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domingo, 8 de septiembre de 2013

Experimentos Genéticos Extraterrestres : Clonación, hibridación y reproducción con seres humanos.

Experimentos Genéticos Extraterrestres : Clonación, hibridación y reproducción con seres humanos.



Por alguna razón, la genética de los seres humanos interesa y con mucho a las diferentes razas que visitan el planeta Tierra. Aproximadamente son 70 las que de un modo u otro interactúan en este planeta: En la mayoría de los casos se limitan a extraer sangre y todo tipo de fluidos a personas y animales , induciendo posteriormente a que no recuerden nada de "la parte desagradable" de dichos encuentros, tal como le ocurrió al muy nombrado Julio F., el cual, mediante hipnosis, relató como una vez fue llevado dentro del platillo volante y tendido en una mesa muy parecida a la de un quirófano, apareció una esfera flotando que se situó junto a su cuerpo saliendo de ella una especie de “cables ó delgados tentáculos” que se introdujeron por todos los orificios de su cuerpo: nariz, boca, oídos, etc.. Y la lógica nos lleva a pensar que aquellos extraterrestres de aspecto nórdico solo tenían como misión  el puro análisis médico de un terrestre, al cual dejarían mas tarde en libertad.


De igual modo, existen otros muchos testimonios de hombres y mujeres a los cuales se les ha obligado de una forma u otra a mantener relaciones sexuales con tripulantes de esas naves extraterrestres; se entiende que con el único fin de lograr razas hibridas de cualidades superiores, mejorarando asi la genética de estos seres de las estrellas. Y por ello, rápidamente se llega a la conclusión que muchos de los viajeros extraterrestres que llegan a la Tierra son ciertamente “parientes lejanos” respecto a los seres humanos, existiendo claramente un nexo común en cuanto al origen de lo que se entiende como “raza humana” ó como dijo Robert Dean en su momento,  algunos de esos extraterrestres, físicamente, seriamos incapaces de distinguirlos….

En esta ocasión, he intentado “comprimir” el que para mí es el mejor libro de Salvador Freixedo: La amenaza extraterrestre. En este libro Salvador Freixedo hace hincapié en la actividad, principalmente,  de aquellos extraterrestres que conocemos como “regresivos” ó lo que todo el mundo llamaría como “los malos de la película”, ya que son ellos unos de los más activos en buscar una hibridación de su raza con los humanos, y  encontrar una vía de escape a su sistema reproductivo basado actualmente en la clonación, ya que miles de años atrás, su planeta situado en el sistema planetario de Rigel, sufrió la devastación por un holocausto nuclear. Según explica Salvador Freixedo en su libro, son los rigelianos  una raza extremadamente despiadada con los seres humanos, siendo asi mismo los responsables de las conocidas como la “muerte y mutilación de animales” a lo largo y ancho de todo el planeta, y especialmente en USA.  Sirviéndose de este medio para la “obtención de glandulares” y alimentarse, debido a que su sistema digestivo tambien esta  muy dañado y solo son capaces de tomar alimentos absorbiendo esas sustancias a través de la piel. Lo terrible de los rigelianos es como ven a los seres humanos en forma de un recurso y no tienen ningún prejuicio moral en utilizar cuerpos humanos para obtener sangre y glandulares.


He añadido también, el testimonio de Vilas Boas, muy conocido ya en el mundo ufológico, explicado a la perfección por Manuel Navas Arcos.




Del libro La amenaza extraterrestre,  de Salvador Freixedo
Pagina 45

CAPITULO V
LAS EXPERIENCIAS GENÉTICAS DE LOS EXTRATERRESTRES

Aunque ello tienda a quitarle aún más credibilidad al fenómeno ovni, es de sobra conocido que todo él tiene unas connotaciones sexuales que cada vez se han ido haciendo más manifiestas.
En un principio no las podíamos explicar y el sólo mencionar la sospecha de ello llenaba de indignación a los «ufólogos serios». No se podía explicar fácilmente cómo unos seres, aparentemente tan evolucionados, a juzgar por las máquinas en que venían, y procedentes de lugares lejanísimos en el Universo, podían ser tan vulgares como para rivalizar con cualquier gañán pueblerino o con los casanovas rijosos de nuestras ciudades. Pero con el tiempo nos hemos ido convenciendo de que entre los alienígenas abundan los que no hacen mucho aprecio de nuestra «moral y buenas costumbres». La casuística para probarlo es abundantísima, tal como en seguida veremos. Hasta hace una década apenas si teníamos dos o tres casos medio dudosos para probar nuestras sospechas, pero hoy tenemos ya una infinidad, pues a los típicamente ovnísticos se han sumado otros en los que, aun no apareciendo el ovni a primera vista, sabemos que proceden de la misma causa y que están íntimamente relacionados con los tripulantes de los vehículos espaciales.

En el cristianismo la virginidad de la madre de su fundador es un dogma sagrado en torno al cual los teólogos no admiten discusión. Pero aparte de lo extraño de esta creencia, siempre se nos había hecho muy sospechoso el que casi todas las religiones grandes e históricas pensasen lo mismo en cuanto al nacimiento de sus respectivos fundadores. Hoy día, gracias al fenómeno ovni, podemos explicarnos perfectamente por qué tantos pueblos tan dispares en el tiempo y en el espacio creyeron una cosa tan difícil de creer.

Pero a la luz de otros hechos que hoy conocemos perfectamente, creo que podemos darle una explicación mejor. Hoy sabemos con lujo de detalles que a los EBEs (Entidades Biológicas Extraterrestres), que de ordinario tripulan los ovnis, les interesa mucho todo aquello que tiene que ver con la reproducción, tanto de los humanos como de los animales.
De éstos podemos saberlo porque a los que han aparecido muertos y mutilados en las granjas, en muchas ocasiones les faltaban sus órganos genitales completos que habían sido extraídos con una precisión de cirujano sin rasgar tejido alguno. Y esto tanto en el caso de machos como de hembras a las que habían extraído todo el aparato reproductor sin desgarramiento de ninguna clase. De un hecho así he sido testigo de primera mano.

White Missile Range (N. México)
Sin embargo, nos interesan más los datos referentes a los humanos. Oiga el lector este caso sucedido en marzo de 1956 en White Missile Range (N. México). El sargento de la fuerza aérea norteamericana Jonathan P. Louette se encontraba en compañía del mayor William Cunningham caminando por unas dunas en busca de artefactos que no hubiesen hecho explosión después de unas maniobras. El sargento Louette subió a una duna y, continuando en su camino, desapareció de la vista del mayor al descender por la pendiente opuesta. A los pocos instantes comenzaron a oírse gritos de terror del sargento pidiendo ayuda.
Corrió el mayor hacia lo alto de la duna y pudo ver cómo encima de donde estaba el sargento se balanceaba un ovni del que salían unas largas pinzas que lo tenían atenazado. Louette se revolvía frenéticamente y trataba con toda sus fuerzas de liberarse de aquellos brazos mecánicos mientras lanzaba unos terribles gritos. Pero todo fue inútil. En segundos fue alzado y metido dentro de la nave en forma de disco que, elevándose rapidísimamente en vertical, se perdió en el azul intenso del cielo de Nuevo México.

A los tres días el sargento Louette apareció muerto, desnudo y mutilado a unos 16 km. de donde había sido abducido. Le faltaban los ojos y la lengua, que había sido cuidadosamente extraída por la parte inferior de la quijada y, además, según otro informe, le habían extraído con sumo cuidado el esfínter anal y todo su aparato reproductor.

Cuando leí este informe confieso que me quedé perplejo, pues recordé que a la ternera muerta por los ovnis que yo personalmente examiné con sumo cuidado en un campo cerca del pueblo de Moca, en Puerto Rico (ver foto adjunta), le habían llevado exactamente los mismos órganos que al sargento Louette. Y según el misterioso «T», que tantos y tan interesantes informes ha logrado sustraer de los archivos secretos de la NSA en donde trabaja, él conoce entre 12 y 16 casos como el de Louette.
Hechos como éste han estado por muchos años ocultos en los archivos supersecretos de la Fuerza Aérea norteamericana y de la NSA y CIA, pero en la actualidad empiezan a filtrarse, porque hay gente responsable que se da cuenta que seguir manteniendo en secreto esta vital información es un crimen contra la humanidad. Y de este crimen son reos los gobiernos de EEUU y Rusia y muy probablemente los de Inglaterra e Israel. Pero sigamos con nuestro tema.

Como dije, hace años no sabíamos cómo explicar hechos tan extraños, pero hoy ya tenemos muchos datos para explicarlos, aunque no seamos capaces de llegar hasta el fondo de ellos.
Y antes de seguir adelante tenemos que dejar bien claro que entre los seres inteligentes de otros mundos que nos visitan e interfieren en las vidas de los hombres, hay unas enormes diferencias que se manifiestan en la desigual manera que tienen de comportarse con relación a nosotros.

En primer lugar, sabemos que las especies inteligentes que nos visitan son no menos de 70, de las que alrededor de una docena tienen un contacto más activo con nosotros, aunque no caigamos en la cuenta de ello. De esta docena, tres o cuatro son las que en la actualidad interfieren de una manera preocupante.

En segundo lugar, sabemos que algunas de estas especies de EBEs que interfieren más activamente están muy interesados en el funcionamiento de nuestros cuerpos como máquinas biológicas y específicamente en el funcionamiento de nuestros órganos genitales y esto por varias razones, dependiendo de los diversos tipos de extraterrestres: 
1) por pura curiosidad científica; 
2) por deseo de cruzar su raza con la nuestra, para mejorar la suya o para conseguir un híbrido superior a ambas; 
3) para estudiar de una manera muy particular nuestro todavía sano sistema de reproducción y así mejorar el de ellos, gravemente dañado por radiaciones y guerras atómicas en sus planetas hace miles de años. (Algunos en la actualidad sólo pueden reproducirse mediante el cloneo —y por eso son tan parecidos unos a otros—, pero eso conlleva graves limitaciones psicológicas.) 
4) Aunque parezca horrible, y de hecho lo sea, otros interfieren porque usan nuestras glándulas trituradas como materia prima para obtener «material biológico» y en concreto los llamados «glandulares». Normalmente lo obtienen del ganado vacuno, pero no tienen inconveniente en obtenerlo de seres humanos cuando las circunstancias los obligan. Y, 
5) finalmente, otros interfieren por puro «divertimento» o, como dice el Génesis, «les gustan las hijas de los hombres» debido a que nuestra anatomía y forma física es muy parecida a Ia de algunos de ellos.

Me he detenido a especificar las diversas motivaciones que los EBEs tienen para interferir en la vida sexual de los humanos, pero no se crea que éste es su único interés en nuestro mundo; además de lo sexual y genético, son muchas las otras cosas de nuestro mundo que atraen su atención.

Para que el lector vea que este interés que les atribuimos a los EBEs hacia nuestras prácticas y sistema de reproducción no es una pura teoría, le brindaremos unos cuantos hechos que lo confirman.
Margarita vivía en una pequeña villa cuando una noche, estando en la cama, «soñó», aunque de una manera muy rara, que unos individuos que entraban por la ventana la secuestraban y la llevaban a bordo de una nave espacial que flotaba en el aire a no mucha distancia. Allí fue examinada por varios seres de muy baja estatura y sometida a ciertos tratamientos sexuales.
Pasada aquella traumática experiencia, Margarita trató de olvidarla, hasta que al cabo de algo más de un mes notó que le faltaba la regla. Esperó todavía dos meses más, y ante la falta total del período y ciertos síntomas muy extraños, decidió a ir a un ginecólogo.
El doctor confirmó sus temores y le comunicó que efectivamente estaba encinta de unos tres meses. Margarita supo entonces que su extraño sueño no había sido tal cosa, sino una total realidad. Afortunadamente su cintura no acusaba todavía visiblemente el embarazo, pero comenzó a preocuparse por lo que sucedería de allí en adelante, pues en la pequeña ciudad en que vivía las madres solteras no eran vistas con muy buenos ojos.

Cierta noche estaba en la cama enfrascada en su preocupación y a punto de dormirse cuando, en sus propias palabras, «vi de nuevo aquel rayo de luz dorada que entraba por mi ventana. Inmediatamente después me vi otra vez a bordo de aquella nave rodeada de aquellos doctorcitos fantasmales que trabajaban en mi cuerpo. Recuerdo que sentí una fuerte sensación en el estómago y a poco estaba de nuevo tumbada en mi cama».
Como notase algo raro tras esta experiencia, volvió al médico, el cual, muy extrañado, le preguntó cómo había sido el aborto, porque la realidad era que Margarita ya no estaba en estado. Según ella explicaba: «Creo que aquellos enanos desagradables, de caras grises, me practicaron un aborto cuando estaba en el ovni.» «El doctor de la familia describió "científicamente" todo el suceso como una "preñez histérica" y dijo que probablemente yo estaba deseando tener un marido y una familia y todo se había debido a fenónemos mentales inconscientes. Yo le agradecí muchísimo su explicación, pero no me la creí.»


Ciudad de Guadalajara, Jalisco, Mexico.
En la ciudad de Guadalajara, en México, la esposa de un amigo mío me contó algo muy parecido que le había sucedido a ella. Fue tal el «shock» que le produjo el «sueño», que hasta llegó a confesarle a su marido, con lágrimas en los ojos, que había tenido relaciones con otros hombres, pero que no sabía cómo había sido y que le juraba que no lo había hecho voluntariamente. Tras de aquel extraño incidente, que se repitió, tuvo varios abortos inexplicables y me confesó que muchas veces se quedaba mirando a la ventana de su habitación porque tenía terror de que por ella, cuando estuviese sola, iban a aparecerse otra vez aquellas gentes que «en sueños» se la habían llevado y la habían violado.

Seguramente si se sometiera a una sesión de hipnosis afloraría toda la inquietante realidad que ahora subyace reprimida debido a una manipulación mental, en el fondo de su psique.
Isabel K. es una joven universitaria estudiante de física, que trabajaba en un campamento de verano. Un buen día vio a poca distancia un ovni y estuvo observándolo por un buen rato. Al día siguiente, cuando guiaba su coche hacia el campamento, volvió a verlo, pero en esta ocasión el ovni vino hacia ella y se puso encima de su automóvil, acompañándola durante bastantes kilómetros.
Pocos días después, «cuando me encontraba en mi cuartito una noche preparándome para meterme en la cama, sentí la clara presencia de alguien, pero no podía ver a nadie».
Muy intranquila, se echó a dormir, y a poco sintió que el colchón se hundía como si alguien se hubiese echado al lado de ella. Se incorporó, pero no podía ver nada extraño, hasta que notó claramente que una mano invisible le estaba acariciando los senos. Quiso huir o gritar, pero no logró hacer ninguna de las dos cosas.
«A partir de aquel momento de terror no puedo recordar nada más de aquella noche. Por la mañana me desperté con la sensación de que había sido violada mientras dormía. Y yo creo firmemente que esta experiencia sexual está íntimamente relacionada con el ovni que vi en días anteriores.»
Una joven recepcionista de Los Ángeles caminaba una noche por la playa solitaria cuando se le acercó un ser de otro mundo que la invitó a hacer el amor. Ella no se negó y dice que lo pasó muy bien con él, a pesar de las marcas que le dejó en el cuerpo después de la experiencia.

No sólo eso, sino que le aseguro al «ufólogo» que la entrevistó que su amante extraterrestre se había aficionado a ella y se le presentaba con frecuencia por las noches en su habitación. Dijo que sus abrazos eran tan tórridos que le dejaban unas marcas redondas en el cuerpo. (Estas manchas redondas eran lo primero que, en los procesos de la Inquisición, buscaban los inquisidores en el cuerpo de las «brujas», como una señal de que éstas habían tenido trato carnal con el demonio.)
Podría citar alrededor de una docena más de casos por el estilo que conozco, pero terminaré con este hecho que me fue narrado en Colombia, por los años sesenta, cuando yo todavía creía que estas cosas eran puras habladurías de gente alucinada.
Doña Engracia me contaba que una hija suya de doce años, muy tímida pero ya muy desarrollada, se le quejaba con frecuencia de que por la noche querían abusar de ella cuando estaba en la cama. Ella se resistía, pero decía que no la dejaban moverse.
Doña Engracia, con gran sentimiento, me decía que ella la zarandeaba y casi le pegaba cuando la niña se lo contaba, amenazándola «si seguía con aquellas tonterías» con decírselo a su padre, que de seguro le daría una paliza.
«Pero un buen día mi pobre niña vino llorando toda ensangrentada entre las piernas, y aquello me volvió loca. Lo guardamos en secreto entre las dos y nos fuimos a ver al señor cura, que nos dijo que aquello era cosa «del Maligno», que quería entrar en el cuerpo de la niña. Le rezó unas oraciones y nos dio mucha agua bendita para que rociásemos la cama y el cuarto.»

La niña se fue al poco tiempo para Bogotá, pero, según me dijo su madre, nunca se había sentido bien desde entonces y seguía quejándose de molestias durante la noche. ¡Qué lejos estaba yo de saber todo lo que hoy sé en este tema! De haberlo sabido hubiese hecho un esfuerzo por localizar a la joven para saber en qué había parado todo aquello y ayudarla en lo que estuviese en mi mano.
En un ambiente católico, tradicional e inculto, los íncubos siguen manifestándose casi de la misma manera que en la Edad Media, mientras que en un ambiente más avanzado los «extraterrestres» o «EBEs» ocupan su lugar, aunque en la actualidad lo hagan con una apariencia totalmente diferente, más de acuerdo con su forma auténtica.
Y no se crea que estos hechos sólo les suceden a las mujeres. En mi libro «La granja humana» narro muy de pasada el caso de mi amigo Julio. Tiene en la actualidad sesenta y seis años y hace unos treinta que viajando por la noche fue obligado en dos ocasiones diferentes a dirigirse a una playa que está a unos cuantos kilómetros de donde él vive. Allí fue en cierta manera forzado a tener relaciones sexuales con una mujer de otro planeta.

En un principio él se resistió, porque tenía miedo de aquellos individuos altos que lo rodeaban, pero parece que debido a algún vapor que le rociaron o a unas radiaciones que influenciaron su cerebro, el caso fue que al cabo de un rato, según él me decía, perdió el miedo, se sintió atraído por la indudable belleza de aquella mujer rubia desnuda que lo invitaba tendida en la arena.
Su pubis difería ligeramente del de una mujer terrestre y en particular la parte externa de sus genitales. Esto le llamó un poco la atención al principio y hasta lo inhibió. Pero en seguida el ardor de la pasión venció esta dificultad y sació su deseo con ella plenamente.
La mujer reaccionaba un tanto fríamente, y en cuanto terminaron se levantó y se dirigió hacia el aparato discoidal que estaba allí mismo posado en la playa, acompañada de aquellos tipos altos que en todo momento habían estado presentes.



En este caso como en el clásico de Vilas Boas y en el que narraré a continuación parece que lo que los EBEs pretendían era simplemente experimentar a ver si podían lograr un cruce de las dos razas.
He aquí lo que le sucedió a Liberato Quintero Aníbal, un campesino colombiano. No puedo precisar la fecha, pero creo que fue a principios de la década de los 80. Hacia la media noche salió de su casa, en pleno campo, y se dirigió a un pequeño establo en donde tenía unos animales. De pronto vio una enorme luz que le pasó por encima a baja altura y que se detuvo muy cerca. Se tumbó en el suelo para esconderse y se puso a observar. La luz procedía de un aparato largo en forma de huevo que convirtió el fresco de la noche en un horno.
El corazón casi se le detuvo cuando vio que descendía lentamente en vertical y que en un costado se abría una puertecilla por la que salieron unos seres bajitos que llevaban una linterna en las manos. Eran varios hombres y tres mujeres. «De color blanco, caras chatas, mejillas muy salidas, cejas bastante largas, ojos redondos y salientes. Las mujeres tenían mucho pelo.»
Liberato contaba así su fantástica historia al periodista Francisco Pardo, de la revista «Vea». «Yo no me podía mover. Aquellos hombres y mujeres tan chiquitos me hacían sentir "terronera". Me quedé mirándolos y de repente tuve al lado mío a dos de ellos. Intenté salir en carrera, pero pronto fui alcanzado. Esa gentecita caminaba con mucha más facilidad que yo o que cualquiera de ustedes. Me cogieron de la mano, que yo creí que se me quemaba. Haciendo un esfuerzo logré librarme por unos instantes de ellos. Para eso utilicé mis puños y mandé al suelo a por lo menos cuatro, pero eran demasiados y las fuerzas empezaron a faltarme.»
«De repente me pegaron en la columna vertebral y hasta ahí llegaron mis alientos. De ahí en adelante quedé sometido a su voluntad. Perdí el conocimiento y volví en mí después de no sé cuánto tiempo, en el interior de un cuarto de raras luces. Me dolía mucho mi brazo izquierdo, en donde pude ver algo así como la marca de una inyección. Yo creo que me sacaron sangre, porque me ha dolido muchísimo la cabeza. Cuando me desperté parecía como si me hubieran dado "palera" tremenda. Pero mi sorpresa fue más grande cuando me di cuenta que al lado mío había tres mujeres que me daban como masajes en la espalda y trataban de calmar el dolor que yo sentía.»
«Cuando sentí que me acariciaban me asusté mucho, pero me sorprendí al ver que se trataba de una mujer completamente desnuda en actitud provocativa y dispuesta a todo. A mí me gustan mucho las mujeres pero le juro que no sabía qué hacer en ese momento. Comencé a mirarla. Me pareció "chévere". Tenía los senos bien paraditos y no muy grandes. Traté de besárselos y ella no se opuso. Después de todo fue fácil. Ella estaba desnuda y yo también. La seguí besando de los senos hacia abajo y entonces me di cuenta de que no tenía ombligo. Entonces me dieron ganas de estar con ella. Me coloqué a su lado. A mí me dio mucha emoción y me le entregué por entero. Parecía insaciable. Era muy ardiente. Tenía abundantes vellos. Piernas cortas, por lo bajita que era, pero bien hechas para su estatura. La piel era suavecita y las caderas "chéveres", muy "chéveres".»
«Yo no sé cuánto tiempo duré con ella, pero cuando estuve satisfecho y traté de pararme para irme a casa, ella lo impidió. En ese momento me sentí como un niño acorralado y con más miedo que al principio de la aventura. La mujer a quien había poseído hacía unos segundos, emitía unos ladridos como los perros, que eran contestados por los otros que esperaban en otra habitación del aparato.»
«Estaba muy débil. De pronto aparecieron dos mujeres que me dieron a beber una extraña sustancia de color amarillento con la que repuse todas mis fuerzas.»

Relatos como éste, provenientes sobre todo de mujeres, los he oído muchas veces. La mayoría de las ocasiones la violación sucede no a bordo de un ovni, sino en la propia cama, y la mujer siente que es poseída pero no ve a nadie. Esto suena a exceso de imaginación o psicopatía, pero hoy sabemos ya que varias especies de EBEs tienen la capacidad de volverse invisibles. Y no sólo a ellos, sino a sus aparatos.
Por supuesto que en un ambiente espiritista, el extraño fenómeno es atribuido a un muerto —conozco a una viuda que ha seguido teniendo, muy a su gusto, relaciones sexuales con «su difunto»—, y en un ambiente cristiano tal fenómeno se atribuiría a una posesión satánica. Los psiquiatras se lo achacarían a un funcionamiento extraviado de la mente —y puede que en bastantes casos tengan razón—, y en otras religiones y culturas lo explican por la intervención de alguna de sus divinidades menores.
Pero hoy ya podemos ir precisando un poco más acerca del origen de estos modernos íncubos, porque hay testigos que los han visto bajar de sus discos volantes antes de enfrascarse en sus aventuras sexuales.


Las Vegas, USA
Algo diferente y menos respetuoso de los derechos y de la dignidad del ser humano fue lo que le sucedió a Mel G., de Las Vegas. Un buen día se encontró en plena ciudad con una bella pelirroja de muy baja estatura pero de cuerpo muy bien formado. La muchacha parecía muy fogosa y sin rodeos le dijo que le gustaría hacer el amor con él, pero no en una habitación, sino en pleno desierto, cosa que en Las Vegas no supone gran dificultad, ya que lo tienen rodeando por todas partes a la ciudad.
Mel fue a su casa a buscar una buena manta, se compró provisiones para un sabroso refrigerio a media noche tras la gozada, y salió con su compañera hacia el desierto prometiéndose un «pic nic» inolvidable. Y así fue.
Cuando apenas había comenzado a disfrutar de los encantos de su pequeña pelirroja, sintió encima de su espalda una ola de calor. Se volvió y vio a unos siete metros de altura un disco que tenía una fila de luces a su alrededor; pero lo que más lo sobresaltó fue la presencia a su lado de dos individuos bajos, con grandes cabezas peladas y vestidos con trajes ceñidos.
«Entre los dos me levantaron de encima del cuerpo de la muchacha. Tenían mucha fuerza y no pude resistir. Uno de ellos puso una especie de recipiente bajo mi pene erecto y sentí como un cosquilleo eléctrico que hizo que eyaculase violentamente.»
«La pelirroja recogió sus vestidos, me saludó sonriente y se fue con ellos hacia donde estaba el ovni flotando en el aire. Se pusieron debajo de un chorro de luz vertical y por él ascendieron. El ovni se elevó y se perdió en la noche. Y allí me quedé yo, con mi pobre miembro desinflado, pensando en si aquello había sido real o imaginario.»

El lector tiene todo el derecho, ante casos como éste, a dudar de la veracidad del suceso. Pero no así ante hechos como el que en seguida narraré, porque está muy bien documentado y fue investigado muy a fondo nada menos que por el doctor Hynek y por el conocido psicólogo norteamericano Doctor Leo Sprinkle.
Era la 1,15 de la madrugada del día 12 de junio de 1974, cuando Daniel Perkins, conduciendo su propio automóvil, se dirigía a su trabajo en las afueras de Las Vegas (Nevada). La noche estaba clara y pudo ver en el cielo una luz azul intensa que se fue haciendo más grande. Como le llamó mucho la atención, paró el auto y se bajó para observar mejor. De pronto sintió un fuerte mareo y se metió de nuevo en el coche. Pasado un rato se sintió mejor. Miró de nuevo al cielo y vio cómo la luz se alejaba. Encendió el coche y se dispuso a seguir para su trabajo.

A los pocos instantes comenzó a sentirse tremendamente intranquilo. Pensaba que su mujer podía estar en peligro. Miró el reloj y se quedó asombrado cuando vio que eran ya las seis de la mañana. Entonces dedujo que su mareo había sido mucho más largo de lo que él había pensado en un principio. Aturdido, decidió volver a su casa. Allí le contó a su esposa, Charlotte, todo lo que le había pasado y entre los dos pensaron acerca de las cuatro horas perdidas de las que no recordaba absolutamente nada.
Tras una serie de vacilaciones, el doctor Hynek se hizo cargo del caso y pidió la colaboración del Doctor Sprinkle, muy experto en este tipo de investigaciones.
Hubo una primera entrevista de los Perkins con Hynek y Sprinkle en el hotel Tropicana de Las Vegas, y en ella se acordó someterlo a una serie de sesiones hipnóticas. La primera duró siete horas y posteriormente hubo varias más, pero al final se logró llenar el vacío de las cuatro horas perdidas.
Transcribo algunas frases de las largas sesiones:
«La luz se acerca y se para sobre mi auto... Descienden. Aparecen junto a mí tres seres muy bajitos. Uno de ellos me lanza un "spray"... el olor es terriblemente dulce... ya no puedo moverme... me sujetan y me llevan al interior de la nave... no puedo resistirme... me bañan en un líquido espumoso...»
«Hay una luz intensa,.. me tumban en la mesa... les pregunto qué quieren hacer conmigo; me dicen que no me harán daño, que no tema... que me han inmovilizado porque soy de reacciones violentas...»

La conversación del doctor Sprinkle y Danny prosigue con multitud de detalles interesantes, pero que ahora no vienen al caso. Lo que nos interesa es lo que sigue:
«Me dicen que van a hacer algunos cambios en mi organismo. Un ser de aquellos que está a mi lado... se va y aparece en su lugar un rayo de luz roja, como láser, que se dirige a mi frente, baja por mi cuerpo y se para en mis órganos genitales... Me proyectan números y fórmulas matemáticas de muchas clases, pero yo no entiendo nada... Ahora puedo moverme... me dicen que van a tomar mi lugar durante tres años, que después de este tiempo ya todo estará completo... No sé qué quieren decir. Dicen que me volverán a ver... yo me resisto... no quiero... me conducen de nuevo a mi auto... me tocan en los hombros y en los brazos... me dicen que puedo irme cuando quiera... que van a contactar a muchas otras personas como han hecho conmigo... se dan la vuelta y se alejan... veo elevarse la luz azul en el cielo.»
Este fue el momento en que Danny Perkins se despertó en su auto y vio cómo la luz azul se alejaba a toda velocidad en el espacio.

Las cosas parecieron sosegarse tras las sesiones hipnóticas y la pareja hizo un gran esfuerzo por olvidar todo el desagradable incidente. Supieron de otros casos similares que tanto el doctor Hynek como Leo Sprinkle conocían, y asumieron que habían sido testigos de un caso más de abducción.
Pero lo peor estaba todavía por venir, debido a la modificación que los EBEs habían hecho en los genitales de Danny. A los tres años, Charlotte cayó en estado y co-menzaron a suceder cosas raras en la casa. Entonces ya no era su marido el centro de los fenómenos, sino la propia Charlotte. En el séptimo mes de embarazo se sintió mal y tuvieron que llevarla rápidamente al hospital, donde dio a luz una niña prematura que distaba mucho de ser normal.
Cuando Daniel le vio la cara a su hija recién nacida, dio un gran grito y exclamó excitadísimo: «¡Tiene la misma cara que ellos!» Tuvieron que calmarlo porque estaba presa de un ataque de histeria. Tanto antes como después del parto, los Perkins y la madre de Charlotte sentían una extraña presencia en la casa, como si alguien los estuviese espiando, aparte de que sucedían toda suerte de fenómenos extraños.
La bebé nació muerta, según el dictamen del doctor John W. Grayson, quien le practicó una detalladísima autopsia que duró cuarenta y ocho horas, el 13 de junio de 1977. Resumiré el extensísimo informe. La criatura pesaba dos libras y catorce onzas; los ojos, nariz y boca apenas si estaban marcados y las orejas estaban colocadas más abajo de su sitio normal y además deformes. Aparte de muchas otras peculiaridades anatómicas que por brevedad omitimos, «en su mano izquierda se podía ver a la altura de las falanges, una conexión por membrana sin que el resto de la mano contuviese hueso. Los restantes dígitos apenas si se notaban en las dos manos». (Este detalle de las membranas en las falanges coincide totalmente con to que sabemos de la autopsia practicada a otros EBEs).

A todos estos casos tendríamos que añadir el reciente de Christa Tilton, perfectamente investigado por Budd Hopkins autor del famoso libro «Los intrusos». A los 10 años (en 1962) fue llevada a bordo de un ovni, en donde le hicieron un examen físico. Muy probablemente la «prepararon» para lo que más tarde pensaban hacer con ella.
En 1971, cuando todavía era soltera, de nuevo fue llevada a bordo por unos «grises», y se le implantó un óvulo fertilizado.
Dos o tres meses después repitieron la visita y la trasladaron de nuevo a una nave para extraerle el feto. Le dijeron que algo había resultado mal. (Aunque sabiendo lo mucho que mienten, es muy posible que lo hiciesen por los mismos motivos por los que en otras ocasiones han retirado fetos del útero de otras mujeres).
En 1976, ya casada, pero tras un largo período sin actividad sexual con su marido ni con ningún otro hombre, resultó que estaba en estado. Sometida a hipnosis se halló que había sido llevada de nuevo a una nave en donde le habían implantado otro óvulo ya fecundado con el semen de un extraterrestre, al que ella pudo ver años más tarde. A los nueve meses nació su hija que según ella se parece mucho a su padre no humano.
En 1985, estando en Tucson (Arizona) en una noche en que se vieron sobre la ciudad una gran cantidad de luces, de nuevo se vio a bordo de un ovni en donde se limitaron a darle información. Uno de aquellos seres, más alto que los otros, la tocó en la frente y desde entonces Christa dice que su vida cambió radicalmente.
En 1987, cuando conducía durante la noche su coche por una carretera solitaria fue de nuevo abducida a bordo de un ovni en donde la volvieron a examinar físicamente. Entre otras cosas le dijeron que su hija también había sido abducida. (Este detalle y otros que conocemos de familias enteras, nos demuestran lo que hace tiempo venimos diciendo: que las experiencias genéticas de ciertos extraterrestres son también generacionales).
Christa, tras haber sufrido mucho en todos estos años pasados, es en la actualidad una mujer mucho más centrada, gracias no solo a la ayuda que ha tenido de varias personas inteligentes sino por haber usado su cabeza sabiamente, aceptando lo inevitable y tratando de buscar la parte positiva de toda su compleja experiencia.

Desgraciadamente no sucede lo mismo en otras partes del mundo y con otros abducidos. El desconocimiento y la negación total de estos hechos por parte de las autoridades y en concreto de los psicólogos y psiquiatras, hace que las víctimas de estos hechos —que pese a las apariencias se cuentan por miles— se encuentren totalmente indefensas y carentes de todo auxilio.
La mayor parte opta por sufrir en silencio su martirio y las que desesperadas se deciden a comunicarlo, se encuentran de ordinario con una total incomprensión, cuando no son objeto de burla por aquellos que deberían ayudarlas. Esto hace que en no pocas ocasiones hayan recurrido a la extrema solución del suicidio.
Las conclusiones que de éste y de los anteriores casos se pueden sacar son de gran trascendencia en lo que se refiere al título de este capítulo; y por lo que podemos ver sus experiencias en torno a los procesos reproductivos de los humanos son muy variadas, dependiendo de lo que cada especie de EBEs pretenda con ellas.

En muchos casos lo único que buscan es obtener embriones híbridos con los que hacer sus experiencias biológicas; esta es la razón de los abortos que con tanta frecuencia sufren las mujeres que dicen haber sido violadas por un extraterrestre.
Según un informe, el feto es retirado a los tres meses porque de seguir en el vientre de su madre se produciría un aborto natural. Tras el aborto forzado, los EBEs se encargan de su futuro desarrollo extrauterino.

Otros fetos humanos son usados de maneras diferentes: para fabricar glandulares, para desarrollarlos hasta convertirlos en androides de varios tipos, para obtener de ellos material biológico necesario para la fabricación de robots o «sintéticos», etc. El tema es horripilante, pero no ganamos nada con seguir ocultándolo o ignorándolo.

Desconocemos las metas concretas de las experiencias de gran alcance en torno al ADN que los EBEs están realizando en la actualidad en sus laboratorios subterráneos, de los que sabemos la ubicación en los EEUU, con el conocimiento de las autoridades de aquel país.
Pero sí conocemos el resultado de otras experiencias suyas. En la actualidad hay muchos niños humanos que han sido «tratados» o «manipulados» cuando estaban en el vientre de sus madres. Son, en cierta manera, mutantes de la especie humana. Suelen aprender a leer solos y desarrollan cualidades físicas y sobre todo mentales extraordinarias. Por el contrario, otros salen muy deformes y hasta monstruosos, como el bebé nacido en un hospital de Ponce (Puerto Rico) en 1979, que, aparte de tener una cara velluda y horrible, sólo quería beber sangre. Murió a las pocas horas de haber nacido después de haber pronunciado unas palabras que aterrorizaron a las enfermeras que lo contemplaban muertas de miedo ante su fealdad.

En mi libro «La granja humana» narro el caso de Mario. Pero allí no hablo de cómo fue su gestación. Según lo que le ha dicho el EBE que lo visita en su casa de Madrid, «ellos» intervinieron desde antes del momento de la fecundación de su madre, retirando de ella un óvulo e implantándole ciertos genes que a «ellos» les interesaba que Mario tuviese. Posteriormente volvieron a colocar el óvulo en los ovarios de su madre, listo ya para ser fecundado por su marido y dar lugar a un ser completamente humano pero con ciertas mutaciones. Esta es la razón de por qué Mario, aun teniendo rasgos familiares, es por otro lado tan diferente de sus hermanos. En cambio, curiosamente, se parece al EBE que lo visita, que no pertenece a la especie de los «grises» y es más bien alto y parecido a nosotros. (Ver Apéndice VI, «Los extraterrestres buenos»).

Volvamos a las concepciones virginales con las que iniciamos este capítulo. Dados sus enormes conocimientos sobre biología, a los EBEs no se les hace nada difícil «hacer concebir a una virgen». Pueden hacerlo sin que ella se dé cuenta, tal como hemos visto en algunos de los casos expuestos, y pueden hacerlo teniendo ella plena conciencia de lo que está sucediendo, pero manteniendo todo el hecho en un plano inmaterial y místico, haciéndole creer a la mujer casada o a la doncella virgen que el que fecunda es un dios —tal como sucedía en las religiones antiguas— o el «Espíritu Santo», tal como se cree en el cristianismo.
El propósito que los EBEs tendrían en la creación de los muchos «Hijos de Dios» con que nos encontramos en la historia, concebidos por madres vírgenes, sería darles credibilidad tanto a ellos como a la religión que fundasen. Al fin y al cabo todas las religiones no han sido otra cosa que elaboradísimas estrategias que estas entidades han usado para mantener confusa y dividida a esta pobre humanidad a lo largo de toda su historia.



Ternera muerta por un ovni en el pueblo de Moca (Puerto Rico) el 1 de marzo de 1975. Le llevaron la lengua, los ojos, el esfínter anal y todo el aparato reproductor, igual que al sargento Louette (Foto del autor).



El doctor Allen Hynek, cuando todavía se dedicaba a decir que los ovnis eran falsas apreciaciones de la Luna o de Venus, tal como está haciendo con la foto que tiene en la mano. Los últimos rumores sobre él son que su muerte estuvo rodeada de extrañas circunstancias. Fue al hospital para una intervención quirúrgica sencilla y allí lo convencieron de que se sometiese a una operación de mayor importancia de la que, inexplicablemente, no salió con vida. ¿Uno más de los «callados» por la fuerza?



Aparato visto por Christa Tilton al amanecer del 31 de marzo de 1987 a! sur de Tuba, (Oklahoma). Lo vio aterrizar. Tenía luces brillantes que se encendían con una secuencia. Cuanto más descendía más lentas pulsaban las luces. Cerca del suelo extendió tres patas y se abrió una portezuela. Al tocar el suelo botó suavemente como si estuviese encima de muelles.



Estos son los incubadores y fetos vistos por Christa Tilton a bordo de la nave a Ia que fue llevada en 1987. Recuerda que bastantes años antes la habían llevado a una base subterránea en donde vio el mismo tipo de incubadores; pero no le permitieron tocarlos.

CAPITULO VI
EBES MUERTOS Y EBES VIVOS

La caída de los ovnis de Roswell y Aztec tuvo mucha importancia, porque desde el principio se tuvo evidencia incuestionable de que las autoridades militares mentían descaradamente en sus intenciones acerca de los ovnis. Por otro lado, nos puso en la pista de que alguna cosa grave había detrás de todo el fenómeno cuando tan celosa y a veces tan drásticamente se ocultaba algo que en sí no parecía tener tanta importancia y no había por qué ocultarlo tan desesperadamente.
Tendrían que pasar años para que descubriésemos el porqué del secreto y del nerviosismo de las autoridades: en el ovni de Roswell no sólo iban varios «grises», sino que descubrieron también cuerpos humanos y, lo que es peor, cuerpos desmembrados y no por el impacto de la caída. Se pudo llegar a la certeza de que ya habían comenzado a «procesarlos» en la misma aeronave de camino a su base.
De aquel hecho las autoridades dedujeron cuál era el fin de las desapariciones de personas y sobre todo de ganado, y ello las llevó a echar sobre todo lo relativo a los ovnis un cerrojo que han logrado mantener hasta nuestros días.


He aquí la foto del EBE carbonizado, tras el estrellamiento del ovni, a que nos referimos en el
texto.

Pero prescindamos ahora de las caídas de ovnis y ocupémonos de sus tripulantes, ya que si importante es el aparato por su tecnología, mucho más importante es quien lo tripula y quien en definitiva lo ha construido.
Uno de los grandes pecados que los «ufólogos serios y científicos» cometen es el de estar todavía demasiado atentos a los vehículos, dudando si son o no son, y tratando de catalogarlos de alguna manera, y no prestarle casi ninguna atención a sus tripulantes, «porque eso es todavía más difícil de probar». Mientras buscan con sus binoculares a los ovnis en el cielo, los que los conducen ya hace rato que se han bajado de ellos y se les han metido en casa.


Como estamos tratando de cuerpos vivos de EBEs, no me resisto a traer aquí a colación un caso que hace años recorrió las revistas de Europa relativo a un bebé extraterrestre aparecido en Rusia tras el probable estrellamiento de un ovni.
No tengo prueba ninguna de que el caso sea verídico; y si fuese el único en su género, por supuesto que no lo creería. Pero estando convencido como estoy de la realidad de otros casos más difíciles aún de creer no tengo por qué no aceptar éste; aparte de que no baso toda mi fe en la realidad del fenómeno ovni en éste ni en ningún caso en particular.

El que difundió la noticia fue el periodista Henry Gris, que aparte de ésta ha suministrado al' mundo occidental muchas otras noticias relativas a los ovnis en la Unión Soviética y que hizo todo lo que estuvo en su mano, dentro de la misma Rusia, para llegar al fondo del caso.


Montes de Pamir, Rusia
Sucedió el 14 de julio de 1983, cerca de los montes de Pamir. Se oyeron en el aire unas enormes explosiones que llenaron de pánico a los habitantes de cuatro pequeños pueblos: Kashtegirmen, Belovodskoya, Karabalty y Sosnovka. Especialmente en éste último, tras la segunda oleada de explosiones, al anochecer todo el pueblo se tiñó de un color rojo que infundía pavor.
Los habitantes creyeron que se trataba de una explosión nuclear por haber estallado la guerra con los Estados Unidos y más cuando vieron aparecer grandes contingentes de tropas que se situaron a todo lo largo de la frontera con China, que no está demasiado lejos del lugar de las explosiones. Las autoridades pensaron por su parte que podía ser el comienzo de alguna ofensiva de los chinos y por esos mandaron en seguida tropas para encarar tal eventualidad.

Aparte de estas maniobras de los mandos militares, otras agencias gubernamentales, atendiendo a las extrañas noticias que les llegaron de la región, enviaron varias escuadrillas de helicópteros para que rastreasen los lugares montañosos de donde los campesinos decían que habían provenido las explosiones. A pesar de la poca luz, pudieron ver una columna de humo que se levantaba de un apartado lugar y hacia allá se dirigieron.

Tras una breve inspección desde el aire pronto pudieron descubrir los restos de algún aparato que allí se había estrellado contra el suelo. Parecía que se trataba de una nave en forma de disco de unos 30 metros de diámetro, aproximadamente.

Al igual que en los Estados Unidos, las providentes autoridades trataron de disimular lo sucedido, difundiendo la versión de que lo que había sucedido era que un avión Jumbo occidental se había estrellado, estallando sucesivamente.
Henry Gris logró llegar hasta la ciudad de Frunze, en donde pudo obtener muchas noticias de primera mano. La gente no se creyó la versión oficial del Jumbo y hablaban abiertamente del estrellamiento de un plato volador. El ejército, en los días posteriores, estaba muy activo en toda aquella región y no se permitía a nadie el paso hacia las montañas. Exactamente igual a lo que suelen hacer en los Estados Unidos cuando sucede algo por el estilo y exactamente igual a la que yo mismo pude observar en México cuando el estrellamiento del ovni en las montañas de Puebla. El ejército cerrando todos los caminos y en algunos sitios cordones de soldados colocados cada varios metros.

Pero Henry Gris se enteró de algo mucho más interesante. Un pastor había afirmado que vio caer del cielo, lentamente, algo que se parecía a un huevo pero de tamaño como un depósito de agua no muy grande. Inmediatamente, guiados por el pastor, se dirigió allá un destacamento de soldados especialmente entrenados y rastrearon toda la zona boscosa situada a unos cuatro kilómetros del pueblo de Sosnovka. Dirigía la operación el coronel Dzoldash Aymatov.
No pasó mucho tiempo hasta que descubrieron una cápsula en forma de huevo de aproximadamente un metro y medio en su parte más larga. La examinaron con todo cuidado, temiendo que fuese una bomba o que contuviese algún gas peligroso. Se hizo venir a expertos con instrumental sofisticado, y cuando se convencieron de que en su interior no había nada que pudiese poner en peligro la vida de los que la manipulaban, el coronel Aymatov dio la orden de que la abriesen con sumo cuidado.

La sorpresa fue enorme. En su interior había un bebé masculino plácidamente dormido, a juzgar por su respiración profunda y sosegada, y a primera vista parecía ser humano. Transcribo las propias palabras de Henry Gris: «El coronel Aymatov habló en seguida por teléfono con la oficina gubernamental en Frunze y pidió instrucciones ante un hecho tan inesperado. En seguida le llegó la respuesta: No tocar de ninguna manera al niño hasta que no llegase un equipo de médicos que salía en seguida para el lugar en helicóptero. Cuando los médicos llegaron, introdujeron oxígeno en la cápsula valiéndose de un mecanismo como el que usan los astronautas, y la cargaron con todo cuidado hasta el hospital de Frunze, en donde separaron todo un sector del edificio para que nadie pudiese enterarse de lo que allí estaba sucediendo.»

Siempre según Henry Gris, el coronel Aymatov no tuvo inconveniente en decir: «Todos los indicios hacen pensar que se trata de un bebé extraterrestre que fue arrojado al espacio desde un ovni con problemas. La cápsula logró llegar a tierra en perfectas condiciones debido a una extraordinaria tecnología en lo que se refiere a salvamentos de vehículos espaciales con problemas. Ello ha motivado que la cápsula llegase a tierra en perfectas condiciones y que el bebé esté perfectamente bien.»
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, el niño murió a los tres meses de haber aterrizado, debido a una infección masiva que contrajo. Los médicos temieron esto desde el primer momento y dedicaron todos sus esfuerzos para que no sucediese, pero no lo lograron. Comenzó a subirle la temperatura muy rápidamente y su respiración se hizo fatigosa. A las doce horas moría.

Uno de los médicos que lo atendieron en el hospital de Frunze fue el doctor Mikhail Ibragimov, que describió así a la criatura extraterrestre: «Se trataba de un niño que se parecía muchísimo a cualquier niño humano. Yo me atrevería a decir que era una copia de cualquier bebé humano o quizás nosotros somos una copia de ellos. Excepto por la membrana que tenía entre los dedos de las manos y de los pies, el bebé parecía ser del todo humano. Este detalle de la membrana nos hace sospechar que su raza debe pasar mucho tiempo en el agua. Además de esto tenía un raro color púrpura en sus ojos.

Los rayos X demostraron que sus vísceras son prácticamente como las de los humanos si hacemos una excepción con el corazón, que lo tiene desproporcionalmente grande. Su pulso es más lento que el nuestro. La tensión sanguínea es normal, aunque su actividad cerebral es algo superior a la de un humano adulto. Probablemente tiene grandes capacidades telepáticas y telecinéticas. En resumen, podríamos decir que sus funciones vitales son semejantes a las de un bebé humano.»


CAPITULO IX
SE DESTAPA EL SECRETO

Como ya dijimos, la primera comunicación física filmada del gobierno norteamericano con los EBEs fue el 30 de abril de 1964, en la base de la Fuerza Aérea de Holloman, en el estado de Nuevo México. En un área preparada y previamente concertada aterrizaron tres platillos, de los que descendieron varios EBEs, a los que estaban esperando oficiales de inteligencia del gobierno, y allí mismo se celebró la reunión.
Anteriormente había habido ya contactos y posteriormente continuó habiendo reuniones como la de Holoman, en las que se fue avanzando en el entendimiento, hasta que por fin, durante el período comprendido entre 1969 y 1971, el MJ-12, en representación del gobierno de los Estados Unidos, hizo un trato con ellos. Este consistía en que a cambio de la tecnología que los EBEs proporcionarían a Norteamérica (mayormente relacionada con armamento, control mental y conocimientos antigravitatorios para dejar atrás a los rusos), el gobierno de USA «ignoraría» ciertas cosas que estaban ocurriendo y les proporcionaría lugares seguros en donde ellos pudiesen realizar sus actividades y en los que a su vez enseñarían a los militares las nuevas técnicas prometidas.


 Base de Groom Lake, EE.UU.
De hecho, la base de Groom Lake, una de las más secretas, fue ampliada a partir de 1972, y se construyó en ella, bajo la dirección de los EBEs, una enorme instalación subterránea en la que se colocó el instrumental pactado que, por supuesto, era manejado exclusivamente por «ellos».
Las «cosas» que estaban ocurriendo y que el gobierno prometía «ignorar» eran las misteriosas matanzas de ganado que se detectaban en toda la nación y los secuestros y desapariciones de seres humanos que de vez en cuando saltaban a las páginas de los periódicos.
Ya desde un principio este «trato» motivó una fuerte discusión en el seno de Majestic-12, pero la confrontación entre sus miembros se agravó cuando, pasado el tiempo, descubrieron que habían sido engañados por los EBEs y que habían traicionado a sus conciudadanos haciéndose cómplices de miles de crímenes.

El engaño de que tan ilustres señores fueron víctimas es en verdad atemorizador. Descubrieron en primer lugar que el número de seres humanos secuestrados y de los que en la mayoría de los casos no se volvía a saber era muy superior a lo que ellos habían pensado inicialmente. Por haberlo ya tratado en mi libro «La granja humana», no abundaré aquí sobre este interesantísimo tema de las desapariciones de personas.
Sin embargo, lo que más los impactó fue el conocer en detalle lo que les sucedía a las personas que eran temporalmente abducidas (consciente o inconscientemente) y a aquellas que nunca volvían a aparecer. Se llenaron de horror cuando descubrieron lo que los EBEs suelen hacer:

—  Acostumbran a insertar en el cerebro, a través de las fosas nasales, un pequeño aparato esférico de unos tres milímetros con el que pueden «monitoreao» biológicamente al secuestrado y seguirle la pista a la perfección.

— Controlan durante un período de dos a cinco años, mediante sugestión poshipnótica, a los abducidos, de modo que éstos efectúen una actividad específica en el momento preciso.

— Sacrifican a algunos de ellos  para que les proporcionen «material biológico». O dicho en otras palabras más crudas, matan a algunos de los secuestrados para utilizar sus tejidos.

— No tienen inconveniente en asesinar a ciertos individuos que son una amenaza para la continuación de sus actividades en nuestro planeta.

— Efectúan experimentos de ingeniería genética.

— Fecundan a mujeres y les extraen prematuramente los fetos, cultivándolos fuera del útero materno para seguir de cerca su desarrollo.

Estas son, a grandes rasgos, las actividades en que están ocupados los EBEs con los que el MJ-12 hizo el pacto mencionado.

«El gobierno de USA no tuvo inicialmente conocimiento de las consecuencias de su "trato" porque los EBEs le hicieron creer que los secuestros eran esencialmente benignos. Y como se imaginaron que de todas las maneras los EBEs los iban a seguir haciendo, simplemente insistieron en que les suministraran periódicamente una lista de los secuestrados.»
Pero la realidad fue muy diferente. Los EBEs no sólo mintieron en cuanto al propósito de sus secuestros, sino en el número de personas que se llevaban. A medida que pasaba el tiempo las abducciones iban en aumento, incrementándose mucho en 1973. Cuando el MJ-12 descubrió lo que estaba sucediendo ya era demasiado tarde. Aparte de la enorme humillación que supuso descubrir que los EBEs ¡habían hecho un trato muy parecido con los rusos!
Hace muy pocos meses todos los miembros del MJ-12 tuvieron en su recóndito refugio del «Country Club» una reunión tormentosa en la que se debatieron casi desesperadamente dos posiciones: la de los que defendían que había que decir al público la verdad desnuda pidiendo al mismo tiempo perdón por el error cometido y solicitando colaboración, y la de los que decían que de ninguna manera se podía hacer eso, porque el pueblo no estaba preparado para asimilar la «horrible verdad» de que somos los conejos de Indias de una raza superior extrahumana.

Los defensores de esta segunda posición eran más abundantes y propusieron además desarrollar un arma que pudiese ser utilizada contra los EBEs «grises» de los que se conocen ciertas debilidades o deficiencias fundamentales. En concreto sugirieron que podría hacerse bajo el antifaz de la SDI (Strategic Defensive Initiative).
Y si hemos de creer a algún informe, tal arma ya fue probada en la primavera de 1988, aunque con resultados negativos. En la actualidad, según el mismo informe, un grupo de científicos trabaja febrilmente en una base subterránea de la Fuerza Aérea norteamericana para lograr corregir las deficiencias que en el arma se encontraron.

Esta desavenencia en el seno del MJ-I2 se echa de ver por un lado en la filtración desde un tiempo a esta parte de noticias concretas, cintas magnetofónicas con información muy valiosa y hasta un video-cassette en el que se puede ver a un alienígena que la fuerza aérea ha tenido prisionero en una base; y por otro lado en la dificultad con que semejante información llega a las manos de los investigadores, y en la facilidad con que desaparece en cuanto se descuidan los que la poseen.
Es típico el caso de Linda Howe. Había hecho un documental fílmico sobre los animales que aparecían desangrados y mutilados de una manera misteriosa y sobre la íntima relación de este hecho con el fenómeno ovni por más que los «ufólogos serios» sigan dudándolo todavía.




Pues bien, Linda recibió en 1982 una llamada telefónica invitándola a hacer una película sobre el tema de los ovnis y en concreto sobre varios platillos que se habían estrellado y cuyos restos estaban en poder del gobierno. La pusieron en contacto con un oficial de la Fuerza Aérea llamado Cody, el cual le dio información de primera mano y le prometió 2.200 metros de film sobre el aterrizaje de Holloman y la entrevista de tres alienígenas con agentes del gobierno.
Durante varios meses su vida fue auténticamente «de película», ya que sus comunicantes la hacían ir de una ciudad a otra para recoger datos y para entrevistarse con personajes extraños. Le daba la impresión de que sus informadores temían que se supiese lo que estaban haciendo y muchas veces se echaban atrás en sus promesas o en sus citas. Finalmente, cuando ya tenía los contratos firmados para empezar a rodar, sus comunicantes dieron largas a todo el asunto y dejaron de comunicarse con ella.

Algo por el estilo le sucedió a un rico político del sur de California. Lo llamaron para hacer una película sobre el fenómeno ovni y hasta lo llevaron al Pentágono en donde le enseñaron videos de entrevistas con extraterrestres. Pero a última hora lo dejaron esperando todo el material prometido.
Uno de los documentos recibidos por Linda Howe fueron los famosos «papeles de Dulce». Dulce es un pueblo en el estado de Nuevo México cerca del cual hay una base subterránea secreta llevada conjuntamente por el ejército y por los extraterrestres. La base —que no es la única de este género— está exactamente a un kilómetro de Archuleta Mesa, en la reserva india apache de Jicarilla, y se hizo famosa por lo que más tarde contaremos. Su existencia se conoce por tres fuentes al menos. (Ver Apéndice n.° II.)
La primera proviene del secuestro de una mujer y su hijo, que fueron llevados a la base subterránea, aunque inexplicablemente más tarde fueron devueltos.

Otra de las fuentes por las que se conoce la existencia y las actividades de la base subterránea de Dulce es por un ex agente de la CIA que logró huir de ella tras haber estado trabajando allí y cuando se enteró de las actividades reales a que se dedicaban los EBEs. Antes de escaparse tomó algunas notas, fotos y videotapes y posteriormente se escondió. En la actualidad mantiene contacto únicamente con cinco individuos, a los que ha enviado los ya famosos «papeles de Dulce», a los que posteriormente nos referiremos más en detalle.
Ahora quiero fijarme sólo en dos cosas que me interesaron especialmente por haberlas encontrado con anterioridad en mis investigaciones personales: «Algunas mujeres son usadas para cruzarlas con estos robots casi humanos.»

El tema es enormemente interesante y de tremendas consecuencias.
La otra cosa que me llamó la atención fue esta intrigante frase: «Los alienígenas ponen su mano en la sangre como si fuese una esponja. Pero no es sólo alimento lo que quieren de ella; parecen absorber átomos.» En «Defendámonos de los dioses» y en «Israel Pueblo-contacto» hablé extensamente del papel importante que la sangre juega en todas las religiones —incluido el cristianismo— y en el fenómeno ovni. Y no podía ser menos, dada la enorme relación que existe entre éste y el fenómeno religioso. De hecho en «The Matrix» vemos confirmado algo que hace años venimos diciendo con gran disgusto de los «ufólogos serios»: «Los EBEs han creado las religiones para poder manipular más fácilmente las mentes de los humanos.»
Considerado globalmente, es un hecho manifiesto que las creencias religiosas son estrategias elaboradísimas para mantener las mentes de los humanos distraídas, por una parte, y divididas por otra, de modo que no lleguen a darse cuenta del estado lamentable en que la humanidad se encuentra.
En líneas anteriores dijimos que Dulce se hizo famosa por un episodio sucedido en 1979, cuando parte de los humanos que allí trabajaban se sublevaron. El descubrimiento de las verdaderas actividades de los EBEs y el confinamiento a que estaban sometidos parece que fue la causa de la rebelión. Pero los alienígenas reaccionaron drásticamente y persiguieron hasta fuera de la base a los insurrectos, logrando matar a 66 de ellos, aunque 44 lograron escapar. Posteriormente parece que de alguna manera se hicieron las paces y la base de Dulce ha seguido funcionando hasta hoy.

¿Qué pensar de todo esto? Es muy cómodo decir que todo es falso y un poco cobarde el no quererse «mojar». Yo, tras conocer muchos hechos extraños de la ovnilogía y aun sospechando que algunas de estas afirmaciones concretas pueden no ser ciertas, me inclino a creer que el fondo de todo ello es real. La presencia y actividad de seres inteligentes no humanos en nuestro planeta es algo que la humanidad no puede permitirse el lujo de ignorar por más tiempo.
Sin embargo, tan preocupante como todo esto, si no más, es la posibilidad de que todas las experiencias de Dulce y de otras Bases subterráneas, sean actividades de grupos secretos humanos muy poderosos, que poseedores de unas tecnologías avanzadísimas y dominados por ideas delirantes estén llevando a cabo las atrocidades que describiremos en líneas posteriores. La presencia de EBEs en sus instalaciones sería sólo circunstancial y más bien con el fin de poderles achacar a ellos lo que allí se realiza.

Desgraciadamente resulta muy difícil separar lo auténtico de lo espurio, ya que son muchas y muy diferentes las causas que intervienen en todo ello. Y aparte del factor humano, hay que contar con el extrahumano, muy interesado en que no caigamos en la cuenta. Por eso es muy natural que los mortales, ante tantos hechos extraños y ante la imposibilidad de llegar a tener una idea clara de todo ello, duden perpetuamente o rechacen los hechos, y en ocasiones su mente se desboque enloquecida llegando a fabular incontenidamente.
Pero ya es hora de que vayamos despertando de un engaño que ha durado miles de años y que tan caro nos ha costado.



Uno de los lugares más comunes donde verifican implantes, tal como se muestran en el grabado (*), es muy cerca de la glándula pituitaria. La estimulación electromagnética de la pituitaria afecta también a Ia glándula pineal, que tiene mucho que ver con la percepción. No hay que ser un neurofisiólogo para imaginar todo lo que se puede lograr medíanle campos o impulsos electromagnéticos.




Linda Howe haciendo su documental sobre reses muertas por los ovnis.

CAPITULO X
TAXONOMÍA Y ANATOMÍA DE LOS EBES

Tipo núm. 1. «Reticulianos», así llamados porque dicen venir de un planeta que gira en torno a la estrella Zeta Retículi.
El color de su piel es gris. Bajitos, de 1,20 a 1,40 metros de altura, con una gran cabeza pelada y ojos muy rasgados, tal como los han pintado muchas veces, de acuerdo a la descripción de los que los han visto. Muy psíquicos, con un gran dominio de la telepatía. Mente grupal con una conciencia individual muy poco desarrollada, dando la impresión de que se comportan como si fuesen militares. Este es uno de sus puntos débiles. Su meta es el conocimiento científico y mediante él, el dominio del mundo.
Tienen también gran dominio de la materia y pueden cambiar su apariencia física y crear robots biológicos. Muy interesados en los experimentos genéticos, pues quieren mezclarse con nosotros para hacer una raza híbrida superior a ambas.

Están grandemente interesados en «monitorear» las mentes de ciertos humanos mediante aparatos que les implantan en la niñez y que revisan cada ciertos años, muchas veces sin que se dé cuenta el humano.
Con esto adquieren conocimientos sobre nosotros y van implantando en nuestra sociedad ciertas ideas que a ellos les interesan.
En un informe se describe detalladamente cómo son sus procesos de adoctrinamiento, —consciente e inconsciente— de los humanos, que ellos llaman de «inculcación».
En este particular, el gobierno de los Estados Unidos y en concreto la CIA y la NSA han recibido información abundantísima, que usaron y siguen usando muy eficazmente para sus labores de espionaje, para «silenciar» a personajes muy especiales y peligrosos según su criterio y para conseguir impunemente sus propósitos más arriesgados.

En la actualidad existen individuos llamados «ci-borgs» que cuando perciben en su cerebro una «señal» electromagnética o una orden telepática, actúan como robots y ejecutan ciegamente la acción para la que están programados. Los reticulianos son maestros en esto.
Según parece, estos EBEs rechazaron el trato que les fue propuesto por el gobierno de algún país de la Tierra que exigía de ellos, a cambio, tecnología para ser usada militarmente.

Tipo núm. 2. Grises llamados «Rigelianos» porque dicen venir del sistema planetario de Rigel. Aliados en cierto modo con los del tipo 1 y físicamente muy parecidos, aunque con los ojos redondos y grandes.
Estos son los que están ahora en relación con el gobierno de USA, aunque éste esté arrepentido del pacto después de haberse percatado del engaño del que ha sido víctima. De hecho está ahora tratando de cómo puede liberarse de la presencia de estos seres que para la raza humana resultan muy perjudiciales.
Dice el informe: «Son una raza genéticamente dañada, que cuando está saludable, tiene una piel amarillo-verdosa; pero cuando no tienen suficientes «glandulares» —glándulas de ganado molidas— para absorber a través de la piel, tienen un color gris.»
Una característica muy importante de estos rigelianos es que son capaces de salirse de nuestro tiempo. Además, son poco individualizados, como los «reticulianos», y aparentemente «militarizados» como ellos.
 Suelen repetir: «somos uno», «estamos amarrados». Tienen su sistema digestivo y generativo dañados — parece que por una guerra atómica de hace miles de años— y por eso tienen que nutrirse a través de la piel. Su alimento consiste en una especie de sopa celular que es procesada utilizando tejido bovino que ellos untan en la piel. Estos del tipo 2 son los que realizan la mayor parte de las matanzas y mutilaciones de ganado con el fin de alimentarse. No tienen inconveniente, en caso de necesidad, de hacer lo mismo con seres humanos.

Están haciendo desesperadamente experiencias genéticas con los humanos, pero no por amor a la ciencia o por conseguir un cruce más perfecto, sino por conservar su propia especie y por lograr reproducirse de una manera más natural, ya que debido a su defecto en sus funciones generativas todos son clones. Esta es la razón de que todos parezcan iguales.
Han tratado de llevarse ganado a otros sistemas solares, pero no han podido, porque el ganado no puede vivir allí.

Según el informe, «estos EBEs han interpenetrado masiva y radicalmente nuestra civilización. Mantienen bases en todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos, y controlan cada aspecto de nuestra sociedad». Según Paul Bennewitz, hay unos 50.000 en nuestro planeta.
En la actualidad la raza humana está siendo sometida por estos seres a un verdadero «bombardeo mental» sin que se dé cuenta. También se valen de líderes humanos o «iluminados» de muchos tipos para mantener su control sobre nosotros. Son también, como los reticulianos, maestros en manipular la psique. Parece que gracias a ellos la CIA ha logrado una tremenda efectividad en este campo.
«The Matrix» resume así sus actividades:
—             Se clonean a sí mismos en úteros parecidos a vegigas.»
—             Fecundan a hembras humanas para extraerles posteriormente el feto.
—             Fabrican androides de apariencia humana que tienen un tiempo muy limitado de vida.
—       Adquieren material biológico de ganado y seres humanos para alimentación y experimentos genéticos.

Transcribo al pie de la letra lo que Valdamar Valerian dice en la página 280 de «The Matrix»:
«Estas entidades tienen una "resonancia" con los humanos que tienen una vibración semejante. Si uno funciona en una específica longitud de onda emocional, no será raro que atraiga su atención, porque "ellos" se "cargan" con los violentos cambios emocionales de los humanos hechos a gran escala. Esta parece ser la razón de que les guste que nosotros tengamos guerras, aparte de lo que ellas contribuyen a que estemos divididos.»
He traído esta cita, porque hace años llegué a la  misma conclusión y de ellos dejé constancia en «Defendámonos de los dioses».
He aquí el resumen de las negativas cualidades de estos dos grupos que el mismo autor hace con un poco de humor negro.
Después de darnos alguna defensa psicológica contra ellos, añade:
«Sin embargo, hay casos en que este método no funciona y dependerá mucho de cuál sea el tipo de EBE con el que usted se haya encontrado. Si es un "reticuliano", usted por lo general será pinchado, aguijoneado, "implantado" (en el cerebro), fecundada o explorado con rayos X. Y si es un rigeliano, usted además puede ser comido, o cortado en trocitos menudos u hostigado con proyecciones de formas mentales tales como los "hombres de negro". Los rigelianos son los más desagradables, y maldito sea el gobierno por haber permitido a la CIA hacer un trato con ellos, sólo por obtener tecnología avanzada.»
Varias especies de «grises» tienen manos como garras, con cuatro dedos, sin pulgar, con largas uñas y con membranas entre ellos. El grabado adjunto fue hecho por un exmiembro de la CIA que dijo haber visto al alienígena tras un estrellamiento en Nuevo México.

Tipo núm. 3. Rubios altos, llamados también «procionianos». No tienen el poder de cambiar su apariencia. (En cambio, los grises sí pueden presentarse como rubios.) Su altura fluctúa alrededor de 1,90 metros. Ejercen también bastantes actividades en nuestro planeta, pero menos que los grises. No están de acuerdo con lo que los rigelianos del tipo 2 están haciendo. Parece que tratan de disuadirlos, pero básicamente no intervienen.

Tipo núm. 4. Rubios bajos. De piel blanca-azulada, más discretos en sus intervenciones en nuestro mundo. Según un informe, «estarían dispuestos a expulsar de este planeta a los rigelianos si las autoridades se lo pidiesen oficialmente. Pero ello conllevaría una guerra en la que perecerían muchos humanos.

Tipo núm. 5. Entidades invisibles, muy difíciles de ser comprendidos por nosotros, porque son prácticamente pura energía.

Según se desprende de los mismos informes que nos dan las anteriores noticias, las formas más bien degeneradas de rígelianos y reticulianos, de las que tantos testimonios oculares hay, son el fruto de una intensa y sostenida radiación atómica tras guerras nucleares habidas en sus planetas de origen. Según ellos mismos dicen, originalmente eran altos y rubios como los llamados procionanianos, y sus formas actuales y los graves defectos fisiológicos que tienen son debidos a una degeneración.
Y muy curiosamente, cuando se le ha preguntado a las computadoras cómo sería la raza humana que lograse sobrevivir a una guerra nuclear, la respuesta ha sido la figura de un enano macrocéfalo y lampiño muy parecido a éstos a los que nos estamos refiriendo.

Y tras todas estas noticias, de nuevo nos tendremos que preguntar: ¿Cuánto hay de verdad en esto y cuánto es pura imaginación de algún contactado delirante?
Y de nuevo tendremos que contestar que puede ser que no todas estas informaciones relativas al origen y peculiaridades anatómicas de nuestros visitantes sean exactas, pero lo que sí es cierto es que muchas de sus cualidades anímicas y de sus correspondientes actividades en nuestro planeta coinciden totalmente con lo que sabemos por la experiencia ajena y propia. Y esto nos da la convicción de que están aquí, actuando entre nosotros, lo que nos interesa mucho más que el lugar de donde vienen, el sistema de propulsión de sus naves o sus peculiaridades fisiológicas.




He aquí un ejemplo del tipo 2, tal como lo dibujó el contactado brasileño Herminio da Silva que junto con su esposa Bianca fue llevado a una nave espacial, con coche y todo, el 11 de enero de 1976. Los extraterrestres tenían el pelo negro, eran muy bellos y median 2 mts. de altura. Todo el suceso, que ha sido exhaustivamente investigado, es muy bello y aleccionador. Los abducidos fueron muy bien tratados y depositados en un lugar cerca de Belo Horizonte, a donde se dirigían, que estaba a 300 kms. de donde habían sido abducidos.


Reticulianos.



Reticuliano.



Rigelianos. Con frecuencia se los ha visto portando armas y tomando muestras de rocas y plantas. Son esquivos y fácilmente hostiles. Vistos, sobre todo, en áreas rurales y apartadas (Loren Coleman).



Modelos de cabezas de los EBEs del estrellamiento de Azlec.



Probablemente rigelianos (Chan Johnson).








El famoso George Adamski al lado de un dibujo del extraterrestre «alto y rubio», que según él, lo contado en Desert Center (California) el 20 de noviembre de 1952.



Valdar, un koldasiano que trabajó durante bastantes meses en una fábrica de radios de Sudáfrica, antes de que fuerzas del Gobierno norteamericano atacasen una de sus bases en el desierto de Nevada en 1976. Fue recogido por un ovni ante testigos. Su existencia entre nosotros está bien estudiada y atestiguada por sus compañeros de trabajo que no sabían que fuese un extraterrestre.


CAPITULO XI
LA TERRIBLE VERDAD

Por lo hasta aquí dicho, el lector ya puede haberse hecho una idea bastante clara de cuál es esta terrible verdad. Sin embargo, ésta no es una sola y simple, sino que consiste en varios hechos, cada uno de los cuales es para llenarnos de preocupación o por lo menos de pasmo.

La primera terrible verdad es el asombro que nos produce el que personas que por una parte se nos presentan como honorables y preocupadas por el bienestar del pueblo, sean tan irresponsables y estén imbuidas de una mentalidad tan belicista como para ocultarnos unos hechos tan trascendentes, sólo por la posibilidad de obtener más tecnología bélica.

La segunda terrible verdad que estamos descubriendo es que todo el fenómeno ovni, con su atemorizante realidad, está siendo usado no sólo por los militares, sino por pequeños grupos secretos de individuos con un enorme poder económico, con el fin de obtener un dominio total y tiránico del planeta.

La tercera terrible verdad es la que le queremos exponer más en detalle al lector en este capítulo. Se trata de unas actividades concretas que ciertos extraterrestres están llevando a cabo en nuestro planeta. Y si los rumores que hace tiempo circulan son verdaderos, las han llevado a cabo con el beneplácito de las autoridades de los Estados Unidos y de Rusia, y gracias a las facilidades que estas dos potencias les han brindado.

El lector se acordará de lo que dijimos de la base subterránea de Dulce en el Estado de Nuevo México. Los famosos «papeles de Dulce» contienen una información además de interesantísima, aterradora.
Intentaremos presentarle al lector de una manera resumida algunos de estos documentos. Pero antes, para ubicarnos, diremos que hay en los Estados Unidos un triángulo, situado al sudoeste de la nación, en donde la actividad ovnística es muy abundante, tanto cuantitativa como cualitativamente. El triángulo tiene como vértices los pueblos de Tonopah (Nevada), Socorro (Nuevo México) y Aguila (Colorado). Dentro de este triángulo están las bases de Holloman —donde se produjo uno de los encuentros oficiales con los extraterrestres— y la de Nellis, en donde funciona desde hace muchos años un «Centro de Tecnología alienígena». «Se rumorea que en ese Centro se reúne la tecnología que se va obteniendo de los extraterrestres, junto con aparatos proporcionados por ellos; y a veces, acuden allí algunos EBEs para ayudar a desarrollar los nuevos modelos de aviones y armas.»
También dentro del triángulo están las bases de Los Alamos y la de Groom Lake, una de las más secretas de los Estados Unidos, la de Kirtland y varias otras.




En primer lugar, podrá ver el lector un mapa — incluido en este triángulo—, en donde se detalla la gran actividad que desarrollan los EBEs a los que nos estamos refiriendo.
La cruz que se ve en el mapa y que lo divide en cuatro cuadrantes es la formada por los límites de los Estados de Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México, y entorno a este punto céntrico es donde se desarrollan Ia mayor parte de los avistamientos y actividades de los ovnis, tal como el lector puede ver en las anotaciones del mapa.

Como anteriormente dijimos, la «terrible verdad» no es una, sino múltiple y está compuesta por la fecundación involuntaria de mujeres, el cruce de éstas con androides, el uso de las glándulas de fetos, los abortos provocados conscientes e inconscientes, las experiencias genéticas de todo tipo, los secuestros de niños y adultos, la fabricación de «sintéticos» y robots biológicos, la violación de hombres y mujeres, la implantación de pequeños aparatos en el cuerpo y especialmente en el cerebro, el «monitoreo» a distancia de los sentimientos y de las conductas de los «implantados», etc.

Insistiremos ahora en ciertos aspectos concretos de estas actividades tenebrosas que están siendo llevadas a cabo en la base subterránea de Dulce, y muy probablemente en otras como Groom Lake, Sunspot, Datil, Ros-well, Pintown, Holloman, Kirtland...
El lector recordará que en páginas anteriores dijimos que una de las tres fuentes por las que conocíamos la existencia y las actividades de esta base subterránea era el testimonio de una mujer que habiendo sido conducida a ella, fue, inexplicáblamente, devuelta incólume al sitio en que la habían secuestrado. He aquí lo que dice un documento incluido en el «Informe Matrix»:
«En mayo de 1980 ocurrió un caso muy interesante en el norte de Nuevo México. Una madre y su hijo conducían su coche por una carretera rural cerca del pueblo de Cimarrón, cuando observaron dos naves en el proceso de llevarse a un ternero. En seguida ellos fueron también secuestrados y llevados a la instalación subterránea, donde la mujer presenció la mutilación del animal. Observó también allí dentro grandes tinas que contenían partes de ganado flotando en un líquido, y otro recipiente que contenía el cuerpo de un hombre. Esta mujer fue posteriormente sujeta a examen y se encontraron en su cuerpo pequeños objetos que le habían sido artificialmente implantados, al igual que en el de su hijo.»

La otra fuente para el conocimiento de la existencia y las actividades de la Base de Dulce fue el ex agente de la CIA que logró escapar con fotos y videos. En la actualidad permanece escondido manteniendo comunicación únicamente con varias personas en lugares diferentes, a las que en su día les exhibió los videos y las fotos y les dejó copia de los documentos que había logrado sustraer de la Base.
La mayor parte de estas personas no estaban cualificadas, por su nivel cultural, para entender lo que se decía en los documentos. Lo que a continuación transcribiré fue escrito por uno de los que los recibieron, que por tener dotes pictóricas hizo varios dibujos de lo que había visto en las fotos y en el video, y resumió lo que los documentos y papeles contenían:
«Aténgase a lo que ve. Yo no puedo descifrar más que usted ¡o que está dibujado o escrito. Estoy pasándole estos papeles con el sólo interés de que se conozca la verdad. De otras informaciones que tengo, deduzco que lo que se dice en estos documentos es verdad. Creo que esta base existe y que está operando en la actualidad. También creo que hay otras cuatro del mismo tipo, una de ellas localizada unas pocas millas al sudoeste de Groom Lake, en Nevada. ¿Cuál es la verdad de todo esto? Sólo Dios, el MJ-12 y los extraterrestres lo saben con certeza.»
«Contenido de los documentos de Dulce: Cantidad de papeles-documentos que hablan sobre el cobre y el molibdeno; también algunos sobre el magnesio y el potasio, pero sobre todo, sobre el cobre. Cantidad de "términos médicos" que yo no entiendo. Una hoja de papel con planos y diagramas raros. Papeles que hablan sobre la luz ultravioleta y rayos gamma. Otros papeles que hablan sobre el color y sobre el blanco y negro y cómo evitar el ser visto gracias al uso de ciertos colores. Además de esto hay 25 folios en blanco y negro y un "videotape" mudo, todo del interior de ¡a base. Estos documentos dicen qué es lo que los alienígenas buscan y cómo usan la sangre que extraen de las reses. Dan la impresión de absorber átomos para   "comer".  Ponen las manos en la sangre, como si fuese una esponja, para adquirir alimento. No sólo sacan alimento de ella, sino que alteran también el ADN del ganado y de los humanos. La criatura «tipo 1»  es un  animal de laboratorio. "Ellos " saben cómo cambiar los átomos para crear un ser "cuasi humano" que dura poco tiempo. Está hecho de tejido animal y depende de una computadora para simular (o darle) memoria; una memoria que ha sido sacada por la computadora de otro ser humano. El "cuasi humano" es un poco lento y torpe. Los humanos reales son usados para recibir entrenamiento, para hacer experimentos con ellos y para cruzarlos con estos "cuasi humanos".   

Algunos  humanos  son  secuestrados y usados por completo, incluso sus átomos. Algunos son conservados en tubos grandes y mantenidos vivos en un líquido color ámbar. A algunos humanos les dan un lavado cerebral y los usan para distorsionar ¡a verdad. A algunos varones que tienen gran abundancia de espermatozoides los conservan vivos y usan su semen para alterar el ADN y crear un ser sin sexo llamado "tipo 2". Ese semen es cultivado de alguna forma y alterado de nuevo y colocado en "matrices" individuales. Cuando se están desarrollando (las criaturas) parecen "hombres feos", pero cuando llegan a la madurez parecen normales. Todo el proceso lleva sólo varios meses desde el tamaño de feto. Viven menos de un año. Algunas hembras humanas son usadas para cruces. Innumerables mujeres han tenido un aborto repentino después de tres meses de gestación. Algunas ni sabían que estaban en estado (recuerde el lector el caso de Margarita, en el capítulo "Experiencias genéticas de los extraterrestres"). Otras recuerdan el contacto de una manera confusa. El feto es usado para mezclar el ADN en los Tipos 1 y 2. La configuración atómica en esos fetos es mitad humana y mitad "cuasi humana " y no tendría oportunidad de sobrevivir en el vientre materno. A los tres meses se lo retiran y se hace crecer en otra parte.»

Hasta aquí la traducción de la nota de uno de los receptores de todos estos documentos.
A continuación presentamos varías ilustraciones pertenecientes a los «papeles de Dulce».
En la ilustración número 2 se puede ver una gran tina en la que están sumergidos en un líquido ámbar, semiflotantes, grandes pedazos de carne —aparentemente de ganado vacuno—. A un costado hay una especie de grúa articulada que aparte de servir para sacar del depósito los pedazos de carne, tiene la misión de producir una vibración en el líquido.

En esto el ex agente de la CIA coincide con lo que sabemos por la mujer de Cimarrón (a la que acabamos de hacer referencia), que fue secuestrada junto con su hijo y llevada a la base subterránea de Dulce, aunque luego fuese devuelta a un lugar cercano de aquel en que había sido sacada de su automóvil por la fuerza.
Ella también habla de grandes piezas de carne de ganado flotando en unos tanques, pero añadió el macabro detalle de que en uno de los tanques lo que flotaba era un ser humano.
En la ilustración número 3 se ven dos de estos tanques, de los que en otra parte nos dice que había cientos en las inmensas salas subterráneas de la base. Por lo que se ve, están bien custodiados, pues nos da el detalle de las cámaras de TV en cada una de las puertas.
La ilustración número 4 nos acerca al mismo corazón del secreto. Una especie de gran matriz transparente, sumergida en un líquido amarillento. Dentro de ella flotan, en otro líquido no tan espeso y de un color ámbar, docenas de diminutas criaturas de forma humanoide. Esta «matriz» o «vientre» está enchufada a otras máquinas situadas en un lugar diferente del que el ex agente no proporcionó más que el dibujo número 5 que parece ser un proceso previo al que vimos en la ilustración anterior, en donde las pequeñas criaturas ya tienen una forma definida.

El dibujo número 6 pertenece a una de estas criaturas en un estado ya más desarrollado.
Todavía hay más ilustraciones hechas por la misma persona, pero son difíciles de comprender, aparte de que algunas de ellas no tienen letreros explicativos como las que presentamos. (En su traducción hemos respetado al pie de la letra las que figuran en los originales del ex agente de la CIA.)
La ilustración número 7, aunque procede también de la base de Dulce, parece haber sido hecha por otra persona, ya que la caligrafía de las anotaciones marginales es diferente, se entiende peor y tiene otro estilo. En ella podemos ver otro tipo de criatura, todavía en un estado embrionario, con un cuerpo diminuto humanoide y una enorme cabeza, parecida a la de un insecto. El dibujo es borroso, por lo menos en la copia a la que yo tuve acceso, y las anotaciones son de difícil lectura.
¿Qué podemos sacar de todo esto? Lo primero que tenemos que hacer es evaluar esta información, porque de ser cierta es enormemente inquietante.
Como dije más arriba, aparte de haber sido la raza humana traicionada por el gobierno de los EEUU, por haber realizado un pacto con estos EBEs, facilitándoles sus actividades en nuestro mundo, está el hecho de sus enormes capacidades en el campo de la biología. Mediante ellas pueden causar en nuestro organismo mutaciones de las que no tenemos ni idea.

Pero, ¿son ciertas estas noticias? ¿No estamos siendo víctimas de las ilusiosnes de algún alucinado? Si las consideramos a la luz de lo que el sentido común nos dice, llegamos a la conclusión de que tales informaciones no pueden ser verdad; pero por otro lado, nos encontramos con una cantidad de hechos que a pesar de ser también increíbles, sabemos que son auténticos y por otra parte están relacionados directamente con estas informaciones.
Esto nos lleva a, por lo menos, no rechazarlas, a priori, y a tenerlas en cuenta para compararlas con nuevos hechos extraños e increíbles de cuya realidad nos vamos convenciendo. Es muy posible que del convencimiento de unos hechos extraños pero ciertos, pasemos al convecimiento de otros hechos igualmente extraños aunque inciertos.

De ser verdaderas estas noticias de lo que sucede en la base de Dulce —que no es la única de este género—, había que echarse a temblar, pues ello significaría que, aparte de otros usos más sutiles de los que hablaremos más adelante, nos usan de una manera primaria convirtiéndonos en alimento, al igual que nosotros hacemos con los anímales.
Sería entonces cierto lo que por siglos ha venido diciéndose, aunque muchas veces se hiciese como una ficción literaria: «Somos alimento de los dioses.»

Ante un hecho como éste, la mente humana se aterra y enloquece, pues se le derrumban todas sus estructuras de pensamiento y el cosmos entero parece volverse un caos; sobre todo para aquellos que imbuidos de ideas religiosas en las que la providencia de Dios se ocupa de todo, aquélla y Este desaparecen repentinamente, para dejar paso a unos seres repugnantes, carentes de moral y sin entrañas —auténticos demonios— que son los arbitros de la vida humana.

Esta es la impresión que a primera vista se tiene cuando uno llega al convencimiento de que tales hechos son verdad. Una sensación de desamparo total, de indefensión, de soledad en un universo sin sentido. Una sensación de haber sido engañados por completo en todo lo que se nos dijo acerca de Dios, de la bondad, de la belleza... Si realmente estamos a merced de estos pequeños demonios deformes, ¿qué sentido tiene la vida y el bien obrar? ¿No será conveniente disolvernos otra vez en la nada mediante una muerte voluntaria antes de ser presa de estos temibles bichos inteligentes? Posteriormente veremos que no hay que tomar las cosas tan a pecho.

Pero la terrible verdad todavía no concluye aquí. Si es cierto que nuestra proteína interesa a estos EBEs con los que los gobernantes de los EEUU han hecho un trato, y a algunos otros de su Confederación que se asemejan a ellos incluso fisiológicamente, parece que también es cierto que la energía «psíquica» que produce nuestro cerebro, o dicho en otras palabras, las ondas electromagnéticas que de él emanan cuando estamos en ciertos estados de ánimo, les interesan a bastantes más de estos misteriosos y escurridizos visitantes espaciales.

Esto conlleva que muchos de ellos, sin que nos demos cuenta, manipulen desde las sombras nuestros sentimientos de modo que nuestros cerebros produzcan lo que a ellos les interesa. Y si bien este dominio psíquico que ejercen sobre nosotros no es tan visible como el físico, a la larga resulta más perjudicial para el género humano considerado como un todo, ya que atenta contra nuestra racionalidad y frena nuestra natural evolución hacia un nivel más alto de civilización y de consciencia.
Lo que por años venimos diciendo contra el parecer de los «ufólogos serios» tiene una completa confirmación en los «papeles de Dulce». Según ellos, estas entidades reciben una energía o «excitación» cuando se ponen en contacto con un cerebro humano que esté en determinadas condiciones. Para ello, los EBEs manipulan al humano inconsciente para que su ánimo se ponga en el estado que a ellos les interese y su cerebro empiece así a emitir las ondas con las que ellos pueden sintonizar fácilmente.

He aquí la traducción de unos párrafos de los documentos:
«Si usted funciona en cierta longitud de onda emocional, con frecuencia atraerá su atención, porque ellos acostumbran a "cargarse" con los grandes cambios emocionales que tienen los humanos. Esta es la razón de que a ellos les guste que nosotros tengamos guerras, aparte de que con ellas nos mantenemos divididos y así nos pueden controlar mejor.»

En otra parte del documento se lee: «El pacto de recibir tecnología de ellos a cambio de dejarlos obrar libremente en nuestro mundo fue hecho anteriormente por los alemanes en la segunda guerra mundial. Dado que los EBEs reciben una excitación («high») cuando los humanos tienen un gran despliegue de emociones, se puede deducir que los alemanes estaban logrando con la guerra contribuir a crear un clima psicológico agradable entre los EBEs. Especialmente, con la matanza en masa de judíos y con la guerra en general, la cual fue algo artificial y tramada por ellos, como lo han sido todas las guerras. Llama mucho la atención la consabida presencia de ovnis en las zonas de guerra. Están allí por lo que decimos.»

Esto concuerda plenamente con el hecho de la casi rutinaria presencia de ovnis tras los terremotos, moviéndose lentamente por encima de las zonas devastadas como para absorber algún tipo de energía telúrica o psíquica que de allí se desprende.
Las consecuencias que de aquí podemos deducir son inquietantes. Por suerte, parece que son pocos los que se divierten con este juego macabro, porque de interesarles a la mayor parte de las 60 ó 70 especies de EBEs conocidas, la raza humana estaría en la misma situación que los animales de una granja, irremediablemente destinados al matadero.

Tal como ya explicamos en «Defendámonos de los dioses», las guerras son una de las cinco grandes estrategias que los EBEs tienen desde hace muchos miles de años para dominar a los humanos. Son el resultado lógico de las otras cuatro: razas, religiones, lenguas y patrias en las que la humanidad está dividida.

Si el ser su alimento era algo enormemente humillante, el estar sometido mental y sentimentalmente a sus caprichos es algo que tiene que llenarnos de preocupación, y más cuando vemos —y la triste historia humana así nos lo demuestra— lo eficaces que son en llenarnos gratuitamente el corazón de ira, enfrentándonos constantemente en estúpidas guerras fraticidas. Y para agravar aún más las cosas tenemos la impresión de que en fa actualidad ciertos poderes ocultos, aliados con algunos militares megalómanos, están usando a nivel mundial tecnologías muy avanzadas de control mental para doblegar las mentes de los habitantes del planeta.

No sólo eso sino que tal como dijimos, tenemos la sospecha de que muchas de las experiencias genéticas y demás horrores que describimos en este capítulo, son en realidad practicadas por estos grupos secretos que, a su vez, se encargan de achacárselas a los extraterrestres.
Pero a pesar de todos estos inconvenientes, todavía hay mucho lugar para la esperanza y cada individuo tiene en su mano la manera de liberarse de estas intromisiones foráneas.














Dibujo hecho de memoria por Christa Tillan (trás hipnosis) de lo que vio en una base subterránea cuando siendo jovencita fue llevada allá por la tripulación de un ovni, A lo que parece se trata de la base de Dulce, que está relativamente cerca de donde fue abducida; y es de notar lo mucho que estos dibujos se parecen a los otros que también reproducimos, hecho por personas que no conocían a Christa Tilton. (Reconocemos que los hemos publicado sin su consentimiento porque no hemos sido capaces de conseguir su dirección para pedirle su autorización).


CAPITULO XII
¿ACARREADOS?

Otro hecho, que tanto «The Matrix» como «A-3» señalan, es la desaparición y mutilación de animales. En este particular los hechos son innegables e innumerables y confirman ampliamente ambos documentos. Según algunos investigadores, el número de animales desaparecidos o sacrificados en granjas de USA anda por los 300.000, mientras que el de los muertos en todo el mundo supera los dos millones. Todo lo que se diga en este particular es poco en comparación de la realidad.

He investigado muy a fondo el «misterio» y podría aportar muchos datos concretos. Me limitaré a éste. En 1975, tras una noche en que se vieron ovnis por todas partes encima del pueblo de Moca, en Puerto Rico, aparecieron muertos por la mañana en una pequeña granja tres patos, tres cabras, dos gansos y un gran cerdo semental. El dueño se volvía loco pensando en quién le podía haber hecho aquello. Los animales presentaban las heridas típicas que los EBEs suelen hacer con gran precisión y por supuesto todos estaban desangrados. Yo no dudé un momento de quiénes había sido los autores de la masacre.

En algún caso, el humano ha visto cómo los EBEs se llevaban al animal entero embarcándolo en su nave, mientras que en otros el animal era devuelto a tierra pero descuartizado, cayendo del cielo grandes trozos de carne a breves intervalos en línea recta.

Ante hechos como éstos, tan inexplicables pero tan indiscutibles, uno tiene derecho a preguntarse si las teorías e hipótesis con las que están engranados no serán tan hipotéticas.


Escenas como está han sido frecuentes en muchas granjas de! mundo entero.

CAPITULO XIII
 LA INVASIÓN SOLAPADA

Puede ser que el lector se haya impresionado al conocer los detalles de lo que está sucediendo en las bases subterráneas de los hombrecitos grises de los que tanto se ríen los científicos. Pero todavía les queda por saber la parte peor de esta auténtica invasión que la raza humana está padeciendo.
Lo material y visible, como son los trozos de carne flotando en los estanques, las mujeres violadas, los fetos siendo extraídos por la fuerza del seno materno, la fabricación de robots vivos cuasi humanos a partir de tejidos de animales y hombres, etc., causa una profunda impresión y es en sí monstruoso. Pero hay otros hechos que por no ser tan materiales ni tan fácilmente visibles pasan más inadvertidos, aunque en el fondo tengan consecuencias más funestas.

Me refiero a la invasión que están llevando a cabo de nuestras mentes, implantando en ellas ideas que subvierten todo el orden social.
Pero antes de seguir adelante repetiré algo de suma importancia: La invasión a que nos referimos no sólo es llevada a cabo por los no-humanos, sino también por grupos secretos de humanos con una avanzadísima tecnología de control mental de masas y con una enorme influencia disimulada en la sociedad. Aparte de sus ambiciosos proyectos de dominio mundial, colaboran inconscientemente con los planes a largo plazo de los no-humanos. Sin darse cuenta, les facilitan grandemente el trabajo a éstos.


Sao Paulo, Brasil

Apéndice VII
EXPERIENCIAS GENÉTICAS DE EXTRATERRESTRES EN MIRASSOL (BRASIL)

Para que el lector vea que lo que hemos narrado a lo largo de este libro tiene paralelos y confirmaciones en otras partes del planeta, narraremos lo que desde el año 1979 está sucediendo en Mirassol, una ciudad de unos 30.000 habitantes en el estado de Sao Paulo, en Brasil.
La víctima, de tales experiencias, es un mulato llamado Antonio Carlos Ferreira, que vivía con su madre en el número 2735 de la Avenida 3.a en Mirassol, y tenía veintiún años de edad cuando en 1979 tuvo su primer encuentro con los extraterrestres o mejor dicho fue abducido por ellos contra su voluntad.
Todos los pormenores de este interesantísimo caso fueron relatados por el Dr. Walter Buhler y Guillermo Pereira en el libro «O caso de Mirassol», publicado en Río de Janeiro en 1984. Los datos, documentos, fotografías y pruebas que sostienen todo lo que allí se dice, están guardados en las oficinas de la Sociedad de Brasileira de Estudios sobre Discos Voladores (SBEDV), cuya dirección es Caixa Postal n.° 16017. Correio do Largo do Machado, Río de Janeiro, Brasil.
Lo primero que tenemos que decir es que los extraterrestres envueltos en esta experiencia genética no son los mismos de los que hemos tratado en este libro, aunque son también de baja estatura y con una cabeza de gran tamaño.
Los hay de dos tipos o razas que parece conviven en el mismo planeta. Unos tienen la piel bastante oscura, parecida a la de Antonio Carlos, —y puede que ésta fuese una de las razones por las que fue escogido para la experiencia— y de cabello rizado y rojizo: y otros, que dan la impresión de ser los dominantes, tiene la piel más clara y los cabellos lisos y negros.
Pero ambos, aun siendo de formas parecidas a las humanas, son de una extraordinaria fealdad. Este detalle fue el que hizo que A. Carlos se resistiese a las experiencias a que fue sometido y el que lo inhibió para que voluntariamente practicase lo que de él se pedía, cosa que otros humanos, abducidos por extraterrestres de formas más armónicas, han practicado gustosamente. En el capítulo «Experiencias genéticas» hemos aportado varios casos.

El resumen de lo acontecido a Antonio Carlos Ferreira es el siguiente:
El día 28 de junio de 1979, a las tres de la madrugada, cuando AC hacía sus rondas, en compañía de su perro policía «Hongue» en la gran fábrica de muebles en la que trabajaba de vigilante nocturno, vio en una gran explanada cerca de los servicios sanitarios una luz muy brillante que descendía lentamente, dentro de los terrenos de la fábrica.
Cuando observaba atentamente qué podía ser aquello, vio que se acercaban a él tres criaturas de muy baja estatura —que más tarde supo que eran robots— con la cabeza cubierta por una especie de casco opaco y vestidos con un uniforme enterizo que los cubría completamente hasta el cuello.
«Hongue» adiestrado para ello, partió hacía ellos gruñendo pero no había hecho más que iniciar su carrera cuando lanzando un pequeño gemido quedó paralizado y cayó como muerto.

De una pequeña caja que llevaba uno de aquellos seres partió un haz de luz roja que inmovilizó a AC y en este estado fue transportado por los tres individuos, sin tocar el suelo, hasta un pequeño aparato discoidal que estaba aparcado en el extremo de la explanada.
Este aparato lo transportó a otro de mayor tamaño en donde sería sometido a las experiencias que enseguida detallaremos. La nave nodriza a donde fue trasladado tenía muchos compartimentos y salones y en ella pudo ver una gran cantidad de hombrecitos de las dos razas, atareados en sus quehaceres. Los tres robots que lo habían inmovilizado y secuestrado, en cuanto lo entregaron a los hombrecitos de la gran nave, se alinearon pegados a la pared y así permanecieron inmóviles todo el tiempo que estuvieron a la vista de AC. Durante su secuestro y traslado, en ningún momento se dirigieron a él para nada ni los oyó comunicarse entre ellos.
Las dos razas, aparte de diferenciarse en el pelo y en el color de la piel, tenían otras pequeñas disparidades, pero fundamentalmente eran bastante parecidos, teniendo unos ojos muy salientes y rasgados, sin cejas ni pestañas, gran boca con unos labios carnosos y salientes, nariz muy ancha, chata aunque algo arremangada, barbilla prominente y cuello bastante grueso.

Una vez que AC hubo recobrado sus movimientos y cuando de una manera telepática le aseguraron que no le iban a hacer ningún daño y que lo iban a regresar a su casa, lo llevaron a otra pequeña sala en donde había un diván. Lo hicieron tumbarse en él y entonces comenzó la parte más extraña e interesante de toda su aventura.
Por una parte apareció una mujer extraterrestre, que estaba completamente desnuda, y que se acercó decididamente al diván en donde estaba acostado AC. Era de la raza de los de piel oscura, y un poco más alta que los otros de su especie, aunque bastante más baja que AC. Tenía entre 1,50 y 1,55 mts., la piel color chocolate, bastante parecida a la de AC y una gran cabeza; pelo rojo y ensortijado, ojos negros y muy rasgados y una boca muy grande con unos labios muy gruesos. Aparte de esto su aliento era bastante fétido, tenía la barbilla muy saliente, senos pequeños, pelo rojo en la región púbica y una piel muy fría al tacto. Estos fueron los detalles que posteriormente bajo hipnosis dio AC, ya que cuando reaccionó de la impresión que le había causado la luz y los hombrecitos que vio acercarse, no se acordaba de nada de lo que había sucedido en las más de doce horas transcurridas.
Las incidencias de lo ocurrido entre AC y la mujer extraterrestre las resumo de lo que escribieron A. Walter K. Buhler, Guillermo Pereira y Ney Matiel Pires en el libro «UFO Abduction at Mirassol» (A biogenetic experi-ment) publicado privadamente en 1985 por Wendelle C. Stevens, en Tucson, Arizona.
«... En aquel momento la desnuda extraterrestre le habló algo a AC. Le dijo con señales de afecto que ella quería que él la besase. Esto lo repitió en más ocasiones mientras estuvieron juntos.
«AC consideraba a aquella mujer nada atractiva y estaba muy lejos de agradarle. Cuando él tocó por un momento su piel, aparte de sentirla muy fria, recibió una pequeña descarga (eléctrica)...
«Una vez que AC estuvo tumbado en el diván, tres de los extraterrestres comenzaron a despojarlo de sus vestidos, pero él se resistió. Los empujó y los golpeó, pero ellos eran fuertes y lo trataron ásperamente y con dureza y finalmente lo dominaron. Le arrancaron por la fuerza los vestidos rasgándoselos y durante el forcejeo recibió magulladuras.

«Posteriormente se pudo hacer más luz sobre este incidente y en especial sobre la manera bastante brusca con que lo despojaron de sus vestidos. Los ovninautas trataban de desnudar a AC quitándole su ropa de arriba a abajo como si fuese enteriza, sin desabrocharle los botones ni descorrerle la cremallera, muy posiblemente porque desconocían cómo es nuestra manera de vestirnos. Y esto puede ayudarnos a comprender la manera extraña que ellos tienen de ponerse y quitarse sus «monos» de una sola pieza de material elástico que de ordinario llevan puestos. (Ver ilustración).
«Enseguida la mujer desnuda trató de acercarse a él de nuevo y de cogerle las manos. AC estaba enormemente contrariado y le dijo a la mujer que no quería que se le acercase, porque su fealdad le causaba mucha repugnancia. Un extraterrestre un poco más alto que los otros se acercó y le puso a AC una inyección en un brazo lo que motivó que él perdiese toda su fuerza y también su deseo de resistir. Además en el otro brazo (el izquierdo) le pusieron un pequeño aparato que AC no sabe describir, pero que vio perfectamente cómo se lo acoplaban al brazo.
«A continuación le untaron por todo el cuerpo una especie de aceite de color ámbar oscuro. Enseguida lo colocaron encima de la mujer y lograron que él consumase su unión sexual con ella.
«No estuvo mucho tiempo con la mujer y en cuanto terminó le quitaron el aparato que le habían puesto en el brazo izquierdo y volvieron a untarlo con el mismo aceite, antes de devolverle sus ropas (que, sobre todo los calzoncillos, estaban bastante rasgados).
«Durante todo el tiempo los hombrecitos conversaban entre ellos en un lenguaje que era totalmente ininteligible para AC. Sin embargo, cuando se dirigían a él podía entender perfectamente lo que querían decirle.
«Le volvieron a decir que no tenía que temer; que nada malo le iba a suceder y que lo devolverían a la Tierra. También le dijeron que ellos venían de otro planeta y que estaban en la Tierra para conseguir el hijo (híbrido) de un terrestre para futuros estudios; que ya habían conseguido tres. Le aseguraron también que volverían a contactarse con él y que le mostrarían el fruto de su experiencia, porque querían que él conociese a su hijo.
«Mientras le decían esto le marcaron en el cuerpo con una especie de tatuaje que AC conserva todavía. (El tatuaje es un círculo con dos diámetros en forma de cruz). Le dijeron que este símbolo era la marca de ellos. AC sintió entonces que le faltaba el aire y le dieron un líquido oscuro que tenía un sabor raro y desagradable.
«Tras de esto lo llevaron a una habitación completamente oscura en donde sintió que lo trasladaban a otro vehículo más pequeño que lo dejó en el mismo sitio en que lo habían abducido. Cuando se repuso y quiso ver dónde estaba el pequeño vehículo que había visto al principio, ya no estaba allí».
Hasta aquí lo que los citados autores nos cuentan resumidamente de la experiencia de AC en el año 1979. 

Pero lo interesante es que las experiencias han proseguido y hoy ya conocemos muchos pormenores sobre todo este caso; no sólo sobre las consecuencias que ha tenido sobre la vida de AC, sino sobre los mismos extraterrestres que lo secuestraron y hacia los que en la actualidad AC ya no siente ninguna animosidad.
Todos estos detalles han ido saliendo a la luz mediante las sesiones de hipnosis a que AC ha sido sometido por expertos muy cualificados que se han ocupado de verificar cada una de sus aseveraciones y de asegurarse de que no están ante un sujeto fabulador.
Sin querer entrar en ninguna discusión que estaría completamente fuera de lugar en este apéndice, les diremos a los que critican el método de la hipnosis como un instrumento de trabajo en la ovnilogía, que si conociesen bien todo lo que él conlleva, no perderían su tiempo ni su reputación en atacarlo tan a ciegas y tan absolutamente. Por supuesto, que puede haber algún caso de fabulación, pero cuando se toman las precauciones debidas y es practicado por verdaderos expertos se pueden descubrir datos y se puede llegar a conclusiones que no admiten duda alguna.
AC fue sometido a una «Regresión de sensitividad» el 5 de agosto de 1979, mes y medio después de su primera abducción. A una regresión hipnótica el 19 del mismo mes de agosto. A otra regresión hipnótica en enero de 1983 tras otra abducción y a otra más en el mes de abril del mismo año tras una tercera abducción. En cada una de estas regresiones se descubrían otras abducciones de las que AC no se acordaba.

Al igual que en muchos otros casos, AC tenía sólo una sensación borrosa de que algo extraño le había pasado en aquella fecha o en aquel lugar pero no conservaba ninguna idea clara ni concreta de lo que entonces le había sucedido. Bajo hipnosis todo se volvía claro y cuando posteriormente se oía a sí mismo en la cinta grabada en estado hipnótico, se producía casi repentinamente una conexión entre la mente consciente y la inconsciente, que en más de una ocasión ha resultado ser bastante traumática.
Uno de los testigos más importantes que nos demuestra que no estamos ante un caso de fabulación es el perro «Hongue». Tal como ya dijimos, fue dejado como muerto por los dos robots cuando los quiso atacar, pero en realidad estaba sólo paralizado. Cuando volvió en sí, huyó del lugar y posteriormente no ha querido de ninguna manera volverse a acercar al sitio en donde fue paralizado. No sólo eso, sino que ya no ha vuelto a ser el mismo perro dócil y valiente que era antes y se niega rotundamente a acompañar a AC en sus rondas nocturnas, cosa que antes hacía con gran alegría, pues no en vano había sido entrenado especialmente para ello.
AC ha cambiado mucho en su manera de ser desde que tuvo su experiencia. En la actualidad puede comunicarse telepáticamente con sus abductores con los que, como ya dijimos, mantiene unas relaciones mucho más amistosas que en un principio. En sucesivas abducciones, además de las dos razas ya descritas, ha visto otras dos completamente diferentes. En un caso se trata de individuos de talla alta, y rubios de ojos azules que cooperan amigablemente con las otras dos razas; y en otro de individuos muy peludos, parecidos a gorilas o chimpancés, pero racionales pues los vio hablar entre ellos, aunque no se dirigieron a él en ningún momento.

En julio de 1982 le fue mostrada a AC su pequeña hija, fruto de la experiencia llevada a cabo en su primera abducción. En esta ocasión AC no fue abducido sino que sencillamente se la mostraron a la puerta de una pequeña nave que se posó cerca de él. Un mes más tarde, el 8 de agosto, fue abducido nuevamente y esta vez se la enseñaron de cerca. Es una niña bastante parecida a su madre, pero con las facciones más dulcificadas y con la misma piel color chocolate de sus progenitores. (Ver ilustración).
En un ocasión AC vio cómo en su propia casa su hijo terrestre Fernando, de tres años, nacido de su matrimonio con Jandira, jugaba con su hija extraterrestre, de cuatro años. Y entonces le fue dicho que esto sucedía muchas veces por la noche sin que sus padres se diesen cuenta.

Tal como hemos dicho este no es el único experimento biogenético hecho por extraterrestres del que se tenga noticia en Brasil. He aquí unos cuantos tomados del catálogo de la SBEDV:

•             13 de abril de 1978. Lugar: Maringá (Paraná), Brasil. Jocelino de Mattos, trabajador en una Compañía eléctrica, fue abducido por la noche cuando caminaba hacia su casa. También fue elevado hacia el ovni a través de un haz de luz. Primero le extrajeron semen y luego fue obligado a copular con una extraterrestre de piel clara que dijo ser médica en su planeta. Duración de la experiencia: dos horas.

•             3  de enero de  1979.  Lugar:  Hialeah  (Miami), U.S.A.  Filiberto Cárdenas, cubano exiliado,  mientras examinaba su coche descompuesto, fue levantado en el aire al atardecer por una nave medio escondida a poca altura en una pequeña nube. El hecho sucedió en presencia de un amigo, la esposa de éste, y una hija de ambos que viajaban con él en el coche. Los extraterrestres le extrajeron muestras de semen en el examen físico a que lo so metieron. Le dijeron que ellos tenían ya 81 híbridos de su propia raza con humanos. Apareció semiconsciente al próximo día, tirado en una carretera no muy lejana y en buenas condiciones físicas.

•             15 de octubre de 1979. Lugar: Saquarema (Río de Janeiro). Luli Oswaldo y un amigo fueron abducidos por un objeto esférico que salió del mar. Sometidos a un examen físico les extrajeron semen y luego fueron obligados a tener relaciones sexuales con dos de tres mujeres que tenían caras feísimas como de roedores y de estatura bastante baja, que no demostraron emoción ni sentimiento alguno durante todo el encuentro. Duración: dos horas y media.

• 30 de noviembre de 1982. Lugar: Botucatú (Sao Paulo), Brasil. Juan Valerio de Silva, portero de un hospital. Cuando a media noche salió al patio de su casa para tomar un vaso de agua, fue elevado hacia un ovni que flotaba encima de un árbol, mediante un rayo de luz. La extraterrestre con la que tuvo relaciones sexuales tenía la piel oscura y cabellos largos y negros. Le hicieron numerosos tatuajes con símbolos extraños. Duración: aproximadamente tres horas.

• 14 de diciembre de 1983. Lugar: Chapeco (Río Grande), Brasil. Antonio Nelso Tasca, locutor-reportero de una emisora de radio. Fue elevado hacia un ovni, también mediante un haz de luz, mientras manejaba su auto por la carretera BR-282. La mujer con la que copuló tenía los ojos muy rasgados y era de piel clara. Duración del suceso: unas ocho horas.



Los robots a los que se hace referencia en el texto, que la noche del 28 de junio de 1979 secuestraron a Antonio Carlos Ferreira y lo llevaron a una pequeña nave en la que lo transportaron a otra mayor que se hallaba estacionada a gran altura en el espacio.



Dibujo de la ET con que AC tuvo relaciones. Los puntos en los muslos son una señal que llevan todos los de su raza. El dibujo fue hecho por Vilma Buhler tras dos años de trabajo con el abducido y después de muchas correcciones conforme a lo que él le iba indicando.




La misma mujer con la que tuvo relaciones, vistiendo el traje de una sola pieza que ordinariamente llevan puesto los de su especie. La insignia que en él se ve es la misma que le tatuaron a   AC en un brazo.




Imagen idealizada por el artista norteamericano Chan Johnson, de la mujer con la que tuvo relaciones Antonio Carlos. A lo que parece tiene en cambio bas­tante semejanza con la hija que resultó de la unión de ambos. Esta no tiene tan acentuados los rasgos de la madre, que tan mala impresión causaron en el áni­mo de AC.




Dos vistas de AC con el investigador Ney Matiel. La superior, en el lugar exacto de una de las abducciones. En la inferior se puede ver a Fernando, su pequeño hijo, con el que algunas noches viene a jugar su medio-hermana extraterrestre.



Juan Valerio y su hijo Reginaldo. Los extraterrestres que lo secuestraron y lo obligaron a tener relaciones sexuales le dijeron que tanto él como Reginaldo eran fruto de experiencias genéticas que ellos habían llevado a cabo; en cambio los otros miembros de su familia, no.




Freixedo Magistral, OVNILOGIA





La amenaza extraterrestre y el Informe Matrix, de Salvador Freixedo

Del libro Los grandes contactados, de Manuel Navas Arcos

CAPITULO – VII


Poco después de que nos soltáramos, se abrió la puerta y uno de los hombres llamo a la mujer. Antes de salir, ella se volvió, se señaló el vientre; luego, con una especie de sonrisa, me señaló a mí y, por último, señaló al Cielo, creo que hacia el Sur....

EL FANTASTICO ENCUENTRO DE ANTONIO VILLAS BOAS

El 22 de febrero de 1.958 por la tarde, en Río de Janeiro, en el consultorio del doctor Fontes y en presencia del periodista Joao Martín, en calidad de testigo, Antonio Villas Boas hizo la siguiente declaración:


Antonio Villas Boas
Me llamo Antonio Villas Boas, tengo veintitrés años y soy agricultor. Vivo con mi familia en una granja de nuestra propiedad. Está situada cerca de la ciudad de Sao Francisco de Sales, en el Estado de Minas Gerais, cerca de la frontera con el Estado de Sao Paulo. Tengo dos hermanos y tres hermanas, todos los cuales habitan en la misma región; otros dos hermanos murieron. Todos los hombres de la familia trabajan en la granja. Tenemos muchos campos que cultivar. Para la labranza tenemos un tractor de gasolina, marca Internacional que utilizamos en dos turnos cuando hay que arar. Durante el día, lo manejan los jornaleros y, por la noche, suelo utilizarlo yo, sólo o con mi hermano. Soy soltero y gozo de salud, trabajo mucho, sigo cursos a distancia y estudio cuando puedo. Para mí ha sido un sacrificio venir a Río, ya que hago mucha falta en casa. Pero pensé que era mi deber informar de los extraños sucesos en los que me he visto envuelto. Haré todo lo que ustedes crean oportuno, señores, y estoy dispuesto a declarar ante las autoridades civiles o militares. Todo empezó la noche del 5 de octubre de 1.95?. Habíamos tenido visitas y no nos acostamos hasta eso de las 11, mucho más tarde de lo normal. En la habitación estábamos mi hermano Joao y yo.


Hacía mucho calor y abrí las ventanas que dan al patio. Entonces, en medio del patio, vi un gran resplandor que iluminaba todo el suelo. Era mucho más intenso que la luz de la Luna y no conseguía ver de dónde venía. Pero tenía que proceder de arriba; era como si unos focos dirigidos hacia abajo lo iluminaran todo. Pero en el cielo no se veía nada. Llamé a mi hermano y le hice mirar; pero él nunca pierde la calma y me dijo que sería mejor dormir. Cerré la ventana y nos acostamos otra vez. Pero yo no podía dormir, la curiosidad me martirizaba; volví a levantarme y abrí la ventana. La luz seguía en el mismo sitio. Yo me quedé mirando afuera y de pronto se movió hacia mi ventana. Asustado, cerré de golpe con tanto ruido que mi hermano se despertó. Juntos, en la habitación oscura, seguimos la trayectoria de la luz que se filtraba por las rendijas de los postigos en dirección al techo y, luego, por entre las tejas (Las casas de campo brasileñas, a causa del calor tienen ventanas que llegan hasta el techo y, para conseguir una mejor ventilación, carecen de cielo raso). Al fin, la luz desapareció definitivamente. 

El 14 de octubre ocurrió el segundo incidente. Serían entre las 9,30 y las 10 de la noche, no lo sé con exactitud, ya que no llevaba reloj. Yo estaba trabajando en el campo con el tractor y con mi otro hermano. De pronto, vimos una luz muy fuerte, tanto, que dolían los ojos al mirarla. Al principio, era redonda y del tamaño de una rueda de coche y estaba en el extremo norte del campo era muy roja e iluminaba una gran extensión. Dentro de la luz había algo, pero no puedo decir con seguridad lo que era porque estaba casi cegado. Le pedí a mi hermano que me acompañara a explorar. El se negó y fui yo solo. Cuando me acerqué, la cosa se movió bruscamente con enorme velocidad y se situó en el extremo sur del campo, donde se quedó quieta. Corrí hacía ella y repitió la misma maniobra. Esta vez, volvió a su posición anterior. Lo intenté de nuevo y la maniobra se repitió veinte veces. Al fin me cansé y regresé donde estaba mi hermano. La luz permaneció en el mismo sitio sin moverse. De vez en cuando, parecía despedir rayos en todas direcciones, como los del sol poniente. De todos modos, no estoy seguro de si todo ocurrió realmente así, ya que no sé si estuve mirando ininterrumpidamente en la misma dirección. Quizás aparté la mirada un momento y entonces se elevó rápidamente y había desaparecido cuando volví a mirar.

Al día siguiente, 15 de octubre, estaba trabajando en el mismo campo con el tractor yo solo. La noche era fresca y el cielo estaba estrellado. Exactamente a la 1, vi una estrella roja muy brillante. Enseguida me di cuenta de que no era una estrella, ya que aumentaba de tamaño, como si se acercara. A los pocos instantes, vi que era un objeto de forma ovalada que se acercaba velozmente. Tan aprisa venía que, antes que pudiera pensar en lo que iba a hacer, estaba encima del tractor. De pronto, el objeto se paró a unos 50 m. encima de mi cabeza. El tractor y el campo estaban tan iluminados como si fuera de día. El resplandor de los faros del tractor quedaba totalmente anulado por aquella brillante luz roja. Yo tenía mucho miedo al no poder imaginar lo que era. De buena gana me hubiera alejado de mi tractor, pero éste era tan lento comparado con el objeto que comprendí que sería inútil. De haber saltado del tractor para salir corriendo hubiera podido romperme una pierna en el campo recién arado.

Mientras yo dudaba y reflexionaba, durante tal vez un par de minutos, el objeto volvió a moverse y se paró a unos 10 o 15 m. delante del tractor. Luego, descendió lentamente al suelo y fue acercándose hasta que pude distinguir una extraña máquina casi redonda rodeada de lucecitas rojas.
Frente a mi había un gran foco rojo, el que me había cegado cuando el objeto descendió. Entonces vi claramente la forma de la máquina. Parecía un huevo alargado con tres antenas en la parte delantera, una en el centro y una a cada lado. Eran unas barras metálicas anchas en su base y acabadas en punta. No se distinguían los colores, ya que la maquina estaba envuelta en una luz roja. Encima giraba muy rápidamente algo que desprendía también una luz fluorescente rojiza.

En el momento en que la maquina aminoró la velocidad para aterrizar, cambió la luz, a medida que disminuían las revoluciones de la pieza giratoria, a verdosa ‑o así me lo pareció. Aquella pieza giratoria parecía entonces un plato o una cúpula achatada. No sé si era este realmente su aspecto o si la impresión era provocada por el movimiento. La pieza no se detuvo ni un segundo, ni siquiera después de que el objeto aterrizara.
Naturalmente, la mayoría de los detalles no los vi hasta después, ya que al principio estaba tan asombrado que no me enteraba de nada. Cuando, a pocos metros del suelo, aparecieron en la parte inferior del objeto tres soportes metálicos, como un trípode, yo acabé de perder la serenidad. Evidentemente, aquel trípode era lo que soportaba el peso de la máquina durante el aterrizaje. Pero no iba a esperar a que aterrizara. El motor del tractor estaba en marcha. Di gas y traté de escapar sorteando el objeto. Pero al cabo de un par de minutos el motor se paró y se apagaron los faros. No sé por qué, pues el contacto estaba dado y las luces, encendidas. Conecté el motor de arranque, pero fue inútil. Entonces, salté al suelo por el lado contrario al del objeto y eché a correr. Pero ya era tarde pues a los pocos pasos me cogió del brazo un pequeño ser vestido de un modo extraño que me llegaba por el hombro. Yo, desesperado, me revolví y le di un empujón que le hizo caer al suelo de espaldas. Traté de escapar pero en el mismo instante otros tres seres desconocidos me saltaron encima por los lados y la espalda y me levantaron sujetándome por brazos y piernas sin que pudiera soltarme. Yo me debatía pero ellos me tenían bien agarrado. Entonces pedí socorro a gritos y empecé a insultarles. Al parecer, mis voces les sorprendieron o excitaron su curiosidad, porque, mientras me llevaban hacia el aparato, cada vez que yo gritaba ellos se paraban y me miraban fijamente a la cara, pero sin dejar de sujetarme con fuerza. Eso me permitió imaginar cuál debía ser su interés por mí y me sentí un poco aliviado. 




Me llevaron al aparato que había quedado a unos diez metros del suelo, apoyado en su pie metálico. En la parte de atrás había una puerta que se abría de arriba a abajo, formando una especie de rampa. En su extremo había una escala de metal. Era del mismo material plateado de las paredes de la máquina y llegaba hasta el suelo. Les costó mucho trabajo a los desconocidos subirme por la escala, en la que apenas cabían dos personas de lado. Además, la escala no era rígida sino elástica y se tambaleaba violentamente a causa de los esfuerzos que yo hacía por desasirme. A uno y otro lado había un pasamanos de un espesor de un mango de escoba al que yo me agarraba con fuerza para impedir que me subieran al aparato. Por ello, los desconocidos tenían que detenerse a cada momento para soltar mis manos de la barandilla. Esta también era elástica. Después, cuando bajé, me pareció que estaba formada por piezas insertas unas en otras.
Por fin consiguieron subirme y me llevaron a una pequeña habitación cuadrada. La luz que despedía el techo se reflejaba en las pulimentadas paredes metálicas y procedía de multitud de lámparas colocadas alrededor del techo.

Me dejaron en el suelo y se cerró la puerta, con la escalerilla replegada. La habitación estaba tan iluminada que parecía de día; pero ni siquiera con aquella luz se veía dónde estaba la puerta, ya que ésta se había cerrado sin la menor fisura, quedando perfectamente empotrada. Solo por la escalerilla metálica podía imaginar­me dónde estaba.

Una de aquellas cinco personas señaló una puerta y me dio a entender que le siguiera a la otra habitación. Yo obedecía, ya que no tenía más remedio.
Entramos todos en la habitación, que era mayor que la otra y tenía forma de medio ovalo. Sus paredes también eran brillantes. Creo que se encontraba en el centro de la nave, pues estaba atravesada de arriba a abajo por una columna redonda y robusta que se estrechaba por la mitad. No creo que estuviera allí solo de adorno. Supongo que servía para sostener el techo. En la habitación no había más muebles que una mesa y varias sillas giratorias de forma extraña, parecidas a nuestros taburetes de bar. Todo era del mismo metal. La mesa y las sillas no tenían más que un pie central.

El de la mesa estaba clavado en suelo y el de las sillas estaba unido por tres puntales a un aro móvil e hincado también en el suelo. De este modo, sus ocupantes podían volverse en todas direcciones.
Aún me mantenían sujeto y parecían estar hablando de mi. Aunque digo que hablaban, los sonidos que yo oía no tenían el menor parecido con voces humanas. No sabría imitarlos. Al fin, parecieron ponerse de acuerdo. Entre los cinco empezaron a desnudarme. Yo me resistí gritando y jurando. Ellos se interrumpieron y trataron de darme a entender que sus intenciones eran amistosas. Me dejaron en cueros, aunque sin hacerme daño ni romperme la ropa.
Yo estaba desnudo y muy asustado, ya que no sabía que iban a hacer conmigo. Uno de ellos se me acerco trayendo algo en la mano. Debía de ser una especie de esponja empapada en un liquido con el que me frotó todo el cuerpo. Una esponja muy suave, no de esas corrientes de goma. El liquido era transparente y no tenía olor, pero era más denso que el agua. Al principio pensé que tal vez fuera aceite, pero no me dejó la piel grasienta. Mientras me frotaban el cuerpo, yo tiritaba de frío, pues, además de que la noche era fresca, la temperatura de la habitación era más baja que la del exterior. Por si no era bastante que me hubieran desnudado, además, me mojaban. Estaba helado. El líquido se secó enseguida sin dejar rastro.

Después, tres de ellos me condujeron a una puerta situada frente a la entrada de la nave. Uno tocó algo que había en el centro y la puerta se abrió hacía los lados, como la de un bar.
Sus hojas llegaban desde el suelo hasta el techo. Encima había una inscripción con signos luminosos rojos. Por efecto de la luz, daba la impresión de que estaba en relieve, uno o dos centímetros sobre la puerta. No tenían el menor parecido con ninguna criatura que yo conozca. Traté de grabarlos en la memoria, pero después se me olvidaron.
Entré, pues, con dos de los hombres en una pequeña habitación cuadrada, iluminada como las otras dos. Nada más entrar, la puerta se cerró a nuestra espalda. Cuando volví la cabeza, no pude distinguir dónde estaba la puerta; solo una pared como las otras.
De pronto, aquella pared volvió a abrirse y entraron otros dos hombres. Traían en la mano dos tubos de goma rojos, bastante gruesos, de más de un metro de largo. Uno de los tubos estaba conectado por un extremo a un recipiente de cristal en forma de copa. En el otro extremo había una boquilla con aspecto de ventosa. Me la aplicaron a la barbilla, aquí, donde me ha quedado esta mancha oscura. Antes de empezar, el hombre oprimió la goma con la mano como para sacar el aire. Al principio, no sentí ni dolor ni cosquilleo; solo un tirón en la piel. Luego, empezó a quemarme y a latir y al fin me di cuenta de que tenía una herida.

Cuando me hubieron aplicado el tubo de goma, vi que la copa se llenaba de sangre hasta la mitad.
Entonces me quitaron la goma y me pusieron la otra al otro lado de la barbilla. Aquí pueden ver la señal, señores. Esta vez la copa se lleno hasta. el borde. También en este lado me ardía y palpitaba la herida. Los hombres salieron llevándose las copas. La puerta se cerró tras ellos y yo me quedé solo.
Durante un rato, más de media hora, nadie se ocupó de mí. En la habitación no había más que un ancho diván, no muy cómodo, pues estaba abombado en el centro, pero por lo menos era blando, como de gomaespuma y estaba cubierto de una gruesa tela gris muy suave.

Después de tantas emociones y esfuerzos, yo estaba muy cansado y me senté en el diván. En aquel momento, note un extraño olor muy desagradable. Me parecía estar respirando un humo denso y acre que me asfixiaba. Tal vez estuvieran asfixiándome realmente, pues, al observar detenidamente la pared, descubrí nume­rosos tubitos de metal situados a la altura de la cabeza, cerrados por el extremo pero llenos de agujeritos, como una ducha. Por los agujeros salía un humo gris que se diluía en el aire. De ahí venía el olor. Sentí nauseas y vomité en un rincón. Después pude volver a respirar con facilidad, pero seguía mareándome el olor. Yo estaba desesperado. ¿Qué destino me aguardaba?

Hasta entonces, no tenía ni la menor idea del aspecto de los desconocidos. Los cinco llevaban monos muy ajustados de una suave y gruesa tela gris con alguna franja negra. Se cubrían la cabeza con una capucha del mismo color, de un material más duro ‑no sé exactamente cuál‑, reforzada por dos tiras metálicas colocadas detrás y con unos lentes redondos a través de los que me miraban fijamente con unos ojos que me parecieron azules. De los lentes hacia arriba, la capucha era el doble de alta que en una cabeza normal. Quizás el casco llevaba algún aparato en su interior que no se distinguía desde fuera. Desde el centro de la cabeza les bajaban por la espalda tres tubos plateados, no sé si de goma o de metal, que se introducían en el mono a la altura de las costillas. El central caía a lo largo de la espina dorsal y los laterales, hasta unos diez centímetros por debajo de las paletillas. No pude ver escotadura ni saliente alguno que indicaran que pudieran conectarse a un recipiente o instrumento debajo del traje.

Las mangas eran largas y ajustadas y estaban rematadas por unos guantes de cinco dedos del mismo material que sin duda entorpecían el movimiento de las manos. Por ejemplo, pude observar que los hombres no podían tocarse la palma de la mano con las yemas de los dedos. De todos modos, eso no les impedía sujetarme con fuerza ni manejar ágilmente los tubos de goma mientras me sangraban.
Aquellos trajes debían ser una especie de uniforme, ya que todos los miembros de la tripulación llevaban un escudo del tamaño de una rodaja de piña del que partía una tira de tela plateada o de metal que terminaba en un estrecho cinturón sin hebilla. Ninguno de aquellos trajes tenía bolsillos ni botones. El pantalón era muy ceñido y terminaba en una especie de zapatilla de tenis. Ahora bien, las suelas tenían un espesor de cuatro a siete centímetros. Los zapatos se alzaban ligeramente en la punta, aunque no tanto como los zuecos. Los desconocidos caminaban ágilmente con ellos. Únicamente el mono parecía entorpecer sus movimientos, que parecían siempre un poco rígidos. Excepto uno, que apenas me llegaba a la barbilla, todos eran de mi estatura. Todos parecían robustos, pero no lo bastante como para intimidarme. En campo abierto, hubiera podido medir mis fuerzas con cualquiera de ellos.

Al cabo de una eternidad, el ruido de la puerta me saco de mi abstracción. Volví la cabeza y vi acercarse a una mujer. Estaba desnuda y descalza, lo mismo que yo. Yo me quede atónito y a ella pareció divertirle mi expresión. Era muy hermosa y muy distinta de las mujeres que conozco. Tenía el cabello suave y rubio, casi albino y le caía por la espalda, con las puntas dobladas hacia dentro. Llevaba raya en medio y tenía unos ojos grandes, azules y rasgados. La nariz era recta. Sus pómulos eran muy altos y la forma de su cara era exótica, más ancha que la de las indias sudamericanas y casi triangular, con una barbilla muy puntiaguda. Los labios eran muy finos, casi sin dibujo y las orejas (que vi después) iguales a las de nuestras mujeres. Tenía la figura más bonita que he visto en mi vida, con los pechos altos y bien formados, la cintura estrecha, caderas anchas, muslos largos, pies pequeños y manos delgadas de uñas bien formadas. Era mucho más baja que yo; su cabeza me llegaba por el hombro.
La mujer se acercaba y me miraba en silencio, como si quisiera algo de mí. De pronto me abrazo y empezó a frotar su cara contra la mía al tiempo que se apretaba contra mí. Tenía la piel blanca de nuestras mujeres rubias y pecas en los brazos. Yo solo notaba su olor a mujer; pero ni en su piel ni en su pelo había perfume alguno.

La puerta había vuelto a cerrarse. A solas con aquella mujer que tan claramente expresaba lo que quería de mí, me sentí muy excitado. Dada mi situación, eso parecía increíble aunque imagino que, eso se debía al líquido con el que me habían friccionado el cuerpo. Seguramente lo hicieron a propósito. Lo cierto es que yo no podía dominar el deseo. Nunca me había ocurrido. Finalmente, olvidándome de todo, abrace a la mujer y empecé a devolverle sus caricias. El acto fue normal y ella se comporto como cualquier mujer, incluso después de repetidos abrazos. Hasta que el cansancio la hizo jadear. Yo seguía excitado, pero ella se me negó. Esto me serenó brúscamente. Conque para eso me querían, para semental que mejorara su raza. Aquello me enfureció, pero puse al mal tiempo buena cara, ya que la experiencia había sido muy grata. 

Ahora bien, yo prefiero a nuestras mujeres, con las que puedes hablar y te entienden. Además, había momentos en los que sus sonidos guturales me irritaban. Al parecer, tampoco sabía besar y solo me mordía ligeramente la barbilla. Aunque no estoy seguro de que esto tuviera el mismo significado. Curiosamente, el vello de las axilas y del otro sitio era rojo, casi color de sangre. Poco después de que nos soltáramos, se abrió la puerta y uno de los hombres llamo a la mujer. Antes de salir, ella se volvió, se señaló el vientre; luego con una especie de sonrisa, me señaló a mí y, por último, señaló al cielo, creo que hacía el Sur. Después se fue. Creo que con aquel ademán quiso indicar que volvería a buscarme para llevarme allí, no sé dónde. Aún hoy tiemblo al pensarlo, pues si vuelven estoy perdido. Por nada del mundo quisiera separarme de mi familia y de mi tierra.

Entonces entró uno de los hombres con mi ropa bajo el brazo y yo me vestí. No faltaba nada, salvo el encendedor. (quizá lo perdí durante el forcejeo. Volvimos a la otra habitación, en la que tres miembros de la tripulación, sentados en las sillas giratorias, gruñían entre sí (seguramente, cambiaban impresiones). Mi acompañan­te se unió a ellos y pareció olvidarse de mí. Mientras ellos hablaban, yo procuraba grabar en mi memoria hasta el último detalle. Me llamo la atención una caja cuadrada con tapa de cristal que había encima de la mesa. Tenía una esfera que recordaba la de un reloj y una sola manecilla y, en los lugares correspondientes a las tres, las seis y las nueve, había una marca negra, mientras que en el de las doce se veían cuatro pequeños signos negros, uno al lado del otro. Para qué, no lo sé pero así era.
Al principio creí que aquel instrumento era una especie de reloj, ya que uno de los hombres lo consultaba de vez en cuando. Pero luego comprendí que era imposible, ya que, mientras estuve allí; la manecilla no se movió.

Entonces se me ocurrió la idea de apoderarme del objeto, ya que necesitaba una prueba de mi aventura. De haber podido llevarme la caja, mi problema hubiera estado resuelto. Si los desconocidos se daban cuenta de mi interés por el objeto, tal vez me lo regalaran. Me acerqué lentamente a la mesa y, mientras ellos miraban en otra dirección, cogí rápidamente el instrumento con ambas manos.
Era muy pesado, de más de dos kilos. No tuve tiempo de observarlo más deteni­damente, ya que uno de los hombres saltó sobre mí, me arrancó furiosamente la caja de la mano, apartándome de un empujón y volvió a ponerla en su sitio.

Retrocedí hasta la pared y me quedé quieto. No le tengo miedo a nadie, pero comprendí que sería mejor no buscar problemas. Se había demostrado que sólo me trataban con amabilidad si me portaba bien. En tal caso, ¿para qué exponerme a un peligro si, de todos modos, mi tentativa debía fracasar?. De manera que me quedé quieto, esperando. No volví a ver a la mujer, ni desnuda ni vestida. Pero creía saber dónde estaba. En la parte delantera de la sala grande había otra puerta que no estaba cerrada del todo y tras la que, de vez en cuando, se oía el ir y venir de unos pasos. Puesto que todos los demás tripulantes estaban conmigo en la sala grande, aquellos pasos solo podían ser de ella. Supongo que en aquella parte de la nave debía de estar la cámara de instrumentos; pero, naturalmente, no podía asegurarlo.

Finalmente, uno de los hombres se puso en pie y me dio a entender que le siguiera. Los otros ni me miraron. Cruzamos la pequeña antesala. La puerta de acceso estaba abierta y la escala, bajada. Pero no descendimos por ella, sino que mi acompañante me señaló una plataforma, situada al lado de la puerta por la parte exterior, que daba la vuelta a todo el aparato. Fuimos primeramente hacia delante y pude ver un saliente metálico cuadrado. En el lado opuesto había otro cuya forma me hizo pensar que podía ser el control de despegue y aterrizaje. Debo decir que nunca vi el aparato en movimiento, ni siquiera cuando se elevo, por lo que no me explico cuál pudiera ser su finalidad.

Cuando llegamos a la parte delantera, el hombre me señaló las tres púas metálicas que ya mencioné. Las tres estaban unidas a la maquina, y la de en medio directamente a la proa. Todas tenían la misma forma, ancha en la base y puntiaguda, y sobresalían horizontalmente. No podía decir si eran del mismo metal que la maquina. Aunque relucían como metal candente no despedían calor. Encima había unas luces rojas. Las dos laterales eran pequeñas y redondas mientras que la central, por el contrario, era gigantesca. Se trataba del faro que ya mencioné. Encima de la plataforma, en todo alrededor de la maquina, había innumerables lámparas cuadra­das empotradas en el fuselaje que iluminaban la plataforma con su luz rojiza. Esta terminaba en la parte delantera, junto a un grueso cristal, incrustado profundamen­te en el metal y abombado. Puesto que no había ventanas, seguramente aquel cristal servía de observatorio, por más que debía de ser difícil distinguir las cosas a través de él, ya que desde fuera se veía muy turbio.

Después de visitar la parte delantera de la máquina, nos fuimos de nuevo atrás (esta parte tenía una curvatura más pronunciada que la delantera), pero antes nos paramos un momento pues el hombre señaló hacía arriba, donde giraba la enorme cúpula en forma de plato. Mientras giraba lentamente, estaba bañada en una luz verdosa cuya procedencia no pude describir. Se oía al mismo tiempo una especie de siseo, parecido al que produce un aspirador o el aire al pasar por muchos orificios pequeños.
Cuando la máquina se elevó, la velocidad de rotación de la cúpula fue en aumento, hasta que de ésta no se vio más que un resplandor rojo vivo.

Al mismo tiempo, el ruido aumentó hasta convertirse en un estridente aullido, por lo que comprendí que la velocidad de la cúpula estaba en relación de causa a efecto con el ruido. Cuando lo hube visto todo, el hombre me llevo a la escalera de metal y me dio a entender que podía irme. Cuando hube bajado a tierra, me volví. El hombre seguía allí. Entonces se señaló a sí mismo, a mi y al cielo en dirección Sur, me indicó que me retirara y desapareció en el interior del aparato. La escala de metal empezó a subir, los peldaños se replegaban unos sobre otros. Cuando estuvo recogida la escala, la puerta que, abierta, formaba una rampa, se elevó quedando perfectamente encajada en la pared. Las luces de los espolones metálicos, del foco principal y de la cúpula se intensificaron a medida que aumentaba la velocidad de rotación de esta última. El aparato se elevó lentamente en sentido vertical mientras el trípode se replegaba y la superficie inferior de la nave quedaba tan lisa como si el tren de aterrizaje no existiera.




El objeto volante se elevó lentamente hasta unos 30 o 40 metros y permaneció unos segundos estático, mientras aumentaba su luminosidad. El zumbido subió de tono y la cúpula empezó a girar a gran velocidad, al tiempo que su luz se hacía intensamente roja; el aparato se ladeó ligeramente, se oyó una pulsación rítmica y, bruscamente, la nave salió disparada en dirección Sur. A los pocos segundos, había desaparecido.
Volví a mi tractor. Había subido al extraño aparato a las 1.15 y ahora eran las 5.30 de la madrugada. Es decir, me habían retenido durante cuatro horas y quince minutos. Mucho tiempo.
Solo conté lo sucedido a mi madre. Ella dijo que sería mejor no tener más tratos con aquella gente. A mi padre no me atreví a decirle nada. Ya le había hablado de la luz y el no me creyó; dijo que seguramente eran figuraciones mías.

Más adelante, decidí escribir al senador Joa Martins. Había leído su artículo publicado en el Cruzeiro de noviembre, en el que invitaba a sus lectores a que le informaran de sus experiencias con platillos volantes. De haber tenido más dinero, hubiera venido antes a Río; pero tuve que esperar a que él se ofreciera a pagar una parte de los gastos de viaje.
Después de este fantástico relato vivido por Antonio Villas Boas, muchos lectores se preguntaran el porqué de todo este complejo galimatías de uniones, contactos y fecundaciones con y entre razas del exterior. Otros tantos pensarán que somos agredidos en nuestra libertad y libre arbitrio por civilizaciones más poderosas. Por último habrá quien diga: ¿Qué pinta la Confederación de Mundos que lo permite?... Particularmente al respecto, se me ocurren dos razonamientos básicos:

1° El hombre de este planeta no es el centro del Universo y no estamos necesaria­mente solos, y evidentemente tampoco somos el patrón genético perfecto.


2° Si la Confederación de Mundos es una realidad, como así parece ser, según el testimonio de varios contactados de nuestros tiempo. Sería esta Confederación de Mundos la que ha programado tales encuentros y contactos. Al fin y al cabo solo la Suprema Inteligencia tiene las ideas claras respecto de cuál será el final de nuestro programa. Y lo que ahora juzgamos como negativo puede que sea el mayor de los favores que nos están haciendo desde la conformidad con ese hipotético plan de futuro de conseguir una super‑raza a nivel terrestre o bien del sistema, incluso galáctico. Quizás el final de toda esta historia sea una sola nación intergaláctica sin fronteras, sin diferencias, identificados entre sí y semejantes a la idea patrón básica por la que fuimos creados.



El escritor e investigador Salvador Freixedo



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