la
década de los 60, una serie de proyectos de investigación del fenómeno ovni,
entre ellos el conocido “Proyecto Ozma”. Una versión antigua de lo que hoy conocemos
como el “Proyecto SETI”, que es la búsqueda de señales de vida
inteligente en el espacio a través de ondas de radio. En aquellos años se había descubierto a
través de viajes espaciales y mediante los radiotelescopios, que en el espacio
no había un silencio sepulcral como muchos creían, sino que por el contrario
había mucho ruido; mucha bulla procedente de cada planeta y de cada
estrella. Y estos sonidos podrían ser
mensajes enviados de otros mundos; de civilizaciones tan o más avanzadas que la
nuestra, que podrían estar buscando conectarse con sus similares en el
universo. Por ello, el gobierno
norteamericano había creado una comisión de investigadores compuesta por un
grupo de científicos expertos en claves y en sonidos que trabajaban para las
fuerzas armadas o para el FBI y la CÍA, a fin de
que procurasen con el uso de las computadoras, decodificar en interpretar
dichas señales.
Este grupo estaría apoyado por otro, compuesto por psíquicos, esto
es: personas que han nacido con ciertas facultades de la percepción
extrasensorial más desarrolladas que el común de la gente, y que son reclutadas
por los gobiernos de las grandes naciones, para utilizarlos apoyando a las
fuerzas policiales en resolver casos delictivos que no pueden solucionarse por
la vía normal, o también para intervenir en misiones de espionaje. Mientras unos recibían las señales y buscaban
traducirlas, el otro grupo se concentraba para enviar al cosmos una onda mental
telepática lo suficientemente fuerte, como para que de existir civilizaciones
desarrolladas en el espacio, que no sólo hubiesen avanzado en tecnología, sino
también en su poder mental, supiesen ellos que aquí en la Tierra
ya hay quienes se consideran con capacidad de mantener un contacto inteligente.
Esta noticia motivó a mi padre a organizar una conferencia en el seno de su instituto,
para lo cual invitó a un médico del Hospital de Policía de Lima y
miembro de la Sociedad Teosófica, el doctor Víctor Yáñez
Aguirre, quien disertó magistralmente sobre la telepatía, y la
posibilidad de la existencia y posterior visita de seres extraterrestres mucha
más avanzados que nosotros, cuyo único mérito hubiese haber empezado antes, y
que podrían por ello tener ampliamente desarrolladas sus facultades psíquicas;
de tal manera, que de estar llegando a la Tierra , podrían no sólo visitarnos con sus naves,
sino que podrían estar intentando una conexión mental telepática o buscándola a
un nivel astral, en sueños; debido a que según él, los sueños son experiencias
reales en otra dimensión.
No puedo negar que la conferencia me maravilló, y quedé muy
entusiasmado con el tema y tan motivado que cuando llegué a casa les conté a Mochi
y a Rosie de los alcances y posibilidades que habían sido
planteadas aquella noche, y les pedí que me acompañaran en un intento de
recepción telepática. Nunca pensé que
pudiéramos tener un resultado positivo, pero bien valía la pena intentarlo; y
para ello se me ocurrió que podíamos emplear lo aprendido en la yoga, como son
las técnicas de: respiración, relajación, concentración y meditación, que nos
predispondrían en un estado de
receptividad y silencio interior; como para captar cualquier pensamiento que no
fuese nuestro. Nos sentamos para ello
cómodamente en torno a una mesa; colocamos unas hojas de papel y un lápiz sobre
ella, acordando que al primero que le viniese una idea que considerara que no
fuese suya, la anotaría; y así, al final uniríamos las ideas sueltas procurando
interpretar algún posible mensaje.
OVNI sobre el desierto de Chilca, Perú |
Cerramos los ojos y nos pusimos a tomar respiraciones lentas y
profundas para realizar una meditación muy especial, pues aquella ocasión
concentraba grandes expectativas. Habían
pasado unos quince minutos de una muy buena relajación, cuando de pronto sentí
un deseo irrefrenable de escribir, y algo se conmovió fuertemente en mí... Se
produjo una ansiedad tal, que tuve que abrir los ojos y tomando con la mano el
lápiz, la relajé hasta que comencé a garabatear en las hojas de papel de una
forma descontrolada, por lo cual me sorprendí y más bien detuve mi mano, ya que
sentí algo de temor y todo ello me había puesto muy tenso. Al cabo de un rato que nuevamente me relajé,
se repitieron los trazos sobre el papel; pero esta vez ya no eran meras líneas
o rayas en distintas direcciones, sino que empecé a escribir a gran velocidad
lo que vertiginosamente me iba llegando a la mente. Cuando terminé, aún me temblaba la mano y el
brazo, y por largo rato continuaría estremecido por la corriente eléctrica que
había sentido que descendía por mi espalda.
Entrevista a Sixto Paz Wells
Una fuerte presión en la cabeza parecía querer convencerme de la realidad de la recepción, pero mi mente se resistía... ¡No lo podía creer! Tenía delante de mí un supuesto mensaje telepático, una aparente comunicación venida de otro planeta ¡Aquello era una locura!... Al leer el escrito éste decía: “Sala de hogar buena para hacer la comunicación. Me llamo Oxalc, soy de Morlen, ustedes la llaman Ganímedes, una de las lunas de Júpiter. Podemos tener contacto, pronto nos verán”.
De inmediato pensé que me había
“rayado”; que estaba alucinando e
inventándome cuentos producto de una desbordante fantasía e imaginación.
Inmediatamente mi madre y mi hermana abrieron los ojos, y muy contentas vieron
el mensaje, comentándome con alegría, que ellas también habían captado parte de
la recepción por lo que sentían que ello era verdadero y no producto de nuestra
mente.
Quizá por una cuestión de responsabilidad o
de humildad -realmente no lo sé-, no podía compartir su entusiasmo. De inmediato descarté toda posibilidad de que
aquello fuese cierto, porque como les decía a ella: no podía ser tan fácil
que se obtuviese un contacto con mentes
superiores siendo nosotros gente común y corriente; si fuera así, cualquiera
podría llegar a alcanzarlo. Les reiteré
allí mismo que para mí, no era otra cosa que un juego de nuestra imaginación,
consecuencia probable del ambiente familiar, de la conferencia y de nuestro
excesivo entusiasmo. Por lo que muy
molesto con la situación, me paré y me dirigí hacia mi dormitorio, deseoso de
olvidar lo ocurrido. La actitud de mi
hermana Rosie fue todo lo contrario.
Ella supremamente satisfecha por lo acontecido –y sin que yo lo
supiese—, tomó el teléfono y comenzó a llamar a los amigos, empezando por Marinita,
narrándole lo que había pasado en aquella meditación.
A todos les contaba:
-“¡No se
imaginan lo que ha ocurrido esta noche!... ¡Sixto se ha comunicado con un
extraterrestre! Vengan mañana, vamos a hacer una reunión en casa.”
Desierto de Chilca, Perú |
Aquella noche del 22 de enero de 1974 se había iniciado como
jugando, ingenuamente y sin que nosotros nos percatáramos, una maravillosa
aventura, que involucraría a cientos de miles de personas a nivel mundial,
despertando conciencias y cambiando nuestras existencias de una manera muy
positiva. Aventura de contacto, que
hasta ahora no conoce final.
Al día siguiente de la primera recepción,
llegaron a la casa cerca de veinte personas entusiasmadas en participar en la
improvisada reunión. Cuando me encontré
con todos ellos, no podía creer que ya
todos se hubiesen enterado del experimento de la noche anterior y de su
posterior resultado. Es más, todos los
allí congregados me insistían como para que lo repitiéramos. Yo no quería hacerlo porque no deseaba
engañarme a mí mismo ni confundir a nadie con cosas que pensaba, debían ser
fruto de mi imaginación. Pero tanta fue
la insistencia, que para salir de dudas acepté intentarlo nuevamente, para lo
cual todos hicimos la meditación aquella segunda noche, y cuanto no sería mi
sorpresa cuando al cabo de una rato y a pesar de mi escepticismo, nuevamente
sentí el impulso de escribir, por lo que abrí mis ojos y relajando mi mano
recibí el siguiente mensaje; “Sí, Oxalc,
soy de Morlen. Pueden hacer todas las
preguntas que deseen”.
Aquella noche se hicieron toda clase de preguntas
y a todas vinieron respuestas y exactas, lo cual produjo una gran emoción
generalizada que llevó a que mi hermano Charlie se incorporara y
me dijera:
–“Sixto, si realmente es un extraterrestre,
que te diga dónde podemos ir a verlo, dónde podemos ver su nave y constatar el contacto.”
El mensaje concluyó diciendo:
–“Vayan el 7 de
febrero (era el año 1974) a sesenta kilómetros al sur de Lima, a un lugar en el
desierto que se llama Chilca. Allí a las
9 p.m. nos verán.”
Todo el grupo se preparó entonces para la salida de campo, y
fuimos al lugar de la cita un día antes; para observar desde la noche anterior
el cielo despejado del desierto, no fuese a suceder que el día de la supuesta
convocatoria nos confundiéramos con satélites, meteoritos, refracción de luz,
basura espacial o nubes caprichosas.
Teníamos que estar completamente seguros que de observar algo, ese algo
fuera realmente un objeto volador no identificado.
Cuando llegó el día indicado de la cita, el ambiente estaba muy
alterado. Había nerviosismo y en algunos de nosotros una total
incredulidad. Sin embargo, a la hora
exacta detrás de los cerros se produjo un extraño resplandor. Por escasos segundos se iluminó la noche como
si fuese de día. Fue entonces cuando
apareció una potente luz que empezó a desplazarse por encima de los cerros
hacia la derecha de nuestro punto de observación. La luz se detuvo y el grupo que estaba
disperso comenzó a concentrarse, comentando entre todos los que estábamos
mirando sin dar crédito a nuestros ojos.
Fue en ese instante que alguien gritó:
– ¡Se está moviendo!...
Y efectivamente la luz que fue bajando de intensidad, dejó
entrever un objeto lenticular metálico, como con una media docena de aparentes
ventanitas, que fue avanzando y descendiendo hasta colocarse a unos ochenta
metros por encima de nosotros, envolviéndonos en una luminosidad y un calor
intensísimos. ¡Era un verdadero techo de
luces naranjas, azules y amarillas, lo que teníamos encima de nosotros! En ese momento sentimos ¡pánico!, ¡terror!...
Nunca antes habíamos sentido tanto miedo... Algunos de mis
compañeros, ingenuamente tratando de esconderse detrás de mí me decían: – ¡Sixto,
diles que se vayan, tú te comunicas con ellos!...
OVNI fotografiado en Chilca por un miembro del IPRI |
Y yo recuerdo que les contesté algo así como:
– ¡Pero si yo no sé cómo funciona esto!... Lo
último que hubiese pensado es que fuera real.
De inmediato todos captamos en nuestra mente como si nos hablaran
al oído que nos decían, que no bajaban porque no podíamos controlar nuestras
emociones. Que habría un tiempo y un lugar
para ello. La nave que vimos las veinte
personas allí reunidas nos rompió todos los esquemas... ¡Era real! Y estaban
allí para demostrarnos que sí existen; que el contacto es posible; y que por
diversas razones están llegando a la Tierra, entre ellas, intentar un diálogo
con la humanidad.
El avistamiento duró poco, pero lo suficiente como para
conmovernos hasta lo más profundo. Y
también todos vimos cómo el objeto vertiginosamente se marchó, despareciendo en
la oscuridad del firmamento, dejándonos a todos sumidos en el silencio. Pero ese silencio duró poco, hasta que alguno
no pudiendo contenerse desahogó un grito de alegría, por lo que la reacción fue
general terminando abrazándonos entre todos, felicitándonos mutuamente por el
éxito y por lo contundente de la experiencia vivida aquella noche.
De regreso en la casa muy emocionados, le contamos a mi padre los
pormenores de la aventura, y como era de esperarse, no nos creyó. Hasta llegó a pensar que nos estábamos
burlando de él. Fue entonces cuando intentamos
una nueva comunicación y en ella consultamos la posibilidad de que nuestro progenitor asistiera a un
avistamiento anunciado, para que así se convenciera. Esta vez los que no estaban convencidos eran
los extraterrestres, que nos pidieron que no tratáramos de forzar las cosas,
pero aun así, ante nuestra insistencia
ellos accedieron y papá se vio obligado por nuestras reiteradas súplicas, a
acompañarnos.
Naturalmente él no fue solo.
Invitó a la gente que lo rodeaba de su instituto a que vinieran con él a
Chilca. En este nuevo
avistamiento, decenas de personas ajenas a nuestro grupo de amigos,
contemplaron la aparición en el horizonte, sobre los cerros, de un objeto
cilíndrico de unos ciento cincuenta metros de largo ligeramente inclinado de un
lado; y también dos pequeñas esferas luminosas en los extremos del cilindro que
se desprendieron y se dirigieron bajando en picada sobre las cabezas del
colectivo reunido allí, produciendo pánico y desorden, hasta que se elevaron y
se alejaron a gran velocidad. Al cabo de
un rato, el objeto alargado empezó a moverse, nivelándose y poniéndose de punta, avanzando luego; pero
despacio. Cruzando todo el valle por
encima de todos nosotros a gran altura, hasta alejarse definitivamente.
Al cabo de un mes ya éramos ocho personas, entre mujeres y
hombres, que veníamos manteniendo contactos psicográficos con los
extraterrestres, quienes también eran de sexo masculino y femenino, y de
distintas procedencias, actuando todos ellos de forma conjunta en nuestro planeta. Así los nombres de estos visitantes en
contacto con el grupo se fueron multiplicando, como por ejemplo: Oxalc, Oxmalc, Olea, Oletano, Xanxa, Godar,
Kulba, Sampiac, Meth, Reges, Sum, Oesceve, Antar, Anrar, Asthar, Rumilac,
Titinac, etcétera.
Por lo menos una vez al mes salíamos al campo para contactos o
encuentros cercanos con sendos avistamientos, los que nos confirmaban que el
contacto continuaba y era verificable.
Así, una y otra vez las naves hacían su aparición en el cielo, al sur de
Lima, lanzando en ocasiones unos extraños fogonazos sobre las
colinas, formándose al pie de estas unos extraños círculos de un color azul
eléctrico. En esos momentos captábamos
mentalmente que se nos recomendaba que nos introdujéramos en dichas
concentraciones energéticas, y que hiciéramos allí aquellas prácticas que
habíamos incorporado del yoga, como eran las respiraciones, relajaciones,
concentraciones y meditaciones. Una y
otra vez hacíamos lo mismo, y cuando regresábamos a casa aparecían sobre la
piel de nuestro rostro, cuello, brazos y manos como quemaduras de sol; como si
de pronto hubiésemos estado expuestos al calor de un mediodía soleado. Algo imposible por cuanto las salidas solían
hacerse por la tarde o por la noche debido a los estudios en la universidad.
Para el mes de junio del 74, el grupo había crecido tanto que
bordeaba el medio centenar, entre parientes, amigos y conocidos que se habían
venido relacionando con el tema, deseosos todos de participar en esta
extraordinaria experiencia, e increíblemente accesible a la gran mayoría. De pronto, un mensaje marcó un cambio en el
proceso. Se nos decía que a partir de la
próxima salida debíamos asistir en grupos no mayores de siete personas,
procurando un nivel de afinidad y sintonía, como preparación con miras al
contacto físico. Ciertamente nos
habíamos acostumbrado a ir todos juntos a los encuentros, y a más de uno le
pareció mal que se pusieran ciertas restricciones; pero al final se impuso la
humildad y la disciplina, que nos llevaba a aceptar lo que no comprendemos
cuando nuestro sentir confirma que es para el beneficio colectivo.
Lima, Perú |
Los nombres del primer grupo de siete personas fueron
decepcionados por comunicación, así como los detalles de aquella nueva cita
para contacto, para lo cual nos preparamos, y llegado el día nos trasladamos
una vez más al desierto de Chilca, dejando el vehículo
estacionado en el pueblo cercano de Papa León XIII. Desde allí teníamos que ir caminando por
entre los cerros hasta un lugar que conocíamos como “La Mina”,
una cantera de grava abandonada, distante unos quince minutos de la pequeña
población. Ni bien empezamos a caminar,
se produjo un fenómeno extrañísimo.
Empezaba a oscurecer y veníamos todos juntos conversando, cuando de
pronto al hacerle una pregunta al compañero que iba a mi lado, éste no me
respondió y entonces me di cuenta de que estaba solo; y lo que más me
sorprendió, fue comprobar que ya estaba en la cantera, unos dos kilómetros por
delante del grupo.
Como no podía explicarme qué hacía yo allí parado, producto al
parecer de un extraño caso de “teletransportación”, lo primero
que se me ocurrió fue comenzar a correr por donde nosotros solíamos venir,
buscando a los demás y procurando encontrar una explicación a lo que me había
pasado. Me fui alejando rápidamente del
lugar, cuando divisé detrás de una colina cercana un resplandor, por lo que
pensé de inmediato que podían ser los compañeros que con sus linternas estaban
iluminando esa parte del desierto, donde como sabemos no hay nada ni nadie. Más tranquilo me dirigí en esa dirección,
cuando al rodear el cerro me encontré a unos cien metros de una medialuna
luminosa de unos diez metros de
diámetro, que se encontraba posada en el suelo. Me pegué un susto tremendo de pensar que los
extraterrestres ya habían bajado y que me encontraba completamente solo, así
que no lo pensé mucho, y me di la vuelta alejándome a gran velocidad. Ya me había olvidado de cómo era que había
llegado hasta ese lugar, el asunto prioritario ahora era buscar a los demás y
que vieran lo que yo estaba contemplando.
El contactado peruano Sixto Paz Wells. |
Mientras corría, una desagradable sensación me iba
embargando. Era como si tuviese unos
ojos sobre mis espaldas observándome fijamente.
Me detuve entonces, y al girar sobre mis talones, observé que del
interior de la medialuna salía la silueta de una persona levantando un brazo, y
fue entonces cuando capté en mi mente como que me llamaban invitándome a
acercarme, repitiéndose esta invitación hasta por tres oportunidades, las
cuales rechacé debido a que el temor que sentía me había inmovilizado en el
lugar.
El que el ser se diera la vuelta y se introdujera dentro de la
luz, precipitó que venciera mi temor y me decidiera a acercarme, temiendo más
perder la experiencia. Muy cerca de la
medialuna luminosa, algo me hizo levantar la vista al cielo, y pude contemplar
a unos quinientos metros sobre el lugar, un objeto discoidal con luces blancas
alrededor de su base o panza. Entonces
pensé que podían ser dos naves, una encima de mí y otra la que tenía por
delante. A continuación me fui acercando a la luz hasta que la atravesé, y sentí
de inmediato sensaciones de mareos, náuseas, falta de peso y como que mi cuerpo
se quemaba. Fue todo ello bastante
desagradable pero felizmente duró muy poco.
La luz era tan intensa que no podía mirar hacia delante, pero cuando ya
pude ver, apareció en frente de mí un ser de apariencia humana de un metro
ochenta de altura, con un rostro ancho, pómulos pronunciados y ojos
marcadamente oblicuos que daban la impresión de alguien oriental. Se veía que era un ser corpulento de sexo
masculino, vestido con un traje brillante como un buzo deportivo. Pero lo que sí me impresionaron fueron sus
ojos, que eran los mismos que venían a mi mente cada vez que recibía los
mensajes, como si fuese ello una especie de patrón de sintonía, anticipando
cada recepción.
Representación de Xendra, puerta dimensional. |
Este ser se presentó como Oxalc, el mismo que se
comunicó con nosotros desde el principio y manteniendo una comunicación mental
me explicó que me encontraba dentro de un “Xendra”, que es una
puerta dimensional, un umbral en el espacio-tiempo; y que a través de dicha
puerta lo acompañaría a Morlen, la luna Ganímedes, a seiscientos millones de
kilómetros de distancia de la Tierra y que gira alrededor del planeta gigante
Júpiter. El guía extraterrestre me
precisó que el tiempo que pasaría allí no correspondería con el que habría de
transcurrir aquí. Me pidió que lo
siguiera, y a los pocos pasos a través de la luz, salimos a un lugar que no era
el desierto al sur de Lima; al fondo y al pie de unos cerros se
veían gran cantidad de cúpulas, construcciones a manera de domos de todo
tamaño, todas ellas redondeadas y carentes de ángulos. Según Oxalc, ellos evitan los
ángulos porque estos atraen y atrapan la tensión y la negatividad de las
personas.
Fuimos caminando por entre las construcciones rodeadas de pequeños
pero vistosos jardines, observando a un lado y otro, personas de ambos sexos y
algunos niños que iban y venían solos o en pequeños grupos. Según me explicó Oxalc, en su
civilización hay división de sexos como en la Tierra, siendo su
relación de pareja monogámica, y manteniendo la relación sexual sólo para la
procreación. Como consecuencia de dicha
mística y filosofía de vida, así como por el desarrollo de sus facultades
psíquicas, entre las que se encuentran la telepatía y la clarividencia, no se dan
divorcios ni infidelidad; es más, tampoco existen en su sociedad elecciones
democráticas por cuanto logran detectar en el aura de las personas –que es el
cuerpo bioplasmático o cinturón electromagnético del ser—, el mayor o menor
adelanto y desarrollo interno del individuo, y así saben quién es la persona o
personas llamadas a dirigir y orientar su comunidad.
Oxlac me mostró unos grandes edificios a manera de invernaderos donde
ellos reproducen sus alimentos, pero como no tienen tierra vegetal propia son
como grandes cultivos hidropónicos. Allí
podía observar una multitud impresionante de cultivos y plantas diversas,
algunas conocidas, sobre todo cereales, situadas gran parte de ellas en alto
como colgadas, dándoles a éstas los nutrientes que necesitan.
Representación de Oxalc, habitante de Ganimedes, satelite de Júpiter. |
El guía me llevó en aquella ocasión hacia una construcción en
forma de cono truncado de paredes anchas y de un color claro, y en el interior
pude observar unas grandes pantallas, pero no se las veía sólidas, sino que
sutilmente suspendidas en el aire por delante de la pared, como si fuesen de
gas. Allí, poco a poco se fueron
proyectando imágenes de lo que según Oxalc podría llegar a ser el futuro
planetario terrestre. Esta captación
podían lograrla gracias a su elevada tecnología y a la capacidad psíquica de
anticiparse a los acontecimientos, que no es otra cosa que la premonición o
precognición.
Según los extraterrestres, como el futuro es ley de causa-efecto,
éste se proyecta delante de nosotros como la consecuencia de nuestros actos
pasados y presentes, por ello las profecías son una advertencia y a la vez una
oportunidad frente a lo que podría llegar a ocurrir si no hacemos nada para
evitarlo o corregirlo. Desde esta perspectiva,
el futuro se puede modificar; pero para ello hay que creerlo, porque creerlo es
crearlo.
Para cambiar el futuro hay que generar nuevas causas que traigan
consigo nuevos efectos que desplacen a los anteriores, cualquier modificación
por mínima que sea, traerá consigo un
futuro diferente. Porque si el futuro
como la vida misma no pudiese ser modificado, ¿dónde estaría lo más sagrado que el hombre ha recibido del Creador,
que es su libre albedrío? Por ello hay que trabajar comprometidamente en
revertir las profecías negativas, y hacer que sólo se cumplan las
positivas. Lo que pude contemplar en
aquella especie de televisores fue que la tensión mundial se iba a incrementar
aún más debido a las guerras internacionales y civiles, produciéndose tal estado mental alterado y negativo en el
colectivo de la humanidad, que todo ello podría atraer como un imán una
catástrofe natural de grandes proporciones.
Y siendo el universo dinámico, estarían acercándose peligrosamente a
nuestro mundo algunos asteroides y cometas, que podrían chocar contra nuestro
mundo o pasar tan cerca de él, que lo afectarían gravitatoriamente,
incrementando la actividad sísmica y volcánica.
Lo que vi fue terrible, pero en todo momento Oxalc
me aclaró que aquellas imágenes eran posibilidades que debían ser revertidas, concientizando a la
humanidad de la necesidad de crear un estado mental colectivo positivo.
Cuando volví de Morlen a través de la luz del Xendra,
para mí habían transcurrido varios días aunque no tenía forma de verificar
aquello, porque en aquella remota luna del planeta Júpiter no hay contraste de día y noche; pero cuando salí,
aparecí nuevamente en el desierto de Chilca, aún era de noche y
estaban recién llegando al lugar mis compañeros.
Confrontando los relojes habían pasado escasos quince minutos desde
que me ausentara. Al preguntarme
ellos qué era esa intensa luz detrás de
mí y dónde había estado todo ese tiempo, preferí no darles mayores detalles,
porque ni yo mismo me creía lo que había vivido. A las dos semanas se repitió la experiencia,
y esa vez entramos las siete personas a un nuevo Xendra teniendo
todos maravillosas vivencias. En los
siguientes días y semanas muchas otras personas lo experimentaron de forma
individual y colectiva, reproduciéndose una y otra vez las condiciones para los
traspasos dimensionales a lo largo de estos años.
…………………………………………………………………………….
(NOTA: Yosip Ibrahim, autor
del libro Yo visite Ganimedes, narra la increíble vivencia de
contacto que le sucedió a su amigo Pepe (por respeto no da su verdadero nombre). Yosip era muy amigo de Pepe y
habían acordado que si este ultimo llegaba a morir, Yosip abriría un sobre con
las instrucciones que le dejara su amigo. La desaparición durante muchos días
de Pepe inquietó mucho a su amigo, hasta que finalmente apareció y le dijo que
el motivo de su desaparición era el viaje que había realizado a Ganimedes, satélite de Júpiter y a partir de este punto, he extraído
algunos de los muchos pasajes interesantes del libro, Yo visite Ganimedes…)
Del libro Yo visite
Ganimedes, de Yosip Ibrahim
Me alcanzó un documento que había extraído del sobre. Era algo así
como un diploma, escrito en lenguaje que yo no conocía, y adornado con extraños
símbolos y figuras orientales.
-Está escrito en sánscrito -me dijo-, y es el título de admisión
en una antiquísima orden esotérica secreta, a la que pertenezco desde hace más
de treinta años. Ya tu sabías de mis estudios filosóficos y metafísicos; pero
nunca pude revelarte que esos estudios estaban tan avanzados que había llegado
al dominio de conocimientos y desarrollo de facultades que muy pocos poseen en
este mundo. Desde la muerte de Marita me propuse investigar, en
ese terreno, el enigma apasionante de los OVNIS.
Tenía referencias especiales acerca de ellos y, al amparo de los
poderes adquiridos en mi largo adiestramiento esotérico, inicié la labor de
hallar la forma de comunicarme con los seres que los dirigen. Después de largos
meses de esfuerzos logré una primera comunicación mental, que luego se repitió,
telepáticamente, de manera más convincente y positiva. Pude llegar a captar un
mensaje inteligible y, al cabo, una conversación concreta y plenamente
satisfactoria.
Jose Rosciano Holder, escritor y amigo de Yosip Ibrahim, nos habla sobre el libro Yo visite Ganimedes, confirmando la veracidad del relato.
De tal suerte, la noche aquella, en el más profundo secreto, me
había preparado para recibir un nuevo mensaje... pero en vez del mensaje
llegaron ellos, en persona... Había establecido, horas antes, la comunicación
acostumbrada, y por toda respuesta recibí esta orden:
“¡Espéranos!”
-Pero ¡hablan nuestro idioma!
-No es exactamente eso... El lenguaje hablado o escrito necesita
de la emisión de sonidos, de estructuración de palabras y frases. El lenguaje
telepático, por medio de la transmisión del pensamiento, no tiene esas
limitaciones. El pensamiento se manifiesta a través de ondas electromagnéticas
parecidas a las que emplean la radio y la televisión, y que, en verdad, se
encuentran muy cerca de éstas en lo que podemos llamar la "escala cósmica
de frecuencias".
Nuestro cerebro, y todo el sistema nervioso, pueden ser comparados
con un sistema transmisor-receptor, de una sutileza y calidad muy superiores a
todas las máquinas creadas por el hombre.
De tal manera es posible comprender cómo se producen los fenómenos
de ideación, o formación de imágenes internas dentro del circuito cerrado que
constituye nuestro cuerpo, en otras palabras, cómo pensamos; y también la
posibilidad de emitir esas ondas y de recibirlas, según sea la potencia y la
habilidad que se tenga para efectuar ese trabajo. ¿Me comprendes? ... Así nos entendimos...
Dos horas más tarde, en la madrugada, una luz poderosa iluminó el jardín y vi
descender, suavemente, la máquina...
- ¿Cómo son...?
-Muy parecidos a nosotros, aunque poseen características
especiales, diferencias propias a un desarrollo evolutivo con un millón de
años, aproximadamente, más adelantado que el nuestro... Pero permíteme
continuar, que, en su momento, conocerás todos esos detalles. Debo confesarte
que, pese al fuerte dominio propio a que estoy acostumbrado, como fruto de la
férrea disciplina que seguimos en la Orden, la presencia de aquella nave
extraterrestre en mi jardín me produjo una viva emoción. Salí a la puerta y
esperé. Lentamente se descorrió un paño de la cúpula metálica del
"platillo", dejando al descubierto el marco de una entrada. En ella aparecieron
dos personas vistiendo algo así como las escafandras que utilizan nuestros
astronautas. Se detuvieron en esa puerta y, mientras de la máquina se proyectaba
una escalera mecánica, mi cerebro captó claramente la invitación que me hacían
para acercarme y subir al aparato.
Venciendo el temor que la parte material de mi naturaleza humana
imprimía en mi conciencia, obedecí. Me recibieron con demostraciones
inequívocas de satisfacción, y en el silencioso lenguaje telepático que nos
comunicaba se me hizo saber que era bienvenido, y tenían la misión de conducirme
ante sus superiores para mostrarme cosas que los hombres de este mundo debían
conocer. Fui guiado amablemente al interior. Era un recinto circular rodeado de
tableros de control. Algo así como la sala de comando de un submarino o una
cabina de controles electrónicos. Ahí nos esperaban otros tres tripulantes, y
el que parecía ser el jefe me ofreció una vestimenta parecida.
Me dijeron que íbamos a viajar fuera de la tierra. Que no temiera
nada, porque su misión era de paz y de enseñanza. Que cumplían órdenes sabias
que sólo buscaban el mejoramiento de todos los habitantes de nuestro sistema
solar, y que las preguntas que leían en mi pensamiento serían satisfechas,
únicamente por sus superiores.
Se había cerrado la compuerta del exterior y vi cerrarse, igualmente,
otro mamparo de separación interior. Mientras los dos que me recibieran fuera
me ayudaban a vestir esa extraña escafandra, los otros ocuparon sus puestos
junto a sendos aparatos con múltiples botones. Se escuchó un ligero silbido
y la vibración de todo el conjunto me dio a entender que partíamos. Uno de mis
asistentes me invitó a mirar por un amplio ventanal, y mi sorpresa fue grande
al ver que nos elevábamos con tal rapidez que la Tierra empezaba a verse en
toda su redondez y, segundo a segundo, más pequeña. Al preguntarles a qué
velocidad íbamos, sonrieron.
-Estamos empleando marcha lenta hasta salir de la atmósfera de
este mundo –fue
la respuesta- Más adelante utilizaremos velocidad de crucero.
Pasaban los minutos. Desde el ventanal contemplaba absorto, cómo
se alejaba la Tierra que ya no era sino una simple bola, cual una pelota de
fútbol. De pronto un nuevo silbido y una trepidación más fuerte me hicieron
notar que la velocidad aumentaba. El espacio que nos rodeaba, fuera de la
máquina, era negro, tachonado de diminutos puntos luminosos. En un corto lapso
nuestro planeta se estaba convirtiendo en uno de esos lejanos puntos, y no pude
menos que sentir un escalofrío en todo mi ser. Mis dos acompañantes me
observaban, y uno de ellos me puso una mano en el pecho. Experimenté la
sensación de que por mis venas circulara una fuerza extraña, algo así como el
efecto de un estimulante cardiaco en los casos de shock. El conato de
desvanecimiento desapareció y minutos después me sentía reconfortado y sin ningún
temor.
Me invitaron asiento en uno de los raros pero muy cómodos sillones
que había en el recinto. Todo el conjunto tenía aspecto metálico; pero en los
sitios de contacto con el cuerpo era de suavidad y plasticidad superiores a
cualquier otro material que yo conociera.
Consulté mi reloj y vi que había transcurrido una hora desde la
partida. Mientras descansaba, traté de calcular la distancia que nos separaba
de la Tierra, que sólo era como un gran lucero en el espacio, y mi asombro no
tuvo límites al darme cuenta que debíamos encontrarnos a muchos cientos de
miles de millas...
Los tripulantes estaban dedicados a observar los mecanismos de
control, y pocos minutos más tarde me llamaron al ventanal. Frente a nosotros,
muy lejana aún, se distinguía una luz celeste que se agrandaba rápidamente.
-Esa es nuestra base -me dijeron-
Al mismo tiempo noté que la máquina disminuía su velocidad. El
foco luminoso acercábase vertiginosamente. Dos minutos y pude ver ya,
claramente, algo como una enorme bola brillante que, a medida que nos fuimos
acercando mostraba los contornos de una gigantesca estructura metálica
esferoidal. Nuestra nave fue disminuyendo la rapidez de su vuelo, y
pocos segundos más tarde girábamos en torno de aquella mole suspendida en el
espacio. Podía apreciarse una serie de extrañas construcciones, posiblemente
edificios, y otros aparatos iguales al que ocupábamos, ordenadamente alineados
en lo que supuse sería una pista circular de estacionamiento. Nuestra máquina
se detuvo exactamente sobre el centro de aquella pista, o lo que fuera,
manteniéndose inmóvil a una altura como de trescientos metros.
A poco, ante las señales emitidas por una de las pantallas de
control, comenzamos a descender suavemente hasta posarnos, sin la menor
trepidación, en esa gran plazoleta de metal. Los que me habían asistido durante
el viaje me dijeron que bajara con ellos. Me regularon unas llaves del casco de
la escafandra, y las puertas corredizas se abrieron. Abajo esperaban otros
seres con iguales vestiduras, quienes me guiaron hasta una construcción
semiesférica a uno de los extremos del lugar en que quedó la astronave.
No pude ver, por ninguna parte, focos de luz, reflectores, o algo
por el estilo. Sin embargo, todo aquel sitio estaba profusamente iluminado,
como si estuviéramos de día. Era como si de las mismas estructuras emanara la
luz en todo el conjunto. Fui introducido en ese raro edificio, y mientras
atravesábamos varios pasillos y salas, en que aprecié mobiliario y artefactos
enteramente distintos a los que yo conocía, me di cuenta que también en el
interior reinaba la misma luz de fuera, sin distinguir ventanas ni lámparas de
ninguna clase. Nos detuvimos ante un arco cerrado por un mamparo de bruñido
metal que, al levantar una mano mi acompañante, se abrió lentamente.
Mi guía me invitó a entrar. Al hacerlo, vi que se quedaba atrás y
la mampara metálica volvió a cerrarse. Inquieto miré en torno mío. Estaba en
una amplia sala circular, decorada sobriamente con escasos muebles, todos de
aspecto metálico. En el centro había una gran mesa del mismo material y ante
ella, sentado en un sillón parecido a los que viera en el OVNI,
me esperaba un hombre de figura imponente que no vestía escafandra sino una
especie de mameluco de textura brillante como los muebles. Su estatura era
mayor que la de los otros y que la mía, siendo su cabeza, proporcionalmente al
resto del cuerpo, ligeramente más grande que lo común en la tierra. Por lo
demás el rostro no acusaba diferencias que pudieran ser desagradables a nuestro
gusto estético y pude notar en sus ojos, de brillo inusitado, una aparente
expresión de dulzura.
-No temas -me transmitió en el poderoso lenguaje telepático,
lenguaje que yo sentía cada vez más nítido y claro en mi interior- Estás entre
seres que sirven a todas las humanidades de este sistema planetario, como
ustedes lo llaman. Vivimos para la Paz, el Amor y
la Luz. Hemos recibido tus mensajes y analizado tus pensamientos.
Sabemos que conoces muchas cosas que la mayoría de los seres de tu astro
ignoran, y por eso te hemos traído. Ahora te voy a enseñar cómo despojarte del
yelmo de tu ropaje protector, pues en esta estancia hemos reproducido, exactamente,
las condiciones de la atmósfera y presión de tu mundo, lo que a nosotros no nos
afecta mayormente. No te extrañe que ya no use la vestimenta que has visto
fuera. Más adelante comprenderás todo esto, porque te vamos a enseñar muchas
materias y formas de vida y de trabajo que desconocen por completo en el astro
al que vosotros llamáis “Tierra”.
Se levantó y con ademán paternal me ayudó a quitarme mi casco de
la escafandra. En efecto, la atmósfera y la temperatura en aquel recinto no
dejaban pensar que estuviéramos a tan enorme distancia de nuestro planeta. Aún
más, noté que mis pulmones se ensanchaban y que todo mi cuerpo recibía como un
baño balsámico y reconfortante. Iba a formular algunas preguntas, pero mi
interlocutor se adelantó respondiendo a mi pensamiento:
-Somos una raza muy antigua, que llegó al grado de evolución
que hoy alcanza tu humanidad cuando tu mundo todavía no era habitado por seres
inteligentes. Y nuestro Reino se encuentra en los confines de este sistema de
astros que ustedes denominan “Sistema Solar”. Tú vas a visitarlo y verás que ya
en él se hallan otros hombres de tu mundo. Descansa acá -y me mostró un
artefacto parecido a una mesa baja y plana- porque dentro de una hora del
tiempo que tú conoces, emprenderás el viaje a nuestro Reino...
La Visita A
Ganímedes
-Pero ¿son hombres como nosotros?
-Hasta cierto punto, sí. Ya te dije, no obstante, que poseen
algunas características diferentes, debidas al gran adelanto evolutivo que
tienen respecto a nosotros. No olvides que su civilización es un millón de años
más antigua que la nuestra, y en ese largo lapso han llegado a poseer dos
sentidos más que el hombre de este mundo: el sexto, que en la tierra
sólo está en embrión en algunos, muy pocos seres, es común a todos ellos a
través de órganos perfectamente desarrollados. La glándula pineal
en su cerebro es casi el doble que la nuestra, y en el de ellos se encuentra
conectada por un filete nervioso con la pituitaria, a diferencia de la nuestra,
lo cual les permite poseer la clarividencia -ese “tercer ojo” al
que se refieren los orientales- como sexto sentido, común y natural. Además, en
su cerebro, más grande y con mayor desarrollo que el nuestro, existe un
pequeño bulbo, desconocido por nosotros, ubicado entre el bulbo
raquídeo y la pituitaria, bulbo que en algunos de ellos, los más
adelantados, es el asiento de un séptimo sentido o sea el de la “Palabra
Creadora” o Verbo, poder para actuar sobre la materia por el sonido,
utilizando las vibraciones sonoras como fuerza transmutante y reguladora.
Por eso aquellos superhombres ya no usan el lenguaje hablado. No lo necesitan,
pues su sexto sentido y su gran potencia cerebral y mental les permiten
comunicarse con la lectura, o captación directa, del pensamiento y el uso de la
telepatía. Su órgano de la voz únicamente lo utilizan para determinados
efectos. Para producir o destruir fenómenos materiales, para influir a voluntad
sobre los elementos, y para construir objetos, dirigiendo, alterando o regulando,
con el concurso de otras fuerzas cósmicas, el proceso atómico y molecular de
las substancias...
Su conocimiento y poder sobre la Naturaleza y el Cosmos
son tan avanzados, que muchos de los fenómenos considerados entre nosotros como
milagros, son hechos naturales y corrientes en su mundo. Tu recordarás haberme
oído explicar, otras veces, que la materia es única: una sola en su esencia, y
que todas las formas conocidas por nosotros no son más que transmutaciones,
cambios, modificaciones del funcionamiento atómico y molecular y de sus
sistemas, en cada cuerpo o en cada elemento. De ahí el hecho, ya comprobado en
la Tierra, de la posibilidad de transformar una substancia en
otra, modificando su constitución atómica. Por tanto, quien conozca las leyes
que rigen las relaciones entre la energía y la materia; y posea los medios, o
poder, de hacerlas funcionar a voluntad, está en condiciones de operar toda
clase de fenómenos en relación directa con los alcances de su poder y de su ciencia...
Mi asombro no me permitió articular palabra. Pepe sirvió más café
y continuó:
-Cuando llegamos, encontré un país de rara belleza. Un mundo con
marcados contrastes en su físico pero con una vida que es expresión de la paz y
la armonía en grados imposibles de comparar a nada de lo nuestro. Durante el
viaje había sido sometido a un tratamiento de adaptación que me permitiría,
después, poder respirar y moverme en ese ambiente sin la escafandra. De la
máquina que nos condujo a través del espacio, fui trasladado, por una especie
de corredor herméticamente aislado del exterior, a un recinto bastante parecido
al que conociera en la base espacial. Allí permanecí otros tres días (según mis
cálculos de tiempo, conforme a mi reloj) durante los cuales se me esterilizó de
todos los gérmenes terrestres, completándose el tratamiento para mi adaptación
a la atmósfera externa. Mientras estuve en aquel lugar, recibí la visita de un
grupo de hombres y mujeres de nuestro planeta. Me explicaron que habían sido
transportados en diferentes épocas. Que se les estaba educando y tratando
científicamente para estar en condiciones de volver a la Tierra en el próximo
siglo, cuando las circunstancias actuales hayan cambiado y sea el momento de
formar una nueva raza, superior, en nuestro mundo.
Debes saber, que en ese mundo al que fui llevado, y al que voy a
regresar, ya no se conocen las guerras ni la menor forma de lucha o antagonismo
entre sus habitantes. Han desarrollado instituciones que permiten la mutua y
recíproca convivencia en un sistema de cooperación mundial perfecto, bajo la
sabia dirección de un estado y un gobierno que abarca todo ese mundo. Hace
muchos siglos, muchos miles de años, que esa raza alcanzó tal grado de
adelanto, que les permitió visitar la Tierra en otras
oportunidades.
Quiénes Son Los
Hombres de Ganímedes
Hace muchos siglos, muchos miles de años, en nuestro sistema solar
existía otro planeta que giraba en torno al Sol entre las órbitas que siguen Marte
y Júpiter. Hoy en día, ese espacio está ocupado por el Cinturón
de Asteroides, como se conoce entre los astrónomos a la ancha estela de
meteoros y meteoritos que se encuentra en aquella zona, girando constantemente
en la misma órbita.
Nuestros hombres de ciencia conocen bien su existencia, y saben
que está formada por cuerpos siderales de todo tamaño, desde simple polvo
cósmico hasta masas como la del asteroide Ceres, cuyo diámetro
alcanza a 780 kilómetros. Si tenemos en cuenta que el susodicho “cinturón”
llega a extenderse, en la múltiple suma de las órbitas de todos sus incontables
planetoides, hasta la respetable cifra de cerca de 250 millones de kilómetros
de ancho, podemos imaginarnos la magnitud de cuerpos, o masas dispersas, que lo
forman. Ya los astrónomos suponen que puedan ser los restos de aquel planeta desaparecido...
y aquí comienza, en verdad, el relato que me hicieran de tan maravillosa
historia.
Hace miles, muchos miles de años, repito, aquel planeta, al que
llamaremos “Planeta Amarillo” por la clase de luz que despedía, era el
hogar de una raza muy antigua, que en su larga evolución de milenios había
alcanzado niveles de cultura semejantes, o quizá superiores a los que estamos
llegando los hombres en la Tierra.
En esos remotos tiempos, nuestro planeta aún no era habitado por
seres humanos. En cambio, los hombres del Planeta Amarillo volaban, ya por el espacio...
Su ciencia y su técnica les permitía, entonces, iniciar las primeras
expediciones a los otros mundos de nuestro sistema solar, y en esa forma, a
través de muchos siglos, fueron conociendo la existencia y las características
propias de todos y cada uno de los diferentes planetas.
Lo que hoy se proponen los hombres de la Tierra, lo habían logrado
ellos cuando en la Tierra no había hombres... En tales condiciones de adelanto
llegaron a visitar otros astros, como hoy lo estamos haciendo con la Luna. Y su
sabiduría les permitió descubrir a tiempo, los síntomas precursores de la
destrucción de su mundo.
Cuando el terrible cataclismo cósmico redujo ese planeta a los
restos que hoy forman el “Cinturón de Asteroides” muchos de ellos habían ya
logrado establecerse en uno de los satélites mayores de los doce que posee
Júpiter, bautizado por nuestro sabio Galileo con el nombre de Ganímedes.
Y en ese nuevo mundo, en esa nueva esfera, adaptada poco a poco,
siguió progresando y desarrollándose la vida y la cultura de aquella
civilización de superhombres. Pero no todos volaron a Ganímedes.
Parece que algunos, quizás los más reacios a dejar su mundo o tal vez los
postreros fugitivos del desastre, llegaron hasta la Tierra... Ya,
por entonces comenzaba a florecer la humanidad en estos lares.
Los hombres bajados del cielo fueron recibidos como dioses por las
primitivas tribus de esas épocas, y su presencia explica el misterio de tantos
seres mitológicos en la multitud de leyendas aborígenes en los más remotos
pueblos de este mundo.
Cómo es
Ganímedes
Júpiter recorre su órbita en torno al Sol en un lapso de casi doce años
de los nuestros. La distancia que lo separa del astro rey de nuestro sistema
solar es de 778 millones de kilómetros y su diámetro se calcula en 143.000
kilómetros, lo que hace que tan gigantesco planeta sea más de ciento veinte
veces mayor que la superficie de la Tierra. Está rodeado por una
espesa capa de nubes, de muchos miles de kilómetros de espesor, con
temperaturas promedias de 110 grados centgr. bajo cero, que ofrecen el aspecto
de franjas paralelas, claras y obscuras, que constituyen la característica más
notable del astro, entre las cuales se ha venido observando en el último siglo
una extensa mancha roja de unos 40.000 kilómetros de largo que parece desplazarse
en torno al planeta y cuyo origen es todavía desconocido por nosotros.
Recientes observaciones han llegado a establecer que tras de esa
compacta masa de nubes existe una superficie sólida que acusa altas
temperaturas, hasta 330 grados centgr., lo cual hace pensar en una intensa
actividad volcánica y en la imposibilidad de la existencia de un tipo de vida
orgánica y biológicamente considerada como la nuestra.
Ya hemos dicho que Júpiter posee un sistema de doce
satélites, de los cuales ocho no tienen mayor importancia, por ser tan pequeños
que podría considerárseles como simples asteroides. Pero los otros cuatro,
entre los que figura Ganímedes, y que fueran descubiertos y
clasificados por Galileo desde 1610, son ya de dimensiones apreciables. El
orden en que giran en torno al gigantesco planeta es: lo el más cercano, con un
diámetro de 3.735 kilómetros; Europa, con 3.150 Km de diámetro; Ganímedes,
con 5.150 Km de diámetro; y Calisto, con 5.180 Km de diámetro. Se
ve, por tanto, que Ganímedes es notablemente más grande que el planeta Mercurio.
Ganímedes se encuentra a diez millones 70.000 Km de distancia de Júpiter,
girando en una órbita circular en torno a éste equivalente a 7 días, 3 horas,
42 minutos y 32 segundos de los nuestros, por cuanto las medidas del tiempo
allá difieren mucho de las nuestras por razones obvias. Además, en aquel
satélite joviano, cuya rotación sobre sí mismo se efectúa en un eje
perpendicular a su órbita, presentando siempre la misma cara al planeta, no
existe el día y la noche como en la Tierra. Esto se debe a que recibe luz de
dos fuentes: por un lado la recibe del Sol, que aún cuando sea en menor intensidad
que nosotros por la mayor distancia, llega todavía con suficiente volumen de
luz y calor, energías vitales que son acrecentadas por sus sabios habitantes
como lo veremos más adelante. Y por el otro lado recibe la luz reflejada por
Júpiter, como si fuera un gigantesco espejo, que desde Ganímedes se
ve cual una monstruosa pelota luminosa, achatada y con franjas. De tal manera,
lo que nosotros conocemos como “día” dura allá casi cuatro de los días
nuestros; y lo que llamamos “noche”, que en ese astro es el tiempo empleado en
recorrer el cono de sombra proyectada por Júpiter, o sea la parte
posterior del planeta con respecto al Sol, es el saldo del período en que
realiza su revolución completa según lo indicado más arriba. Este lapso de
obscuridad, de casi tres días y medio de los nuestros, transcurre dentro de un
régimen de iluminación artificial de todas las zonas pobladas, como veremos
según vayamos avanzando.
Por todo lo que acabamos de exponer, vemos que Ganímedes es,
realmente, un mundo de contrastes muy marcados; hasta cierto punto, un mundo paradójico,
en el cual se encuentra condiciones ambientales tan opuestas, fenómenos
naturales tan antagónicos, en medio de una naturaleza tan agreste, que bien
cabría decir que se trata de un mundo cuya naturaleza, violenta y explosiva,
fue dominada por la inteligencia del hombre, al transformar lo negativo en
positivo, lo absurdo en lógico, lo violento en dócil... Un mundo que nos prueba
cómo es posible utilizar hasta las más adversas condiciones de existencia,
cuando se cuenta con la sabiduría y el poder necesarios para ello.
En la primera parte se dijo que mi amigo había encontrado “un
mundo de extraña belleza”. Ahora trataremos de explicar el alcance y
profundidad de esa expresión.
Una visión panorámica del astro, que nos permitiese abarcarlo de
cerca en todos sus detalles, nos mostraría el mapa de una superficie
profundamente accidentada. Una topografía bastante parecida a la que nos
mostraran algunas regiones montañosas de la Tierra tales como las
imponentes moles de la Cordillera de los Himalayas. La superficie
de Ganímedes está formada por una serie ininterrumpida de grandes
cordilleras que se entrelazan, en todas direcciones, elevando a considerables
alturas sus majestuosos picos eternamente cubiertos por espesos mantos de nieve
y hielo.
Ese blanco y helado ropaje se extiende por doquier, a través de la
abrupta maraña de aquel mosaico orogénico formado por la tremenda actividad
volcánica del astro. Pero, en medio de ese gélido conjunto de montañas; con su
extenso sistema de glaciares y ventisqueros, notamos, ya, la abigarrada
presencia de numerosos y profundos valles en los que la policromía del paisaje
va desde los diferentes matices del verde, con azules y anaranjados, tonos
producto de la vegetación y de la actividad vital de sus pobladores, hasta los
rutilante s destellos que las concentraciones urbanas, todas de aspecto
metálico, proyectan hacia la altura, como si fueran las múltiples facetas de un
formidable joyero de gigantescos diamantes.
La vida en Ganímedes se extiende a través de ese
mosaico de profundos valles, enclavado entre las redes de aquel enjambre de
sólidas montañas, entre muchas de cuyas nevadas cumbres se distinguen los
penachos vaporosos de múltiples volcanes.
Para los hombres de la Tierra, un mundo con tal proliferación
volcánica resultaría catastrófico o, por lo menos, terrorífico. En cambio, para
los habitantes de ese gran satélite de Júpiter, es una bendición. Esa raza de
superhombres ha sabido aprovechar al máximo todos los recursos naturales, y ha
dominado de tal manera las fuerzas y energías encerradas en su astro, que la
asombrosa cantidad de volcanes diseminada sobre toda la superficie ganimediana,
representan, en realidad, otras tantas gigantescas centrales de fuerza, en las
que se controla, se regula su funcionamiento, y se utiliza en diferentes formas
todos los elementos físicos y químicos que en ellas intervienen, convirtiendo
así cada volcán en un centro productor de cuantiosos beneficios para la
comunidad que lo trabaja y lo domina.
No extrañará, por tanto, saber que buen número de ellos fueron “construidos”
o “fabricados” (valga la expresión) artificialmente desde hace muchos siglos. Una
de las principales y más inmediatas ventajas que reportan a esa humanidad, es
el aprovechamiento permanente de agua para las poblaciones. Esto, a primera vista,
parece absurdo. Sin embargo, no lo es. Debemos tener en cuenta lo ya explicado
con respecto a las bajísimas temperaturas reinantes en su atmósfera. Por tales
temperaturas no existen océanos o mares, ni grandes ríos, en Ganímedes.
Todas las grandes extensiones de terreno, por lo general
montañoso, están cubiertas por el manto de hielo a que nos referimos antes,
capa helada que en muchos lugares alcanza varios kilómetros de espesor. Si no
fuera por la intensa actividad volcánica manifestada en toda la superficie del
astro no hubieran podido subsistir allá los seres que lo pueblan. Desde los
tiempos más remotos, cuando colonizaron (permítasenos usar esta palabra) ese
cuerpo celeste, en las postrimerías de la vida en su planeta de origen, su
primera preocupación y las primeras labores realizadas fueron las de
transformar los volcanes en centrales de fuerza y aprovechar las enormes
cantidades de energía térmica en ellos encerrada, para asegurar temperaturas
saludables yagua corriente en el fondo de los profundos valles a que ya nos
hemos referido. Por eso, uno de los contrastes más notables que asombran al visitante,
es la proliferación de tantas y tantas bocas de fuego en medio de aquel helado
conjunto de altísimas montañas, volcanes que no son otra cosa que gigantescas
chimeneas de las formidables usinas creadas por esa raza de superhombres, en
las entrañas rocosas de su pasmoso mundo ...
Con el correr del tiempo, fueron conquistando y dominando toda la
naturaleza del astro. Según la tradición narrada a mi amigo, cuando llegó el
momento de abandonar, en masa, el “Planeta Amarillo”, por la
proximidad de su inminente destrucción, ya habían sido transformados muchos
valles de Ganímedes en verdaderos lugares habitables. Fue obra de
siglos. Pero esa raza formidable pudo conocer, con gran antelación, el
cataclismo cósmico que se avecinaba, y trasladar a tiempo a sus habitantes,
instalándose en el nuevo mundo que hoy habitan. Tenemos que recordar que tal
migración tuvo lugar hace más de diez mil años. En tan largo periodo de tiempo,
continuaron desarrollando y adaptando su nueva morada, hasta alcanzar los
maravillosos resultados que ahora comprueba nuestro amigo al llegar, por vez
primera, a ese lejano satélite de Júpiter.
Se ha dicho que el agua y la temperatura ambiental en esos valles,
donde se concentran los poblados, provienen del trabajo efectuado por cada una
de esas bocas volcánicas. Dentro de nuestro modo de pensar, según lo que
conocemos en la Tierra, puede resultar algo difícil de entender.
Tenemos que hacer un esfuerzo de imaginación para comprenderlo. Pero si
partimos de la premisa de que los hombres de Ganímedes alcanzaron
el conocimiento y el poder sobre la naturaleza, desde hace más de diez mil
años, no nos será imposible pensar que poseen los medios, los sistemas y los
equipos necesarios para llegar a dominar hasta las fuerzas interiores de un
planeta, aprovechando esas fuerzas y todos los elementos que las generan, en la
diversidad de fines que se propongan conseguir. Por eso es que vemos, al llegar
a cualquiera de sus valles, una vegetación lozana y abundante, cultivada con
los más avanzados conocimientos de una ciencia y una técnica muy superiores a
las nuestras, y regada con un sistema de canales que distribuye las aguas de
grandes reservorios, verdaderos lagos artificiales, mantenidos por las
cristalinas vertientes que bajan por las laderas de cada volcán. Estos arroyos
y pequeños torrentes son el fruto del deshielo constante producido por las
altas temperaturas generadas en el fondo subterráneo y en las masas ígneas de
cada uno, gran parte de cuya energía térmica es aplicada a través de una red de
túneles, a la parte inferior de las espesas costras de hielo que envuelven las
cumbres. Es un proceso permanente de producción y recuperación del líquido
elemento. Proceso que, como todo en Ganímedes, es regulado y
controlado electrónicamente. Los niveles de los grandes reservorios no pueden
pasar de ciertos límites, y su multiplicación con respecto a la multitud de
valles, asegura la amplitud de superficies de evaporación necesarias para el
recuperamiento, lo que se mantiene dentro de límites perfectamente calculados,
que aseguran el constante abastecimiento de agua pura en todo ese mundo.
Otro de los aspectos curiosos y de marcada diferencia con la Tierra,
es la ausencia absoluta de fauna en Ganímedes. Allá no hay animales...
Sólo existen los reinos mineral, vegetal y humano, o superhumano. Esto fue
explicado a nuestro amigo atribuyéndolo a las primitivas condiciones
ambientales de ese astro, que no permitieron la vida animal antes de la llegada
a él de sus actuales habitantes. Y estos no consideraron necesario ni prudente,
llevar consigo animales, calculando las posibilidades de existencia de las
primeras “colonias” en ese nuevo mundo que estaban adaptando a
sus propias exigencias de vida. La flora, o reino vegetal, fue trasplantada,
conduciendo desde su planeta de origen, todas las especies que estimaron
conveniente aclimatar y propagar en la nueva morada en que habrían de quedarse.
Tal proceder, también, influyó posteriormente en una serie de modificaciones y
diferencias con la vida en la Tierra.
Entre nosotros, acá, parecería imposible nuestra existencia, sin
las numerosas especies zoológicas, muchas de las cuales forman parte de nuestro
diario programa de vida. Los animales constituyen, para la humanidad terrestre,
eslabones vitales en infinidad de aspectos. Pero los hombres de Ganímedes,
desde hace milenios, han sabido acomodarse para que no les hicieran falta, en
forma alguna. Y en este aspecto han llegado a tales extremos, o mejor dicho
adelantos, como la supresión absoluta de los microorganismos generadores de la
mayor parte de nuestras enfermedades. Esta interesantísima faceta de su
civilización, o sea la conservación de la salud, y también el secreto de la longevidad,
lo trataremos de manera especial en el próximo capítulo.
Mucho pensarán que en un mundo con tal cantidad de volcanes, la
atmósfera estaría envenenada por los gases; que las continuas emanaciones
deletéreas la harían irrespirable. Esto sería lógico y posible en nuestro
planeta con su actual humanidad. Pero en Ganímedes es otro
problema resuelto satisfactoriamente desde antaño. Se ha dicho, y se repite
ahora, que el dominio de la actividad volcánica y el aprovechamiento de todas
las fuerzas y de todos los elementos que en ella intervienen, son absolutos en
esa civilización. Los productos gaseosos de tal actividad, que entre nosotros
escapan libremente a nuestra atmósfera, son absorbidos por un amplio y poderoso
sistema, que, cual enmarañada red subterránea de ventilación y drenaje, va
retirando, a diferentes niveles, en el corazón de la montaña, los productos
sólidos, como lavas y cenizas, de los gaseosos; estos son tratados por medios
mecánicos y químicos en grandes instalaciones, también subterráneas, en las
cuales se aprovecha, íntegramente, todas las substancias, sean éstas sólidas,
líquidas o gaseosas. De tal suerte, lo único que escapa de los cráteres es
vapor de agua que al condensarse por las bajas temperaturas reinantes en las cumbres,
cae sobre éstas en forma de copos de nieve.
Y en cuanto a las materias primas que así se obtienen, son
transformadas en innumerables subproductos que aprovechan, después, las industrias
manufactureras, junto con los derivados obtenidos en la conversión de los
gases, dentro del mismo proceso químico.
En cuanto a las fuerzas telúricas y sísmicas generadas por una
actividad volcánica de tal magnitud, en el próximo capítulo veremos cómo han
sido dominadas, igualmente, por aquella asombrosa raza de supersabios.
Cómo es la Vida
en ese Mundo
En el capítulo anterior, al comenzar, nos referirnos a una de las
características más notables presentadas al examen telescópico de Ganímedes
por nuestros astrónomos: desde los tiempos de Galileo, este
satélite de Júpiter ha sido conocido como el más brillante de los cuatro que
forman el grupo de “las grandes lunas interiores jovianas” que ya
sabemos llevan los nombres de lo, Europa, Ganímedes
y Calisto. Este fenómeno celeste llamó siempre la atención de
quienes lo han observado, sin llegar, hasta hoy, a comprender su verdadera
causa, pues según los cálculos y la lógica, la magnitud y por tanto el brillo
de Calisto debían ser mayores, ya que Calisto posee un tamaño
ligeramente más grande y gira en una órbita relativamente más cercana a
nosotros. Sin embargo, el brillo demostrado siempre por Ganímedes,
aún con los primitivos telescopios de Galileo, fue mucho más notable.
Ahora tenemos la explicación de este fenómeno. Se debe a la
abundancia de centros poblados por la humanidad que lo habita. Claro está que
tal afirmación requiere ser explicada. Y vamos a hacerlo: Ya hemos dicho
que la vida se desarrolla en ese astro en todos y cada uno de los profundos valles
ubicados entre las estribaciones de la intrincada red de cordilleras que forma
la superficie ganimediana. A la luz natural reflejada desde el planeta primario,
Júpiter, se une la que reciben desde el Sol, que no
obstante ser menor que la recibida por la Tierra, en razón de la
mayor distancia, es bastante apreciable. Y si tenemos en cuenta que cada valle
es el centro de una agrupación urbana, o población, cuya área, depende del
terreno disponible para las edificaciones y que éstas, en su totalidad, están
construidas con un material brillante, de aspecto metálico destellante por los
reflejos que produce, todo lo cual contribuye a aumentar la luminosidad del
conjunto, podemos explicarnos fácilmente la razón, muy sencilla en realidad, de
aquel fenómeno que siempre intrigara a nuestros astrónomos.
Las ciudades en Ganímedes no se parecen a las
nuestras. Los métodos de construcción y los materiales empleados son distintos.
Hubiera sido profundo error de sus habitantes proyectar elevados edificios, de
muchos pisos, y emplear sistemas y materiales de construcción deleznables, como
los nuestros, en un mundo expuesto, constantemente, a los movimientos sísmicos
naturales en un cuerpo celeste de tan tremenda actividad volcánica. Así como
nosotros, en nuestras grandes urbes, construimos hacia arriba, ellos construyen
hacia abajo... Tienen varios modelos de edificación. Pero en la generalidad,
los edificios de varios pisos penetran en el suelo, sobresaliendo en la
superficie uno o dos niveles a lo sumo. Además, todas las estructuras están
diseñadas en forma cilíndrica empotrándose en el terreno cada bloque o unidad
de vivienda, por grande que sea, en directa conexión con sus vecinas, lo cual
contribuye a la mayor solidez total del conjunto.
Se pensará que tal sistema es demasiado oneroso. Que los costos y
el tiempo resultan antieconómicos. Puede que tengamos razón, desde el punto de
vista de la Tierra. Nuestra humanidad se afana y se enloquece por
los coeficientes económicos, porque vive y piensa dentro de normas y costumbres
diferentes a las que rigen la vida y el pensamiento de esa otra humanidad.
Cuando veamos cuáles son las bases fundamentales de aquella civilización,
comprenderemos muchas de las profundas diferencias con la nuestra. En cuanto al
aspecto que estamos describiendo; prima en ellos el concepto de la seguridad y
de la permanencia estable, sobre el de mayor o menor costo. Porque, en primer
lugar, ellos son seres que alcanzan un promedio de vida equivalente a varios
siglos de los nuestros... En segundo lugar, viven en un mundo en que han tenido
que dominar continuamente, a la naturaleza. En un mundo en el que las
condiciones económicas, sociales, políticas, religiosas y culturales, son
diferentes a las nuestras... En un mundo en que ya no existen comerciantes...
En un mundo en el que no se piensa ya en utilidades, sino en garantizar el
máximo bienestar de sus habitantes... En un mundo en que el trabajo y la
dirección del mismo, alcanzan formas y sistemas enormemente superiores a los que
nosotros conocemos. A este respecto, tratándose del tema de la construcción, debe
saberse, también, que las máquinas empleadas por ellos para tales fines son tan
poderosas y versátiles que la excavación de los terrenos más grandes, puede realizarla
un sólo hombre, en poco tiempo, y con sólo controlar un tablero de comandos electrónicos...
De tal suerte, pueden ellos relegar el factor económico a un
segundo plano, teniendo en cuenta, además, que toda la economía de ese mundo
está dirigida y controlada por el Estado, como veremos más adelante, y por
tanto lo que prima en este caso, como en todos, es la máxima garantía de todos
y cada uno de los seres que lo habitan, dentro del amplísimo concepto de una
perfecta fraternidad y de un régimen de vida que asegura a todos una verdadera felicidad
integral... Y antes de terminar lo referente a construcciones, debe decirse que
la mayoría de esos conjuntos de viviendas presentan lo que nosotros llamamos “techos”
o “azoteas” en forma ligeramente convexa y libre de obstáculos. Ello obedece,
también, a dos fines útilmente calculados: Primero, representa la proliferación
de múltiples áreas para el descenso de máquinas aéreas de diferentes tipos y
tamaños, ya que la mayoría de los habitantes puede requerir de ellas en
cualquier momento, y en esa forma no se obstaculiza, como entre nosotros, el
tránsito urbano, que para las distancias cortas se hace a pie. Para recorridos
mayores, cualquiera puede disponer de pequeños equipos individuales que
adaptándose a la espalda permiten realizar vuelos personales de considerable
alcance.
Así, en todas las ciudades, está asegurada la movilidad sin
entorpecer, en lo más mínimo, la circulación superficial de los peatones, que
pueden discurrir libremente por todas las arterias y avenidas, sin la molestia
y riesgos que vemos hoy en casi todas las ciudades de la Tierra.
El otro fin al que nos referimos al mencionar la forma superior de los
edificios, es el permitir la eliminación inmediata de la lluvia o nieve (lo más
común), que por un sistema automático de calefacción es licuada a medida que se
va acumulando. Las superficies quedan constantemente limpias, despejadas, sin
mayor trabajo para los ocupantes del edificio, y pueden, también, continuar
reflejando los rayos luminosos de las dos fuentes siderales ya mencionadas, con
lo que se asegura una mejor iluminación general del ambiente urbano.
A este respecto debe recordarse lo que se explicó al comienzo del
capítulo anterior. Que en Ganímedes el día tiene una duración
aproximada de cuatro de nuestros días, y la noche, tres. Mientras este satélite
recorre la parte posterior de Júpiter, su paso por la zona denominada
"cono de sombra" del planeta dura más o menos tres días y dos a tres
horas de nuestro tiempo. En este lapso, todas las zonas habitadas poseen el
mismo sistema de luz artificial que mencionáramos al ocuparnos de las bases en el
espacio. Este sistema de iluminación está presente, siempre, en todos los
recintos cerrados, junto con otro sistema automático de control y regulación
permanente de la atmósfera interior de todos los recintos y edificios. Algo
parecido, pero más perfecto, que nuestros sistemas de aire acondicionado.
Y al hablar de atmósferas ambientales, hemos de explicar, también,
que tanto en los lugares abiertos, como las vías de circulación urbana, y en
todo tipo de instalaciones industriales, generalmente subterráneas, reina la
más absoluta pureza. No hay máquinas ni vehículos que contaminen el ambiente,
porque la mayor parte de las usadas en lo que diríamos el transporte menor, es
accionada eléctrica y electrónicamente. Han llegado a desarrollar formas de
electricidad nuevas para nosotros, y equipos electromagnéticos de potencia tal
que -ya lo hemos visto en el caso de sus naves espaciales- pueden anular y
controlar a las fuerzas de gravedad y de inercia. Y en cuanto a todas las
máquinas, equipos o instalaciones accionadas por energías atómicas,
termonucleares o de otro orden, como dijéramos anteriormente, tienen los medios
y elementos más perfectos para garantizar el uso permanente e inocuo de todas
ellas.
Antes de terminar con lo referente a la construcción de edificios,
a su seguridad y estabilidad permanentes, en vista de las condiciones
volcánicas y sísmicas del astro, debe saberse que el material empleado para las
estructuras y en general para todo tipo de paredes, suelos y techos, es una
substancia plástica de aspecto metálico, liviana y resistente, con resistencia
comparable al mejor de nuestros aceros, que no se altera ante ninguna de las
reacciones provenientes de la atmósfera o de los distintos tipos de terrenos en
que se empotren, y de tal solidez que puede resistir a los más fuertes
movimientos sísmicos sin romperse ni perder su forma. Además, el sistema de
construcción es por acoplamiento de secciones prefabricadas, que al ser colocadas
en su sitio van siendo ensambladas unas con otras en forma tal, mediante un
proceso químico especial, que llegan a constituir un sólo bloque, lo mismo que
si hubiera salido todo el edificio de un molde. No hay junturas, no hay
amarres; después de ser sometidas al indicado proceso, todas las secciones
quedan unidas como si hubiesen sido fundidas unas con otras en una gigantesca
matriz. Puede imaginarse la solidez total del conjunto.
Pero no es esta la única manera de prevenir lo que, en la Tierra,
causa tan catastróficos efectos. Ellos cuentan, además, con un vasto sistema de
detección y control de los más imperceptibles movimientos de la corteza de su
astro. Tal sistema, ampliamente repartido en las entrañas mismas del subsuelo,
observa y verifica, constantemente, el desarrollo de las fuerzas que pueden
generar los movimientos. Y si tenemos en cuenta que esos hombres poseen el
sexto sentido, o sea la clarividencia, no nos extrañaremos que puedan conocer
con mucha antelación las causas generadoras de toda clase de alteraciones hasta
en los más recónditos lugares del interior de su mundo, pudiendo también,
aplicar a tiempo, las formidables fuentes de fuerza y de energía por ellos
dominadas, en los sitios y momentos que sea menester para detener un proceso,
modificar una determinada tensión, o neutralizar en ciertos lugares peligrosos
índices de la continua actividad volcánica de su mundo ...
Se ha dicho, anteriormente, que esa raza de superhombres alcanza
promedio de vida equivalente a varios siglos de los nuestros. Trataremos de
explicar algunos aspectos relacionados con este punto. Tan prolongada
longevidad obedece a una serie de factores, muchos de ellos que todavía
desconocen la mayor parte de los hombres de la Tierra. Es lógico el que la
mayor sabiduría sea la base de todos los demás. La experiencia y el estudio, a
través de los miles de siglos de existencia de su civilización, les dan el
conocimiento perfecto de las íntimas relaciones entre su cuerpo y la naturaleza
toda que los rodea. El funcionamiento de todo su organismo es conocido, al
detalle, hasta por los niños. En ello influye, naturalmente, de manera notable
aquel sexto sentido al que nos hemos referido varias veces.
La clarividencia, al permitir ver los más ocultos planos de la
materia y, además, los niveles de vida superior a la vida física, o sean los
correspondientes a ese plano de la Naturaleza que ya, en la Tierra,
empezamos a estudiar y calcular con el nombre de “la cuarta dimensión”,
los pone en condiciones de ver cómo se desarrollan todos sus procesos vitales,
y si en algún sitio de su cuerpo se está generando la causa de un desequilibrio,
de una alteración metabólica o de cualquier otro orden. Pueden controlar, en
todo momento, el funcionamiento de sus aparatos digestivo, circulatorio, respiratorio;
de la maravillosa red del sistema nervioso, o de las más pequeñas células de su
cerebro. Así pues, aprenden desde la infancia a conocer y controlar
personalmente cómo, por qué y para qué, trabajan todas las partes, todos los
mecanismos de su cuerpo, y pueden, por tanto, escoger, sabiamente, las substancias
más apropiadas que requiera para su conservación.
De ello se desprende que lleven un régimen de vida especial, una
dieta alimenticia científicamente controlada y la abstención de cualquier elemento
peligroso o impropio para el superior desarrollo integral de todo su ser. La
mayor parte de sus alimentos provienen del reino vegetal; pero utilizan,
también una serie de productos químicos de origen mineral que, en conjunto
balanceado, mantienen en perfectas condiciones todos los órganos del cuerpo
físico, aumentando su vitalidad y reforzando hasta límites increíbles la
energía de su cuerpo etéricovital, para la máxima captación de las energías
provenientes del Cosmos ...
Así logran, por ejemplo, mantener secularmente limpio todo el
sistema vascular, evitando la tan común esclerosis que entre nosotros afecta
desastrosamente nuestras venas y arterias y que es, en realidad, la causa
principal de la vejez. Para ello, todos los adultos, a partir de una edad
equivalente a nuestros cuarenta años, se someten a un tratamiento especial que
consiste en la administración de pequeñas dosis de una esencia vegetal
proveniente de una planta que Pepe no recuerda haber conocido en la Tierra.
Se trata de una especie parecida a algunas cactáceas, de hojas pequeñas y
carnosas, de color entre verde y azulino, la cual es cultivada en invernaderos
especiales, con muy poca luz y a temperaturas constantes que no deben
sobrepasar los 30 grados cent. ni bajar de los 22 grados cent. El líquido esencial
extraído de estas hojas después de un delicado proceso químico, es inyectado
por vía endovenosa, en dosis mínimas, durante un periodo de quince días, en los
cuales el paciente guarda absoluto reposo en hospitales del Estado, en los que recibe
una dieta alimenticia de equilibrio constante con relación a las reacciones que
se van observando y que nunca duran más de los mencionados 15 días. Mediante ese
tratamiento, que se repite una vez cada año, todo el sistema vascular es “limpiado”
íntegramente de impurezas y los tejidos que forman dichos conductos, hasta en
los vasos capilares, renuevan su elasticidad y lozanía. La mencionada substancia,
además, contribuye igualmente a la depuración renal impidiendo la formación de
posibles cálculos.
También se dijo, ya, que en Ganímedes hacía muchos
siglos que dejaran de existir las dolencias por origen microbiano. Desde hace
algunos milenios, todo tipo de bacteria, virus, o cualquiera otra forma de
gérmenes patógenos, había sido eliminado totalmente. Por lo tanto no existen
allá ninguna de las enfermedades que entre nosotros son comunes. Y si tenemos
en cuenta que la alimentación es sabiamente administrada y controlada, según lo
ya explicado, llegamos a comprender cómo la salud estable y perfecta puede
alcanzar índices hasta de 95% del total de la población. La mayoría de los
casos, dentro del 5% restante, obedecen por lo regular a situaciones de
emergencia, accidentes fortuitos de carácter imprevisible que por lo general
requieren tratamientos de tipo quirúrgico.
Y en este campo, como en el de la medicina general, han llegado a
logros verdaderamente milagrosos. Baste decir que pueden reemplazar cualquier
órgano del cuerpo, no con substitutos desechados de cadáveres, como se está
comenzando a ensayar en la Tierra, sino con órganos nuevos “fabricados”
(valga la expresión) a base de una pequeña porción, mínima porción, del mismo
órgano que requiera reemplazarse. En otra parte de este libro se dijo que
poseían un séptimo sentido: el del “Verbo Creador” y que con él
podían actuar sobre todas las formas de materia y, aún, sobre los elementos de
la naturaleza... Supongo la expresión de incredulidad que mostrarán muchos al
leer esto... Pero no olvidemos que hace dos mil años, en la vieja Galilea, la
voz potente y divina de Jesús el Cristo, fue obedecida, varias veces, por los
vientos y el mar, por las aguas que se transformaron en vino, o por los ojos y
los oídos muertos de muchos enfermos de ese entonces; y aún más, por todos los
órganos, ya descompuestos, de su discípulo Lázaro...
Muchos se reirán el leer esto, y la mayoría pensará que es pura imaginación
o exceso de misticismo ciego. Porque los que ignoran las grandes verdades
cósmicas, proceden lo mismo que lo que hubiera hecho nuestra humanidad del siglo
pasado, si les hubiesen hablado de la televisión, de las computadoras
electrónicas o de nuestros actuales viajes a la Luna. Para seres acostumbrados
a vivir en un mundo con sólo tres dimensiones y cinco sentidos, que únicamente
alcanzan a percibir y conocer la vida física dentro de esas tres dimensiones,
pasa lo mismo que sucedería a un ser que, supuestamente, siendo inteligente y
pudiendo razonar, viviese, por ejemplo, una clase de vida igual a la existencia
de los peces. Si solamente puede apreciar las formas de vida submarina, sin
alcanzar jamás a conocer el mundo terrestre que se extiende más allá de su
mundo acuático, es lógico que aquel ser tan sólo pensaría de la vida según las
condiciones reinantes en ese mundo acuático por él conocido. Para ese ser
imaginario, como para los peces, todo el universo, todas las formas de vida y
todas las posibilidades de existencia quedarían reducidas a las de los seres
que habitan en el fondo de los mares...
¿Cómo puede nuestra humanidad opinar certeramente sobre mundos y existencias
que trasciendan a la cuarta, la quinta, o superiores dimensiones; sobre condiciones
de vida, de conocimiento o de poder, a través de sentidos superiores a los
cinco por nosotros conocidos... ? ¿No estaríamos procediendo, en verdad, como aquel
ser imaginario del mundo submarino?
Pero aún en nuestra Tierra hay algunos que lo saben,
que han logrado penetrar, conscientemente, en esa “cuarta dimensión”,
y que, por tanto, están capacitados no sólo para comprenderla sino para llegar
a comunicarse y hasta “trabajar” en contacto con las entidades de
ese Plano. Esto, que es común y normal en la humanidad que habita Ganímedes,
da lugar a otra consecuencia directa de la vida en la cuarta dimensión: para
los seres que pueden actuar, consciente y regularmente, en ese plano de la Naturaleza,
deja de existir la muerte, según el concepto que de ella tenemos en la Tierra.
Pero tan trascendental aspecto de la Vida, requiere para su
comprensión, un mayor análisis y una explicación más detallada. Trataremos de
conseguirlo en el próximo capítulo...
El Reino de
Munt
Su Organización
Política, Social y Económica
Hemos visto que la humanidad establecida en el satélite del
planeta Júpiter conocido por nosotros con el nombre de Ganímedes,
denomina a su morada sideral como “REINO DE MUNT”. Consideramos
interesante saber el origen de tal nombre, porque también contribuye, en cierta
forma, al conocimiento del pasado de esa raza y a la comprobación del
desarrollo evolutivo de la misma, que en algunos aspectos podremos comparar con
el de nuestra humanidad.
La tradición
histórica de ese pueblo nos refiere que, hace más de diez mil años de los
nuestros, cuando todavía existía el Planeta Amarillo al que hemos hecho mención
en otros pasajes de esta obra, y que, al desintegrarse, diera lugar al “Cinturón
de Asteroides” que hoy gira en torno al Sol entre las órbitas de Marte y
Júpiter, los habitantes de aquel planeta se repartían entre los dominios de dos
grandes reinos, o imperios, que en el transcurso del tiempo, después de etapas
remotísimas en las cuales existieran otras divisiones estatales, o naciones,
que en largos períodos de luchas y guerras, llegaron a unificarse en aquellos
dos grandes bloques o potencias, las que habiendo alcanzado un notable adelanto
en todos los aspectos de su civilización, poseían ya los secretos de la
Naturaleza que hoy tenemos en la Tierra y comenzaban a utilizar el sexto
sentido y todas las fuerzas derivadas del mismo.
Alcanzaban ya
al dominio del espacio y habían desarrollado modelos de astronaves que, sin ser
tan perfectas como las actuales, eran más poderosas y versátiles que las que
hoy tenemos en la Tierra. Con ellas pudieron visitar diferentes mundos en
nuestro sistema solar, conociendo desde tan remotos tiempos, la constitución de
los planetas y satélites y las formas de vida o existencia que en ellos se
desarrollaban.
Uno de esos
grandes imperios, el originario de la raza que hoy reside en Ganímedes, era
gobernado entonces por un gran rey, de nombre Munt, hombre de sabiduría
excepcional y notables poderes suprafisicos, quien era asesorado por un consejo
de sabios y evolucionados maestros, impartiendo a su pueblo una amorosa y
patriarcal dirección. Ambos reinos vivían, ya, dentro de un equilibrio de
fuerzas que diera por resultado una larga etapa de paz y de común
entendimiento, porque sabían que su poder y sus formidables medios de ataque
ocasionarían la aniquilación total en el problemático suponer de un choque
entre ambos.
El Rey Munt,
que alcanzara una existencia equivalente a varios siglos de los nuestros, llegó
a conocer con mucha anticipación, el tremendo cataclismo cósmico que se estaba
gestando en las entrañas de su planeta. Asesorado por los otros sabios de su
elevado Consejo, comprobó en el plano físico y en los otros planos suprafisicos,
la exactitud de sus cálculos y sus apreciaciones, llegando a fijar
matemáticamente las fechas en que se realizaría el terrible fenómeno. Su
extraordinaria longevidad, pues aún estaba joven, relativamente, le permitieron
elaborar todos los planes y tomar todas las providencias necesarias para
evacuar a los habitantes del Planeta Amarillo antes de la catástrofe. Esta iba
a producirse un siglo después.
Munt y sus
colaboradores inmediatos contaban con tiempo suficiente. Entre los mundos
visitados por ellos en nuestro sistema planetario, fue escogido el gran
satélite de Júpiter por su mayor cercanía, por las condiciones ambientales
fáciles de acomodar y dominar, por las fuentes inagotables de fuerza y de
energía que la sabiduría de esos hombres descubrieran allá y, también, por
encontrarse totalmente deshabitado. En comparación con nuestro planeta, de
tamaño mayor pero mucho más lejano, esas dos facetas resultaron decisivas en la
elección de un nuevo mundo, una nueva morada para establecerse, en la que su
raza pudiera continuar desenvolviéndose con entera libertad y sin los
inconvenientes, molestias y riesgos de todo orden, muy en especial en el campo
de la supremacía de niveles evolutivos. La distancia mayor y la existencia en
la Tierra de ese entonces de una humanidad tan primitiva y atrasada en todos
los niveles de la Vida, fueron de gran importancia para la decisión final que
hizo de Ganímedes la nueva morada de esa raza. Debemos pensar que en tan
remotas épocas nuestra humanidad se encontraba en la Edad de Piedra...
En los cien
años más o menos de que disponían los hombres de Munt, se trabajó intensamente
en los preparativos de la total evacuación. Aquel sabio rey comunicó todo eso a
su colega reinante en el otro imperio. La tradición no explica los motivos que
influyeran en los hombres de ese otro reino para no hacer caso a las
previsiones de Munt. Tal vez una menor sabiduría que les impidiera comprobar,
por ellos mismos, la veracidad de los fenómenos que se gestaban en las entrañas
del planeta.
¿Se dejaron,
quizás, tentar, por la ambición de ser los únicos dominadores de ese mundo?
Sólo Dios lo sabe... Así pues, en aquel lapso de un siglo, Munt y su pueblo
fueron estableciendo bases en el satélite de Júpiter; acondicionando las
primeras zonas elegidas para su posterior establecimiento; construyendo la
numerosa flota de astronaves en que evacuarían a la gente y a todos los
implementos y equipos necesarios para el traslado de su civilización al nuevo
mundo... Cuando se acercaba la fecha prevista, ya en él estaba trabajando,
paciente y disciplinadamente, la mayor parte de los habitantes del reino.
Cuenta su tradición que el sabio Munt hizo varios esfuerzos por convencer a los
gobernantes del pueblo vecino. En la centuria transcurrida habían fallecido muchos
de los principales consejeros antiguos de ese país, y el mismo rey era nuevo.
La fraterna y sapientísima intervención de los enviados de Munt no obtuvo mayor
crédito. Así llegó el momento en que abandonaron el Planeta Amarillo las
últimas escuadras de astronaves, conduciendo el Rey Sabio, a todos los altos
miembros de su gobierno y a los postreros pobladores de su vieja patria... Reza
la tradición que, algún tiempo después, no más de un mes de los nuestros,
llegaron hasta ellos algunas astronaves del otro imperio. Conducían a técnicos
y pobladores que habían huido despavoridos, y que explicaban que en ese planeta
se estaban produciendo gigantescos terremotos y explosiones volcánicas nunca
vistas; que el terror dominaba en todas partes y que la confusión y el pánico
eran generales. Así las cosas, un día pudieron contemplar, desde su nuevo
mundo, como aumentaba desmesuradamente el brillo y la magnitud del lejano
planeta. El fenómeno aumentaba, el destello cada vez más grande, iba igualando
al del sol (fenómeno conocido por nuestros astrónomos como
"supernova") y, poco después, llegaba hasta el satélite de Júpiter un
sordo rumor que venía del espacio, como el de una remota y extensa tempestad.
El espectáculo sideral duró dos días. Al cabo de ellos, aquel resplandor
inusitado y aquellos rumores cesaron por completo. El Planeta Amarillo había
desaparecido del firmamento. La sabia predicción del Rey Munt acababa de cumplirse...
Refiere nuestro amigo Pepe que los hombres que en Ganímedes
lo están reeducando, le manifestaron que aquel sabio rey alcanzó a vivir dos
siglos más. En todo ese tiempo se fueron desarrollando las estructuras
fundamentales y las instituciones que habrían de transformar el nuevo mundo,
sobre la base de las que tuvieran en el planeta destruido. Y que todo el pueblo
decidió denominar, a perpetuidad, REINO DE MUNT a su nueva morada
sideral, como homenaje de amor y de respeto hacia el sapientísimo y bondadoso
Maestro y Soberano autor de tan magna proeza...
Ya hemos dicho que en él no existen fronteras. Dentro de nuestro
lenguaje y según nuestros conceptos, podríamos decir que es una sola nación
esparcida en todo un mundo. O, en otra forma, un Estado que abarca a toda la
humanidad de ese astro. El Reino de Munt viene a ser como una
gran comunidad, verdaderamente fraternal.
Algo parecido a lo que fuera, entre nosotros, una comunidad
gigantesca de aquellas formadas por las órdenes religiosas. Pero con desarrollo
y alcances mucho más vastos. Un Gobierno central, de tipo teocrático, rige los
destinos de ese pueblo, formado por una sola raza. Encabeza el gobierno un Soberano
reinante y dos Supremos Regentes, asistidos por un Consejo
Supremo que integran diez Grandes Consejeros del Reino. Tanto el Rey
como sus dos regentes inmediatos, son hombres que han alcanzado la plenitud del
desarrollo evolutivo a que puede aspirarse en aquel mundo.
Su sabiduría y poder, en todos los planos de la vida material como
en los de la vida suprafisica, llegan a niveles imposibles de comprender por
nosotros en la Tierra. Y eso les permite realizar una labor que,
entre nosotros, podría asumir los caracteres de semidivinidad. Pueden trabajar,
simultáneamente, en los diferentes planos de la Naturaleza; ello los faculta
para poder comunicarse y actuar en constante e intimo contacto con todas las
fuerzas y entidades de esos Planos, y por tanto, conocer y
mantener estrecha relación con todos los Planos Cósmicos emanados
y dirigidos desde el reino central de nuestro sistema planetario, el Sol, que,
en verdad, es aquel Reino al que se refiriera Cristo
como “EL SUYO” ... Esto ha de causar asombro y perplejidad; pero
este punto lo trataremos cuando nos ocupemos de la Religión en Ganímedes.
No debe extrañar, entonces, que tales gobernantes impartan una
dirección de tan suprema sabiduría y eficacia, y que simultáneamente, sus
métodos y su conducta sean la manifestación más efectiva y positiva del Amor
Universal, pues trabajan con pleno conocimiento y perfecta aplicación
de cuanto entraña la Ley Cósmica del Amor, lo cual también
explicaremos después, al tratar de la religión.
Dentro de la filosofía, de la doctrina y práctica del gobierno, la
trilogía conformada por el soberano y sus dos regentes, recuerda y simboliza la
Trinidad de Elementos en el Cosmos: Espíritu, Materia y
Energía. El Reyes, al mismo tiempo, Jefe Supremo
del Estado y Sumo Sacerdote, o cabeza visible de lo que,
entre nosotros, conocemos o entendemos por “Iglesia”. La sucesión
al trono en el Reino de Munt no es hereditaria ni electiva: se
verifica por un estricto y minucioso proceso de selección. En un mundo como ése
esto es posible sin el menor riesgo de error o de injusticia. El Soberano,
por sus facultades y poderes especiales, conoce con gran antelación, la época y
la fecha en que habrá de desencarnar. Escoge, minuciosamente, a quienes serán
durante cierto tiempo sus dos regentes. Esto se hace, siempre, dentro de los
demás miembros de su Gran Consejo, los que a su vez, han sido
elevados a tan alta posición, a través de muchos años de trabajo y de esmerada
selección en escalones sucesivos encargados de la administración general de
aquel Estado. Puede pensarse, con la suspicacia y malicia tan
extendida en la Tierra, que tal sistema genere favoritismos,
acomodos, adulación, postergaciones injustas, intrigas y luchas, rencores, y
cuantas formas conocemos de perseguir el favor de los poderosos o para
obstaculizar el progreso de un rival...
Eso sucede en la Tierra, por nuestro atraso en la Evolución,
en el Sendero de la Vida, en este mundo de cinco sentidos y de
potente influencia de la Región Inferior del Astral o Cuarta
Dimensión... Pero en Ganímedes, o Reino de Munt,
todo eso es imposible. Desde las remotísimas edades en que llegaron a alcanzar
el sexto sentido, llegó a desarrollarse, entre ellos, el Sistema de la
Selección Perfecta, de la justa promoción por el trabajo, la ciencia y
la moral de cada uno. Ya hemos dicho que en un mundo en donde no se puede
ocultar nada, ni los propios pensamientos; en que no es posible desfigurar,
tergiversar o encubrir la verdad, nadie puede pretender lo que no le
corresponda, aspirar a lo que no merezca, ni favorecer u otorgar injustamente
nada... Comprendemos que todo esto puede parecer una utopía, un absurdo fruto
de la imaginación o del idealismo, ingenuo, de un escritor.
No dudamos que la mayoría pensarán de tal modo. ¿Cómo puede
pretender tan bellas realidades, tan elevados niveles, una humanidad que pese a
sus notables conquistas en el orden científico y técnico, vive aún en estados
tan deprimentes de moral, de psiquismo y de espiritualidad?
Continuando con el tema de este capítulo, debemos explicar que la
sucesión al poder supremo en ese reino se decide con bastante antelación a la
fecha en que terminara la existencia material del Soberano. Se ha
dicho que sus dos colaboradores inmediatos, los Regentes,
habiendo subido, peldaño por peldaño, los diversos niveles administrativos del
reino, alcanzan la máxima expresión que la vida en ese mundo puede ofrecer,
junto al Soberano. Este, a su debido tiempo, designa entre ellos
al que lo sucederá. Debe tenerse en cuenta que esa trilogía gobernante, al detentar
la máxima sabiduría y poder en la variedad de planos cósmicos en que trabaja al
llegar a tan altos cargos; domina también el secreto de la longevidad. Y de tal
suerte el futuro soberano es preparado adecuadamente para asumir su puesto en cuanto
muera en el mundo físico el cuerpo inferior de su antecesor. Pero ya explicamos
anteriormente cómo es el fenómeno y de qué manera esa humanidad sigue comunicándose
y conviviendo en la Cuarta Dimensión con los Egos
desencarnados.
Así el anterior Rey sigue ayudando y asistiendo al
nuevo, durante un tiempo, en todos los problemas en que éste lo requiera.
Los puestos de Regentes, y de Grandes
Consejeros del Reino, son vitalicios, por la misma razón de haber sido
seleccionados, progresivamente, entre los más capacitados para ellos de toda la
población. Cada uno de los diez Grandes Consejeros encabeza, como
jefe superior, un Consejo Funcional integrado por diferentes
grupos de asesores administrativos, y entre aquellos se reparte la atención,
dirección, y control general de todas las actividades del país, o en este caso,
mundo. Para ello todo el territorio está dividido en gobiernos comunales
urbanos encargados de atender lo correspondiente al desarrollo de la vida en
sus diferentes aspectos en la respectiva zona. Estos son los valles a que nos
referimos en capítulos anteriores. En la intrincada red montañosa que cubre
toda la superficie del astro, las múltiples planicies encerradas entre las
estribaciones de tan complicado sistema orogénico son los centros de actividad
humana del reino. En cada valle se asienta una ciudad, más o menos grande según
las áreas disponibles, con su correspondiente zona agrícola y el respectivo
sistema hidráulico proveniente de un reservorio natural o artificial que abastece
de agua a dicha región. Cada valle constituye, además, un centro de producción
industrial, y está regido por uno de aquellos gobiernos comunales, integrados a
semejanza del gobierno supremo central por un gobernador, dos subgobernadores y
un comité o consejo administrativo, cuyos miembros dependen de la importancia
que pueda tener el territorio bajo su mando. Estos gobiernos comunales tienen
bastante parecido con nuestras municipalidades; pero sus alcances, atributos y
poder son mucho mayores, pues en ellos abarcan el control general de todas las
actividades de su región, siendo dependientes y responsables, a su vez ante el
Supremo Consejo del Reino, por intermedio de los grandes consejos
funcionales que ya hemos mencionado, según sean los asuntos a resolver.
La economía general de ese pueblo depende exclusivamente del Estado.
La planificación, organización y desarrollo de todas las formas de trabajo y
producción son absolutamente estatales. Todas y cada una de las diferentes
actividades en que se desarrollan la vida en ese mundo son minuciosamente
estudiadas, planificadas, estructuradas, dirigidas y controladas por organismos
del Estado, enfocándolas hacia el más perfecto y amplio fin de
asegurar a todos el mayor bienestar, la satisfacción total de sus necesidades y
el desenvolvimiento de una existencia exenta de preocupaciones, en un nivel de
vida que garantice la dignidad más elevada, la armonía más completa y la paz
del espíritu y del cuerpo tan cabalmente equilibradas, que de todo el conjunto
se derive la felicidad colectiva y personal del pueblo.
La Civilización
de Ganímedes
La Cultura y la
Moral en ese Mundo
Con todo lo expuesto en la segunda parte de esta obra, podrá el
lector comprender más fácilmente las profundas y notables diferencias que
separan nuestra civilización de aquella raza de superhombres. Muchas de tales
diferencias obedecen, en verdad, a la posesión por ellos de ese sexto sentido
que hemos venido explicando. La clarividencia y clariaudiencia, natas en todos
los habitantes de Ganímedes, han permitido el logro de adelantos
sorprendentes en infinidad de aspectos de la vida en su astro, y sus favorables
influencias norman y fundamentan métodos, sistemas e instituciones en el amplio
panorama de la convivencia y desarrollo de todas las actividades en aquel
interesante satélite de Júpiter.
Las ventajas derivadas de tal estado evolutivo, alcanzado por
ellos a través de los muchos milenios que nos llevan de adelanto, se
manifiestan en todos los aspectos de su vida desde la más tierna infancia. A
este respecto, es triste comparar cómo transcurren los años para nuestros niños
y los de Ganímedes. Mientras acá, especialmente en los últimos
tiempos, estamos envenenando el alma infantil de nuestros hijos, con espectáculos
de cine, televisión y otros, que en su mayoría no muestran sino la barbarie de
las guerras, la violencia y el crimen de argumentos policiales, las groseras
costumbres y los brutales métodos siempre encaminados al delito, de los dramas
tipo western norteamericanos; y para sus juegos y distracción les
proporcionamos juguetes y artefactos que representan las armas asesinas y toda clase
de aparatos más o menos enfocados al afán de destrucción. Mientras en la gran
mayoría de los hogares populares en todo el planeta, los ejemplos que esos niños
contemplan son, casi siempre, de vicio, de bajeza moral y de violencia; y en otros
hogares, de condición social y económica más elevadas, muchas veces encuentran
el abandono de sus progenitores, preocupados por una serie de compromisos, intereses,
frívolas vanidades o secretos vicios y contubernios...
¿Qué podemos esperar de criaturas educadas en tal forma? ¿Hemos de
culparlos a ellos por el mal que, después, hagan? ¿No somos nosotros, sus
padres y maestros, los que deformamos esas almas tiernas, con nuestro proceder,
nuestra torpeza o egoísmo, nuestra inconsciente frivolidad o la satisfacción,
criminal, de vicios y aberraciones, muchas veces ocultos pero, no por eso menos
malignos? ... No quiero seguir adelante con tan vergonzoso panorama. Todos
sabemos, muy bien, cómo es nuestra humanidad y cómo se vive en la Tierra...
En cambio, esa raza que habita Ganímedes, contempla
desde la cuna los más bellos y amorosos ejemplos; hasta en sus juegos y
distracciones infantiles están presentes valiosas enseñanzas, útiles
demostraciones de lo que es el mundo que los rodea y cómo aprovechar, más
tarde, las lecciones que jugando han aprendido.
El hecho de ser clarividentes y clariaudientes desde que nacen,
les permite avanzar con mucha mayor rapidez en su desarrollo cultural. Y en los
primeros siete años de su vida, muchos de sus juegos y variadas formas de
distraerlos, son empleados por los padres como complementos de un amplio, sabio
y paulatino método de enseñanza y de instrucción. Daremos algunas muestras que
ilustren mejor, este punto: Siendo poseedores de aquel sexto sentido, su visión
y audición abarca, al mismo tiempo, su mundo físico, la porción etérica, y la
cuarta dimensión. De tal manera, una de las primeras preocupaciones de los
padres es la de explicar, pacientemente, el rol de cada uno de los seis
sentidos (porque el séptimo sólo se desarrolla en ellos al llegar a la edad
adulta) y muy especialmente cuanto se relaciona con el sexto.
Porque, igual a nuestras escuelas iniciáticas, la variedad de
aspectos, fuerzas y formas, en constante movimiento y continúa mutación, en ese
mundo astral o cuarta dimensión, es fácil de ocasionar terribles confusiones,
peligrosas reacciones de orden psíquico y mental y hasta daños en el organismo
fisiológico. Así los niños de Ganímedes aprenden desde la más
tierna infancia a utilizar aquel “tercer ojo”, a identificar fuerzas y seres de
ese plano astral o del alma, y a diferenciar las causas y efectos de esa cuarta
dimensión en sus relaciones con el mundo físico. Este adiestramiento paulatino,
con un instrumento de tal poder, los coloca en situación de adelantar
rápidamente en el conocimiento de todas las materias básicas de su primera
instrucción, y permite a los padres educar a sus hijos con métodos altamente
objetivos, pues la enseñanza va unida a la práctica, la que es facilitada en todo
momento y todas las circunstancias, por aquel sexto sentido.
Hemos dicho que muchos de los juegos son, también, provechosas
lecciones. Lo comprenderemos mejor con un ejemplo: Entre la multitud de
seres que pueblan la cuarta dimensión, están las diferentes categorías y
especies de “Espíritus de la Naturaleza” como ya se dijo. Muchos de ellos
asumen formas bellísimas y son accesibles al ser humano, cuando éste les
demuestra su bondad y simpatía. Para darnos una idea de algunos de esos
seres, recordemos una de las más hermosas y profundas películas de Walt
Disney: “Fantasía”. Los que la hayan visto recordarán algunas
escenas, como las de las flores en que brotaban diminutas hadas, luminosas,
gráciles, con rápidos y armoniosos movimientos en una danza maravillosa, al
compás de las dulces melodías, en un conjunto esplendoroso de luz, de gracia y
de belleza. Para quienes conocemos de estas cosas, esa obra de Walt Disney
no fue sólo fantasía, como parece indicar su nombre: Walt Disney tuvo
estudios Rosacruces, sabía el fondo oculto de lo que estaba
haciendo, y esas escenas son iguales a lo que el sexto sentido nos descubre
cuando visitamos muchos prados...
Los niños de Ganímedes, en tales condiciones, con su
pureza y bondad atraen la simpatía de esos seres y juegan con ellos a menudo,
aprendiendo a tratarlos, ganando su amistad y preparando, así, el camino que
más tarde, cuando llegan a mayores, les permite utilizar todas las fuerzas de
la Naturaleza, porque esas fuerzas en la cuarta dimensión asumen
las más variadas formas, pero están siempre dispuestas a obedecer, como fíeles
servidores, a quienes las conocen y poseen el poder y la sabiduría necesarias
para su manejo. Esto explica, ahora, con mayor claridad, aquel pasaje de la
segunda parte en que nos referirnos al episodio bíblico en que los vientos y el
mar obedecieron la orden de aquietarse, impartida por la divina y poderosa voz
de Cristo...
La educación de los niños, y los métodos y sistemas de instrucción
en ese mundo, ofrecen marcadas diferencias con los nuestros. En primer lugar,
entre ellos no existe, propiamente, la primera etapa escolar conocida en la Tierra
con varios nombres: primaria, básica, academia, etc. Esta fase inicial de la
instrucción general corre a cargo de los padres, directamente, en forma
combinada con la educación familiar, a fin de impartir los conocimientos
básicos al niño al mismo tiempo que se moldea su alma y su mente. Este período,
por lo común, dura hasta una edad de siete a ocho años de los nuestros, en que
el hijo se encuentra, enteramente, en las manos de sus progenitores, siendo
éstos sus primeros maestros. Esta labor, mayormente, es realizada por la madre,
interviniendo el padre en las horas que su trabajo diario le permitan.
Debe tenerse en cuenta que en Ganímedes no existe un
sólo analfabeto ni un ignorante. Esto no es concebible allá. Hombres y mujeres reciben
la misma instrucción, alcanzan los mismos niveles culturales, sin distingo de
ninguna clase, y sin costo alguno para ellos, pues todo es proporcionado por el
Estado, según veremos después. Hombres y mujeres trabajan por igual en todas
las actividades de ese mundo. Pero cuando una mujer es madre, se le concede el
cuidar y enseñar al hijo hasta el término de esa primera etapa básica de
instrucción, disponiendo de todos los recursos que el Estado le proporciona,
como si estuviera desempeñando su cotidiana labor, porque en ese período se
convierte en maestra madre de un nuevo ser cuya moral, inteligencia y
desarrollo previos merecen de todos el más prolijo cuidado. Siendo esmeradísima
y de una amplitud que en la Tierra no alcanzamos, la educación que todos los
habitantes de ese mundo reciben, es fácil de comprender este aspecto en el que
los padres, en especial la madre, son los primeros profesores, en el largo
recorrido cultural de esa raza. Y los métodos de enseñanza, particularmente en
esa primera etapa, son eminentemente prácticos y directos. Para ello el sexto
sentido ofrece incalculables ventajas.
Los niños aprenden jugando. Muchos de sus pasatiempos son otras
tantas lecciones que la madre aprovecha para instruirlos. Así por ejemplo, todo
lo relacionado con la anatomía, la fisiología, el funcionamiento general de los
órganos internos, de los sistemas digestivos, circulatorio, nervioso,
respiratorio; de los complicados mecanismos y funciones cerebrales, glandulares
u otros, al poder ser vistos y apreciados con toda claridad y en cualquier
momento, constituyen un motivo de entretenimiento para ellos, a la par que
utilísimas lecciones que jamás se olvidan y que vienen a ser la base para
estudios superiores, que, más tarde, convertirán a esos hombres en los propios
cuidadores de su salud, o en médicos especializados capaces de realizar verdaderos
milagros en comparación con nuestra medicina terrestre.
Así sucede en todo lo demás. Una forma común y general de
aprovechar los días de descanso, que allá equivalen a dos y medio de los
nuestros, son los paseos campestres y los viajes de placer. En ellos toma parte
toda la familia, constituida casi siempre por los padres, uno o dos hijos, pues
la descendencia es cuidadosamente controlada, según veremos después, y los
abuelos si es que viven con aquel hijo o hija. Cuando se trata de un simple
paseo, por zonas cercanas a la ciudad de residencia, el grupo familiar utiliza
vehículos colectivos de transporte.
Para estos casos emplean naves aéreas con capacidad hasta de
veinte pasajeros, que hacen el trayecto a los lugares de destino en pocos
minutos. Cuando el plan de esparcimiento contempla un viaje de placer y de
descanso, a mayores distancias, suelen emplear naves del mismo tipo con
capacidad para cincuenta personas. Tales viajes, por lo general, los llevan a
visitar otros valles o centros poblados, pues se debe recordar lo que
explicamos en la segunda parte, o sea que todas las urbes o poblaciones están
concentradas en los miles de valles diseminados entre las estribaciones de esa
intrincada red de cordilleras y montañas que cubre todo el astro. La velocidad
de sus naves aéreas les permite hacer tales viajes, a los más apartados lugares
de Ganímedes, en cortísimo tiempo. Y así puede disfrutar la familia
de los dos días íntegros en su paseo. Esto permite a todos, especialmente a los
niños, conocer y aprender objetivamente cuanto se refiera a lo que, en nuestro lenguaje,
llamamos la geografía, puesto que esa palabra, derivada del griego, se refiere
entre nosotros a la Tierra, y ellos dan a su mundo el nombre de “Reino
de Munt” ...
Con este método y dentro de tal sistema de educación, a la edad
correspondiente a nuestros siete u ocho años, esos niños han aprendido, en
forma indeleble, todos los conocimientos básicos sobre su mundo, su naturaleza,
sus formas de vida y han asimilado, también, una serie de lecciones sobre la
moral y las normas de conducta que habrán de observar en el resto de su vida,
confirmadas con los ejemplos que la convivencia familiar les proporcionan a
cada paso. Porque entre esa raza, el amor, el respeto a los padres y mayores, a
la sabiduría y autoridad de sus maestros y gobernantes, como base de la
síntesis magistral de todos los más altos atributos del alma, y preparación
para el entendimiento de las grandes verdades cósmicas, se aprenden y se
inculcan desde la cuna.
Cuando llega a esa edad, todos, hombres y mujeres, ingresan a lo
que se llama entre ellos “La Shamala”. Este es un período que
alcanza hasta los quince años. Los alumnos en esa etapa, reciben instrucción
general enfocada a definir las cualidades y aptitudes especiales de cada uno, y
desarrollarlas en el sentido más conveniente.
Esto se logra, comúnmente, a la mitad de ese lapso de tiempo: el
resto de esa etapa es dirigido hacia una instrucción especializada
preparatoria, que aproveche las condiciones particulares de cada sujeto,
estimulándolas y desarrollándolas, para conseguir el mejor desenvolvimiento de
su personalidad y el afianzamiento de sus aptitudes predominantes, a fin de
encauzarlo por la senda más adecuada en el futuro desempeño de sus actividades.
Tanto en la etapa “Shamática” cuanto en las posteriores, toda la
instrucción es impartida en centros estatales enteramente gratuitos y bajo la
dirección de maestros especializados, igualmente dependientes del Estado.
Al término de esta segunda fase de la enseñanza, todos los
alumnos, sin excepción, ingresan a los diferentes centros de instrucción
altamente especializada, según las cualidades y aptitudes demostradas por cada
uno en la etapa anterior. En los mencionados centros se les capacita para el más
eficiente desempeño del tipo de actividad escogida, y no salen de él hasta no
alcanzar la más alta calificación.
Obtenido este resultado llega para ellos, sin discriminación de
ninguna clase, el momento quizás más anhelado por todos: el despertar del séptimo
sentido. Esto se consigue dentro de un período en el que se someten a un
adiestramiento especial y muy riguroso, en centros o institutos exclusivamente
dedicados a ello, que requieren la permanencia constante de todos los educandos
a manera de internado, algo parecido a los Lamasterios del Tíbet
o de la India entre nosotros, en los cuales reciben la enseñanza y la práctica
de ejercicios adecuados en medio de la más estricta disciplina. Esto se
comprende, fácilmente, si recordamos lo que al principio se dijo sobre tal
sentido: es el “Verbo Creador” la facultad de influir por el
lenguaje, o
la emisión de ondas sonoras de la voz, en la constitución
molecular de la materia, en las vibraciones de la misma, y por ende el poder de
actuar voluntariamente sobre la “Nota Clave” de todos los
cuerpos, de todas las substancias, influyendo y hasta dominando, en muchos
casos, las mismas fuerzas de la Naturaleza... Recordemos que en
las partes precedentes de esta obra hemos hecho referencia a varios ejemplos históricos
y bíblicos, tales como el famoso caso de la desintegración de las murallas
de Jericó por el efecto de las ondas sonoras de las trompetas
israelitas dirigidas por Josué; algunos de los efectos producidos
en el caso de la destrucción de Sodoma y Gomorra sobre el cuerpo
de la mujer de Lot; varios de los prodigios realizados por Cristo
que ya mencionáramos anteriormente.
Y un poder así no es posible conferirlo a quien no haya
demostrado, hasta la saciedad, una fortaleza moral a toda prueba y una
inteligencia capaz de impedirle cometer el más mínimo error... Por eso, durante
todos los años de su preparación cultural y científica, profesional o técnica,
los integrantes de esa raza superior, están sometidos a una disciplina y a una
modelación cuidadosa del carácter, de la voluntad y el pensamiento, enfocadas
hacia la máxima superación moral, intelectual y mental de todos y cada uno de
ellos. Especialmente es la base moral, sobre la que sustentan, particularmente,
la estructuración total de su civilización.
Antes de estudiar algunos aspectos relativos a este campo,
deseamos mencionar un detalle muy interesante con respecto al sistema de
enseñanza en ese mundo. La instrucción allá se imparte, casi siempre, por
métodos teórico-prácticos simultáneos. Es lógico que en esto influye, también
el sexto sentido. Y en Ganímedes no existen libros ni escritos de
ninguna clase como lo que nosotros conocemos y empleamos. Es natural que así
sea. En un mundo en el que el lenguaje hablado ya no se usa, por ser mucho más
fácil, más rápido y efectivo el comunicarse directa e instantáneamente por el
lenguaje mental, por la lectura simultánea y recíproca del pensamiento, no
tendría, tampoco, razón de ser el lenguaje escrito. Este es reemplazado allá
por un admirable sistema electrónico susceptible de captar el pensamiento y
grabarlo en cintas especiales, indelebles una vez grabadas, que lo reproducen
en toda su amplitud, en imágenes y frecuencias de onda que son proyectadas en
aparatos receptores que nos recuerdan, en cierta forma, a nuestras máquinas
filmadoras.
Así puede retenerse las lecciones, y cuanto material merezca ser
conservado para su reproducción futura. Y esas máquinas son construidas hasta en
tamaños portátiles. Del mismo modo, los documentos oficiales y administrativos vienen
a ser esas livianas y pequeña cintas, en las cuales, junto con lo que llamaríamos
el texto, a manera de firma y sello identificatorios, va impresa la imagen del
autor, dictando el cierre de los mismos. Y ya hemos dicho que, a diferencia de nuestras
cintas magnetofónicas, o nuestras películas sonoro-visuales, aquellas graban
para siempre el pensamiento completo, sin que se pueda alterar en nada el contenido,
posteriormente, lo que implicaría la destrucción total de la cinta.
Por lo demás, nadie se atrevería, ni a pensar, en alterar un
documento, cosa tan común entre nosotros... Ha llegado la oportunidad de
referirnos a la moral reinante en esa raza, base fundamental, como se ha dicho,
de la civilización de Ganímedes.
Al describir la cuarta dimensión y cómo se desarrolla la vida en
ese Plano del Cosmos, percibimos las tremendas fuerzas positivas
y negativas que en él actúan. Y vimos, también, la poderosa influencia que,
constantemente, ejercen en el alma humana. Parecerá redundancia que digamos “Alma
Humana”, pero no es tal. Aunque no tiene mayor importancia para esta
obra, estamos obligados a explicar, de paso, que lo hacemos por el conocimiento
de que los animales, en mundos en que existen como el nuestro, también poseen
alma, o sea aquel vehículo correspondiente a la cuarta dimensión, y son
susceptibles de muchas de aquellas influencias anotadas.
Al mismo tiempo, mencionamos el papel de las diferentes categorías
de seres o entidades superiores, y como se relacionan con los Egos en su
continua evolución. Recordaremos que se dijo que nadie puede pasar de un mundo
inferior a otro superior sin estar debidamente preparado y poseer el vehículo o
cuerpo correspondiente. Vale decir, haber alcanzado las condiciones evolutivas
y vibratorias adecuadas. Este es uno de los factores que, relativamente,
garantizan en Ganímedes, o en cualquier otro mundo similar, el
ingreso o intromisión que dijéramos clandestinamente, de algún Ego no
capacitado para ello. Pero en cuanto a las entidades astrales y a las fuerzas
de esa cuarta dimensión, es diferente. Ellas actúan en su mundo, y en su mundo
o plano pueden afectar a cualquier ser humano encarnado, pues la encarnación
presupone la existencia en un mundo material, aún cuando éste sea del tipo de Ganímedes,
o “Reino de Munt” como ellos lo llaman.
De tal manera, gran parte de la enseñanza, disciplina y cuidados
que reciben todos sus habitantes, están encaminados a conseguir la permanente
seguridad y el perfecto equilibrio de su alma, en los niveles más altos de
conciencia. En esto les ayuda eficazmente su sexto sentido, que en todo momento
les permite descubrir la cercanía de cualquier entidad baja o maligna, pudiendo
alejarla con la fuerza de su mente o, si fuera preciso, con el poder del
séptimo sentido. Hemos dicho que éste sólo es desarrollado cuando finaliza la
etapa de instrucción superior. Esto nunca tiene lugar antes de los veintiocho o
treinta años. Nos referimos al despertar del sentido mencionado. Aún así, puede
mantenerse dicha facultad en un estado latente de mediana expresión, cuando a
juicio de los maestros responsables de ese trabajo, el aspirante no alcance
todavía las máximas condiciones requeridas para el pleno uso de tan formidable
poder.
Por todo ello en esa raza viven una vida de paz, de absoluta
serenidad, bondad y amor... ¿Quién podría pensar en mentir, engañar, traicionar
o estafar a alguien, si los más recónditos pensamientos e intenciones se están
leyendo mutuamente? ¿Cómo puede cometerse algún delito cuando nada queda oculto
ante la clarividencia y clariaudiencia de todos? ¿Cómo podrían
caer en las pasiones comunes entre nosotros, si para llegar a ese estado han
tenido que sufrir las pruebas de cientos de encarnaciones previas, que han
forjado en ellos, no sólo una sólida conciencia con el conocimiento total de su
larga evolución, sino el más amplio y poderoso dominio de todo ese mundo astral
en que se desenvuelve entonces su alma?.. Es así que su reino resulta la
expresión viva de todas las más bellas cualidades concebibles en el alma
humana. Y esto se manifiesta en la familia, en el trabajo, en las relaciones de
unos y otros y, por ende, en toda la organización social, política, económica o
religiosa de ese mundo en que no hay fronteras, ni ejércitos ni policía, como
vamos a verlo en los próximos capítulos de esta obra.
COMO FUNCIONA
ESE RÉGIMEN
Para una mejor comprensión tomaremos un ejemplo del desarrollo esquemático de la Vida de cualquier habitante de Ganímedes. Desde el momento en que la futura madre va a dar a luz al hijo o hija, al ser internada en el centro de salud correspondiente, deja de trabajar en sus obligaciones laborales. Debe tenerse en cuenta que todos, sin excepción, trabajan para el Estado. En el Reino de Munt no existe ninguna forma de trabajo particular. Todas las ocupaciones, todas las actividades, por más variadas que sean, se desenvuelven dentro de organismos pertenecientes al Estado. Así, cualquiera que fuere la ocupación de una mujer, cuando va a tener su primer hijo entra en un nuevo régimen de vida: el de la maternidad y atención de su hogar. A este respecto conviene resaltar que en ese mundo el concepto del hogar, de la familia y de la maternidad son elevadísimos. No es extraño, por tanto, que lo que nosotros llamamos “ciudad capital”, o capital de una nación, tenga allá un término equivalente a “matriz” o ciudad madre de todo el reino. Esto lo veremos con más detalles, después.
Cada zona urbana cuenta con uno o más centros de salud, según sea
el volumen de la población. En ellos la atención y todos los servicios son
enteramente gratuitos. Ahí la parturienta es rodeada de los más esmerados
cuidados pre y post natales. Al retornar a su hogar puede dedicarse con toda
tranquilidad a la crianza y educación del niño que acaba de nacer. Ya
explicamos, en el capítulo referente a la cultura, que los primeros siete años
de instrucción básica transcurren en el hogar bajo la dirección exclusiva de
los padres, especialmente de la madre. Durante ese tiempo, ésta recibe del
Estado todo lo necesario para sí y para su hijo. Esto no quiere decir que se
prescinda del padre. Este trabaja, como siempre, en su ocupación normal, recibiendo
también del Estado cuanto le sea menester para su vida diaria y
la de su familia; pero como ya hemos dicho que tanto los hombres como las
mujeres trabajan por igual, y todo el mundo lo hace para el Estado,
en el período básico de instrucción y educación infantil, la madre es
considerada “maestra” del niño. Debe tenerse en cuenta lo ya
explicado anteriormente. En el Reino de Munt la totalidad de sus habitantes
reciben la más completa enseñanza. Todos, hombres y mujeres pasan por el mismo
proceso que describimos en el capítulo anterior; por tanto, cada madre está capacitada
para ser, al mismo tiempo, la profesora de sus hijos, y esto es muy apreciado
por los sabios dirigentes de ese mundo en que tanto valor e importancia se da a
la conformación moral, intelectual, mental y psíquica del ser humano.
Ello contribuye, además, a reforzar los vínculos de amor, de
comprensión y mutuo respeto de todos en el seno de la familia, considerada en Ganímedes
la célula sustancial y básica de la sociedad humana, fundamento en que están
cimentadas todas sus instituciones. Ese concepto familiar, podríamos decir
patriarcal, domina en todos los aspectos de la vida en el Reino de Munt,
extendiéndose desde el hogar particular hasta los supremos niveles del Estado.
La familia es sagrada para ellos.
Desde la constitución de los hogares, todo su desarrollo y
evolución merecen el cuidado especial de todos los organismos estatales, porque
del seno de la familia, como un crisol de mágicas propiedades, deben salir
todos los seres que encarnen en ese mundo con las hermosas cualidades, con la
superación moral requerida en aquella sociedad, con la educación necesaria para
el absoluto dominio de las bajas pasiones provenientes de la influencia que en
la cuarta dimensión ejercen las fuerzas negativas del Plano Astral
o del Alma. Y a ese fin se encamina, principalmente, aquel primer
período de enseñanza para el que se considera el mejor ambiente el seno del propio
hogar.
El nuevo ser dispone, así, de cuanto le sea necesario para
aprender a vivir en un mundo tan elevado. Y cuando llega a la edad de ingresar
a la segunda etapa, la “Shamática”, todo se lo proporciona
gratuitamente el Estado. No es separado de los suyos. Recibe la instrucción en
centros apropiados, pero permanece viviendo en su hogar. Sólo cuando llega la
tercera etapa, o de especialización, habiendo superado ya la adolescencia,
ingresa en centros de instrucción superior, igualmente del Estado, en los que
se mantiene el mismo régimen de gratuidad absoluta y en los que vive junto con
los demás discípulos, aprendiendo al mismo tiempo que las materias requeridas
por una alta especialización, la rígida disciplina que observan en toda su vida,
los habitantes de ese reino, y la íntima y estrecha confraternidad que une a todos
los seres de ese mundo.
Llegado el momento en que tendrá que trabajar, como todos los
habitantes, hombres o mujeres, el Estado lo coloca en el puesto para el que fue
capacitado. Desde su ingreso, tiene asegurada su vida hasta el día, lejano, de
su muerte física. Desempeña sus labores, en cualquiera ocupación que sea, sin
recibir ni pretender salario, sueldo o remuneración específica de ninguna
clase, porque el Estado le proporciona cuanto necesite para subsistir:
vestuario, alimentación, vivienda, comodidades, transporte, distracciones,
viajes de placer, servicios asistenciales de todo orden, comunicaciones, etc.
están al alcance de todos, en la medida en que los necesiten, en ese intercambio
magistral entre el trabajo de cada uno para el Estado, y la retribución de ese
trabajo por el Estado, proporcionando a todos y cada uno cuanto
le sea menester para el desenvolvimiento de una vida feliz en los más altos y amplios
niveles, de los que no tenemos en la Tierra ni la más remota idea
...
A este respecto cabe señalar un detalle singularísimo de aquella
civilización: en el Reino de Munt no existe el dinero... Esto
puede parecer absurdo para una humanidad como la nuestra. Aquí, el dinero es imprescindible
para todo. Porque sin el dinero no se puede comprar ni vender nada. Nuestro
mundo está encausado hacia el comercio. El comercio domina todos los aspectos
de la vida terrenal, hasta los altos niveles de las relaciones internacionales.
Y en un mundo dividido en multitud de Estados, la moneda es
imprescindible para el intercambio comercial y el desarrollo económico de los
pueblos. Aún más, el comercio ha constituido una de las palancas más poderosas
de nuestra civilización, llegando a motivar los más terribles enfrentamientos
en todos los niveles, desde el íntimo y pequeño de las familias, hasta el
grande de las naciones y los pueblos todos del mundo, que luchan constantemente
por los mercados y las esferas de influencia, generando los conflictos y las
guerras.
El comercio ha favorecido mucho el progreso material de nuestra
humanidad; pero acostumbrando a los hombres de la Tierra a medir
todo en términos de moneda, a negociarlo todo para el usufructo de una riqueza
material, en esa escuela que nos enseña que todo se puede vender y comprar, se
ha llegado, en todas las épocas y en todos los niveles hasta el extremo, muy
común por cierto, de negociar con el honor, con el alma y la conciencia...
En Ganímedes no se compra ni se vende nada. Desde la
más tierna infancia aprenden todos, como axioma, que todas las cosas materiales
de ese mundo, que todos los bienes, frutos y productos pertenecen, por igual, a
todos los habitantes del reino. Ellos los producen y elaboran, y el Estado
los administra y reparte, equitativa y sabiamente, para la perfecta
satisfacción de todos y cada uno de ellos. Y no existiendo allá división de
pueblos.
Siendo una sola humanidad, un sólo pueblo, un sólo Estado
mundial; no existiendo el comercio como acá lo conocemos, la moneda, o el
dinero, no tiene razón de ser, porque la adquisición de cuanto se requiera para
satisfacer las más amplias y variadas necesidades, desde los más diversos
elementos vitales hasta los más pequeños y frívolos, es proporcionado por los
múltiples organismos estatales, que planifican, dirigen, almacenan y
distribuyen toda la producción mundial entre todos sus habitantes, dentro de un
sistema en que basta ingresar en alguno de los múltiples establecimientos de
todo orden, reunir la mercadería que se busca y presentar en el sitio de
control la ficha identificatoria. En ésta, constituida por un material y por un
proceso similar al que describimos en el capítulo de la cultura, figuran todos
los datos concernientes a la persona y centro de trabajo a que pertenece. Tal
ficha es introducida en una pequeña máquina y al instante se tiene la
reproducción de la ficha en una cinta que, en tres ejemplares, incluye la
relación completa de la mercadería llevada. Un ejemplar es entregado al cliente,
otro se remite a la correspondiente central controladora y el tercero queda en los
archivos del almacén. El mismo procedimiento se sigue en todas partes,
exceptuando los servicios de transporte, comunicaciones, suministros de energía
y fluidos hogareños, que se obtienen libremente y sin ningún control personal,
por ser de uso común para todos los habitantes del reino.
Antes de terminar este capítulo, debemos anotar algo más sobre la
constitución social de esa raza. Continuando con el ejemplo del hombre que
llegó hasta la etapa de trabajo, es corriente que los hijos continúen viviendo
al lado de sus padres hasta formar un nuevo hogar. Hemos dicho cómo se destaca
y se magnifica la familia, elevándola a los más altos conceptos en esa
humanidad. De tal manera, la elección de cónyuge es también cuidadosa y
sabiamente enfocada. El absoluto dominio del cuerpo astral o alma, por el
conocimiento y trabajo consciente a través del sexto sentido, permite a todos
superar las comunes manifestaciones del instinto sexual, que en la Tierra
llegan hasta niveles inferiores a los animales. En los jóvenes de Ganímedes
cuando alcanzan la etapa de la pubertad, ya han obtenido toda la instrucción,
en los diferentes planos a que tienen acceso por su sexto sentido, para poseer
el más claro discernimiento y la fuerza volitiva y mental suficientes para proceder
equilibrada, científica y armoniosamente en ese campo. La unión del hombre y la
mujer tienen allá un elevadísimo concepto.
Sus especiales condiciones de clarividencia los alejan de todos
los errores tan comunes en la Tierra en materia sexual. Y siendo
el hogar y la familia verdaderamente sagrados en ese mundo, esa unión siempre
se realiza por amor y con la bendición de los padres, de la Religión y
del Estado. Cuando dos jóvenes se conocen y simpatizan, su mutua
clarividencia les evitan las necias posturas de los principiantes de la Tierra.
La recíproca atracción de dos almas destinadas a juntarse está presente en el
pensamiento de ambos. Huelgan los rodeos y las hipocresías. El engaño y la
falsedad no pueden existir. El amor se manifiesta espontáneo, en toda la
amplitud de dos almas que se ven y que se entienden. Y como la educación y la
alta moral alcanzadas en ese mundo serían incompatibles con los múltiples
desvíos, subterfugios y aberraciones tan comunes entre los seres de este mundo,
al tratarse, comprenderse y amarse con la más elevada pureza de pensamiento,
para su unión carnal sólo necesitan el cumplimiento de los pequeños requisitos
que esa sociedad establece para el matrimonio. Como en todo, allá también se
facilita cuanto es preciso para la felicidad de los enamorados.
Jamás cabe la oposición familiar. La superación moral y fraternal
reinante entre ellos, los alejó hace miles de años de las mezquindades y
torpezas que muchos padres de la Tierra cometen. La lectura del
pensamiento y la visión permanente de la cuarta dimensión evidencian, desde el
principio, si una pareja está capacitada para unirse dentro de los mejores
augurios. Esto lo conocen, personalmente los mismos novios desde el primer momento.
Todo lo demás se facilita lógicamente. Acordado el enlace, este es comunicado a
las respectivas autoridades, civiles y religiosas. Se llenan los trámites
pertinentes para la constitución del nuevo hogar y se realiza el matrimonio en
conformidad con las prácticas litúrgicas y legales que la tradición establece
desde la más remota antigüedad. Nada cuesta nada, ni a los novios ni a sus
padres. El Estado, como siempre, proporciona cuanto es necesario.
La ceremonia nupcial es igual para todos los habitantes del reino: sencilla,
amorosa, rodeada por el afecto de parientes y amigos, como entre nosotros; pero
sin afectación de vanidad, sin distingo de clase, porque allá no existen
diferencias de nivel social, y dentro del marco de una hermosa ceremonia en que
se reúne lo material, lo psíquico y lo espiritual para la bendición efectiva,
no ficticia como en la Tierra, sino materializada con la presencia efectiva de
grandes entidades cósmicas, según detallaremos al tratar este punto en el
capítulo de la religión.
Desde el momento en que se realiza el matrimonio, los nuevos
esposos cuentan con una nueva vivienda, con todo el mobiliario, enseres de
confort y equipos de higiene y para la alimentación, proporcionados por el
Estado, en donde podrán instalar su nuevo hogar al regreso de una etapa de
descanso y de viaje nupcial en que todo se les ha facilitado por el mismo
sistema ya descrito anteriormente. Ha nacido una nueva familia, y el ciclo se
repite, para todos, a través de la sabia y paternal organización de ese reino
de superhombres...
Un Mundo sin
Ejércitos ni Policía
De todo lo expuesto hasta acá se desprende, por lógica deducción,
que en Ganímedes no puede haber ejércitos ni armadas. ¿Cómo
concebir marina en un mundo que no tiene mares? -Ya se explicó en los primeros
capítulos que toda el agua de ese astro está repartida en la multitud de
lagunas, lagos y reservorios existentes en todos los valles. Según la extensión
de cada uno de estos, es mayor o menor el área acuática. Muchos de esos lagos o
lagunas fueron formados por la acción inteligente de los habitantes, a través
de siglos, en su constante expansión por toda la superficie del satélite.
Cuando llegaron a él, como hemos visto, establecieron las primeras bases en el
valle que ha sido luego el asiento de su capital, o “Ciudad Madre”
como la llaman, y en los valles circunvecinos.
El valle “matriz” es uno de los más extensos y
hermosos del país. Rodeado por altísimas montañas cubiertas de nieves perpetuas
y de brillantes glaciares, entre los que elevan al cielo, por lo general celeste
y limpio, sus blancos penachos de vapor ocho majestuosos volcanes. Refieren las
crónicas del reino que en su origen era sólo cinco los volcanes; pero que los
tres restantes fueron abiertos y “fabricados” por ellos, ex
profesamente, para aliviar la fuerte presión interna sobre la corteza de esa
región y para aumentar los coeficientes de fuerzas, energías y materiales que
de ellos obtienen. La planicie en que se extiende la ciudad, bastante grande
pues alberga dos millones de habitantes, puede compararse en belleza panorámica
a algunos lugares de Suiza o del Tirol. Rodean la zona
urbana grandes campos cultivados y frondosos bosques de especies desconocidas
en la Tierra, bordeando un lago de cristalinas aguas alimentadas
por las vertientes montañosas. En los límites cercanos a la ciudad se aprecian
variadas instalaciones, refulgentes como todo en Ganímedes, que
rematan una gigantesca represa.
Dijimos que no habiendo mares, no podían existir armadas. Pero en
aquel plácido y pintoresco lago, como en todos los de mayor o menor extensión,
hay diferentes tipos de embarcaciones: unas grandes, con líneas marcadamente
elípticas y cubiertas chatas, convexas y del mismo acabado rutilante como plata
bruñida que se observa en todas partes; otras pequeñas, de variadas formas,
pero del mismo material que las grandes. Son naves de paseo, colectivas las
primeras y familiares las chicas, para el solaz y esparcimiento de los
pobladores que lo deseen. No son empleadas como medio de transporte porque éste,
en general es de tipo aéreo, y para evitar que las aguas pudieran ser
contaminadas o ensuciadas por tal motivo. En efecto, con las magníficas y
poderosas máquinas aéreas que poseen, todo el transporte de personas y
materiales viaja por el aire. El transporte terrestre sólo se usa entre las instalaciones
subterráneas. En tales casos la propulsión es de tipo eléctrico, pero los equipos
han alcanzado límites verdaderamente maravillosos en cuanto a disminución de
espacio-peso-masa yen multiplicación de potencia.
Ahora veamos lo referente a fuerzas armadas y policiales. Sabemos
bien que los ejércitos son necesarios para resguardar las fronteras de un país,
hacer respetar su soberanía en el orden internacional y, muchas veces, en el
interno. Esto se justifica en un mundo dividido en diferentes naciones. Más en
una civilización extendida por todo el mundo, dentro de un sólo Estado,
¿para qué serviría un ejército?... Aún puede argüirse que por la seguridad
interna de ese Estado. Esto, igualmente, se explica en la Tierra,
por nuestro atraso moral y de otros órdenes... pero ¿en una humanidad como la
de Ganimedes... -Si hemos comprendido los alcances de todo lo que
se ha expuesto, resultaría absurdo, ingenuo, creer que el Reino de Munt pueda necesitar
fuerzas armadas ...
No pensemos, sin embargo, que esa raza de superhombres esté
inerme. ¡Muy lejos de eso! Cuentan con medios pasmosos, en su formidable
adelanto científico y técnico, para dominar, sí lo quisieran, a todos los
mundos de nuestro sistema planetario. Hemos dicho que, desde los tiempos más
remotos, establecieron bases en el espacio, como la que describimos al comenzar
esta obra. Hemos dicho, también, que esas bases, repartidas estratégicamente en
diversos puntos de nuestro sistema solar sirvieron para estudiar y conocer
todos los planetas, extraer y utilizar diversos materiales de varios de ellos,
vigilar y controlar el desarrollo evolutivo de los mismos, y poder cumplir las
misiones cósmicos emanadas del centro gobernante de todo el sistema que hemos
dicho que es el Sol.
Esto mantiene estrecha relación con sus actuales visitas a la Tierra,
como las que efectuaran en otras épocas, en cumplimiento de Planes
Cósmicos a los que nos referimos después, en los próximos capítulos.
Pero en cuanto a la calidad y extensión de ese poder, recordemos lo presenciado
por nuestro amigo Pepe en su primer viaje a través del “Cinturón
de Asteroides” ya narrado... y recordemos, igualmente, el hecho
misterioso y conocido por todo nuestro mundo actual, del fantástico y
gigantesco apagón que sufriera toda la costa oriental de Norteamérica hace
pocos años. En la memoria de todos, en nuestra Tierra, están frescas, aún, las
noticias propaladas a todo el planeta de aquel tremendo e inexplicable
fenómeno. Una noche, súbitamente, cesó de golpe la corriente eléctrica a lo
largo de toda la costa atlántica, desde el norte de Canadá hasta
el sur de los Estados Unidos.