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domingo, 3 de junio de 2018

Un Proyecto Extraterrestre para la Tierra: Jesús de Nazaret, el Enviado.


Un Proyecto Extraterrestre para la Tierra: Jesús de Nazaret, el Enviado.




¿Quién fue realmente Jesus de Nazaret? ¿Podría decirse que intrínsecamente era de origen extraterrestre? Muy probablemente síEn cierta medida, todo se corresponde a un Proyecto perfectamente programado por los seres de las estrellas, millones de años más evolucionados que los seres humanos y llevado a cabo con la necesidad de retomar el rumbo arbitrario que había tomado este planeta.


Si hacemos una abstracción de cómo evolucionaran precisamente los habitantes de la Tierra, pasado un millón de años por ejemplo, nos encontraríamos con una realidad de un mundo establecido como una sola nación, alejado de guerras y hambrunas y en una perfecta colaboración entre sus habitantes.En aquel tiempo los humanos coexistirán con otros seres inteligentes “creados artificialmente” y vivirán en perfecto respeto y armonía con la naturaleza del planeta azul. Los seres humanos viajaran a lo largo de esta y otras galaxias coexistiendo en hermandad con multitud de seres que ahora llamamos extraterrestres; habitantes de otros mundos que compartirán con nosotros los mismos principios básicos y universales: El respeto y expansión de la vida a todos cuantos mundos descubran.

Tecnología, desarrollo social y espiritualidad se moverán equilibradamente en el océano de los tiempos toda vez se hayan erradicado las enfermedades y los humanos se acerquen lentamente a una longeva existencia de miles de años… entonces, en ese escenario, ¿Cuál deberían ser las motivaciones que seres muy desarrollados buscarían?: Sin ninguna duda la propalación de la vida inteligente ya que sería la forma lógica de integrarse en esa Entidad Superior que todos nosotros percibimos como Dios y que algunas de esas civilizaciones extraterrestres llaman Suprema Fuerza Creadora.



El contactado peruano Sixto Paz Wells hace mención a las diferentes jerarquías cósmicas en el orden universal, tal como le explicaron en sus contactos con los habitantes de Ganimedes, satélite de Júpiter.Una estas categorías serían los Vigilantes y Guardianes de los Mundos que monitorizarían la evolución de la vida en los planetas; en otra escala superior se encontrarían los Ingenieros Genéticos, seres cuya evolución próxima a la sexta dimensión serían los encargados de “sembrar la vida” en cuantos planetas les sea posible, previa terraformación y adaptación a las mejores condiciones que puedan darse en un planeta.

Todo ello viene al caso si analizamos el Proyecto para la Tierra” elaborado minuciosamente por civilizaciones extraterrestres, donde tal vez debieron surgir factores imprevistos en la propia humanidad que les hizo actuar de una forma, llamémosla, meticulosa. Tras la catástrofe planetaria delDiluvio Universal, las altas jerarquías en el orden galáctico decidieron, tal vez,impulsar un giro radical a los acontecimientos: Por aquel tiempo, los seres humanos que habían logrado sobrevivir a la catástrofe planetaria idolatraban a infinidad de dioses “carentes de una espiritualidad verdadera”, divinidades  sanguinarias en muchas ocasiones, tal era el caso de Marte, Dios de la Guerra en la mitología romana; Ares el sanguinario dios griego o Inanna en Mesopotamia; dioses sedientos de holocaustos que irremediablemente“llevaban a los seres humanos hacia un abismo existencial a través de conceptos incompatibles con la propia existencia”.



Viendo toda aquella hecatombe que se venía encima, los seres de las estrellas que en aquel momento tutelaban la Tierra señalaron a “Israel como pueblo elegido” donde siglos después hiciese su aparición la figura de Jesus de Nazaret, un ser suprahumano quien impulsaría definitivamente un concepto universal que persiste hasta nuestros días: La existencia de un solo Dios, una Entidad Creadora  generadora de una fuerza infinita: el amor, la esencia que lo impregna todo, un lugar hacia dónde ir, ese horizonte donde los seres humanos habrían de buscar…
Igualmente, los extraterrestres, a través de profetas como Ezequiel o Daniel fueron previamente inculcando en nuestro planeta el pensamiento de la existencia de ese Dios que se hallaría por encima de todas las divinidades ideadas por el hombre, un Dios omnipresente, omnisciente y omnipotente generador de la vida en el inicio de la Creación.

Tiempo después a los profetas antediluvianos, Moisés se encargaría, durante el Éxodo, de guiar al pueblo elegido desde las tierras de Egipto donde se hallaban esclavizados hacia la Tierra Prometida, afianzando en los judíos la idea de Jehová como Dios Único: Sin embargo habría que destacar que el Jehová que adoraban el pueblo de Israel miles de años atrás, era en realidad“el grupo de aquellos mismos extraterrestres quienes desarrollaban ese Proyecto de evolución para la Tierra”; si bien es cierto, que en muchos casos Jehová “ejecutaba los designios divinos” con una crueldad que nos dejaría espantados en la actualidad pero que en aquel tiempo representaban la fuerza, el poder de Dios que todos debían respetar y jamás apartarse de Él,creyentes que debían desterrar a “sangre y fuego” la idea de buscar falsos dioses, “becerros de oro” a quienes adorar.

En esta obra de tamaña importancia, previamente a la llegada a la Tierra de un emisario de las altas jerarquías cósmicas, Jesus de Nazaret, requirió necesariamente para ese espíritu avanzadísimo y poderoso de un “cuerpo físico con unas características especiales y sin ningún fallo posible”. Fueron tales los preparativos “para el advenimiento de aquel emisario cósmico”que incluyeron en “la intendencia previa” a los abuelos de Jesus, Joaquín y Ana, así como a la propia Maria.


Si leemos los Evangelios Apócrifos, tanto Ana, la abuela de Jesus, como Maria y dentro de ese proyecto extraterrestre, “habrían sido fecundadas sin ninguna intervención humana”, es decir, “artificialmente” como se desprende de lo recogido en el libro Los astronautas de Yavé, de JJ BenítezIncluso el nacimiento del nazareno en una cueva vino acompañado de fenómenos asociados con mucha frecuencia a la casuística OVNI, tales como resplandores, incluso la paralización del tiempo.

Hechos que pudieran parecernos como fantásticos, “la utilización de un cuerpo humano por parte de una entidad extraterrestre”, se entienden mucho mejor si leemos una pequeña parte de lo recogido en el libro Ricky B, de JJ Benítez, donde un extraterrestre procedente del planeta Acron, explica como tomó posesión del cuerpo de una norteamericana quiensufrió un grave accidente de tráfico en la Península del Yucatán, México.

……………………………………………



Del libro Ricky B, Una historia oficialmente imposible, deJJ Benítez
Esta gran incógnita —una de las más irritantes en mis veinticinco años de investigación del fenómeno OVNI— hizo acto de presencia diez años atrás. En realidad, todo empezó con una carta de mi buen amigo y veterano investigador Ignacio Darnaude Rojas Marcos.

INVESTIGACIÓN SUBSIGUIENTE

…Como decía, en mayo de este año (1997) se han cumplido mis «bodas de plata» con la investigación de los «no identificados». He dado más de cien veces la vuelta al mundo. He interrogado personalmente a más de diez mil testigos. He visto estas naves no humanas» en cuatro oportunidades. Y dispongo, en fin, de una gruesa y privilegiada documentación que demuestra cómo infinidad de civilizaciones ajenas a la Tierra nos visitan, observan y «controlan» desde hace miles de años. Pues bien, este impresionante bagaje informativo ha supuesto, entre otros beneficios, media docena de certezas y un océano de dudas. En mi caso resulta rigurosamente cierto que, cuanto más investigo, menos sé. Pero, como digo, hay algo que sí tengo muy claro: amén de la realidad física de estas «humanidades», estoy convencido de su poderosa, sutil e inexorable «influencia» sobre el comportamiento del hombre. Al menos, sobre los actos y la conciencia de determinados individuos. Seré más preciso. Hace tiempo —mucho tiempo— que sospecho (que sé) que algunas de estas civilizaciones «controlan» o «dirigen» (me fallan las palabras) las vidas de muchos seres humanos. Muchos más de lo que podamos imaginar...


J.J. Benítez, entrevista con la investigadora Ana Luisa Cid.

«Investigar a los investigadores.» Una frase que he repetido sin cesar. He aquí una de las claves para comprender lo que afirmo. Y es en base a ese cúmulo de increíbles «coincidencias» —vividas, por ejemplo, por los auténticos investigadores, los de campo— por lo que me atrevo a creer e insinuar que la historia rescatada por Ignacio Darnaude empezó a ser investigada «en su momento». Antes, servidor debía conocer y penetrar el fenómeno OVNI con mayor profundidad. Y durante casi diez años, en efecto, he sido intensamente «entrenado» para encajar y aceptar lo que, a primera vista, puede parecer un escalofriante relato de la más pura ciencia ficción. Hoy sé que la historia que me dispongo a narrar es perfectamente posible. Pero, también lo sé, sólo unos pocos llegarán a aceptarla. No importa. También lo he dicho en público y en privado: los investigadores ovni estamos haciendo Historia. Investigamos y difundimos para el presente, sí, pero, sobre todo, para los historiadores y la sociedad del futuro.
Y desnudado mi corazón, proseguiré con los acontecimientos, procurando respetar el orden cronológico en que se registraron. Un orden, con su propio «orden» interno, que ratifica esa aparentemente audaz afirmación: «Ellos saben, controlan y dirigen.»

¿Coincidencia? Lo dudo...
Todo en esta historia, insisto, parece mágicamente trabado. Mágicamente planificado. Mágicamente diseñado para que, «en su momento», un investigador, aparentemente por azar, se hiciera cargo del asunto. ¡Cuán ajeno me encontraba en aquel año de 1988 a lo que me reservaba el Destino! A primera vista, al iniciar la construcción de mi definitivo «cuartel general» en el sur de España, sólo estaba haciendo realidad un viejo y acariciado sueño. Pero —ahora lo sé—, en ese traslado se ocultaba «algo» más... Porque, ante mi sorpresa, «Ab-ba», mi nueva casa, sería levantada a doscientos metros escasos de la residencia de verano de uno de los protagonistas capitales del que podríamos denominar «caso Ricky».
¿Coincidencia? Lo dudo...


De los 87.268 kilómetros cuadrados de Andalucía, servidor había ido a «elegir» un remoto paraje en el que, «casualmente», se alzaba el chalet del ingeniero mencionado por Darnaude. De los siete millones largos de andaluces —«casualmente»—, uno en particular, sólo uno, el célebre ingeniero, iba a ser mi vecino... (1).
Y a partir de aquel año clave 1988, los sucesos se desencadenaron. Por razones de buena vecindad, Blanca, mi mujer, y yo terminamos conectando —igualmente por aparente «casualidad»— con dicho vecino. Por supuesto, en esas fechas servidor ignoraba quién era en realidad aquel ingeniero. Apenas sabía nada de él. Quizás lo justo en una incipiente y tímida amistad: se dedicaba a los negocios, era abierto, sin doblez, con un envidiable sentido del humor y, a pesar de sus sesenta años, poseía una excelente forma física y mental.

(1) Quizás en otra oportunidad me anime a relatar las curiosas «coincidencias» que confluyeron en ese año de 1988, así como en 1994, para que se hiciera realidad el añorado sueño de vivir en el sur.

Y llegó 1995. Y con nuestro definitivo traslado a «Ab-ba», las visitas a una y otra casa menudearon. Y fue en una de esas plácidas tertulias cuando, en el «momento justo», surgió la sorpresa. Como ya es habitual en mí —pura deformación profesional—, en una de aquellas conversaciones le interrogué sobre uno de mis temas favoritos: los OVNIS.
El ingeniero sonrió. Y percibí que se tomaba el asunto muy en serio.
—Sí, los he visto —comentó, señalando hacia el mar—. Aquí mismo y en compañía de otras personas...
Le vi dudar. Y al poco, adoptando cierta precaución, lanzó una frase que me puso en guardia.
—Pero tengo una historia mejor...
E invocando nuestra discreción pasó a relatar —muy por encima— la increíble aventura con Ricky.
A los dos minutos, conforme avanzaba en la exposición, me quedé pegado al asiento. Pero no dije nada. Aquella historia me resultaba familiar. Y al regresar a «Ab-ba» me apresuré a consultar los archivos. No me había equivocado. Estaba frente al suceso y al protagonista descritos por Ignacio Darnaude en julio de 1986. ¡Qué «casualidad»!

Y durante meses —hasta octubre de 1995— alterné otras investigaciones con una serie de interrogatorios previos en los que, honradamente, traté de pillar en algún renuncio al paciente y siempre cordial ingeniero. En total, sostuve seis largas conversaciones. Cuatro de ellas grabadas. Y siguiendo una elemental táctica psicológica procuré que cada uno de los interrogatorios se desarrollara lo suficientemente distanciado del anterior como para que, en caso de fabulación, el supuesto testigo cayera irremisiblemente en contradicción. Pero, ante mi desconcierto, las sucesivas versiones fueron siempre impecables, exactas, rigurosamente iguales. En ningún momento acerté a atraparle en mentira alguna. Y una punzante duda me acosó sin contemplaciones.

¿Estaba ante una historia real? Durante mucho De hecho, así me consta, al margen de unas vatiempo, a pesar de la solidez del relato del ingeniero, lujosísimas fotografías tomadas por mi amigo, jamás me negué a creerlo. Era demasiado fantástico...       guardó un solo recuerdo de su aventura amorosa. Ni papeles, ni dirección, ni nombre... Y éste, precisamente, fue el segundo gran obstáculo en la investigación.

Pero una «fuerza» extraña e inflexible fue tirando de mí hasta que, finalmente, me embarqué en la investigación. Sin duda —lo adelanto ya—, una de las más difíciles, complejas, laboriosas y delicadas en las que me he visto envuelto. Una investigación que, por su naturaleza, no he sido capaz de cerrar. Lo reconozco humildemente. Aunque, pensándolo mejor, ¿no he sido capaz o no he querido?


Aunque parezca increíble, el ingeniero no recordaba el nombre ni el apellido de la norteamericana.
Para eso soy un desastre —reconoció una y otra vez—. Además, el nombre era raro...
—¿Y de dónde sacaste lo de Ricky?
Fue la primera vez que la vi. Unos obreros me habían hablado de ella, de una forastera muy guapa que paseaba solitaria por el pueblo. Se alojaba en unos ex-apartamentos de una amiga mía y, me interesé por dicha extranjera en cuanto tuve ocasión, Marta, la dueña de los apartamentos, me confirmó la noticia. Era norteamericana, «muy rara», de una belleza que llamaba la atención y, en efecto, se hallaba sola. Total, que le pedí que me la presentara. Y así fue. A los pocos días, en esta misma casa, mientras jugaba a las cartas con unos amigos, apareció Marta con una de sus hijas pequeñas y la bella extranjera. Y recuerdo que puse a la niña sobre mis rodillas y le pedí que eligiera las cartas. Aquello, al parecer, molestó a la norteamericana y me acusó de «estar corrompiendo a un niño». Cuando le pregunté por qué se limitó a responder que «no debía enseñar juegos de azar a los niños porque eso perturbaba su desarrollo mental». Aquella brusquedad, aquel genio, aquel carácter fuerte no sé por qué me recordaron al protagonista de una película: el sargento Ricky. Y se quedó con el apodo. Desde entonces, siempre la llamé así. Y a ella le hizo gracia.


Pero ya es hora de pasar a la historia propiamente dicha. Buceando en aquellos interrogatorios procuraré hacer una reconstrucción general de la misma, poniendo —de momento— algunos de los hechos y circunstancias claves. El resto de los detalles, en beneficio de una mejor comprensión, irá apareciendo paulatinamente.         
La verdad es que en aquel período de conversaciones previas no todo fue bien. A pesar de los esfuerzos de mi amigo, las fechas del «incidente» aparecían borradas en su memoria. Y por más empeño que puse, que pusimos, por más referencias que buscamos, lo único que terminé sacando en claro es que la breve convivencia con Ricky había tenido lugar «después de la muerte de Franco». No era mucho, pero no me desanimé. Ahora, a los dos años de iniciada la investigación, intuyo que esa laguna mental también encerraba su «porqué». De una forma sutil, el lapsus me obligaría a desplegar toda la «artillería pesada», poniendo a prueba, una vez más, lo que, sin duda, distingue al auténtico investigador: la tenacidad, la constancia y la paciencia.


Pero ¿nunca supiste su verdadero nombre?
Sí, me lo dijeron... Pero no consigo recordarlo. Como te he dicho, era raro...
Ten en cuenta —se cansó de repetir el ingeniero a lo largo de aquellos interrogatorios— que mi relación con ella fue un simple «ligue». Nada serio. Algo puramente circunstancial. Yo estaba divorciado hace muchos años y, sencillamente, aquella extranjera era espectacular...
—Bien, ¿y qué ocurrió?
Esa misma tarde hice un aparte con ella. Le expliqué que regresaría el siguiente fin de semana yque, si le parecía bien, podía venir a mi casa. La verdad es que me quedé prendado...
— ¿Cómo era físicamente?
Rondaba los treinta años. Alta, espigada, cabello largo y negro. Ojos azules, profundos y preciosos. Cara de niña y una figura aparentemente frágil y deslumbrante.
Y al viernes siguiente, entrada ya la tarde, llegó caminando por la playa. Y poco faltó para que se malograra la cita. Yo me encontraba en la planta baja y no la oí llamar. Ricky entró por la parte de atrás de la casa y se dirigió directamente al piso superior. Menos mal que la vi cuando se dirigía de nuevo a la playa... (1).
Y ahí empecé a cortejarla. Salimos a cenar y la aventura se prolongó por espacio de unos dos meses.

En ese tiempo, mi amigo, el ingeniero, empezó a notar «algo» extraño. Al parecer, el comportamiento de su «novia» no resultaba muy normal...
Al principio, si te soy sincero, pensé que era una «gringa» loca. Una extravagante. Sólo tomaba leche y verduras. Mucha leche. Y con la leche, todo un surtido de pastillas. En su apartamento, en un maletín, guardaba más de veinte frascos con medicamentos. Pero no eran convencionales. En cada bote, de color negro, aparecía una etiqueta con algo así como una fórmula química. Ahora me arrepiento de no haberlos examinado con detenimiento.
»A la hora de las comidas siempre teníamos problemas. Cuando me veía devorar un filete la recriminación era fulminante:
«Te estás suicidando, ¿lo sabes?»
Y añadía con una seguridad que me dejaba perplejo:
«Tú tienes un organismo que puede vivir doscientos veinte años. Cuando te comes eso, te estás quitando posibilidades de vida... ¡Estás loco! »

(1) La localidad en la que se encontraban dichos apartamentos —y a la que, desde ahora, me referiré como población «A»— dista unos cuatro kilómetros de la casa del ingeniero.

—Que fuera vegetariana no implica rareza...
Es que había más, mucho más. Su comportamiento, en general, era esquivo. Salía a comprar su leche y se encerraba en el apartamento. Y allí escribía y escribía. Creo que llegué a ver alrededor de cuarenta o cincuenta pequeñas libretas de tapas negras, repletas de una escritura muy menuda. Cuando le pregunté qué hacía respondió que «lo apuntaba todo». La verdad es que su curiosidad era insaciable y sus preguntas muy extrañas.
— ¿Por qué?
Parecía una niña de doce años. De pronto se quedaba mirando a un pino y preguntaba qué edad tenía. « ¿Por qué unas personas se dan la mano y otras se besan? ¿Qué sistema político tenéis en este país? ... »Eran cuestiones absurdas. De un infantilismo tal que llegué a pensar que aquella mujer había vivido recluida durante mucho tiempo. Le fascinaba, por ejemplo, que la paseara en automóvil y que la llevara a los pueblos cercanos. Se quedaba absorta frente a un puesto de pescado. En cierta ocasión, al descubrir en mi casa unas cabezas de mero disecadas volvió a recriminarme, argumentando que «aquella costumbre era horrible».

»En Sevilla, durante una visita turística, se quedó asombrada al ver el gran número de botellas almacenadas en el supermercado de El Corte Inglés.
— ¿Por qué dices que su comportamiento era esquivo?
Era una observadora, pero a distancia. En los restaurantes, cuando salíamos a comer o a cenar, siempre elegía el rincón más apartado. Y se colocaba de espaldas a la pared, de forma que pudiera contemplar a los comensales.
Generalmente, yo venía a visitarla los fines de semana. Pues bien, el resto lo pasaba en su apartamento. Daba largos paseos al atardecer, pero no hablaba con nadie. Tampoco tomaba el sol. Como te digo, se encerraba y escribía.
— ¿Llegaste a leer el contenido de esas libretas?
Tampoco. Y fue una lástima. Yo le preguntaba qué era lo que escribía y contestaba: «Escribo todo lo que veo, todo lo que pienso... »
»El problema es que, como te decía, yo la consideraba una «loca». Y no la tomaba en serio.



Hasta que, cierto día, avanzada la relación, el ingeniero fue a descubrir «algo» que le intrigó.
Francamente, me asusté. Al verla desnuda reparé en un gran boquete que presentaba en la parte posterior de su pierna derecha. Concretamente, en la región de los músculos gemelos. Era enorme. Casi se le veía el hueso. La verdad es que impresionaba. Cabía un puño. Y pregunté qué le había sucedido. Sus palabras me dejaron de piedra, pero llovía sobre mojado y no la creí.
»Respondió que, en realidad, era un ser extraterrestre, que había tomado el cuerpo de una mujer, fallecida en un accidente de autobús, en México.
»— ¡Qué bien! —repliqué, pensando que me tomaba el pelo—. Así que eres una extraterrestre...
»Y Ricky, en tono grave, sin asomo de broma, explicó «que se había metido en el cadáver de una mujer que murió desangrada». Y añadió que, «entre los fallecidos en ese autocar, éste era el cuerpo menos dañado».
» Como comprenderás, le seguí la corriente, sospechando que no estaba bien de la cabeza. Pero, era tan hermosa que me dio lo mismo...


Durante horas, a lo largo de aquellos meses, insistí en el asunto del supuesto accidente. Pero el ingeniero —lógica consecuencia de su escepticismo— no pudo ampliar la información. Todo aquello se le antojó tan fantástico que no se preocupó de profundizar en la revelación de su amiga. Recordaba, a lo sumo, dos o tres detalles más.
Me dijo que el autobús se despeñó y que la mujer desangrada permaneció varias horas atrapada bajo los hierros.
Eso fue todo. Por no saber, mi amigo no sabía ni la fecha ni el lugar del siniestro. Otro grave obstáculo a la hora de emprender la investigación. México es un país inmenso y, lamentablemente, cada año, los casos de «camionazos» —como allí denominan a los accidentes de autobús— se cuentan por decenas. Pero sigamos paso a paso...
Y comprendí —puntualizó el ingeniero— por qué siempre utilizaba pantalones.
—Por cierto, ¿se maquillaba?
Nunca. Era todo menos femenina. Jamás he visto una mujer que se cuide menos. No se perfumaba. No se pintaba. Y te diré más: carecía del sentido del pudor. Cuando entraba al retrete, jamás cerraba la puerta. Le daba igual.

En mi afán por reunir un máximo de documentación sobre la personalidad y costumbres de Ricky, me vi obligado, naturalmente, a interrogar al ingeniero sobre sus relaciones sexuales con la supuesta alienígena. Y poco a poco, mi amigo fue revelándome detalles que, posteriormente, resultarían altamente esclarecedores. Por ejemplo: Ricky era una mujer fría. Nunca experimentó un orgasmo. Se limitaba a complacer a su amante. Había aspectos sexuales que dominaba. En otros, en cambio, era una completa ignorante.
Quizás lo que más me llamó la atención —redondeó mi amigo— fue su extraña forma de «disfrutar» del sexo. Cuando hacíamos el amor se tiraba de los cabellos. Al preguntarle por qué hacía aquello respondió que en el cuero cabelludo se halla una de las zonas erógenas de la mujer. Y pensé: «Está como una cabra.»
— ¿Crees que se enamoró?
No. Lo nuestro, como ya te mencioné, fue una relación superficial y distante.
— ¿Te utilizó?
Es posible. Pero, si lo hizo, fue con algún objetivo absurdo o que no termino de ver claro. Yo respondía a sus increíbles preguntas, la paseaba y, en definitiva, la ponía en contacto con «algo» que, al parecer, le interesaba mucho. Pero no hubo amor. Es más: tuve la sensación de que carecía de sentimientos.

Ricky, por supuesto, siguió insistiendo en su origen «no humano». Y le explicó a su amante que «ellos procedían de lo que nosotros llamamos la constelación de Orión. Concretamente, de un mundo que recibe el nombre de “Acrón”».


Y el ingeniero comenzó a dudar.
Cuando me habló de «Acrón» consulté una enciclopedia. Y vi que la temperatura de ese lugar rondaba los seiscientos grados centígrados. ¡Ya te pillé!, me dije. Y al volver a verla, convencido de que todo era una broma, pregunté con cierta sorna: ¿y qué temperatura tenéis en vuestro mundo?
«Setecientos grados», replicó al instante. Me quedé perplejo. Entonces, como lo más natural, añadió que «ellos vivían bajo la superficie, protegidos por una corteza calcárea». Como podrás suponer, yo no salía de mi asombro. Y me explicó que carecían de cielo.
—Supongo que no te interesaste por el verdadero aspecto físico de esos supuestos seres...
Para nada. ¿Por qué hacerlo si no daba crédito a sus palabras? Ella continuaba asegurando que era extraterrestre y a mí, la verdad, por un oído me entraba y por otro me salía. La señora era guapísima y eso era lo único que importaba. Pero, poco a poco, fui presenciando actitudes que me confundieron. Por ejemplo: cuando se quedaba a dormir en mi casa, a las tantas de la madrugada la veía desaparecer de la cama y, casi desnuda, bajaba a la terraza y comenzaba a practicar una especie de extraña danza. Algo así como el «tandava» de Shivanataraja. Y así permanecía durante horas... A la mañana siguiente, al interrogarla sobre el porqué de tan singular comportamiento, Ricky respondía que «aquello» era una forma de ponerse en armonía con el cosmos.

Naturalmente, el cada vez más confuso ingeniero, medio en broma medio en serio, terminó preguntándole la razón de su «visita» a la Tierra.
«He venido», me dijo, «para investigar».»
¿Investigar?
»— —añadió—, entre otras cosas, a un viejo maya que conserva la memoria genética y puede leer los jeroglíficos...
»Y me contó cómo, tras meterse en el cuerpo de la mujer, vivió un tiempo en México, investigando el asunto de los mayas. Allí, al parecer, tuvo otro novio. Un mexicano...



Ricky, en efecto, hablaba castellano, aunque —según el ingeniero— con un notable acento mexicano.
Al interesarme por el grado de inteligencia del extraño personaje, mi amigo fue rotundo:
Brillante.
Y recurrió a un nuevo ejemplo.
Yo presumo de ser un excelente jugador de ajedrez. Pues bien, en cierta ocasión le mostré un juego realmente diabólico: el «Otelo». Llevo practicándolo más de veinte años y jamás me ha ganado nadie. Le enseñé a jugar y en la primera partida, a los pocos minutos, me destrozó. Aquello me llegó al alma. ¿Cómo era posible?
»—Cuestión de genética —argumentó Ricky.
»Y volví a intentarlo. Pero fue una derrota tras otra.»
Y ya nunca podrás ganarme... —remató la muy condenada. Y así fue.

La relación entre el ingeniero y la bella norteamericana se prolongaría, al parecer, por espacio de unos tres meses. Tampoco este vital dato aparecía con claridad en la memoria de mi amigo. Sólo recordaba que la visitaba cada fin de semana y que, de vez en cuando, hacían viajes cortos a lugares como Faro, en Portugal, Sevilla y Marbella. En esta última ciudad sucedió algo que el ingeniero, lógicamente, no ha podido olvidar...
Acudimos a una cena con otros amigos. Recuerdo muy bien a dos de ellos: Tulio y Enrique. Y ahora verás por qué. La cuestión es que Tulio, millonario y algo prepotente, empezó a pontificar, afirmando que él se encontraba por encima del bien y del mal. Aquella actitud irritó a Ricky y, tras calificarlo de «imbécil», me hizo la siguiente confidencia:
»—Este amigo tuyo morirá pronto... Después Enrique y, por último, tú...
»Cuando le pregunté cómo podía saberlo se limitó a replicar «que veía el aura de las personas y que ése era el orden de las muertes».
»Algún tiempo después me llegó la noticia del fallecimiento de Tulio. Y Enrique, efectivamente, fue el segundo...

Tratando de buscar una explicación racional al anómalo comportamiento de Ricky, me interesé también por la posibilidad de que consumiera drogas. El ingeniero lo negó.
Yo, al menos, en el tiempo que la conocí, jamás tuve esa impresión. Ni siquiera fumaba. En cuanto a beber, como te he repetido muchas veces, sólo tomaba leche. Hasta tal punto que,cuando la besaba, sabía a leche... Parecía que estaba besando a una vaca. Y te diré más: Ricky se mostraba abiertamente en contra de las drogas. Una noche fuimos a cenar y vimos a unos borrachos. Estaban cantando. Nunca he olvidado su comentario:
—¿Cómo es posible que una droga pueda provocar esos sentimientos?



Y el romance continuó. Ricky jamás se retractó de sus desconcertantes afirmaciones y el ingeniero, por su parte, aunque sumido en la duda, prefirió ignorar el supuesto origen «no humano» de su amiga. En realidad, y en eso llevaba razón, la supuesta extraterrestre nunca aportó una prueba sólida e irrefutable. Pero llegó el último día...
Salimos a cenar, como tantas otras noches. Y fuimos a un pueblecito cercano. Y, como siempre, leche y verduras...
»Y a eso de la una de la madrugada decidimos regresar. La noche era oscura. Sin luna y bastante desapacible. Y a pocos kilómetros de la localidad «A», en una larga recta, aceleré. Yo conducía entonces un Citroën GS Palas.
»Ricky, a mi lado, continuaba tranquila y silenciosa. Pero de pronto la oí gemir. Y en décimas de segundo se encogió. Y colocándose en postura fetal me dio la espalda, deslizándose hacia el suelo del automóvil. Y los gemidos arreciaron.
»—¡Qué te pasa! —balbuceé asustado—. ¡Qué te pasa!...
»No respondió. Y siguió en el piso, hecha un ovillo y aterrorizada.
»Levanté el pie del acelerador y, en ese instante, una extraña luz me envolvió.
»Ricky gemía y gemía, cada vez con mayor desesperación.
»—¿Qué es esto? —exclamé desconcertado.
»¡Mis manos brillaban!... Mejor dicho, reflejaban una luz blanca y lechosa.
»—¡Esto qué es!...



»Y paré el coche. Y al abrir la puerta y echar pie a tierra, comprobé atónito que la luz procedía de lo alto. Era un gran foco, con una luz rarísima y muy potente. Me deslumbró. Jamás he visto cosa igual... Aquella luz era espesa, casi sólida... Iluminaba la totalidad del automóvil y parte de la carretera y el campo.
»Y en cuestión de segundos escuché un ruido. Algo parecido a un sordo y prolongado «toooong»... Y «aquello» desapareció tan súbitamente como había aparecido.
»Quedé paralizado. Y cuando reaccioné, me introduje de nuevo en el vehículo. Ricky continuaba encogida y en el fondo del piso. Sus gemidos eran más suaves y espaciados.
»—¡Dios santo!... ¡Ricky!... ¿Qué es todo esto?...
»Traté de calmarla y de calmarme.
»Y al fin, con voz temblorosa, sumida en un gran pánico, acertó a pronunciar una frase que jamás olvidaré:
»—Es una astronave..., y viene a buscarme.
»La interrogué.
»—¿Una astronave?...
»Pero la mujer, dominada por el miedo, ni siquiera parecía escucharme. Y repetía una y otra vez:
»—¡Llévame a casa!... ¡Llévame a casa!...

»Fue inútil. No logré sacarle una sola palabra más. Y con el susto en el cuerpo reanudé la marcha, dejándola en su apartamento. Yo continué hacia mi residencia, intentando ordenar los pensamientos. ¿Qué era todo aquello? ¿Qué había ocurrido? ¿Una astronave?
»Y esa noche comprendí que Ricky podía tener razón. Pero ya era demasiado tarde...
»A la mañana siguiente, cuando me personé en su apartamento, la bella norteamericana había desaparecido sin dejar rastro. Pregunté a la dueña, a la criada y a todo el mundo... Nadie sabía nada. Ricky, sencillamente, se había esfumado. Entramos en su apartamento. Su pequeña mochila y los maletines desaparecieron con ella. Pregunté en el pueblo. Nadie supo darme razón. Nadie la vio partir. En el apartamento, pagado al parecer por adelantado, nodescubrimos señal alguna de desorden o de marcha precipitada. Todo aparecía normal. Por supuesto, Ricky no dejó nota alguna. Sólo la llave.
»Y jamás volví a verla. Jamás tuve noticias suyas... y lamento mi torpeza. Lamento no haberla creído. Hoy, quizás, sería más sabio...



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Se comprueba sin duda alguna que los extraterrestres, en su grado de evolución avanzada, “son capaces de colonizar cuerpos humanos donde instalarse temporalmente” y se entiende de igual modo que si trasladamos este hecho a la figura de Jesús de Nazaret el puzle encajaría a la perfección. (Como han relatado en ciertas ocasiones los extraterrestres, la propia evolución en cualquier rincón del Universo se movería en siete dimensiones y en este momento los seres humanos nos encontraríamos en la 3ª dimensión, es decir, en el nivel vibracional muy por debajo en la escala evolutiva: Subiendo en esa misma escala, la densidad material disminuye y la energética aumenta; realidad que hace a los seres muy evolucionados entidades de naturaleza puramente energética.)

“Ya dentro del feto genéticamente apto y engendrado en María, aquella Entidad Superior extraterrestre llegado su nacimiento,convirtió la Misión Tierra definitivamente en un éxito: Jesús de Nazaret“deslumbró” a los seres humanos con su mensaje de “amor y fraternidad”, y maravilló también con sus milagros devolviendo la vista a ciegos,sanando a leprosos y paralíticos, resucitando a Lázaro, multiplicando panes y peces o convirtiendo agua en vino; unos hechos extraordinarios que denotaban su naturaleza sobre-humana; un poder psíquico excepcional del que en muchas ocasiones los extraterrestres hacen gala.A la vez, el Imperio Romano expandía su poder por el Cercano Oriente y masacraba pueblos enteros en la dinámica de poder, y ello incluía a los propios judíos como narra Salvador Freixedo en su libro Israel, pueblo contacto, un hecho que les llevaría inexorablemente a la Diáspora, y con ello, a la expansión de los preceptos cristianos por todo Mundo Antiguo:

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(Del libro Israel, pueblo contacto, de Salvador Freixedo)

EL ISRAEL POSTBIBLICO

Esta etapa en la larga historia de Israel abarca cerca de 2.000 años, desde el año 70, cuando Tito arrasó la ciudad de Jerusalén, hasta nuestros días creado ya el Estado independiente de Israel. Una etapa que se puede subdividir en dos etapas muy desiguales: una con una duración de 1.877 años y otra con una duración de 31 años.
De nuevo vemos la historia de Israel enmarcada entre guerras,persecuciones y tribulaciones.
El año 66 de nuestra erase habían sublevado los judíos de Alejandría y Tiberio Alejandrohizo matar en castigo a varios millares. El 67 Vespasiano,al frente de 60.000 hombres reconquista Galilea.

El 70 comienza Tito el cerco de Jerusalén al frente de 4 legiones romanas. El cerco fue inmisericorde y cuando por fin logró tomar por asalto la ciudad, sus legionarios se lanzaron como buitres sobre la población hambrienta e indefensa a la que pasaron acuchillo en gran parte, llevándose al resto como prisioneros a Roma. La piqueta demolió todas las fortalezas y buena parte de la ciudad, y el fuego se encargó del resto; cuando se retiró Tito, apenas si quedaban de la Ciudad Santa escombros humeante sy ruinas. La fortaleza de Masada, a 50 kilómetros de Jerusalén, todavía tuvo una resistencia heroica de más de dos años; pero· cuando por fin los romanos lograron asaltarla, degollaron a todos sus defensores y pudieron dormir tranquilos pensando en que ya habían «pacificado» a Palestina.


El otro marco que encierra esta última y larga etapa de la historia de Israel son las cinco feroces guerras que ha tenido que sostener en muy poco tiempo contra sus vecinos, los países árabes, que resienten sin disimulo el establecimiento del nuevo Estado de Israel en tierra de Palestina. Por lo que podemos ver, la historia de Israel sigue con la misma tónica de violencia y sufrimiento con la que comenzó en los tiempos de Moisés cuando tuvo que expulsar de sus tierras a cananeos, moabitas, filisteos y a todos los pueblos que ya la habitaban cuando los judíos llegaron de vuelta de Egipto. Arrasada Jerusalén por Tito, comenzó de nuevo la diáspora o dispersión de los judíos por el mundo entero. Como el propósito de este libro no es hacer una historia detallada de Israel, sino más bien presentarla en síntesis para que el lector tenga elementos de juicios para entrar en el tema fundamental que constituye el fin de este libro, me limitaré únicamente a señalar los principales acontecimientos que tuvieron más influencia sobre la historia de Israel durante estos 2.000 años.

Uno de los acontecimientos que habría de tener más trascendencia tanto para el futuro del cristianismo como del judaísmo fue la definitiva escisión entre cristianos y judíos ocurrida hacia mediados del siglo II Hugh Schonfield, el notable historiador judío, llama a esta escisión «trágica» y creo que tiene razón para hacerlo, pues muy probablemente tanto la historia del pueblo judío como la historia del mundo occidental hubiesen variado bastante de no haberse producido esta escisión.

Hasta entonces, muchos judíos de la diáspora habían abrazado la nueva doctrina predicada por Jesús de Nazareth y por sus 12 apóstoles y ellos eran los que más habían cooperado para su difusión en todo el mundo mediterráneo.
En el terreno político las cosas iban de mal en peor para los judíos. La provincia de Judea es convertida por los romanos en provincia de Siria-Palestina. Jerusalén, colonia romana,se declara zona prohibida para los judíos. También hacia mediados del siglo II, el emperador Adriano (117-138) da un edicto en virtud del cual «todo judío que estudie o enseñe la Torá, circuncide a sus hijos o guarde el sábado, será condenado a muerte».
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A continuación he traído un pequeño extracto del libro Los astronautas de Yavé, de JJ Benítez donde se narra la preparación, los pasos previos para la llegada a este planeta de Jesus de Nazaret, un enviado extraterrestre por las altas jerarquías cósmicas para la redención de la Tierra.



UNA DELICADÍSIMA «MISIÓN»

Pocos capítulos me han producido tanto miedo como elque ahora empiezo.Miedo a estar absolutamente equivocado. Miedo —sobretodo— a herir sensibilidades o empañar ideas.Si lo hago es, únicamente, y como expuse en el prólogo,porque me lo dicta el corazón. Porque, personalmente, estoy convencido de lo que aquí —penosamente— voy a intentar exponer. Y porque, en definitiva, considero que elconcepto que podamos tener de Dios se ve con ello —esocreo, al menos— seriamente ennoblecido.Ojalá no cometa un nuevo error...

ALGO FALLÓ

Hasta para los exégetas y doctores más retrógrados de laIglesia aparece con claridad que en este planeta «falló algo».La especie humana «se torció». O, quién sabe, quizá «alguien» ajeno a nuestro mundo se encargó de alterar el ritmo evolutivo.
Y la Humanidad se desplegó en desorden. Alterada por la muerte y las enfermedades. Presa de la violencia, de la angustia y del egoísmo.Los planes primitivos de la Suprema Sabiduría quedaron convertidos en simple papel mojado.Fue preciso, quizá, reorganizarlo todo. Trazar, como quien dice, un nuevo «proyecto de hombre». Otro modelo.

Pero ¿cómo llevarlo a cabo sin estridencias? ¿Cómo lograrlo sin hacer sombra a la libertad humana, premisaprincipal en toda creación divina?
Y el «alto mando» —y sigo utilizando aquellas palabrasque fluyen espontáneamente en mi corazón— optó por enviar a Alguien. Un ser lo suficientemente importante y preparado como para causar el suficiente impacto, no sólo enel momento histórico y concreto de su existencia en elmundo, sino durante siglos y siglos.Alguien que —sutil pero claramente— dejara trazadoel único camino para enderezar el rumbo de los hombresde la Tierra.

Y quizá ese «alto mando» —tras no pocos estudios yconsideraciones— fijó una fecha.Y las «fuerzas intermedias» al servicio de Dios rastrearon el planeta de norte a sur y de este a oeste. Y elevaron su informe. Y todos coincidieron en un pueblo y enuna zona del mundo.
La «operación» debería centrarse en los hombres que integraban una raza todavía incipiente y que habitaban entre el Nilo y el Tigris. La llamada «Fértil Creciente» y que,en aquellas fechas —hace ahora 4000 años— constituía el mayor centro cultural del globo. Ningún otro rincón del planeta, casi con seguridad, ofrecía a los «exploradores del espacio» un mayor índice de progreso y florecimiento.

¿Qué continente podía reunir en tan reducidos kilómetros cuadrados un cruce tan soberbio de culturas comolas de Egipto, ¿Babilonia, Nínive o Ur?¿África, quizá? Era evidente que no.¿Europa, bajo el dominio de tribus bárbaras?La Atlántida, suponiendo que hubiera existido, fue tragada por las aguas del océano Atlántico unos 8000 añosantes.

¿Qué quedaba entonces?
Sólo América. Pero todavía se necesitarían al menos otros dos mil años más para que florecieran en el Nuevo Continente culturas tan prometedoras como la maya, inca o tolteca.
Australia, por su parte, era una zona tan descolgada yprimitiva que ni siquiera fue tomada en consideración.En cuanto a Asia, excepción hecha de China, era igualmente un territorio medio vacío y asolado también porgrupos tan belicosos como incultos.

En honor a la verdad, tan sólo el Próximo y Medio Oriente habían adquirido un nivel mínimo para acogerá tan alto «Enviado».Y con el beneplácito del «alto mando» fue iniciada la«Operación Redención».




PRIMER PASO: REUNIR UN PUEBLO

Siguiendo quizá un lento, metódico, pero riguroso «plan»,los «mandos intermedios», en estrecha colaboración conlos «astronautas», fueron seleccionando y controlando adeterminados individuos y familias. Y dieron comienzolas apariciones y «encuentros» con los primeros y antediluvianos patriarcas.El objetivo número uno para el «alto mando» teníaque ser, a todas luces, la consecución o establecimientode un pueblo o de una comunidad lo suficientemente estable. Y lo más importante: un núcleo humano virgen.
Desprovisto de anteriores ideas religiosas y ajeno a los mil dioses que tiranizaban y desconcertaban las conciencias de egipcios, amorreos, babilonios, etc.
Pero ¿dónde encontrar semejante «mirlo blanco»?Efectivamente, tal pueblo no existía. Todos, en mayor o menor grado, estaban contaminados o deformados.No hubo más remedio que «crear» esa nación.

Y dice el Génesis (12,1-3):
«Yavé dijo a Abraham: Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición.»
Este tipo de promesas y apariciones de Yavé, comosabemos, se suceden en aquellos tiempos con cierta regularidad.Es evidente que los responsables de la materializacióndel «plan» —los «astronautas»— querían ir explicandoa «su» pueblo —al pueblo de Dios— por qué los habíanelegido.

Tal y como avancé en las primeras líneas de este ensayo, en buena lógica —y dentro de la variadísima escala de seres inteligentes que, estoy seguro, ha creado el Profundo—, el «alto mando» que tenía a su cargo la «Operación Redención» debió elegir o designar para los «encuentros» con los hombres de Israel a «fuerzas» o «civilizaciones» relativamente próximas a nuestra forma física.
La elección de seres de formas físicas diferentes a lahumana sólo hubiera contribuido a la confusión. Si el«alto mando» pretendía inculcar en aquel nuevo pueblo laidea de un único Dios, era preciso hacerlo con extremada sencillez.

Y aparecieron los «ángeles».
Curiosamente, en las casi doscientas intervenciones deestos seres en el Antiguo y Nuevo Testamento, siempreson descritos como jóvenes de gran belleza y de ropajeso vestiduras blancos y brillantes.
Sus formas, evidentemente, son humanas. Algunos, incluso, llegan a pasar inadvertidos entre la población.Otros, como consta en el Antiguo Testamento, acompañan a los patriarcas y comen con ellos —caso de Abraham— o les fuerzan a abandonar una ciudad —caso de Lot en Sodoma—, después de dejar medio ciega a una muchedumbre que trataba de violarlos...
Para estos dos «astronautas» que acudieron hasta la casa de Lot no creo que resultase excesivamente complicado deslumbrar momentáneamente a la masa de vecinos que quería sodomizarlos. Una civilización tan adelantada debía disponer de armas —rayos paralizantes, gases anestésicos, etc.— para casos extremos.



UN CONCEPTO LLAMADO «YAVÉ»

Si estos «encuentros» —a cientos en todo el mundo—traen a la mente de los testigos las viejas ideas de los«ángeles», como hemos comprobado en el caso de SanLuis, ¿qué sentimientos y deducciones brotarían en loscerebros de hombres de hace 2.000 y 3.000 años ante situaciones parecidas?
Todos los caminos parecen llevarnos a un mismo final: nuestra civilización está despegando hacia las estrellas y ahora —sólo ahora— es capaz de empezar a descubrir la auténtica naturaleza de aquellos «ángeles» bíblicos...
Unos seres que, seguramente, vestían de forma parecida a como nos cuentan hoy los testigos de tripulantes. Conuniformes o trajes adecuados a los cortos o largos desplazamientos en el interior de sus naves. Vestimentas que, ala luz de sus brillantes vehículos, debían resplandecer majestuosamente.

Siento verdadera impaciencia por conocer el día en que un sacerdote sea catapultado fuera de la Tierra en un vehículo espacial. Creo que sentiremos todos una profunda emoción al ver fundidas dos ideas tan aparentemente dispares: «Dios y tecnología...» 
Y el «plan» de la Redención del género humano echó a andar. Pero aquella magna operación no podía fructificar si los patriarcas primero y el pueblo elegido después no recibían con claridad la idea de un Dios único, soberano y poderoso.

Estaban calientes en todo el mundo las múltiples erupciones de dioses y divinidades que se reproducían como langostas y que, en definitiva, iban sangrando la auténtica Verdad. Una Verdad —también es cierto— que dudo mucho hubiera podido ser revelada a todos y cada uno de los pueblos existentes en la superficie de la Tierra.
«La plenitud de los tiempos» —pienso— podía estar estrechamente relacionada con este momento histórico dela revelación por parte de las «jerarquías celestes» de eseúnico y gran Dios.

Sin esa noción básica de la existencia de un sólo Creador, el pueblo escogido para la encarnación del Enviado no habría sido útil.
Eso debía figurar entre los primeros «artículos» delproyecto de Redención humana. Y los «astronautas» fueron comunicando tan decisivo «concepto» a patriarcas y,por último, a los israelitas. Y debieron hacerlo sin prisas.

Suave pero firmemente. Haciendo coincidir, lógicamente,las apariciones de sus naves —con todo su esplendor—con la transmisión de tal idea. Era de vital importanciaque aquellas gentes, apenas intoxicadas por los cientos dedioses que llenaban los corazones de la «Fértil Creciente»,quedaran total y definitivamente impresionadas y convencidas por la «gloria de Yavé». Los «astronautas» —eralógico— jugaron con ventaja. Ninguno de los diosecillosde bronce, oro o piedra de Ur, Nínive o Egipto podía volar,irradiar luz, destruir un ejército o una ciudad o hacerbrotar agua de las rocas del desierto...

¿Qué poder tiene hoy el cántico zumbón y el toque deltam-tam de un hechicero africano, al lado de las sulfamidas o de una operación de cataratas?


Y nació, poco a poco, el concepto y el término «Yavé».Y aquí debieron empezar los primeros graves contratiempos para el «equipo». Ninguno de aquellos seres —eso está claro— era realmente Dios. Ellos mismos, en algunos «encuentros cercanos» con los testigos, se encargaron de dejarlo bien sentado: «Sólo somos servidores de Dios», repiten.

Y así debía de ser en verdad. Yo no sé cómo es Dios,pero sé que siempre se vale de sus criaturas o de «intermediarios» para actuar. No imagino al Gran Creador metido en una nave espacial, descendiendo sobre la cumbredel monte Sinaí...
Si una de las partes de la «misión», insisto, era la deentroncar en aquel pueblo elemental la idea de un Diosúnico, parece del todo consecuente y justo que aprovecharan su poder y majestuosidad para sembrar tal propósito.

Y aquellos seres —el gran «equipo» que formaba seguramente la «misión»— invocaron el nombre de Dios ode Yavé siempre que lo consideraron oportuno.Era necesario que la joven comunidad asociara aquellos «fenómenos» luminosos, aquellos objetos brillantes y a sus tripulantes con algo sagrado y divino.

Debió bastar una leve orientación por parte de los «astronautas» para que el pueblo elegido identificara todoaquello con el único y verdadero Creador.Y en algunos «encuentros», incluso, la voz que partede la «nube» o de la «gloria de Yavé» establece con totalclaridad que dicha voz es la «voz de Dios».

Pero ¿qué otra cosa podían hacer?
¿Es que los «ángeles» o tripulantes de las naves espaciales podían sentarse a dialogar con los patriarcas —todos ellos pastores o agricultores— y exponerles el «plan»de una Redención?No era el momento oportuno.La Verdad no hubiera sido asimilada por aquellas gentes elementales. Ni siquiera hoy estamos en condición dehacerlo...

Los «astronautas» tenían ante sí una tarea tan compleja y laboriosa —dada la abrumadoramente corta evolución mental de sus «protegidos»— que se veían obligados incluso a «camuflar» bajo la apariencia de«mandato divino» o de «alianza» algo tan elemental como la sanidad e higiene pública.«¿Cómo tratar de constituir una comunidad genéticamente aceptable si ni siquiera conocían las medidas básicas de salubridad?

¿U es que puede tener otro sentido que todo un Dios hable con aquel pueblo (Génesis, 17,1-15) y establezca como«alianza» ..., el corte del prepucio?Hoy sabemos que la circuncisión constituye una medida sanitaria de primer orden.Si aquel pueblo incipiente tenía que mejorar desde el punto de vista biológico, era obligado empezar por ésta y por otras medidas, tal y como se recogen en el Levítico.



LOS «ABUELOS» DE JESÚS: UNA FAMILIA ADINERADA

He aquí la parte esencial del llamado Libro sobre la Natividad de María, un apócrifo que durante la Edad Media fue atribuido a san Jerónimo pero que, según los más recientes estudios, pudo ser escrito —por un autor anónimo— en los tiempos de Carlomagno (siglo IX).
Con el fin de «contemporizar», parece ser que dicho autor eliminó del relato aquellos pasajes que habrían podido «escandalizar» a sus contemporáneos, poniendo,incluso, en grave peligro su integridad física...
Por ejemplo, han sido suprimidos capítulos como el delprimer matrimonio de san José, las famosas pruebas delas aguas amargas y la escabrosa constatación ginecológicade la partera Salomé respecto a María.Pero de todo ello me ocuparé en capítulos sucesivos, alexponer los restantes apócrifos.Veamos primero qué dice este famoso «Evangelio apócrifo» en sus primeros pasajes:

OTRA VEZ EL «ÁNGEL» DEL SEÑOR

1. La bienaventurada y gloriosa siempre Virgen María descendía de la estirpe regia y pertenecía a la familiade David. Había nacido en Nazaret y fue educada en el templo del Señor en la ciudad de Jerusalén. Su padre se llamaba Joaquín y su madre Ana. Era nazaretana por parte de su padre y betlemita por la de su madre.

2. La vida de estos esposos era sencilla y recta enla presencia del Señor e irreprensible y piadosa ante loshombres. Tenían dividida su hacienda en tres partes:una la destinaban para el templo de Dios y sus ministros; otra se la daban a los pobres y peregrinos; la tercera quedaba reservada para las necesidades de su servidumbre y para sí mismos.

3. Mas estos hombres, tan queridos de Dios y piadosos para con sus prójimos, llevaban veinte años de vidaconyugal en casto matrimonio, sin obtener descendencia. Tenían hecho voto, sin embargo, de que si Diosles concedía un vástago, lo consagrarían al servicio divino. Por este motivo acostumbraban a ir durante el añoal templo de Dios con ocasión de las fiestas.
II
1.            Estaba ya próxima la fiesta de la Dedicación del templo y Joaquín se dirigió a Jerusalén en compañía de algunos paisanos suyos. Era sumo sacerdote a la sazón Isacar.1 Éste, al ver a Joaquín entre sus conciudadanos dispuesto con ellos a ofrecer sus dones, le menospreció y desdeñó sus presentes, preguntándole cómo tenía cara para presentarse entre los prolíficos él que era estéril.
Le dijo, además, que sus ofrendas no debían ser aceptas a Dios por cuanto le consideraba indigno de posteridad, y adujo el testimonio de la Escritura, que declara maldito al que no hubiere engendrado varón en Israel.Quería, pues, decirle que debía primero verse libre de esa maldición teniendo hijos y que sólo entonces podría presentarse con ofrendas ante la vista del Señor.
1El tal Isacar —Sumo Sacerdote— era suegro de Joaquín.

2. Joaquín quedó muerto de vergüenza ante tamañainjuria y se retiró a los pastizales donde estaban los pastores con sus rebaños, sin querer tornar para no exponerse a semejantes desprecios por parte de los paisanosque habían presenciado la escena y oído lo que el sumosacerdote le había echado en cara.

III
1. Llevaba ya algún tiempo en aquel lugar, cuando un día que estaba solo, se le presentó un ángel de Dios,rodeado de un inmenso resplandor. Él quedó turbado ante su vista, pero el ángel de la aparición le libró del temor diciendo: «Joaquín, no tengas miedo ni te asustes por mi visión. Has de saber que soy un ángel del Señor.Él me ha enviado a ti para anunciarte que tus plegarias han sido escuchadas y que tus limosnas han subido hasta su presencia. Ha tenido a bien poner sus ojos en tu confusión, después de que llegó a sus oídos el oprobio deesterilidad que injustamente se te dirigía. Dios es verdaderamente vengador del delito, mas no de la naturaleza. Y por eso cuando tiene a bien cerrar la matriz, lo hace para poder abrirla de nuevo de una manera más admirable y para que quede bien en claro que la prole no es fruto de la pasión, sino de la liberalidad divina.

»2. Efectivamente: Sara, la madre primera de vuestra prosapia, ¿no fue estéril hasta los ochenta años?Y, no obstante, dio a luz en extrema ancianidad a Isaac, a quien aguardaba la bendición de todas las generaciones. 
También Raquel, a pesar de ser tan grata a Dios y tan querida del santo Jacob, fue estéril durante largo tiempo.Sin que esto fuera obstáculo para que engendrara después a José, que fue no sólo señor de Egipto, sino también el libertador de muchos pueblos que iban a perecer a causa del hambre. Y ¿quién hubo entre los jueces más fuerte que Sansón o más santo que Samuel? Sin embargo, ambos tuvieron madres estériles. Si, pues, la razón contenida en mis palabras no logra convencerte, ten por cierto cuando menos que las concepciones largamente esperadas y los partos provenientes de la esterilidad suelen ser los más maravillosos.

»3. Sábete, pues, que Ana, tu mujer, va a darte a luz una hija, a quien tú impondrás el nombre de María. Ésta vivirá consagrada a Dios desde su niñez en consonancia con el voto que habéis hecho, y ya desde el vientre de su madre se verá llena del Espíritu Santo. No comerá ni beberá cosa alguna impura ni pasará su vida entre el bullicio de la plebe, sino en el recogimiento del templo del Señor, para que nadie pueda llegar a sospechar ni a decir cosa alguna desfavorable de ella. Y cuando vaya creciendo su edad, de la misma manera que ella nacerá de madre estéril, así, siendo virgen, engendrará a su vez de manera incomparable al Hijo del Altísimo. El nombre de Éste será Jesús, porque de acuerdo con su significado ha de ser el salvador de todos los pueblos.




»4. Ésta será para ti la señal de que es verdad cuanto acabo de decirte: Cuando llegues a la puerta Dorada de Jerusalén te encontrarás a Ana, tu mujer, que vendrá a tu encuentro. Ella, que ahora está preocupada por tu tardanza en regresar, se alegrará hondamente al poderte ver de nuevo.»
Y dicho que hubo esto, el ángel se apartó de él.

Este texto coincide de forma esencial con los apócrifos llamados de san Mateo y con el Protoevangelio de Santiago.
Tanto en uno como en otro, los autores reconocen queJoaquín, el «abuelo» de Jesús, era hombre adinerado. Poseía reses y tierras y su estirpe era respetada entre lastribus de Israel.Dice, por ejemplo, san Mateo a este respecto:

«1. El Señor en recompensa multiplicaba de tal manera sus ganados, que no había nadie en todo el pueblode Israel que pudiera comparársele. Venía observando estacostumbre desde los quince años. Cuando llegó a las veinte, tomó por mujer a Ana, hija de Isacar, que pertenecía a su misma tribu —la de Judá—; esto es, de estirpedavídica. Y después de vivir veinte años de matrimonio,no tuvo de ella hijos ni hijas.»

De estas afirmaciones cabe deducir que la familia de Jesús no era de origen humilde, como se ha pregonado.Sus «abuelos» terrenos —si se me permite la expresión—disponían de considerables bienes. Y José, su padre, como carpintero, gozaba igualmente de una sólida posición. Como veremos más adelante en otros pasajes de los apócrifos,el ebanista y carpintero era igualmente constructor. Y en aquella época (no digamos ahora), un carpintero con taller propio tenía más que asegurado su sustento...
Dentro de lo puramente circunstancial, estos dos apócrifos —san Mateo y Santiago— no coinciden, por ejemplo, con el Libro sobre la Natividad de María en lo que se refiere a la localización exacta del sumo sacerdote que injurió a Joaquín. Para los apóstoles no fue Isacar, suegro de Joaquín, sino Rubén, un escriba.El hecho, como vemos, tampoco reviste mayor trascendencia.

Sí se produce, en cambio, una mayor matización porparte de san Mateo en cuanto a la aparición del «ángel»a Joaquín. Yo diría que aporta una serie de precisiones ydetalles muy jugosos.
1. Por aquel mismo tiempo —dice el apócrifo de san Mateo—, apareció un joven entre las montañas donde Joaquín apacentaba sus rebaños y dijo a éste:«¿Cómo es que no vuelves al lado de tu esposa?»
Joaquín replicó:
«Veinte años hace ya que tengo a ésta por mujer, y,puesto que el Señor ha tenido a bien no darme hijos de ella, me he visto obligado a abandonar el templo de Dios ultrajado y confuso. ¿Para qué, pues, voy a volver a su lado, lleno como estoy de oprobios y vejaciones? Aquí estaré con mis ganados mientras quiera el Señor queme ilumine la luz de este mundo. Mas no por ello dejaré de dar de muy buena gana, por conducto de mis criados, la parte que le corresponde a los pobres, a las viudas, a los huérfanos y a los servidores de Dios.»

San Mateo habla de «un joven». Al menos, la impresión que debió causarle a Joaquín —retirado voluntariamente a las montañas— fue la de una persona de aspecto juvenil. Y el diálogo, según los textos, fluyó sin problemas. No se produjo espanto alguno en Joaquín, tal y como ocurre en otras narraciones sobre ángeles. No así en la desaparición del «joven», tal y como nos cuenta el Evangelio apócrifo en cuestión:                             

2. No bien hubo dicho esto, el joven respondió:
«Soy un ángel de Dios, que me he dejado ver hoy de tu mujer cuando hacía su oración sumida en llanto; sábete que ella ha concebido ya de ti una hija. Ésta vivirá en el templo del Señor, y el Espíritu Santo reposará sobre ella. Su dicha será mayor que la de todas las mujeres santas. Tan es así, que nadie podrá decir en los tiempos pasados hubo alguna semejante a ella, y ni siquiera habrá una en el futuro que pueda comparársele. Por todo lo cual baja ya de estas montañas y corre al lado de tu mujer. La encontrarás embarazada, pues Dios se ha dignado suscitar en ella un germen de vida (lo cual te obliga a ti a mostrarte reconocido para con Él); y ese germen será bendito y ella misma será también bendita y quedará constituida madre de eterna bendición.»

3.Joaquín se postró en actitud de humilde adoración y le dijo: «Si es que he encontrado gracia ante tus ojos, ten a bien reposar un poco en mi tienda y bendecira tu siervo.» A lo que repuso el ángel: «No te llames siervo mío, sino más bien consiervo; pues ambos estamos en la condición de servir al mismo Señor. Mi comida es invisible y mi bebida no puede ser captada por ojos humanos; por lo cual no haces bien en invitarme a que entre en tu tienda. Será mejor que ofrezcas a Dios en holocausto lo que habías de presentarme a mí.»
Entonces Joaquín tomó un cordero sin defecto y dijoal ángel:
«Nunca me hubiera yo atrevido a ofrecer a Dios unholocausto si tu mandato no me hubiera dado potestad de hacerlo.»
El ángel replicó:
«Tampoco te hubiera invitado yo a ofrecerlo de no conocer el beneplácito divino.»

Y sucedió que, al ofrecer Joaquín su sacrificio, juntamente con el perfume de éste y, por decirlo así, conel humo, el ángel se elevó hacia el cielo.

Entonces Joaquín se postró con la faz en tierra y estuvo echado desde la hora de sexta hasta la tarde. Cuando llegaron sus criados y jornaleros, al no saber a qué obedecía aquello, se llenaron de espanto, pensando que quizá quería suicidarse. Se acercaron, pues, a él y a viva fuerza lograron levantarlo del suelo. Entonces él les contó su visión, y ellos, movidos por la admiración y el estupor que les produjo el relato, le aconsejaron que pusiera en práctica sin demora el mandato del ángel y que a toda prisa volviera con su mujer.

Mas sucedió que, mientras Joaquín cavilaba sobre si era conveniente o no el volver, quedó dormido y se le apareció en sueños el mismo ángel que había visto anteriormente cuando estaba despierto. Éste le habló así:
«Yo soy el ángel que te ha sido dado por custodio;baja, pues, tranquilamente y vete al lado de Ana, porque las obras de misericordia que tanto ella como túhabéis hecho han sido presentadas ante el acatamientodel Altísimo, quien ha tenido a bien legaros una posteridad tal cual nunca han podido tener desde el principiolos santos y profetas de Dios, ni aún podrán tenerla en elfuturo.»

Joaquín llamó a los pastores, cuando hubo despertado, para referirles el sueño. Éstos le dijeron, postrados en adoración ante Dios:«Ten cuidado y no desprecies más a un ángel del Señor. Levántate y vámonos. Avanzando lentamente, podremos ir apacentando nuestros rebaños.»


EL NO MENOS MISTERIOSO EMBARAZO DE LA «ABUELA» DE JESÚS

Precisamente en el apócrifo de Mateo, el «ángel» revela a Joaquín un hecho de enorme trascendencia para el ser humano. También es la primera vez, si no recuerdo mal,que un «enviado» o «mensajero» de los cielos aclara sumisión o «trabajo» en relación con la especie humana.
«Yo soy el ángel que te ha sido dado por custodio...»,dice nuestro personaje a Joaquín.Si esto fuera cierto —y no veo razón alguna que pueda impedirlo dentro de un orden superior—, cada hombre gozaría, desde el instante de su nacimiento, de uno de estos«guardianes» o «guías», encargados de velar por su seguridad y evolución durante el tiempo previsto para su existencia en este mundo.
Y casi sin querer me vienen a la memoria las afirmaciones de algunos «contactados» de hoy día, que aseguran que esos «guías» o «maestros» cósmicos existen físicamente y que pertenecen a dimensiones superiores.



«LA ENCONTRARAS EMBARAZADA»

Analizando este mismo Evangelio apócrifo de san Mateo,uno tropieza con otros hechos de muy alta significación.Por ejemplo, el «ángel», en su larga conversación conJoaquín, le anuncia con rotunda claridad:
«... Por todo lo cual baja ya de estas montañas y corre al lado de tu mujer. La encontrarás embarazada, pues Dios se ha dignado suscitar en ella un germen de vida...»Estas frases del enviado me dejaron perplejo.
Si el marido de Ana llevaba ya — según el Evangelioapócrifo de Mateo — cinco meses en aquellas soledades,¿cómo podía ser que la hubiera dejado embarazada?
E insisto en el hecho de que las palabras del ángel son definitivas:
«...La encontrarás embarazada...»
Esto pone de manifiesto un hecho insólito y prácticamente desconocido hasta hoy:
María, la hija de Ana y Joaquín, fue concebida de forma tan misteriosa como lo fue Jesús.
El mismo ángel se encarga de subrayar este extremocuando le dice a Joaquín:
«... Pues Dios se ha dignado suscitar en ella un germende vida.»
La obra del Espíritu Santo aparece igualmente claraen la concepción de María, tal y comoocurriría años mástarde en la de Jesús de Nazaret.

En el fondo, y si analizamos el problema con objetividad, no podía ser de otra forma.Si el delicado «plan» cósmico de la Redención había obligado a toda una depuración de una de las mejores razas sobre la Tierra — como era la judía —, a fin de obtener lo que los antropólogos de hoy hubieran considerado como un tipo étnico sin mezclas, es lógico pensar que los últimos pasos de esa «cadena» fueron controlados y muy estrechamente por el «alto mando».
Desde el punto de vista de los códigos genéticos, incluso, la combinación resultaba así perfecta.

En un «plan» de semejante alcance, todo — hasta lo más mínimo — tenía que estar previsto y calculado. De ahí que las palabras del mensajero a Joaquín, haciéndole ver que «Dios había escuchado sus plegarias y que por ello haría fértil a Ana, su mujer», se me antojan como una«salida airosa»...

Tampoco era cuestión de explicar al voluntarioso pero sin duda primitivo Joaquín, los pormenores de la Redención del género humano...
Y otra de las pruebas de que «todo» debía estar perfectamente previsto «en las alturas» fueron las revelaciones del ángel respecto al nombre que debían imponer ala niña — María—, así como la no menos importante y nada gratuita advertencia de que «no debería comer ni beber cosa alguna impura».
La terminante prohibición de comer o beber «alimentos impuros» entrañaba evidentemente un objetivo de orden sanitario. Muchos años antes, otro «enviado» de alto rango y al que el pueblo judío llamaba Yavé —confundiéndolo sin duda con el Gran Dios— tuvo especial cuidado en dictar las mínimas leyes sanitarias para aquel pueblo, recogidas en el Levítico.
Pero dejemos para más adelante el curioso y significativo capítulo de la alimentación de María, madre de Jesús,y de cómo le era suministrada a diario, tal y como relatanlos apócrifos.

TRES AÑOS DE LACTANCIA

El Evangelio apócrifo de Mateo prosigue su relato. Joaquín, tras la segunda aparición del ángel, decide levantarsu campamento y se pone en camino.
Y dice textualmente el autor sagrado:
Anduvieron treinta días consecutivos y cuando estaban ya cerca, un ángel de Dios se apareció a Ana mientras estaba en oración y le dijo: «Vete a la puerta que llaman Dorada y sal al encuentro de tu marido, porque hoy mismo llegará.»
Ella se dio prisa y se marchó allá con sus doncellas.Y, en llegando, se puso a orar. Mas estaba ya cansada y aún aburrida de tanto esperar cuando de pronto elevó sus ojos y vio a Joaquín que venía con sus rebaños. Y enseguida salió corriendo a su encuentro, se abalanzó sobre su cuello y dio gracias a Dios diciendo:
«Poco ha era viuda, y ya no lo soy; no hace muchoera estéril y he aquí que he concebido en mis entrañas.»
Esto hizo que todos los vecinos y conocidos se llenarande gozo, hasta el punto de que toda la tierra de Israelse alegró con tan grata nueva.

Como vemos, se confirma nuevamente la hipótesis deque María, la madre de Jesús, fue engendrada también porobra del Espíritu Santo. O, lo que viene a ser lo mismo,por un procedimiento misterioso o sobrenatural.Un hecho que —dicho sea de paso— jamás ha sidovalorado o divulgado por la Iglesia Católica...

EL ÁNGEL SE APARECE A ANA

Por su parte, el Libro sobre la Natividad de María concluyeeste capítulo de la historia de Ana y Joaquín, los abuelosde Jesús, con un relato básicamente similar al anterior.
Dice así este apócrifo:
Después se dejó ver de Ana (se refiere al mismo ángel que se había mostrado a Joaquín en las montañas) y le dijo:
«No tengas miedo, Ana, ni creas que es un fantasma lo que tienes a tu vista. Soy el ángel que presentó vuestras oraciones y limosnas ante el acatamiento de Dios.Ahora acabo de ser enviado a vosotros para anunciaros el nacimiento de una hija cuyo nombre será María, y que ha de ser bendita entre todas las mujeres. Desde el momento mismo de nacer rebosará en ella la gracia del Señor y permanecerá en la casa paterna los tres primeros años hasta que termine su lactancia. Después vivirá consagrada al servicio de Dios y no abandonará el templo hasta que llegue el tiempo de la discreción.1
(1.   Discreción: el tiempo de la menstruación.)

Allí permanecerá sirviendo a Dios con ayunos y oraciones denoche y de día y absteniéndose de toda cosa impura.Jamás conocerá varón, sino que, ella sola, sin previoejemplo y libre de toda mancha, corrupción o unión conhombre alguno, dará a luz, siendo virgen, al hijo, y siendo esclava, al Señor que con su gracia, su nombre y suobra es Salvador de todo el mundo.»2.
Levántate, pues, sube hasta Jerusalén. Y cuando llegues a aquella puerta que llaman Áurea por estar dorada, encontrarás allí, en confirmación de lo que te digo, a tu marido, por cuya salud estás acongojada.» Ten, pues, seguro, cuando tuvieren cumplimiento estas cosas, que el contenido de mi mensaje se realizará sin duda alguna.»

1. Ambos obedecieron al mandato del ángel y se pusieron camino de Jerusalén desde los puntos donde respectivamente se hallaban. Y cuando llegaron al lugar señalado por el vaticinio angélico, vinieron a encontrarsemutuamente. Entonces, alegres por verse de nuevo y firmes en la certeza que les daba la promesa de un futurovástago, dieron las gracias que cumplía a Dios que exaltaa los humildes.



EL «EQUIPO»,ATENTO A LA NIÑEZ DE MARÍA

Quizá sea ésta, la parte de los Evangelios apócrifos querelata los primeros años de María, la que resulta fantasiosao pueril en extremo, al menos en algunos de sus capítulos.
Otros pasajes, en cambio, comunes incluso en los apócrifos, me parecieron reveladores.
Cumplidos nueve meses después de esto, Ana dio a luz una hija y le puso por nombre María. Al tercer año, sus padres la destetaron. Luego se marcharon al templo,y, después de ofrecer sus sacrificios a Dios, le hicieron donación de su hijita María, para que viviera entre aquel grupo de vírgenes que se pasaba día y noche alabando a Dios. Y al llegar frente a la fachada subió tan rápidamente las quince gradas que no tuvo tiempo de volver su vista atrás y ni siquiera sintió añoranza de sus padres, cosa tan natural en la niñez. Esto dejó a todos estupefactos, de manera que hasta los mismos pontífices quedaron llenos de admiración.
Y prosigue más adelante el autor sagrado:
VI
Y María era la admiración de todo el pueblo; pues, teniendo tan sólo tres años, andaba con un paso tan firme, hablaba con una perfección tal y se entregaba contanto fervor a las alabanzas divinas, que nadie la tendría por una niña, sino más bien por una persona mayor. Era, además, tan asidua en la oración como si tuviera ya treinta años. Su faz era resplandeciente cual nieve, de manera que con dificultad se podía poner en ellala mirada. Se entregaba con asiduidad a las labores dela lana, y es de notar que lo que mujeres mayores nofueron nunca capaces de ejecutar, ésta lo realizaba ensu edad más tierna.

2. Ésta era la norma de vida que se había impuesto:desde la madrugada hasta la hora de tercia, hacía oración; desde tercia hasta nona, se ocupaba en sus labores; desde nona en adelante, consumía todo el tiempoen oración hasta que se dejaba ver el ángel del Señor,de cuyas manos recibía el alimento. Y así iba adelantando más y más en las vías de la oración.
Finalmente, era tan dócil a las instrucciones que recibía en compañía de las vírgenes más antiguas, que no había ninguna más pronta que ella para las vigilias, ninguna más erudita en la ciencia divina, ninguna más humilde en su sencillez, ninguna interpretaba con más donosura la salmodia, ninguna era más gentil en su caridad, ni más pura en su castidad, ni, finalmente, más perfecta en su virtud. Pues ella era siempre constante, firme, inalterable. Y cada día iba adelantando más.




Cada día usaba exclusivamente para su refección (sustento) el alimento que le venía por manos del ángel, repartiendo entre los pobres el que le daban los pontífices.
Frecuentemente se veía hablar con ella a los ángeles, quienes la obsequiaban con cariño de íntimos amigos. Y si algún enfermo lograba tocarla, volvía inmediatamente curado a su casa.

Salta a la vista que el autor —en este caso Mateo ycuantos pudieran colaborar en la redacción del referidoEvangelio apócrifo— se «pasó de rosca» a la hora de valorar las excelencias de María.
Que un niño o niña camine «con paso firme» a los tresaños debe considerarse como algo absolutamente normal. Lo extraño, en todo caso, sería lo contrario...
Y aunque no dudo de la calidad de la leche materna de Ana, el hecho constatado por los apócrifos de que «fue destetada a los tres años» me parece una circunstancia que, como ya he comentado, lejos de proporcionar la adecuada fortaleza al organismo de María, le hubiera puesto en grave riesgo de desnutrición. Es de suponer, por tanto,que la solícita Ana acompañara el pecho con otro tipo de dieta...
Dudo también que la pequeña Mariam —porque ésteera su verdadero nombre— se entregara ya a sus escasostres años a las alabanzas divinas y a tan intenso ritmo deoración. Y me permito dudar, no porque no crea en elpoder del Profundo, sino porque siempre lo consideré unDios extremadamente sensato.



LA ANUNCIACIÓN: ¿UN DOBLE «ENCUENTRO» CON LOS «ASTRONAUTAS»?

Sólo en los Evangelios apócrifos —a cuyos textos mereintegro de nuevo— he podido encontrar una descripción más detallada del delicado tema de la Anunciacióna María.
Un asunto en verdad apasionante y misterioso y para el que el ser humano casi no tiene palabras.A la hora de analizar dicho pasaje, lo hago con el máximo respeto de que soy capaz. Bien lo sabe Dios...

No pretendo, como quizá puedan pensar los intransigentes o fanáticos, desvelar ningún misterio... Sería ridículo. Sería como equipararse a Dios. Y yo sólo soy unreportero, siempre en busca de la Verdad.Un reportero —eso sí— a quien le hubiera gustadoestar presente en aquellos momentos...

APÓCRIFO DEL LIBRO SOBRE LA NATIVIDAD DE MARÍA

Por último, el mismo pasaje de la aparición del ángel es relatado así en el texto del Libro sobre la Natividad de María:
IX
1. En estos mismos días —es decir, al principio desu llegada a Galilea— fue enviado por Dios el ángel Gabriel, para que le anunciase la concepción del Señor ypara que la pusiera al corriente de la manera y ordencomo iba a desarrollarse este acontecimiento. Y así, entrado que hubo hasta ella, inundó la estancia donde se encontraba de un fulgor extraordinario. Después la saludó amabilísimamente en estos términos:

«Dios te salve, María, virgen gratísima al Señor, virgen llena de gracia: el Señor está contigo; tú eres másbendita que todas las mujeres y que todos los hombresque han nacido hasta ahora.»

2. La Virgen, que estaba bien acostumbrada a verrostros angélicos y a quien le era familiar el verse circundada de resplandores celestiales, no se asustó por lavisión del ángel, ni quedó aturdida por la magnitud delresplandor, sino que únicamente se vio sorprendida porla manera de hablar de aquel ángel. Y así se puso a pensar a qué vendría saludo tan insólito, qué pronóstico podría traerle y qué desenlace tendría finalmente. El ángel, por inspiración divina, vino al encuentro de talespensamientos y le dijo:
«No tengas miedo, María, de que en este mi saludovaya velado algo contrario a tu castidad. Precisamentepor haber escogido el camino de la pureza has encontrado gracia a los ojos del Señor. Y por eso vas a concebir y dar a luz un hijo sin pecado alguno de tu parte.»

3. Éste será grande, pues extenderá su dominio demar a mar y desde el río hasta los confines de la tierra.Será llamado Hijo del Altísimo, porque quien va a nacerhumilde en la tierra está reinando lleno de majestad enel cielo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará eternamente en la casa de Jacob. Su reinado no tendrá fin. Él es rey de reyes y señor de los quedominan. Su trono durará por los siglos de los siglos.»




4. Entonces, la Virgen, no por incredulidad a las palabras del ángel, sino deseando únicamente saber cómohabrían de tener su cumplimiento, respondió:
«¿Y cómo se verificará esto? ¿Cómo voy a poder dara luz si no voy a conocer nunca varón, de acuerdo conmi voto?»

Repuso el ángel:
«No pienses, María, que vas a concebir de manera humana: sin unión marital alguna, alumbrarás siendo virgen y amamantarás permaneciendo virgen. El Espíritu Santo vendrá, en efecto, sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra contra todos los ardores de la concupiscencia. Por tanto, solamente tu vástago será santo, porque siendo el único concebido y nacidosin pecado, se llamará Hijo de Dios

María, entonces, extendió sus brazos y elevó sus ojosal cielo, diciendo:
«He aquí la esclava del Señor, puesto que no soy digna del nombre de señora: hágase en mí según tu palabra.»


ALGUNAS HIPÓTESIS

Sólo se me ocurre adelantar algo que intentaré exponercon más calma al final de este apartado: que no cuestiono ni pongo en tela de juicio —Dios me libre— el origenabsolutamente divino de Jesús de Nazaret. Creo firmemente en ello.
Pero vayamos con las teorías o posibilidades que hacetiempo anidan en mi corazón y que, quizá, encierran laclave de la concepción virginal de María:

Primera teoría: ¿inseminación artificial?

Segunda teoría: ¿fecundación in vitro?

Tercera teoría: ¿transporte por una radiación desconocida?

Llegados a este límite, aparentemente infranqueable para la Ciencia y la tecnología humanas de 1980, uno entra sin querer en el mismo y oscuro terreno del misterio en que se ha desenvuelto y se desenvuelve la Iglesia durante 20 siglos. A partir de aquí, por tanto, mis planteamientos tienen que despegarse de lo que sabe o marca el conocimiento del hombre. Lo cual no quiere decir que me someta a la fácil situación de los que profesan la «fe del carbonero» ...

Creo con fuerza en la sensatez de Dios. Ya lo he dicho.
Una sensatez que dudo mucho le haga saltarse, así comoasí, las leyes físicas que proceden de su poder y de su inteligencia. Aquí, precisamente, puede estar la clave paraentender o aproximarse algún día al todavía «misterio»de la concepción de Jesús.Si la Gran Fuerza o Dios quiso que su Hijo se hicieracomo uno cualquiera de nosotros, seguramente intentórespetar las líneas maestras de su desarrollo embrionario. Algo estaba claro y así fue anunciado por el «astronauta» a la futura madre:
«... Concebirás sin obra de varón.»
Pero esto no tenía por qué significar que el óvulo deMaría quedara «huérfano» de esos 23 cromosomas restantes e indispensables, según la genética, para que prosperase un hombre. Hoy sabemos que con la fecundaciónse produce una activación general del aletargado metabolismo de la célula, dando comienzo así al desarrolloembrionario. Y está demostrado igualmente que esta activación e iniciación no se deben a que el espermatozoideaporte algún factor del que carezca el óvulo. La investigación ha demostrado en este sentido que el «despertar»del citado óvulo femenino puede inducirse con sólo punzarlo mediante una aguja o bien exponiéndolo a soluciones acidas o salinas. La diferencia entre estos últimosmétodos de estimulación del óvulo y el natural del espermatozoide es que los embriones resultantes por aquellosprocedimientos no sobreviven. Y la razón es clave: esos«posibles» seres mueren porque carecen de la mitad dela dotación cromosómica característica de la especie.
¿Cómo podría haber sobrevivido, entonces, el embriónde Jesús de Nazaret si sólo hubiera contado con los 23 cromosomas propios del óvulo de María?
Es por esto por lo que creo firmemente en algún tipode acción física a la hora de fecundar a la Virgen.
Pero, ¿cómo?
La pregunta termina siempre en primer plano...

Permítanme un último rodeo antes de exponer mi hipótesis.
Esa lamentable falta de perspectiva a que está sometido el hombre de nuestro tiempo le lleva, por ejemplo,a no percatarse de que hasta 1877, la Humanidad nohabía logrado ver aún la «carrera de un espermatozoidehacia un óvulo». Sólo entonces, y gracias al zoólogo suizoHermannFol, que observó al microscopio cómo un espermatozoo de estrella de mar se adhería al óvulo y lo fecundaba, concluyeron siglos de especulaciones sobre elcómo, dónde y por qué se producía realmente la fertilización de una mujer.
Es decir, hace sólo 100 años que hemos «descubierto»el «secreto» de la vida...
¿Cómo podríamos imaginar siquiera los medios o canales de fecundación de una civilización que pueble nuestro propio planeta o cualquier otro, dentro de un millónde años?
Esto, precisamente, pudo ser lo ocurrido hace 2.000años en las tierras de Israel con aquellos «astronautas»llegados de Dios sabe dónde.


Aquellos seres —tan cercanos a la Fuerza Creadora—pudieron «transportar», incluso a distancia, la «carga genética» necesaria para colmar el óvulo de la Virgen. Quizá algún día nosotros también lleguemos a descubrir que la fecundación de la mujer es posible sin tocarla siquiera.Imaginemos por un momento la posibilidad de manejar esa «carga genética», pero sin necesidad del «estuche»que lo transporta:  el espermatozoide. Si descubriésemos un sistema para que dicha «carga» no se dañase en su nuevo estado, quizá fuese posible «lanzar la» o «dirigirla»desde el exterior hasta el óvulo de la mujer.En este caso, la fecundación sería perfecta y normal.

Pero María habríaconservado su virginidad.  Esto, porotra parte, permitiría la selección previa de esa «cargagenética», de forma que siempre obtendríamos individuossin taras o alteraciones. Por este procedimiento, todavíaideal para nosotros, no serían necesarios esos millonesde «cargas genéticas» que —merced a los espermatozoides— ascienden en cada eyaculación hacia el óvulo.

Para ese «lanzamiento» o «transporte» a distancia habría que arbitrar igualmente un adecuado «apoyo logístico». Quizá una determinada radiación. Quizá un láser, de aceptar esta posibilidad, el mismo «astronauta» quedio el anuncio a María pudo «disparar» sobre ella la citada «carga genética». Era lógico suponer que el «equipo»tuviese controlada la menstruación de María.

Es posible también que los «astronautas» llegaran a«desmaterializar» esa «carga genética» fuera del cuerpode María, «materializándola» casi instantáneamente unavez en el óvulo de la Virgen. Si eran seres que podíanmanipular los cambios de dimensiones, ¿por qué rechazar la hipótesis? Hubiera sido suficiente, quizá, un cambio o variación en los ejes de las partículas subatómicasque integraban esos genes para hacerlos «saltar» de dimensión.El gran problema del origen de esa «carga genética»—y puesto que estamos hablando de la Divinidad— esalgo que escapa ya definitivamente a mi ridículo cerebro.

Cuarta teoría:Una acción absolutamente directa de la Divinidad

Por último, ya lo he dibujado en otros rincones de esteensayo, no podemos descartar —incluso desde el puntode vista científico— otro tipo de «acción», absolutamente vinculada quizá a la mano o a la voluntad de esa GranFuerza.
Caería en mi propia trampa si cerrase el camino aotra o a otras posibilidades, tal como la fecundación dedicho óvulo humano «por la simple voluntad de esa GranEnergía que llamamos Dios».

No es mi propósito violar los límites de mi propioentendimiento. Y sé que Dios o la Verdad están muchomás allá...
Esta última tesis, naturalmente, no habría afectado al «equipo». La acción y responsabilidad habrían recaído directamente en esa Divinidad.En cualquier caso, la virginidad de la niña podría haber quedado perfectamente a salvo. Cuantas consultas he hecho con ginecólogos han arrojado siempre el mismo fin:
La virginidad no constituye hoy un obstáculo insalvable para alcanzar la concepción.
La Medicina actual está cuajada de casos en los quemujeres que no han perdido su virginidad han quedado,sin embargo, embarazadas. Todo depende, por ejemplo,de las circunstancias y de la resistencia del himen.

Me contaba un veterano ginecólogo cómo en las Facultades de Medicina se sigue poniendo como ejemploaquel caso de una muchacha que, tras bañarse en la bañera de su casa, quedó fecundada. La explicación era muysimple. Minutos antes, un hermano de la chica se habíabañado en el mismo lugar, masturbándose. Millones deespermatozoides quedaron flotando en los restos de agua.
Cuando la joven procedió a bañarse —y a pesar de haberllenado la bañera con agua limpia—, algunos de los espermatozoides lograron penetrar en la vagina, fecundándola.
Y aunque esto, evidentemente, resulta poco menos queanecdótico, los médicos sí coinciden y conciben que unamujer pueda seguir siendo virgen, incluso, después deun parto. Como decía, todo depende de la naturaleza yelasticidad del himen.



ANTES DEL PARTO: ¿PARALIZACIÓN TOTAL DE LA ZONA?

Y llegó el momento culminante.
La «Operación Redención» estaba a punto de entrar ensu etapa decisiva: el nacimiento del «Enviado». La llegadaal viejo planeta Tierra del Hijo del Altísimo.
Todos, más o menos, conocemos lo que narran los Evangelios canónicos sobre este trascendental hecho.Pero, ¿qué dicen los apócrifos? ¿Fue el nacimiento deJesús de Nazaret como siempre hemos creído?Veamos lo que dice el Protoevangelio de Santiago:
XVII
1.            Y vino una orden del emperador Augusto paraque se hiciera el censo de todos los habitantes de Belénde Judá. Y se dijo José:
«Desde luego que a mis hijos sí que les empadronaré,pero ¿qué voy a hacer de esta doncella? ¿Cómo voy aincluirla en el censo? ¿Cómo mi esposa? Me da vergüenza. ¿Cómo hija mía? ¡Pero si ya saben todos los hijosde Israel que no lo es. Éste es el día del Señor, que Elhaga según su beneplácito.»
2.            Y, aparejando su asna, hizo acomodarse a María sobre ella, y mientras un hijo suyo iba delante llevandola bestia del ronzal, José les acompañaba. Cuando estuvieron a tres millas de distancia, José volvió su rostrohacia María y la encontró triste; y se dijo a sí mismo:
«Es que el embarazo debe causarle molestias.»
Pero, al volverse otra vez, la encontró sonriente, yle dijo:
«María, ¿qué es lo que te sucede, que unas veces veosonriente tu rostro y otras triste?»
Y ella repuso:
«Es que se presentan dos pueblos ante mis ojos, unoque llora y se aflige, y otro que se alegra y regocija.»

3. Y al llegar a la mitad del camino, dijo María aJosé:
«Bájame, porque el fruto de mis entrañas pugna por venir a luz.»
Y le ayudó a apearse del asna, diciéndole:
«¿Dónde podría yo llevarte para resguardar tu pudor?,porque estamos al descampado.»

XVIII
1. Y, encontrando una cueva, la introdujo dentro, y habiendo dejado con ella a sus hijos, se fue a buscar una partera hebrea en la región de Belén.
2. Y yo, José, me eché a andar, pero no podía avanzar; y al elevar mis ojos al espacio, me pareció ver comosi el aire estuviera estremecido de asombro; y cuandofijé mi vista en el firmamento, lo encontré estático y lospájaros del cielo inmóviles; y al dirigir mi mirada hacia
atrás, vi un recipiente en el suelo y unos trabajadoresechados en actitud de comer, con sus manos en la vasija.

Pero los que simulaban masticar, en realidad no masticaban; y los que parecían estar en actitud de tomar lacomida, tampoco la sacaban del plato; y, finalmente, losque parecían introducir los manjares en la boca, no, sino que todos tenían sus rostros mirando haciaarriba.

También había unas ovejas que iban siendo arreadas, pero no daban un paso, sino que estaban paradas, y el pastor levantó su diestra para bastonearlas con el cayado,pero quedó su mano tendida en el aire. Y al dirigir mivista hacia la corriente del río, vi cómo unos cabritillosponían en ella sus hocicos, pero no bebían. En una palabra, todas las cosas eran en un momento apartadas desu curso normal.



XIX
1.   Y entonces una mujer que bajaba de la montañame dijo:
«¿Dónde vas tú?»
A lo que respondí:
«Ando buscando una partera hebrea.»
Ella replicó:
«Pero, ¿tú eres de Israel
Y respondí:
«Sí.»
«¿Y quién es —añadió— la que está dando a luz en lacueva?»
«Es mi esposa», dije yo. A lo que ella repuso:
«Entonces, ¿no es tu mujer?»
Yo le contesté:
«Es María, la que se crió en el templo del Señor, queaunque me cayó en suerte a mí por mujer, no lo es, sinoque ha concebido por virtud del Espíritu Santo
Y le interrogó la partera:
«¿Es esto verdad?»
José respondió:
«Ven y verás.»
Entonces, la partera se puso en camino con él.

2. Al llegar al lugar de la gruta, se pararon, y heaquí que ésta estaba sombreada por una nube luminosa.
Y exclamó la partera:
«Mi alma ha sido engrandecida hoy, porque han vistomis ojos cosas increíbles, pues ha nacido la salvaciónpara Israel.»
De repente, la nube empezó a retirarse de la gruta ybrilló dentro una luz tan grande que nuestros ojos nopodían resistirla. Ésta por un momento comenzó a disminuir hasta tanto que apareció el niño y vino a tomarel pecho de su madre, María. La partera entonces dio ungrito, diciendo:
«Grande es para mí el día de hoy, ya que he podidover con mis propios ojos un nuevo milagro.»

3. Al salir la partera de la gruta vino a su encuentroSalomé, y ella exclamó:
«Salomé, Salomé, tengo que contarte una maravillanunca vista, y es que una virgen ha dado a luz; cosa que,como sabes, no sufre la naturaleza humana.»
Pero Salomé repuso:
«Por vida del Señor, mi Dios, que no creeré tal cosasi no me es dado introducir mi dedo y examinar su naturaleza.»

XX
1. Y habiendo entrado la partera, le dijo a María:
«Disponte, porque hay entre nosotras un gran altercado con relación a ti.»
Salomé, pues, introdujo su dedo en la naturaleza, más de repente lanzó un grito, diciendo:
«¡Ay de mí! ¡Mi maldad y mi incredulidad tienen laculpa! Por tentar al Dios vivo se desprende de mi cuerpomi mano carbonizada.»
2. Y dobló sus rodillas ante el Señor, diciendo:
«¡Oh Dios de nuestros padres, acuérdate de mí, porque soy descendiente de Abraham, de Isaac y de Jacob;no hagas de mí un escarmiento para los hijos de Israel;devuélveme más bien a los pobres, pues tú sabes, Señor, que en tu nombre ejercía mis curas, recibiendo de ti misalario.»
3. Y apareció un ángel del cielo, diciéndole:
«Salomé, Salomé, el Señor te ha escuchado. Acerca tumano al Niño, tómalo, y habrá para ti alegría y gozo.»
4. Y se acercó Salomé y lo tomó, diciendo:
«Le adoraré porque ha nacido para ser el gran Rey deIsrael
Más de repente se sintió curada y salió en paz de lacueva. Entonces se oyó una voz que decía:
«Salomé, Salomé, no digas las maravillas que has visto hasta tanto que el Niño esté en Jerusalén







UN FÉRREO CONTROL

De nuevo, y absolutamente a tiempo, aparece ante el grupoun «ángel» del Señor.No resulta difícil sospechar que el «equipo» de «astronautas» debía estar trabajando en aquellos últimos momentos «con los cinco sentidos».
Si la joven Virgen hubiera llegado a Belén antes de«romper aguas», todo se habría complicado. ¿Cómo «actuar» en plena aldea? ¿Cómo evitar el revuelo que, sinduda, provocaban las naves? Y lo más grave: de habernacido Jesús en Belén, la noticia de su llegada al planetahabría llegado a los oídos del temido Herodes el Grandemucho antes de lo necesario y de lo previsto. No olvidemosque la aldea está a muy corta distancia de Jerusalén.
Quizá, aunque a nosotros nos parezca increíble, fuerapreciso ganar tiempo. Y ese lapsus podía proporcionarloun nacimiento a distancia, «a mitad de camino entre Nazaret y Belén». No todo concluía con el alumbramiento deJesús...

Y, naturalmente, dentro de esta teoría general —no olvidemos que sólo se trata de una hipótesis de trabajo—, elmomento y el lugar exactos del parto debían estar perfectamente estudiados por parte de los tripulantes de lasnaves. Y, de la misma manera, estoy persuadido que los«astronautas» no habían perdido —ni por un según deel control de las constantes físico-biológicas de María. Sinosotros somos capaces hoy de controlar desde Houstonel ritmo cardíaco, la respiración o la presión sanguíneade los hombres que pasean por la Luna o que giran entorno al planeta, ¿qué no podrían lograr unas civilizacionestan sumamente adelantadas?

Era natural que este «chequeo» a distancia fuera extremadamente riguroso. Dos mil años largos de preparación no podían naufragar ahora, ante cualquier contingencia...
Jamás «los cielos» habían estado tan pendientes de unaniña y del asno que la llevaba. Nuestros médicos tambiénhabrían actuado así.Y si ese «mareaje» sobre la persona de María y decuantos la rodeaban era realmente así de férreo, no tienenada de particular que, en el momento crítico, uno o varios de los «astronautas» descendieran a tierra y detuvieran la marcha del grupo. Una marcha que, quizá, Joséo la propia Virgen se habían encargado ya de congelar,ante las primeras molestias.

Y se presenta aquí otro interesante dilema:
¿Sufrió María de los conocidos dolores previos alparto?
La Iglesia, amparándose en el, a veces, agujereado«paraguas teológico», ha llegado a afirmar que no, que laVirgen no pudo sufrir esos dolores «puesto que era laúnica criatura sobre la Tierra que había nacido sin culpaoriginal».
Respeto esta opinión, pero, francamente, me cuestatrabajo creerlo...
En los Evangelios apócrifos se especifica claramente«que le habían llegado los primeros síntomas...» Claroque la palabra «síntomas» puede querer significar muchas
cosas.

¿UNA PARALIZACIÓN?

Pero volvamos con los «astronautas»...
La   gravedad   y   responsabilidad   debían   ser tales   enaquellos momentos que —según mi punto de vista— unao varias naves espaciales tenían que estar muy próximas.
Pendientes. Dispuestas. Alguna, incluso, aterrizada ya muycerca de la cueva...
Y quizá una de las primeras medidas adoptadas por el«equipo» fue la paralización de cuanto existía junto a lagruta y en un amplio radio.
También es posible que esa «paralización» se debieraa la extrema proximidad de los vehículos de los «astronautas».
¿Que por qué hablo de paralización?
Los pasajes del apócrifo de Santiago, y en los que Josétrata inútilmente de echar a correr en busca de unapartera, son elocuentes.
Cuando los leí por primera vez no daba crédito a loque tenía ante mí.
E invito al lector a que lo repase con suma calma...
¿Es que puede concebirse —y escrito hace dos milaños— una fórmula más hermosa y plástica para describir una paralización de hombres, animales y de la propiaNaturaleza?

Para el «testigo», para José, la única explicación quequizá podía encajar en su cerebro era que «todas las cosaseran en un momento apartadas de su curso normal». ¿Y qué otra cosa es una paralización masiva? La causa de este enigmático fenómeno habría que buscarla posiblemente, como ya he adelantado, en los siguientes e hipotéticos hechos:
Ante la inminencia del parto, algunas de las naves, lógicamente, se vieron obligadas a descender sobre la zona.Es posible, incluso, que tomaran tierra. Y que esa «aproximación» a la gruta subterránea implicara una mayoro menor paralización de cuanto se movía en torno al puntoelegido. Una paralización que pudo ser instantánea o deuna cierta duración en el tiempo...

En este caso, el fenómeno habría estado absoluta ydeliberadamente provocado por los «astronautas». En elfondo quizá se trataba de una elemental medida de seguridad...
También cabe pensar que fue un hecho fortuito, originado por los potentes campos magnéticos o electromagnéticos de dichas naves.
Al establecerse o aterrizar a tan corta distancia, todolo que entró dentro de su radio de acción se vio así afectado.
Y hombres, ovejas, pájaros, viento, etc., quedaron como«congelados». Y entre ellos, José, quien, a pesar de «nopoder avanzar», se daba cuenta de todo...
¿Qué me recuerda esto?
Sencillamente, otros muchos casos de misteriosas paralizaciones, experimentadas por decenas de testigos ovnien nuestros días...


EL PARTO

¿Cómo pudo ocurrir realmente el nacimiento de Jesús?Ni los evangelistas «oficiales» ni los que nos dejaron lostextos apócrifos aportan datos concretos como para establecer la «mecánica» del mismo. Y la Iglesia, con un prudencial criterio, proporciona un sonado carpetazo al asunto, dejándolo envuelto en el misterio. Otro más...
Yo, por mi parte, no me siento con fuerzas como paradescender y bucear en dicho misterio.
Salvando las distancias, viene a ser como plantear a laMedicina actual cuáles pueden ser los sistemas o mecanismos clínico-quirúrgicos que imperarán en la especialidadginecológica dentro de quinientos o mil años.
¿Qué madre del siglo XV hubiera imaginado que, cinco siglos más tarde, los dolorosos partos podrían practicarse... sin dolor?Una afirmación como ésta, hecha en pleno tiempo de la Inquisición, me hubiera conducido —sin remedio— a la hoguera.

¿Qué puedo suponer que ocurrió en aquellas horas tensas, en el interior de la gruta? ¿Por qué aquella nave espacial se había aproximado a la gruta? ¿Por qué el interior de la cueva se vio inundada de luz? ¿De dónde nacía aquella luminosidad?Sólo una idea —casi un presentimiento— aletea en mi corazón: es posible que el «equipo» de «astronautas» —llegado el momento— hubiera descendido materialmente atierra y entrado, incluso, en el lugar donde se encontraba la joven María. Y que —de alguna forma que ni siquiera podemos sospechar— contribuyeran o ayudaran en el parto.

¿Qué «técnicas» utilizaron en el alumbramiento? Esposible que ninguna. Es posible que el parto en sí fuerarealmente «milagroso», en el más literal de los sentidos.O es posible que Dios —una vez más— se sirviera de lamás compleja y depurada Ciencia para hacer realidad elnacimiento de su «Enviado».
¿Cómo saberlo? ¿Cómo saber si María sufrió los mismosdolores que el resto de las mujeres?

En el apócrifo denominado Liber de infantia Salvatorispude encontrar unos pasajes que arrojan un rayo de luz sobre la forma en que, quizá, se produjo el gran acontecimiento:
...y la comadrona entró en la cueva. Se paró antela presencia de María. Después que ésta consintió en serexaminada por espacio de horas, exclamó la comadronay dijo a grandes voces:
«Misericordia, Señor y Dios grande, pues jamás se ha oído, ni se ha visto, ni ha podido caber en sospecha humana que unos pechos estén henchidos de leche y que a la vez un niño recién nacido esté denunciando la virginidad de su madre. Virgen concibió, virgen ha dado a luz y continúa siendo virgen.»




Ante la tardanza de la comadrona, José penetródentro de la cueva. Vino entonces aquélla a su encuentroy ambos salieron fuera, hallando a Simeón (uno de loshijos de José) de pie. Éste le preguntó:
«Señora, ¿qué es de la doncella?, ¿puede abrigar alguna esperanza de vida?»
Dícele la comadrona:
«¿Qué es lo que dices, hombre? Siéntate y te contaréuna cosa maravillosa.»
Y elevando sus ojos al cielo, dijo la comadrona convoz clara:
«Padre omnipotente, ¿cuál es el motivo de que mehaya cabido en suerte presenciar tamaño milagro, queme llena de estupor?, ¿qué es lo que he hecho yo paraser digna dé ver tus santos misterios, de manera quehicieras venir a tu sierva en aquel preciso momento paraser testigo de las maravillas de tus bienes? Señor, ¿quées lo que tengo que hacer?, ¿cómo podré narrar lo
que mis ojos vieron?»
Dícele Simeón:
«Te ruego me des a conocer lo que has visto.»
Dícele la comadrona:
«No quedará esto oculto para ti, ya que es un asuntohenchido de muchos bienes. Así pues, presta atención amis palabras y retenías en tu corazón:
«Cuando hube entrado para examinar la doncella,la encontré con la faz vuelta hacia arriba, mirando alcielo y hablando consigo. Yo creo que estaba en oracióny bendecía al Altísimo. Cuando hube, pues, llegado hastaella, le dije:
»” Dime, hija, ¿no sientes por ventura alguna molestiao tienes algún miembro dolorido?” Mas ella continuabainmóvil mirando al cielo, cual una sólida roca y como sinada oyese.

» En aquel momento se pararon todas las cosas, silenciosas y atemorizadas: los vientos dejaron de soplar;no se movió hoja alguna de los árboles, ni se oyó el ruido de las aguas; los ríos quedaron inmóviles y el mar sin oleaje; callaron los manantiales de las aguas y cesó el eco de voces humanas. Reinaba un gran silencio. Hasta el mismo polo abandonó desde aquel momento su vertiginoso curso. Las medidas de las horas habían ya casi pasado. Todas las cosas se habían abismado en el silencio, atemorizadas y estupefactas. Nosotros estábamos esperando la llegada del Dios alto, la meta de los siglos.

«Cuando llegó, pues, la hora, salió al descubierto la virtud de Dios. Y la doncella, que estaba mirando fijamente al cielo, quedó convertida en una viña, pues ya seiba adelantando el colmo de los bienes. Y en cuanto salió la luz, la doncella adoró a Aquel a quien reconoció haber ella misma alumbrado. El niño lanzaba de sí resplandores, lo mismo que el sol. Estaba limpísimo y era gratísimo a la vista, pues sólo Él apareció como paz que apacigua todo...
«Aquella luz se multiplicó y oscureció con su resplandor el fulgor del sol, mientras que esta cueva se vioinundada de una intensa claridad...

«Yo, por mi parte, quedé llena de estupor y deadmiración y el miedo se apoderó de mí, pues tenía fijami vista en el intenso resplandor que despedía la luzque había nacido.
» Y esta luz fuese poco a poco condensando y tomandola forma de un niño, hasta que apareció un infante, comosuelen ser los hombres al nacer.
» Yo entonces cobré valor: me incliné, le toqué, le levanté en mis manos con gran reverencia y me llené deespanto al ver que tenía el peso propio de un recién nacido. Le examiné y vi que no estaba manchado lo másmínimo, sino que su cuerpo todo era nítido, como acontece con la rociada del Dios Altísimo; era ligero de pesoy radiante a la vista.

«Cuando tomé al infante —prosigue su explicación la comadrona— vi que tenía limpio el cuerpo, sin las manchas con que suelen nacer los hombres, y pensé para mis adentros que a lo mejor habían quedado otros fetos en la matriz de la doncella. Pues es cosa que suele acontecer a las mujeres en el parto, lo cual es causa de que corran peligro y desfallezcan de ánimo.
» Y al momento llamé a José y puse al niño en sus brazos. Me acerqué luego a la doncella, la toqué, y comprobéque no estaba manchada de sangre.
» ¿Cómo lo referiré?, ¿qué diré? No atino. No sé cómo describir una claridad tan grande del Dios vivo...»





¿UN CAMBIO TRIDIMENSIONAL INSTANTÁNEO?

¿Cómo reaccionaríamos nosotros si un grupo de científicosde la Tierra anunciara al mundo el descubrimiento de los«cambios tridimensionales» a voluntad?
No hace mucho pude estudiar un informe de los supuestos habitantes de un planeta supuestamente ubicado en lasinmediaciones de la estrella «Wolf 424», a unos 14 años-luzde la Tierra. Se trataba, como ya habrán adivinado los seguidores de la Ufología, de «Ummo».
En ese «informe», y al hablar de cómo hacen desaparecer sus naves, dicen textualmente:
«Un observador que se encuentre a una distancia no excesiva, puede observar la aparente “aniquilación” instantánea de una astronave de este tipo visualizada por él.2

2. En Ufología se recogen numerosos casos de testigos que han visto «desaparecer» literalmente un ovni.




Dos pueden ser los motivos de esa pseudodesaparición:
» Como hemos reiterado en páginas precedentes, en elinstante en que todos losibozoouu (modelo de entidadfísica elemental) correspondientes al recinto limitado porlaitooaa” (zona exterior envolvente de sus naves) cambiande “ejes (dimensión) en el marco tridimensional en queestá situado el observador, toda la MASA integrada en dicho recinto deja de poseer existencia física. No es que talmasa sea “aniquilada”, puesto que el substrato de tal masala constituyen los “ibozoouu” o dicho de otro modo la”MASA” se interpretará como un “plegamiento de la urdimbre de los ibozoouu”. Nuestra física —prosiguen los supuestos “ummitas”— interpreta este fenómeno como si laorientación de esta depresión o pliegue de las entidadesconstitutivas del espacio, cambie de sentido de modo quelos órganos sensoriales o los instrumentos físicos del observador no son capaces de captar tal cambio.

»En este instante, el vacío en el recinto es absoluto.No ya una sola molécula gaseosa y por supuesto cualquierpartícula sólida o líquida, sino ni siquiera una partícula subatómica (protón, neutrino, fotón, etc.) puede localizarseprobabilísticamente en ese recinto. Dicho en lenguaje deustedes:
»La función de probabilidad es nula en . Sin embargo, tal situación inestable dura una fracción infinitesimalde tiempo. El recinto se ve “invadido” consecutivamente por “iboayaa(quantum energéticos), es decir, se propagan en su seno campos electromagnéticos y gravitatorios de distintas frecuencias, inmediatamente es atravesado por radiaciones iónicas y al final se produce una “implosión” al precipitarse el gas exterior en el vacío dejado por la estructura “desaparecida”. Esta "implosión" es la explicación de esos “estampidos” o “truenos” que algunos observadoresde OVNIS hermanos terrestres suyos han creído percibir en alguna ocasión tras la desaparición aparente del vehículo.»



Este documento, en mi opinión, podría estar dándonos una «pista» sobre un futuro conjunto de métodos científico-técnicos para «viajar» por el espacio y — ¿por qué no? —para «hacer desaparecer» cualquier cuerpo (líquido, sólido o gaseoso o todos ellos a un mismo tiempo) y volverlo a«recomponer» o «materializarlo» en otro lugar.

Si la Ciencia humana llega algún día a semejante gradode perfección, el «cambio tridimensional», instantáneo y avoluntad, de un feto, por ejemplo, sería como un juego.
Momentos antes del alumbramiento, esa tecnología superior podría variar los «ejes» de todas y cada una de las partículas subatómicas del bebé, haciéndolo «saltar» al exterior de la madre y «materializándolo» segundos más tarde.

Supongo que sería necesario salvar ese grave arrecife del«vacío» de que habla el «informe» de «Ummo» y que, según parece, se presenta en el lugar donde «estaba» el cuerpo «aniquilado».

Aunque este esquema resulta hoy puramente hipotético—casi ciencia-ficción—, ¿no estaremos planteando una duda«gemela» a la que podrían haber tenido los Caballeros dela Tabla Redonda si alguien hubiera intentado explicarlesel funcionamiento de un portaaviones o de una cámara fotográfica Polaroid?
Quizá ese «transporte» de la totalidad de una masa de un marco tridimensional concreto a otro y su posterior «retorno» al primero, pudiera dar cumplida explicación a esa misteriosa frase de la partera del Evangelio apócrifo:
Yo, por mi parte, quedé llena de estupor y de admiración y el miedo se apoderó de mí, pues tenía fija mivista en el intenso resplandor que despedía la luz quehabía nacido.Y esta luz fuese poco a poco condensando y tomandola forma de un niño, hasta que apareció un infante, comosuelen ser los hombres al nacer.

¿Es que esta forma de «nacer» no se aproxima maravillosamente a la omnipotencia divina?
Quizá alguien pueda esgrimir aquel argumento de «que va contra la naturaleza». Es posible que vaya, en efecto,contra las vías que nosotros, hasta hoy, interpretamos como «naturales», pero ¿quién puede jurarnos que ese cambio de dimensiones no sea igualmente otra de las infinitas«vías» de la Naturaleza? Una Naturaleza, claro está, a la que ni siquiera hemos tenido acceso.
Durante siglos —aunque ya lo hemos olvidado—, el promedio de vida de un hombre normal venía siendo de 40 o45 años. Incluso menos. Hoy, esa esperanza de vida se fijaya en los 70 u 80 años. ¿Quiénes están o estaban atentando contra la Naturaleza: los hombres de la Edad de Piedra, que podían aspirar a vivir 20 o 30 años como máximoo nosotros, con 70 u 80? Posiblemente, ni los unos ni losotros...

¿Qué podemos pensar, por tanto, de unos «astronautas» capaces de desplazarse hace 2.000 años en naves siderales ycuyos hogares podían hallarse en remotos confines de nuestro Universo o de otros Universos «paralelos»? ¿Quién tirará la primera piedra de la duda sobre susposibilidades tecnológicas? Y por si alguien puede seguir dudando sobre la presencia de esas naves hace 2.000 años, he aquí, en el siguientecapítulo, lo que nos cuentan los asombrosos apócrifos.

2. En Ufología se recogen numerosos casos de testigos que han visto«desaparecer» literalmente un ovni.


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