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viernes, 3 de agosto de 2018

Lo siguiente que vi fue que el OVNI se tambaleaba. Emitió unos extraños ruidos, como quejidos, y después cayó. Hubo una gran salpicadura y se oyó un golpe sordo. (Moriches Bay, Nueva York, USA)


Lo siguiente que vi fue que el OVNI se tambaleaba. Emitió unos extraños ruidos, como quejidos, y después cayó. Hubo una gran salpicadura y se oyó un golpe sordo. (Moriches Bay, Nueva York, USA)



Nuestra Galaxia, La Vía Láctea, es un hervidero de vida, un espacio en el cual conviven millones de mundos cuyos habitantes se esfuerzan por evolucionar hacia estadios superiores de conciencia, dado que la esencia de la propia vida se guía por un grado mayor de comprensión respecto de aquello que entendemos como Creación.



Son civilizaciones extraterrestres que dominan los viajes espaciales; muchas de las cuales visitan la Tierra desde tiempos inmemoriales; seres quienes nos observan con curiosidad y posiblemente con preocupación, dada la belicosidad manifiesta de los seres humanos: Las ultimas guerras en la Tierra han sido de ámbito mundial, sumamente crueles. Además, paralelamente, se ha desarrollado armamento nuclear capaz de provocar la autodestrucción de la raza humana, un peligro latente que nunca debemos olvidar.

Como han dicho los mismos extraterrestres a ciertos contactados, en el ser humano convive en dualidad fluctuante entre el bien y el mal, algo así, como si al despertar de cada día, todos nosotros tuviésemos “nuestra particular guerra individual” eligiendo constantemente con nuestros actos alguno de esos aspectos que nos engrandecen, o tal vez otros, que nos arrastran a los más bajos instintos de la condición humana.


Cuando en alguna ocasión he tenido la suerte de poder observar alguna de esas naves extraterrestres que surcan los cielos, siempre me fascina la idea de pensar que son tripuladas por seres provenientes de otros planetas y que muy posiblemente estos nos ven a los terrestres como seres primitivos, sumamente agresivos y poco dados a reflexionar sobre aspectos tal vez desconcertantes como la llegada a la Tierra de esas naves que describimos como OVNIs, desafiando todas las leyes de la física conocidas, aunque reales como la vida misma, pese a la persistente tozudez del mundo científico, incrédulo ante esta realidad.

Y qué decir de aquellos que administran las naciones del mundo, cuya única finalidad es llegar al poder, o bien mantenerse en el a cualquier precio; negando paralelamente la realidad extraterrestre, tal vez porque estos mandatarios intuyen que seres extraterrestres mucho más avanzados no ven con buenos ojos el desequilibrio planetario en el que nos encontramos, las desigualdades, el sufrimiento y guerras que asolan cíclicamente la Tierra. Obviamente, el mensaje subliminal que se desprende de esos miles, millones de avistamientos de OVNIs en nuestro planeta nos lleva a la deducción de un mensaje lógico antes del “contacto oficial”: Es necesario que los seres humanos evolucionen pacíficamente, respetando el medio natural, entendiendo la fragilidad de Tierra frente a los daños ecológicos.



Esta pequeña introducción me lleva al incidente ocurrido en la Bahía de Moriches, Nueva York, en el cual fue derribado un OVNI, según relata Preston B. Nichols, en su libro Encuentro en las Pléyades. Sin duda, es uno de tantos episodios donde se refleja la obsesión enfermiza de muchos mandos militares por hacerse con la tecnología extraterrestre…. ¿con que finalidad? ¿más poder? ¿viajar hasta otros planetas para conquistarlos?

Ya finalizada la Segunda Guerra Mundial, el mismísimo genocida Stalin, sediento de poder, dio la orden de derribar naves extraterrestres a cualquier precio, y fue el 19 de junio de 1948 cuando un OVNI cilíndrico sobrevoló la supersecreta Base de Kapustin Yar. Un MIG 15 salió a interceptarlo, lanzando un misil, derribándolo. En su caída el OVNI lanzo un rayo energético hacia el MIG destruyéndolo a su vez. De este modo, la nave extraterrestre y el caza cayeron sobre la Base provocando un gigantesco incendio.

Destacar también otro episodio de naturaleza parecida, ocurrido sobre el cielo de Los Ángeles, en el año 1942, esta vez en plena II Guerra Mundial:


En una escena representada en las películas de Hollywood, en la madrugada del 25 de febrero de 1942, el sueño de dos millones de estadounidenses fue interrumpido por el sonido de las sirenas antiaéreas en los alrededores de Los Ángeles, California. Los residentes se despertaron por la incesante artillería que se convirtió en un espectáculo de luces, que hizo la noche en día. El Ejército de los Estados Unidos encendió los reflectores en busca de la amenaza.

Todo esto se produjo unas semanas después del sorpresivo ataque japonés en Pearl Harbor, el país no estaba preparado para otro ataque parecido. Todo empezó a las 3:08 am y finalizo a las 4:14 am. Un total de casi 2.000 proyectiles fueron disparados hacia el cielo nocturno para abatir a objetos desconocidos e indestructibles, aparentemente.




 Apagaron toda la iluminación de los alrededores, dejando a barrios y calles en plena oscuridad facilitando la visión de los extraños objetos. A lo alto y en silencio, un objeto muy brillante se movía con desaceleración mientras los focos antiaéreos apuntaban al misterioso objetivo.

Katie era una joven decoradora de interiores de gran éxito y una artista que trabajó con muchas de las celebridades más glamorosas de Hollywood. Ella vivía en el lado oeste de Los Ángeles, no muy lejos de Santa Mónica. Cuando empezó la guerra con Japón y con el miedo creciente de un ataque aéreo japonés, o incluso de una invasión de la costa oeste, miles de residentes se ofrecieron voluntarios para servicios en tiempo de guerra en el frente interno. Katie se ofreció como directora de la seguridad aérea, recibió una llamada telefónica del supervisor del distrito. El supervisor le notificó la alerta y seguidamente le preguntó si había visto algún extraño objeto en el cielo, porque estaba muy cerca de su casa. Ella fue a la ventana y miró hacia el cielo.

“¡¡¡Es enorme, es enorme, y está prácticamente encima de mi casa. No he visto nada igual en mi vida!!!” dijo Katie. Años más tarde se reafirmó en lo que vio esa noche, “Estaba en el cielo y apenas se movía. Era de color naranja pálido precioso, la cosa más hermosa que he visto nunca. Lo pude ver perfectamente porque estaba muy cerca. Era grande.”

Con la ciudad a oscuras, los residentes fueron testigos de lo que actualmente se conoce como “Batalla en Los Ángeles “ 



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Del libro Encuentro en las Pléyades, de Preston B. Nichols & Peter Moon

  
TORPEDERO DE OVNI

El siguiente encuentro tuvo lugar en 1989, poco antes de que me despidieran de mi empleo en la BJM Company. La BJM había sido contratada por el gobierno para que construyera un transmisor UHF especial, pero lo había hecho bastante mal. Lo habían construido con tecnología punta, muy moderna, pero que simplemente no funcionaba. Como yo tenía cierta fama de entender de tecnología para proyectos «raros», decidieron pasarme a mí el encargo.

Después de recibir la petición, inmediatamente cogí el teléfono y hablé con el cliente, que me dijo que necesitaba un transmisor modulado por ondas que transmitiera a una frecuencia específica. La información sobre la frecuencia exacta sigue siendo materia reservada. Le dije que lo que necesitaba era un transmisor de válvula, no una configuración de estado sólido. Después de la conversación, me dirigí al almacén de la BJM y cogí un viejo transmisor de aeropuerto que emitiría unos 500 vatios de FR (frecuencia de radio) en la banda de UHF Le saqué el polvo, lo arreglé y conseguí que funcionara según las especificaciones del cliente. Tenía la frecuencia modulada y alcanzaba la banda superior de la UHF. Después de terminarlo, cogimos una pequeña antena helicoidal y lo montamos sobre un trípode.


Bahía de Moriches, Nueva York, USA
Al cabo de poco tiempo me dijeron que cogiera el transmisor y lo llevara a Fort Meade. Firme la hoja de salida, lo coloque en la parte trasera de mi Dodge Caravan y emprendí el viaje de cinco horas hasta Maryland. Al llegar a Fort Meade, me sorprendió la escasa vigilancia que había.



Después de identificarme, simplemente dijeron que ya sabían quién era y que podía pasar al Hangar 6A, llegaron dos empleados del gobierno. Me dijeron que instalara el equipo y que esperara.
Uno de ellos llevaba un transmisor portátil. Se puso en comunicación con alguien y empezó ahablarle al aparato.
-Estamos listos -dijo.
Adivinen qué es lo que vi entonces.
Un pequeño platillo volante se acercó hasta que estuvo situado justo delante de nosotros. En cuanto llegó allí, empezó a dar vueltas. Después de que me lo pidieran, conecté el transmisor que había traído conmigo y el platillo de repente empezó a desestabilizarse. Empezó a tambalearse y a emitir extraños ruidos.
Uno de los hombres dijo entonces: «Apáguelo. Funciona.»
Entonces me dijeron que volviera a llevar el transmisor a la planta de la BJM y que lo dejara allí.
Volví y se lo comenté a mi jefe. Me dijo que de momento lo podía dejar en la parte de atrás de mi banco de trabajo.



Aproximadamente unos dos meses después de mi viaje a Maryland, me seguían llegando informaciones de que el grupo receptor de satélites de la BJM estaba trabajando en algún nuevo equipo. Según los informes que iba recibiendo, estaban localizando OVNI vía satélite. Lo que en realidad estaban haciendo era captar señales de satélites que habían sido encargados de seguir a los aparatos según su señal electromagnética. Este trabajo se originó en una época en que la administración Reagan había aportado un gran presupuesto para la Iniciativa de Defensa Estratégica, más popularmente conocida como «Guerra de las Galaxias».

En esa época concreta, que yo recuerdo fue el 25 de septiembre de 1989, me ordenaron que me llevara de nuevo el transmisor y que lo dejara en mi casa. Por si algo salía mal, me informaron deque el equipo estaba cubierto por la póliza de seguros de la compañía. A las nueve de esa misma noche, recibí una llamada diciéndome que llevara el transmisor al extremo sur de la autopista William Floyd, a las diez. Habría alguien esperándome al final de la autopista que me daría más instrucciones. Sobre las nueve y media aparecieron en mí casa dos auxiliares de la compañía y me dijeron que tenían que acompañarme a la autopista. Nos subimos todos a mi furgoneta y salimos.

Al llegar a nuestro destino, vimos una barrera policial. Me acerqué y les dije que transportaba equipo de la BJM y que me habían dicho que tenía que llevarlo a ese lugar. Los policías me dijeron que me estaban esperando. Me pidieron que me dirigiera hacia la izquierda y que preguntara a los tipos que había en el extremo del aparcamiento.Así lo hice y vi que algunos de ellos llevaban trajes de faena del ejército. Otros iban de paisano o llevaban traje. Entonces me presentaron a un hombre que me pidió que colocara el aparato en la parte trasera de un jeep. Mis compañeros y yo lo pusimos en el vehículo y nos condujeron hasta las dunas de arena de Smith Point, situadas dentro del recinto del parque Smith Point.



Cuando el jeep se detuvo, nos mostraron una mesa que ya habían preparado para nosotros. A la izquierda de la mesa, en dirección al agua, había una furgoneta grande con una antena de radar giratorio encima. A la derecha de la mesa había una gran parabólica con alguna cosa grande dentro, parecida a un refrigerador. Normalmente es allí donde iría colocada la estructura de la antena. En dirección al agua y justo delante de nosotros había un generador de 400 hertzios que estaba conectado y emitía zumbidos.

Cuando puse el transmisor sobre la mesa, uno de los hombres que nos estaba esperando indicó la modulación, la potencia y los cables de FR (frecuencia de radio). Nos dijo que lo ensambláramos y así lo hicimos. Después de ello, nos pidió que comprobáramos que todo funcionaba. Verifiqué todo el sistema y todo estaba en orden. Entonces cogió su transmisor portátil y llamó a alguien.
A continuación alguien asomó por la parte trasera de la furgoneta y exclamó: «Conectadlo. Estamos listos para la prueba.»

Cuando conecté el transmisor, el centro de la gran parabólica emitió un tipo de fulgor azulado.
Salía del objeto que parecía un refrigerador. Todos pudimos ver un cierto destello azul que salía dela parabólica y enfocaba hacia el cielo. Entonces el hombre que había dicho lo de la prueba gritó que todo estaba correcto. Nos pidieron que nos quedáramos allí y esperáramos.

Creo que esta prueba ocurrió aproximadamente a las 10,30 de la noche. Entonces, sobre las 11 olas 11,15, oímos un ruido de helicópteros en la distancia. Se dirigían hacia la bahía de Moriches desde el norte. De repente, los helicópteros empezaron a girar en círculos en un punto determinado del cielo. Se podían ver un par de potentes luces dentro de la zona que los helicópteros estaban rodeando. Las luces, junto con los helicópteros, se desplazaron hacia el sur sobre la bahía de Moriches. Cuando llegaron exactamente al lugar donde estábamos nosotros, el equipo que había ami lado encendió unos focos muy potentes y vimos un OVNI enorme en forma de cuña. Era triangular y parecía medir como mínimo 90 m de ancho. Siguió moviéndose en dirección sur hasta que alcanzó la costa. Entonces dio un giro de 180 grados y volvió hacia el norte. Para cuando llegó a estar sobre el agua de la bahía, la maquinaria que me rodeaba empezó a zumbar y a emitir sonidos.



Lo siguiente que vi fue que el OVNI se tambaleaba. Emitió unos extraños ruidos, como quejidos, y después cayó. Hubo una gran salpicadura y se oyó un golpe sordo. Inmediatamente después de que el OVNI cayera, el hombre de la furgoneta gritó diciendo que la operación había terminado. Un hombre que había a mi lado me ordenó que desconectara el transmisor y lo metiera en el jeep. Querían que abandonáramos la zona lo antes posible y nos dijeron que no nos entretuviéramos.

Mis compañeros y yo recogimos el equipo y pronto estuvimos de camino a casa. Durante el viaje de regreso nos siguieron ciertos agentes. Uno de ellos permaneció sentado en el coche frente a mi casa toda la noche. Cuando mis dos compañeros se fueron de mi casa, otros dos oficiales les siguieron a ellos. Más tarde, esa misma noche, intenté llamarles por teléfono pero la línea no funcionaba. Me fui a la casa de un vecino para intentarlo. Aunque el teléfono de mi vecino funcionaba perfectamente, no pude establecer comunicación alguna con mis compañeros.

Estaba claro que alguien estaba manipulando su línea telefónica.Al día siguiente me fui a trabajar y de nuevo me siguieron. Inmediatamente fui sometido a un interrogatorio y me dijeron que me olvidara de todo lo que había visto con respecto al incidente OVNI. Para entonces yo ya había aprendido a contrarrestar sus procedimientos de interrogación. Es por ello que todavía recuerdo el incidente. Los otros dos empleados de la compañía no recuerdan nada en absoluto.

Todo este incidente goza ahora de cierta fama dentro de la comunidad ufológica y de Long Island.Se lo conoce como «el abatimiento OVNI de la bahía de Moriches».Lo que ocurrió después en la BJM fue que yo empecé a violar el sistema de seguridad «No me olvides» de la compañía. Así es como lo llamaban. Eso provocó que me despidieran. Algunas personas piensan que mi despido fue contraproducente para la BJM porque me brindó  para investigar el tema OVNI además del de Montauk, pero éste no es necesariamente el caso. Si hubiera seguido trabajando en la BJM con una memoria totalmente consciente,posiblemente habría descubierto informaciones todavía más delicadas.

La caída provocada de la que había sido testigo en la bahía de Moriches era algo innegable.Había presenciado algo muy real. Yo sabía que el gobierno estaba interesado en derribar algo, así que obviamente no se trataba de ningún aparato propio. Ello significa que, fuera lo que fuera lo que había en el cielo, se trataba de algún tipo de tecnología alienígena que no era de este mundo. El gobierno debió de considerarlo una amenaza. También esta conducta encaja con lo que muchas personas de la comunidad ufológica y de defensa han venido diciendo durante años: que la Iniciativa de Defensa Estratégica no se creó para protegernos de los rusos, sino de la tecnología alienígena procedente del espacio exterior. El presidente Reagan llegó a mencionar esta amenaza en una asamblea de las Naciones Unidas. Está todo más que claro.



Decidí indagar un poco más en este fenómeno y me reuní con muchos amigos, entre ellos George Dickson, que ha estudiado extensamente la antropología y que ha llegado al fenómeno OVNI desde esa disciplina. También consulté a John Ford, fundador y presidente de la Red Ufológica de Long Island. Estos investigadores, junto con muchos otros y yo mismo, intentamos esclarecer qué fue en realidad el abatimiento de la bahía de Moriches. Desde entonces me he convertido en el asesor científico de la Red Ufológica de Long Island y he estudiado estos temas en profundidad. Han existido muchos más derribos y avistamientos en Long Island, pero no tengo información concreta sobre ellos. Son otros investigadores los que se encargan del tema.
Mi propia búsqueda se ha centrado en la tecnología de los OVNI, es decir, qué son y cómo funcionan. Ello incluye también el tema de cómo se crean las realidades alternativas y cómo son«accionadas» tales realidades. Lo explicaré en la siguiente parte del libro.



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