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domingo, 21 de abril de 2019

¿Por qué no se manifiestan públicamente los extraterrestres?


¿Por qué no se manifiestan públicamente los extraterrestres?



¿Por qué no se manifiestan públicamente los extraterrestres? ¿Por qué ninguna de sus naves se sitúa sobre un estadio lleno de gente, y de este modo podríamos fotografiar sus ingenios tecnológicos? ¿Por qué ninguna delegación extraterrestre llega hasta la ONU para ese esperado contacto oficial?... ¿Realmente han llegado los extraterrestres a la Tierra? Sin duda las preguntas se agolpan rápidamente y las respuestas, estoy convencido, las hallaremos si aplicamos una lógica “no humana”, evidentemente.



En los tiempos que corren, una gran parte de la población terrestre siente cierta fascinación por aquello relacionado con la popularidad, “ser famoso”, el exhibicionismo en suma; nuestra psique, alimentada por los medios de comunicación, nos lleva a pensar que si nosotros mismos no somos famosos, si no nos mostramos frente al resto, si no aparecemos en televisión, … sin esta condición, no somos realmente nadie importantes para los demás. Aplicando esta misma premisa, pensamos, tal vez inconscientemente, que los viajeros estelares, los extraterrestres, aplicaran esa misma condición: Llegar a un planeta, la Tierra por ejemplo, y mostrar todo su potencial tecnológico; y acto seguido, tomar posesión de todos los recursos naturales, sometiendo a sus habitantes primitivos; dominarlos y esclavizarlos (Como muchas películas tipo Independence Day, nos quieren hacer creer).


Hasta la fecha de hoy, se han reportado infinidad de avistamientos de OVNIS, naves extraterrestres surcando los cielos; pilotos civiles y militares han dado prueba de ello, incluso se han enfrentado a sus naves con trágicas consecuencias, tal como le ocurrió al capitán Thomas Mantell el 7 de enero de 1948, cuando su caza se estrelló después de perseguir a un platillo volante. En Internet existen infinidad de grabaciones y fotografías de naves extraterrestres, por lo cual debemos partir de la premisa de queefectivamente, los extraterrestres visitan la Tierra en la actualidad y están ahí por mucho que las autoridades lo nieguen”.

Capitán Thomas Mantell
A mi personalmente, siempre me ha llamado la atención la posición que toma el mundo académico y científico frente este gran desafío. Por ejemplo, el físico Enrico Fermi, en 1950, durante una conversación informal, dando por hecho la existencia de miles de civilizaciones extraterrestres… se preguntó ¿porque no hay evidencia de ellas?, dando origen a la "famosa paradoja"*. Tal vez el señor Fermi estaba poco informado, o quizás se tomó pocas molestias de observar el cielo, pues ya por aquel entonces, las naves extraterrestres surcaban los cielos, tal como la flotilla de OVNIS fotografiada el 19 de julio de 1952 sobre el Capitolio de EE. UU.


Flotilla de OVNIS sobre el Capitolio, julio de 1952
*La paradoja de Fermi es la aparente contradicción que hay entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes en el universo observable, y la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones. Surgió en 1950 en medio de una conversación informal del físico Enrico Fermi con otros físicos del laboratorio, pero ha tenido importantes implicaciones en los proyectos de búsquedas de señales de civilizaciones extraterrestres (SETI).

La paradoja puede resumirse de la manera siguiente: La creencia común de que el Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario es paradójica sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o incompletas.

El físico Enrico Fermi

Colonización extraterrestre

Los seguidores del principio de Fermi dicen que, dado lo que sabemos por la habilidad de la vida para sobreponerse a la adversidad y colonizar nuevos hábitats en nuestro propio planeta, podemos asumir razonablemente que la vida en otros lugares sigue los mismos principios. Si se da esto, los seguidores del principio de Fermi postulan que cualquier civilización avanzada casi con certeza buscará nuevos recursos y colonizará primero su propio sistema solar, y después los sistemas solares circundantes. Algunos escritores han tratado de estimar el tiempo que tardaría una civilización tal en colonizar la galaxia entera. Han determinado que se tardaría entre 5 y 50 millones de años en lograr este objetivo en gran escala.2​ Un tiempo relativamente pequeño a escala geológica; más aún, a escala cosmológica. (FUENTE: Wikipedia    https://es.wikipedia.org/wiki/Paradoja_de_Fermi)

Obviamente, si damos por hecho que los extraterrestres están aquí y ahora en la Tierra y  no se manifiestan públicamente, lógicamente deben tener poderosas y muy buenas razones para no hacerlo, entre otras, una Ley Universal aplicable a todas las civilizaciones extraterrestres mas desarrolladas: No inferir en el libre albedrío de las menos avanzadas, ya que se entendería que romper la libertad, equivale a amputar la evolución necesaria hacia estadios superiores.

En esta ocasión, he traído un fragmento del libro Extraterrestres y Religión, de Salvador Freixedo, donde bajo mi punto de vista, se aproxima bastante a las “razones objetivas” que los extraterrestres aplicarían a nuestro planeta para no tomar ese esperado contacto oficial; pese a la impaciencia que muchos habitantes de la Tierra muestren, incluso frente a la frustración de algunos de ellos que no entenderían esa negativa persistente, ya que todos intuimos como los extraterrestres y su ciencia acabarían ciertamente con muchas de las enfermedades que asolan a los seres humanos. Sin embargo, una evolución, tanto individual como colectiva, requiere de un "tiempo de transito" en el cual desterremos definitivamente las guerras y desigualdades que nos asolan a nivel planetario, así como los egoísmos y el ansia de poder instaladas en una gran parte de la población, hechos que perversamente llevan a destrozar sistemáticamente el ecosistema natural de nuestro planeta azul.




¿POR QUE NO SE MANIFIESTAN?

Quisiéramos, ante todo, dejar clara la realidad del fenómeno «OVNI». Sin esta convicción el lector no sólo perdería su tiempo leyendo este libro, sino que se quedaría al margen de unos horizontes maravillosos. Por ello, quisiéramos tratar en este capítulo de una de las objeciones más fuertes y frecuentes que hay contra la existencia de los «OVNIS». La objeción más positiva y directa contra su realidad, es decir, que no existen y que son pura imaginación, creemos que es más fácil de ser vencida en cuanto se tenga un poco la mente libre de prejuicios y se tome uno el trabajo de informarse seriamente acerca de los miles de casos investigados más allá de toda duda posible.
Sin embargo, no deja de haber cierta lógica en la objeción que contra todo el fenómeno tiene mucha gente: ¿por qué no se manifiestan? Si pueden hacer tales acrobacias y son tan avanzados técnicamente como dicen, ¿por qué no hacen una demostración de su presencia de modo que ya no le quede a nadie duda de su realidad? Creemos que tiene muchas contestaciones esta objeción.


¿EL CONTACTO ALÍEN DEFINITIVO SE ESTÁ ACELERANDO? Algo Está Cambiando




ALGO GRANDE ESTÁN PREPARANDO LOS EXTRATERRESTRES: Revelaciones Importantes


Pero antes queremos poner nosotros por nuestra parte un poco de duda sobre la objeción misma. ¿Es cierto que los «OVNIS» no se manifiestan? Ciertamente no lo hacen de una manera clamorosa, como algunos quisieran, pero de ninguna manera se puede decir que no se manifiestan. Ateniéndonos a los Estados Unidos, entre 1947 y 1966 el número de comunicaciones a la oficina gubernamental competente, de las cuales ésta se dio oficialmente por enterada, fue exactamente de 10.147. Si tenemos en cuenta que el Gobierno de los Estados Unidos sólo admite oficialmente en sus archivos el 1 por 100 de los avistamientos reales y, por otra parte -según confesión de los mismos oficiales del «Proyecto Blue Book», de las Fuerzas Aéreas, «desde el año 1960 al 1965 sólo se resolvieron satisfactoriamente (es decir, encontrando una causa terrestre conocida) el 2 por 100 de los casos estudiados» («Times Herald-, Newport News, Virginia, 1965), tendremos que concluir que los «OVNIS» se manifiestan más de lo que mucha gente piensa.




Por otra parte, el internacionalmente famoso Instituto Gallup hizo una encuesta sobre este particular y encontró que 34 millones de norteamericanos creían que los «OVNIS» eran objetos reales y no ficciones o alucinaciones de la gente, y cinco millones de norteamericanos dijeron que habían visto en el cielo algo -luces, objetos-que ellos clasificaban como «volantes» y «sin identificar». Y no se puede decir que en Estados Unidos tales manifestaciones sean más numerosas que en otros países. Si de otros países no conocemos más datos es por falta de medios de comunicación de tales países. Sabemos que en Australia son muy abundantes y en concreto creemos que las manifestaciones en Estados Unidos son sensiblemente inferiores en número y en calidad a las de unas cuantas naciones de Sudamérica.

Por último, un hecho, no tan conocido, acaecido tras el «telón de acero». El año 1967 un grupo de científicos rusos intentaron crear una comisión civil para estudiar a fondo el problema de los «OVNIS». Nombraron Presidente de la Comisión al General de Aviación Antolín Stolinov, y, valiéndose de su influencia, solicitaron del Ministro de Ciencia y Cultura de Rusia que les permitiera estudiar todos los informes acerca de objetos volantes desconocidos que estuviesen archivados en todas las bases militares de la Unión Soviética. Sin darle mayor trascendencia, les concedieron la autorización, pero a las pocas semanas se la cancelaron, disolvieron la comisión y crearon otra que quedó bajo los servicios secretos soviéticos. ¿Qué había pasado? Las autoridades soviéticas se alarmaron y vieron que se trataba de un asunto serio: en una semana habían llegado a la comisión, procedentes de todas las bases militares, unas 16.000 observaciones.


Pero hay que reconocer que sus manifestaciones tienen algo de extraño: son esquivas, preferentemente nocturnas y en lugares despoblados; huyen al ser descubiertos, y cuando dan señales de querer entrar en contacto, frecuentemente escogen a personas que no son las más cualificadas para dar a conocer el hecho. Todo esto es ilógico... desde el punto de vista de nuestra lógica humana y de nuestra manera de pensar. Pero tenemos que reflexionar, partiendo únicamente de los medios de transporte en los que nos visitan, y no tardaremos en admitir, con la mayor certeza, que individuos que han llegado a tales adelantos técnicos tengan una manera de pensar y de reaccionar ante las circunstancias, bastante diferentes de la nuestra.

Y si añadimos el hecho, cada vez más confirmado por testigos oculares, de que las características somáticas de bastantes de ellos son muy diferentes a las nuestras, tenemos que llegar a la conclusión de que muy probablemente las cosas que para nosotros son lógicas, para ellos no lo son tanto, porque su manera de actuar obedece a otras normas y a otras motivaciones que son tan desconocidas para nosotros como lo son los medios de que se valen para alcanzar esas fantásticas aceleraciones en pocos segundos, y para no sólo dominar sin motores ruidosos la atracción de la Tierra, sino el mismo principio de inercia.

Según nuestra vanidosa e infantil manera de pensar, a nosotros nos parece lógico que unos seres que lleguen a nuestro planeta quieran hacerse ver en seguida. Y según nuestra belicosa manera de pensar y de actuar, nos parece en cierta manera lógico que vengan con ánimo «conquistador». Eso es lo que los pueblos más adelantados de la Tierra han hecho siempre con los más atrasados: los han avasallado, y les han impuesto sus estilos de vida Pero precisamente con esta manera de actuar y de pensar estamos demostrando nuestro atraso social, y, por el contrario, los tripulantes de los «OVNIS» nos demuestran que no sólo técnicamente, sino moral y socialmente, están más adelantados que nosotros al demostrar tal respeto por nuestra cultura y nuestros derechos. Cuando nuestros productores de televisión pensaron en hacer un programa interplanetario, lo primero que hicieron fue llamarle «Los invasores», y en él proyectaron todos los complejos de violencia propios de nuestra sociedad.

Una de las principales leyes que un naturalista que quiera estudiar una colonia de hormigas tiene que observar, es el no interrumpir sus hábitos normales de vida. A nuestro entender, ésta es una de las grandes razones de por qué nuestros visitantes no se muestran con más claridad. Naturalmente que al señalar las causas de su timidez o discreción estamos haciendo conjeturas y corremos el peligro de equivocarnos en no pocas: lo hacemos, tal como hemos dicho, para demostrar que su falta de exhibicionismo no es una objeción insalvable.





En 1938, se hizo una famosa transmisión radial en la que se hacía creer a los oyentes que la Tierra era invadida por seres de otros planetas y los sociólogos tuvieron mucho que aprender con el pánico enorme que la transmisión creó. Una razón obvia por la que creemos que los extraterrestres no se pondrán más de manifiesto es el indudable terror que esto crearía en innumerables personas. Los resultados de un pánico colectivo podrían ser desastrosos para toda una nación o continente y a la larga para todo el género humano. A poca inteligencia y buena voluntad que tengan nuestros visitantes, tratarán de evitarlo a toda costa, y creemos que hasta ahora lo han hecho muy bien. (Sin embargo, no faltan ejemplos de personas que han sufrido profundos traumas psíquicos, y aun físicos, al ponerse más o menos en contacto con el fenómeno «OVNI».)

Aun suponiendo por parte de ellos una total buena voluntad, la historia nos demuestra que el encuentro de dos culturas completamente diferentes (y más todavía si una es mucho más adelantada que la otra) es destructiva para la más débil, que en este caso sería la nuestra.

Aparte de estas razones, hay otras más sencillas inherentes al hecho mismo del aterrizaje o contacto con los humanos. La primera es la misma comunicación en sí; aun suponiendo que hayan logrado aprender nuestras lenguas al escuchar nuestras transmisiones radiadas, ellos tienen que saber perfectamente que no sería nada normal el ver aparecer a un individuo vestido de una manera extraña, probablemente con una constitución física y unos rasgos faciales aún más extraños, hablando con un acento y un tono de voz nunca oídos. La reacción de sus interlocutores sería muy poco positiva.

Otra dificultad, y no pequeña, proviene de las peculiaridades de nuestra atmósfera, que probablemente dista mucho de las de sus planetas en cuanto a presión y composición. Nos imaginamos que el solo hecho de permanecer en nuestra atmósfera entraña para ellos serios peligros que únicamente logran vencer gracias a sus grandes adelantos técnicos. Prueba de lo que decimos son los varios casos conocidos de explosión o accidentes de algunos «OVNIS»1.

1.Los casos de caídas de OVNIS nunca han podido ser corroborados fuera de toda duda. Es una cosa curiosa, que siempre suelen quedar envueltos en el velo del misterio, habiendo muchas contradicciones entre los testigos.









También puede ser un motivo de retraimiento el miedo a la contaminación. Contaminación de tipo físico (bacterias y virus desconocidos para ellos y contra los que no están preparados) y puede ser también una contaminación de tipo espiritual. Esto es una mera conjetura nuestra, avalada por el parecer de otras personas interesadas en todo este fascinante problema. Sería muy larga y probablemente demasiado subjetiva la explicación de esta, contaminación espiritual.

Por último, una razón que podrá parecer desconcertante a muchos, pero que tiene grandes probabilidades de ser real: sencillamente, no están interesados en hacer contacto con nosotros, o por lo menos no lo están tanto como nosotros creemos.

Entonces, ¿por qué vienen? Vienen porque tienen curiosidad en conocer cómo somos, hasta dónde llegamos en nuestros medios destructivos y ofensivos, etc., pero esto no implica el que estén interesados en entrar en contacto con nosotros. Lo mismo que un sociólogo enviado a estudiar una tribu primitiva y peligrosa podrá realizar eficientemente su trabajo sin tener que entrar obligadamente en contacto con los indígenas, cuyo trato probablemente evitará.

Muchos se imaginan que estarán ansiosos por darse a conocer, por mostrarnos sus adelantos, por contamos sus aventuras del espacio o por conocer todas las intimidades de nuestra historia o  de nuestra cultura, y por eso no se explican el que no desciendan inmediatamente y se pongan en contacto. Pero, en realidad, nuestra civilización, además de ser muy diferente a la suya, es muy primitiva para que pueda lograr atraerlos. Si es cierto que algunos individuos de la especie humana, considerados individualmente, han logrado un desarrollo intelectual o espiritual relativo, sin embargo, la especie humana considerada en conjunto, en sus relaciones de pueblo a pueblo y en sus actitudes masivas, está todavía en un grado de infantilidad que tiene que infundir lástima a nuestros visitantes del espacio. Como no lo hagan por caridad, no creo que tengan demasiado gusto en venir a respirar el humo de nuestras ciudades, a participar de las masacres de nuestras carreteras o a contemplar el estado de violencia social y política en que se encuentra nuestro mundo.

No nos olvidemos de que nuestros visitantes vienen de muchas partes diferentes, a juzgar por sus vehículos y su constitución física, y, por lo tanto, es lógico que en sus relaciones con nosotros actúen también de una manera diferente. Si algunos de entre ellos tienen intención de entrar en mayor contacto con nosotros, lo primero que nos demuestran es que no tienen gran prisa. Y creemos que, de ser ésa su intención, lo están haciendo muy sabiamente. Nos extrañamos de que no se pongan en contacto con las autoridades oficiales, con los «grandes» del mundo, y vemos que en esto están haciendo lo mismo que hizo Cristo, que se rodeó de auténticos hombres del pueblo, que no parecían los más aptos para transmitir su mensaje. Sabía, por una parte, que los grandes, «las autoridades», no lo recibirían, y, por otra, sabía que, si su mensaje caía de primera intención en manos de los grandes, éstos lo corromperían en seguida, acomodándolo a sus apetencias. Por eso prefirió penetrar directamente en el pueblo para que la labor fuese más genuina, aunque perdiese en rapidez o en espectacularidad.1

1. De hecho, en cuanto el cristianismo, con el Emperador Teodosio, fue impuesto como la religión oficial del Imperio, empezó inmediatamente a desvirtuarse por la cabeza. El roce de los Papas y Obispos con los reyes y gobernantes hizo que aquéllos perdiesen muy pronto la esencia de las enseñanzas de Jesús y se habituasen a una vida pomposa, aunque de palabra siguiesen llamándose «pobres y humildes», Y se dio el caso de que, mientras el pueblo sencillo y pobre vivía un verdadero cristianismo, muchos de los líderes religiosos vivían de espaldas a la pobreza y a la sencillez evangélica.


En las muchas ocasiones que hemos tenido de hablar con personas sencillas que dicen haber tenido una mayor aproximación a visitantes extraterrestres, nos ha venido el pensamiento de si no se estará repitiendo el mismo fenómeno. Los cultos, las autoridades, «los que saben», sistemáticamente rechazan esta realidad. Pero entre el pueblo la idea va penetrando poco a poco y preparando los ánimos. Se repite al pie de la letra lo que dice San Pablo: «Dios escogió a los débiles para humillar a los fuertes, y escogió las cosas que a los ojos de los hombres parecen necias para humillar a los sabios. (I Coro 1,27).


El investigador Salvador Freixedo