El teniente Taylor había dicho por radio: - “No vengan por mi...
parece que son del espacio exterior...”.
Hasta aquí lo que nos dicen los científicos terrestres, pero la realidad es otra, unos hechos que contradicen la “ciencia oficial terrestre” debido a que, desde tiempos remotos, naves extraterrestres viajan de una punta a otra de la Galaxia a velocidades mayores que la luz…pero entonces ¿Qué tecnología utilizan? Hipotéticamente rasgan el espacio-tiempo, lo pliegan, atravesándolo y de esta forma acortan distancias impensables para nosotros: Es decir, llegamos a la conclusión de que se mueven en dimensiones distintas donde el tiempo se detiene. Así, según explicó Semjase al contactado suizo Eduard Billy Meier, los pleyadanos tardan 7 horas en recorrer la distancia de 500 años/luz que separa sus mundos en Las Pleyades hasta la Tierra. Tal como le reveló aquella extraterrestre, para realizar los viajes interestelares, aceleran inicialmente sus naves hasta la velocidad de la luz e inmediatamente después, las reaceleran para saltar al hiper-espacio donde “practica y literalmente”paralizan el tiempo.
Como ejemplo tenemos tambiénla explicación que al
respecto suministro un extraterrestre a Pablo R. el 5 de Julio de 1978. Tras
haber mantenido una reunión de negocios hasta altas horas de la madrugada, Pablo
R. conducía por una serpenteante carretera en la provincia de Alicante,
en dirección a su domicilio. Siendo ya las 2:30 de la madrugada, Pablo
R. vio como una fuerte luminosidad se ocultaba tras una colina; entonces
el coche se le paró, apareciendo una figura humanoide y, estableciéndose una
conversación telepática*…:
-Ustedes no conocen mi planeta, dijo. Está en
una zona de oscuridad que no captan sus telescopios ni sus receptores de
radiaciones de microondas.
-¿Están a
mucha distancia de la Tierra?
-Para su concepto de distancias, sí. Sus más
veloces astronaves tardarían cientos de años en llegar allí.
-¿Viajan
ustedes a velocidades superiores a la luz?
-No se trata de velocidad. Ni tampoco de
distancias. Es un concepto incomprensible para la física que ustedes conocen y
tardarán aún bastante en descubrirlo. Con los conocimientos actuales de la
ciencia no pueden ni siquiera entenderlo. Nosotros vivimos en una concepción
totalmente distinta, para la que no sirven los parámetros de la Tierra en
cuanto al tiempo y espacio.
*(Fuente: Los grandes contactados, de Manuel
Navas Arcos)
Es por ello que la clave respecto a esa “tecnología
increíble” debemos hallarla precisamente en “las dimensiones utilizadas que
posibilitan sus viajes”. Obviamente, su tecnología les permitiría
modificar esas dimensiones, esos lugares espaciales, que a fin de cuentas no
dejan de ser “niveles vibracionales de energía distintos”: Es decir, que a mayor
vibración atómica corresponderían dimensiones superiores. Simplificando
estos conceptos con una analogía, sabemos que las ondas de radio atraviesan las
paredes de un edifico cualquiera, pero no por contra objetos solidos tales como
un vaso; ahora bien, si a ese mismo objeto solido elevásemos su nivel
energético y por consiguiente, su nivel vibratorio, entonces esa misma materia,
en este caso un vaso, terminaría transformándose en meras ondas electromagnéticas
que “ya entonces sí podrían atravesar dicha pared”. Este no deja de ser un
ejemplo simplificado, pero útil para atisbar el concepto dimensional, dejando a
un lado los efectos inherentes a esas transformaciones.
Es un hecho innegable que al someter la materia a
fuertes campos electromagnéticos, se produce una modificación del
espacio-tiempo. Un ejemplo de ello podríamos buscarlo en el Experimento
Filadelfia realizado por la Armada de los EE.UU. el 28 de octubre de 1943 con el fin de lograr
la invisibilidad del destructor USS Eldridge. Para ello se sometió a
dicho navío de guerra bajo fuertes campos electromagnéticos. Según testigos,
durante el experimento el destructor estadounidense “desapareció frente a sus ojos”,
siendo además “teletransportado” al puerto de Norfolk situado a 600 km
de Filadelfia.
Es decir, el Eldridge, “se movió en dimensiones distintas” bajo
la óptica de la física actual al definir un desplazamiento desde el punto A al
B. Y, aunque este experimento tuvo efectos negativos sobre los marineros, ya
que parte de la tripulación “desapareció definitivamente” y otros se “fundieron literalmente con el
casco de acero”, se corrobora, sin ninguna duda, “la posibilidad de inducir
artificialmente un cambio dimensional”.
Esta breve introducción viene al caso en relación
con el vuelo AVIACO 502. Incidente protagonizado el 31 de enero de 1978 por
un Caravelle
10-R, avión de pasajeros en pleno vuelo desde Bilbao a Santander
(España). Según narró en su momento el comandante Carlos Garcia Bermudez, habiendo
recorrido 22 millas* (40,7 km.) el avión
entró en una “nube brillante” y fue justo entonces cuando sucedieron aquellos
inexplicables fenómenos anómalos: los instrumentos de vuelo se volvieron locos
y lo que es más destacable, “el tiempo se detuvo 7 minutos” para
todos aquellos que se hallaban dentro del avión, aunque curiosamente, una vez
que salieron de aquella “misteriosa nube brillante”; desde
el aeropuerto de Santander les comunicaron por radio que “el vuelo se había demorado 15
minutos más del tiempo medio que se tarda en condiciones normales” ( la
velocidad de crucero del Caravelle 10-R era de 725 km/h, es
decir, que se tardaba en recorrer los 75 km que separan los aeropuertos Bilbao
a Santander
aproximadamente 9,6 minutos, y si sumamos a ello las maniobras de aproximación
y aterrizaje, el tiempo que se tardaba era de entre 12 y 15 minutos tal como explicó
dicho comandante en una entrevista publicada en la revista Mundo Desconocido.)
*1 milla aérea = 1,85 km
Se puede citar también otro ejemplo de “nube brillante”; acontecimientos ocurridos durante la I Guerra Mundial, allá por el año 1915. En esta ocasión debemos trasladarnos a la península de Galípoli (Turquía) situada en el Estrecho de los Dardanelos. Sucedió cuando el 5º Regimiento de Norfolk británico intentaba conquistar la cota 60, una pequeña elevación de terreno al sur de la bahía de Suvla y tal como se narra en el libro Desapariciones misteriosas, de Patrice Gaston, ocurrió lo siguiente:
“Del total del regimiento compuesto por unos 1.000
soldados, solamente 250 hombres lograron aproximarse hasta la cota. Insensibles
al estallido de los obuses que destrozaban a sus camaradas, «fueron rodeados
intempestivamente por una especie de niebla, la cual reflejaba de tal modo los
rayos del sol, que los observadores de Artillería quedaron deslumbrados por su
resplandor y no fueron capaces de proseguir su bombardeo artillero de apoyo.
Nunca volvió a vérseles, nunca se volvió a oír hablar de aquellos 250 hombres»”
Es decir, en aquella ocasión, el 5º
Regimiento de Norfolk “desapareció en el interior de una nube
brillante”, hecho que evidentemente nos lleva a pensar que fue una nave
extraterrestre la causante de este hecho. ¿Pero… por qué eligieron a ese
grupo de soldados para, literalmente, hacerlos desaparecer? Nadie lo sabe, pero
la verdad incontestable es que nunca más se supo de aquellos soldados, ni tampoco
cual era la finalidad de aquel acto. Posiblemente fuesen llevados a otro
planeta dentro de algún programa desconocido para la humanidad, pero ello no
deja de ser una pura hipótesis.
Destacar también que en ese mismo libro de Patrice
Gaston, un testigo narra como un OVNI “atrapa a un reactor hacia su de su
interior”.En esta ocasión, el caso nos sirve para visualizar una
posibilidad inequívoca: Los
extraterrestres poseen la tecnología avanzadísima capaz de “capturar en pleno vuelo” cualquier tipo de avión terrestre, algo
que explicaría diferentes casos de desapariciones de aviones. Aquellos
fueron unos acontecimientos ocurridos en el año 1955 y recogidos con
anterioridad en la revista Flying Saucer Review:
“OVNI
con forma de campana absorbe” a un reactor
Hacia las 17 h. 30 minutos del día 9 de marzo de
1955, estaba observando un reactor que
volaba hacia mi cuando, de repente, sin esfuerzo alguno, un extraño ingenio
aéreo se colocó detrás de él y lo hizo desaparecer instantáneamente ante mis
ojos. El ingenio tenía una abertura a la vista, cerca del avión. Después de «tragárselo», se detuvo y cerró su «puerta». Luego, subió y descendió durante cerca de treinta
segundos, para desaparecer, al fin. Al hacer la maniobra de ascenso y descenso
pude ver cómo salía vapor o humo de lo que parecían ser puertas o ventanas
redondas, colocadas en el punto más alto del ingenio aéreo, el cual tenía la
forma de una campana corriente, y era lo bastante grande para llevar dentro
muchos aviones del mismo tipo del que había capturado.
Todo esto ocurrió, por decirlo así, cerca de donde
yo estaba, de tal manera que pude ver perfectamente tanto el avión como el
ingenio. El avión era un cazabombardero ligero, que la Radio de San Luis dio por
«desaparecido».
Nunca se le encontró. Algún tiempo después, un ingenio idéntico persiguió a
tres reactores. Estos extraños ingenios son, sin duda alguna, los objetos más
rápidos que he visto en mi vida. Cronometré la velocidad de los aviones en el
momento en que el ingenio los perseguía. Este recorría en sólo unos segundos la
misma distancia que los jets en tres minutos.
………….………………………………………………….
Estos hechos sobre fenómenos extraños,
desapariciones de seres humanos sin resolver, anomalías aéreas sin clasificar,
conforman un sumatorio que desconcierta a los investigadores, seguramente
debido a que esas inteligencias extraterrestres dominan el medio aéreo y los
océanos, con una tecnología miles, o tal vez millones de años superior a la
terrestre. He incluido también en esta entrada, el caso documentado más
relevante ocurrido en el Triángulo de las Bermudas (Área
geográfica imaginaria con forma de triángulo, cuyos tres vértices serían las
Islas Bermudas, Puerto Rico y Miami (Florida) con una longitud de unos
1.600 a 1.800 km de lado y una superficie de 1,1 millones de km2)
Fue el 5 de noviembre de 1945 cuando 5 cazas Avenger y un avión de rescate Martin
Mariner, que habían despegado desde la Base de Fort Lauderdale,
desaparecieron sin dejar rastro alguno pese al amplio dispositivo de rescate
desplegado durante días, pero que ni tan siquiera llegaron a encontrar una
mancha de aceite en el océano. Añadir que, justo antes de perder contacto por
radio, desde los aviones se referían a singularidades electromagnéticas dentro
de una confusión inexplicable; perturbaciones tal vez parecidas al vuelo de AVIACO
502, aunque afortunadamente en este caso, el resultado final para el
avión de pasajeros español fuese feliz para tripulantes y pasajeros.
........................………………………………
Del libro Fuera de Control, de Andreas
Faber Kaiser
LA
NUBE QUE PARO EL TIEMPO
Un extraño suceso vivió a principios de 1978 el vuelo español AVIACO 502,
que entró en una nube que paralizó su tiempo y su espacio. Así lo explicó, para
la publicación especializada Mundo Desconocido, el comandante
piloto de aquel vuelo singular:
«MUNDO DESCONOCIDO.- ¿Nos puedes narrar tu extraña
experiencia al entrar en aquella nube singular cerca de Bilbao?
»CARLOS GARCÍA BERMÚDEZ.-Ha pasado ya un año y dos
meses, y a pesar de que tal vez se me escape algún detalle de lo básico, lo más
importante, sí me acuerdo, porque de eso no me podré olvidar en mi vida. Fue un
vuelo desde Valencia a Bilbao. Un vuelo que
transcurrió en condiciones totalmente normales, y, al llegar a Bilbao,
la meteorología, que nos habían dado a priori, se convirtió en una meteorología
totalmente negativa, con la que no podíamos tomar tierra porque la visibilidad
era muy reducida, estaba por debajo de nuestros mínimos meteorológicos, y
tuvimos que dirigirnos al aeropuerto alternativo que en este caso, por
prescripción de la dirección de operaciones, era el de Santander.
Para dejar el pasaje en Santander y por superficie trasladarlo a Bilbao.
El caso es que llegamos a Bilbao y entonces nos dijeron que la
meteorología era de 1.200 M metros o 1.500 metros de visibilidad. Lo que es una
meteorología muy por debajo de los mínimos nuestros para tomar tierra en un aeropuerto
como es Sondica, que no tiene ayudas de radio-navegación para el
aterrizaje instrumental, y entonces sin iniciar ninguna aproximación sino
directamente nos fuimos ya a Santander. El vuelo de Bilbao a Santander
normalmente suele tardar entre 12 y 15 minutos. Son 40 millas. Contabilizando
la maniobra de aproximación en Santander son 15 minutos de vuelo. Más no hay.
El caso es que el vuelo nuestro fueron 32 minutos. Yo creo que fueron 32.
Algunos dicen que 35. Pero yo exactamente creo que fueron 32.
»M.D.-En el momento de entrar en esa supuesta nube,
¿a qué altura estabais?
»C.G.B.-A 12.000 pies. A nivel 120. Exactamente. Me
acuerdo Porque nuestro nivel de vuelo eran 24.000 o 26.000 pies, que es una altitud
bastante elevada para ir a Santander, por supuesto. Entonces ya
pedimos descenso en la vertical de Bilbao, para dirigirnos
descendiendo a Santander. Entonces nos quedamos a nivel 120. Incluso antes de
llegar a Bilbao ya teníamos un nivel más bajo de 126.000 pies, ya
pensando en que tendríamos que ir a Santander y que teníamos que
ir descendiendo. Entonces el nivel era 120, que equivale a 12.000 pies sobre el
nivel del mar.
»M.D.-Yen ese momento, cuatro aparatos RMI, 2 MHR4B,
2 HZ4, parece ser que se vuelven locos. Pero primero ¿no; aclaras qué son
concretamente?
»C.G.B.-RMI quiere decir Radio Magnetic
Indicator, que son 6 (no 4), porque dos de ellos equivalen a los 2
MHR4B y por eso tenías anotados 4 solamente. Son brújulas electrónicas, 3 que
lleva el primer piloto y otras 3 que lleva el segundo piloto, independientes de
energía eléctrica. Es decir, que puede fallar la energía eléctrica sobre una
unidad de cualquiera de los dos sin que afecte a las indicaciones del otro.
Puede fallar una, pero las otras funcionan correctamente. Esto son las brújulas
electrónicas, las RMl. Los MHR4B son otras dos brújulas electrónicas, pero
integradas dentro de unas indicaciones radiales VOR. El VOR es una estación
omnidireccional que manda radiales en los 360 grados y sirve para navegar. Los
2 HZ4 son los horizontes artificiales, en los que también va integrado un
sistema de director de vuelo o flightdirector, que es el que te sirve
para tomar tierra.
»M.D.-Aparte de estos instrumentos integrales,
parece ser que el radar se apagó.
»C.G.B.-Sí, el radar se apagó completamente.
El radar meteorológico estaba funcionando correctamente, haciendo el barrido
correctamente, y de repente, dejó de funcionar. También se cortaron las dos
estaciones de VHF (emisor-receptor). Son emisoras transceptoras, es decir, que
reciben y transmiten simultáneamente. Son dos equipos, uno que tiene el primer
piloto y otro que tiene el segundo piloto, también independientes en cuanto a
su energía eléctrica una de otra, para que en caso de que falle una barra
eléctrica no afecte a las dos a la vez, sino que cada una tenga su barra
independiente. .
»M.D.-Entonces las dos VHF se cortaron y no había posibilidad
de ponerse en contacto con ningún centro de control; ni recibir, y
concretamente los instrumentos integrales, ¿qué pasaba?, ¿que estaban como
locos?
»C.G.B.-Bueno, perdona, y también el DME,
que es un sistema de guía a distancia...
»M.D.-Un cuentamillas.
»C.G.B.-Bueno, todos estos instrumentos que hemos enumerado fallaron cuando llegamos a 22 o 24 millas de Bilbao. Creo que eran 22 millas. El emisor de distancia está en Bilbao, porque Santander carece de él. Entonces nosotros navegábamos hacia Santander con rumbo 2900, creo que era o 2700. (con rumbo al oeste), e íbamos alejándonos de Bilbao, es decir que íbamos contando las millas progresivamente partiendo e Bilbao; es decir, 15, 16, 17, 18, a medida que avanzábamos hacia Santander. Entonces, al llegar a las 22 millas -creo, no estoy muy seguro ahora si eran 22 o 24-, fue cuando entramos en la nube esta. Que era una nube muy luminosa, cosa que realmente no consideré como un caso extraño, porque tú sabes que hay muchas nubes luminosas en las que inclusive por refracción solar tienes que ponerte las gafas, porque aunque no sea el Sol, pero sí daña un tanto a la vista está luminosidad. Nosotros tenemos que ponernos gafas en bastantes ocasiones en estas nubes. Pero el caso es que dio la coincidencia de que estábamos metidos en esta nube luminosa. Y fue instantáneamente entrando en esta nube cuando empezaron a fallar todos estos instrumentos. Los 6 RMI empezaron a girar a un ritmo bastante acelerado, cada uno en diferentes rumbos, en diferentes direcciones. Uno a la derecha, otro a la izquierda, otro a la derecha, otro a la izquierda, los 6 a la vez. Los dos MHR4B, exactamente igual.Los dos HZ4, que son los horizontes artificiales, que van esclavizados con respecto a la posición del avión siempre los dos, tanto en el eje horizontal como en el eje vertical del avión, pues uno se iba a poner invertido, como si estuviéramos volando en invertido, y el otro estaba como si estuviéramos virando a 90° hacia la derecha, y luego se ponía hacia la izquierda, etc., etc. El radar se quedó parado, sin luminosidad. Los dos VHF se quedaron bloqueados. Nosotros estuvimos llamando constantemente tanto en frecuencia de Bilbao como en frecuencia de Santander, porque estábamos requiriendo el tiempo de Santander. Íbamos hacia Santander y sabíamos que estaba bien, pero sabíamos que estaba bien una hora antes. Posiblemente hubiese cambiado y se hubiese puesto también como Bilbao y entonces tendríamos otro problema bastante más grave, ¿no? El caso es que los VHF no transmitían ni recibíamos nada. Ni la onda portadora. Porque tú muchas veces llamas y no te oyen, pero ves que hay emisión y oyes la portadora. En este caso no había nada. Es como cuando un teléfono se descuelga y lo tienes desconectado, y soplas y no oyes ni el sonido por el auricular..., lo mismo, exactamente igual. Y el DME, lo curioso es que empezó a funcionar, pero al revés. Estaba en 22 y siguió 21, 20, 19, 18...; llegó a 1 milla, 0 millas Y empezó a funcionar hacia atrás, como si estuviéramos yendo hacia Pamplona; o sea, 001, 002, 003, ctc., como si estuviéramos alejándonos del emisor de Bilbao en sentido opuesto al de Santander. Luego se paró el DME. Salió una barra roja que atraviesa La ventana indicadora, y que señaliza que este equipo o está fuera de servicio o está apagado. Pero el equipo estaba encendido, estaba puesto en “On” y salió la barrita roja. Entonces estuvimos volando así, en estas condiciones, durante cerca de 7 minutos, aproximadamente.
»C.G.B.-Bueno, todos estos instrumentos que hemos enumerado fallaron cuando llegamos a 22 o 24 millas de Bilbao. Creo que eran 22 millas. El emisor de distancia está en Bilbao, porque Santander carece de él. Entonces nosotros navegábamos hacia Santander con rumbo 2900, creo que era o 2700. (con rumbo al oeste), e íbamos alejándonos de Bilbao, es decir que íbamos contando las millas progresivamente partiendo e Bilbao; es decir, 15, 16, 17, 18, a medida que avanzábamos hacia Santander. Entonces, al llegar a las 22 millas -creo, no estoy muy seguro ahora si eran 22 o 24-, fue cuando entramos en la nube esta. Que era una nube muy luminosa, cosa que realmente no consideré como un caso extraño, porque tú sabes que hay muchas nubes luminosas en las que inclusive por refracción solar tienes que ponerte las gafas, porque aunque no sea el Sol, pero sí daña un tanto a la vista está luminosidad. Nosotros tenemos que ponernos gafas en bastantes ocasiones en estas nubes. Pero el caso es que dio la coincidencia de que estábamos metidos en esta nube luminosa. Y fue instantáneamente entrando en esta nube cuando empezaron a fallar todos estos instrumentos. Los 6 RMI empezaron a girar a un ritmo bastante acelerado, cada uno en diferentes rumbos, en diferentes direcciones. Uno a la derecha, otro a la izquierda, otro a la derecha, otro a la izquierda, los 6 a la vez. Los dos MHR4B, exactamente igual.Los dos HZ4, que son los horizontes artificiales, que van esclavizados con respecto a la posición del avión siempre los dos, tanto en el eje horizontal como en el eje vertical del avión, pues uno se iba a poner invertido, como si estuviéramos volando en invertido, y el otro estaba como si estuviéramos virando a 90° hacia la derecha, y luego se ponía hacia la izquierda, etc., etc. El radar se quedó parado, sin luminosidad. Los dos VHF se quedaron bloqueados. Nosotros estuvimos llamando constantemente tanto en frecuencia de Bilbao como en frecuencia de Santander, porque estábamos requiriendo el tiempo de Santander. Íbamos hacia Santander y sabíamos que estaba bien, pero sabíamos que estaba bien una hora antes. Posiblemente hubiese cambiado y se hubiese puesto también como Bilbao y entonces tendríamos otro problema bastante más grave, ¿no? El caso es que los VHF no transmitían ni recibíamos nada. Ni la onda portadora. Porque tú muchas veces llamas y no te oyen, pero ves que hay emisión y oyes la portadora. En este caso no había nada. Es como cuando un teléfono se descuelga y lo tienes desconectado, y soplas y no oyes ni el sonido por el auricular..., lo mismo, exactamente igual. Y el DME, lo curioso es que empezó a funcionar, pero al revés. Estaba en 22 y siguió 21, 20, 19, 18...; llegó a 1 milla, 0 millas Y empezó a funcionar hacia atrás, como si estuviéramos yendo hacia Pamplona; o sea, 001, 002, 003, ctc., como si estuviéramos alejándonos del emisor de Bilbao en sentido opuesto al de Santander. Luego se paró el DME. Salió una barra roja que atraviesa La ventana indicadora, y que señaliza que este equipo o está fuera de servicio o está apagado. Pero el equipo estaba encendido, estaba puesto en “On” y salió la barrita roja. Entonces estuvimos volando así, en estas condiciones, durante cerca de 7 minutos, aproximadamente.
»M.D.-Pero el piloto automático...
"C.G.B.-Saltó. Saltó lógicamente, porque en
cuanto los HZ4 fallan, como el piloto automático va esclavizado con respecto a
los horizontes artificiales, tú mandas señalizaciones al piloto automático para
navegar, y entonces los horizontes artificiales obedecen a la señal que tú has
hecho al piloto automático, pero si los horizontes artificiales van mal, tiene
un sistema de seguridad que lo desconecta, porque si un horizonte artificial
falla, entonces el piloto automático pega una sacudida brusca.
»M.D.-A bordo del avión existe un panel llamado «Panel
de pánico». ¿No saltó?
»C.G.B.-Sí, el «Panic Panel». No, no
saltó. En este panel están señalizadas todas las incidencias o emergencias que
pueden ocurrir a bordo de un avión. No dio en ningún momento ninguna
señalización de ningún fallo eléctrico, que es lo que nos preocupaba a nosotros
en esos siete minutos aproximadamente en que estuvimos volando en estas
condiciones. Quiero hacer constar, a todo esto, que el avión podía volar porque
teníamos el horizonte de emergencia con el cual podíamos mantener la posición
del avión. El avión mantenía su posición con respecto al horizonte de
emergencia, que es un horizonte chiquitito que se alimenta de una corriente muy
pequeña, y con este horizonte estuvimos manteniendo la posición del avión.
Entonces (como me preguntabas lo del panel de pánico), en este panel, en el que
están señalizadas todas las emergencias e incidencias de mayor o menor grado,
desde el fallo de un motor hasta simplemente la formación de hielo (que te
avisa que se va a formar hielo en el avión y tomas tus precauciones a priori),
pues no dio aviso de fallo de generación, de fallo de alternadores, de
generadores, de transformadores, amplificadores, de inversores, de nada. Luego
estuvimos comprobando también los voltímetros, amperímetros del avión, que
todos estos instrumentos de generación de corriente, todas estas fuentes
eléctricas de corriente estaban perfectamente. Todas las entradas y salidas de
corriente eran correctas. Pero estaba ocurriendo todo eso a bordo del avión, en
ese momento.
»M.D.-Pero podría ser que el panel de pánico
también estuviese estropeado.
»C.G.B.-Pues sí, podría ocurrir. Pero ten en cuenta
que eso tiene cerca de 60 luces. Las 60 luces son diferentes circuitos
eléctricos, muchos de ellos. De las 60 luces pon que haya independientes a lo
mejor 45. Los 45 circuitos no creo que se estropeen. Podía a lo mejor fallar
uno o dos. De hecho se da el caso de que algunas veces, al hacer antes de
despegar el test de todos estos sistemas para comprobar que están funcionando
perfectamente todas las alarmas, alguna no funcione, a lo mejor que la bombilla
no funcione, o alguna cosa de ésas. Nosotros estuvimos chequeando y estaba todo
correctamente.
»M.D.-Vamos, en principio, a suponer que todos
estos circuitos estaban locos -o se volvieron locos- por un efecto
electromagnético.
»C.G.B.-Esto es totalmente anormal.
»M.D.- ¿Y los relojes de pulsera?
»C.G.B.-Esto ya me lo han preguntado. Pues los
relojes de pulsera iban bien. Los relojes de pulsera y los relojes del avión.
El avión lleva dos relojes. Iban perfectamente. El tiempo de vuelo lo vimos por
los relojes del avión. Si no, no hubiésemos discriminado los 32 o 35 minutos
que te dije antes que habíamos volado desde Bilbao a Santander.
»M.D.- ¿Vosotros fuisteis conscientes de que, en
atravesar toda la porción de nube, tardasteis treinta y tantos minutos?
»C.G.B.-No, 7 minutos. Y fue simultáneamente cuando
salimos de la nube, cuando empezó todo a funcionar correctamente. O
sea, fue salir de la nube esta y ver un cielo totalmente despejado con nubes por
debajo, y empezar todo a funcionar correctamente. Y estábamos a 22 millas de
distancia de Bilbao.
»M.D.-Entonces, ¿cuándo os disteis cuenta de que
habíais tardado treinta y tantos minutos?
»C.G.B.-Cuando tomamos tierra. Y cuando entró la
azafata a preguntar dos o tres veces que qué pasaba que no llegábamos nunca.
Que qué pasaba que los pasajeros estaban inquietos, porque estábamos tardando
mucho en llegar a Santander, que si estaba Santander mal, etc. Y le contestamos
que no, no, que no habíamos llegado todavía a Santander, que
estábamos todavía a 22 millas de Bilbao.
»M.D.- ¿Comprobasteis el combustible gastado del Caravelle?
![]() |
Caravelle 10-R |
»C.G.B.-Sí, sí.
»M.D.- ¿Y correspondía a estos treinta y tantos minutos
de vuelo?
»C.G.B.-Correspondía a estos treinta y tantos
minutos y los anemómetros del avión funcionaban correctamente, dando una
indicación de velocidad correcta.
»D.M.- ¿No cabría la posibilidad, pregunto, de que
con el piloto automático el avión hubiese estado durante treinta y tantos
minutos dando vueltas?
»C.G.B.-No. Imposible. Porque nosotros, aparte de
esas brújulas que, aunque estén inoperativas, nosotros tenemos visualización
del rumbo que llevamos mediante la brújula de agua. Es una brújula bitácora que
tenemos arriba, de esas antiguas, que estos aviones las llevan todavía, a Dios
gracias, que le da el rumbo. No te da un rumbo muy definido, como te dan las
brújulas electrónicas, que te dan de grado en grado, pero sí que tú ves que vas
al Oeste, y vas al Oeste. Lo que sí es verdad es que nosotros, cuando pasó
esto, al final ya, le dije yo a Antonio: “Deberíamos poner rumbo Norte e ir
hacia el Norte, para (si el avión entra en una posición anormal, si nos falla
el instrumento de emergencia, el horizonte artificial de emergencia, como no
vemos, no tenemos horizonte natural, si nos falla el horizonte artificial de
emergencia también, entonces va a ser la cosa muy grave, porque el avión entra
en una posición anormal y tú no te enteras, dentro de una nube), entonces hemos
de ir hacia el Norte para salir de esa nube y en caso de entraren una posición
anormal, como no tenemos abajo orografía del terreno, a ver si podemos ir hacia
el mar, y si el avión cae, poderlo enderezar y poderlo poner en una posición normal
antes de meternos en el agua», que hay más posibilidades de hacerlo en el agua
que no hacerlo en una montaña que tiene lógicamente mayor altitud. Pero ésta
fue al final ya, y serían, pues, 30 segundos o 40 segundos los que estaríamos
volando en ese rumbo Norte. Pero esos 30 segundos no son 7 minutos adicionales
ni 32 minutos de vuelo.
»M.D.-Si en atravesar esta nube tardasteis unos 7
minutos y medio, calculando a la velocidad de crucero que iríais, ¿qué
dimensiones tendría la nube?
»C.G.B.-40
millas aproximadamente.
»M.D.- ¿Había algún color en especial?
»C.G.B.-Era
muy blanca y luminosa.
»M.D.- ¿Alguno de los pasajeros se dio cuenta de
algo, comentó algo?
»C.G.B.-No. Nada más que los pasajeros, pues se
inquietaron. Yo lo noté por las preguntas de la azafata, que vino a preguntarme
en dos ocasiones que estábamos tardando mucho en llegar a Santander,
y qué pasaba. Nada más. Eso fue lo que los pasajeros me figuro notarían.
Porque, claro, lo que estábamos nosotros viendo en la cabina, nada más lo vimos
nosotros, ya que no había nadie más en la cabina, aparte de Antonio
y yo.
»M.D.-Tanto Bilbao, Sondica, como Santander
os perdió el contacto por radar; bueno, Bilbao no tiene radar.
![]() |
Aeropuerto de Sondica, Bilbao. |
»C.G.B.-Bilbao no tiene radar ni Santander
tampoco.
»M.D.- ¿Ni de aproximación?
»C.G.B.-Ni de aproximación.
»M.D.-Es que en las primeras noticias que leí se
decía queos habían perdido el contacto por radar.
»C.G.B.-No, lo que se había perdido es el contacto
VHF, el contacto por radio. Y además, tanto Bilbao como Santander nos
estuvieron llamando, porque cuando salimos de esta nube y empezamos ya a oír
perfectamente todo, advertimos que Santander nos llamaba con mucha inquietud: «Aviaco
502 (creo que el indicativo era 502), Aviaco 502, les hemos estado
llamando en reiteradas ocasiones sin efecto en esta frecuencia, y Bilbao
también les ha estado llamando para pasarles el tiempo como ustedes habían
requerido del aeropuerto de Santander.» O sea, que contacto radar no
había porque no existe radar ni en Santander ni en Bilbao.
Existe el radar de Madrid, que no creo que llegue la cobertura
hasta tanto, hasta Bilbao.
»MD.- ¿Cuántas horas de vuelo en total?
»C.G.B.-Pues en Caravelle llevo diez
años, y en total serán unas 11.500 horas aproximadamente. »MD.-En esas 11.500
horas, ¿alguna vez habías sido testigo de algo similar? ¿De algún fenómeno
parecido?
»C.G.B.-No. ¡Ojalá! Desgraciadamente, no. y además
yo he sido siempre un poco escéptico en estas cosas, pero a partir de aquel
día, pues, no sé..., la pena es que no hubiese tenido un contacto visual en
aquellos momentos. Hubiese sido lo ideal ¿no? Ya hubiese salido de dudas.
Porque esto que me ha pasado es rarísimo. Esto no es normal. No es normal que a las 22 millas me pase
esto, que esté siete minutos volando, y que aparezca a las 22 millas otra vez.
En el mismo sitio. Esto es inexplicable. Totalmente inexplicable. Como en un
principio también lo es que la gente que no conoce el avión este, pues dice: “Bueno,
un fallo aeronáutico.”Esto es imposible. Este fallo es imposible totalmente.
»M.D.- ¿Se elevó un informe me imagino que a la Compañía
y de la Compañía al Ministerio?
»C.G.B.-Bueno, bueno. Yo no dije nada. Yo, cuando
llegué al aeropuerto de Santander, verbalmente se lo dije a los
mecánicos de tierra, que hicieran el favor de comprobarme el avión en cuanto a
su sistema eléctrico, a ver si detectaban algún fallo o a ver si veían algo, en
los instrumentos y tal. La inspección rutinaria que hicieron fue totalmente
positiva, no vieron nada anormal Al cabo del tiempo (yo no dije nada tampoco)
yo lo comenté con algunos compañeros, porque pensé que esto no se lo creería
nadie. Yo lo conté a dos o tres, y algunos, pues sí, le han dado veracidad, y
otros me han dado, no sé, me han dado unas soluciones rarísimas, con las cuales
no estoy de acuerdo, por supuesto, ¿no? Entonces en Bilbao conocí
a Juanjo [Benítez], me lo presentaron. A través de un señor que
había oído esto y vino Juanjo interesado y fue quien lo publicó. Me llamó la Compañía
entonces para que hiciera un informe -el Servicio de Seguridad de la Compañía
(seguridad en vuelo)-para que hiciera el informe. Entonces el informe que hice
fue éste, ni más ni menos. Y ahí está. No sé si lo habrán mandado al Ministerio,
o lo que habrán hecho con él, si lo habrán archivado o no.
»M.D.-Todos estos sucesos habrán quedado
registrados en la caja negra...
»C.G.B.-Sí, sí, por supuesto. La caja negra
registró el tiempo de vuelo, pero no los fallos eléctricos del avión. La caja
negra tuvo que registrar el tiempo de vuelo y el rumbo que llevaba, exactamente
rumbo oeste.
»M.D.-Exactamente. Yo sacaba a colación la caja
negra para preguntar si realmente ha habido alguien que haya pedido la caja
negra para estudiarla. .
»C.G.B.-No, no la han pedido. Y es una pena, porque
la caja negra además, como no hay una indicación de un incidente grave, que
trascienda a la seguridad del pasaje, o a la seguridad de la aeronave, pues no
se chequea. Entonces estas cajas negras se rebobinan nuevamente y se graban por
encima, y todo lo que estaba por debajo queda borrado.»
En Cuba
fue peor
Este incidente del vuelo Aviaco 502
pilotado por Carlos García Bermúdez a principios de 1978 tiene
una notable similitud con otro caso acaecido catorce años antes en Cuba.
Efectivamente en junio de 1964 dos aparatos de entrenamiento soviéticos Yak
acababan de despegar de la base de Baracoa para un vuelo
de prueba y exhibición. Cuba había adquirido recientemente los
primeros de estos aparatos y las evoluciones de los dos pilotos soviéticos eran
seguidas con interés por el personal de la base.
A casi una milla de altura, los dos Yak
penetraron en una nube. Tres minutos después, solamente uno salió de ella. El
contacto con el otro aparato se había perdido, por lo que fueron alertadas
todas las unidades de la zona. Pero el Yak nunca más surgió de la nube:
se lo había tragado.
Una vez de regreso a la base el otro piloto, Igor
Urnitiev, explicó que al penetrar en la nube la visibilidad se redujo a
cero. Se percibía un leve rumor de origen electroestático que envolvía al
aparato. Los cuadrantes de la consola de pilotaje aparentemente habían
enloquecido, el horizonte artificial giraba sobre su eje sin sentido alguno, la
aguja de indicación de combustible cayó bruscamente a casi cero cuando el
tanque había sido llenado antes de despegar, el radiogoniómetro quedó
paralizado. Fueron desmontados todos estos instrumentos, hallándose que estaban
en perfecto estado de funcionamiento. El otro Yak jamás
reapareció.
……………………………………………………………………..
Del libro El Triángulo de las Bermudas,
de Charles Berlitz
El
Triángulo de los aviones desaparecidos
El TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS empezó a ser
conocido con ese nombre como resultado de la desaparición de seis aviones de la
Marina y sus tripulaciones, ocurrida el 5 de diciembre de 1945.
Los primeros cinco aviones que desaparecieron, aparentemente en forma simultánea,
se hallaban cumpliendo una misión rutinaria de entrenamiento con un plan elaborado
para seguir un curso de vuelo triangular. El vuelo debía iniciarse en la
estación aeronaval de Fort Lauderdale, en Florida, para luego
seguir 300 kilómetros hacia el Este, 75 kilómetros hacia el Norte y enseguida regresar
a la base, siguiendo un rumbo sudoeste.
Las Bermudas dieron su nombre a una
región conocida indistintamente como “Triángulo del Diablo”, “Triángulo de
la Muerte”, “Mar de la Mala Suerte”, “Cementerio del Atlántico” y muchas
otras denominaciones.
La razón principal es que esta zona se hizo notar
en la época en que el vértice del vuelo triangular desde Fort Lauderdale
estaba en línea directa con las Bermudas. Ocurre también que las Bermudas
parecieran ser el límite norte, tanto de las primeras como de las últimas desapariciones
de barcos y aviones, en circunstancias muy peculiares. Pero ningún incidente
anterior o posterior ha resultado más notable que esta desaparición total de un
vuelo de entrenamiento completo, junto con el gigantesco avión de rescate, un Martín
Mariner con una tripulación de trece hombres, que se desvaneció inexplicablemente
durante las operaciones de rescate.
Vuelo 19 era el nombre del grupo de
aviones condenados que partieron de su base en Fort Lauderdale, la
tarde del 5 de diciembre de 1945. Estaban comandados por cinco oficiales
pilotos y llevaban nueve tripulantes. Cada avión tenía destinados dos
tripulantes, pero aquel día faltó un hombre. Había pedido que le relevasen del
vuelo debido a un presentimiento, y no fue sustituido. Los aviones eran
bombarderos torpederos Grumman TBM-3 Avenger, y cada uno llevaba suficiente
combustible como para volar más de 1.800 kilómetros. La temperatura era de 18o
C, había un sol brillante, sólo algunas nubes dispersas y un moderado viento de
dirección nordeste. Los pilotos que habían volado antes, aquel mismo día,
informaron que el tiempo estaba ideal para volar. La duración de aquella misión
específica fue estimada en dos horas.
Los aviones comenzaron a despegar a las 2 de la
tarde,y a las 2:10 estaban todos en vuelo. El teniente CharlesTaylor,
que era el comandante y tenía más de 2.500 horas de vuelo, condujo los aviones
hacia ChickenShoals, al norte de Bimini, donde
tenían que comenzara hacer recorridos de práctica sobre un viejo pontón.
Tanto los pilotos como las tripulaciones eran
aviadores experimentados y no había ninguna razón para esperar nada desusado
durante la misión de rutina del Vuelo 19.
Sin embargo, algo ocurrió, y más que desusado. Alrededor
de las 3:15, luego que los aviones hubieron realizado sus ataques con bombas y
continuaron hacia el Este, los radio-operadores de la torre de control de la base
aeronaval de Fort Lauderdale, que estaban esperando ponerse en
contacto con los aviones para confirmarla hora estimada de arribo y darles instrucciones
de aterrizaje, recibieron un extraño mensaje de parte del jefe del vuelo.
La grabación registró lo siguiente:
Jefe de vuelo (teniente Charles
Taylor): Llamando a la torre. Esta es una emergencia. Parece que
hemos perdido el rumbo. No podemos ver tierra...Repito... No podemos ver tierra...
Torre: ¿Cuál es su posición?
Jefe de vuelo: No estamos seguros
de nuestra posición.No podemos estar seguros acerca de dónde estamos.Parece que
nos hemos perdido...
Torre: Tome dirección debida, hacia el Oeste.
Jefe de vuelo: No sabemos en qué
dirección está el Oeste. Todo anda mal. .. Es extraño... No podemos estar
seguros acerca de ninguna dirección... ni siquiera el océano tiene un aspecto
normal...
Alrededor de las 3:30 el instructor de vuelo
principalde Fort Lauderdale recogió en su radio un mensajede
alguien que llamaba a Powers, uno de los alumnos aviadores, y
pedía información acerca de las indicacionesde su compás, y escuchó a Powers
decir:
-“No sabemos dónde estamos. Debemos de habernos
perdido cuando hicimos aquel último giro”
El jefe del vuelo pudo ponerse en contacto con el instructor
del Vuelo 19, y éste le dijo:
-“Mis dos compases han dejado de funcionar.
Estoy tratando de hallar Fort Lauderdable... Estoy seguro de que nos hallamos sobre
los Cayos, pero no sé a qué altura...“
El instructor jefe le aconsejó entonces que volara hacia
el Norte, con el sol sobre el costado de la escotilla, hasta que llegase
a la base aeronaval. Pero luego escuchó:
-“Acabamos de pasar sobre una pequeña isla. No
hay más tierra a la vista...”
Aquello era una seña de que el avión del instructor
no se hallaba sobre los Cayos y de que la escuadrilla completa
había perdido el rumbo, puesto que no podían ver tierra, la tierra que se
aprecia normalmentea continuación de los Cayos...
Debido a la estática, resultó cada vez más difícil
escuchar mensajes del Vuelo 19. Aparentemente, los aviones no podían ya
oír a la torre, pero en cambio la torre escuchaba conversaciones entre los
aparatos. Algunas se referían a posibles faltas de combustible; decían tener
gasolina sólo para 75 millas (120 km); hacían referencia a vientos de 75 millas
por hora. Y luego, la desalentadora observación acerca de que todas las
brújulas, giroscópicas y magnéticas, de todos los aviones, habían dejado de
funcionar y “se habían vuelto locas”, como se dijo entonces. Cada una mostraba orientaciones
distintas. Durante todo este tiempo, el poderoso transmisor de Fort Lauderdale
fue incapaz de hacer contacto alguno con los cinco aviones, aunque la
comunicación entre ellos era bastante audible.
Mientras tanto, al conocerse las noticias acerca
dela emergencia en que se hallaba el Vuelo 19, se produjo una
conmoción muy comprensible entre el personal de la base. Comenzaron a tejerse
toda clase de suposiciones acerca de un ataque enemigo (aun cuando la II
Guerra Mundial había terminado hacía ya varios meses) o incluso de
ataques de nuevos enemigos, y se despachó un avión de rescate: un bimotor
anfibio MartinMariner de la base aeronaval del río Banana.
A las 4 de la tarde, la torre escuchó de pronto que
el teniente Taylor había entregado el mando inesperadamentea un veterano piloto
naval, el capitán Stiver.
Aunque de modo borroso y alterado por la
tensión,pudo enviar un mensaje inteligible:
-“No estamos seguros acerca de dónde nos hallamos...
Creemos estar a unas 225 millas (360 km) al nordeste de la base... Debemos de
haber pasado sobre Florida y debemos de estar en el Golfo de México...”.
Enseguida, el jefe del vuelo decidió, al parecer,
dar una vuelta de 180°, con la esperanza de volar de regreso hacia Florida.
Pero, al hacer el giro, la transmisión comenzó a hacerse más y más débil,
señalando que habían hecho una mala maniobra y que estaban volando hacia el
Este, lejos de la costa de Florida y sobre mar abierto. Algunos
informes señalan que las últimas palabras del Vuelo 19 fueron:
-“Parece que estamos...”
Sin embargo, otros de los que escuchaban parecenrecordar
algo más; algo como
Entretanto, según el mensaje del teniente
Come, uno de los oficiales del Martin Mariner despachados
ala zona donde en general se pensaba que debía de hallarse el vuelo, y que la
torre recibió sólo algunos minutos después de su despegue, había vientos muy fuertes
sobre los 1.800 metros. Este fue el último mensaje que se recibió del avión del
rescate. Poco después, todas las unidades de rastreo recibieron un despacho urgente
que señalaba que ahora había en lugar de cinco, seis aviones perdidos. El
aparato de rescate y su tripulación de trece hombres también habían
desaparecido.
No volvió a recibirse ningún mensaje del Vuelo
19, en misión de entrenamiento, ni del Martin Mariner enviado a rescatarlo.
No obstante, poco después de las 7 de la tarde la base aeronaval Opa-Locka,
en Miami,recibió un débil mensaje, que consistió en lo siguiente:
-“FT...FT...“.
Las siglas eran parte de la señal de los aviones del
Vuelo 19. El avión del instructor era el FT-28.
Pero, si el mensaje provino realmente de la “patrulla perdida”, el
período de tiempo en que se recibió indicaría que fue enviado dos horas después
del momento en que era de presumirse que los aviones habían agotado su
combustible.
La búsqueda aérea original, iniciada el día de la desaparición,
fue suspendida a causa de la oscuridad, pero los barcos de la Guardia
Costera siguieron buscando sobrevivientes durante la noche. Al día
siguiente, jueves, con las primeras luces del alba, se inició un enorme
esfuerzo de rastreo. Sin embargo, a pesar de que fue uno de los más
concienzudos de la historia, y de que emplearon 240 aviones de tierra, 67 del portaaviones
Solomons, 4 destructores, varios submarinos, 18 navíos de la Guardia
Costera, lanchones de búsqueda y rescate, cientos de aviones, yates y botes
privados, más aparatos PBM de la base aeronaval del río Banana, y pese a
la ayuda de la Real Fuerza Aérea y de la Marina británicas con base en
las Bahamas, no se encontró nada.
![]() |
Aeropuerto de Fort Laudendale, año 1945 |
Ni el promedio de 167 vuelos diarios que recorrían las
aguas a sólo 100 metros de altura, desde el alba hasta el anochecer, ni la
minuciosa inspección de casi un millón de kilómetros cuadrados de mar y tierra,
que incluían el Atlántico, el Caribe, partes del Golfo
de México, el interior de la Florida y las islas vecinas, todo
lo cual significó una búsqueda aérea de 4.100 horas, pudieron descubrir rastros
de naufragio, o botes salvavidas, o manchas de aceite. Las playas de la Florida
fueron inspeccionadas diariamente, durante un período de varias
semanas, para ver si aparecían restos flotantes de los aviones desaparecidos,
pero la operación no tuvo éxito alguno.
Todo posible indicio fue investigado. Primero se pensó
que el informe acerca de una llamarada roja entierra, enviado por un avión
comercial el mismo día delas desapariciones, podía corresponder a una explosión
del Martin Mariner, pero esto
fue posteriormente desmentido. Luego, un barco mercante dio cuenta de una
explosión en el cielo, ocurrida a las 7:30 de la tarde, pero, si hubiese estado
relacionada con los cinco Avengers, querría decir que los
aparatos estaban todavía volando horas después de haber agotado su combustible.
Esta explicación significaría, además, que los cinco chocaron y estallaron al
mismo tiempo, tras mantener en silencio sus radios desde la interrupción del
contacto destinado a informar sobre el tiempo de vuelo.
Por otra parte, resulta curioso que no se hayan recibido
mensajes de socorro, ni del Vuelo 19 ni de la misión de rescate. En
cuanto a posibles amarajes forzosos, los Avengers estaban en condiciones de
posarse suavemente sobre las aguas, y en todo caso, podían mantenerse noventa
segundos a flote. Las tripulaciones estaban entrenadas para abandonar la
nave en sesenta segundos, y disponían de botes salvavidas colocados en la parte
exterior de los aviones. Por consiguiente, casi en cualquier caso de amaraje
forzoso, los botes salvavidas debieron quedar flotando y habrían sido
encontrados. Durante la primera parte de la operación rescate, algunos
rastreadores notaron un fuerte oleaje, pero las olas estaban tan separadas unas
de otras, que los aviones habrían podido amarar, encaso necesario, en los
espacios intermedios.
La curiosa referencia al “agua blanca”,
en el último mensaje del Vuelo 19, podría tener alguna relación
con la espesa bruma blanca característica de vez en cuando en esta zona, que
suele mover a confusión. Esto podría explicar también la falta de
visibilidad y el informe de que el sol “no parece normal”, pero en
cambio, no tenía por qué afectar a los compases y giroscopios. Por otra parte,
existe un punto muerto en las comunicaciones radiales entre Florida
y las Bahamas, pero las dificultades de los aviones comenzaron antes de que se
perdiera el contacto radial.
Una junta naval de investigación que examinó todas
las evidencias disponibles, terminó igualmente a oscuras respecto de lo que
había ocurrido. Además,tuvo que discutir el sometimiento a corte marcial de un
oficial experto en instrumentos, que luego resultó exonerado, al comprobarse
que todos los que tenía a su cargo habían sido revisados antes del despegue. En
una parte de su informe señala: “Fue interceptado un mensaje radial que
indicaba que los aviones estaban perdidos y que sus compases estaban
funcionando mal”.
Posteriormente, en una entrevista de prensa, elcapitán
W. C. Wingard fue algo más directo, cuandodijo:
-“Los miembros de la junta investigadora
no pudieron hacer ni siquiera una buena suposición acerca de lo ocurrido”.
Otro miembro de la junta comentó, en forma untanto
dramática:
-“Se desvanecieron completamente,como si
hubiesen volado a Marte...”.
Con ello introdujo algunos inquietantes elementos relativos
a viajes espaciales y posibles OVNIS, los que desde entonces
pasaron a formar parte, en buena medida, de la leyenda del Triángulo de
las Bermudas.
Algunos investigadores y oceanógrafos muy serios
han ofrecido una variedad de explicaciones acerca de cómo éstos y tantos otros
barcos y aviones pudieron desaparecer sin dejar rastro, lo mismo que sus
pilotos y pasajeros. El teniente R. H. Wirshing, oficial de entrenamiento
de la base aeronaval de Fort Lauderdale en la época del incidente,
que ha examinado el caso durante años, piensa que el verbo “desaparecer”
es un factor muy importante en todo lo relativo a la suerte corrida por la
tripulación del Vuelo 19, ya que jamás se ha presentado prueba
alguna de que realmente haya perecido. (La madre de uno de los pilotos perdidos,
que asistió al proceso de la Marina, declaró que tenía la
impresión de que su hijo “se hallaba aún con vida, en algún lugar del
espacio”.)
Y el diario News deMiami reprodujo
las siguientes declaraciones del doctorManson Valentine, un
científico que ha estado observando la zona durante años desde Miami:
-“Todavía se encuentran allí, pero están en una
dimensión diferente, en un fenómeno magnético que podría haber sido provocado
por un OVNI”.
Un oficial de la Guardia Costera y
miembro de la Junta investigadora, se expresó con una franqueza
llena de frescura. Sencillamente, dijo:
-“¡No sabemos qué demonios ocurre allí!”.
Otro oficial de la junta, en una declaración
tajante,y más formal, expresó el consenso de los investigadores:
-“Esta pérdida ocurrida en tiempo de paz parece ser
un misterio completo; el más extraño jamás investigado en los anales de la
aviación naval...”.
Algunos desastres suelen presentar elementos de una
coincidencia increíble, sobre todo cuando ocurren en el mar. Por ejemplo, cuando
el carguero Stockholm chocó con el barco de pasajeros Andrea
Doria, una muchacha que hablaba español se vio arrebatada desde su
cabina del transatlántico y lanzada con una parte del camarote hacia el
interior del carguero, junto a la cabina de un marinero que era la única
persona de aquel barco que hablaba español. La pérdida del Vuelo 19
no constituyó una excepción a esta constante de elementos coincidentes.
Buena parte del material citado hasta ahora
proviene de notas de primera mano tomadas por el Comandante R. H. Wirshing,
que era entonces teniente y se hallaba de servicio como oficial de
adiestramiento en la base de Fort Lauderdale. Wirshing
recuerda que aquel mismo día hubo también un vuelo de entrenamiento matinal que
resultó un tanto extraño. Este vuelo, al que los comentarios de prensa
relativos al poca importancia debido a que era bastante menos
sensacional, también experimentó dificultades con el compás, y en lugar de
volver a su base, aterrizó 80 kilómetros al Norte.
Por lo menos dos miembros del Vuelo 19 parecen haber
tenido un presentimiento acerca de la catástrofe. Uno de ellos fue el propio
instructor de vuelo, que se presentó con retraso a recibir las instrucciones
para la misión. Llegó a la 1:15 de la tarde y solicitó que le relevaran de
aquella tarea específica. Sin embargo, no acompañó su petición de ningún tipo
de explicación.
Simplemente dijo que no deseaba tomar parte en la misión.
Puesto que no se disponía de ningún relevo, su solicitud fue denegada.
El segundo caso, al que el teniente Wirshing
asistió personalmente y que ha sido muy comentado, fue el incidente del cabo
del cuerpo de Marines, Allan Kosnar,quien, pese a estar
designado para tomar parte en el Vuelo 19, no se presentó. Según la
prensa, hizo las siguientes declaraciones:
-“No puedo
explicar por qué, pero, por alguna extraña razón, decidí no salir en el vuelo
de aquel día”.
Sin embargo, según el teniente Wirshing, el cabo era un
veterano de Guadalcanal, le quedaban
sólo cuatro meses de servicio y había solicitado hacía algunos meses que le
relevasen de los vuelos. El día de la misión el asunto volvió a plantearse y el
teniente Wirshing le dijo que se presentara ante el médico de la base para
solicitar su retiro. Así lo hizo, y por ello el Vuelo 19 partió con un
tripulante menos. Cuando se presentaron los primeros indicios de la pérdida de
la misión, el teniente Wirshing se dirigió al cuartel de
los reclutas, en busca de voluntarios. La primera persona que encontró fue el
cabo, quien le dijo:
-“¿Se
acuerda de que usted me ordenó que fuera al médico? Así lo hice, y me relevó de
participar en vuelos. El que se ha perdido era el mío”.
Sin embargo, el informe de pista daba a entender que
los aviones habían salido con sus tripulaciones completas, como si algún otro
marino hubiese subido abordo a última hora. Esto obligó a realizar
verificaciones de las listas del personal de la base, para comprobar si faltaba
alguien. Cuando se averiguó que todo el personal estaba presente, el misterio
adicional del “informe de tripulación
completa” se convirtió en otro delos elementos indescifrables de la
múltiple desaparición.
Veintinueve años después del incidente se hizo
público otro aspecto desusado. Arti Ford, periodista, escritor y
conferencista que ha seguido el caso desde 1945, hizo una asombrosa declaración
durante un programa nacional de televisión en 1974. Indicó que el teniente
Taylor había dicho por radio lo siguiente:
-“No vengan por mi... parece que son del espacio
exterior...”.
Ford sostiene que esta información
le fue proporcionada en la época del suceso por un radioaficionado, pero que no
le atribuía demasiada seriedad, dadas las dificultades que enfrenta un operador
amateur al recibir comunicados de un avión en vuelo y dados también la
excitación y los rumores que circularon entonces.
Sin embargo, durante sus investigaciones
posteriores, Ford halló una prueba desusada de lo transmitido, en una
transcripción de los mensajes enviados por el avión a la torre y que fue
incluida en un informe elaborado más tarde debido a la presión de los padres de
los aviadores perdidos. El documento, de carácter oficial y secreto -el cual,
según Ford, sólo pudo examinar en parte-, contenía al menos una frase
“No vengan por mí...” en común con el texto que le había proporcionado el
radioaficionado civil y que, de manera muy significativa, no había sido
revelado con anterioridad. Este misterio adicional, que sugiere posibles
interferencias de otros mundos, encuentra eco en más que unas pocas de las otras
desapariciones.
Así como ha habido numerosos barcos y
embarcacionesde placer desaparecidos en la zona del Triángulo de las Bermudas
antes y después de este incidente, cabe hacer notar que los desastres ocurridos
simultáneamentea los Avengers y al Martín Mariner constituyeron la primera
ocasión en que se vieron afectados aviones y en que hubo tantas y tan
eficientes unidades de aire, mar y tierra realizando una búsqueda tan extensa y
acuciosa, aunque infructuosa. Este incidente hizo que se intensificasen los
esfuerzos de rescate en el caso de las desapariciones de aviones que habrían de
producirse con posterioridad, no sólo con el propósito de salvar a los
sobrevivientes, sino también de averiguar, una vez transcurrido el tiempo
probable de supervivencia, qué les había ocurrido.
Después de lo sucedido al Vuelo 19, parece que las desapariciones
de aviones comerciales, privados y militares se siguen produciendo con
inquietante regularidad, agregándose al desvanecimiento “normal” de barcos
grandes y pequeños, que se ha estado produciendo durante años. Ahora, sin
embargo, gracias a los equipos de rescate aeromarítimo, a las comunicaciones radiales
con la base, a los instrumentos más sofisticados y a los métodos de rastreo más
desarrollados, cada desaparición es investigada con mucha mayor minuciosidad.
El 3 de julio de 1947, un C-54 del Ejército
de los Estados Unidos con una tripulación de seis hombres, que volaba
en una misión de rutina, desde las Bermudas a la base aérea Morrison del Ejército,
desapareció en algún lugar entre las Bermudas y Palm Beach. Su última
posición conocida fue a unos 160 kilómetros de las Bermudas. Se inició de
inmediato una búsqueda aeromarítima intensiva, con participación del Ejército,
la Marina y la Guardia Costera y con unidades que cubrieron 260.000
kilómetros cuadrados de mar. Sin embargo, salvo algunos cojines y una botella
de oxígeno que no fueron identificados como parte del equipo del avión perdido,
no se hallaron restos de naufragio ni manchas de aceite.
Al producirse nuevas desapariciones, pareció notarse
una característica coincidente y alarmante en la mayoría de los casos ocurridos
dentro de la zona del Triángulo: solían ocurrir dentro del período turístico y de
mayor afluencia a los hoteles, desde noviembre hasta febrero. Y lo que resultó
aún más asombroso fue la comprobación de que muchas de las pérdidas se produjeron
algunas semanas antes o después de Navidad. Un cuadrimotor de pasajeros
del tipo Tudor IV, perteneciente a la British South American y
que era un bombardero Lancaster, transformado, llamado StarTiger,
desapareció en vuelo entre las Azores y las Bermudas el 29 de enero
de 1948. Llevaba seis tripulantes y veintiséis pasajeros, entre ellos Sir
Arthur Cunningham, un Mariscal del Aire de la Segunda
Guerra Mundial y excomandante de la Segunda Fuerza Aérea Tácticade la
Real Fuerza Aérea.
El Star Tiger debía aterrizaren Kingley
Field, islas Bermudas; a las 10:30 de la noche, poco antes de su ETA (Estimated
Time of Arrival, hora estimada de arribo), el piloto se comunicó por radio
con la torre de control y su mensaje incluyó las siguientes palabras:
-“Tiempo y
rendimiento excelentes” y “Arribo
supuesto dentro de itinerario”.
Según su informe, la posición del avión era de 600
kilómetrosal nordeste de las Bermudas.
No hubo
nuevos mensajes, pero el Star Tiger
no llegó. No se recibió ningún mensaje de emergencia, ni tampoco alguna
señal de que el avión no estuviese funcionando perfectamente y en condiciones
óptimas. Alrededor de la medianoche, el Star Tiger fue puesto en lista de
atraso y, al día siguiente, 13 de enero, se inició una operación masiva de
rescate y rastreo. Treinta aviones y diez barcos registraron minuciosamente la
zona durante varios días, sin éxito. El 31 de enero fueron avistadas algunas
cajas y tambores de aceite vacíos, al noroeste de las Bermudas. No obstante, si
hubiesen pertenecido al Star Tiger, querría decir que estaba
volando cientos de kilómetros fuera de su rumbo en el momento en que fue
atacado por algo y, además, debe recordarse que en su último contacto con la
torre, el piloto había anunciado que no ocurría nada irregular con respecto a
su rumbo o al comportamiento del avión.
Mientras se desarrollaba la infructuosa búsqueda, hubo
gran número de radioaficionados a lo largo de la costa Atlántica y del
interior, que recogieron un mensaje mutilado, cuyas palabras eran deletreadas
como puntos numerados, como si alguien estuviese operando el transmisor pero
sin saber Morse. Los puntos querían decir “Tiger”. Hubo un informe
de una base de la Guardia Costera de Newfoundland que resultó aún más misterioso.
Cuando los breves toques del morse se interrumpieron, alguien pareció enviar un
mensaje verbal, pronunciando solamente las siguientes letras:
G-A-H-N-P.
Estas eran las siglas del Star Tiger. Se presumió
que estos mensajes eran falsos, especialmente porque había que tomar en cuenta
la conocida conducta desvariada y lunática de ciertos individuos que siguen con
deleite los desastres. Sin embargo, cuando uno recuerda el débil mensaje recibido
en Miami,
horas después del desaparecimiento del Vuelo 19, surge una inquietante
similitud. Aquel mensaje contenía las letras de la sigla del vuelo, casi como
si se hubiese enviado o retransmitido un mensaje final desde una distancia
mucho mayor, en el espacio o el tiempo, que la que podía indicar la ubicación
en que los aviones habían desaparecido.
Fue designado un Tribunal Investigador,
bajo la dirección de Lord Macmillan, para que pesquisara
la pérdida del Star Tiger. El nombramiento lo hizo el ministro británico de Aviación
Civil y su informe fue publicado ocho meses después de la desaparición
del avión. Sus conclusiones fueron que no parecía haber fundamentos para
suponer que el Star Tiger hubiese caído al mar, a causa de un fallo mecánico o
de la radio, falta de combustible, perturbaciones meteorológicas, errores de
altimetría o incapacidad para seguir su curso, por nombrar sólo algunas
posibilidades. En cuanto al diseño y fabricación del Tudor IV, no había tampoco
base, según el informe, “para suponer que al diseñar el avión Tudor IV, o. al fabricar aquel Tudor IV en particular, el Star Tiger, se hubiesen cometido
errores u omisiones técnicas o que pudieran considerarse contrarias a la buena
práctica convenida...”.
El dictamen final del tribunal puede considerarse igualmente
aplicable a otras desapariciones de aviones ocurridas en el Triángulo,
antes y después de la del Star Tiger:
Realmente, podría decirse que hasta ahora no se había
presentado para su investigación un caso tan desconcertante. Ante la completa
ausencia de pruebas dignas de fe en relación con la naturaleza o la causa del
desastre del Star Tiger, el tribunal no ha podido hacer más que sugerir
posibilidades, ninguna de las cuales llega siquiera al nivel de probabilidad.
En todas las actividades que suponen la cooperación de hombre y máquina, hay
dos elementos que influyen y que tienen muy distinto carácter. Uno es el
factor, imposible de calcular, relativo a la actuación humana y que depende de
circunstancias cuyo conocimiento es imperfecto. El otro es el elemento
mecánico, sujeto a leyes muy diferentes. Podría ocurrir un accidente en
cualquier de los dos, o en ambos a la vez. O bien, alguna causa externa podría
hacer perder el control, tanto al hombre como a la máquina. Nunca se sabrá lo
que sucedió en este caso.
Por una coincidencia extraordinaria, y bastante inquietante,
que se produjo doce días antes del primer aniversario de la desaparición del Star
Tiger, el avión gemelo, el Star Ariel, desapareció en un vuelo
entre las Bermudas y Jamaica, el 17 de enero de 1949, con
siete tripulantes y trece pasajeros a bordo. Su itinerario completo era desde Londres
a Santiago
de Chile, y la escala en las Bermudas respondía a la necesidad
de cargar combustible suficiente para otras diez horas de vuelo. Cuando el Star
Ariel salió de las Bermudas a las 7:45 de la mañana, el
mar estaba en calma y las condiciones meteorológicas eran buenas. El capitán
envió el siguiente informe rutinario de vuelo a las Bermudas alrededor de 55
minutos después del despegue:
![]() |
Star Ariel |
Este es el capitán McPhee, a bordo del “Ariel”,
rumbo a Kingston, Jamaica, desde las Bermudas. Hemos alcanzado altura de
crucero. Buen tiempo. Hora estimada de arribo a Kingston dentro de itinerario...
Voya cambiar de frecuencia radial para ponerme en contacto con Kingston...
Pero no hubo nuevos mensajes del Star
Ariel, ni entonces ni nunca. Cuando se inició la búsqueda de este
avión, había una flota de la Marina de los Estados Unidos
operando en la misma zona. Dos portaviones enviaron sus aparatos para unirse a
los de la Fuerza Aérea y la Guardia Costera que habían salido desde numerosos
puntos a lo largo de la costa Atlántica y a los aviones
británicos enviados desde las Bermudas y Jamaica.
Cruceros, destructores y el acorazado
norteamericano Missouri se unieron también a la búsqueda en la superficie, lo
mismo que los barcos británicos y los mercantes que se hallaban en aquel
momento en la región. Se envió un radiograma a todos los buques que navegasen
por la zona:
EL AVIÓN CUADRIMOTOR STAR ARIEL/GAGRE, DE LABRITISH
SOUTH AMERICAN AIRWAYS, QUE PARTIÓ DE LAS BERMUDAS 1242 GMT 17 ENERO RUMBO
JAMAICA RUTA GRADOS DOS UNO SEIS FUE SITUADO POR ÚLTIMA VEZ CUANDO ESTABA
APROXIMADAMENTE A 15 MILLAS AL SUR DE BERMUDAS Y A LAS 1337 GMT 17 ENERO.
SOLICÍTASE TODOS LOS NAVÍOS INFORMAR ESTA BASE
HALLAZGO CUALQUIER RESTO FLOTANTE TIPO TAPICERÍA CABINA Y COJINES COLOR AZUL,
BOTES SALVAMENTO AVIÓN COLOR AMARILLO, CHALECOS SALVAVIDAS COLOR MARRÓN OSCURO,
TODO MARCA DOBSAA, O CUALQUIER VESTIMENTA FLOTANTE.
72 aviones de reconocimiento, en estrecha
formación y algunas veces tocando “ala con ala” cubrieron 390.000 km2
de océano, en un área que comenzaba en las proximidades del último informe
radial y seguía por el Sudoeste, rumbo a Jamaica. No pudieron descubrir ni
una sola evidencia que pudiera ser identificada con el avión perdido. Un avión
británico y otro norteamericano informaron acerca de “una extraña luz” en el
mar, el 18 de enero, pero las unidades de búsqueda y rescate enviadas a los
alrededores no hallaron nada y la Fuerza Aérea suspendió sus
operaciones de rastreo el 22 de enero.
El hecho de que estos dos aviones británicos
depasajeros (ambos pertenecientes a la misma compañía, la British South American Airways)
se perdieran, con una diferencia de casi un año, en la misma área, dio lugar a
sospechas de sabotaje. Más tarde se habría pensado inmediatamente en un caso de
piratería aérea.
Esta posibilidad, al igual que el entrenamiento del
piloto y la tripulación, el funcionamiento de los instrumentos y las
condiciones meteorológicas, fueron pesquisadas por una Junta Investigadora, o Comité
Brabazon,que no encontró nada desfavorable ni tampoco halló indicio
alguno: “... Falta absoluta de pruebas. No se encontró rastro alguno del
desastre. Se ignora la causa del accidente del Star Ariel”.
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Charles Berlitz |