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sábado, 22 de diciembre de 2012

Venimos del otro lado de la Galaxia

Venimos del otro lado de la Galaxia

Todo ocurrió muy cerca de Heinola, en Finlandia. Era el año 1970. Aarno Heinonen y Esko Viljo habían salido a las gélidas montañas para esquiar. Sobre un claro del bosque  se situó una nave extraterrestre y de ella descendió un ser de pequeña estatura. Aquel fue el inicio de una serie de avistamientos y encuentros con diferentes seres llegados de las estrellas, tal como el que tuvo Heinonen con una mujer extraterrestre, la cual le dijo: : “Venimos del otro lado de la galaxia, de un agradable país verde.”

Este contacto con seres extraterrestres, narrado en el libro Encuentros con humanoides, de Antonio Ribera y Jordá, tiene todos los componentes necesarios para hacerlo aglutinador de diferentes fenómenos: el avistamiento de una nave, la visión de seres extraterrestres, los efectos físicos que les produjeron a Heinonen y Viljo, los sucesivos contactos hasta el año 1975 y el mensaje recibido. Por ello lo he transcrito íntegramente del citado libro.

Si analizamos los hechos, encontramos en un principio que los testigos elegidos por los extraterrestres para  contactar son seres humanos de una condición social humilde: Los extraterrestres casi nunca eligen personas situadas en estamentos sociales elevados, ya que se arriesgarían a que su mensaje nunca llegara a la sociedad,  pues precisamente esos mismos dirigentes o políticos tendrían miedo de enturbiar su imagen o estar condicionados a estructuras de mando que se lo impedirían.

Otra cuestión a resaltar, son la descripción del lugar de origen de los extraterrestres, ya que hacen mención a distancias difíciles de imaginar para la mente humana (el otro extremo de la galaxia se encuentra a 100.000 años luz de distancia). Por tal motivo, si la extraterrestre hubiese hablado con un científico, este la hubiese descartado desde el principio como fantasiosa e iluminada, ocultando el encuentro. Pero si repasamos el mensaje recibido por otros contactados, tales viajes intergalacticos son un hecho cotidiano para las civilizaciones extraterrestres, incluso viajando de una galaxia a otra como es el caso de la galaxia Andrómeda, donde se halla el Consejo de Andrómeda que aglutina y reune a los seres evolucionados del Grupo Local de Galaxias,  localizandose precisamente en ese sector la Vía Láctea.

En relación con la tecnología extraterrestres utilizada para semejantes viajes, a los seres humanos se  torna ahora inconcebible, igual que siglos atrás llegar hasta la Luna era una quimera de locos y ahora  en el tiempo  presente es un hecho incuestionable.


Transcripción parcial del libro Encuentros con Humanoides, de Antonio Ribera Jordá :

Pagina 18

3. EL OVNI «MILAGROSO»

El humanoide de Imjarvi

Dos rudos esquiadores finlandeses tuvieron un encuentro, en un bosque nevado de su país, que de haber ocurrido en otro lugar, época y a cuenta de otras personas más crédulas y sencillas (niños, tal vez), hubiera originado una “aparición mariana” más que añadir al catálogo donde figuran La Salette, Lourdes, Fátima, Garabandal, La ,Codosera e incluso, El Palmar de Troya. Pero el encuentro de los finlandeses con un extraño ser «que descendió del cielo en un rayo de luz» es interesante, porque nos permite ver lo que pasó en Fátima desde una nueva óptica y comparar ambos casos.

Vamos a relatarlo sucintamente. El extraño incidente saltó. por primera vez a la luz pública en la sección «World round-up» (De todo el mundo) de la revista inglesa Flying Saucer Review, en su número de mayo-junio de 1970. Se trataba de un informe enviado a la FSR por el investigador sueco Sven-Olof Fredrikson, miembro de un grupo llamado GICOFF, de Gotenburgo.
Por aquel entonces, el señor Frédrikson era un estudiante de física en aquella universidad.

El informe Fredrikson

El incidente tuvo lugar el miércoles 7 de enero de 1970, a las 4.45 de la tarde, hora local, en un bosque de las afueras de Imjarvi, poblado situado 16 km al nornordeste de la ciudad de Heinola,  en la Finlandia meridional. A su vez, Heinola se encuentra a 130 km al nordeste de Helsinki. Los dos testigos, el guardabosques Aarno Heinonen, de treinta y seis años, y Esko Viljo, labrador, de treinta y ocho, según queda dicho, habían salido a esquiar. Ambos eran esquiadores de fondo, habiendo tomado parte en muchas carreras; también practicaban el atletismo, participando en, competiciones locales. Los dos son abstemios y no fuman.

Ambos descendían por la ladera de una pequeña colina, cuando se detuvieron en un calvero para hacer una breve pausa. El Sol iba a la puesta y empezaban a verse algunas estrellas.

Hacía mucho frío: 17 grados C bajo cero, y no soplaba un hálito de viento.
Llevaban unos cinco minutos de pie en el calvero, cuan do oyeron un zumbido.
Distinguieron entonces una luz que se movía por el cielo; La luz se aproximaba a ellos desde el norte, describiendo una amplia curva, lo que dio por resultado que se acercase entonces desde el sur. Al mismo tiempo descendió, mientras el zumbido, débil al principio, se hacía más fuerte: La luz era muy intensa cuando se detuvo. Ambos vieron entonces que una nube luminosa giraba a su alrededor. Era cómo una niebla, entre gris y rojiza, que pulsaba con una luminosidad, fantasmal. Al mismo tiempo, de la parte superior de la nube salían vaharadas de humo Los dos hombres permanecían inmóviles, mirando hacia lo alto y sin pronunciar palabra.

La nube descendió hasta unos 15 metros de altura, y fue entonces cuando; en su interior, pudieron ver un objeto redondo, plano por abajo y de aspecto metálico. Les pareció que medía unos tres metros de diámetro. En su parte inferior se observaban tres hemisferios y, en el centro, un tubo de unos 25 cm de diámetro, que salía unos 20 centímetros.

El objeto permaneció suspendido en el aire unos momentos, mientras seguía oyéndose el zumbido. Éste fue aumentando de -intensidad, paulatinamente, mientras el objeto descendía con lentitud. Simultáneamente, la niebla gris
rojiza comenzó a esfumarse. El objeto detuvo su descenso cuando se encontraba a tres o cuatro metros del suelo; al mismo tiempo cesó el zumbido. Heinonen manifestó que lo tenía tan cerca que podría haberlo tocado con su bastón de esquiar.

De pronto, del tubo inferior brotó un brillante rayo de luz que describió un par de círculos antes de detenerse, creando un círculo, brillantemente iluminado, sobre la nieve. Éste medía cosa de un metro de diámetro y estaba rodeado por un borde negro, de varios cm de ancho. Los dos hombres seguían muy quietos,
mientras una niebla rojo grisácea empezó a descender sobre el lugar.

Cedamos la palabra a Heinonen: "De pronto sentí como si alguien me hubiese agarrado por la cintura y tirase de mí hacia atrás. Creo que di un paso hacia atrás y en aquel mismo instante vi al ser. Estaba de pie, dentro del –rayo de luz, con una caja negra en las manos. Por una abertura redonda de la caja surgía una luz amarillenta y pulsante El ser medía unos 90 cm de alto; sus brazos y piernas eran muy delgados. Su rostro era pálido, cerúleo. No reparé en sus ojos, pero sí en la nariz, que era muy extraña. Más que una nariz parecía un pico ganchudo. Las orejas eran muy pequeñas y se estrechaban hacia la parte superior. Aquel ser llevaba una especie de mono de un material verde claro. Calzaba unas botas de un color verde más oscuro, que le llegaban hasta más arriba de las rodillas. Vi también que llevaba unos guanteletes blancos que le subían hasta los codos, y los dedos con que sostenía la caja negra parecían unas garras curvas.»

Veamos cómo Esko Viljo, por su parte, describe a esta extraña criatura: «Yo también lo vi. -El ser estaba en el centro de la luz brillante y despedía una luminosidad fosforescente, pero su cara era muy pálida. Tenía los hombros muy delgados y caídos, con unos brazos finos como los de un niño. No pensé en sus ropas) sólo observé que tenían una coloración verdosa. Sobre la cabeza llevaba un casco cónico que brillaba como si fuese de metal. El ser medía menos de un metro y era muy delgado.»

Mientras los dos esquiadores permanecían de pie, contemplando al humanoide, éste se volvió ligeramente y, con la abertura de la caja, apuntó hacia Heinonen. La luz pulsante era muy brillante, casi cegadora. Mientras el pequeño ser permanecía en el interior del rayo luminoso, una espesa niebla, entre gris y rojiza, descendió del ovni, y del círculo luminoso trazado sobre la nieve brotaron enormes chispas. Las chispas eran muy grandes, pues medían casi 10 cm de longitud. Su coloración era roja, verde y lila. Surgieron flotando en amplias curvas; para alcanzar a los dos hombres, pero éstos no notaron nada. La niebla se fue espesando cada vez más, hasta el punto que Heinonen y Viljo no podían verse. Por último, incluso el ser del rayo de luz dejó de ser visible. Para entonces, calculan que lo estuvieron viendo durante unos 15 o 20 segundos.
«Súbitamente —sigue relatando Esko Viljo—, el círculo sobre la nieve se fue encogiendo y el rayo luminoso ascendió, flotando como una llama temblorosa, hasta desaparecer en el interior del tubo que el objeto tenía en su parte inferior. Entonces pareció como si algo “apartase” la niebla, y sobre nuestras cabezas vimos el cielo estrellado y vacío.»

Ambos continuaron-allí, sin moverse, quizá durante tres minutos más. «No teníamos miedo —dijo Heinonen— y permanecimos allí, sin hablar y sin hacer nada.» Pero unos dos minutos después de haberse disipado la niebla, Aarno Heinonen notó que su costado derecho estaba insensible, y cuando trató de dar un paso adelante con sus esquís, cayó al suelo.
«Había tenido el lado derecho de mi cuerpo —dijo— vuelto hacia la luz: me dolía la pierna derecha y la tenía completamente insensible desde el pie hacia arriba. No conseguí levantarme por mí mismo, aunque lo intenté varias veces.»
Tuvo que dejar sus esquís en el lugar; Viljo le ayudó a levantarse y a recorrer los 2 km que los separaban del poblado: Invirtieron aproximadamente una hora en recorrer esta distancia Cuando finalmente llegaron a casa de los padres de Heinonen, éste no se encontraba nada bien. Le dolía la espalda y tenía las extremidades entumecidas y doloridas. Por si fuese poco, sufría una fuerte jaqueca y no tardó en sentir vómitos.
Cuando más tarde fue al lavabo, observó que tenía la orina negra como café. (Este síntoma se mantuvo durante cosa de un mes.) También le costaba respirar.

A las ocho de aquella misma tarde fue a ver al doctor Pauli Kajanoja, de Heinola. El médico le tomó la presión arterial y la encontró mucho más baja de lo normal, lo cual era indicio de shock. Recetó a Heinonen un somnífero. El día 8 de enero volvió a visitar al mismo facultativo, quien esta vez le prescribió un sedante. Los síntomas no remitían, le dolían brazos y piernas y a veces sentía vértigos. Tenía frío, pero no mostraba temperatura elevada.

El 14 de enero fue por tercera vez al médico; éste le administró un medicamento destinado a regular la circulación. Pero su cuadro clínico continuaba y le impedía trabajar. A mediados de mayo escribió a Fredrikson lo siguiente: «Aún sigo enfermo. Tengo jaqueca y dolores en la nuca, así como en el estómago y la espalda. Me siento la mano derecha pesadísima. No puedo trabajar. Mi estado apenas ha experimentado mejoría desde el invierno. Los médicos de Heinola ya no saben qué recetarme. ¿Es tan pobre el Gobierno que no puede ayudarnos? He tratado de obtener algún subsidio de las autoridades, pero no he conseguido nada. Creo que tendrían que pagarme, pues yo no sé por que estoy enfermo. Estuve en el sitio donde vimos el objeto y después mi estado ha empeorado.»
Heinonen sufría también una amnesia parcial. Tardó algún tiempo en recordar plenamente el incidente. A principios de junio aún seguía muy débil. Apenas probó bocado desde enero.

Antes del 7 de enero se hallaba en -una espléndida forma física, pero después del incidente el menor trabajo le dejaba exhausto.
En cuanto a su compañero Esko Viljo, éste no notó nada anormal inmediatamente después del encuentro, pero una hora después se le puso la cara hinchada y rojiza, y su andar se hizo titubeante. El doctor Kajanoja le recetó dos píldoras somníferas. A la mañana siguiente, a Viljó le costaba mantener el equilibrio y notaba como una falta de peso, especialmente en las piernas. Las manos y el pecho también se le enrojecieron. El 9 de-enero de. 1970, el médico le prescribió un sedante; Durante un par de días tuvo dolor de, cabeza.

El 12 de enero visitó un oftalmólogo de Lahtis, porque le dolían los ojos, que tenía hinchados y enrojecidos. El facultativo le recetó un colirio. Dos días después, un médico de Heinola le aconsejó que tomase un producto para la circulación. El 17 volvió al mismo médico, quien lo encontró normal. Pero en la sauna, su cuerpo adquirió una rojez desacostumbrada.
En una carta que escribió a Fredrikson, a mediados de mayo, comenta: «Algunas personas que visitaron el lugar de los hechos, se sintieron mal un par de días después.
¿Podría esto ser algún tipo de infección?»
El doctor Kajanoja, tras un detenido reconocimiento de ambos, declaró: «Creo que estos dos hombres han experimentado un tremendo shock. La cara de Esko Viljo, estaba muy colorada y presentaba cierta tumefacción. Ambos parecían como ausentes, distraídos. Hablaban muy aprisa y de modo incoherente. No encontré nada anormal, clínicamente, en Heinonen. No se sentía -bien, pero podía ser una reacción de su estómago ante la impresión sufrida. Los síntomas que me describió son iguales a los que presentan las personas sometidas a una dosis de radiactividad. Por desgracia, yo no disponía de instrumental para medirla.

En cuanto a la orina negra, me parece algo inexplicable. Posiblemente debía de contener una elevada proporción de sangre, pero una situación así no puede prolongarse durante meses,. (Solamente le duró un mes.) En consecuencia, no puedo prescribir ninguna medicación determinada.» Sin embargo, en las muestras de tierra analizadas no había radiactividad.

Cuando Bo Ahlqvist, reportero enviado por la revista sueca Fib-Aktuellt, visitó él lugar de la aparición, con un fotógrafo, a comienzos de junio y en compañía de Viljo y Heinonen, ocurrió el siguiente fenómeno: al cabo de un rato de permanecer en el sitio, las manos de Viljo, Heinonen y un intérprete que los acompañaba, enrojecieron. Heinonen se vio obligado a abandonar el, lugar a causa de un repentino dolor de cabeza.

Hechos corroborativos En primer lugar señalemos que tanto Viljo como Heinonen gozaban de una excelente reputación en la comunidad, donde se los consideraba personas serias e incapaces de urdir una historia tan extraña. Por otra parte, varias personas vieron una luz inexplicable en el cielo, el día 7 de enero, coincidiendo con el supuesto encuentro de los dos esquiadores, y no sólo desde Imjárvi, sino también desde Paaso, localidad situada a 10 km al norte de Imjárvi. Pero hay más: un año antes, un muchacho de dieciséis años, llamado Matti Kontulainen, había visto una luz extraña, en un lugar a sólo cien metros del calvero donde Viljo y Heinonen vieron el ovni.

Diez años después En setiembre de 1980, la FSR publicó lo que pudiéramos llamar un posz-scriptum al caso de Imjarvi Su autor era Anders Liljegren, director de la publicación ufológica sueca AFUs Uyhetsblad, de Sodertalje En realidad, el artículo de la FSR era la traducción al inglés del publicado por Liljegren en el número 18 (enero-marzo de 1980) de la publicación citada. A su vez, el artículo sueco se basaba en una serie de artículos aparecidos en la revista finesa Ufoaika, en 1972 y 1973, por una parte, y por otra en la correspondencia sostenida -entre Aarno Heinonen y un investigador colega de Liljegren, llamado, curiosamente, Jorma Heinonen. Según aclara Liljegren, esta coincidencia de apellidos es puramente casual. Asimismo, Liljegren mantuvo estrecha relación con Sven-OIof Fredrikson, de Góteborg (Gotenburgo) y con el periodista Bo-Ahlqvist, que se mantenía asiduamente en contacto con los testigos.

La información recogida a través de estas diversas fuentes por Liljegren es desconcertante y nos ofrece un cuadro muy complejo. En efecto: además de un encuentro con un humanoide y su nave, seguida de efectos fisiológicos, la cosa se complica y tenemos un contacto de tipo mesiánico de Heinonen, e incluso una posible abducción del mismo. Aparecen en escena más humanoides —uno de ellos femenino y que recuerda extrañamente a la «Señora» de Fátima—;por todo ello, este caso adquiere unas dimensiones mayores y se coloca a caballo de un simple C III, un contacto mesiánico y una abducción. Por desgracia, estas noticias, que se remontan a 1973, es lo último que sabemos sobre el caso y sus extrañas secuelas. Después de esa fecha, Heinonen y Viljo parecen esfumarse Liljegren afirma que ha rebuscado en vano en la literatura ufológica mundial, pero no ha hallado más información sobre el caso Imjarvi con posterioridad a 1973.

Aarno Heinonen: ¿un predestinado? Por lo que pudo averiguar Liljegren, el encuentro de 1970 quizá tendría que considerarse como un eslabón más en una continuada cadena de acontecimientos: ¡Heinonen aseguraba que ya en 1964 había visto un ovni! En su número 10 (1972) Ufoaika informaba que hasta el 15 de agosto de 1972, Aarno Heinonen había efectuado nada menos que veintitrés observaciones de ovnis. Y también se había convertido en un contactee. En una carta a Jorma, fechada el 8 de noviembre de 1972, Heinonen afirmaba haber visto unos treinta fenómenos luminosos (discoidales en cuatro ocasiones) y humanoides en cinco ocasiones distintas, el 7 de enero de 1970 inclusive. Y en tres ocasiones se había encontrado con una mujer humanoide, con la que sostuvo una conversación... ¡en finés!


Por su interés documental, voy a transcribir el relato que hizo el -propio Heinonen de su supuesto primer encuentro con-la «mujer»: "El 5 de mayo de 1972 oí tres “señales sonoras” y luego una voz femenina, desconocida, que me pedía que fuese a encontrarme con ella en un lugar situado a las espaldas de un granero rojo, situado cerca de la encrucijada de Jaala y Voikoski. Yo tenía que ir solo, y no debía llevar mi cámara fotográfica ni mi grabadora. La voz era aguda y parecía “cansada”

»Me dirigí al lugar indicado, en mi Vespa. Eran las diez y cuarto de la noche. Cuando llegué a la parte posterior del granero vi a una mujer vestida con un traje y pantalones amarillo vivo y con largos cabellos rubios, de puntas levantadas, que le caían sobre los hombros. Su traje era muy ajustado y relucía cuándo ella se movía. Vi que calzaba zapatos pateados con rosetas rojas En su mano izquierda sostenía algo que me pareció una bola plateada, conectada a una varilla que empuñaba con la diestra. De la bola saltan tres antenas, de unos -30 cm de largo. Las tres estaban apuntadas hacia mí; »Yo no tenía miedo y me dirigí hacia ella. La mujer vino a mi encuentro y me tendió la mano, diciendo: “Hyvaa Paivaa (Cómo está usted?, en finés.) Yo le estreché la mano, que me pareció suave y fría.
Ella dio entonces dos pasos atrás, y entonces reparé en la presencia de otra persona, un hombre, de pie e inmóvil, a unos 70 m de nosotros. El vestido del hombre también era amarillo, algo más claro quizá, y se tocaba con una especie de sombrero. En aquella oscuridad no pude verlo con demasiado detalle.

»Pregunté a la mujer que de dónde venían (la llamé “señorita” porque no vi que llevase ningún anillo en sus dedos) Ella me contestó: “Venimos del otro lado de la galaxia, de un agradable país verde.” Luego me dijo que tres especies distintas de “humanoides” habían visitado Imjarvi. Primeramente seres pequeños, luego gente como ella (medía 1,40 m) y, por último, una especie más alta, de casi dos metros de estatura. Me contó que la visita efectuada por el pequeño humanoide, en 1970, había -durado tres minutos, aunque nosotros creímos que sólo había durado unos segundos. La mujer también me dijo que tenía 180 años, aunque sólo aparentaba veinte.»

Este «contacto» casa en muchos de sus detalles con otros incidentes similares. La «bola luminosa» aparece en numerosos casos de encuentro, desde Carlos Villa Paz a Olavarría (ambos en la Argentina, y que examinaremos adelante). La conversación en la lengua del testigo también es un detalle clásico: aparece desde el caso de Gary Wilcox (inglés) hasta el de Pere Ribalta Puig (catalán) y Fátima (portugués). –El aspecto de la «mujer», repito, recuerda el de la «Uraniana» de Fátima, con su «traje resplandeciente», su pequeña estatura y sus facciones juveniles, casi aniñadas. Si en vez de un rudo guardabosques finlandés, el testigo hubiese sido un pastorcillo de un país católico del sur de Europa, hubiéramos tenido una «aparición mariana» más.
Segundo encuentro con la entidad En este segundo encuentro, que paso a transcribir, Aarno vio el «vehículo» de la «señorita» cósmica. (Aquí, en efecto, se trataba de una «señorita»; no de una «Señora» como en Fátima.)

Pero continúa la atmósfera de «aparición mariana» en todo el extraño episodio:
«El 18 de junio de 1972, a la misma hora que la primera vez, volví a recibir instrucciones por medio de la voz femenina. Esta vez tenía que ir al cruce de caminos de Antinhaara. De allí sale un sendero, de unos cien metros, que lleva lo alto de un otero. Allí fue donde encontré a la mujer, esta vez sola.
»Hablamos de las mismas cosas que en la primera ocasión. Cuando yo le pregunté cómo había llegado hasta allí; me contestó: “Vuelve a tu casa y verás el hermoso vehículo en que hemos venido.” Así lo hice, y a unos ciento cincuenta metros de mi casa ya distinguí la nave.
Estaba a baja altura, quizás a no más de cien metros. Se balanceó y dejó de moverse, para quedarse suspendida sobre mí.
Detuve mi scooter y la observé desde abajo. Aquel objeto, de forma discoidal, no emitía luz alguna, pero vi que su color era plateado. Tampoco vi ventanas ni ojos de buey. Calculé que su diámetro era de cinco a siete metros. Al cabo de un momento se elevó lentamente en el cielo.

»En ambas ocasiones hablé con la mujer durante unos cinco minutos. Ella hablaba muy aprisa, con voz que parecía “tensa”; sus palabras, sin embargo, le salían de la boca. Le pude ver los dientes, que tenían una anchura doble a la de los nuestros. Tenía la cara y las manos muy blancas y era extraordinariamente hermosa. Parecía tener la nariz respingona. Ya he dicho que medía aproximadamente un metro cuarenta, y llevaba un traje de dos piezas con un cuello muy alto, tipo cuello de cisne. Sus zapatos no estaban unidos al pantalón. Tenía unos ojos muy grandes, de un azul maravilloso.

»Durante ambos encuentros, ella sostuvo constantemente la bola plateada en sus manos como la uraniana de Fátima). De lado de partida era muy singular parecia irse flotando” hasta qué desaparecía. (También como en Fátima).daba muy envarada sin doblar las rodillas. Aarno Heinonen contó a los investigadores finlandeses otros detalles más bien de corte «keeliano»: un ser de rostro indiscernible que se materializó un día en la cocina de Viljo; algún fenómeno de tipo poltergeist, un encuentro en Heinola con otro humanoide que medía más de dos metros, y que entregó a Aarno una pluma o bolígrafo rojo etcétera.
Dijo, además, que los "extraterrestres" le habían implantado en la espalda (sic) un pequeño aparato por medio del cual le controlaban y le impartían órdenes. También afirmó que aquellos seres —que nos llevaban un adelanto tecnológico de 5 000 a 7 000 años— estaban entregados a la tarea de «limpiar» la atmósfera de nuestro planeta...y otras cosas igualmente increíbles.

¿Qué debemos pensar del extraño giro que tomó la vida de Aarno Heinonen de su compañero Viljo no se nos dice nada— después del encuentro en la nieve, de 1970? Manifiesta muy a las claras el «síndrome del contactado», puesto de manifiesto en otros casos que conocemos. ¿Hay que tomar sus declaraciones al pie de la letra, o bien con ellas nos adentramos en el terreno de la psicopatología? Nada hace presumir que sea así: Heinonen era un hombre sano, robusto y sin complicaciones, a sus treinta y ocho años, edad en que ocurrió el encuentro con el humanoide. Soltero, vivía con sus padres en una casita sin electricidad. Sus principales aficiones eran la pesca y el deporte. El tema de los ovnis y los extraterrestres no le interesaba en absoluto; sus conocimientos al respecto eran prácticamente nulos. De ser todo ello una fabulación, ¿por qué la historia presenta tantos puntos de contacto con otros relatos de supuestos contactados, ocurridos en lugares situados a miles de kilómetros de Finlandia? ¿Y qué podemos decir de los rasgos «marianos» de la «mujer extraterrestre»?

Pero hay otro detalle que, curiosamente, ningún comentarista del caso menciona... o no quiere mencionar. Y es el siguiente.
La nave En efecto: ni Fredikson ni Liljegren —ni tampoco Adell— hacen el menor comentario acerca de la «nave» vista por Heinonen y Viljo en el calvero del bosque de Imjarvi, aquel día, 7 de enero de 1970. Sin embargo, es una nave famosa en la historia y la leyenda de los ovnis. ¡Es nada menor que el Venusian -scout ship (la nave de reconocimiento venusiana) de George Adamski! Sí, la misma, con sus tres hemisferios en la parte inferior, su forma discoidal acampanada y su cúpula (solamente entrevista por Viljo y Heinonen desde su posición inferior). Pero la parte baja de la, nave es idéntica a la que aparece en las famosas fotografías de Adamski, que datan de 1952 (compárese la nave que aparece en la reconstrucción del incidente, con la de una nave adamskiana).



De aceptarse el episodio del bosque de Imjarvi, ello significa un serio respaldo a la autenticidad de las fotos de Adamski. Pero hay más: volvemos a encontrar la nave discoidal, con las tres bolas inferiores, en un caso de abducción muy sólido: el del sargento Moody, de la aviación norteamericana. Charles L. Moody fue supuestamente abducido la noche del 12 de agosto de 1975, en Alamogordo (Nuevo México). El hercúleo sargento fue llevado por sus captores al interior de la navecilla, donde le mostraron su «sala de máquinas». En ella vio.., la parte interior, o hemisferios, de las tres semiesferas que antes había visto por fuera de la nave. En un próximo libró pienso ocuparme con detalle del caso del sargento Moody, y de paso, establecer unas interesantes comparaciones.

En resumen el caso de Imjllrvi y sus extrañas secuelas constituye un verdadero compendio de eventos ufológicos. En él tenemos desde la «nave tipo Adamski» hasta el pequeño humanoide, el haz de luz compacta, los efectos fisiológicos, psicológicos y parapsicológicos en los testigos, el «contacto mesiánico" una posible –indemostrada- abducción, y para que no falte nada, un paralelo con una de las más famosas apariciones marianas.
Pero las piezas de la «aparición mariana» se nos dan por separado, en Imjilrvi. Si la figurilla que descendió por el rayo de luz, desde el ovni (la «nube» en Fátima; pero es que el ovni de Imjarvi también apareció como una «nube»), hubiese sido la «mujercita» con que Heinonen se entrevistó dos o tres años después, el parecido hubiera sido perfecto. Sin embargo, en Finlandia la «uraniana» prefirió aparecerse al testigo de otra forma, acaso más «normal». Y el diálogo que ambos entablaron brevemente no tuvo nada de religioso, -por supuesto.
¿Qué o «quién» se oculta tras esa tramoya? Aarno Heinonen está en la línea de los hombres sencillos jóvenes y sanos, que «ellos» parecen preferir para sus contactos como depositarios de sus «mensajes». ¿Para ir creando «ciudadanos cósmicos», como postula el doctor Leo Sprinkle, el hombre que más supuestos abducidos ha estudiado y, por tanto, el hombre que más sabe sobre este aspecto importantísimo del problema?. Tal vez.


El escritor e investigador Antonio Ribera y Jordá, un adelantado a su tiempo.



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