Lo siguiente que vi fue que el OVNI se
tambaleaba. Emitió unos extraños ruidos, como quejidos, y después cayó. Hubo
una gran salpicadura y se oyó un golpe sordo. (Moriches Bay, Nueva York, USA)
Nuestra Galaxia, La Vía Láctea, es un
hervidero de vida, un espacio en el cual conviven millones de mundos cuyos
habitantes se esfuerzan por evolucionar hacia estadios superiores de conciencia,
dado que la esencia de la propia vida se guía por un grado mayor de comprensión
respecto de aquello que entendemos como Creación.
Son civilizaciones extraterrestres que dominan los viajes espaciales; muchas de las cuales visitan la Tierra desde tiempos inmemoriales; seres quienes nos observan con curiosidad y posiblemente con preocupación, dada la belicosidad manifiesta de los seres humanos: Las ultimas guerras en la Tierra han sido de ámbito mundial, sumamente crueles. Además, paralelamente, se ha desarrollado armamento nuclear capaz de provocar la autodestrucción de la raza humana, un peligro latente que nunca debemos olvidar.
Como han dicho los mismos extraterrestres a ciertos
contactados, en el ser humano convive en dualidad fluctuante entre el bien y el
mal, algo así, como si al despertar de cada día, todos nosotros tuviésemos “nuestra particular guerra individual”
eligiendo constantemente con nuestros actos alguno de esos aspectos que nos
engrandecen, o tal vez otros, que nos arrastran a los más bajos instintos de la
condición humana.
Cuando en alguna ocasión he tenido la suerte de poder observar alguna de esas naves extraterrestres que surcan los cielos, siempre me fascina la idea de pensar que son tripuladas por seres provenientes de otros planetas y que muy posiblemente estos nos ven a los terrestres como seres primitivos, sumamente agresivos y poco dados a reflexionar sobre aspectos tal vez desconcertantes como la llegada a la Tierra de esas naves que describimos como OVNIs, desafiando todas las leyes de la física conocidas, aunque reales como la vida misma, pese a la persistente tozudez del mundo científico, incrédulo ante esta realidad.
Y qué decir de aquellos que administran las
naciones del mundo, cuya única finalidad es llegar al poder, o bien mantenerse
en el a cualquier precio; negando paralelamente la realidad extraterrestre, tal
vez porque estos mandatarios intuyen que seres extraterrestres mucho más avanzados
no ven con buenos ojos el desequilibrio planetario en el que nos encontramos,
las desigualdades, el sufrimiento y guerras que asolan cíclicamente la Tierra.
Obviamente, el mensaje subliminal que se desprende de esos miles, millones de
avistamientos de OVNIs en nuestro planeta nos lleva a la deducción de un mensaje
lógico antes del “contacto oficial”: Es
necesario que los seres humanos evolucionen pacíficamente, respetando el medio
natural, entendiendo la fragilidad de Tierra frente a los daños ecológicos.
Esta pequeña introducción me lleva al incidente
ocurrido en la Bahía de Moriches, Nueva York, en el cual fue derribado
un OVNI,
según relata Preston B. Nichols, en su libro Encuentro en las Pléyades.
Sin duda, es uno de tantos episodios donde se refleja la obsesión enfermiza de
muchos mandos militares por hacerse con la tecnología extraterrestre…. ¿con que
finalidad? ¿más poder? ¿viajar hasta otros planetas para conquistarlos?
Ya finalizada la Segunda Guerra Mundial,
el mismísimo genocida Stalin, sediento de poder, dio la orden de derribar naves
extraterrestres a cualquier precio, y fue el 19 de junio de 1948 cuando un OVNI cilíndrico
sobrevoló la supersecreta Base de Kapustin Yar. Un MIG 15
salió a interceptarlo, lanzando un misil, derribándolo. En su caída el OVNI
lanzo un rayo energético hacia el MIG destruyéndolo a su vez. De este
modo, la nave extraterrestre y el caza cayeron sobre la Base provocando un
gigantesco incendio.
Destacar también otro episodio de naturaleza
parecida, ocurrido sobre el cielo de Los Ángeles, en el año 1942, esta
vez en plena II Guerra Mundial:
En una escena representada en las películas de Hollywood,
en la madrugada del 25 de febrero de 1942, el sueño de dos millones de
estadounidenses fue interrumpido por el sonido de las sirenas antiaéreas en los
alrededores de Los Ángeles, California. Los residentes se despertaron por la
incesante artillería que se convirtió en un espectáculo de luces, que hizo la
noche en día. El Ejército de los Estados Unidos encendió los reflectores en
busca de la amenaza.
Todo esto se produjo unas semanas después del
sorpresivo ataque japonés en Pearl Harbor, el país no estaba
preparado para otro ataque parecido. Todo empezó a las 3:08 am y finalizo a las
4:14 am. Un total de casi 2.000 proyectiles fueron disparados hacia el cielo
nocturno para abatir a objetos desconocidos e indestructibles, aparentemente.
Katie era una joven decoradora de
interiores de gran éxito y una artista que trabajó con muchas de las
celebridades más glamorosas de Hollywood. Ella vivía en el lado
oeste de Los Ángeles, no muy lejos de Santa Mónica. Cuando
empezó la guerra con Japón y con el miedo creciente de un ataque aéreo japonés,
o incluso de una invasión de la costa oeste, miles de residentes se ofrecieron
voluntarios para servicios en tiempo de guerra en el frente interno. Katie
se ofreció como directora de la seguridad aérea, recibió una llamada telefónica
del supervisor del distrito. El supervisor le notificó la alerta y seguidamente
le preguntó si había visto algún extraño objeto en el cielo, porque estaba muy
cerca de su casa. Ella fue a la ventana y miró hacia el cielo.
“¡¡¡Es enorme, es enorme, y está
prácticamente encima de mi casa. No he visto nada igual en mi vida!!!”
dijo Katie.
Años más tarde se reafirmó en lo que vio esa noche, “Estaba en el cielo y apenas se
movía. Era de color naranja pálido precioso, la cosa más hermosa que he visto
nunca. Lo pude ver perfectamente porque estaba muy cerca. Era grande.”
Con la ciudad a oscuras, los residentes fueron
testigos de lo que actualmente se conoce como “Batalla en Los Ángeles “
………………………………………………………………..
Del libro Encuentro en las Pléyades,
de Preston B. Nichols & Peter Moon
TORPEDERO DE OVNI
El siguiente encuentro tuvo lugar en 1989, poco
antes de que me despidieran de mi empleo en la BJM Company. La BJM
había sido contratada por el gobierno para que construyera un transmisor UHF
especial, pero lo había hecho bastante mal. Lo habían construido con tecnología
punta, muy moderna, pero que simplemente no funcionaba. Como yo tenía cierta
fama de entender de tecnología para proyectos «raros», decidieron pasarme a mí
el encargo.
Después de recibir la petición, inmediatamente cogí
el teléfono y hablé con el cliente, que me dijo que necesitaba un transmisor
modulado por ondas que transmitiera a una frecuencia específica. La información
sobre la frecuencia exacta sigue siendo materia reservada. Le dije que lo que necesitaba
era un transmisor de válvula, no una configuración de estado sólido. Después de
la conversación, me dirigí al almacén de la BJM y cogí un viejo
transmisor de aeropuerto que emitiría unos 500 vatios de FR
(frecuencia de radio) en la banda de UHF Le saqué el polvo, lo
arreglé y conseguí que funcionara según las especificaciones del cliente. Tenía
la frecuencia modulada y alcanzaba la banda superior de la UHF. Después de
terminarlo, cogimos una pequeña antena helicoidal y lo montamos sobre un
trípode.
Bahía de Moriches, Nueva York, USA |
Al cabo de poco tiempo me dijeron que cogiera el
transmisor y lo llevara a Fort Meade. Firme la hoja de salida, lo
coloque en la parte trasera de mi Dodge Caravan y emprendí el
viaje de cinco horas hasta Maryland. Al llegar a Fort Meade,
me sorprendió la escasa vigilancia que había.
Después de identificarme, simplemente dijeron que ya sabían quién era y que podía pasar al Hangar 6A, llegaron dos empleados del gobierno. Me dijeron que instalara el equipo y que esperara.
Después de identificarme, simplemente dijeron que ya sabían quién era y que podía pasar al Hangar 6A, llegaron dos empleados del gobierno. Me dijeron que instalara el equipo y que esperara.
Uno de ellos llevaba un transmisor portátil. Se
puso en comunicación con alguien y empezó ahablarle al aparato.
-Estamos listos -dijo.
Adivinen qué es lo que vi entonces.
Un pequeño platillo volante se acercó hasta que
estuvo situado justo delante de nosotros. En cuanto llegó allí, empezó a dar
vueltas. Después de que me lo pidieran, conecté el transmisor que había traído
conmigo y el platillo de repente empezó a desestabilizarse. Empezó a
tambalearse y a emitir extraños ruidos.
Uno de los hombres dijo entonces: «Apáguelo.
Funciona.»
Entonces me dijeron que volviera a llevar el
transmisor a la planta de la BJM y que lo dejara allí.
Volví y se lo comenté a mi jefe. Me dijo que de
momento lo podía dejar en la parte de atrás de mi banco de trabajo.
Aproximadamente unos dos meses después de mi viaje
a Maryland, me seguían llegando informaciones de que el grupo
receptor de satélites de la BJM estaba trabajando en algún
nuevo equipo. Según los informes que iba recibiendo, estaban localizando
OVNI vía satélite. Lo que en realidad estaban haciendo era captar
señales de satélites que habían sido encargados de seguir a los aparatos según
su señal electromagnética. Este trabajo se originó en una época en que la administración
Reagan había aportado un gran presupuesto para la Iniciativa de
Defensa Estratégica, más popularmente conocida como «Guerra de
las Galaxias».
En esa época concreta, que yo recuerdo fue el 25
de septiembre de 1989, me ordenaron que me llevara de nuevo el
transmisor y que lo dejara en mi casa. Por si algo salía mal, me informaron
deque el equipo estaba cubierto por la póliza de seguros de la compañía. A las
nueve de esa misma noche, recibí una llamada diciéndome que llevara el
transmisor al extremo sur de la autopista William Floyd, a las
diez. Habría alguien esperándome al final de la autopista que me daría
más instrucciones. Sobre las nueve y media aparecieron en mí casa dos auxiliares
de la compañía y me dijeron que tenían que acompañarme a la autopista. Nos
subimos todos a mi furgoneta y salimos.
Al llegar a nuestro destino, vimos una barrera
policial. Me acerqué y les dije que transportaba equipo de la BJM
y que me habían dicho que tenía que llevarlo a ese lugar. Los policías me
dijeron que me estaban esperando. Me pidieron que me dirigiera hacia la
izquierda y que preguntara a los tipos que había en el extremo del
aparcamiento.Así lo hice y vi que algunos de ellos llevaban trajes de faena del
ejército. Otros iban de paisano o llevaban traje. Entonces me presentaron a un
hombre que me pidió que colocara el aparato en la parte trasera de un jeep. Mis
compañeros y yo lo pusimos en el vehículo y nos condujeron hasta las dunas
de arena de Smith Point, situadas dentro del recinto del parque
Smith Point.
Cuando el jeep se detuvo, nos mostraron una mesa
que ya habían preparado para nosotros. A la izquierda de la mesa, en dirección
al agua, había una furgoneta grande con una antena de radar giratorio encima. A
la derecha de la mesa había una gran parabólica con alguna cosa grande dentro,
parecida a un refrigerador. Normalmente es allí donde iría colocada la
estructura de la antena. En dirección al agua y justo delante de nosotros había
un generador de 400 hertzios que estaba conectado y emitía zumbidos.
Cuando puse el transmisor sobre la mesa, uno de los
hombres que nos estaba esperando indicó la modulación, la potencia y los cables
de FR (frecuencia de radio). Nos dijo que lo ensambláramos y así
lo hicimos. Después de ello, nos pidió que comprobáramos que todo funcionaba.
Verifiqué todo el sistema y todo estaba en orden. Entonces cogió su transmisor
portátil y llamó a alguien.
A continuación alguien asomó por la parte trasera
de la furgoneta y exclamó: «Conectadlo. Estamos listos para la prueba.»
Cuando conecté el transmisor, el centro de la
gran parabólica emitió un tipo de fulgor azulado.
Salía del objeto que parecía un refrigerador.
Todos pudimos ver un cierto destello azul que salía dela parabólica y enfocaba
hacia el cielo. Entonces el hombre que había dicho lo de la prueba gritó que
todo estaba correcto. Nos pidieron que nos quedáramos allí y esperáramos.
Creo que esta prueba ocurrió aproximadamente a las
10,30 de la noche. Entonces, sobre las 11 olas 11,15, oímos un ruido de
helicópteros en la distancia. Se dirigían hacia la bahía de Moriches desde
el norte. De repente, los helicópteros empezaron a girar en círculos en un punto
determinado del cielo. Se podían ver un par de potentes luces dentro de la zona
que los helicópteros estaban rodeando. Las luces, junto con los helicópteros, se
desplazaron hacia el sur sobre la bahía de Moriches. Cuando
llegaron exactamente al lugar donde estábamos nosotros, el equipo que había ami
lado encendió unos focos muy potentes y vimos un OVNI enorme en
forma de cuña. Era triangular y parecía medir como mínimo 90 m de ancho.
Siguió moviéndose en dirección sur hasta que alcanzó la costa. Entonces dio un
giro de 180 grados y volvió hacia el norte. Para cuando llegó a estar sobre el
agua de la bahía, la maquinaria que me rodeaba empezó a zumbar y a emitir sonidos.
Lo siguiente que vi fue que el OVNI se
tambaleaba. Emitió unos extraños ruidos, como quejidos, y después cayó. Hubo
una gran salpicadura y se oyó un golpe sordo. Inmediatamente después de que el OVNI
cayera, el hombre de la furgoneta gritó diciendo que la operación había
terminado. Un hombre que había a mi lado me ordenó que desconectara
el transmisor y lo metiera en el jeep. Querían que abandonáramos la zona lo
antes posible y nos dijeron que no nos entretuviéramos.
Mis compañeros y yo recogimos el equipo y pronto
estuvimos de camino a casa. Durante el viaje de regreso nos siguieron ciertos
agentes. Uno de ellos permaneció sentado en el coche frente a mi casa toda la
noche. Cuando mis dos compañeros se fueron de mi casa, otros dos oficiales
les siguieron a ellos. Más tarde, esa misma noche, intenté llamarles por
teléfono pero la línea no funcionaba. Me fui a la casa de un vecino para
intentarlo. Aunque el teléfono de mi vecino funcionaba perfectamente, no pude
establecer comunicación alguna con mis compañeros.
Estaba claro que alguien estaba manipulando su línea
telefónica.Al día siguiente me fui a trabajar y de nuevo me siguieron.
Inmediatamente fui sometido a un interrogatorio y me dijeron que me olvidara de
todo lo que había visto con respecto al incidente OVNI. Para
entonces yo ya había aprendido a contrarrestar sus procedimientos de
interrogación. Es por ello que todavía recuerdo el incidente. Los otros dos
empleados de la compañía no recuerdan nada en absoluto.
Todo este incidente goza ahora de cierta fama
dentro de la comunidad ufológica y de Long Island.Se lo conoce como «el
abatimiento OVNI de la bahía de Moriches».Lo que ocurrió después en la BJM
fue que yo empecé a violar el sistema de seguridad «No me olvides»
de la compañía. Así es como lo llamaban. Eso provocó que me despidieran.
Algunas personas piensan que mi despido fue contraproducente para la BJM
porque me brindó para investigar el tema OVNI además
del de Montauk, pero éste no es necesariamente el caso. Si hubiera
seguido trabajando en la BJM con una memoria totalmente
consciente,posiblemente habría descubierto informaciones todavía más delicadas.
La caída provocada de la que había sido testigo en
la bahía de Moriches era algo innegable.Había presenciado algo
muy real. Yo sabía que el gobierno estaba interesado en derribar algo, así que
obviamente no se trataba de ningún aparato propio. Ello significa que, fuera lo
que fuera lo que había en el cielo, se trataba de algún tipo de tecnología
alienígena que no era de este mundo. El gobierno debió de considerarlo una
amenaza. También esta conducta encaja con lo que muchas personas de la comunidad
ufológica y de defensa han venido diciendo durante años: que la Iniciativa
de Defensa Estratégica no se creó para protegernos de los rusos, sino
de la tecnología alienígena procedente del espacio exterior. El presidente Reagan
llegó a mencionar esta amenaza en una asamblea de las Naciones Unidas.
Está todo más que claro.
Decidí indagar un poco más en este fenómeno y me
reuní con muchos amigos, entre ellos George Dickson, que ha
estudiado extensamente la antropología y que ha llegado al fenómeno OVNI
desde esa disciplina. También consulté a John Ford, fundador y
presidente de la Red Ufológica de Long Island. Estos
investigadores, junto con muchos otros y yo mismo, intentamos esclarecer qué
fue en realidad el abatimiento de la bahía de Moriches. Desde
entonces me he convertido en el asesor científico de la Red Ufológica de
Long Island y he estudiado estos temas en profundidad. Han existido
muchos más derribos y avistamientos en Long Island, pero no tengo
información concreta sobre ellos. Son otros investigadores los que se encargan
del tema.
Mi propia búsqueda se ha centrado en la tecnología
de los OVNI, es decir, qué son y cómo funcionan. Ello incluye
también el tema de cómo se crean las realidades alternativas y cómo
son«accionadas» tales realidades. Lo explicaré en la siguiente parte del libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración expresando un punto de vista sobre este tema. Una vez moderado,tu comentario aparecerá en el blog.