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domingo, 18 de agosto de 2013

Al Otro Lado de la Luna

Al Otro Lado de la Luna

En la Luna siempre han ocurrido hechos fascinantes, como lo han corroborado los astronautas que allí fueron. Hemos mirado la Luna con fascinación, precisamente porque el satélite natural de la Tierra siempre presenta la misma cara ¿Quizás la Luna no tiene periodo de rotación y por ello aparece siempre igual? La razón es entre curiosa y sospechosa ya que el movimiento de rotación sobre si misma y traslación alrededor de la tierra coinciden y es de 27 días 7 horas y 43 minutos. Por esa razón siempre se nos presenta con la misma cara. Es como si unas inteligencias extraterrestres hubiesen calculado  hasta el mínimo detalle su movimiento, permitiéndoles maniobrar al otro lado de la Luna sin ser vistos por los seres humanos, dejando que los habitantes de la Tierra tuviesen conciencia de ello solo cuando fuesen capaces de enviar sondas y naves tripuladas a ese astro fascinante. Y esas condiciones solo son posibles con un adelanto tecnológico aceptable como el que ahora tenemos.

Desde el inicio de la carrera espacial, como muchos ya saben, los astronautas han visto infinidad de OVNIs acompañándolos en sus vuelos, acercándose a las capsulas o presenciando el alunizaje del modulo lunar Eagle que fue transportado por el Apolo XI, e hizo posible pisar la Luna por primera vez a un ser humano: Lo dio, como todos ya sabemos, Neil Astromg el día 21 de Julio de 1969 en el Mar de la Tranquilidad (un nombre muy poético como puede verse).
Sin duda los cosmonautas soviéticos y los astronautas norteamericanos debieron sentir infinidad de emociones entrecruzadas, tales como la admiración, el asombro, el miedo a lo desconocido, la negra profundidad del espacio y la soledad e indefensión de unos seres humanos frente a la magnificencia del cosmos. Si añadimos la presencia de naves extraterrestres simultaneando con ellos, dueños una tecnología inimaginable, volando y cruzándose en el horizonte, entonces los hechos toman transcendencia cercana a la mitología, como lo fueron los argonautas en las leyendas griegas.

Muchos astronautas, tales como Edgar Mitchell, dieron un paso hacia delante y contaron sus experiencias vividas así como la confirmación de la presencia extraterrestre en la Tierra.


Entrevista radiofonica (subtitulado en español) al astronauta Edgard Mitchell realizada por el locutor de radio Nick Margerrison el dia 23 de Julio de 2008

En esta ocasión he traído un fragmento del libro Bases de OVNIs en la Tierra,  de Douglas O´Brien, donde nos narra de una forma singular aquellos episodios vividos por seres humanos valientes, astronautas que iniciaron la carrera espacial y que fueron testigos de aquellas naves extraterrestres.

Pagina 104

Bases de OVNIS en la Tierra,    de Douglas O´Brien

Capítulo XII

Los viajes espaciales


Desde siempre el hombre ha querido volar y salir del espacio en el que vive habitualmente. Esta manera de pensar ha quedado impresa en todas las manifestaciones de la cultura desde las civilizaciones más antiguas y ahora ese deseo universal y casi eterno se ha hecho realidad, gracias a los avances de la tecnología.
En efecto, en lo que va de siglo el desarrollo técnico ha permitido la creación de flotas de aviones capaces de surcar los cielos, con una velocidad insospechada para nuestros más directos antepasados, y viajar por todo el mundo. Pero el desarrollo de los motores a reacción ha hecho posible cumplir un antiguo sueño de la Humanidad: viajar a los planetas. Si bien es verdad que, actualmente, eso sólo es privilegio de los iniciados en la astronomía y que se deben pasar muchísimas pruebas para llegar a ser astronauta, porque la tecnología actual no está preparada para viajes de grandes grupos, también lo es que todos los comienzos han sido difíciles y trabajosos en el mundo de la ciencia. El hecho de poder abandonar la cotidiana atmósfera terrestre e investigar en el cosmos hace que los hombres comprendan la grandeza del Universo y lo poco que significamos dentro del orden maravilloso que lo domina.
Por otra parte, los resultados parciales obtenidos hasta el momento no ofrecen esperanzas muy alentadoras. Actualmente, sólo las dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión soviética, están capacitadas para lanzar naves al espacio exterior. Los programas previstos disfrutan de la ayuda técnica de sus respectivas fuerzas aéreas, que facilitan los adelantos militares en ese campo, cuando ya están experimentados.

La investigación espacial tiene dos fases: una exclusivamente militar, de obtención de información del enemigo y en la segunda fase se aprovechan de esos conocimientos para la investigación científica propiamente dicha. Los militares tienen la ventaja de que todos los miembros civiles que participan en la investigación, tienen o han tenido relación con las fuerzas armadas o, lo que es lo mismo, ejercen una estrecha supervisión sobre todo lo que hacen los civiles. Y, además, sus medidas de seguridad tienen carácter militar, con lo cual se puede entender, con toda normalidad, el gran secreto que rodea a muchas misiones espaciales, así como los procedimientos de comunicación de los módulos con la base en tierra. Están seguros los militares de que se guardará el más estricto secreto de los descubrimientos que se hagan en el espacio exterior.

Ya hemos hablado anteriormente cuáles son los móviles que hacen que los Estados manejen asombrosas cantidades de dinero en programas de investigación y desarrollo de técnicas de transporte, incluido el espacial. Es notorio que, al margen de los descubrimientos científicos que se puedan realizar, todas las expediciones lunares han tenido como finalidad la búsqueda de elementos, como el titanio, que garantizara un aumento en la producción y un abaratamiento de los costes, en caso de que en la Luna hubiera titanio en grandes cantidades y la explotación fuera fácil. Eso ha contribuido, sin duda, a que los programas de investigación lunar se hayan desarrollado profundamente. Pero, al parecer, no es posible seguir adelante con esos planes, porque no son viables a corto plazo o porque no hay nada provechosos en la Luna. Otro tanto se podría decir de los planetas que actualmente son objeto de estudio.

La realidad de los ovnis


Como ya señalé en otros capítulos, la realidad de los ovnis no admite discusión y, por lógica, cuando una nave terrestre sale de la atmósfera para entrar en el espacio exterior, esto tiene que despertar la curiosidad de nuestros visitantes, los seres extraterrestres. Ahora bien, por medio de la Prensa el público está enterado de que algo ocurre en el espacio, aunque los datos disponibles sean fragmentarios. Son cada vez más las personas que manifiestan sus reservas a los comunicados oficiales, tanto de la Agencia Nacional de Administración Espacial (NASA), como de la Academia de ciencias soviética y su programa de investigación espacial.

Y es que, en muchos de esos viajes, y el publico tiene parcial conocimiento de ello, muchos astronautas han reconocido ver maquinas y aparatos extraños que les observaban, y cuyo manejo era realizado por seres inteligentes, los astronautas tienen la obligación de guardar secreto de todo lo concerniente a su trabajo y, por su condición de militares, no pueden manifestar públicamente todo lo que ellos han visto. Y si hay datos que el público conoce, esto se ha podido conseguir por algún fallo en los sistemas de comunicaciones de las naves, las cuales no comunicaron por el canal secreto que les tienen asignado lo militares, sino que lo hicieron por el canal público, es decir, el que está destinado para las emisoras de radio y televisión.


Hay que desconfiar de muchos programas que, tanto norteamericanos como soviéticos, realizan para fomentar el campo de la investigación. En este punto no estaría de más recordar la protesta diplomática realizada por el gobierno chileno de Salvador allende al de los Estados Unidos, con referencia a un vuelo de investigación científica del Skylab, ese famoso "laboratorio del espacio" que cayó en Australia, en el mes de julio del 79, desintegrándose en mil pedazos. Una de las funciones de este vuelo estaba en descubrir, por medio de complicados análisis de ondas de luz, los yacimientos de todo tipo de metales, cuyo uso fuera interesante para su aplicación en el campo industrial. Lo que ocurrió, en realidad, fue que esos datos obtenidos en países que no fueran los Estados Unidos no le eran comunicados a los respectivos gobiernos, con lo que quedaba en entredicho el espíritu científico de la expedición. Hay que apuntar que funcionan de forma similar todos los programas espaciales de investigación del comportamiento humano en el espacio exterior.

Aparte de experimentar programas de fabricación de materiales en una zona sin atmósfera, como cristales mucho más pulidos, se desarrollan diversos tipos de enfermedades y su reacción en una zona sin gravedad y, cómo no (y estoy seguro que esto aterrorizara a más de uno), experiencias con bacterias que, sin duda, habría que inscribirlas dentro de la guerra bacteriológica. Las superpotencias le van concediendo creciente importancia a la nueva ciencia, la parapsicología, y en virtud de esa valoración se realizan en el espacio pruebas para estudiar la telepatía. Para nadie es un secreto que, en los vuelos espaciales, se realizan estas experiencias que han sido confirmadas por las agencias especializadas en el tema.

Visto todo esto en su conjunto, queda claro que, en los viajes espaciales, lo que importa son los resultados. Hay materiales que son necesarios en la creación de nuevos tipos de maquinaria tecnológicamente necesaria y cuyos costes de obtención son muy elevados. Si en el espacio, en la Luna, fuesen más asequibles, sería estupendo y es ahí donde hay que buscar muchas explicaciones para los viajes espaciales. Pero, como ya hemos dicho, muchos astronautas han reconocido haber visto objetos volantes no identificados y esto es una realidad.

Cuando el hombre pisó la Luna por primera vez circuló la noticia de que existía una grabación que no había sido hecha pública por la NASA, en la cual el astronauta comunicaba a la base que, en los cráteres cercanos, había naves que le estaban vigilando. Pues bien, estos comentarios que son absolutamente ciertos, han sido conocidos por el mundo por un error de los tripulantes que no se dieron cuenta de comunicar con el centro militar asignado por el canal en la clave ya determinada y lo hicieron por otro por el que podían ser oídos por la radio y la televisión, al tratarse de un canal utilizado por esos medios de comunicación.
Generalmente, y esto el publico lo ignora, los astronautas reciben una formación psicológica para que sepan que se encontrarán con objetos extraños que les estarán vigilando y les dan instrucciones sobre la forma de comportarse en esos momentos. Una misión espacial necesita una inversión de miles de millones de dólares y por eso se exige que el personal esté superpreparado y dispuesto a enfrentarse con los ovnis, sin ningún temor a los extraterrestres.

Hasta la fecha, los platillos volantes no han mostrado hostilidad contra las naves espaciales terrestres y, por eso, se prepara a los astronautas para que acepten el contacto visual con esos seres y naves de otros planetas. En general, muchos aguantan tranquilamente el impacto de la visión, pero, en ocasiones, se hace insoportable para algunos pilotos. Es quizá ésta una de las cualidades más admirables de los pilotos soviéticos, los cuales han demostrado una entereza encomiable, aunque algunos pocos han precisado asistencia psiquiátrica al llegar a tierra.


Todas las naves tienen colocados unos emisores de rayos ultravioleta para comunicar con sus bases en tierra. Este procedimiento de comunicación es prácticamente imposible de interceptar por el enemigo, lo cual, unido a una clave difícil, hace que la seguridad del mensaje sea total. Hay que puntualizar que, cuando digo averiguar las conversaciones, me refiero a las redes de escuchas de los servicios de información militar del enemigo y no a los radioaficionados, los cuales no tienen ninguna posibilidad de descifrar los mensajes, salvo por error del piloto.
El procedimiento de emisión de rayos ultravioleta tienen una desventaja, y es que, si el enemigo no quiere que el mensaje se transmita, basta con enviar un haz de rayos ultravioleta a la zona de emisión, para provocar interferencias que hagan imposible la recepción con claridad. En la guerra electrónica hay detalles que son impresionantes, pero, por lo general, los militares e investigadores se comportan como caballeros y no provocan nunca al adversario.
En este capitulo de los vuelos espaciales, hay que señalar que, en muchos de ellos ha habido avistamientos de ovnis durante bastante tiempo y se dispone de pruebas gráficas de cuanto digo, pero la censura ha ido en contra de todo ello de manera inmediata.

Las naves espaciales terrestres y los ovnis


Quiero recordar el caso del Géminis IV, en misión en junio del 65. El astronauta Mcdivitt manifestó que había visto un ovni cuando estaba en órbita; afortunadamente para él fue muy convincente la explicación que dio la NASA. Este hecho fue comentado, incluso, en el informe Condon, cuando señala "los grandes brazos que salían de un objeto, similares a antenas, y acercándose a la cápsula tanto que estuve a punto de hacer variar el rumbo de la nave, llegó a tomar fotos". Posteriormente, los análisis de la NASA "demostraron" que era un efecto óptico de su propia cápsula. Este astronauta también vio otro objeto, pero fue imposible definirlo por encontrarse muy lejos.

Otros datos facilitados por el informe Condon se refieren al Géminis VII, en el que viajaban Frank Bormann y James A. Lowell Jr., quienes descubrieron a varios ovnis en formación. Según un informe de la NASA, fueron objeto de una alucinación motivada por los trece días de estancia en el espacio y por la responsabilidad de ser una misión en la que se realizaba el acoplamiento con otra nave, el Géminis VI.
En el vuelo del Géminis VI, el astronauta acompañante Edward H. White, que efectuó una salida al espacio de veintitrés minutos, observó claramente el mismo objeto que su compañero, pero a distancia. Este, en cambio, no informó más que a sus superiores.

Lo lamentable del caso es que el publico no piensa en los intentos de ocultar todo lo relacionado con los ovnis, también por parte soviética, ya que ellos se han visto en parecidos trances a los largo de su historia espacial. Y hay una diferencia de comportamiento en los intentos de la censura en ambos países, como bien pudieron comprobar los norteamericanos recientemente, durante el intento de ensamblaje espacial entre astronautas soviéticos y norteamericanos. Los pilotos soviéticos, en caso de que reconozcan públicamente que han visto ovnis en el espacio exterior, serán expulsados del programa espacial automáticamente y vigilados estrechamente por la policía secreta.

Además, en caso de persistir en su actitud, amenazando con ello la seguridad el Estado, serán enviados al hospital psiquiátrico de alta seguridad de Sychyovka, en la región de Smolensk, donde ya no supondrán ninguna molestia para el régimen soviético.
Fue un autentico "bombazo" la filtración a la Prensa de lo ocurrido en el vuelo del Apolo XI, tripulado por Neil A. Amstrong, Edwin Aldrin Jr. Y Michael Collins. Unos minutos de conversación fueron escuchados por los radioaficionados, merced a un descuido de los sistemas de seguridad de comunicaciones. Entonces los investigadores privados de ovnis se lanzaron a la caza de información de las experiencias de los astronautas, aunque el personal cualificado de la NASA les respondió con una rotunda negativa. Esos investigadores pensaban, quizá, ingenuamente que se les iba a facilitar cuanta información ellos deseaban.

Todo lo relacionado con el tema de los ovnis se considera secreto de Estado, y los astronautas que revelen algún detalle tendrán penas severísimas. A pesar de todo, alguno de ellos suele hacer interesantes declaraciones afirmando que cree en la vida de otros mundos y otras de tipo filosófico, pero hay que comprender que las visiones espaciales pueden hacer estragos en la mente del sujeto mejor templado.
Desde que se inició la historia espacial, el desarrollo conseguido ha sido estudiado de cerca por nuestros "vecinos" los extraterrestres. En el año 1957 se lanzó la primera nave espacial soviética y entonces se dijo que el lanzamiento no se había realizado, que todo era un fraude. Los más optimistas anunciaban, a bombo y platillo, que el hombre había conquistado el Cosmos plenamente.
Lo que sí es realidad es que todos los vuelos fueron seguidos por naves extraterrestres y que los vuelos lunares han hecho que los ministerio de Defensa aumentaran los presupuestos para la investigación espacial.
Los vuelos soviéticos no tripulados a la Luna han tenido una historia que, si bien hay que incluirla dentro de la investigación científica, sería un error circunscribiría puramente al análisis lunar. Una misión científica importante fue la realizada por el aparato soviético Lunik 3, lanzado el 4 de octubre de 1959. Sacó fotografías de la cara oculta de la Luna, donde observaron alineaciones extrañas de objetos similares a los famosos platillos volantes. El alto estado mayor soviético calculó que se trataba de una base de esos aparatos y aumentaron la investigación en la zona. Lamentablemente, nuestra tecnología espacial era muy limitada y, dado que el comportamiento de esos seres no era violento, se esperó, pacientemente, a que una nueva nave llegase al espacio para confirmar las sospechas. Seis años más tarde, los rusos lanzaron a esa zona un vehículo mucho más perfecto técnicamente, pues, no en vano, habían pasado todo ese tiempo en continuas investigaciones. Los analistas del servicio militar norteamericano de información y el mundo se enteraron de que los soviéticos lanzaban al espacio una nave con la misión genérica de investigar. Se trataba del Zond - 3, lanzado el 18 de julio de 1965, que tenía por fin obtener fotografías de la cara oculta de la Luna. ¿Cuáles fueron los resultados? Quizá algún día se haga publica la verdad, pero debió de ser algo poco halagador, pues, de pronto, los rusos suspendieron los lanzamientos en esa dirección. Se especula con el hecho de que pudieran recibir una seria advertencia. Y únicamente aprovecharon los vuelos Lunik 14 y Zond 5, colocados en órbita lunar. El Zond 5 pudo ser recuperado y sirvió para estudiar las radiaciones y el material fotográfico.

Aunque los norteamericanos no perdieron el tren espacial, lo cierto es que terminaron en rotundos fracasos los primeros intentos de emular a los rusos, no logrando los datos que esperaban sobre esa zona.

La luna ha sido siempre un punto de mira interesante para los analistas militares de ovnis que han recogido muestras para sus estudios por medio de las fotografías de los satélites o de los informes visuales de los pilotos espaciales. Los vehículos Lunik 17 y 21 trajeron en sus aparatos Lunohood varias colecciones de fotos de unos aparatos metálicos extraños que les observaban. Quizá sea esa la causa por la que los soviéticos no se atrevieron a enviar tripulantes a nuestro satélite; había allí algo que no les infundía tranquilidad a los rusos.

No obstante, las sorpresas iban a ser mayores en el futuro, pues, ya en los comienzos de los vuelos tripulados del Programa Mercury, empezaron a sobresaltarse los responsables de la censura y de la seguridad. En efecto, el "NORAD" siguió el descenso de la cápsula "Friendship 7", tripulada por J. H. Glenn, lanzada el 20 de febrero de 1962, que completó tres órbitas, con una duración de cuatro horas y cincuenta y cinco minutos. Advirtieron desde el "NORAD" que un objeto estaba pegado al aparato que bajaba y se apartó de su lado al entrar en la atmósfera. Con ello, se vio la necesidad de preparar a los astronautas para encuentros posteriores.


Un asunto no aclarado aún fue el ocurrido con el primer vuelo Géminis I, que no pudo ser recuperado; aunque era experimental, algo hizo que la radiación aumentara de tal modo que se hacía muy peligrosa la recuperación de la nave. Ante el miedo que supuso el hecho de que hubiera sido atacada por los tripulantes de los ovnis, lo que era, tal vez, una advertencia para que no se continuase en los intentos de salir al espacio, se lanzó después una nave sin tripulación que no sufrió ningún desperfecto.
El vuelo del Géminis IV ya ha sido comentado, así como lo ocurrido en el Géminis VII que tenía que ser recogido por el Géminis VI, y en el que los pilotos, lo mismo que los del Géminis VI, Walter Schirra Jr. y Thomas Stafford, apreciaron los intentos de vigilancia de los objetos desconocidos.

También los tripulantes del Géminis IX fueron objeto de la curiosidad de nuestros vecinos. En ese vuelo se realizaron intentos de encuentros con un vehículo ATDA, así como una salida al espacio exterior realizada por Eugene P. Cernan, durante ciento veintiocho minutos. Este debió pasar un mal rato cuando vio la gigantesca nave que les observaba, aunque situada a una distancia considerable. Los intentos de pretender ignorar a los vigilantes ovnis han estado a punto de provocar ataques de histeria en el espacio, pues es terrible la sensación de impotencia que padecen los astronautas, lo que hace que, una vez en tierra, los oficiales de seguridad tienen una enorme responsabilidad para conseguir que no cuenten a nadie lo que han visto y que les ha causado tanto miedo.

Los tripulantes del programa Géminis aun tuvieron más avistamientos, como los del Géminis XI, tripulado por Charles Conrad Jr. Y F. Gordon Jr. Y los del Géminis XII, tripulado por James A. Lowell Jr. (Que tripulaba el Géminis VII), con experiencia ya en avistamientos, y Edwin Aldrin Jr. Estos dos astronautas, en su segundo día de estancia en el espacio exterior, fueron acompañados, durante tres horas, por una nave de doce metros de diámetro, que despedía unas luces brillantes que cambiaban de tono a medida que aumentaba la velocidad del aparato.


Afortunadamente para los pilotos, ya acostumbrados a estas experiencias, no sufrieron sorpresas desagradables al iniciarse el proyecto Apolo. Hasta entonces los medios de seguridad y comunicación con las bases militares de tierra no habían variado; no debemos olvidar que los astronautas son todos militares y que, como tales, deben guardar secreto de cuanto se relacione con el tema de los ovnis en sus misiones espaciales. Los militares han afirmado, una y otra vez, que los ovnis no existen, pero a mí se me ocurre preguntar ¿cómo es posible que se gasten todos los años millones de dólares en investigar algo que, según ellos, no existe?
Por lo que se refiere a los ovnis, el programa Apolo, con sus diecisiete vehículos, tampoco fue una excepción. Los secretos militares y los analistas de la NASA, disponen de más de un millar de fotografías de objetos volantes no identificados que fueron sacadas por las distintas naves de ese programa.

El vuelo séptimo de la serie Apolo fue el primero tripulado de este programa por Walter M. Schirra, Don F. Eisele y R. Walter Cunningham, los cuales estuvieron once días en el espacio exterior, realizando todo tipo de experiencias, entre las que estaban las de telepatía y otras secretas, mientras se reían públicamente de estas practicas los científicos más destacados de la NASA. Pero en el curso de estos experimentos algo hizo palidecer a los controladores de tierra: mientras estaban realizando la experiencia en órbita, el astronauta encargado de llevarlas a cabo, entró en trance y empezó a decir cosas sin sentido y palabras ininteligibles. Pensaron que habría sufrido un ataque, pero al momento apareció en las pantallas de radar una enorme aeronave que siguió a la terrestre durante algún tiempo, para perderse luego en el espacio. Este episodio fue analizado por los psicólogos, durante mucho tiempo, sin llegar a conclusiones definitivas.

Testimonio del Apolo - 8

El Apolo 8 fue lanzado el 21 de diciembre de 1968 y, tripulado por Frank Bormann, James A. Lowell y William Anders, dio diez órbitas a la Luna. Observaron atónitos los mismo que las cámaras de las sondas soviéticas habían fotografiado en la cara oculta de la Luna y lo transmitieron por el canal secreto, una vez que llegaron a la zona desde la que podían comunicar. Debemos recordar que un vehículo en la parte oculta de la Luna no puede transmitir nada a la Tierra si no cuenta con la ayuda de un satélite de comunicación. Allí observaron hileras de objetos y plataformas móviles, pues a cada nueva vuelta están en lugares diferentes. Cuando el Apolo 8 se encontraba en la parte oculta de nuestro satélite natural, los ovnis se acercaban a la nave espacial. Debido a la preparación psicológica a que habían estado sometidos, los astronautas no se impresionaron en absoluto, ya que eso significaba para ellos pura rutina.

La Luna vista desde la atmosfera terrestre
Pero la gran sorpresa la tuvieron los miembros de los servicios de información encargados de la censura, con ocasión del vuelo del Apolo 10, cuando transmitía imágenes de televisión a la tierra y captó en sus pantallas la sombra de un ovni. El susto y la sorpresa fueron tremendos y se logró censurar esas imágenes. A partir de ese momento, siempre que fueran transmitidas por televisión, se retrasaban un poco las imágenes (se hacia, lo que se conoce en el argot televisivo, "el bucle").
Detrás de los vuelos siguientes de los Apolos estuvieron, cómo no, las miradas inquisidoras de las naves desconocidas que mostraron un especial interés en el vuelo del Apolo 13, que no pudo alunizar porque lo impidió una "explosión".

Los astronautas soviéticos han tenido desagradables encuentros en el espacio, pero esos pilotos se han caracterizado siempre por una mayor sangre fría que los americanos. Y hay que apuntar que ellos no tienen tantas oportunidades de informar al público de sus correrías espaciales. Ya he comentado eso al hablar de las misiones de las sondas soviéticas en su investigación de la Luna y de su sorprendente cara oculta. El hecho de que los rusos hayan investigado la superficie lunar por medio de aparatos técnicos, como el Lunohood, y no se hayan atrevido a enviar a realizar las misiones a seres humanos, como hicieron los norteamericanos, llevó a pensar mal. Antes de que los americanos pisaran la Luna. Los servicios secretos militares creyeron que esa actitud recelosa de los soviéticos obedecía a que habían descubierto algo sensacional o que, tal vez, los tripulantes de los platillos volantes habían intentado atacarles.

Esto informes fueron realizados a petición de la seguridad de la NASA, pues, en aquella época, los soviéticos se especializaron en pasar agentes provocadores, que, dando informes falsos, hacían que los norteamericanos retrasaran el proyecto de enviar un hombre a la Luna, antes que los rusos. Hay que recordar la promesa de Kennedy de que un norteamericano pisaría la Luna antes de terminar 1969.
Como el asunto ovni era tomado muy en serio y los avistamientos continuaban, cuando los agentes soviéticos dijeron lo que habían descubierto sus astronautas en la cara oculta de la Luna, los agentes de la información militar norteamericana estuvieron meditando largo tiempo si merecía la pena mandar astronautas a nuestro satélite. La información facilitada por los soviéticos fue la de que los satélites rusos habían descubierto una base abandonada y que, dado el potencial tecnológico de esa época, no permitía enviar naves exploradoras. Y añadían que no se podía garantizar que resultase interesante en los aspectos prácticos. Los mandos militares soviéticos decidieron atacar esa base, pues, aunque se descartaba la posibilidad de que tuviera origen terrestre, era claro que podía ser perjudicial para la Tierra. Entonces fueron estudiadas las distintas alternativas de ataque contra la base desconocida y todos se inclinaron por el ataque bacteriológico. Se realizó con un tipo de bacterias que permanecían vivas mucho tiempo, en las peores condiciones.

Cuando los miembros del Consejo Nacional de Seguridad norteamericanos se enteraron de esto y oyeron los informes de los científicos, la cosa parecía de película de ciencia ficción y no se dio crédito a las informaciones. Los agentes que hicieron las anteriores declaraciones fueron detenidos por provocación al llegar a los servicios secretos norteamericanos. Pero no estaban muy convencidos de lo que hacían, pues la tecnología soviética estaba en condiciones de poner un hombre en la Luna. Entonces ¿Por qué no lo hacía? Por otra parte, las misiones no clarificadas sugerían posibilidades de dar verosimilitud al asunto y, además, los informes del contraespionaje habían captado el rumor extendido por los servicios secretos soviéticos de que la Luna ya había sido pisada por los rusos en secreto.

Los militares dieron el visto bueno a la misión que habría de poner a un hombre en la Luna y esa fue la razón de que los astronautas estuviesen posteriormente en cuarentena. Quizá a causa de una bacteria que soporta condiciones en las cuales no puede desarrollarse ninguna otra de las conocidas y que podía haber sido cultivada en los laboratorios de guerra bacteriológica. Una vez que hubo pasado la cuarentena, los norteamericanos comprobaron que el rumor era una provocación de los rusos, sin ningún fundamente real. Esto es una nueva muestra de cómo van las cosas entre bastidores en las agencias espaciales.

Los soviéticos, desde hace bastantes años, han tenido la costumbre de intoxicar a nuestros servicios secretos con las afirmaciones de que han conseguido capturar un ovni o copiar sus secretos tecnológicos. Cada vez que un astronauta soviético acudía a la recepción de alguna embajada o a alguna fiesta y veía allí a un diplomático norteamericano que le comunicaba los datos obtenido en los avistamientos de ovnis por los astronautas norteamericanos, el ruso le contestaba muy serio que así ellos no lo hubieran conseguido nunca, pero que ya habían corregido el procedimiento con buenos resultados.


Análisis del suelo lunar realizado por el canal de Youtube: Mundodesconocido
el enlace es el siguiente: http://www.youtube.com/watch?v=kNE1poKgh00 

Al margen de las provocaciones, los astronautas soviéticos deben pasar un curso de adiestramiento sobre los ovnis en la sede del ministerio de Defensa en Moscú. Y además casi todos ellos han divisado o estudiado algún platillo volante. Las practicas de parapsicología son desarrolladas, frecuentemente, en las naves, puesto que, en sus misiones espaciales, estudian el comportamiento del hombre fuera de la gravedad, lo que ofrece, además, inmensas posibilidades de desarrollo intelectual y mental. También llevan a cabo alguna misión militar bastante sospechosa que muy bien podría entrar en el campo del espionaje.

El más importante de los casos de avistamiento en el espacio tuvo lugar en los vuelos de acoplamiento del Soyut 4 con Soyut 5. El primero tripulado por V. A. Satalov, al regresar a la Tierra llevó consigo a los astronautas de la otra nave, E. Hrunov y A. S. Jeliseev. Cuando partieron, el astronauta del Soyut 5, B. Voljnov, lanzó frenéticos avisos a la tierra para que le permitieran volver, porque estaba asustado.

Los pilotos del Soyut 11, G. L. Dobrovolskij, V. I. Patsayev y V. Volkov, cuando realizaban el pase a la estación orbital Salyut e indicaban el descenso a la Tierra, fueron acompañados por dos objetos no identificados. Los mensajes de los astronautas fueron bastante largos, pero unos momentos después perecieron al entrar en la atmósfera y las causas de su muerte siguen siendo un misterio.

Los astronautas soviéticos Nicolaev y V. Sebastianov, del vuelo Soyut 9, fueron advertidos, por funcionarios de la seguridad militar soviética, de que no debían hablar a nadie de sus avistamientos, pues ellos habían comenzado a hacer comentarios sobre el tema con todo el mundo.

Durante el vuelo del Soyut 14, de catorce días de duración, desde la estación orbital Salyut fueron observadas oleadas de ovnis que entraban en la atmósfera terrestre.
Los astronautas P. Popovic y J. Artjukin fueron los que estuvieron más tiempo en el espacio y fueron testigos de entradas de ovnis en la atmósfera. Otro tanto se puede decir de los pilotos norteamericanos Bean, Garriot y Lousma. Recientemente, los pilotos Yuri Romanenko y Grechko, en un vuelo orbital de noventa y seis días, registraron más de diez avistamientos de platillos volantes, uno de ellos cuando estaban fuera de la cápsula espacial.

Posteriormente, las tripulaciones han podido ser testigos de nuevos avistamientos y lo que ellos no acaban de comprender es por qué los gobiernos continúan ocultando a los ciudadanos la verdad de los ovnis.
En las sondas que se han lanzado a Marte, Mercurio y Venus ha habido también muchas sorpresas; por ejemplo, algunas extrañas destrucciones de sondas en Venus y unas curiosas fotografías de Marte.

Los programas soviéticos Venera y Marx y el norteamericano Mariner han dejado muchas incógnitas sin despejar, por lo que la respuesta del cosmos no la tienen los servicios secretos, por ahora.
En ese campo la realidad no puede ser tergiversada, pues la existencia de los ovnis es incuestionable. Únicamente puede ser retrasado su descubrimiento al mundo y hasta el momento los servicios de información están logrando éxitos en sus afanes de ocultar a todos ese fenómeno.



El astronauta Edgard Mitchell




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