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viernes, 4 de noviembre de 2016

Al rodear el cerro me encontré una medialuna luminosa de unos diez metros de diámetro, posada en el suelo. La luz era tan intensa que no podía mirar hacia delante, pero cuando ya pude ver, apareció frente a mí un ser corpulento de un metro ochenta de altura y apariencia humana, vestido con un traje brillante y levantando un brazo. Con un rostro ancho, pómulos pronunciados y ojos marcadamente oblicuos, mentalmente me invitó a acercarme: Soy Oxalc, de Morlen

Al rodear el cerro me encontré una medialuna luminosa de unos diez metros de diámetro,  posada en el suelo. La luz era tan intensa que no podía mirar hacia delante, pero cuando ya pude ver, apareció frente a mí un ser corpulento de un metro ochenta de altura y apariencia humana, vestido con un traje brillante y levantando un brazo. Con un rostro ancho, pómulos pronunciados y ojos marcadamente oblicuos, mentalmente me invitó a acercarme: Soy Oxalc, de Morlen.



¿Está habitado Ganimedes? La conclusión es afirmativa. Numerosos contactados como el argentino Orlando Ferraudi, o bien el peruano Sixto Paz Wells así lo confirman. De igual modo, si leemos el libro Yo visite Ganimedes, de Yosip Ibrahim hallaremos muchas coincidencias que corroboran este hecho: En el mayor satélite de Júpiter existe una civilización miles de años más desarrollada que la terrestre, quienes de alguna forma estarían tutelando todo cuanto acontece en la Tierra.



Ganimedes completa su órbita alrededor de Júpiter cada siete días. Según la ciencia terrestre, se trata de un astro rocoso, con terrenos de silicatos oscuros y claros y en igual proporción hielo; un nucleo de hierro fundido y un océano interno con más agua que todos los océanos de la Tierra juntos. Destacar que tiene campo magnético propio y una delgada atmosfera de oxígeno. En la superficie se aprecian impactos de meteoritos y los efectos de actividad tectónica. (Fuente de la información Wikipedia).

En el espacio que ahora ocupa el Cinturón de Asteroides* existía un planeta al cual sus habitantes llamaban el Planeta Amarillo. Una civilización portentosa que había alcanzado el dominio del átomo y creyó, erróneamente, que podía controlarlo de una forma total. Según los extraterrestres que ahora habitan Ganimedes, ciertos experimentos con energía nuclear terminaron por desequilibrar las placas tectónicas así como el interior del planeta. Según contaron a ciertos contactados, la implosión irremediable del Planeta Amarillo actuó de una forma retardada y de este modo posibilitó que uno de sus líderes llamado Munt, con capacidades extrasensoriales muy avanzadas y quien ya poseía lo que nosotros entenderíamos como un sexto sentido, la clarividencia, pudo anticipar con tiempo suficiente el desastre que avecinaba. Este líder convenció a su pueblo de que pasada una centuria aquel planeta se vería reducido a cascotes. De este modo se inició la terraformación (adaptación de la superficie, atmosfera, temperatura y agua) de Ganimedes, satélite de Júpiter; un lugar aparentemente hostil para la vida, donde las erupciones volcánicas son frecuentes y las bajas temperaturas lo harían ciertamente inhóspito; sin embargo, los habitantes del Planeta Amarillo trabajaron con determinación hasta que finalmente construyeron su nuevo hogar en el satélite jupiteriano.

*(Cinturón de asteroides es una región del Sistema Solar comprendida aproximadamente entre las órbitas de Marte y Júpiter. Alberga multitud de objetos astronómicos de formas irregulares, denominados asteroides, y al planeta enano Ceres. FUENTE: Wikipedia.)


Según el testimonio de los extraterrestres, la conformación política existente durante aquel tiempo en el Planeta Amarillo estaba formada por dos grandes naciones, dos bloques a nivel planetario, que en principio no mostraban una enemistad manifiesta, aunque si eran gobernados por diferentes dirigentes. Cuando Munt, el rey sabio detecto el desastre venidero lo comunicó inmediatamente a la otra gran nación del planeta. Sin embargo, sus dirigentes no le creyeron y al parecer demoraron la solución de preparar a su población para abandonar aquel astro herido de muerte. Solo cuando el Planeta Amarillo se estaba desgarrando, sus placas tectónicas rompían la geografía y las erupciones volcánicas sembraban de fuego la superficie, decidieron abandonarlo precipitadamente. De este modo, una buena parte de la población de esa otra nación, la que pudo escapar, llego a la Tierra, a un lugar que ellos llamaron AT-LAN y que nosotros conocemos como Atlántida.

Evidentemente, de esta historia los seres humanos deberíamos sacar algunas conclusiones; la más importante de todas sería no perder el horizonte de nuestros actos y no olvidar que en el Universo siempre se cumple una ley inexorable:

“El PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO. Toda Causa tiene su Efecto; todo Efecto tiene su Causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una Ley no conocida; hay muchos planos de casualidad; pero nada escapa a la Ley”.
Siendo este uno de los siete principios recogidos en la Tabla Esmeralda* que escribiera el sabio Hermes Trimigesto, precisamente habitante de la Atlántida.


Representación de Hermes Trimigesto
Para terminar esta pequeña presentación, los habitantes del planeta azul, deberíamos reflexionar sobre las consecuencias de las 2000 detonaciones nucleares registradas en nuestro planeta hasta la fecha (Fuente Wikipedia), muchas de ellas realizadas en el subsuelo, capaces de provocar la desestabilización de las placas tectónicas y por ende, el inicio de terremotos como el ocurrido en Punggye-ri, de magnitud 5,3, tras una prueba nuclear subterránea realizada por Corea del Norte:
«La agencia de noticias Yonhap, de Corea del Sur, informó entonces sobre un "terremoto artificial" y citó a fuentes no identificadas del gobierno surcoreano para quienes el sismo era con "mucha probabilidad" consecuencia de un ensayo nuclear.
La explosión más potente
Jeffrey Lewis, un analista especializado en temas de Corea del Norte del Instituto de Estudios Internacionales de Middlebury, en Estados Unidos, dijo a la agencia Reuters que el tamaño del temblor sugiere un dispositivo con una capacidad entre 20 y 30 kilotones.
De confirmarse, se trataría del arma de mayor capacidad que haya usado Pyongyang.»

FUENTE:  http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37314860


Pruebas nucleares y temblores.



Explosiones nucleares subterráneas.


*(Los siete principios de la Tabla Esmeralda son los siguientes:

PRINCIPIO DEL MENTALISMO: El Todo es Mente. El Universo es Mental.

PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA: Como Arriba es Abajo, como Abajo es Arriba.

PRINCIPIO DE VIBRACIÓN: Nada es inmóvil; todo se mueve, todo vibra.

PRINCIPIO DE POLARIDAD: Todo es doble; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos; los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse.

PRINCIPIO DEL RITMO: Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.

PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO: Toda Causa tiene su Efecto; todo Efecto tiene su Causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una Ley no conocida; hay muchos planos de casualidad; pero nada escapa a la Ley.

PRINCIPIO DE GENERACIÓN: La Generación existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la Generación se manifiesta en todos los planos.

…………………………………………….

(NOTA: Hace muchos años, durante una noche del mes de Agosto, el contactado argentino Orlando Ferraudi se encontraba pescando a orillas del Rio de la Plata. Era una noche clara y fría y podían verse las estrellas. Aproximadamente las 11 de la noche y tal vez por el frio, Orlando se encontraba completamente solo en el murallón de la costanera norte. Por un instante se sintió observado, girando instintivamente la cabeza y comprobando instantes después que estaba siendo observado por un ser aparentemente humano; un extraterrestre que dijo llamarse Ezka.)



Del libro ¿Y Por qué Yo? – Historia de una Abducción, de Orlando Ferraudi.

…. Al cabo de unos instantes se acerco y fue así que pude verlo con mayor claridad, dado que en ese entonces la iluminación de la zona no era mucha ya que provenía de las viejas farolas que existían en ese entonces.- Grande fue mi sorpresa cuando al verlo ya tan cerca pude comprobar que su vestimenta era extraña, sin articular palabra me toma del brazo y al hacerlo me veo obligado a mirarlo a los ojos, luego de observar su vestimenta y al verlo ya tan cerca me doy cuenta que sin poder precisar el que y el porqué, no era alguien común.



Su vestimenta irradiaba destellos chispeantes, era lo más parecido a un traje de luces, su color podría decir que era anaranjado , cambiaba su destello con los movimientos que el realizaba, a partir de ese momento me invadió una tranquilidad, una paz que yo nunca había experimentado pero todo esto no dejaba de ser un estado raro para mi, nunca me había sentido de esa forma además no tenía el deseo de escapar y mucho menos el de cometer ningún tipo de agresión hacia él , todo lo contrario al instinto natural y común ante lo desconocido con lo que generalmente acostumbramos reaccionar ante una situación de esa índole.


Luego de observarme por unos instantes comencé a sentir su dialogo, si, sentir porque no articulaba palabra alguna, sin embargo escuchaba dentro de mi todo lo que me expresaba, además todo aquello que yo pensaba el me lo respondía, allí me di cuenta no solo por la forma de comunicarnos sino también por lo que antes comente que el ejercía en mi persona una forma de energía síquica la cual era capaz de que pudiéramos comunicarnos sin problemas y aun estando en el mayor bullicio no nos veíamos afectados, ya que volumen y sonido no podrían interferir.-

…. De inmediato introduce su mano en su cintura en la parte central y de algún bolsillo que supongo tendría su ropa extrae algo muy similar a un estuche para maquillaje, por su tamaño y forma y lo coloca sobre el borde del murallón, procede a abrirlo y al hacerlo “esa polvera “deja salir luz, una luz media amarillenta, pero que permitía ver con claridad y es así que definitivamente puedo ver en forma total a mi “acompañante”.
Es de esa manera que puedo ver por completo su vestimenta, la misma era un tipo de buzo que llegaba de su cuello hasta sus pies incluso el mismo tenía como una suerte de calzado que yo no podría precisar (zapatos, zapatillas, mocasines etc.) además con ese tipo de iluminación distingo con precisión su rostro, no se podría establecer una diferencia con el nuestro ya que sus facciones son en un todo absolutamente iguales, tanto así también sus manos, además puedo apreciar su altura, siendo esta mayor que la mía y si debiera establecer algo diferente en su morfología seria esa la única diferencia existente a simple vista.

El contactado argentido Orlando Ferraudi y Liliana Flotta
Esboza una sonrisa y me manifiesta que no tenga ningún tipo de temor que nada me sucedería y me pide que lo acompañe, sin pronunciar palabra alguna ,cosa que se mantuvo en forma absoluta durante todo el tiempo que demando nuestro contacto.
Como es de imaginarse no hubo negativa de mi parte ya que mi voluntad estaba a su disposición u antojo, se coloca a mi lado, me toma del brazo y comenzamos a caminar hacia unas escaleras existentes en ese entonces, bajamos hacia la superficie del agua y en ese instante vuelve a hacer uso de “la polvera”, pero esta vez la luz la dirige hacía el rio y allí da comienzo la parte más fascinante que me ha tocado vivir y que dejo en mi desde ese momento y para siempre la pregunta que tantas veces, aun hoy me sigo haciendo¿ Y POR QUE YO?.

El acto de dirigir la luz hacia el rio tuvo una respuesta… del medio de la nada comienza a acercase una forma que flotaba sobre el agua sin apoyarse en ella, venía muy lentamente sin el más leve sonido, cuando estuvo lo suficientemente cerca pude precisar su forma, color y tamaño, parecía un plato hondo invertido y a la luz de las estrellas era opaco, tendría aproximadamente unos cincuenta metros de diámetro, se detuvo casi a nuestros pies, en ese momento un costado se desplaza dejando al descubierto una pequeña entrada de la que sale una explanada la que se apoya sobre un escalón, de esa puerta sale otra persona igual a la que estaba conmigo y me toma de la mano para ayudarme a ingresar a la nave, una vez que los tres estamos dentro se cierra y partimos.




…Lo primero que quise saber fue quienes eran y de donde provenían.

La respuesta nunca me la hubiera imaginado, ni aun en un delirio demencial:
Somos oriundos de un planeta muy lejano y hace muchos miles de años compartimos este con ustedes, emigramos con el objeto de crear aquí una colonia, podríamos decir así.
No fue casual nuestra llegada, tuvimos que saber si la tierra (EL PLANETA AZUL) era apto para nuestra forma de vida, lo que nos preocupaba era conocer su atmosfera, sus recursos y su suelo, comprobado esto decidimos migrar hacia aquí, nuestra presencia se debió al desastre cósmico que fue el estallido del planeta que dio lugar a la formación del cinturón de asteroides que se encuentra en la órbita que este ocupaba, esto último evito el desequilibrio cósmico que se podría haber producido si su órbita hubiera quedado vacía, no fue un fenómeno previsible, ni natural, la causa fue un lamentable error de sus habitantes que no previeron el peligro que representaba el empleo de una nueva energía que llegaron a conocer pero que no pudieron controlar, se produjo una reacción en cadena que dio por resultado la reacción nuclear más poderosa que existió en el sistema solar. Algunos creyeron poder salvarlo de la destrucción pero esto fue inútil, el resultado fue la extinción de la vida y su desaparición.

También lo consulte sobre el lugar donde ahora se encuentran, como es actualmente su forma de vida, me respondió que ocupan un lugar dentro de este planeta y que su vida y costumbres, siguen siendo las mismas a las que acostumbraban tener antes de llegar aquí. Satisfecha parcialmente mi curiosidad, creí que lo mejor era que directamente, sin que yo le preguntara me contase con absoluta libertad, sin tener remitir su relato a mis preguntas y como siempre fue mental nuestra comunicación, solo me basto pensar en ello.


Entrevista al contactado argentino Orlando Ferraudi  (1 de 2)



Entrevista al contactado argentino Orlando Ferraudi  (2 de 2)

Así de esta forma comenzó su relato:
Cuando llegamos a la tierra en forma definitiva lo hicimos en grandes naves muy parecidas en su funcionamiento a la que ahora ocupamos. Anteriormente fueron como esta, pero eran viajes de exploración, en solamente dos vuelos de esas grandes naves completamos nuestra migración incluyendo mayores, jóvenes y niños, no llegamos a un lugar desconocido, habíamos preparado e informado a los que decidieron emigrar donde iríamos, como era aquí la vida y que íbamos a encontrar, garantizándoles que nuestra permanencia en nuestro nuevo destino seria definitiva y que no se diferenciaría en nada a la que dejábamos atrás.

Nuestros lugares dé afincamiento fueron varios, pero entre ellos, uno seria por así decirlo la ciudad principal, la misma fue llamada por nosotros AT-LAN, luego ustedes la llamaron Atlántida durante mucho tiempo fue la cabecera de nuestra civilización y al decir mucho tiempo quiero significar miles de años.

Este planeta se caracterizaba por ser habitado solamente por todo tipo de animales salvajes, pero no los cazábamos para lograr satisfacer nuestras necesidades alimentarias, como lo hacía una especie más avanzada que fueron los antepasados de la actual raza humana y con respecto a esta quiero hacerte un comentario aparte.

Las especies animales que aquí existían fueron las antepasadas de muchas de las actuales, otras se extinguieron al no lograr adaptarse a los cambios telúricos y climáticos, perdiendo a causa de ello la posibilidad de seguir reproduciéndose y de esa forma comenzaron a desaparecer de por sí, natural, paulatina pero inexorablemente y sin que mediara cualquier otro tipo de intervención extraña que fuese la causante de la misma , desde el principio del tiempo fue el único planeta poblado por animales, no existe esto en ningún otro planeta de este sistema solar.

Entre esas especies, había una en particular, que sobresalía por entre todas las otras, no solo por su estructura física sino también por sus costumbres, obediencia y docilidad, cazaban a otras especies para conseguir alimentos, se agrupaban en una forma tribal y no se mostraron jamás en forma agresiva, a la flora existente la empleaban como medicinas, consumiendo solo algunos frutos, no conocían ningún tipo de cultivo, les enseñamos como y de qué forma hacerlo con semillas traídas para nuestras cosechas y consumo, realizando estas tareas con total éxito.


…Nuestra primera colonia, se encontraba sobre una isla de origen volcánico, en la zona de América Central, muy próxima a lo que hoy es la península de Yucatán, la llamamos con el nombre de AT-LAN y fue durante muchos milenios, nuestro lugar de residencia, dada su gran superficie era apta como para cubrir las necesidades de nuestra migración ,la que prospero, se reprodujo y continuo con nuestra forma de vida, tal cual era, ese lugar no fue elegido al azar, era el más similar al de nuestro lugar de origen y al estar rodeado del océano nos aseguraba un cierto aislamiento de las formas de vida ya existentes y así lograr evitar en todo lo posible, que nuestras costumbres se fuesen diluyendo, sin embargo eso no fue impedimento para que a las visitas que llegaban del continente les brindásemos nuestra ayuda  para mejorar sus recursos, y fue así que se instruyo a estos sobre la siembra y cosecha del maíz ,el trigo , el cacao y la banana entre otros, pero fueron estos los de mayor utilización cuando conocieron las diferentes formas de empleo de los mismos.  

Su difusión fue inmediata, siendo utilizado en la mayoría de estos grupos nativos y modificando en forma favorable y más completa su dieta alimentaria, que era básicamente compuesta de animales de caza o pesca y algunos vegetales, muy pocos estos, producto de su recolección en la selva, con nuestro aporte, lograron sembrar y cosechar variedades desconocidas hasta entonces y así contar con una fuente alimentaria de mayor valor energético.

Representación de la destrucción de Sodoma y Gomorra
…Volviendo a tu pregunta te diré que el motivo principal que nos movió a vivir dentro de la Tierra, fue el estar aislados de la población del planeta, ya que luego de la desaparición de Sodoma y Gomorra, fue imposible ocultar los conocimientos y el poder que teníamos y a pesar de no ser nosotros los autores de esa terrible manifestación de poder y destrucción no les fue difícil comprender y darse cuenta que fue el resultado del poder “de los dioses”, nunca se había visto algo semejante y aquí aprovecho para comentarte el real motivo de tamaño desastre: en esas dos ciudades, cuyos reales nombres no eran esos, existían en forma casi exclusiva y total los más grandes centros de actividades dedicados al oficio más viejo del mundo como ustedes lo llaman; estos eran visitados masivamente por una civilización igual a la nuestra, de origen extra terráqueo, los que fueron los autores de la creación de la raza blanca, a la a nosotros , no nos corresponde la autoría, simplemente nos atribuimos algunos detalles que en esa raza implantamos, con el propósito de que fueran en un todo semejantes a nosotros ,solo a eso se redujo nuestra intervención ,- 


La causa del efecto no deseado por una parte de la mayoría de esa civilización, que conoció descendencia de esas relaciones no deseadas por estos últimos, se vio en la necesidad de prohibir a sus integrantes de visitar esos lugares, esto trajo como resultado que muchos no estuviesen de acuerdo con la misma y continuaran con las visitas frecuentes desoyendo todo tipo de razones, al ver estos resultados los que se oponían a ello optaron y esto entiéndase que fue como último recurso por eliminarlas de la faz de la tierra con todo lo que en ellas existiera, fue un ataque sorpresivo, no obstante se comunico a los que habían desobedecido la medida prohibitiva de la resolución tomada, y los efectos que acarrearía el desoír y desobedecer los mismos y de esta manera fue que en un instante, de esas dos ciudades quedase solo el recuerdo de las mismas, a través de los relatos, que hasta hoy perduran, algunos tal vez con un dejo de misterio, de venganza o de crueldad ,de ninguna manera……..: no fue así.

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(NOTA: A continuación, la experiencia de contacto de Sixto Paz Wells y los integrantes del grupo RAMA, quienes contactaron con Oxalc, de Ganimedes (Morlen, como lo llaman sus habitantes). Sixto narra, como se desarrolló esa comunicación, siendo al principio mediante psicografica y luego, telepáticamente; todo ello relatado en el Libro de los Guardianes y Vigilantes de Mundos)


Del Libro de los Guardianes y Vigilantes de Mundos, de Sixto Paz Wells

Los guerreros de la luz

INTRODUCCIÓN

En 1974 se inició en el Perú una de las experiencias de contactos extraterrestres más importantes y serios que se hayan conocido en el mundo de habla hispana: Misión Rama o el Grupo Rama.  Esta experiencia fue dada a conocer a nivel mundial por el conocido y prestigioso periodista español y hoy prolífico escritor Juan José Benítez; quien cuando sólo era un corresponsal más de prensa de la agencia de noticias EFE, fue enviado al Perú a cubrir la insólita vivencia de un grupo de adolescentes que afirmábamos venir manteniendo comunicación fluida con seres de otros planetas.

Benítez, después de entrevistar a todos los involucrados, nos preguntó si es que él podría asistir en calidad de testigo imparcial y objetivo a uno de dichos avistamientos anunciados previa cita.  La confirmación de su pedido no se hizo esperar, por lo que el grupo se desplazó el 7 de setiembre de 1974 hacia la localidad de Chilca, en el desierto, a unos sesenta kilómetros al sur de Lima; lugar de repetidos avistamientos y encuentros físicos con los tripulantes de las naves extraterrestres.  Allí el hombre de prensa, junto con todos los demás asistentes contemplaron la aparición en el cielo, a baja altura, de dos objetos voladores luminosos.  Aquellos objetos fueron considerados no identificados por Benítez, quien de regreso a España, tuvo el valor de declarar públicamente a través de diversos medios de comunicación, entre ellos la televisión española, que él lo había visto y le constaba que el contacto era real.  Fue entonces cuando a partir de semejante constatación, aquel grupo de jóvenes hicieron muy popular una técnica de comunicación conocida como la psicografía, que es la escritura automática o telepatía instrumentalizada, mediante la cual el receptor o antena recibe del emisor –en este caso un extraterrestre—,   una fuerte onda mental o mensaje telepático; y es nuestro propio cerebro el que automáticamente decodifica e interpreta el mensaje, de tal manera que uno percibe como si le estuviesen hablando al oído y en su propio idioma; pero es en la mente donde está ocurriendo todo.  Durante la recepción puede darse el caso de que uno se sienta invadido de la necesidad compulsiva de transcribir lo que va recibiendo, de allí el nombre de psicografía.
La historia de cómo empezó todo el contacto demuestra que detrás hubo hilos invisibles moviéndolo todo, así como señales contundentes de una fuerza que nos dirigía, creando la ambientación adecuada y motivándonos a predisponer en nosotros las condiciones de recepción.



Empezando por mi padre, José Carlos Paz García, uno a uno fuimos siendo colocados en la línea de este movimiento que arrastraría masas.  El, astrónomo aficionado, se interesó por le tema de la vida en el espacio, a raíz de que en los años 50 fueron llegando al Perú las primeras noticias de oleadas de observaciones de los llamados OVNIs sobre el territorio de diversas naciones, y hasta sobre las grandes capitales de los países más poderosos de la Tierra, como fue la observación de una nutrida formación de dichas objetos que llegaron a sobrevolar Washington en 1952, y se detuvieron por unos instantes  --cual si fuese una película de invasiones espaciales--, sobre el mismísimo Capitolio, ante el asombro de los testigos y el ridículo que significó para los militares norteamericanos que tuvieron que informar de su perplejidad e ignorancia frente al asunto, debido a que aseguraron de que no era ningún ensayo o experimento de la fuerza aérea, ni nada conocido.  Casos como éste se multiplicaron por el mundo, motivando a que la prensa y el público en general presionaran al gobierno de los Estados Unidos para que investigara de cara a la opinión pública, y de una forma oficial, el fenómeno OVNI.  Así surgió en 1952 el proyecto conocido como “Libro Azul”.




El IPRI y los OVNIS - Grupo RAMA - Testimonio de contactados.

En 1955 mi padre conformó junto con un grupo de amigos, miembros –muchos de ellos—de la fuerza aérea del Perú, un instituto de investigación de los ovnis que rápidamente se conectó con las más importantes agrupaciones en el mundo dedicadas a dicho estudio.  En ese ambiente familiar, mis hermanos y yo nacimos, crecimos y nos formamos.  Él nos enseñó desde pequeños a pensar, no a creer que en un universo tan densamente poblado de estrellas, lo raro no podía ser de que existiese vida fuera de la Tierra, lo raro sería de que no la hubiese... Así, enseñados a enfrentar las cosas con sentido común y como libres pensadores, fuimos desarrollándonos normalmente, viviendo las etapas de la vida, pero siempre inquietos por lo que hubiese más allá.

En 1973 José Carlos fue invitado a dar una conferencia sobre los ovnis en una agrupación yoga.  En aquella ocasión lo acompañamos con mis hermanos Rosie y Charlie, y el encuentro con este grupo produjo un fuerte impacto en mí.  Tenía diecisiete años en aquel entonces, y me impresionó positivamente el que hubiese un grupo de personas dedicadas a temas espirituales, sin hacer de ello una religión.  Venía yo de una formación eminentemente católica, pues había estudiado once años con los Hermanos Maristas, y aquello me parecía tan novedoso y diferente a todo lo que había escuchado antes, que me entusiasmé y quedé enganchado con el tema de la Hatha Yoga y Mantram Yoga Meditación, asumiéndola entonces como práctica diaria en mi vida; también me hice vegetariano y compartí dichas inquietudes con Marina, mi novia o enamorada, uniéndonos con ello cada vez más hasta tornarnos mejores amigos e inseparables compañeros.



También mi madre -a la que llamamos cariñosamente “Mochi”-, y Rosie fueron involucradas en el entusiasmo despertado por la yoga y la meditación, reuniéndonos continuamente para practicar en la sala de la casa.
El detonante del contacto fue que en la primera quincena del mes de enero de 1974, salió en los periódicos de Lima una información que decía que en los Estados Unidos se habían desarrollado en la década de los 60, una serie de proyectos de investigación del fenómeno ovni, entre ellos el conocido “Proyecto Ozma”.  Una versión antigua de lo que hoy conocemos como el “Proyecto SETI”, que es la búsqueda de señales de vida inteligente en el espacio a través de ondas de radio.  En aquellos años se había descubierto a través de viajes espaciales y mediante los radiotelescopios, que en el espacio no había un silencio sepulcral como muchos creían, sino que por el contrario había mucho ruido; mucha bulla procedente de cada planeta y de cada estrella.  Y estos sonidos podrían ser mensajes enviados de otros mundos; de civilizaciones tan o más avanzadas que la nuestra, que podrían estar buscando conectarse con sus similares en el universo.  Por ello, el gobierno norteamericano había creado una comisión de investigadores compuesta por un grupo de científicos expertos en claves y en sonidos que trabajaban para las fuerzas armadas o para el FBI y la CÍA, a fin de que procurasen con el uso de las computadoras, decodificar en interpretar dichas señales. 

Este grupo estaría apoyado por otro, compuesto por psíquicos, esto es: personas que han nacido con ciertas facultades de la percepción extrasensorial más desarrolladas que el común de la gente, y que son reclutadas por los gobiernos de las grandes naciones, para utilizarlos apoyando a las fuerzas policiales en resolver casos delictivos que no pueden solucionarse por la vía normal, o también para intervenir en misiones de espionaje.  Mientras unos recibían las señales y buscaban traducirlas, el otro grupo se concentraba para enviar al cosmos una onda mental telepática lo suficientemente fuerte, como para que de existir civilizaciones desarrolladas en el espacio, que no sólo hubiesen avanzado en tecnología, sino también en su poder mental, supiesen ellos que aquí en la Tierra ya hay quienes se consideran con capacidad de mantener un contacto inteligente. 

Esta noticia motivó a mi padre a organizar  una conferencia en el seno de su instituto, para lo cual invitó a un médico del Hospital de Policía de Lima y miembro de la Sociedad Teosófica, el doctor Víctor Yáñez Aguirre, quien disertó magistralmente sobre la telepatía, y la posibilidad de la existencia y posterior visita de seres extraterrestres mucha más avanzados que nosotros, cuyo único mérito hubiese haber empezado antes, y que podrían por ello tener ampliamente desarrolladas sus facultades psíquicas; de tal manera, que de estar llegando a la Tierra, podrían no sólo visitarnos con sus naves, sino que podrían estar intentando una conexión mental telepática o buscándola a un nivel astral, en sueños; debido a que según él, los sueños son experiencias reales en otra dimensión.

OVNI sobre el desierto de Chilca, Perú
No puedo negar que la conferencia me maravilló, y quedé muy entusiasmado con el tema y tan motivado que cuando llegué a casa les conté a Mochi y a Rosie de los alcances y posibilidades que habían sido planteadas aquella noche, y les pedí que me acompañaran en un intento de recepción telepática.  Nunca pensé que pudiéramos tener un resultado positivo, pero bien valía la pena intentarlo; y para ello se me ocurrió que podíamos emplear lo aprendido en la yoga, como son las técnicas de: respiración, relajación, concentración y meditación, que nos predispondrían en un estado  de receptividad y silencio interior; como para captar cualquier pensamiento que no fuese nuestro.  Nos sentamos para ello cómodamente en torno a una mesa; colocamos unas hojas de papel y un lápiz sobre ella, acordando que al primero que le viniese una idea que considerara que no fuese suya, la anotaría; y así, al final uniríamos las ideas sueltas procurando interpretar algún posible mensaje.

Cerramos los ojos y nos pusimos a tomar respiraciones lentas y profundas para realizar una meditación muy especial, pues aquella ocasión concentraba grandes expectativas.  Habían pasado unos quince minutos de una muy buena relajación, cuando de pronto sentí un deseo irrefrenable de escribir, y algo se conmovió fuertemente en mí... Se produjo una ansiedad tal, que tuve que abrir los ojos y tomando con la mano el lápiz, la relajé hasta que comencé a garabatear en las hojas de papel de una forma descontrolada, por lo cual me sorprendí y más bien detuve mi mano, ya que sentí algo de temor y todo ello me había puesto muy tenso.  Al cabo de un rato que nuevamente me relajé, se repitieron los trazos sobre el papel; pero esta vez ya no eran meras líneas o rayas en distintas direcciones, sino que empecé a escribir a gran velocidad lo que vertiginosamente me iba llegando a la mente.  Cuando terminé, aún me temblaba la mano y el brazo, y por largo rato continuaría estremecido por la corriente eléctrica que había sentido que descendía por mi espalda.


Entrevista a Sixto Paz Wells

Una fuerte presión en la cabeza parecía querer convencerme de la realidad de la recepción, pero mi mente se resistía... ¡No lo podía creer! Tenía delante de mí un supuesto mensaje telepático, una aparente comunicación venida de otro planeta ¡Aquello era una locura!... Al leer el escrito éste decía: “Sala de hogar buena para hacer la comunicación.  Me llamo Oxalc, soy de Morlen, ustedes la llaman Ganímedes, una  de las lunas de Júpiter.  Podemos tener contacto, pronto nos verán”.
De inmediato pensé que me había “rayado”;  que estaba alucinando e inventándome cuentos producto de una desbordante fantasía e imaginación. Inmediatamente mi madre y mi hermana abrieron los ojos, y muy contentas vieron el mensaje, comentándome con alegría, que ellas también habían captado parte de la recepción por lo que sentían que ello era verdadero y no producto de nuestra mente.
Quizá por una cuestión de responsabilidad o de humildad -realmente no lo sé-, no podía compartir su entusiasmo.  De inmediato descarté toda posibilidad de que aquello fuese cierto, porque como les decía a ella: no podía ser tan fácil que  se obtuviese un contacto con mentes superiores siendo nosotros gente común y corriente; si fuera así, cualquiera podría llegar a alcanzarlo.  Les reiteré allí mismo que para mí, no era otra cosa que un juego de nuestra imaginación, consecuencia probable del ambiente familiar, de la conferencia y de nuestro excesivo entusiasmo.  Por lo que muy molesto con la situación, me paré y me dirigí hacia mi dormitorio, deseoso de olvidar lo ocurrido.  La actitud de mi hermana Rosie fue todo lo contrario.  Ella supremamente satisfecha por lo acontecido –y sin que yo lo supiese—, tomó el teléfono y comenzó a llamar a los amigos, empezando por Marinita, narrándole lo que había pasado en aquella meditación. 
A todos les contaba:
-“¡No se imaginan lo que ha ocurrido esta noche!... ¡Sixto se ha comunicado con un extraterrestre! Vengan mañana, vamos a hacer una reunión en casa.”

Desierto de Chilca, Perú

Aquella noche del 22 de enero de 1974 se había iniciado como jugando, ingenuamente y sin que nosotros nos percatáramos, una maravillosa aventura, que involucraría a cientos de miles de personas a nivel mundial, despertando conciencias y cambiando nuestras existencias de una manera muy positiva.  Aventura de contacto, que hasta ahora no conoce final.
Al día siguiente de la primera recepción, llegaron a la casa cerca de veinte personas entusiasmadas en participar en la improvisada reunión.  Cuando me encontré con  todos ellos, no podía creer que ya todos se hubiesen enterado del experimento de la noche anterior y de su posterior resultado.  Es más, todos los allí congregados me insistían como para que lo repitiéramos.  Yo no quería hacerlo porque no deseaba engañarme a mí mismo ni confundir a nadie con cosas que pensaba, debían ser fruto de mi imaginación.  Pero tanta fue la insistencia, que para salir de dudas acepté intentarlo nuevamente, para lo cual todos hicimos la meditación aquella segunda noche, y cuanto no sería mi sorpresa cuando al cabo de una rato y a pesar de mi escepticismo, nuevamente sentí el impulso de escribir, por lo que abrí mis ojos y relajando mi mano recibí el siguiente mensaje; “Sí, Oxalc, soy de Morlen.  Pueden hacer todas las preguntas que deseen”.

Aquella noche se hicieron toda clase de preguntas y a todas vinieron respuestas y exactas, lo cual produjo una gran emoción generalizada que llevó a que mi hermano Charlie se incorporara y me dijera:
–“Sixto, si realmente es un extraterrestre, que te diga dónde podemos ir a verlo, dónde podemos ver su nave y  constatar el contacto.”
El mensaje concluyó diciendo:
–“Vayan el 7 de febrero (era el año 1974) a sesenta kilómetros al sur de Lima, a un lugar en el desierto que se llama Chilca.  Allí a las 9 p.m. nos verán.”

Todo el grupo se preparó entonces para la salida de campo, y fuimos al lugar de la cita un día antes; para observar desde la noche anterior el cielo despejado del desierto, no fuese a suceder que el día de la supuesta convocatoria nos confundiéramos con satélites, meteoritos, refracción de luz, basura espacial o nubes caprichosas.  Teníamos que estar completamente seguros que de observar algo, ese algo fuera realmente un objeto volador no identificado.

Cuando llegó el día indicado de la cita, el ambiente estaba muy alterado. Había nerviosismo y en algunos de nosotros una total incredulidad.  Sin embargo, a la hora exacta detrás de los cerros se produjo un extraño resplandor.  Por escasos segundos se iluminó la noche como si fuese de día.  Fue entonces cuando apareció una potente luz que empezó a desplazarse por encima de los cerros hacia la derecha de nuestro punto de observación.  La luz se detuvo y el grupo que estaba disperso comenzó a concentrarse, comentando entre todos los que estábamos mirando sin dar crédito a nuestros ojos. 
Fue en ese instante que alguien gritó:
– ¡Se está moviendo!...

OVNI fotografiado en Chilca por  un miembro del IPRI
Y efectivamente la luz que fue bajando de intensidad, dejó entrever un objeto lenticular metálico, como con una media docena de aparentes ventanitas, que fue avanzando y descendiendo hasta colocarse a unos ochenta metros por encima de nosotros, envolviéndonos en una luminosidad y un calor intensísimos.  ¡Era un verdadero techo de luces naranjas, azules y amarillas, lo que teníamos encima de nosotros!  En ese momento sentimos ¡pánico!, ¡terror!... Nunca antes habíamos sentido tanto miedo... Algunos de mis compañeros, ingenuamente tratando de esconderse detrás de mí me decían: – ¡Sixto, diles que se vayan, tú te comunicas con ellos!...

Y yo recuerdo que les contesté algo así como:
– ¡Pero si yo no sé cómo funciona esto!... Lo último que hubiese pensado es que fuera real.

De inmediato todos captamos en nuestra mente como si nos hablaran al oído que nos decían, que no bajaban porque no podíamos controlar nuestras emociones.  Que habría un tiempo y un lugar para ello.  La nave que vimos las veinte personas allí reunidas nos rompió todos los esquemas... ¡Era real! Y estaban allí para demostrarnos que sí existen; que el contacto es posible; y que por diversas razones están llegando a la Tierra, entre ellas, intentar un diálogo con la humanidad.
El avistamiento duró poco, pero lo suficiente como para conmovernos hasta lo más profundo.  Y también todos vimos cómo el objeto vertiginosamente se marchó, despareciendo en la oscuridad del firmamento, dejándonos a todos sumidos en el silencio.  Pero ese silencio duró poco, hasta que alguno no pudiendo contenerse desahogó un grito de alegría, por lo que la reacción fue general terminando abrazándonos entre todos, felicitándonos mutuamente por el éxito y por lo contundente de la experiencia vivida aquella noche.

De regreso en la casa muy emocionados, le contamos a mi padre los pormenores de la aventura, y como era de esperarse, no nos creyó.  Hasta llegó a pensar que nos estábamos burlando de él.  Fue entonces cuando intentamos una nueva comunicación y en ella consultamos la posibilidad de  que nuestro progenitor asistiera a un avistamiento anunciado, para que así se convenciera.  Esta vez los que no estaban convencidos eran los extraterrestres, que nos pidieron que no tratáramos de forzar las cosas, pero aun así, ante nuestra  insistencia ellos accedieron y papá se vio obligado por nuestras reiteradas súplicas, a acompañarnos. 


Naturalmente él no fue solo.  Invitó a la gente que lo rodeaba de su instituto a que vinieran con él a Chilca.  En este nuevo avistamiento, decenas de personas ajenas a nuestro grupo de amigos, contemplaron la aparición en el horizonte, sobre los cerros, de un objeto cilíndrico de unos ciento cincuenta metros de largo ligeramente inclinado de un lado; y también dos pequeñas esferas luminosas en los extremos del cilindro que se desprendieron y se dirigieron bajando en picada sobre las cabezas del colectivo reunido allí, produciendo pánico y desorden, hasta que se elevaron y se alejaron a gran velocidad.  Al cabo de un rato, el objeto alargado empezó a moverse, nivelándose y poniéndose  de punta, avanzando luego; pero despacio.  Cruzando todo el valle por encima de todos nosotros a gran altura, hasta alejarse definitivamente.

Al cabo de un mes ya éramos ocho personas, entre mujeres y hombres, que veníamos manteniendo contactos psicográficos con los extraterrestres, quienes también eran de sexo masculino y femenino, y de distintas procedencias, actuando todos ellos de forma conjunta en nuestro planeta.  Así los nombres de estos visitantes en contacto con el grupo se fueron multiplicando, como por ejemplo: Oxalc, Oxmalc, Olea, Oletano, Xanxa, Godar, Kulba, Sampiac, Meth, Reges, Sum, Oesceve, Antar, Anrar, Asthar, Rumilac, Titinac, etcétera.

Por lo menos una vez al mes salíamos al campo para contactos o encuentros cercanos con sendos avistamientos, los que nos confirmaban que el contacto continuaba y era verificable.  Así, una y otra vez las naves hacían su aparición en el cielo, al sur de Lima, lanzando en ocasiones unos extraños fogonazos sobre las colinas, formándose al pie de estas unos extraños círculos de un color azul eléctrico.  En esos momentos captábamos mentalmente que se nos recomendaba que nos introdujéramos en dichas concentraciones energéticas, y que hiciéramos allí aquellas prácticas que habíamos incorporado del yoga, como eran las respiraciones, relajaciones, concentraciones y meditaciones.  Una y otra vez hacíamos lo mismo, y cuando regresábamos a casa aparecían sobre la piel de nuestro rostro, cuello, brazos y manos como quemaduras de sol; como si de pronto hubiésemos estado expuestos al calor de un mediodía soleado.  Algo imposible por cuanto las salidas solían hacerse por la tarde o por la noche debido a los estudios en la universidad.

Lima, Perú
Para el mes de junio del 74, el grupo había crecido tanto que bordeaba el medio centenar, entre parientes, amigos y conocidos que se habían venido relacionando con el tema, deseosos todos de participar en esta extraordinaria experiencia, e increíblemente accesible a la gran mayoría.  De pronto, un mensaje marcó un cambio en el proceso.  Se nos decía que a partir de la próxima salida debíamos asistir en grupos no mayores de siete personas, procurando un nivel de afinidad y sintonía, como preparación con miras al contacto físico.  Ciertamente nos habíamos acostumbrado a ir todos juntos a los encuentros, y a más de uno le pareció mal que se pusieran ciertas restricciones; pero al final se impuso la humildad y la disciplina, que nos llevaba a aceptar lo que no comprendemos cuando nuestro sentir confirma que es para el beneficio colectivo.

Los nombres del primer grupo de siete personas fueron decepcionados por comunicación, así como los detalles de aquella nueva cita para contacto, para lo cual nos preparamos, y llegado el día nos trasladamos una vez más al desierto de Chilca, dejando el vehículo estacionado en el pueblo cercano de Papa León XIII.  Desde allí teníamos que ir caminando por entre los cerros hasta un lugar que conocíamos como “La Mina”, una cantera de grava abandonada, distante unos quince minutos de la pequeña población.  Ni bien empezamos a caminar, se produjo un fenómeno extrañísimo.  Empezaba a oscurecer y veníamos todos juntos conversando, cuando de pronto al hacerle una pregunta al compañero que iba a mi lado, éste no me respondió y entonces me di cuenta de que estaba solo; y lo que más me sorprendió, fue comprobar que ya estaba en la cantera, unos dos kilómetros por delante del grupo.  

El contactado peruano Sixto Paz Wells.
Como no podía explicarme qué hacía yo allí parado, producto al parecer de un extraño caso de “teletransportación”, lo primero que se me ocurrió fue comenzar a correr por donde nosotros solíamos venir, buscando a los demás y procurando encontrar una explicación a lo que me había pasado.  Me fui alejando rápidamente del lugar, cuando divisé detrás de una colina cercana un resplandor, por lo que pensé de inmediato que podían ser los compañeros que con sus linternas estaban iluminando esa parte del desierto, donde como sabemos no hay nada ni nadie.  Más tranquilo me dirigí en esa dirección, cuando al rodear el cerro me encontré a unos cien metros de una medialuna luminosa de  unos diez metros de diámetro, que se encontraba posada en el suelo.  Me pegué un susto tremendo de pensar que los extraterrestres ya habían bajado y que me encontraba completamente solo, así que no lo pensé mucho, y me di la vuelta alejándome a gran velocidad.  Ya me había olvidado de cómo era que había llegado hasta ese lugar, el asunto prioritario ahora era buscar a los demás y que vieran lo que yo estaba contemplando.
Mientras corría, una desagradable sensación me iba embargando.  Era como si tuviese unos ojos sobre mis espaldas observándome fijamente.  Me detuve entonces, y al girar sobre mis talones, observé que del interior de la medialuna salía la silueta de una persona levantando un brazo, y fue entonces cuando capté en mi mente como que me llamaban invitándome a acercarme, repitiéndose esta invitación hasta por tres oportunidades, las cuales rechacé debido a que el temor que sentía me había inmovilizado en el lugar.


Representación de Xendra, puerta dimensional.
El que el ser se diera la vuelta y se introdujera dentro de la luz, precipitó que venciera mi temor y me decidiera a acercarme, temiendo más perder la experiencia.  Muy cerca de la medialuna luminosa, algo me hizo levantar la vista al cielo, y pude contemplar a unos quinientos metros sobre el lugar, un objeto discoidal con luces blancas alrededor de su base o panza.  Entonces pensé que podían ser dos naves, una encima de mí y otra la que tenía por delante.  A continuación me fui acercando a la luz hasta que la atravesé, y sentí de inmediato sensaciones de mareos, náuseas, falta de peso y como que mi cuerpo se quemaba.  Fue todo ello bastante desagradable pero felizmente duró muy poco.  La luz era tan intensa que no podía mirar hacia delante, pero cuando ya pude ver, apareció en frente de mí un ser de apariencia humana de un metro ochenta de altura, con un rostro ancho, pómulos pronunciados y ojos marcadamente oblicuos que daban la impresión de alguien oriental.  Se veía que era un ser corpulento de sexo masculino, vestido con un traje brillante como un buzo deportivo.  Pero lo que sí me impresionaron fueron sus ojos, que eran los mismos que venían a mi mente cada vez que recibía los mensajes, como si fuese ello una especie de patrón de sintonía, anticipando cada recepción. 

Este ser se presentó como Oxalc, el mismo que se comunicó con nosotros desde el principio y manteniendo una comunicación mental me explicó que me encontraba dentro de un “Xendra”, que es una puerta dimensional, un umbral en el espacio-tiempo; y que a través de dicha puerta lo acompañaría a Morlen, la luna Ganímedes, a seiscientos millones de kilómetros de distancia de la Tierra y que gira alrededor del planeta gigante Júpiter.  El guía extraterrestre me precisó que el tiempo que pasaría allí no correspondería con el que habría de transcurrir aquí.  Me pidió que lo siguiera, y a los pocos pasos a través de la luz, salimos a un lugar que no era el desierto al sur de Lima; al fondo y al pie de unos cerros se veían gran cantidad de cúpulas, construcciones a manera de domos de todo tamaño, todas ellas redondeadas y carentes de ángulos.  Según Oxalc, ellos evitan los ángulos porque estos atraen y atrapan la tensión y la negatividad de las personas.

Fuimos caminando por entre las construcciones rodeadas de pequeños pero vistosos jardines, observando a un lado y otro, personas de ambos sexos y algunos niños que iban y venían solos o en pequeños grupos.  Según me explicó Oxalc, en su civilización hay división de sexos como en la Tierra, siendo su relación de pareja monogámica, y manteniendo la relación sexual sólo para la procreación.  Como consecuencia de dicha mística y filosofía de vida, así como por el desarrollo de sus facultades psíquicas, entre las que se encuentran la telepatía y la clarividencia, no se dan divorcios ni infidelidad; es más, tampoco existen en su sociedad elecciones democráticas por cuanto logran detectar en el aura de las personas –que es el cuerpo bioplasmático o cinturón electromagnético del ser—, el mayor o menor adelanto y desarrollo interno del individuo, y así saben quién es la persona o personas llamadas a dirigir y orientar su comunidad.

Representación de Oxalc, habitante de Ganimedes, satelite de Júpiter.
Oxlac me mostró unos grandes edificios a manera de invernaderos donde ellos reproducen sus alimentos, pero como no tienen tierra vegetal propia son como grandes cultivos hidropónicos.  Allí podía observar una multitud impresionante de cultivos y plantas diversas, algunas conocidas, sobre todo cereales, situadas gran parte de ellas en alto como colgadas, dándoles a éstas los nutrientes que necesitan.
El guía me llevó en aquella ocasión hacia una construcción en forma de cono truncado de paredes anchas y de un color claro, y en el interior pude observar unas grandes pantallas, pero no se las veía sólidas, sino que sutilmente suspendidas en el aire por delante de la pared, como si fuesen de gas.  Allí, poco a poco se fueron proyectando imágenes de lo que según Oxalc podría llegar a ser el futuro planetario terrestre.  Esta captación podían lograrla gracias a su elevada tecnología y a la capacidad psíquica de anticiparse a los acontecimientos, que no es otra cosa que la premonición o precognición.

Según los extraterrestres, como el futuro es ley de causa-efecto, éste se proyecta delante de nosotros como la consecuencia de nuestros actos pasados y presentes, por ello las profecías son una advertencia y a la vez una oportunidad frente a lo que podría llegar a ocurrir si no hacemos nada para evitarlo o corregirlo.  Desde esta perspectiva, el futuro se puede modificar; pero para ello hay que creerlo, porque creerlo es crearlo.

Para cambiar el futuro hay que generar nuevas causas que traigan consigo nuevos efectos que desplacen a los anteriores, cualquier modificación por mínima que  sea, traerá consigo un futuro diferente.   Porque si el futuro como la vida misma no pudiese ser modificado, ¿dónde estaría lo  más sagrado que el hombre ha recibido del Creador, que es su libre albedrío? Por ello hay que trabajar comprometidamente en revertir las profecías negativas, y hacer que sólo se cumplan las positivas.  Lo que pude contemplar en aquella especie de televisores fue que la tensión mundial se iba a incrementar aún más debido a las guerras internacionales y civiles, produciéndose  tal estado mental alterado y negativo en el colectivo de la humanidad, que todo ello podría atraer como un imán una catástrofe natural de grandes proporciones.  Y siendo el universo dinámico, estarían acercándose peligrosamente a nuestro mundo algunos asteroides y cometas, que podrían chocar contra nuestro mundo o pasar tan cerca de él, que lo afectarían gravitatoriamente, incrementando la actividad sísmica y volcánica.

Lo que vi fue terrible, pero en todo momento Oxalc me aclaró que aquellas imágenes eran posibilidades que  debían ser revertidas, concientizando a la humanidad de la necesidad de crear un estado mental colectivo positivo.

Cuando volví de Morlen a través de la luz del Xendra, para mí habían transcurrido varios días aunque no tenía forma de verificar aquello, porque en aquella remota luna del planeta Júpiter no hay  contraste de día y noche; pero cuando salí, aparecí nuevamente en el desierto de Chilca, aún era de noche y estaban recién llegando al lugar mis compañeros.

Confrontando los relojes habían pasado escasos quince minutos desde que me ausentara.  Al preguntarme ellos  qué era esa intensa luz detrás de mí y dónde había estado todo ese tiempo, preferí no darles mayores detalles, porque ni yo mismo me creía lo que había vivido.  A las dos semanas se repitió la experiencia, y esa vez entramos las siete personas a un nuevo Xendra teniendo todos maravillosas vivencias.  En los siguientes días y semanas muchas otras personas lo experimentaron de forma individual y colectiva, reproduciéndose una y otra vez las condiciones para los traspasos dimensionales a lo largo de estos años.

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(NOTA: Yosip Ibrahim, autor del libro Yo visite Ganimedes, narra la increíble vivencia de contacto que le sucedió a su amigo Pepe (por respeto no da su verdadero nombre). Yosip era muy amigo de Pepe y habían acordado que si este ultimo llegaba a morir, Yosip abriría un sobre con las instrucciones que le dejara su amigo. La desaparición durante muchos días de Pepe inquietó mucho a su amigo, hasta que finalmente apareció y le dijo que el motivo de su desaparición era el viaje que había realizado a Ganimedes, satélite de Júpiter y a partir de este punto, he extraído algunos de los muchos pasajes interesantes del libro, Yo visite Ganimedes…)


Del libro Yo visite Ganimedes, de Yosip Ibrahim

Me alcanzó un documento que había extraído del sobre. Era algo así como un diploma, escrito en lenguaje que yo no conocía, y adornado con extraños símbolos y figuras orientales.
-Está escrito en sánscrito -me dijo-, y es el título de admisión en una antiquísima orden esotérica secreta, a la que pertenezco desde hace más de treinta años. Ya tu sabías de mis estudios filosóficos y metafísicos; pero nunca pude revelarte que esos estudios estaban tan avanzados que había llegado al dominio de conocimientos y desarrollo de facultades que muy pocos poseen en este mundo. Desde la muerte de Marita me propuse investigar, en ese terreno, el enigma apasionante de los OVNIS.
Tenía referencias especiales acerca de ellos y, al amparo de los poderes adquiridos en mi largo adiestramiento esotérico, inicié la labor de hallar la forma de comunicarme con los seres que los dirigen. Después de largos meses de esfuerzos logré una primera comunicación mental, que luego se repitió, telepáticamente, de manera más convincente y positiva. Pude llegar a captar un mensaje inteligible y, al cabo, una conversación concreta y plenamente satisfactoria.


Jose Rosciano Holder, escritor y amigo de Yosip Ibrahim, nos habla sobre el libro Yo visite Ganimedes, confirmando la veracidad del relato.

De tal suerte, la noche aquella, en el más profundo secreto, me había preparado para recibir un nuevo mensaje... pero en vez del mensaje llegaron ellos, en persona... Había establecido, horas antes, la comunicación acostumbrada, y por toda respuesta recibí esta orden:
“¡Espéranos!”
-Pero ¡hablan nuestro idioma!
-No es exactamente eso... El lenguaje hablado o escrito necesita de la emisión de sonidos, de estructuración de palabras y frases. El lenguaje telepático, por medio de la transmisión del pensamiento, no tiene esas limitaciones. El pensamiento se manifiesta a través de ondas electromagnéticas parecidas a las que emplean la radio y la televisión, y que, en verdad, se encuentran muy cerca de éstas en lo que podemos llamar la "escala cósmica de frecuencias".

Nuestro cerebro, y todo el sistema nervioso, pueden ser comparados con un sistema transmisor-receptor, de una sutileza y calidad muy superiores a todas las máquinas creadas por el hombre.
De tal manera es posible comprender cómo se producen los fenómenos de ideación, o formación de imágenes internas dentro del circuito cerrado que constituye nuestro cuerpo, en otras palabras, cómo pensamos; y también la posibilidad de emitir esas ondas y de recibirlas, según sea la potencia y la habilidad que se tenga para efectuar ese trabajo. ¿Me comprendes? ... Así nos entendimos... Dos horas más tarde, en la madrugada, una luz poderosa iluminó el jardín y vi descender, suavemente, la máquina...
- ¿Cómo son...?
-Muy parecidos a nosotros, aunque poseen características especiales, diferencias propias a un desarrollo evolutivo con un millón de años, aproximadamente, más adelantado que el nuestro... Pero permíteme continuar, que, en su momento, conocerás todos esos detalles. Debo confesarte que, pese al fuerte dominio propio a que estoy acostumbrado, como fruto de la férrea disciplina que seguimos en la Orden, la presencia de aquella nave extraterrestre en mi jardín me produjo una viva emoción. Salí a la puerta y esperé. Lentamente se descorrió un paño de la cúpula metálica del "platillo", dejando al descubierto el marco de una entrada. En ella aparecieron dos personas vistiendo algo así como las escafandras que utilizan nuestros astronautas. Se detuvieron en esa puerta y, mientras de la máquina se proyectaba una escalera mecánica, mi cerebro captó claramente la invitación que me hacían para acercarme y subir al aparato.

Venciendo el temor que la parte material de mi naturaleza humana imprimía en mi conciencia, obedecí. Me recibieron con demostraciones inequívocas de satisfacción, y en el silencioso lenguaje telepático que nos comunicaba se me hizo saber que era bienvenido, y tenían la misión de conducirme ante sus superiores para mostrarme cosas que los hombres de este mundo debían conocer. Fui guiado amablemente al interior. Era un recinto circular rodeado de tableros de control. Algo así como la sala de comando de un submarino o una cabina de controles electrónicos. Ahí nos esperaban otros tres tripulantes, y el que parecía ser el jefe me ofreció una vestimenta parecida.

Me dijeron que íbamos a viajar fuera de la tierra. Que no temiera nada, porque su misión era de paz y de enseñanza. Que cumplían órdenes sabias que sólo buscaban el mejoramiento de todos los habitantes de nuestro sistema solar, y que las preguntas que leían en mi pensamiento serían satisfechas, únicamente por sus superiores.
Se había cerrado la compuerta del exterior y vi cerrarse, igualmente, otro mamparo de separación interior. Mientras los dos que me recibieran fuera me ayudaban a vestir esa extraña escafandra, los otros ocuparon sus puestos junto a sendos aparatos con múltiples botones. Se escuchó un ligero silbido y la vibración de todo el conjunto me dio a entender que partíamos. Uno de mis asistentes me invitó a mirar por un amplio ventanal, y mi sorpresa fue grande al ver que nos elevábamos con tal rapidez que la Tierra empezaba a verse en toda su redondez y, segundo a segundo, más pequeña. Al preguntarles a qué velocidad íbamos, sonrieron.
-Estamos empleando marcha lenta hasta salir de la atmósfera de este mundo –fue la respuesta- Más adelante utilizaremos velocidad de crucero.

Pasaban los minutos. Desde el ventanal contemplaba absorto, cómo se alejaba la Tierra que ya no era sino una simple bola, cual una pelota de fútbol. De pronto un nuevo silbido y una trepidación más fuerte me hicieron notar que la velocidad aumentaba. El espacio que nos rodeaba, fuera de la máquina, era negro, tachonado de diminutos puntos luminosos. En un corto lapso nuestro planeta se estaba convirtiendo en uno de esos lejanos puntos, y no pude menos que sentir un escalofrío en todo mi ser. Mis dos acompañantes me observaban, y uno de ellos me puso una mano en el pecho. Experimenté la sensación de que por mis venas circulara una fuerza extraña, algo así como el efecto de un estimulante cardiaco en los casos de shock. El conato de desvanecimiento desapareció y minutos después me sentía reconfortado y sin ningún temor.
Me invitaron asiento en uno de los raros pero muy cómodos sillones que había en el recinto. Todo el conjunto tenía aspecto metálico; pero en los sitios de contacto con el cuerpo era de suavidad y plasticidad superiores a cualquier otro material que yo conociera.

Consulté mi reloj y vi que había transcurrido una hora desde la partida. Mientras descansaba, traté de calcular la distancia que nos separaba de la Tierra, que sólo era como un gran lucero en el espacio, y mi asombro no tuvo límites al darme cuenta que debíamos encontrarnos a muchos cientos de miles de millas...
Los tripulantes estaban dedicados a observar los mecanismos de control, y pocos minutos más tarde me llamaron al ventanal. Frente a nosotros, muy lejana aún, se distinguía una luz celeste que se agrandaba rápidamente.
-Esa es nuestra base -me dijeron-
Al mismo tiempo noté que la máquina disminuía su velocidad. El foco luminoso acercábase vertiginosamente. Dos minutos y pude ver ya, claramente, algo como una enorme bola brillante que, a medida que nos fuimos acercando mostraba los contornos de una gigantesca estructura metálica esferoidal. Nuestra nave fue disminuyendo la rapidez de su vuelo, y pocos segundos más tarde girábamos en torno de aquella mole suspendida en el espacio. Podía apreciarse una serie de extrañas construcciones, posiblemente edificios, y otros aparatos iguales al que ocupábamos, ordenadamente alineados en lo que supuse sería una pista circular de estacionamiento. Nuestra máquina se detuvo exactamente sobre el centro de aquella pista, o lo que fuera, manteniéndose inmóvil a una altura como de trescientos metros.


A poco, ante las señales emitidas por una de las pantallas de control, comenzamos a descender suavemente hasta posarnos, sin la menor trepidación, en esa gran plazoleta de metal. Los que me habían asistido durante el viaje me dijeron que bajara con ellos. Me regularon unas llaves del casco de la escafandra, y las puertas corredizas se abrieron. Abajo esperaban otros seres con iguales vestiduras, quienes me guiaron hasta una construcción semiesférica a uno de los extremos del lugar en que quedó la astronave.
No pude ver, por ninguna parte, focos de luz, reflectores, o algo por el estilo. Sin embargo, todo aquel sitio estaba profusamente iluminado, como si estuviéramos de día. Era como si de las mismas estructuras emanara la luz en todo el conjunto. Fui introducido en ese raro edificio, y mientras atravesábamos varios pasillos y salas, en que aprecié mobiliario y artefactos enteramente distintos a los que yo conocía, me di cuenta que también en el interior reinaba la misma luz de fuera, sin distinguir ventanas ni lámparas de ninguna clase. Nos detuvimos ante un arco cerrado por un mamparo de bruñido metal que, al levantar una mano mi acompañante, se abrió lentamente.

Mi guía me invitó a entrar. Al hacerlo, vi que se quedaba atrás y la mampara metálica volvió a cerrarse. Inquieto miré en torno mío. Estaba en una amplia sala circular, decorada sobriamente con escasos muebles, todos de aspecto metálico. En el centro había una gran mesa del mismo material y ante ella, sentado en un sillón parecido a los que viera en el OVNI, me esperaba un hombre de figura imponente que no vestía escafandra sino una especie de mameluco de textura brillante como los muebles. Su estatura era mayor que la de los otros y que la mía, siendo su cabeza, proporcionalmente al resto del cuerpo, ligeramente más grande que lo común en la tierra. Por lo demás el rostro no acusaba diferencias que pudieran ser desagradables a nuestro gusto estético y pude notar en sus ojos, de brillo inusitado, una aparente expresión de dulzura.
-No temas -me transmitió en el poderoso lenguaje telepático, lenguaje que yo sentía cada vez más nítido y claro en mi interior- Estás entre seres que sirven a todas las humanidades de este sistema planetario, como ustedes lo llaman. Vivimos para la Paz, el Amor y la Luz. Hemos recibido tus mensajes y analizado tus pensamientos. Sabemos que conoces muchas cosas que la mayoría de los seres de tu astro ignoran, y por eso te hemos traído. Ahora te voy a enseñar cómo despojarte del yelmo de tu ropaje protector, pues en esta estancia hemos reproducido, exactamente, las condiciones de la atmósfera y presión de tu mundo, lo que a nosotros no nos afecta mayormente. No te extrañe que ya no use la vestimenta que has visto fuera. Más adelante comprenderás todo esto, porque te vamos a enseñar muchas materias y formas de vida y de trabajo que desconocen por completo en el astro al que vosotros llamáis “Tierra”.

Se levantó y con ademán paternal me ayudó a quitarme mi casco de la escafandra. En efecto, la atmósfera y la temperatura en aquel recinto no dejaban pensar que estuviéramos a tan enorme distancia de nuestro planeta. Aún más, noté que mis pulmones se ensanchaban y que todo mi cuerpo recibía como un baño balsámico y reconfortante. Iba a formular algunas preguntas, pero mi interlocutor se adelantó respondiendo a mi pensamiento:
-Somos una raza muy antigua, que llegó al grado de evolución que hoy alcanza tu humanidad cuando tu mundo todavía no era habitado por seres inteligentes. Y nuestro Reino se encuentra en los confines de este sistema de astros que ustedes denominan “Sistema Solar”. Tú vas a visitarlo y verás que ya en él se hallan otros hombres de tu mundo. Descansa acá -y me mostró un artefacto parecido a una mesa baja y plana- porque dentro de una hora del tiempo que tú conoces, emprenderás el viaje a nuestro Reino...

Ganimedes, satelite de Jupiter.

La Visita A Ganímedes

-Pero ¿son hombres como nosotros?
-Hasta cierto punto, sí. Ya te dije, no obstante, que poseen algunas características diferentes, debidas al gran adelanto evolutivo que tienen respecto a nosotros. No olvides que su civilización es un millón de años más antigua que la nuestra, y en ese largo lapso han llegado a poseer dos sentidos más que el hombre de este mundo: el sexto, que en la tierra sólo está en embrión en algunos, muy pocos seres, es común a todos ellos a través de órganos perfectamente desarrollados. La glándula pineal en su cerebro es casi el doble que la nuestra, y en el de ellos se encuentra conectada por un filete nervioso con la pituitaria, a diferencia de la nuestra, lo cual les permite poseer la clarividencia -ese “tercer ojo” al que se refieren los orientales- como sexto sentido, común y natural. Además, en su cerebro, más grande y con mayor desarrollo que el nuestro, existe un pequeño bulbo, desconocido por nosotros, ubicado entre el bulbo raquídeo y la pituitaria, bulbo que en algunos de ellos, los más adelantados, es el asiento de un séptimo sentido o sea el de la “Palabra Creadora” o Verbo, poder para actuar sobre la materia por el sonido, utilizando las vibraciones sonoras como fuerza transmutante y reguladora. Por eso aquellos superhombres ya no usan el lenguaje hablado. No lo necesitan, pues su sexto sentido y su gran potencia cerebral y mental les permiten comunicarse con la lectura, o captación directa, del pensamiento y el uso de la telepatía. Su órgano de la voz únicamente lo utilizan para determinados efectos. Para producir o destruir fenómenos materiales, para influir a voluntad sobre los elementos, y para construir objetos, dirigiendo, alterando o regulando, con el concurso de otras fuerzas cósmicas, el proceso atómico y molecular de las substancias...

Su conocimiento y poder sobre la Naturaleza y el Cosmos son tan avanzados, que muchos de los fenómenos considerados entre nosotros como milagros, son hechos naturales y corrientes en su mundo. Tu recordarás haberme oído explicar, otras veces, que la materia es única: una sola en su esencia, y que todas las formas conocidas por nosotros no son más que transmutaciones, cambios, modificaciones del funcionamiento atómico y molecular y de sus sistemas, en cada cuerpo o en cada elemento. De ahí el hecho, ya comprobado en la Tierra, de la posibilidad de transformar una substancia en otra, modificando su constitución atómica. Por tanto, quien conozca las leyes que rigen las relaciones entre la energía y la materia; y posea los medios, o poder, de hacerlas funcionar a voluntad, está en condiciones de operar toda clase de fenómenos en relación directa con los alcances de su poder y de su ciencia...


Mi asombro no me permitió articular palabra. Pepe sirvió más café y continuó:
-Cuando llegamos, encontré un país de rara belleza. Un mundo con marcados contrastes en su físico pero con una vida que es expresión de la paz y la armonía en grados imposibles de comparar a nada de lo nuestro. Durante el viaje había sido sometido a un tratamiento de adaptación que me permitiría, después, poder respirar y moverme en ese ambiente sin la escafandra. De la máquina que nos condujo a través del espacio, fui trasladado, por una especie de corredor herméticamente aislado del exterior, a un recinto bastante parecido al que conociera en la base espacial. Allí permanecí otros tres días (según mis cálculos de tiempo, conforme a mi reloj) durante los cuales se me esterilizó de todos los gérmenes terrestres, completándose el tratamiento para mi adaptación a la atmósfera externa. Mientras estuve en aquel lugar, recibí la visita de un grupo de hombres y mujeres de nuestro planeta. Me explicaron que habían sido transportados en diferentes épocas. Que se les estaba educando y tratando científicamente para estar en condiciones de volver a la Tierra en el próximo siglo, cuando las circunstancias actuales hayan cambiado y sea el momento de formar una nueva raza, superior, en nuestro mundo.

Debes saber, que en ese mundo al que fui llevado, y al que voy a regresar, ya no se conocen las guerras ni la menor forma de lucha o antagonismo entre sus habitantes. Han desarrollado instituciones que permiten la mutua y recíproca convivencia en un sistema de cooperación mundial perfecto, bajo la sabia dirección de un estado y un gobierno que abarca todo ese mundo. Hace muchos siglos, muchos miles de años, que esa raza alcanzó tal grado de adelanto, que les permitió visitar la Tierra en otras oportunidades.


Quiénes Son Los Hombres de Ganímedes

Hace muchos siglos, muchos miles de años, en nuestro sistema solar existía otro planeta que giraba en torno al Sol entre las órbitas que siguen Marte y Júpiter. Hoy en día, ese espacio está ocupado por el Cinturón de Asteroides, como se conoce entre los astrónomos a la ancha estela de meteoros y meteoritos que se encuentra en aquella zona, girando constantemente en la misma órbita.
Nuestros hombres de ciencia conocen bien su existencia, y saben que está formada por cuerpos siderales de todo tamaño, desde simple polvo cósmico hasta masas como la del asteroide Ceres, cuyo diámetro alcanza a 780 kilómetros. Si tenemos en cuenta que el susodicho “cinturón” llega a extenderse, en la múltiple suma de las órbitas de todos sus incontables planetoides, hasta la respetable cifra de cerca de 250 millones de kilómetros de ancho, podemos imaginarnos la magnitud de cuerpos, o masas dispersas, que lo forman. Ya los astrónomos suponen que puedan ser los restos de aquel planeta desaparecido... y aquí comienza, en verdad, el relato que me hicieran de tan maravillosa historia.

Hace miles, muchos miles de años, repito, aquel planeta, al que llamaremos “Planeta Amarillo” por la clase de luz que despedía, era el hogar de una raza muy antigua, que en su larga evolución de milenios había alcanzado niveles de cultura semejantes, o quizá superiores a los que estamos llegando los hombres en la Tierra.

En esos remotos tiempos, nuestro planeta aún no era habitado por seres humanos. En cambio, los hombres del Planeta Amarillo volaban, ya por el espacio... Su ciencia y su técnica les permitía, entonces, iniciar las primeras expediciones a los otros mundos de nuestro sistema solar, y en esa forma, a través de muchos siglos, fueron conociendo la existencia y las características propias de todos y cada uno de los diferentes planetas.
Lo que hoy se proponen los hombres de la Tierra, lo habían logrado ellos cuando en la Tierra no había hombres... En tales condiciones de adelanto llegaron a visitar otros astros, como hoy lo estamos haciendo con la Luna. Y su sabiduría les permitió descubrir a tiempo, los síntomas precursores de la destrucción de su mundo.


Cuando el terrible cataclismo cósmico redujo ese planeta a los restos que hoy forman el “Cinturón de Asteroides” muchos de ellos habían ya logrado establecerse en uno de los satélites mayores de los doce que posee Júpiter, bautizado por nuestro sabio Galileo con el nombre de Ganímedes.
Y en ese nuevo mundo, en esa nueva esfera, adaptada poco a poco, siguió progresando y desarrollándose la vida y la cultura de aquella civilización de superhombres. Pero no todos volaron a Ganímedes. Parece que algunos, quizás los más reacios a dejar su mundo o tal vez los postreros fugitivos del desastre, llegaron hasta la Tierra... Ya, por entonces comenzaba a florecer la humanidad en estos lares.
Los hombres bajados del cielo fueron recibidos como dioses por las primitivas tribus de esas épocas, y su presencia explica el misterio de tantos seres mitológicos en la multitud de leyendas aborígenes en los más remotos pueblos de este mundo.


Cómo es Ganímedes

Júpiter recorre su órbita en torno al Sol en un lapso de casi doce años de los nuestros. La distancia que lo separa del astro rey de nuestro sistema solar es de 778 millones de kilómetros y su diámetro se calcula en 143.000 kilómetros, lo que hace que tan gigantesco planeta sea más de ciento veinte veces mayor que la superficie de la Tierra. Está rodeado por una espesa capa de nubes, de muchos miles de kilómetros de espesor, con temperaturas promedias de 110 grados centgr. bajo cero, que ofrecen el aspecto de franjas paralelas, claras y obscuras, que constituyen la característica más notable del astro, entre las cuales se ha venido observando en el último siglo una extensa mancha roja de unos 40.000 kilómetros de largo que parece desplazarse en torno al planeta y cuyo origen es todavía desconocido por nosotros.
Recientes observaciones han llegado a establecer que tras de esa compacta masa de nubes existe una superficie sólida que acusa altas temperaturas, hasta 330 grados centgr., lo cual hace pensar en una intensa actividad volcánica y en la imposibilidad de la existencia de un tipo de vida orgánica y biológicamente considerada como la nuestra.

Ya hemos dicho que Júpiter posee un sistema de doce satélites, de los cuales ocho no tienen mayor importancia, por ser tan pequeños que podría considerárseles como simples asteroides. Pero los otros cuatro, entre los que figura Ganímedes, y que fueran descubiertos y clasificados por Galileo desde 1610, son ya de dimensiones apreciables. El orden en que giran en torno al gigantesco planeta es: lo el más cercano, con un diámetro de 3.735 kilómetros; Europa, con 3.150 Km de diámetro; Ganímedes, con 5.150 Km de diámetro; y Calisto, con 5.180 Km de diámetro. Se ve, por tanto, que Ganímedes es notablemente más grande que el planeta Mercurio.

Ganímedes se encuentra a diez millones 70.000 Km de distancia de Júpiter, girando en una órbita circular en torno a éste equivalente a 7 días, 3 horas, 42 minutos y 32 segundos de los nuestros, por cuanto las medidas del tiempo allá difieren mucho de las nuestras por razones obvias. Además, en aquel satélite joviano, cuya rotación sobre sí mismo se efectúa en un eje perpendicular a su órbita, presentando siempre la misma cara al planeta, no existe el día y la noche como en la Tierra. Esto se debe a que recibe luz de dos fuentes: por un lado la recibe del Sol, que aún cuando sea en menor intensidad que nosotros por la mayor distancia, llega todavía con suficiente volumen de luz y calor, energías vitales que son acrecentadas por sus sabios habitantes como lo veremos más adelante. Y por el otro lado recibe la luz reflejada por Júpiter, como si fuera un gigantesco espejo, que desde Ganímedes se ve cual una monstruosa pelota luminosa, achatada y con franjas. De tal manera, lo que nosotros conocemos como “día” dura allá casi cuatro de los días nuestros; y lo que llamamos “noche”, que en ese astro es el tiempo empleado en recorrer el cono de sombra proyectada por Júpiter, o sea la parte posterior del planeta con respecto al Sol, es el saldo del período en que realiza su revolución completa según lo indicado más arriba. Este lapso de obscuridad, de casi tres días y medio de los nuestros, transcurre dentro de un régimen de iluminación artificial de todas las zonas pobladas, como veremos según vayamos avanzando.

Por todo lo que acabamos de exponer, vemos que Ganímedes es, realmente, un mundo de contrastes muy marcados; hasta cierto punto, un mundo paradójico, en el cual se encuentra condiciones ambientales tan opuestas, fenómenos naturales tan antagónicos, en medio de una naturaleza tan agreste, que bien cabría decir que se trata de un mundo cuya naturaleza, violenta y explosiva, fue dominada por la inteligencia del hombre, al transformar lo negativo en positivo, lo absurdo en lógico, lo violento en dócil... Un mundo que nos prueba cómo es posible utilizar hasta las más adversas condiciones de existencia, cuando se cuenta con la sabiduría y el poder necesarios para ello.

En la primera parte se dijo que mi amigo había encontrado “un mundo de extraña belleza”. Ahora trataremos de explicar el alcance y profundidad de esa expresión.
Una visión panorámica del astro, que nos permitiese abarcarlo de cerca en todos sus detalles, nos mostraría el mapa de una superficie profundamente accidentada. Una topografía bastante parecida a la que nos mostraran algunas regiones montañosas de la Tierra tales como las imponentes moles de la Cordillera de los Himalayas. La superficie de Ganímedes está formada por una serie ininterrumpida de grandes cordilleras que se entrelazan, en todas direcciones, elevando a considerables alturas sus majestuosos picos eternamente cubiertos por espesos mantos de nieve y hielo.


Ese blanco y helado ropaje se extiende por doquier, a través de la abrupta maraña de aquel mosaico orogénico formado por la tremenda actividad volcánica del astro. Pero, en medio de ese gélido conjunto de montañas; con su extenso sistema de glaciares y ventisqueros, notamos, ya, la abigarrada presencia de numerosos y profundos valles en los que la policromía del paisaje va desde los diferentes matices del verde, con azules y anaranjados, tonos producto de la vegetación y de la actividad vital de sus pobladores, hasta los rutilante s destellos que las concentraciones urbanas, todas de aspecto metálico, proyectan hacia la altura, como si fueran las múltiples facetas de un formidable joyero de gigantescos diamantes.

La vida en Ganímedes se extiende a través de ese mosaico de profundos valles, enclavado entre las redes de aquel enjambre de sólidas montañas, entre muchas de cuyas nevadas cumbres se distinguen los penachos vaporosos de múltiples volcanes.
Para los hombres de la Tierra, un mundo con tal proliferación volcánica resultaría catastrófico o, por lo menos, terrorífico. En cambio, para los habitantes de ese gran satélite de Júpiter, es una bendición. Esa raza de superhombres ha sabido aprovechar al máximo todos los recursos naturales, y ha dominado de tal manera las fuerzas y energías encerradas en su astro, que la asombrosa cantidad de volcanes diseminada sobre toda la superficie ganimediana, representan, en realidad, otras tantas gigantescas centrales de fuerza, en las que se controla, se regula su funcionamiento, y se utiliza en diferentes formas todos los elementos físicos y químicos que en ellas intervienen, convirtiendo así cada volcán en un centro productor de cuantiosos beneficios para la comunidad que lo trabaja y lo domina.

No extrañará, por tanto, saber que buen número de ellos fueron “construidos” o “fabricados” (valga la expresión) artificialmente desde hace muchos siglos. Una de las principales y más inmediatas ventajas que reportan a esa humanidad, es el aprovechamiento permanente de agua para las poblaciones. Esto, a primera vista, parece absurdo. Sin embargo, no lo es. Debemos tener en cuenta lo ya explicado con respecto a las bajísimas temperaturas reinantes en su atmósfera. Por tales temperaturas no existen océanos o mares, ni grandes ríos, en Ganímedes.

Todas las grandes extensiones de terreno, por lo general montañoso, están cubiertas por el manto de hielo a que nos referimos antes, capa helada que en muchos lugares alcanza varios kilómetros de espesor. Si no fuera por la intensa actividad volcánica manifestada en toda la superficie del astro no hubieran podido subsistir allá los seres que lo pueblan. Desde los tiempos más remotos, cuando colonizaron (permítasenos usar esta palabra) ese cuerpo celeste, en las postrimerías de la vida en su planeta de origen, su primera preocupación y las primeras labores realizadas fueron las de transformar los volcanes en centrales de fuerza y aprovechar las enormes cantidades de energía térmica en ellos encerrada, para asegurar temperaturas saludables yagua corriente en el fondo de los profundos valles a que ya nos hemos referido. Por eso, uno de los contrastes más notables que asombran al visitante, es la proliferación de tantas y tantas bocas de fuego en medio de aquel helado conjunto de altísimas montañas, volcanes que no son otra cosa que gigantescas chimeneas de las formidables usinas creadas por esa raza de superhombres, en las entrañas rocosas de su pasmoso mundo ...

Con el correr del tiempo, fueron conquistando y dominando toda la naturaleza del astro. Según la tradición narrada a mi amigo, cuando llegó el momento de abandonar, en masa, el “Planeta Amarillo”, por la proximidad de su inminente destrucción, ya habían sido transformados muchos valles de Ganímedes en verdaderos lugares habitables. Fue obra de siglos. Pero esa raza formidable pudo conocer, con gran antelación, el cataclismo cósmico que se avecinaba, y trasladar a tiempo a sus habitantes, instalándose en el nuevo mundo que hoy habitan. Tenemos que recordar que tal migración tuvo lugar hace más de diez mil años. En tan largo periodo de tiempo, continuaron desarrollando y adaptando su nueva morada, hasta alcanzar los maravillosos resultados que ahora comprueba nuestro amigo al llegar, por vez primera, a ese lejano satélite de Júpiter.

Se ha dicho que el agua y la temperatura ambiental en esos valles, donde se concentran los poblados, provienen del trabajo efectuado por cada una de esas bocas volcánicas. Dentro de nuestro modo de pensar, según lo que conocemos en la Tierra, puede resultar algo difícil de entender. Tenemos que hacer un esfuerzo de imaginación para comprenderlo. Pero si partimos de la premisa de que los hombres de Ganímedes alcanzaron el conocimiento y el poder sobre la naturaleza, desde hace más de diez mil años, no nos será imposible pensar que poseen los medios, los sistemas y los equipos necesarios para llegar a dominar hasta las fuerzas interiores de un planeta, aprovechando esas fuerzas y todos los elementos que las generan, en la diversidad de fines que se propongan conseguir. Por eso es que vemos, al llegar a cualquiera de sus valles, una vegetación lozana y abundante, cultivada con los más avanzados conocimientos de una ciencia y una técnica muy superiores a las nuestras, y regada con un sistema de canales que distribuye las aguas de grandes reservorios, verdaderos lagos artificiales, mantenidos por las cristalinas vertientes que bajan por las laderas de cada volcán. Estos arroyos y pequeños torrentes son el fruto del deshielo constante producido por las altas temperaturas generadas en el fondo subterráneo y en las masas ígneas de cada uno, gran parte de cuya energía térmica es aplicada a través de una red de túneles, a la parte inferior de las espesas costras de hielo que envuelven las cumbres. Es un proceso permanente de producción y recuperación del líquido elemento. Proceso que, como todo en Ganímedes, es regulado y controlado electrónicamente. Los niveles de los grandes reservorios no pueden pasar de ciertos límites, y su multiplicación con respecto a la multitud de valles, asegura la amplitud de superficies de evaporación necesarias para el recuperamiento, lo que se mantiene dentro de límites perfectamente calculados, que aseguran el constante abastecimiento de agua pura en todo ese mundo.

Otro de los aspectos curiosos y de marcada diferencia con la Tierra, es la ausencia absoluta de fauna en Ganímedes. Allá no hay animales... Sólo existen los reinos mineral, vegetal y humano, o superhumano. Esto fue explicado a nuestro amigo atribuyéndolo a las primitivas condiciones ambientales de ese astro, que no permitieron la vida animal antes de la llegada a él de sus actuales habitantes. Y estos no consideraron necesario ni prudente, llevar consigo animales, calculando las posibilidades de existencia de las primeras “colonias” en ese nuevo mundo que estaban adaptando a sus propias exigencias de vida. La flora, o reino vegetal, fue trasplantada, conduciendo desde su planeta de origen, todas las especies que estimaron conveniente aclimatar y propagar en la nueva morada en que habrían de quedarse. Tal proceder, también, influyó posteriormente en una serie de modificaciones y diferencias con la vida en la Tierra.

Entre nosotros, acá, parecería imposible nuestra existencia, sin las numerosas especies zoológicas, muchas de las cuales forman parte de nuestro diario programa de vida. Los animales constituyen, para la humanidad terrestre, eslabones vitales en infinidad de aspectos. Pero los hombres de Ganímedes, desde hace milenios, han sabido acomodarse para que no les hicieran falta, en forma alguna. Y en este aspecto han llegado a tales extremos, o mejor dicho adelantos, como la supresión absoluta de los microorganismos generadores de la mayor parte de nuestras enfermedades. Esta interesantísima faceta de su civilización, o sea la conservación de la salud, y también el secreto de la longevidad, lo trataremos de manera especial en el próximo capítulo.


Mucho pensarán que en un mundo con tal cantidad de volcanes, la atmósfera estaría envenenada por los gases; que las continuas emanaciones deletéreas la harían irrespirable. Esto sería lógico y posible en nuestro planeta con su actual humanidad. Pero en Ganímedes es otro problema resuelto satisfactoriamente desde antaño. Se ha dicho, y se repite ahora, que el dominio de la actividad volcánica y el aprovechamiento de todas las fuerzas y de todos los elementos que en ella intervienen, son absolutos en esa civilización. Los productos gaseosos de tal actividad, que entre nosotros escapan libremente a nuestra atmósfera, son absorbidos por un amplio y poderoso sistema, que, cual enmarañada red subterránea de ventilación y drenaje, va retirando, a diferentes niveles, en el corazón de la montaña, los productos sólidos, como lavas y cenizas, de los gaseosos; estos son tratados por medios mecánicos y químicos en grandes instalaciones, también subterráneas, en las cuales se aprovecha, íntegramente, todas las substancias, sean éstas sólidas, líquidas o gaseosas. De tal suerte, lo único que escapa de los cráteres es vapor de agua que al condensarse por las bajas temperaturas reinantes en las cumbres, cae sobre éstas en forma de copos de nieve.

Y en cuanto a las materias primas que así se obtienen, son transformadas en innumerables subproductos que aprovechan, después, las industrias manufactureras, junto con los derivados obtenidos en la conversión de los gases, dentro del mismo proceso químico.
En cuanto a las fuerzas telúricas y sísmicas generadas por una actividad volcánica de tal magnitud, en el próximo capítulo veremos cómo han sido dominadas, igualmente, por aquella asombrosa raza de supersabios.

Cómo es la Vida en ese Mundo

En el capítulo anterior, al comenzar, nos referirnos a una de las características más notables presentadas al examen telescópico de Ganímedes por nuestros astrónomos: desde los tiempos de Galileo, este satélite de Júpiter ha sido conocido como el más brillante de los cuatro que forman el grupo de “las grandes lunas interiores jovianas” que ya sabemos llevan los nombres de lo, Europa, Ganímedes y Calisto. Este fenómeno celeste llamó siempre la atención de quienes lo han observado, sin llegar, hasta hoy, a comprender su verdadera causa, pues según los cálculos y la lógica, la magnitud y por tanto el brillo de Calisto debían ser mayores, ya que Calisto posee un tamaño ligeramente más grande y gira en una órbita relativamente más cercana a nosotros. Sin embargo, el brillo demostrado siempre por Ganímedes, aún con los primitivos telescopios de Galileo, fue mucho más notable.

Ahora tenemos la explicación de este fenómeno. Se debe a la abundancia de centros poblados por la humanidad que lo habita. Claro está que tal afirmación requiere ser explicada. Y vamos a hacerlo: Ya hemos dicho que la vida se desarrolla en ese astro en todos y cada uno de los profundos valles ubicados entre las estribaciones de la intrincada red de cordilleras que forma la superficie ganimediana. A la luz natural reflejada desde el planeta primario, Júpiter, se une la que reciben desde el Sol, que no obstante ser menor que la recibida por la Tierra, en razón de la mayor distancia, es bastante apreciable. Y si tenemos en cuenta que cada valle es el centro de una agrupación urbana, o población, cuya área, depende del terreno disponible para las edificaciones y que éstas, en su totalidad, están construidas con un material brillante, de aspecto metálico destellante por los reflejos que produce, todo lo cual contribuye a aumentar la luminosidad del conjunto, podemos explicarnos fácilmente la razón, muy sencilla en realidad, de aquel fenómeno que siempre intrigara a nuestros astrónomos.


Las ciudades en Ganímedes no se parecen a las nuestras. Los métodos de construcción y los materiales empleados son distintos. Hubiera sido profundo error de sus habitantes proyectar elevados edificios, de muchos pisos, y emplear sistemas y materiales de construcción deleznables, como los nuestros, en un mundo expuesto, constantemente, a los movimientos sísmicos naturales en un cuerpo celeste de tan tremenda actividad volcánica. Así como nosotros, en nuestras grandes urbes, construimos hacia arriba, ellos construyen hacia abajo... Tienen varios modelos de edificación. Pero en la generalidad, los edificios de varios pisos penetran en el suelo, sobresaliendo en la superficie uno o dos niveles a lo sumo. Además, todas las estructuras están diseñadas en forma cilíndrica empotrándose en el terreno cada bloque o unidad de vivienda, por grande que sea, en directa conexión con sus vecinas, lo cual contribuye a la mayor solidez total del conjunto.

Se pensará que tal sistema es demasiado oneroso. Que los costos y el tiempo resultan antieconómicos. Puede que tengamos razón, desde el punto de vista de la Tierra. Nuestra humanidad se afana y se enloquece por los coeficientes económicos, porque vive y piensa dentro de normas y costumbres diferentes a las que rigen la vida y el pensamiento de esa otra humanidad. Cuando veamos cuáles son las bases fundamentales de aquella civilización, comprenderemos muchas de las profundas diferencias con la nuestra. En cuanto al aspecto que estamos describiendo; prima en ellos el concepto de la seguridad y de la permanencia estable, sobre el de mayor o menor costo. Porque, en primer lugar, ellos son seres que alcanzan un promedio de vida equivalente a varios siglos de los nuestros... En segundo lugar, viven en un mundo en que han tenido que dominar continuamente, a la naturaleza. En un mundo en el que las condiciones económicas, sociales, políticas, religiosas y culturales, son diferentes a las nuestras... En un mundo en que ya no existen comerciantes... En un mundo en el que no se piensa ya en utilidades, sino en garantizar el máximo bienestar de sus habitantes... En un mundo en que el trabajo y la dirección del mismo, alcanzan formas y sistemas enormemente superiores a los que nosotros conocemos. A este respecto, tratándose del tema de la construcción, debe saberse, también, que las máquinas empleadas por ellos para tales fines son tan poderosas y versátiles que la excavación de los terrenos más grandes, puede realizarla un sólo hombre, en poco tiempo, y con sólo controlar un tablero de comandos electrónicos...

De tal suerte, pueden ellos relegar el factor económico a un segundo plano, teniendo en cuenta, además, que toda la economía de ese mundo está dirigida y controlada por el Estado, como veremos más adelante, y por tanto lo que prima en este caso, como en todos, es la máxima garantía de todos y cada uno de los seres que lo habitan, dentro del amplísimo concepto de una perfecta fraternidad y de un régimen de vida que asegura a todos una verdadera felicidad integral... Y antes de terminar lo referente a construcciones, debe decirse que la mayoría de esos conjuntos de viviendas presentan lo que nosotros llamamos “techos” o “azoteas” en forma ligeramente convexa y libre de obstáculos. Ello obedece, también, a dos fines útilmente calculados: Primero, representa la proliferación de múltiples áreas para el descenso de máquinas aéreas de diferentes tipos y tamaños, ya que la mayoría de los habitantes puede requerir de ellas en cualquier momento, y en esa forma no se obstaculiza, como entre nosotros, el tránsito urbano, que para las distancias cortas se hace a pie. Para recorridos mayores, cualquiera puede disponer de pequeños equipos individuales que adaptándose a la espalda permiten realizar vuelos personales de considerable alcance.

Así, en todas las ciudades, está asegurada la movilidad sin entorpecer, en lo más mínimo, la circulación superficial de los peatones, que pueden discurrir libremente por todas las arterias y avenidas, sin la molestia y riesgos que vemos hoy en casi todas las ciudades de la Tierra. El otro fin al que nos referimos al mencionar la forma superior de los edificios, es el permitir la eliminación inmediata de la lluvia o nieve (lo más común), que por un sistema automático de calefacción es licuada a medida que se va acumulando. Las superficies quedan constantemente limpias, despejadas, sin mayor trabajo para los ocupantes del edificio, y pueden, también, continuar reflejando los rayos luminosos de las dos fuentes siderales ya mencionadas, con lo que se asegura una mejor iluminación general del ambiente urbano.

A este respecto debe recordarse lo que se explicó al comienzo del capítulo anterior. Que en Ganímedes el día tiene una duración aproximada de cuatro de nuestros días, y la noche, tres. Mientras este satélite recorre la parte posterior de Júpiter, su paso por la zona denominada "cono de sombra" del planeta dura más o menos tres días y dos a tres horas de nuestro tiempo. En este lapso, todas las zonas habitadas poseen el mismo sistema de luz artificial que mencionáramos al ocuparnos de las bases en el espacio. Este sistema de iluminación está presente, siempre, en todos los recintos cerrados, junto con otro sistema automático de control y regulación permanente de la atmósfera interior de todos los recintos y edificios. Algo parecido, pero más perfecto, que nuestros sistemas de aire acondicionado.

Y al hablar de atmósferas ambientales, hemos de explicar, también, que tanto en los lugares abiertos, como las vías de circulación urbana, y en todo tipo de instalaciones industriales, generalmente subterráneas, reina la más absoluta pureza. No hay máquinas ni vehículos que contaminen el ambiente, porque la mayor parte de las usadas en lo que diríamos el transporte menor, es accionada eléctrica y electrónicamente. Han llegado a desarrollar formas de electricidad nuevas para nosotros, y equipos electromagnéticos de potencia tal que -ya lo hemos visto en el caso de sus naves espaciales- pueden anular y controlar a las fuerzas de gravedad y de inercia. Y en cuanto a todas las máquinas, equipos o instalaciones accionadas por energías atómicas, termonucleares o de otro orden, como dijéramos anteriormente, tienen los medios y elementos más perfectos para garantizar el uso permanente e inocuo de todas ellas.

Antes de terminar con lo referente a la construcción de edificios, a su seguridad y estabilidad permanentes, en vista de las condiciones volcánicas y sísmicas del astro, debe saberse que el material empleado para las estructuras y en general para todo tipo de paredes, suelos y techos, es una substancia plástica de aspecto metálico, liviana y resistente, con resistencia comparable al mejor de nuestros aceros, que no se altera ante ninguna de las reacciones provenientes de la atmósfera o de los distintos tipos de terrenos en que se empotren, y de tal solidez que puede resistir a los más fuertes movimientos sísmicos sin romperse ni perder su forma. Además, el sistema de construcción es por acoplamiento de secciones prefabricadas, que al ser colocadas en su sitio van siendo ensambladas unas con otras en forma tal, mediante un proceso químico especial, que llegan a constituir un sólo bloque, lo mismo que si hubiera salido todo el edificio de un molde. No hay junturas, no hay amarres; después de ser sometidas al indicado proceso, todas las secciones quedan unidas como si hubiesen sido fundidas unas con otras en una gigantesca matriz. Puede imaginarse la solidez total del conjunto.

Pero no es esta la única manera de prevenir lo que, en la Tierra, causa tan catastróficos efectos. Ellos cuentan, además, con un vasto sistema de detección y control de los más imperceptibles movimientos de la corteza de su astro. Tal sistema, ampliamente repartido en las entrañas mismas del subsuelo, observa y verifica, constantemente, el desarrollo de las fuerzas que pueden generar los movimientos. Y si tenemos en cuenta que esos hombres poseen el sexto sentido, o sea la clarividencia, no nos extrañaremos que puedan conocer con mucha antelación las causas generadoras de toda clase de alteraciones hasta en los más recónditos lugares del interior de su mundo, pudiendo también, aplicar a tiempo, las formidables fuentes de fuerza y de energía por ellos dominadas, en los sitios y momentos que sea menester para detener un proceso, modificar una determinada tensión, o neutralizar en ciertos lugares peligrosos índices de la continua actividad volcánica de su mundo ...

Se ha dicho, anteriormente, que esa raza de superhombres alcanza promedio de vida equivalente a varios siglos de los nuestros. Trataremos de explicar algunos aspectos relacionados con este punto. Tan prolongada longevidad obedece a una serie de factores, muchos de ellos que todavía desconocen la mayor parte de los hombres de la Tierra. Es lógico el que la mayor sabiduría sea la base de todos los demás. La experiencia y el estudio, a través de los miles de siglos de existencia de su civilización, les dan el conocimiento perfecto de las íntimas relaciones entre su cuerpo y la naturaleza toda que los rodea. El funcionamiento de todo su organismo es conocido, al detalle, hasta por los niños. En ello influye, naturalmente, de manera notable aquel sexto sentido al que nos hemos referido varias veces.

La clarividencia, al permitir ver los más ocultos planos de la materia y, además, los niveles de vida superior a la vida física, o sean los correspondientes a ese plano de la Naturaleza que ya, en la Tierra, empezamos a estudiar y calcular con el nombre de “la cuarta dimensión”, los pone en condiciones de ver cómo se desarrollan todos sus procesos vitales, y si en algún sitio de su cuerpo se está generando la causa de un desequilibrio, de una alteración metabólica o de cualquier otro orden. Pueden controlar, en todo momento, el funcionamiento de sus aparatos digestivo, circulatorio, respiratorio; de la maravillosa red del sistema nervioso, o de las más pequeñas células de su cerebro. Así pues, aprenden desde la infancia a conocer y controlar personalmente cómo, por qué y para qué, trabajan todas las partes, todos los mecanismos de su cuerpo, y pueden, por tanto, escoger, sabiamente, las substancias más apropiadas que requiera para su conservación.

De ello se desprende que lleven un régimen de vida especial, una dieta alimenticia científicamente controlada y la abstención de cualquier elemento peligroso o impropio para el superior desarrollo integral de todo su ser. La mayor parte de sus alimentos provienen del reino vegetal; pero utilizan, también una serie de productos químicos de origen mineral que, en conjunto balanceado, mantienen en perfectas condiciones todos los órganos del cuerpo físico, aumentando su vitalidad y reforzando hasta límites increíbles la energía de su cuerpo etéricovital, para la máxima captación de las energías provenientes del Cosmos ...

Así logran, por ejemplo, mantener secularmente limpio todo el sistema vascular, evitando la tan común esclerosis que entre nosotros afecta desastrosamente nuestras venas y arterias y que es, en realidad, la causa principal de la vejez. Para ello, todos los adultos, a partir de una edad equivalente a nuestros cuarenta años, se someten a un tratamiento especial que consiste en la administración de pequeñas dosis de una esencia vegetal proveniente de una planta que Pepe no recuerda haber conocido en la Tierra. Se trata de una especie parecida a algunas cactáceas, de hojas pequeñas y carnosas, de color entre verde y azulino, la cual es cultivada en invernaderos especiales, con muy poca luz y a temperaturas constantes que no deben sobrepasar los 30 grados cent. ni bajar de los 22 grados cent. El líquido esencial extraído de estas hojas después de un delicado proceso químico, es inyectado por vía endovenosa, en dosis mínimas, durante un periodo de quince días, en los cuales el paciente guarda absoluto reposo en hospitales del Estado, en los que recibe una dieta alimenticia de equilibrio constante con relación a las reacciones que se van observando y que nunca duran más de los mencionados 15 días. Mediante ese tratamiento, que se repite una vez cada año, todo el sistema vascular es “limpiado” íntegramente de impurezas y los tejidos que forman dichos conductos, hasta en los vasos capilares, renuevan su elasticidad y lozanía. La mencionada substancia, además, contribuye igualmente a la depuración renal impidiendo la formación de posibles cálculos.

También se dijo, ya, que en Ganímedes hacía muchos siglos que dejaran de existir las dolencias por origen microbiano. Desde hace algunos milenios, todo tipo de bacteria, virus, o cualquiera otra forma de gérmenes patógenos, había sido eliminado totalmente. Por lo tanto no existen allá ninguna de las enfermedades que entre nosotros son comunes. Y si tenemos en cuenta que la alimentación es sabiamente administrada y controlada, según lo ya explicado, llegamos a comprender cómo la salud estable y perfecta puede alcanzar índices hasta de 95% del total de la población. La mayoría de los casos, dentro del 5% restante, obedecen por lo regular a situaciones de emergencia, accidentes fortuitos de carácter imprevisible que por lo general requieren tratamientos de tipo quirúrgico.

Y en este campo, como en el de la medicina general, han llegado a logros verdaderamente milagrosos. Baste decir que pueden reemplazar cualquier órgano del cuerpo, no con substitutos desechados de cadáveres, como se está comenzando a ensayar en la Tierra, sino con órganos nuevos “fabricados” (valga la expresión) a base de una pequeña porción, mínima porción, del mismo órgano que requiera reemplazarse. En otra parte de este libro se dijo que poseían un séptimo sentido: el del “Verbo Creador” y que con él podían actuar sobre todas las formas de materia y, aún, sobre los elementos de la naturaleza... Supongo la expresión de incredulidad que mostrarán muchos al leer esto... Pero no olvidemos que hace dos mil años, en la vieja Galilea, la voz potente y divina de Jesús el Cristo, fue obedecida, varias veces, por los vientos y el mar, por las aguas que se transformaron en vino, o por los ojos y los oídos muertos de muchos enfermos de ese entonces; y aún más, por todos los órganos, ya descompuestos, de su discípulo Lázaro...

Muchos se reirán el leer esto, y la mayoría pensará que es pura imaginación o exceso de misticismo ciego. Porque los que ignoran las grandes verdades cósmicas, proceden lo mismo que lo que hubiera hecho nuestra humanidad del siglo pasado, si les hubiesen hablado de la televisión, de las computadoras electrónicas o de nuestros actuales viajes a la Luna. Para seres acostumbrados a vivir en un mundo con sólo tres dimensiones y cinco sentidos, que únicamente alcanzan a percibir y conocer la vida física dentro de esas tres dimensiones, pasa lo mismo que sucedería a un ser que, supuestamente, siendo inteligente y pudiendo razonar, viviese, por ejemplo, una clase de vida igual a la existencia de los peces. Si solamente puede apreciar las formas de vida submarina, sin alcanzar jamás a conocer el mundo terrestre que se extiende más allá de su mundo acuático, es lógico que aquel ser tan sólo pensaría de la vida según las condiciones reinantes en ese mundo acuático por él conocido. Para ese ser imaginario, como para los peces, todo el universo, todas las formas de vida y todas las posibilidades de existencia quedarían reducidas a las de los seres que habitan en el fondo de los mares...
¿Cómo puede nuestra humanidad opinar certeramente sobre mundos y existencias que trasciendan a la cuarta, la quinta, o superiores dimensiones; sobre condiciones de vida, de conocimiento o de poder, a través de sentidos superiores a los cinco por nosotros conocidos... ? ¿No estaríamos procediendo, en verdad, como aquel ser imaginario del mundo submarino?

Pero aún en nuestra Tierra hay algunos que lo saben, que han logrado penetrar, conscientemente, en esa “cuarta dimensión”, y que, por tanto, están capacitados no sólo para comprenderla sino para llegar a comunicarse y hasta “trabajar” en contacto con las entidades de ese Plano. Esto, que es común y normal en la humanidad que habita Ganímedes, da lugar a otra consecuencia directa de la vida en la cuarta dimensión: para los seres que pueden actuar, consciente y regularmente, en ese plano de la Naturaleza, deja de existir la muerte, según el concepto que de ella tenemos en la Tierra. Pero tan trascendental aspecto de la Vida, requiere para su comprensión, un mayor análisis y una explicación más detallada. Trataremos de conseguirlo en el próximo capítulo...



El Reino de Munt
Su Organización Política, Social y Económica

Hemos visto que la humanidad establecida en el satélite del planeta Júpiter conocido por nosotros con el nombre de Ganímedes, denomina a su morada sideral como “REINO DE MUNT”. Consideramos interesante saber el origen de tal nombre, porque también contribuye, en cierta forma, al conocimiento del pasado de esa raza y a la comprobación del desarrollo evolutivo de la misma, que en algunos aspectos podremos comparar con el de nuestra humanidad.

La tradición histórica de ese pueblo nos refiere que, hace más de diez mil años de los nuestros, cuando todavía existía el Planeta Amarillo al que hemos hecho mención en otros pasajes de esta obra, y que, al desintegrarse, diera lugar al “Cinturón de Asteroides” que hoy gira en torno al Sol entre las órbitas de Marte y Júpiter, los habitantes de aquel planeta se repartían entre los dominios de dos grandes reinos, o imperios, que en el transcurso del tiempo, después de etapas remotísimas en las cuales existieran otras divisiones estatales, o naciones, que en largos períodos de luchas y guerras, llegaron a unificarse en aquellos dos grandes bloques o potencias, las que habiendo alcanzado un notable adelanto en todos los aspectos de su civilización, poseían ya los secretos de la Naturaleza que hoy tenemos en la Tierra y comenzaban a utilizar el sexto sentido y todas las fuerzas derivadas del mismo.

Alcanzaban ya al dominio del espacio y habían desarrollado modelos de astronaves que, sin ser tan perfectas como las actuales, eran más poderosas y versátiles que las que hoy tenemos en la Tierra. Con ellas pudieron visitar diferentes mundos en nuestro sistema solar, conociendo desde tan remotos tiempos, la constitución de los planetas y satélites y las formas de vida o existencia que en ellos se desarrollaban.

Uno de esos grandes imperios, el originario de la raza que hoy reside en Ganímedes, era gobernado entonces por un gran rey, de nombre Munt, hombre de sabiduría excepcional y notables poderes suprafisicos, quien era asesorado por un consejo de sabios y evolucionados maestros, impartiendo a su pueblo una amorosa y patriarcal dirección. Ambos reinos vivían, ya, dentro de un equilibrio de fuerzas que diera por resultado una larga etapa de paz y de común entendimiento, porque sabían que su poder y sus formidables medios de ataque ocasionarían la aniquilación total en el problemático suponer de un choque entre ambos.

El Rey Munt, que alcanzara una existencia equivalente a varios siglos de los nuestros, llegó a conocer con mucha anticipación, el tremendo cataclismo cósmico que se estaba gestando en las entrañas de su planeta. Asesorado por los otros sabios de su elevado Consejo, comprobó en el plano físico y en los otros planos suprafisicos, la exactitud de sus cálculos y sus apreciaciones, llegando a fijar matemáticamente las fechas en que se realizaría el terrible fenómeno. Su extraordinaria longevidad, pues aún estaba joven, relativamente, le permitieron elaborar todos los planes y tomar todas las providencias necesarias para evacuar a los habitantes del Planeta Amarillo antes de la catástrofe. Esta iba a producirse un siglo después.

Munt y sus colaboradores inmediatos contaban con tiempo suficiente. Entre los mundos visitados por ellos en nuestro sistema planetario, fue escogido el gran satélite de Júpiter por su mayor cercanía, por las condiciones ambientales fáciles de acomodar y dominar, por las fuentes inagotables de fuerza y de energía que la sabiduría de esos hombres descubrieran allá y, también, por encontrarse totalmente deshabitado. En comparación con nuestro planeta, de tamaño mayor pero mucho más lejano, esas dos facetas resultaron decisivas en la elección de un nuevo mundo, una nueva morada para establecerse, en la que su raza pudiera continuar desenvolviéndose con entera libertad y sin los inconvenientes, molestias y riesgos de todo orden, muy en especial en el campo de la supremacía de niveles evolutivos. La distancia mayor y la existencia en la Tierra de ese entonces de una humanidad tan primitiva y atrasada en todos los niveles de la Vida, fueron de gran importancia para la decisión final que hizo de Ganímedes la nueva morada de esa raza. Debemos pensar que en tan remotas épocas nuestra humanidad se encontraba en la Edad de Piedra...




En los cien años más o menos de que disponían los hombres de Munt, se trabajó intensamente en los preparativos de la total evacuación. Aquel sabio rey comunicó todo eso a su colega reinante en el otro imperio. La tradición no explica los motivos que influyeran en los hombres de ese otro reino para no hacer caso a las previsiones de Munt. Tal vez una menor sabiduría que les impidiera comprobar, por ellos mismos, la veracidad de los fenómenos que se gestaban en las entrañas del planeta.

¿Se dejaron, quizás, tentar, por la ambición de ser los únicos dominadores de ese mundo? Sólo Dios lo sabe... Así pues, en aquel lapso de un siglo, Munt y su pueblo fueron estableciendo bases en el satélite de Júpiter; acondicionando las primeras zonas elegidas para su posterior establecimiento; construyendo la numerosa flota de astronaves en que evacuarían a la gente y a todos los implementos y equipos necesarios para el traslado de su civilización al nuevo mundo... Cuando se acercaba la fecha prevista, ya en él estaba trabajando, paciente y disciplinadamente, la mayor parte de los habitantes del reino. Cuenta su tradición que el sabio Munt hizo varios esfuerzos por convencer a los gobernantes del pueblo vecino. En la centuria transcurrida habían fallecido muchos de los principales consejeros antiguos de ese país, y el mismo rey era nuevo. La fraterna y sapientísima intervención de los enviados de Munt no obtuvo mayor crédito. Así llegó el momento en que abandonaron el Planeta Amarillo las últimas escuadras de astronaves, conduciendo el Rey Sabio, a todos los altos miembros de su gobierno y a los postreros pobladores de su vieja patria... Reza la tradición que, algún tiempo después, no más de un mes de los nuestros, llegaron hasta ellos algunas astronaves del otro imperio. Conducían a técnicos y pobladores que habían huido despavoridos, y que explicaban que en ese planeta se estaban produciendo gigantescos terremotos y explosiones volcánicas nunca vistas; que el terror dominaba en todas partes y que la confusión y el pánico eran generales. Así las cosas, un día pudieron contemplar, desde su nuevo mundo, como aumentaba desmesuradamente el brillo y la magnitud del lejano planeta. El fenómeno aumentaba, el destello cada vez más grande, iba igualando al del sol (fenómeno conocido por nuestros astrónomos como "supernova") y, poco después, llegaba hasta el satélite de Júpiter un sordo rumor que venía del espacio, como el de una remota y extensa tempestad. El espectáculo sideral duró dos días. Al cabo de ellos, aquel resplandor inusitado y aquellos rumores cesaron por completo. El Planeta Amarillo había desaparecido del firmamento. La sabia predicción del Rey Munt acababa de cumplirse...

Refiere nuestro amigo Pepe que los hombres que en Ganímedes lo están reeducando, le manifestaron que aquel sabio rey alcanzó a vivir dos siglos más. En todo ese tiempo se fueron desarrollando las estructuras fundamentales y las instituciones que habrían de transformar el nuevo mundo, sobre la base de las que tuvieran en el planeta destruido. Y que todo el pueblo decidió denominar, a perpetuidad, REINO DE MUNT a su nueva morada sideral, como homenaje de amor y de respeto hacia el sapientísimo y bondadoso Maestro y Soberano autor de tan magna proeza...

Ya hemos dicho que en él no existen fronteras. Dentro de nuestro lenguaje y según nuestros conceptos, podríamos decir que es una sola nación esparcida en todo un mundo. O, en otra forma, un Estado que abarca a toda la humanidad de ese astro. El Reino de Munt viene a ser como una gran comunidad, verdaderamente fraternal.
Algo parecido a lo que fuera, entre nosotros, una comunidad gigantesca de aquellas formadas por las órdenes religiosas. Pero con desarrollo y alcances mucho más vastos. Un Gobierno central, de tipo teocrático, rige los destinos de ese pueblo, formado por una sola raza. Encabeza el gobierno un Soberano reinante y dos Supremos Regentes, asistidos por un Consejo Supremo que integran diez Grandes Consejeros del Reino. Tanto el Rey como sus dos regentes inmediatos, son hombres que han alcanzado la plenitud del desarrollo evolutivo a que puede aspirarse en aquel mundo.

Su sabiduría y poder, en todos los planos de la vida material como en los de la vida suprafisica, llegan a niveles imposibles de comprender por nosotros en la Tierra. Y eso les permite realizar una labor que, entre nosotros, podría asumir los caracteres de semidivinidad. Pueden trabajar, simultáneamente, en los diferentes planos de la Naturaleza; ello los faculta para poder comunicarse y actuar en constante e intimo contacto con todas las fuerzas y entidades de esos Planos, y por tanto, conocer y mantener estrecha relación con todos los Planos Cósmicos emanados y dirigidos desde el reino central de nuestro sistema planetario, el Sol, que, en verdad, es aquel Reino al que se refiriera Cristo como “EL SUYO” ... Esto ha de causar asombro y perplejidad; pero este punto lo trataremos cuando nos ocupemos de la Religión en Ganímedes.

No debe extrañar, entonces, que tales gobernantes impartan una dirección de tan suprema sabiduría y eficacia, y que simultáneamente, sus métodos y su conducta sean la manifestación más efectiva y positiva del Amor Universal, pues trabajan con pleno conocimiento y perfecta aplicación de cuanto entraña la Ley Cósmica del Amor, lo cual también explicaremos después, al tratar de la religión.

Dentro de la filosofía, de la doctrina y práctica del gobierno, la trilogía conformada por el soberano y sus dos regentes, recuerda y simboliza la Trinidad de Elementos en el Cosmos: Espíritu, Materia y Energía. El Reyes, al mismo tiempo, Jefe Supremo del Estado y Sumo Sacerdote, o cabeza visible de lo que, entre nosotros, conocemos o entendemos por “Iglesia”. La sucesión al trono en el Reino de Munt no es hereditaria ni electiva: se verifica por un estricto y minucioso proceso de selección. En un mundo como ése esto es posible sin el menor riesgo de error o de injusticia. El Soberano, por sus facultades y poderes especiales, conoce con gran antelación, la época y la fecha en que habrá de desencarnar. Escoge, minuciosamente, a quienes serán durante cierto tiempo sus dos regentes. Esto se hace, siempre, dentro de los demás miembros de su Gran Consejo, los que a su vez, han sido elevados a tan alta posición, a través de muchos años de trabajo y de esmerada selección en escalones sucesivos encargados de la administración general de aquel Estado. Puede pensarse, con la suspicacia y malicia tan extendida en la Tierra, que tal sistema genere favoritismos, acomodos, adulación, postergaciones injustas, intrigas y luchas, rencores, y cuantas formas conocemos de perseguir el favor de los poderosos o para obstaculizar el progreso de un rival...

Eso sucede en la Tierra, por nuestro atraso en la Evolución, en el Sendero de la Vida, en este mundo de cinco sentidos y de potente influencia de la Región Inferior del Astral o Cuarta Dimensión... Pero en Ganímedes, o Reino de Munt, todo eso es imposible. Desde las remotísimas edades en que llegaron a alcanzar el sexto sentido, llegó a desarrollarse, entre ellos, el Sistema de la Selección Perfecta, de la justa promoción por el trabajo, la ciencia y la moral de cada uno. Ya hemos dicho que en un mundo en donde no se puede ocultar nada, ni los propios pensamientos; en que no es posible desfigurar, tergiversar o encubrir la verdad, nadie puede pretender lo que no le corresponda, aspirar a lo que no merezca, ni favorecer u otorgar injustamente nada... Comprendemos que todo esto puede parecer una utopía, un absurdo fruto de la imaginación o del idealismo, ingenuo, de un escritor.
No dudamos que la mayoría pensarán de tal modo. ¿Cómo puede pretender tan bellas realidades, tan elevados niveles, una humanidad que pese a sus notables conquistas en el orden científico y técnico, vive aún en estados tan deprimentes de moral, de psiquismo y de espiritualidad?

Continuando con el tema de este capítulo, debemos explicar que la sucesión al poder supremo en ese reino se decide con bastante antelación a la fecha en que terminara la existencia material del Soberano. Se ha dicho que sus dos colaboradores inmediatos, los Regentes, habiendo subido, peldaño por peldaño, los diversos niveles administrativos del reino, alcanzan la máxima expresión que la vida en ese mundo puede ofrecer, junto al Soberano. Este, a su debido tiempo, designa entre ellos al que lo sucederá. Debe tenerse en cuenta que esa trilogía gobernante, al detentar la máxima sabiduría y poder en la variedad de planos cósmicos en que trabaja al llegar a tan altos cargos; domina también el secreto de la longevidad. Y de tal suerte el futuro soberano es preparado adecuadamente para asumir su puesto en cuanto muera en el mundo físico el cuerpo inferior de su antecesor. Pero ya explicamos anteriormente cómo es el fenómeno y de qué manera esa humanidad sigue comunicándose y conviviendo en la Cuarta Dimensión con los Egos desencarnados.

Así el anterior Rey sigue ayudando y asistiendo al nuevo, durante un tiempo, en todos los problemas en que éste lo requiera.
Los puestos de Regentes, y de Grandes Consejeros del Reino, son vitalicios, por la misma razón de haber sido seleccionados, progresivamente, entre los más capacitados para ellos de toda la población. Cada uno de los diez Grandes Consejeros encabeza, como jefe superior, un Consejo Funcional integrado por diferentes grupos de asesores administrativos, y entre aquellos se reparte la atención, dirección, y control general de todas las actividades del país, o en este caso, mundo. Para ello todo el territorio está dividido en gobiernos comunales urbanos encargados de atender lo correspondiente al desarrollo de la vida en sus diferentes aspectos en la respectiva zona. Estos son los valles a que nos referimos en capítulos anteriores. En la intrincada red montañosa que cubre toda la superficie del astro, las múltiples planicies encerradas entre las estribaciones de tan complicado sistema orogénico son los centros de actividad humana del reino. En cada valle se asienta una ciudad, más o menos grande según las áreas disponibles, con su correspondiente zona agrícola y el respectivo sistema hidráulico proveniente de un reservorio natural o artificial que abastece de agua a dicha región. Cada valle constituye, además, un centro de producción industrial, y está regido por uno de aquellos gobiernos comunales, integrados a semejanza del gobierno supremo central por un gobernador, dos subgobernadores y un comité o consejo administrativo, cuyos miembros dependen de la importancia que pueda tener el territorio bajo su mando. Estos gobiernos comunales tienen bastante parecido con nuestras municipalidades; pero sus alcances, atributos y poder son mucho mayores, pues en ellos abarcan el control general de todas las actividades de su región, siendo dependientes y responsables, a su vez ante el Supremo Consejo del Reino, por intermedio de los grandes consejos funcionales que ya hemos mencionado, según sean los asuntos a resolver.

La economía general de ese pueblo depende exclusivamente del Estado. La planificación, organización y desarrollo de todas las formas de trabajo y producción son absolutamente estatales. Todas y cada una de las diferentes actividades en que se desarrollan la vida en ese mundo son minuciosamente estudiadas, planificadas, estructuradas, dirigidas y controladas por organismos del Estado, enfocándolas hacia el más perfecto y amplio fin de asegurar a todos el mayor bienestar, la satisfacción total de sus necesidades y el desenvolvimiento de una existencia exenta de preocupaciones, en un nivel de vida que garantice la dignidad más elevada, la armonía más completa y la paz del espíritu y del cuerpo tan cabalmente equilibradas, que de todo el conjunto se derive la felicidad colectiva y personal del pueblo.



La Civilización de Ganímedes
La Cultura y la Moral en ese Mundo

Con todo lo expuesto en la segunda parte de esta obra, podrá el lector comprender más fácilmente las profundas y notables diferencias que separan nuestra civilización de aquella raza de superhombres. Muchas de tales diferencias obedecen, en verdad, a la posesión por ellos de ese sexto sentido que hemos venido explicando. La clarividencia y clariaudiencia, natas en todos los habitantes de Ganímedes, han permitido el logro de adelantos sorprendentes en infinidad de aspectos de la vida en su astro, y sus favorables influencias norman y fundamentan métodos, sistemas e instituciones en el amplio panorama de la convivencia y desarrollo de todas las actividades en aquel interesante satélite de Júpiter.

Las ventajas derivadas de tal estado evolutivo, alcanzado por ellos a través de los muchos milenios que nos llevan de adelanto, se manifiestan en todos los aspectos de su vida desde la más tierna infancia. A este respecto, es triste comparar cómo transcurren los años para nuestros niños y los de Ganímedes. Mientras acá, especialmente en los últimos tiempos, estamos envenenando el alma infantil de nuestros hijos, con espectáculos de cine, televisión y otros, que en su mayoría no muestran sino la barbarie de las guerras, la violencia y el crimen de argumentos policiales, las groseras costumbres y los brutales métodos siempre encaminados al delito, de los dramas tipo western norteamericanos; y para sus juegos y distracción les proporcionamos juguetes y artefactos que representan las armas asesinas y toda clase de aparatos más o menos enfocados al afán de destrucción. Mientras en la gran mayoría de los hogares populares en todo el planeta, los ejemplos que esos niños contemplan son, casi siempre, de vicio, de bajeza moral y de violencia; y en otros hogares, de condición social y económica más elevadas, muchas veces encuentran el abandono de sus progenitores, preocupados por una serie de compromisos, intereses, frívolas vanidades o secretos vicios y contubernios...

¿Qué podemos esperar de criaturas educadas en tal forma? ¿Hemos de culparlos a ellos por el mal que, después, hagan? ¿No somos nosotros, sus padres y maestros, los que deformamos esas almas tiernas, con nuestro proceder, nuestra torpeza o egoísmo, nuestra inconsciente frivolidad o la satisfacción, criminal, de vicios y aberraciones, muchas veces ocultos pero, no por eso menos malignos? ... No quiero seguir adelante con tan vergonzoso panorama. Todos sabemos, muy bien, cómo es nuestra humanidad y cómo se vive en la Tierra...
En cambio, esa raza que habita Ganímedes, contempla desde la cuna los más bellos y amorosos ejemplos; hasta en sus juegos y distracciones infantiles están presentes valiosas enseñanzas, útiles demostraciones de lo que es el mundo que los rodea y cómo aprovechar, más tarde, las lecciones que jugando han aprendido.

El hecho de ser clarividentes y clariaudientes desde que nacen, les permite avanzar con mucha mayor rapidez en su desarrollo cultural. Y en los primeros siete años de su vida, muchos de sus juegos y variadas formas de distraerlos, son empleados por los padres como complementos de un amplio, sabio y paulatino método de enseñanza y de instrucción. Daremos algunas muestras que ilustren mejor, este punto: Siendo poseedores de aquel sexto sentido, su visión y audición abarca, al mismo tiempo, su mundo físico, la porción etérica, y la cuarta dimensión. De tal manera, una de las primeras preocupaciones de los padres es la de explicar, pacientemente, el rol de cada uno de los seis sentidos (porque el séptimo sólo se desarrolla en ellos al llegar a la edad adulta) y muy especialmente cuanto se relaciona con el sexto.

Porque, igual a nuestras escuelas iniciáticas, la variedad de aspectos, fuerzas y formas, en constante movimiento y continúa mutación, en ese mundo astral o cuarta dimensión, es fácil de ocasionar terribles confusiones, peligrosas reacciones de orden psíquico y mental y hasta daños en el organismo fisiológico. Así los niños de Ganímedes aprenden desde la más tierna infancia a utilizar aquel “tercer ojo”, a identificar fuerzas y seres de ese plano astral o del alma, y a diferenciar las causas y efectos de esa cuarta dimensión en sus relaciones con el mundo físico. Este adiestramiento paulatino, con un instrumento de tal poder, los coloca en situación de adelantar rápidamente en el conocimiento de todas las materias básicas de su primera instrucción, y permite a los padres educar a sus hijos con métodos altamente objetivos, pues la enseñanza va unida a la práctica, la que es facilitada en todo momento y todas las circunstancias, por aquel sexto sentido.

Hemos dicho que muchos de los juegos son, también, provechosas lecciones. Lo comprenderemos mejor con un ejemplo: Entre la multitud de seres que pueblan la cuarta dimensión, están las diferentes categorías y especies de “Espíritus de la Naturaleza” como ya se dijo. Muchos de ellos asumen formas bellísimas y son accesibles al ser humano, cuando éste les demuestra su bondad y simpatía. Para darnos una idea de algunos de esos seres, recordemos una de las más hermosas y profundas películas de Walt Disney: “Fantasía”. Los que la hayan visto recordarán algunas escenas, como las de las flores en que brotaban diminutas hadas, luminosas, gráciles, con rápidos y armoniosos movimientos en una danza maravillosa, al compás de las dulces melodías, en un conjunto esplendoroso de luz, de gracia y de belleza. Para quienes conocemos de estas cosas, esa obra de Walt Disney no fue sólo fantasía, como parece indicar su nombre: Walt Disney tuvo estudios Rosacruces, sabía el fondo oculto de lo que estaba haciendo, y esas escenas son iguales a lo que el sexto sentido nos descubre cuando visitamos muchos prados...

Los niños de Ganímedes, en tales condiciones, con su pureza y bondad atraen la simpatía de esos seres y juegan con ellos a menudo, aprendiendo a tratarlos, ganando su amistad y preparando, así, el camino que más tarde, cuando llegan a mayores, les permite utilizar todas las fuerzas de la Naturaleza, porque esas fuerzas en la cuarta dimensión asumen las más variadas formas, pero están siempre dispuestas a obedecer, como fíeles servidores, a quienes las conocen y poseen el poder y la sabiduría necesarias para su manejo. Esto explica, ahora, con mayor claridad, aquel pasaje de la segunda parte en que nos referirnos al episodio bíblico en que los vientos y el mar obedecieron la orden de aquietarse, impartida por la divina y poderosa voz de Cristo...

La educación de los niños, y los métodos y sistemas de instrucción en ese mundo, ofrecen marcadas diferencias con los nuestros. En primer lugar, entre ellos no existe, propiamente, la primera etapa escolar conocida en la Tierra con varios nombres: primaria, básica, academia, etc. Esta fase inicial de la instrucción general corre a cargo de los padres, directamente, en forma combinada con la educación familiar, a fin de impartir los conocimientos básicos al niño al mismo tiempo que se moldea su alma y su mente. Este período, por lo común, dura hasta una edad de siete a ocho años de los nuestros, en que el hijo se encuentra, enteramente, en las manos de sus progenitores, siendo éstos sus primeros maestros. Esta labor, mayormente, es realizada por la madre, interviniendo el padre en las horas que su trabajo diario le permitan.

Debe tenerse en cuenta que en Ganímedes no existe un sólo analfabeto ni un ignorante. Esto no es concebible allá. Hombres y mujeres reciben la misma instrucción, alcanzan los mismos niveles culturales, sin distingo de ninguna clase, y sin costo alguno para ellos, pues todo es proporcionado por el Estado, según veremos después. Hombres y mujeres trabajan por igual en todas las actividades de ese mundo. Pero cuando una mujer es madre, se le concede el cuidar y enseñar al hijo hasta el término de esa primera etapa básica de instrucción, disponiendo de todos los recursos que el Estado le proporciona, como si estuviera desempeñando su cotidiana labor, porque en ese período se convierte en maestra madre de un nuevo ser cuya moral, inteligencia y desarrollo previos merecen de todos el más prolijo cuidado. Siendo esmeradísima y de una amplitud que en la Tierra no alcanzamos, la educación que todos los habitantes de ese mundo reciben, es fácil de comprender este aspecto en el que los padres, en especial la madre, son los primeros profesores, en el largo recorrido cultural de esa raza. Y los métodos de enseñanza, particularmente en esa primera etapa, son eminentemente prácticos y directos. Para ello el sexto sentido ofrece incalculables ventajas.

Los niños aprenden jugando. Muchos de sus pasatiempos son otras tantas lecciones que la madre aprovecha para instruirlos. Así por ejemplo, todo lo relacionado con la anatomía, la fisiología, el funcionamiento general de los órganos internos, de los sistemas digestivos, circulatorio, nervioso, respiratorio; de los complicados mecanismos y funciones cerebrales, glandulares u otros, al poder ser vistos y apreciados con toda claridad y en cualquier momento, constituyen un motivo de entretenimiento para ellos, a la par que utilísimas lecciones que jamás se olvidan y que vienen a ser la base para estudios superiores, que, más tarde, convertirán a esos hombres en los propios cuidadores de su salud, o en médicos especializados capaces de realizar verdaderos milagros en comparación con nuestra medicina terrestre.

Así sucede en todo lo demás. Una forma común y general de aprovechar los días de descanso, que allá equivalen a dos y medio de los nuestros, son los paseos campestres y los viajes de placer. En ellos toma parte toda la familia, constituida casi siempre por los padres, uno o dos hijos, pues la descendencia es cuidadosamente controlada, según veremos después, y los abuelos si es que viven con aquel hijo o hija. Cuando se trata de un simple paseo, por zonas cercanas a la ciudad de residencia, el grupo familiar utiliza vehículos colectivos de transporte.
Para estos casos emplean naves aéreas con capacidad hasta de veinte pasajeros, que hacen el trayecto a los lugares de destino en pocos minutos. Cuando el plan de esparcimiento contempla un viaje de placer y de descanso, a mayores distancias, suelen emplear naves del mismo tipo con capacidad para cincuenta personas. Tales viajes, por lo general, los llevan a visitar otros valles o centros poblados, pues se debe recordar lo que explicamos en la segunda parte, o sea que todas las urbes o poblaciones están concentradas en los miles de valles diseminados entre las estribaciones de esa intrincada red de cordilleras y montañas que cubre todo el astro. La velocidad de sus naves aéreas les permite hacer tales viajes, a los más apartados lugares de Ganímedes, en cortísimo tiempo. Y así puede disfrutar la familia de los dos días íntegros en su paseo. Esto permite a todos, especialmente a los niños, conocer y aprender objetivamente cuanto se refiera a lo que, en nuestro lenguaje, llamamos la geografía, puesto que esa palabra, derivada del griego, se refiere entre nosotros a la Tierra, y ellos dan a su mundo el nombre de “Reino de Munt” ...

Con este método y dentro de tal sistema de educación, a la edad correspondiente a nuestros siete u ocho años, esos niños han aprendido, en forma indeleble, todos los conocimientos básicos sobre su mundo, su naturaleza, sus formas de vida y han asimilado, también, una serie de lecciones sobre la moral y las normas de conducta que habrán de observar en el resto de su vida, confirmadas con los ejemplos que la convivencia familiar les proporcionan a cada paso. Porque entre esa raza, el amor, el respeto a los padres y mayores, a la sabiduría y autoridad de sus maestros y gobernantes, como base de la síntesis magistral de todos los más altos atributos del alma, y preparación para el entendimiento de las grandes verdades cósmicas, se aprenden y se inculcan desde la cuna.

Cuando llega a esa edad, todos, hombres y mujeres, ingresan a lo que se llama entre ellos “La Shamala”. Este es un período que alcanza hasta los quince años. Los alumnos en esa etapa, reciben instrucción general enfocada a definir las cualidades y aptitudes especiales de cada uno, y desarrollarlas en el sentido más conveniente.
Esto se logra, comúnmente, a la mitad de ese lapso de tiempo: el resto de esa etapa es dirigido hacia una instrucción especializada preparatoria, que aproveche las condiciones particulares de cada sujeto, estimulándolas y desarrollándolas, para conseguir el mejor desenvolvimiento de su personalidad y el afianzamiento de sus aptitudes predominantes, a fin de encauzarlo por la senda más adecuada en el futuro desempeño de sus actividades. Tanto en la etapa “Shamática” cuanto en las posteriores, toda la instrucción es impartida en centros estatales enteramente gratuitos y bajo la dirección de maestros especializados, igualmente dependientes del Estado.

Al término de esta segunda fase de la enseñanza, todos los alumnos, sin excepción, ingresan a los diferentes centros de instrucción altamente especializada, según las cualidades y aptitudes demostradas por cada uno en la etapa anterior. En los mencionados centros se les capacita para el más eficiente desempeño del tipo de actividad escogida, y no salen de él hasta no alcanzar la más alta calificación.
Obtenido este resultado llega para ellos, sin discriminación de ninguna clase, el momento quizás más anhelado por todos: el despertar del séptimo sentido. Esto se consigue dentro de un período en el que se someten a un adiestramiento especial y muy riguroso, en centros o institutos exclusivamente dedicados a ello, que requieren la permanencia constante de todos los educandos a manera de internado, algo parecido a los Lamasterios del Tíbet o de la India entre nosotros, en los cuales reciben la enseñanza y la práctica de ejercicios adecuados en medio de la más estricta disciplina. Esto se comprende, fácilmente, si recordamos lo que al principio se dijo sobre tal sentido: es el “Verbo Creador” la facultad de influir por el lenguaje, o
la emisión de ondas sonoras de la voz, en la constitución molecular de la materia, en las vibraciones de la misma, y por ende el poder de actuar voluntariamente sobre la “Nota Clave” de todos los cuerpos, de todas las substancias, influyendo y hasta dominando, en muchos casos, las mismas fuerzas de la Naturaleza... Recordemos que en las partes precedentes de esta obra hemos hecho referencia a varios ejemplos históricos y bíblicos, tales como el famoso caso de la desintegración de las murallas de Jericó por el efecto de las ondas sonoras de las trompetas israelitas dirigidas por Josué; algunos de los efectos producidos en el caso de la destrucción de Sodoma y Gomorra sobre el cuerpo de la mujer de Lot; varios de los prodigios realizados por Cristo que ya mencionáramos anteriormente.


Y un poder así no es posible conferirlo a quien no haya demostrado, hasta la saciedad, una fortaleza moral a toda prueba y una inteligencia capaz de impedirle cometer el más mínimo error... Por eso, durante todos los años de su preparación cultural y científica, profesional o técnica, los integrantes de esa raza superior, están sometidos a una disciplina y a una modelación cuidadosa del carácter, de la voluntad y el pensamiento, enfocadas hacia la máxima superación moral, intelectual y mental de todos y cada uno de ellos. Especialmente es la base moral, sobre la que sustentan, particularmente, la estructuración total de su civilización.
Antes de estudiar algunos aspectos relativos a este campo, deseamos mencionar un detalle muy interesante con respecto al sistema de enseñanza en ese mundo. La instrucción allá se imparte, casi siempre, por métodos teórico-prácticos simultáneos. Es lógico que en esto influye, también el sexto sentido. Y en Ganímedes no existen libros ni escritos de ninguna clase como lo que nosotros conocemos y empleamos. Es natural que así sea. En un mundo en el que el lenguaje hablado ya no se usa, por ser mucho más fácil, más rápido y efectivo el comunicarse directa e instantáneamente por el lenguaje mental, por la lectura simultánea y recíproca del pensamiento, no tendría, tampoco, razón de ser el lenguaje escrito. Este es reemplazado allá por un admirable sistema electrónico susceptible de captar el pensamiento y grabarlo en cintas especiales, indelebles una vez grabadas, que lo reproducen en toda su amplitud, en imágenes y frecuencias de onda que son proyectadas en aparatos receptores que nos recuerdan, en cierta forma, a nuestras máquinas filmadoras.

Así puede retenerse las lecciones, y cuanto material merezca ser conservado para su reproducción futura. Y esas máquinas son construidas hasta en tamaños portátiles. Del mismo modo, los documentos oficiales y administrativos vienen a ser esas livianas y pequeña cintas, en las cuales, junto con lo que llamaríamos el texto, a manera de firma y sello identificatorios, va impresa la imagen del autor, dictando el cierre de los mismos. Y ya hemos dicho que, a diferencia de nuestras cintas magnetofónicas, o nuestras películas sonoro-visuales, aquellas graban para siempre el pensamiento completo, sin que se pueda alterar en nada el contenido, posteriormente, lo que implicaría la destrucción total de la cinta.

Por lo demás, nadie se atrevería, ni a pensar, en alterar un documento, cosa tan común entre nosotros... Ha llegado la oportunidad de referirnos a la moral reinante en esa raza, base fundamental, como se ha dicho, de la civilización de Ganímedes.
Al describir la cuarta dimensión y cómo se desarrolla la vida en ese Plano del Cosmos, percibimos las tremendas fuerzas positivas y negativas que en él actúan. Y vimos, también, la poderosa influencia que, constantemente, ejercen en el alma humana. Parecerá redundancia que digamos “Alma Humana”, pero no es tal. Aunque no tiene mayor importancia para esta obra, estamos obligados a explicar, de paso, que lo hacemos por el conocimiento de que los animales, en mundos en que existen como el nuestro, también poseen alma, o sea aquel vehículo correspondiente a la cuarta dimensión, y son susceptibles de muchas de aquellas influencias anotadas.

Al mismo tiempo, mencionamos el papel de las diferentes categorías de seres o entidades superiores, y como se relacionan con los Egos en su continua evolución. Recordaremos que se dijo que nadie puede pasar de un mundo inferior a otro superior sin estar debidamente preparado y poseer el vehículo o cuerpo correspondiente. Vale decir, haber alcanzado las condiciones evolutivas y vibratorias adecuadas. Este es uno de los factores que, relativamente, garantizan en Ganímedes, o en cualquier otro mundo similar, el ingreso o intromisión que dijéramos clandestinamente, de algún Ego no capacitado para ello. Pero en cuanto a las entidades astrales y a las fuerzas de esa cuarta dimensión, es diferente. Ellas actúan en su mundo, y en su mundo o plano pueden afectar a cualquier ser humano encarnado, pues la encarnación presupone la existencia en un mundo material, aún cuando éste sea del tipo de Ganímedes, o “Reino de Munt” como ellos lo llaman.

De tal manera, gran parte de la enseñanza, disciplina y cuidados que reciben todos sus habitantes, están encaminados a conseguir la permanente seguridad y el perfecto equilibrio de su alma, en los niveles más altos de conciencia. En esto les ayuda eficazmente su sexto sentido, que en todo momento les permite descubrir la cercanía de cualquier entidad baja o maligna, pudiendo alejarla con la fuerza de su mente o, si fuera preciso, con el poder del séptimo sentido. Hemos dicho que éste sólo es desarrollado cuando finaliza la etapa de instrucción superior. Esto nunca tiene lugar antes de los veintiocho o treinta años. Nos referimos al despertar del sentido mencionado. Aún así, puede mantenerse dicha facultad en un estado latente de mediana expresión, cuando a juicio de los maestros responsables de ese trabajo, el aspirante no alcance todavía las máximas condiciones requeridas para el pleno uso de tan formidable poder.

Por todo ello en esa raza viven una vida de paz, de absoluta serenidad, bondad y amor... ¿Quién podría pensar en mentir, engañar, traicionar o estafar a alguien, si los más recónditos pensamientos e intenciones se están leyendo mutuamente? ¿Cómo puede cometerse algún delito cuando nada queda oculto ante la clarividencia y clariaudiencia de todos? ¿Cómo podrían caer en las pasiones comunes entre nosotros, si para llegar a ese estado han tenido que sufrir las pruebas de cientos de encarnaciones previas, que han forjado en ellos, no sólo una sólida conciencia con el conocimiento total de su larga evolución, sino el más amplio y poderoso dominio de todo ese mundo astral en que se desenvuelve entonces su alma?.. Es así que su reino resulta la expresión viva de todas las más bellas cualidades concebibles en el alma humana. Y esto se manifiesta en la familia, en el trabajo, en las relaciones de unos y otros y, por ende, en toda la organización social, política, económica o religiosa de ese mundo en que no hay fronteras, ni ejércitos ni policía, como vamos a verlo en los próximos capítulos de esta obra.



COMO FUNCIONA ESE RÉGIMEN

Para una mejor comprensión tomaremos un ejemplo del desarrollo esquemático de la Vida de cualquier habitante de Ganímedes. Desde el momento en que la futura madre va a dar a luz al hijo o hija, al ser internada en el centro de salud correspondiente, deja de trabajar en sus obligaciones laborales. Debe tenerse en cuenta que todos, sin excepción, trabajan para el Estado. En el Reino de Munt no existe ninguna forma de trabajo particular. Todas las ocupaciones, todas las actividades, por más variadas que sean, se desenvuelven dentro de organismos pertenecientes al Estado. Así, cualquiera que fuere la ocupación de una mujer, cuando va a tener su primer hijo entra en un nuevo régimen de vida: el de la maternidad y atención de su hogar. A este respecto conviene resaltar que en ese mundo el concepto del hogar, de la familia y de la maternidad son elevadísimos. No es extraño, por tanto, que lo que nosotros llamamos “ciudad capital”, o capital de una nación, tenga allá un término equivalente a “matriz” o ciudad madre de todo el reino. Esto lo veremos con más detalles, después.

Cada zona urbana cuenta con uno o más centros de salud, según sea el volumen de la población. En ellos la atención y todos los servicios son enteramente gratuitos. Ahí la parturienta es rodeada de los más esmerados cuidados pre y post natales. Al retornar a su hogar puede dedicarse con toda tranquilidad a la crianza y educación del niño que acaba de nacer. Ya explicamos, en el capítulo referente a la cultura, que los primeros siete años de instrucción básica transcurren en el hogar bajo la dirección exclusiva de los padres, especialmente de la madre. Durante ese tiempo, ésta recibe del Estado todo lo necesario para sí y para su hijo. Esto no quiere decir que se prescinda del padre. Este trabaja, como siempre, en su ocupación normal, recibiendo también del Estado cuanto le sea menester para su vida diaria y la de su familia; pero como ya hemos dicho que tanto los hombres como las mujeres trabajan por igual, y todo el mundo lo hace para el Estado, en el período básico de instrucción y educación infantil, la madre es considerada “maestra” del niño. Debe tenerse en cuenta lo ya explicado anteriormente. En el Reino de Munt la totalidad de sus habitantes reciben la más completa enseñanza. Todos, hombres y mujeres pasan por el mismo proceso que describimos en el capítulo anterior; por tanto, cada madre está capacitada para ser, al mismo tiempo, la profesora de sus hijos, y esto es muy apreciado por los sabios dirigentes de ese mundo en que tanto valor e importancia se da a la conformación moral, intelectual, mental y psíquica del ser humano.

Ello contribuye, además, a reforzar los vínculos de amor, de comprensión y mutuo respeto de todos en el seno de la familia, considerada en Ganímedes la célula sustancial y básica de la sociedad humana, fundamento en que están cimentadas todas sus instituciones. Ese concepto familiar, podríamos decir patriarcal, domina en todos los aspectos de la vida en el Reino de Munt, extendiéndose desde el hogar particular hasta los supremos niveles del Estado. La familia es sagrada para ellos.
Desde la constitución de los hogares, todo su desarrollo y evolución merecen el cuidado especial de todos los organismos estatales, porque del seno de la familia, como un crisol de mágicas propiedades, deben salir todos los seres que encarnen en ese mundo con las hermosas cualidades, con la superación moral requerida en aquella sociedad, con la educación necesaria para el absoluto dominio de las bajas pasiones provenientes de la influencia que en la cuarta dimensión ejercen las fuerzas negativas del Plano Astral o del Alma. Y a ese fin se encamina, principalmente, aquel primer período de enseñanza para el que se considera el mejor ambiente el seno del propio hogar.

El nuevo ser dispone, así, de cuanto le sea necesario para aprender a vivir en un mundo tan elevado. Y cuando llega a la edad de ingresar a la segunda etapa, la “Shamática”, todo se lo proporciona gratuitamente el Estado. No es separado de los suyos. Recibe la instrucción en centros apropiados, pero permanece viviendo en su hogar. Sólo cuando llega la tercera etapa, o de especialización, habiendo superado ya la adolescencia, ingresa en centros de instrucción superior, igualmente del Estado, en los que se mantiene el mismo régimen de gratuidad absoluta y en los que vive junto con los demás discípulos, aprendiendo al mismo tiempo que las materias requeridas por una alta especialización, la rígida disciplina que observan en toda su vida, los habitantes de ese reino, y la íntima y estrecha confraternidad que une a todos los seres de ese mundo.

Llegado el momento en que tendrá que trabajar, como todos los habitantes, hombres o mujeres, el Estado lo coloca en el puesto para el que fue capacitado. Desde su ingreso, tiene asegurada su vida hasta el día, lejano, de su muerte física. Desempeña sus labores, en cualquiera ocupación que sea, sin recibir ni pretender salario, sueldo o remuneración específica de ninguna clase, porque el Estado le proporciona cuanto necesite para subsistir: vestuario, alimentación, vivienda, comodidades, transporte, distracciones, viajes de placer, servicios asistenciales de todo orden, comunicaciones, etc. están al alcance de todos, en la medida en que los necesiten, en ese intercambio magistral entre el trabajo de cada uno para el Estado, y la retribución de ese trabajo por el Estado, proporcionando a todos y cada uno cuanto le sea menester para el desenvolvimiento de una vida feliz en los más altos y amplios niveles, de los que no tenemos en la Tierra ni la más remota idea ...

A este respecto cabe señalar un detalle singularísimo de aquella civilización: en el Reino de Munt no existe el dinero... Esto puede parecer absurdo para una humanidad como la nuestra. Aquí, el dinero es imprescindible para todo. Porque sin el dinero no se puede comprar ni vender nada. Nuestro mundo está encausado hacia el comercio. El comercio domina todos los aspectos de la vida terrenal, hasta los altos niveles de las relaciones internacionales. Y en un mundo dividido en multitud de Estados, la moneda es imprescindible para el intercambio comercial y el desarrollo económico de los pueblos. Aún más, el comercio ha constituido una de las palancas más poderosas de nuestra civilización, llegando a motivar los más terribles enfrentamientos en todos los niveles, desde el íntimo y pequeño de las familias, hasta el grande de las naciones y los pueblos todos del mundo, que luchan constantemente por los mercados y las esferas de influencia, generando los conflictos y las guerras.

El comercio ha favorecido mucho el progreso material de nuestra humanidad; pero acostumbrando a los hombres de la Tierra a medir todo en términos de moneda, a negociarlo todo para el usufructo de una riqueza material, en esa escuela que nos enseña que todo se puede vender y comprar, se ha llegado, en todas las épocas y en todos los niveles hasta el extremo, muy común por cierto, de negociar con el honor, con el alma y la conciencia...
En Ganímedes no se compra ni se vende nada. Desde la más tierna infancia aprenden todos, como axioma, que todas las cosas materiales de ese mundo, que todos los bienes, frutos y productos pertenecen, por igual, a todos los habitantes del reino. Ellos los producen y elaboran, y el Estado los administra y reparte, equitativa y sabiamente, para la perfecta satisfacción de todos y cada uno de ellos. Y no existiendo allá división de pueblos.

Siendo una sola humanidad, un sólo pueblo, un sólo Estado mundial; no existiendo el comercio como acá lo conocemos, la moneda, o el dinero, no tiene razón de ser, porque la adquisición de cuanto se requiera para satisfacer las más amplias y variadas necesidades, desde los más diversos elementos vitales hasta los más pequeños y frívolos, es proporcionado por los múltiples organismos estatales, que planifican, dirigen, almacenan y distribuyen toda la producción mundial entre todos sus habitantes, dentro de un sistema en que basta ingresar en alguno de los múltiples establecimientos de todo orden, reunir la mercadería que se busca y presentar en el sitio de control la ficha identificatoria. En ésta, constituida por un material y por un proceso similar al que describimos en el capítulo de la cultura, figuran todos los datos concernientes a la persona y centro de trabajo a que pertenece. Tal ficha es introducida en una pequeña máquina y al instante se tiene la reproducción de la ficha en una cinta que, en tres ejemplares, incluye la relación completa de la mercadería llevada. Un ejemplar es entregado al cliente, otro se remite a la correspondiente central controladora y el tercero queda en los archivos del almacén. El mismo procedimiento se sigue en todas partes, exceptuando los servicios de transporte, comunicaciones, suministros de energía y fluidos hogareños, que se obtienen libremente y sin ningún control personal, por ser de uso común para todos los habitantes del reino.

Antes de terminar este capítulo, debemos anotar algo más sobre la constitución social de esa raza. Continuando con el ejemplo del hombre que llegó hasta la etapa de trabajo, es corriente que los hijos continúen viviendo al lado de sus padres hasta formar un nuevo hogar. Hemos dicho cómo se destaca y se magnifica la familia, elevándola a los más altos conceptos en esa humanidad. De tal manera, la elección de cónyuge es también cuidadosa y sabiamente enfocada. El absoluto dominio del cuerpo astral o alma, por el conocimiento y trabajo consciente a través del sexto sentido, permite a todos superar las comunes manifestaciones del instinto sexual, que en la Tierra llegan hasta niveles inferiores a los animales. En los jóvenes de Ganímedes cuando alcanzan la etapa de la pubertad, ya han obtenido toda la instrucción, en los diferentes planos a que tienen acceso por su sexto sentido, para poseer el más claro discernimiento y la fuerza volitiva y mental suficientes para proceder equilibrada, científica y armoniosamente en ese campo. La unión del hombre y la mujer tienen allá un elevadísimo concepto.

Sus especiales condiciones de clarividencia los alejan de todos los errores tan comunes en la Tierra en materia sexual. Y siendo el hogar y la familia verdaderamente sagrados en ese mundo, esa unión siempre se realiza por amor y con la bendición de los padres, de la Religión y del Estado. Cuando dos jóvenes se conocen y simpatizan, su mutua clarividencia les evitan las necias posturas de los principiantes de la Tierra. La recíproca atracción de dos almas destinadas a juntarse está presente en el pensamiento de ambos. Huelgan los rodeos y las hipocresías. El engaño y la falsedad no pueden existir. El amor se manifiesta espontáneo, en toda la amplitud de dos almas que se ven y que se entienden. Y como la educación y la alta moral alcanzadas en ese mundo serían incompatibles con los múltiples desvíos, subterfugios y aberraciones tan comunes entre los seres de este mundo, al tratarse, comprenderse y amarse con la más elevada pureza de pensamiento, para su unión carnal sólo necesitan el cumplimiento de los pequeños requisitos que esa sociedad establece para el matrimonio. Como en todo, allá también se facilita cuanto es preciso para la felicidad de los enamorados.

Jamás cabe la oposición familiar. La superación moral y fraternal reinante entre ellos, los alejó hace miles de años de las mezquindades y torpezas que muchos padres de la Tierra cometen. La lectura del pensamiento y la visión permanente de la cuarta dimensión evidencian, desde el principio, si una pareja está capacitada para unirse dentro de los mejores augurios. Esto lo conocen, personalmente los mismos novios desde el primer momento. Todo lo demás se facilita lógicamente. Acordado el enlace, este es comunicado a las respectivas autoridades, civiles y religiosas. Se llenan los trámites pertinentes para la constitución del nuevo hogar y se realiza el matrimonio en conformidad con las prácticas litúrgicas y legales que la tradición establece desde la más remota antigüedad. Nada cuesta nada, ni a los novios ni a sus padres. El Estado, como siempre, proporciona cuanto es necesario. La ceremonia nupcial es igual para todos los habitantes del reino: sencilla, amorosa, rodeada por el afecto de parientes y amigos, como entre nosotros; pero sin afectación de vanidad, sin distingo de clase, porque allá no existen diferencias de nivel social, y dentro del marco de una hermosa ceremonia en que se reúne lo material, lo psíquico y lo espiritual para la bendición efectiva, no ficticia como en la Tierra, sino materializada con la presencia efectiva de grandes entidades cósmicas, según detallaremos al tratar este punto en el capítulo de la religión.

Desde el momento en que se realiza el matrimonio, los nuevos esposos cuentan con una nueva vivienda, con todo el mobiliario, enseres de confort y equipos de higiene y para la alimentación, proporcionados por el Estado, en donde podrán instalar su nuevo hogar al regreso de una etapa de descanso y de viaje nupcial en que todo se les ha facilitado por el mismo sistema ya descrito anteriormente. Ha nacido una nueva familia, y el ciclo se repite, para todos, a través de la sabia y paternal organización de ese reino de superhombres...


Un Mundo sin Ejércitos ni Policía

De todo lo expuesto hasta acá se desprende, por lógica deducción, que en Ganímedes no puede haber ejércitos ni armadas. ¿Cómo concebir marina en un mundo que no tiene mares? -Ya se explicó en los primeros capítulos que toda el agua de ese astro está repartida en la multitud de lagunas, lagos y reservorios existentes en todos los valles. Según la extensión de cada uno de estos, es mayor o menor el área acuática. Muchos de esos lagos o lagunas fueron formados por la acción inteligente de los habitantes, a través de siglos, en su constante expansión por toda la superficie del satélite. Cuando llegaron a él, como hemos visto, establecieron las primeras bases en el valle que ha sido luego el asiento de su capital, o “Ciudad Madre” como la llaman, y en los valles circunvecinos.

El valle “matriz” es uno de los más extensos y hermosos del país. Rodeado por altísimas montañas cubiertas de nieves perpetuas y de brillantes glaciares, entre los que elevan al cielo, por lo general celeste y limpio, sus blancos penachos de vapor ocho majestuosos volcanes. Refieren las crónicas del reino que en su origen era sólo cinco los volcanes; pero que los tres restantes fueron abiertos y “fabricados” por ellos, ex profesamente, para aliviar la fuerte presión interna sobre la corteza de esa región y para aumentar los coeficientes de fuerzas, energías y materiales que de ellos obtienen. La planicie en que se extiende la ciudad, bastante grande pues alberga dos millones de habitantes, puede compararse en belleza panorámica a algunos lugares de Suiza o del Tirol. Rodean la zona urbana grandes campos cultivados y frondosos bosques de especies desconocidas en la Tierra, bordeando un lago de cristalinas aguas alimentadas por las vertientes montañosas. En los límites cercanos a la ciudad se aprecian variadas instalaciones, refulgentes como todo en Ganímedes, que rematan una gigantesca represa.

Dijimos que no habiendo mares, no podían existir armadas. Pero en aquel plácido y pintoresco lago, como en todos los de mayor o menor extensión, hay diferentes tipos de embarcaciones: unas grandes, con líneas marcadamente elípticas y cubiertas chatas, convexas y del mismo acabado rutilante como plata bruñida que se observa en todas partes; otras pequeñas, de variadas formas, pero del mismo material que las grandes. Son naves de paseo, colectivas las primeras y familiares las chicas, para el solaz y esparcimiento de los pobladores que lo deseen. No son empleadas como medio de transporte porque éste, en general es de tipo aéreo, y para evitar que las aguas pudieran ser contaminadas o ensuciadas por tal motivo. En efecto, con las magníficas y poderosas máquinas aéreas que poseen, todo el transporte de personas y materiales viaja por el aire. El transporte terrestre sólo se usa entre las instalaciones subterráneas. En tales casos la propulsión es de tipo eléctrico, pero los equipos han alcanzado límites verdaderamente maravillosos en cuanto a disminución de espacio-peso-masa yen multiplicación de potencia.

Ahora veamos lo referente a fuerzas armadas y policiales. Sabemos bien que los ejércitos son necesarios para resguardar las fronteras de un país, hacer respetar su soberanía en el orden internacional y, muchas veces, en el interno. Esto se justifica en un mundo dividido en diferentes naciones. Más en una civilización extendida por todo el mundo, dentro de un sólo Estado, ¿para qué serviría un ejército?... Aún puede argüirse que por la seguridad interna de ese Estado. Esto, igualmente, se explica en la Tierra, por nuestro atraso moral y de otros órdenes... pero ¿en una humanidad como la de Ganimedes... -Si hemos comprendido los alcances de todo lo que se ha expuesto, resultaría absurdo, ingenuo, creer que el Reino de Munt pueda necesitar fuerzas armadas ...

No pensemos, sin embargo, que esa raza de superhombres esté inerme. ¡Muy lejos de eso! Cuentan con medios pasmosos, en su formidable adelanto científico y técnico, para dominar, sí lo quisieran, a todos los mundos de nuestro sistema planetario. Hemos dicho que, desde los tiempos más remotos, establecieron bases en el espacio, como la que describimos al comenzar esta obra. Hemos dicho, también, que esas bases, repartidas estratégicamente en diversos puntos de nuestro sistema solar sirvieron para estudiar y conocer todos los planetas, extraer y utilizar diversos materiales de varios de ellos, vigilar y controlar el desarrollo evolutivo de los mismos, y poder cumplir las misiones cósmicos emanadas del centro gobernante de todo el sistema que hemos dicho que es el Sol.

Esto mantiene estrecha relación con sus actuales visitas a la Tierra, como las que efectuaran en otras épocas, en cumplimiento de Planes Cósmicos a los que nos referimos después, en los próximos capítulos. Pero en cuanto a la calidad y extensión de ese poder, recordemos lo presenciado por nuestro amigo Pepe en su primer viaje a través del “Cinturón de Asteroides” ya narrado... y recordemos, igualmente, el hecho misterioso y conocido por todo nuestro mundo actual, del fantástico y gigantesco apagón que sufriera toda la costa oriental de Norteamérica hace pocos años. En la memoria de todos, en nuestra Tierra, están frescas, aún, las noticias propaladas a todo el planeta de aquel tremendo e inexplicable fenómeno. Una noche, súbitamente, cesó de golpe la corriente eléctrica a lo largo de toda la costa atlántica, desde el norte de Canadá hasta el sur de los Estados Unidos.