Los
extraterrestres le explicaron a John como era su planeta últimamente, después de haber sido
destruido por la contaminación y otros problemas naturales. Habían perdido sus
dos soles y una de sus lunas, por un mal aprovechamiento de los mismos.
Llegado a este punto… ¿Qué podemos destilar de teorías
como la de Fermi?: Ignorancia, pura y dura. Y tal vez, si este eminente
científico hubiese tenido la curiosidad de analizar el “Incidente de Roswell”
acaecido en el año 1947 su punto de vista hubiese cambiado literalmente.
Tristemente, la miopía, y en la actualidad, la cobardía manifiesta de los
científicos en la Tierra esté haciendo un daño de consecuencias impredecibles a
medio-largo plazo. Los seres humanos piensan erróneamente, que estos hombres de
ciencia son los guías infalibles del conocimiento científico, pero en realidad
constituyen una parte esencial del problema: La ocultación del fenómeno extraterrestre
a la gran mayoría de los seres humanos, bien por acción ó por omisión.
(* La paradoja de
Fermi es la contradicción entre las estimaciones que afirman que hay una
alta probabilidad de existencia de civilizaciones inteligentes en el universo,
y la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones. Surgió en 1950 en medio de
una conversación informal del físico Enrico Fermi con
otros físicos del laboratorio pero ha tenido importantes implicaciones en los
proyectos de búsquedas de señales de civilizaciones extraterrestres (SETI).
Trata de responder a la pregunta:
«
¿Somos los seres humanos la única civilización
avanzada en el Universo?» La ecuación de Drake para estimar el número
de civilizaciones extraterrestres con las que finalmente podríamos ponernos en
contacto parece implicar que tal tipo de contacto no es extremadamente raro.
Enrico Fermi |
La
respuesta de Fermi a esta conclusión es que si hubiera numerosas civilizaciones
avanzadas en nuestra galaxia entonces « ¿Dónde están? ¿Por qué no hemos
encontrado trazas de vida extraterrestre inteligente, por
ejemplo, sondas, naves espaciales o transmisiones?» Aquéllos que se adhieren a
las conclusiones de Fermi suelen referirse a esta premisa como
el Principio de Fermi.
La paradoja puede resumirse de la
manera siguiente: La creencia común
de que el Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente,
combinada con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario es
paradójica sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son
defectuosas o incompletas. Fuente: wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Paradoja_de_Fermi)
Decir, que personalmente he visto
en ciertas ocasiones (al igual que otros miles de personas en
todo el mundo) esas naves de origen extraterrestre volar y siento cierta
tristeza porque intuyo que los seres
humanos estaríamos retrasando innecesariamente ese destino que otras
civilizaciones, en otros planetas, ya decidieron: Integrarse voluntariamente en una
comunidad mayor de planetas, civilizaciones que por lógica colaborarían
pacíficamente; que intercambian tecnología y descubrimientos científicos con el
único fin de evolucionar “positivamente”. En el futuro, cuando llegue
ese momento y los seres humanos miren hacia atrás, y de algún modo señalen a
ciertos personajes egoístas que por todos los medios han estado ocultando la presencia
extraterrestre; cuando llegue ese momento crítico, los seres humanos
comprenderán que no se debe malgastar el tiempo cuando las posibilidades que se
brindan para cualquier raza, son mayores, tal vez infinitas si pensamos en los
conocimientos que civilizaciones millones de años más desarrolladas que la
terrestre, pudieran aportar.
Antonio Ribera Jordá |
Pero dejando por un momento estas
reflexiones, señalar que en esta nueva entrada al blog he “rescatado” del libro
Secuestrados
por Extraterrestres, de Antonio Ribera (decano en el estudio ufológico
español), una abducción dada en Aveley, Gran Londres. Este hecho sucedió
cierta noche de 1974, cuando una familia
inglesa, volvía a casa en
su coche después de haber visitado a familiares cercanos a su domicilio. Fue
entonces, cuando inesperadamente, atravesando una espesa niebla de color verde
y sin saber exactamente el modo, se hallaron dentro de una especie de hangar,
una nave extraterrestre tripulada por seres altos, de iris rosados, quienes les
sometieron a los muy citados exámenes médicos dados en las abducciones. Según
narraron bajo hipnosis meses después tres de los cinco componentes de la familia
Avis, durante el “examen médico” al que fueron sometidos, habrían intervenido a modo de “ayudantes médicos”
extraterrestres de una raza diferente a quienes, en apariencia, gobernaban la
nave.
Destacar que los “extraterrestres
altos” mostraron a la familia Avis, mediante proyección de imágenes, su
mundo del cual procedían; planeta que ya en el pasado terminó siendo destruido
por la contaminación y otros agentes naturales. Debido a ello, sus dos soles así
como una de sus lunas habrían desaparecido y tal vez, en aquel mensaje de su
propia experiencia, se halle implícita una recomendación a quienes habitamos la Tierra: La
destrucción sistemática de nuestro planeta por la explotación descontrolada de
los medios naturales. El desprecio hacia lo racional por parte de los seres humanos, obviando las
consecuencias de nuestros actos, sembrando de contaminación la Tierra como
legado para generaciones venideras y donde tal vez, los niños, se encuentren como herencia recibida un “planeta
irrecuperable” debido
principalmente a la ambición desmesurada de ciertos personajes sin escrúpulos “insaciables
acaparadores de riquezas materiales”.
Del libro Secuestrados por extraterrestres, de Antonio
Ribera
AVELEY: ABDUCCIÓN EN EL GRAN LONDRES
“¿Pero
es que no suceden casos de abducción en Europa?”, se preguntará más de un
lector. «Hasta ahora, Antonio Ribera nos ha relatado más que casos norte y
sudamericanos.»
Sí,
en Europa también tenemos casos de abducción como tenemos millares de
observaciones de ovnis, cientos de casos de «encuentros cercanos del tercer
tipo». Toda la panoplia del fenómeno ovni», como dice Bertrand Méheust pero refiriéndose
a la extraña aparición de ovnis y humanoides avant la lettre en oscuras
obras de ciencia-ficción principios de siglo- está presente en Europa, abducciones incluidas.
Debo la gentileza de Andrew Collins poder relatar aquí In extenso el notabilísimo caso de abducción de Aveley, totalmente desconocido en nuestras latitudes. Andy fue el principal investigador del caso -que aún no está cerrado, me escribía en carta reciente-, y a él se deben la serie de artículos publicados en la Flying Saucer Review, vol. 23, núm. (Abril de 1978), y vol. 24, núm. 1 (junio de 1978).
Este
caso, el más importante, probablemente, de todos casos británicos, según
Collins, sucedió en el otoño de 1974, pero no fue sacado a 'la luz hasta agosto
de 1977. Esto sólo ya le confiere cierto parecido de entrada con el caso Hill.
Tuvieron que transcurrir casi tres años para que los testigos decidiesen
«quitarse de encima» aquel peso que les agobiaba, y relatar aquel incidente
que, según dicen, les ocurrió una noche, mientras circulaban en automóvil por
carreteras rurales cerca de la población de Aveley, en Essex, tan
sólo a 13 millas (casi 21 km) de la ciudad de Londres, dentro del área que hoy
se conoce por Gran Londres.
Es
preciso mencionar otro punto de contacto con el caso Hill: también se trata de
un “viaje interrumpido”. Al llegar a su casa, los testigos del caso constataron
que les faltaban tres horas: es decir, que habían llegado tres horas más tarde
de lo previsto, sin que supieran de momento dónde habían estado en aquel
tiempo.
Aveley |
Había que ir, pues, a la recherche du temps perdu. De esto se tendría que encargar
Andrew Collins, con la ayuda de los doctores Leonard Wilder y Bernard Finch.
Collin se enteró de la existencia del caso hablando por teléfono con un colega
suyo, perteneciente a un grupo ufológico local en agosto de 1977. Su colega le
dijo que una persona de Aveley se había puesto en contacto con su grupo unos
meses antes, para comunicarles que después de ver un ovni de noche desde su
coche, había encontrado una «niebla» verde en la carretera. Luego, al llegar a
su casa, se dio cuenta de que le faltaban tres horas.
Hasta
entonces, los intentos de los miembros del grupo por entrar en contacto con
aquella persona habían sido infructuosos. El amigo de Collins dio a éste el
nombre, dirección y número del teléfono del testigo en cuestión, por si quería
él encargarse del caso. Sin pérdida de tiempo
Andrew
Collins llamó a dicha persona, quien le citó en su casa de Aveley (Essex) para
el día siguiente, domingo 15 de agosto de 1977. Collins invitó a acompañarle en
esta primera entrevista a su colaborador en investigaciones de campo, Barry
King.
Al
día siguiente y a la hora convenida ambos investigadores se presentaron en la
casa de Aveley, un típico cottege inglés casi completamente aislado de
otras casas. Encontraron allí a la familia Avis (Sus verdaderos nombres son
John y Sue Day, pero aquí seguiré empleando los seudónimos de John y Elaine
Avis, utilizados por Collins en la FSR.), una familia completamente
normal, compuesta de personas sencillas y cordiales, típicas del East London.
La familia estaba formada por John, de 32 años, su mujer, Elaine, de 28, y sus
tres hijos: Kevin, de l0, Karen, de 11, y Stuart, de 7 (edades, naturalmente en
agosto de 1977). Como Collins y King habían de saber con estupefacción, al
parecer se trataba de una abducción de toda la familia, ·coche
inclusive. Pero no adelantemos los acontecimientos. John y EIaine eran
naturales de Stratford, localidad del East End londinense. John había estudiado
en la escuela secundaria de Forest Gate, pero no estaba muy satisfecho con la
educación recibida. Abandonó la escuela a los quince años para aprender un
oficio. Como tenía gran aptitud para los trabajos manuales, estuvo cinco años
como aprendiz de carpintería y construcción. Desde entonces, John tuvo más de
treinta empleos distintos, casi todos ellos relacionados con la carpintería y
la construcción. Además de su trabajo diurno, John había sido disc-jockey por
las noches.
Londres - London |
Lo que más le interesaba era la
construcción, y tenía un espíritu muy creativo e independiente. Le desagradaba
tener que someterse a trabajos con
horarios fijos.
Pese
a las deficiencias que presentaba su educación, John era un hombre muy
inteligente, con ideas muy claras y definidas sobre diversos aspectos y
cuestiones de la vida. Expresaba sus conceptos y sentimientos con claridad, y
haciendo gala de un vocabulario muy amplio, sin perder por ello su acento, su
humor y sus opiniones, propias de un londinense típico. Aborrecía la
burocracia, los esnobs y los ricos.
En
cuanto a su esposa, EIaine, Collins y King la encontraron una mujer tranquila y
reposada. Pasó por una escuela superior femenina, de la que salió a los
dieciséis años para aceptar un empleo de contable, que había dejado once años atrás
para casarse. A partir de entonces se convirtió en mujer consagrada totalmente
a su hogar, su marido y sus tres hijos, muy activos y llenos de vitalidad.
Essex |
El
incidente
El sábado
27 de octubre de 1974, John, EIaine y los niños fueron a visitar a los padres
de EIaine, que vivían en Harold Hill, también en Essex. Como había que pasar a
recoger a Anne, hermana de Elaine, a la escuela, John y su suegro fueron a
buscarla en coche. Anne había ido con las demás niñas de la escuela en un viaje
organizado a Bélgica, y aunque que
tenía que estar de
vuelta en el colegio a las 5 de la tarde, se retrasó y no llegó allí hasta las
9. Esta demora no resulto conveniente para John, pues quería estar de vuelta en
su casa a las diez y veinte de la noche, para ver una comedia que daban a esa
hora en la televisión.
Después
de llevar a Anne a su casa, la familia Avis partió de Harold Hill alrededor -de
las diez menos diez de la noche. Esto les daba tiempo suficiente para llegar a
casa y ver la comedia, porque el viaje no les requeriría más de veinte minutos,
en circunstancias normales. Tomaron entonces por la ruta más directa, al sur de
Hornchurch y siguiendo Hacton Lane.
La
familia Avis viajaba en su coche, un automóvil blanco marca Vauxhall y modelo
Victor Estate. Dos de los niños Karen y Stuart, iban dormidos en el asiento
trasero. Kevin iba despierto y mirando por la ventanilla. Hacía buen tiempo,
una hermosa noche muy clara, seca y de temperatura suave. La radio estaba
sintonizada a una emisora local, que daba una entrevista, John comentó que le extrañaba
la densidad de tráfico en Hacton Lane, Habían dejado la población de Hornchurch
cosa de una milla (1600 metros)
atrás y seguían en
dirección al sur. A su izquierda tenían alguna que otra casa con terraza, y
campos bordeados por altos setos a su derecha.
Hornchurch |
Vauxhall (modelo Victor Estate) |
De
pronto, Kevin llamó la atención de sus padres hacia una luz que veía por encima
de las casas. Volviéndose, John y EIaine pudieron ver, a unos 25 o 30 grados de
altura sobre el horizonte, una luz de un azul pálido iridiscente y forma
ovalada, semejante a una «gran estrella» sobre las casas de su izquierda:
Aquella posición correspondía al oeste. No pudieron estimar la distancia
entonces, pero les pareció que no estaría a más de 500 m, aunque es preciso
observar que estas apreciaciones subjetivas de distancias sin puntos claros de
referencia son siempre muy arriesgadas.
La
“gran estrella” parecía viajar en la misma dirección que el coche, y lo
«acompañó» hasta un lugar de la carretera donde ésta recibe ya el nombre de
Aveley Road. Allí, después de un repecho, la carretera desciende bruscamente, y
los Avis dejaron de ver a la «estrella». Con toda honradez hay que observar
aquí que existe la posibilidad de que lo que hubiesen estado viendo los
testigos fuese Venus, por la posición señalada y a causa de un efecto óptico
normal que muchos automovilistas habrán observado. Al ser la distancia de Venus
-o Júpiter, o la Luna- prácticamente infinita
respecto al observador, éste ve correr muy
rápidamente hacia atrás los árboles y casas del borde de la carretera, que
están muy próximos,
mientras Venus -o la Luna, o Júpiter- parecen correr también,
pero acompañados del automóvil.
Con
esto no pretendo decir que lo que vieron los AVIS fuese uno cualquiera de estos
astros- y menos teniendo en cuenta el desarrollo ulterior del incidente-pero es
una posibilidad que, honradamente, no puede descartarse la poca
altura sobre el
horizonte, además, aumentaría
el tamaño del
astro por refracción a través de las capas más bajas y densas de la atmósfera, variando
asimismo su coloración.
Pero
sigamos relatando el incidente, después de coronar el repecho, la carretera
dobla hacia la derecha. Siguieron por ella cosa de una milla más, hasta llegar
a una nueva curva a la derecha. En el momento de tomarla a 30 millas por hora
(unos 50 km/h), todos tuvieron una
sensación terriblemente angustiosa. El único sonido que se oía era el de la
radio. Así que salieron de la curva, y después de rebasar unas casas con
terraza que tenían a su derecha y un camino rural entre setos a su izquierda,
todos vieron, a menos de 30 m por delante y de parte a parte de la carretera,
una espesa «niebla», o «gas», o “bruma” (fog). Era
verde, muy espesa y formaba como un muro de unos 2,50 m de altura (8-9 pies).
Por el lado izquierdo limitaba con unos tupidos arbustos, mientras por la
derecha parecía descender en una suave curva hasta el suelo, detrás de la línea
de árboles muy espaciados que había en aquel lado. La parte superior del muro
de niebla era plana, y su parte inferior tocaba el firme.
Así
que los ocupantes del coche vieron la niebla, la radio empezó a tener
interferencias y a humear, y John
entonces la desconectó. Todas las luces del automóvil se apagaron, y este se metió
en la niebla, a la velocidad antes indicada de 30 millas. Elaine recordó que el
coche se bamboleaba violentamente cuando la niebla los rodeó; era una niebla
muy distinta a cualquiera que hubiesen encontrado antes, ¡y ellos, como
ingleses, eran «expertos» en nieblas!
Los
vidrios de las ventanillas estaban alzados, Kevin se había puesto de pie en el
suelo del coche detrás de sus padres, y los otros dos niños seguían dormidos.
El interior de la “niebla” era muy luminoso, y los tres ocupantes despiertos del coche sintieron mucho
frío. También experimentaron un curioso hormigueo. Reinaba un silencio de
muerte. Pero todo se hizo nebuloso, y no podían recordar nada más... ni
siquiera si el coche seguía moviéndose.
Pasados
lo que les parecieron un par de segundos solamente, salieron de la niebla. Al
mismo tiempo sintieron una sacudida como cuando un automóvil pasa por encima de
un puente rural con cresta en medio». Acto seguido la niebla desapareció. Según
John, el coche se encontraba entonces media milla más adelante (800 m) en la
misma carretera que seguían. En el recuerdo de John, este momento es muy
confuso, pero aseguró que estaba plenamente consciente y al volante del coche,
que entonces circulaba a través de un bosque llamado White Post Wood.
Los
primeros recuerdos de Elaine se sitúan cosa de media milla
más adelante, poco después de pasar un puentecito y en otra zona de bosque
conocida por el nombre de Running Water
Woods.
Ambos
dijeron que el frío ya había cesado y que el coche funcionaba normalmente,
excepto la radio, que seguía desconectada. No tenían la mente muy clara
mientras seguían hacia su casa, pero sí recordaban que Kevin continuaba
despierto, y los otros dos niños dormidos. Elaine recordaba vagamente que la
luz interior del coche estaba encendida, y también que preguntó: «¿Estamos
todos aquí?» John y Elaine pensaban que hablaron de la niebla pero no lo
recordaban claramente. Ambos estaban muy nerviosos y asustados, aunque no hubo
efectos desagradables posteriores.
Al
llegar a su casa, John volvió a conectar la radio del coche, y comprobó si
funcionaban las luces. Karen y Stuart seguían dormidos, y sus padres los
subieron en brazos al dormitorio. Entonces Elaine quiso ver la hora, y se
alarmó mucho, porque el reloj, que tenía que marcar aproximadamente las 10 y
veinte, indicaba la una de la madrugada. Esto también preocupó mucho a John, y
además le disgustó, porque se había perdido la comedia televisada. Elaine creía
haber telefoneado al servicio telefónico de la hora pero no podía asegurarlo.
Comprendieron
entonces que había tres horas perdidas para las que no encontraban ninguna explicación.
No
tenían ni la más remota idea de lo que había ocurrido en aquellas tres horas.
Llegaron a la conclusión de que más
les valía
olvidarlo, y no volver a mencionarlo jamás. Pero no habían pasado aún
veinticuatro horas, cuando el extraño incidente volvió a ser mencionado. Elaine
telefoneó a su madre al día siguiente, y entre otras cosas le habló de la «luz»
y de la niebla verde, pero no de las tres horas perdidas. John tenía que haber
ido a trabajar al día siguiente, pero resolvió no ir, pues permaneció en la
cama hasta las once de la mañana. Los únicos efectos apreciables en John y
Elaine era un gran cansancio, lo que por otra parte ya era de esperar. Los tres
niños fueron a la escuela como siempre, y parecían hallarse tan campantes.
¿Posibles consecuencias del
incidente?
Después
del extraño incidente, varios cambios notables se registraron en todos los
miembros de la familia Avis. Aunque quienes más los acusaron fueron John y
Elaine, sus hijos también los manifestaron. Además de esto, empezaron a pasar
«cosas raras» (desapariciones de objetos, puertas que se abren y se cierran
solas, olores como de “espliego” que de pronto llenaban la casa, etc.). Los
datos que siguen proceden de varias entrevistas realizadas por Andrew Collins a
los testigos de agosto a diciembre de 1977 Poco después del incidente, John
sufrió una depresión nerviosa sin causa, aparente alguna. Debido a ello, John tuvo
que dejar su empleo y no volvió a trabajar hasta el mes de setiembre del año
siguiente, 1975, en que le llegó un trabajo «caído del cielo». Era algo que
deseaba desde hacía años. Consistía en trabajar con subnormales. El se sentía
por entonces con mucha mayor confianza en sí mismo, pero eso acaso se debiese a
que ya se había repuesto de su prolongada depresión nerviosa. Mantuvo su empleo
hasta julio de 1977, en que lo dejó por diferencias con la gerencia. A partir
de entonces se dedicó a trabajar por su cuenta en una labor creadora, con la
esperanza de hacer carrera como profesor de artes y oficios.
Ya
partir de noviembre de 1974, John empezó a escribir poemas sobre la vida,
siguiendo la inspiración del momento Elaine también adquirió mayor confianza en
sí misma y a partir de setiembre de 1975 empezó a asistir a clases en la
universidad, algo que había ambicionado durante toda su vida. En cuanto a
Kevin, que estaba bastante atrasado en la escuela, mejoró de pronto y se
convirtió en uno de los primeros de la clase.
A
raíz del encuentro, John, Elaine, Kevin y Karen dejaron de comer carne, y en la
actualidad ni siquiera soportan su olor. John y Elaine se toman muy en serio
esta actitud, pues opinan que no se deben matar a los animales para comérselos.
Ambos (y en especial John) se esfuerzan
por
convencer a quienes les rodean para que abandonen sus hábitos carnívoros.
Stuart es el único miembro de
la familia que
sigue comiendo carne. John y Elaine admiten que en ciertas ocasiones han
llegado a probar carne y pescado, pero su simple sabor les pone ahora enfermos.
También
tienen mucho cuidado en no ingerir alimentos que lleven colorantes, aditivos u
otras sustancias artificiales. Su cocina es prácticamente naturista. A esta
actitud se une lo que pudiéramos llamar una viva consciencia ecológica. Creen
que el hombre está destruyendo el medio ambiente, por mala utilización del
mismo y por la contaminación. Y si el matrimonio gustaba de tomarse “unas
copitas” de vez en cuando antes del incidente, después del mismo apenas si
prueban el alcohol. Sólo en ocasiones especialísimas se permiten alguna copa.
Poco
antes de las Navidades de 1974, John, que hasta entonces es había fumado de 60
a 70 cigarrillos diarios, dejó de pronto de fumar. No ha fumado ni un solo
pitillo desde entonces, y le molesta el olor del tabaco. Elaine no había fumado
nunca. Tanto John como Elaine piensan que la gente usa y abusa de los médicos y
de las medicinas.
Ellos
han dejado de tomarlas completamente. Ni siquiera aspirinas. Sólo algunas tabletas de sales. Esto es todo. Pueden
apreciarse otros pequeños cambios en John, según Andrew Collins. Uno de ellos
es una personalidad más fuerte y una actitud más persuasiva. Por otra parte,
John evita todo impulso de gritarles a sus hijos, hablándoles siempre suavemente.
Fobos |
Incidentes
“keelianos”
En el entorno de la pareja se produjeron, después del incidente algunos
sucesos de corte típicamente «keeliano»; es decir, de los que gusta de reseñar
el escritor norteamericano John Keel, gran investigador de lo insólito. John y
Elaine hablaron a Collins de extraños seguimientos a cuenta de tres automóviles, siempre los mismos; de la supuesta «vigilancia»
a que se les .sometía desde otro coche aparcado frente a su casa; extrañas
llamadas telefónicas, sin que hubiese nadie al otro extremo de la línea; una respiración
jadeante oída mientras Elaine hablaba con otra persona por teléfono, como si
alguien estuviese escuchando la llamada, etc.
Una
noche no precisada de 1975 o 1976, Kevin asegura que vio a un «hombre» de pie
junto a su cama, vestido de payaso. Recuerda que iba todo de blanco. No se
acordaba de más detalles.
Conocimientos ufológicos de la
familia
John
y Elaine, cuando eran novios, vieron un ovni desde una playa de Essex. En 1968,
yendo en coche con otra tres personas, John vio su segundo OVNl... que provocó
una colisión en cadena de varios coches en la autopista M1 cuando varios
automóviles se quedaron de pronto sin luces y con el motor parado, a
consecuencia de un posible “efecto EM” (electromagnético) causado por el ovni. Y poco antes del memorable incidente del 27 de
octubre de 1974, yendo John en su coche por la misma Aveley Road donde aquél se
produjo, vio un avión de línea seguido por un enorme cilindro plateado mate. Naturalmente,
estas pocas «luces en el cielo» espolearon hasta cierto punto curiosidad de la familia por el
tema. Sin embargo, ninguno de sus miembros había leído libros sobre ovnis o fenómenos
relacionados con ellos, antes del incidente. Vieron el programa Out of this
world (Fuera de este mundo), presentado por la BBC por su
primer canal de televisión, en mayo de 1976. Este programa mencionaba un
encuentro
que
tuvo lugar en Winchester poco antes, y una charla a cargo de Charles Bowen,
director de la Flying Saucer Review, en que éste relató el
famoso caso de Antonio Vilas Boas. Ambos podían ser la fuente de información,
aunque luego, al exponer detalladamente el caso AVIS, veremos que esto es muy
improbable. . . .
Unos
cuantos años antes, la familia también vió un programa en el que se exponían
las teorías Erich von Däniken. En diversos momentos de la entrevista, Collins preguntó
a ambos cónyuges si conocían la Flying Saucer Review, la BUFORA (British
UFO Researh Association), el caso Adamski, el caso de Betty y Barney Hill, o
cualquier otra publicación ufológica periódica. A todo ello contestaron negativamente.
Collins sacó la impresión de que sus conocimientos sobre el tema eran muy
limitados. Y con posterioridad a la entrevista, y hasta la publicación de la
misma (1978), John no habla leído nada sobre ufología, salvo hojear algún
número de la FSR, pero de manera muy superficial.
Los sueños y la regresión
hipnótica apuntan hacia una abducción.
Durante
las primeras entrevistas, Collins
preguntó a la pareja si habían tenido algún sueño raro o recurrente después de su.
Ambos respondieron afirmativamente, y ello dio a los investigadores los
primeros atisbos de lo que pudo haber ocurrido durante las tres horas
“perdidas”. Tenemos aquí otro rasgo común con el incidente Hill. John declaró
que recordaba algunos «flashes» de sueños muy raros. Lo primero que dijo es que
recordaba que lo estaban operando, o «algo parecido», unos «gnomos» o seres
pequeños y “feos”. Otro «flash» que tuvo
se refería a alguien que le tocaba las cicatrices del pecho y que le hacía
diversos tests. Elaine, por su parte, dijo que recordaba un “sueño” en el que
se veía tendida sobre una mesa plana y ancha, como la de quirófano. Se sentía
incapaz de moverse ni de hablar. De pie junto a ella había una «persona» de
pequeña estatura cubierta por una bata blanca. Esto era todo cuanto podía
recordar.
Estos
importantes «destellos», junto con lo que sabían de su «viaje interrumpido» y
de la niebla verde, indujeron a Collins y King a buscar el concurso de un
hipnólogo, para efectuar unas sesiones de regresión. Charles Bowen puso a su
disposición el cuadro de asesores de la Flying Saucer Review, entre
los que figuraban varios médicos. El elegido resultó ser el doctor Bernard E.
Finch, que ejercía la medicina general, quien se puso en contacto telefónico
con Collins para decirle que el hipnólogo sería el doctor Leonard Wilder, un odontólogo y cirujano que durante veinte años
había utilizado la hipnosis para investigar la reencarnación.
El
doctor Wilder había escrito un libro sobre este tema en colaboración con el
parapsicólogo Peter Underwood, titulado Lives to remember (Recordando otras
vidas), publicado por Robert Hale en
1975. Collins se puso de acuerdo entonces con el doctor Wilder para celebrar
una sesión de hipnosis en la residencia del doctor Finch, el sábado 25 de
setiembre de 1977.
La segunda entrevista
Tras
la primera entrevista, quedaron muchas preguntas sin contestar y muchos cabos
sueltos, y Andrew Collins consideró necesario celebrar otra entrevista con los
Avis antes de la sesión de hipnosis. Esta segunda entrevista se celebró el
lunes 19 de setiembre. Después de repasar todo lo concerniente al viaje y la
niebla, junto con otros puntos particulares, Collins abordó de nuevo el tema de
los sueños que habían tenido John y Elaine.
Ella
dijo que a la sazón recordaba más cosas, y manifestó que se acordaba de haberse
visto a sí misma, acompañada de John y Kevin, los tres de pie ante un automóvil
azul. Se encontraban los tres en una enorme habitación de paredes curvadas, a
lo largo de las cuales descendían unas «vigas». El coche en cuestión se hallaba
sobre una plataforma, frente a la cual le pareció ver maquinaria, poco a la
izquierda. Caminando alrededor de la maquinaria había varios hombres que
llevaban trajes grises de una pieza, algo así como monos o buzos de trabajo.
Recordó luego haberse trasladado a una pieza, donde estaba la «mesa de
operaciones» que había descrito antes. En esta habitación estaba una «persona»
pequeña y fea.
Cuando
Collins se repuso de la sorpresa que le produjó esta nueva y valiosa
información «caída del cielo», pidió a Elaine que hiciese un dibujo de uno de
los seres que estaban cerca de la maquinaria, de la gran sala donde estaba el
automóvil, y de la pieza de la mesa. Mientras ella estaba dibujando al ser de
la maquinaria, John, que había guardado silencio hasta entonces, se arrodilló
junto a Elaine y le dijo que no había dibujado bien los brazos y las piernas. Tomando entonces el lápiz, dibujó lo que él decía que
eran los brazos y las piernas correctos. Collins le preguntó entonces cómo
podía saber el aspecto que tenía el personaje de un sueño de Elaine, a lo que
él contestó que, después de oír lo que había dicho ella, a él también le parecía
recordar que había estado tendido en una «mesa de operaciones», con seres muy
altos a su alrededor.
Declaró
también que estaba seguro de que le habían mostrado todo el lugar, y de que le
habían dicho muchas cosas.
Después
de varias horas de paciente labor, Collins obtuvo un relato bastante coherente
de John y Elaine, acerca de todo cuanto podían recordar del sitio donde habían estado.
Aun así, esto no fue más que una pequeña parte de lo que había de surgir a la
luz durante las sesiones de hipnosis
y durante las
numerosas entrevistas que siguieron a aquellas.
Las sesiones de hipnosis
Durante
la primera entrevista sostenida con Collins y King, John se mostró de acuerdo
en dejarse hipnotizar, pues deseaba saber qué le había ocurrido durante
aquellas tres horas perdidas. Prefería
saberlo a sentirse intrigado durante el resto de su vida. Elaine, en cambio,
dijo que no quería someterse a hipnosis, pues en realidad lo que deseaba era
olvidar todo aquel asunto. Efectuar una regresión a Kevin estaba fuera de
lugar, porque sus padres no querían que el chico supiera lo que le había
pasado, ya que ello podría traumatizarlo para el resto de su vida. Collins se mostró
totalmente de acuerdo.
En
total hubo tres sesiones, distribuidas a lo largo de un mes. John se presentó
solo a las dos primeras sesiones, y a la tercera asistió Elaine como
observadora.
La
primera sesión tuvo lugar el domingo 25 de septiembre 1977. Cuando Collins pasó
a recoger a John por su casa, este estuvo a punto de hacerse atrás. Finalmente
accedió a acompañarlo a casa del doctor Finch. Allí se hallaban presentes éste,
el doctor Leonard Wilder, Gordon Creighton y sus respectivas esposas, más Barry
King y, naturalmente, los dos recién llegados, Collins y John Avis.
El
doctor Wilder empezó llevándose a John a una habitación del primer piso, para
que le relatase todo el incidente. Acto seguido se les reunió el resto del
grupo. John fue hipnotizado tres veces. En ninguna de ellas se le hizo “regresar”.
El hipnólogo llevó a cabo por dos veces un ejercicio de levitación del brazo.
El doctor Wilder terminó entonces la sesión, declarando que John era un
excelente sujeto hipnotico.
Aunque
no se le hizo a John una regresión, éste pareció recordar algunas extrañas
impresiones mientras se hallaba bajo
hipnosis. Dijo que
veía un gran objeto azul de forma circular con
un revestimiento sobre el mismo, y dos brazos con piedras
fuera de él. Tuvo también la impresión de ver a un «caballero» (sic) con un
tocado al estilo árabe y sosteniendo una luz roja circular. Detrás del «árabe»
se vislumbraban unas montañas. En cuanto al incidente en sí, lo recordó con más
detalle. Dijo primero que se veía a sí mismo y a su familia yendo en el coche,
y oyó decir a Kevin: «Hay humo.» Entonces Elaine dijo: «La radio se quema.»
John añadió que, entonces desconectó el aparato, y después de esto su mente encontraba
un blanco. Otra impresión: él se encontraba en el coche y percibía color verde
a todo su alrededor: Luego un rayo blanco atravesaba la niebla verde.
Seguramente esto ocurrió cuando el coche se encontraba ya en el interior de la
niebla. Esto es todo cuanto se pudo recoger en la primera sesión.
La
segunda se celebró el 2 de octubre. John se mostraba menos tenso que en la
primera. A esta sesión asistieron todos cuantos participaron en la primera, con
la excepción de Barry King. Después de poner a John en trance hipnotico, el
doctor Wilde efectuó el acostumbrado ejercicio de levitación del brazo. Después
de esto, regresó a John a su infancia,
haciéndole detenerse en los 13, los 11, los 8 y los 3 años de edad. Cada vez,
la voz del sujeto sonaba más infantil. Llevó entonces a John más allá de su
propia vida, haciéndole revivir un tiempo en que era otra persona. Ello hizo
perfectamente, reviviendo una época del siglo XIX Después el doctor Wilder lo
trajo de nuevo al presente, y le pidió que reviviera «... la experiencia que
había tenido en 1974 cuando volvía en coche a casa con toda su familia ocasión
en que encontraron una niebla». A continuación siguen unos extractos de la
grabación que se hizo durante aquella segunda sesión.
MÉDICO.-Hábleme ahora del coche y de la primera experiencia que tuvo cuando vio la luz junto a la carretera. Ve una luz baja... parece que los está siguiendo.
MÉDICO.-Hábleme ahora del coche y de la primera experiencia que tuvo cuando vio la luz junto a la carretera. Ve una luz baja... parece que los está siguiendo.
SUJETO.-Está
sobre... no es más que una luz, a la izquierda.
M.-Sí,
hábleme de ella.
S.-Estaba
baja, era brillante y no de un solo color… seguía al coche... y yo... yo... no
podía verla, y sólo Elaine y el chico la vieron... moverse... cruzando
enfrente, y entonces yo la vi claramente... y se movió hacia adelante con rapidez,
siguiendo la carretera, y... vi una luz, pensé que era una luz, un farol
(murmullos). Vino una luz... yo… había desconectado la radio y había una niebla
espesa… muy, muy espesa, y verde Lummy y... sin luces y sin… ruido... todo
alrededor.
M.- ¿Entró
usted en la niebla, y entonces qué?
S.- En una gran
sala... un coche al fondo, y dije que los niños...
sí, los dos niños estaban bien. No había que preocuparse.
M.- ¿Puede
usted describir a los seres?
S.- Eran altos, y... y pacíficos.
M.- ¿Cómo
era su traje?
S.- De una pieza.
M.- ¿Color?
S.- No... no parecía tener color.
M.- ¿Les
vio el cabello?
S.- No, no les vi el cabello, porque...llevaban un
verdugo.
M.-¿Cuál
era el color de su piel?
S.- Muy... muy trans... desvaído.
M.- ¿Color
de los ojos?
S.- Rosados.
M.- ¿Rosados?
S.- Mucho.
M.- ¿Hablaban
inglés?
S.- No hablaban en in... no usaban palabras...
pero yo entendía lo que decían.
M.- ¿Cómo
era el interior de este lugar donde se encontraba? Hábleme de él, descríbamelo.
S.- Una gruta (¿?) sin luces, pero gris, y no muy
brillante… horrible, pero muy sedante, y no...ovalado. Muy grande, sin puertas.
M.-¿Cómo
se abrían las puertas?
S.-Simplemente,
estaban allí.
M.-¿Había
mobiliario?
S.-No,
no, sólo mesas.
M.-¿y estaban hechas de qué? ¿De madera? ¿Metal? ¿Vidrio?
S.-No,
no, no, no eran blandas ni duras. Eran peculiares.
M.-¿Y
a usted, qué le pasa?
S.-Ellos
sólo... mueven una gruesa barra sobre mí.
M.-Descríbamela.
S.-Era
sólo una barra piana, de unos 30 pies de largo (el sujeto quería decir 30
pulgadas = 75 cm), de 10 pulgadas (25 cm)
de ancho, no muy gruesa... y llena de agujeros. Sólo la movieron por encima de
mi cuerpo.
M.-¿Y
qué pasó?
S.-Vi....
vibración.
M.-¿Estaba
esa barra conectada a alguna clase de maquinaria?
S.-Sí. .. sí, encima.
M.-¿Encima?
¿Puede describirla?
S.-No
era... no era muy grande... sólo un raíl... que subía, no sé hasta dónde.
M.-¿En
algún momento en que estuvo allí dentro miró al exterior por alguna ventana u
orificio?
S.-No,
no, no había ventanas.
M.-¿Y
en cuanto a
la respiración? ¿Puede respirar bien?
S.-En
realidad, no lo recuerdo... .
M.-¿Formuló
preguntas?
S.-Les
pregunté... de dónde venían y ellos me mostraron... un mapa que no era un mapa.
M.-¿Qué
quiere usted decir con eso?
S.-Líneas,
y cifras, y cosas.
M.-¿Recuerda algo de lo que vio en el mapa? ¿Alguna cifra? ¿Alguna forma?
S.-No
ci. .. formas curvadas y onduladas.
M.-¿Números?
S.-Peculiares,
no como los nuestros.
M.-¿Le
dijeron de dónde venían?
S.-Sólo
recuerdo Fobos.
M.-¿Fobos?
¿Qué sabe usted sobre Fobos?
S.-Es
la primera vez... que oigo este nombre.
M.-¿Qué
cree usted que es Fobos?
S.-No
lo sé.
M.-¿Les
preguntó dónde estaba Fobos?
S.-Me
enseñaron... ya sé... me enseñaron... cosas... Saturno.
M.-¿Le
enseñaron cosas de Saturno?
S.-Es
posible, y yo sé... y otros que conozco... describir, más o menos dónde
estaban.
M.-¿Le
dijeron que venían de Saturno?
S.-No,
no, dijeron eso... para darme una idea de dónde están. Viajan muy de prisa no
como nosotros admitimos...muy de prisa... casi instantáneamente.
M.-¿Y
cómo lo hacen? ¿No se lo preguntó?
S.-Muy,
muy... no puedo entenderlo. Tiene algo que ver con... la conversión de
partículas.
M.-¿Hablaron
de iones?
S.-Creo
que sí, recuerdo iones... electrones y otras cosas. Pero no me acuerdo.
M.-Hábleme
de ese ser pequeño que vio a bordo. Usted dijo que era diferente de los otros. ¿Era
el que mandaba? ¿O servía a los demás?
S.-Servía,
creo que él... ellos no parecían darse cuenta de su presencia. No, no le hacían
el menor caso. El no empleaba un lenguaje: lanzaba gorjeos, ruidos. Pero no ruidos
agudos.
M.-¿Y
esos seres tenían brazos y piernas?
S.-No
puedo acordarme... de cuáles.
M.-Los
altos.
S.-Tenían
brazos y piernas pero no parecían tener articulaciones...
M.-¿Puede
seguirme hablando de ese ser pequeño? ¿Cómo iba vestido?
S.-Sólo
con piel, aunque no era piel.
M.-¿Cómo
era?
S.-Como
piel, pero no era piel... No puedo...
M.-¿Querría
mencionar algo más acerca de lo que le sucedió a bordo de esa nave? (En mi
opinión, el médico comete aquí un error garrafal , al inducir en la mente de
John que ha estado a bordo de una nave, cosa que él no ha dicho en
ningún momento hasta entonces . Éste es uno de los peligros de la regresión hipnótica,
cuando no se practica con una asepsia mental absoluta. Si a partir de aquí el
sujeto habla de “nave extraterrestre”, puede tratarse pura y simplemente de una
contaminación provocada por el hipnotizador.)
S.-Ellos
dicen que nos necesitan... como, huéspedes, y ellos saben cómo, y... ayudan...
y ellos (murmullos) y ellos son nosotros.
M.-Ellos
son nosotros. Hábleme más de eso. ¿Cómo pueden ser ellos nosotros? ¿Entiende
usted eso? Hábleme de ello.
S.-...
No me dejarán. (John guarda entonces silencio durante más de un minuto.)
M.-¿Puede
usted describirme ahora, John, lo que pasó después de esta experiencia y cómo salió
de la niebla?
S.-Recuerdo
casa junto al bosque, y luego el coche se sacudió... y todo fue normal. Pero
nosotros estábamos todos muy asustados... y nos fuimos en seguida a casa. Guardé
el coche... entramos a los niños, tuvimos que llevar a Karen y Stuart desde...
dormidos. Entré con Elaine... y dijimos que era muy tarde, no podíamos haber
tardado tanto en volver a casa, y entonces telefoneamos a la hora... Era muy
tarde.. , la una y media.
M.-¿Y
qué hora tenía que haber sido?
S.-Las
diez y media,.. Yo quería ver un programa de la tele... y lo perdí.
M.-¿Qué
programa era?
S.-No me acuerdo. Una comedia, creo.
M.-¿A
esa hora, cuando usted llegó a casa, recordaba lo que había pasado?
S.-
,-No.
M.-¿Cuándo
empezó a recordar cosas?
S,-No
lo sé, creo que este año. No estoy seguro.
M.-¿Cuál
es su interpretación de lo que sucedió? ¿Qué piensa?
S.-Demasiado
largo.
M.-¿Qué
quiere usted decir con que es demasiado largo?
S
.-(En voz muy baja.)-Tendría que escribirlo.
M.-Muy
bien. Ahora descanse, John, relájese.
Así
concluyó aquella sesión. El doctor
Wilder sacó lentamente a John de su estado de hipnosis. Aquella sesión
fue altamente esclarecedora sobre lo sucedido, pero como veremos más adelante,
sólo representaba una pequeña fracción de lo que ocurrió a bordo de la supuesta
nave.
También
se verá cómo el hipnotista interpreta mal a veces diversas cosas de las que
dice el sujeto bajo hipnosis, sin hablar de la transferencia de ideas que puede
aportarle. Lo que dijo John acerca de la
conversión de «partículas» recuerda extraordinariamente, en relación con el
viaje espacial, la teoría ummita de los ibozoo UU, que John no podía conocer de ninguna manera. Asimismo
intrigante es la mención de Pobos, y, como veremos más adelante en este libro, la
morfología de los ocupantes altos, lo mismo que su vestimenta, parecen muy
similares a los descritos por el abducido español Julio F. La frase «ellos son
nosotros» se presta también a muy variadas interpretaciones (por ejemplo y sin que estemos postulando nada, la de que
son nuestros lejanos descendientes; es decir, «hombres del futuro ti», lo cual
no excluye la hipótesis interplanetaria, por otra parte). En esta frase se
aprecia también una especie “orden posthipnótica” impuesta por sus captores a
John para que éste no hable del particular, lo cual se pone de manifiesto por
su largo silencio.
La tercera
sesión de hipnosis se realizó el domingo 16 de octubre de 1977. En esta
ocasión, John consiguió convencer a Elaine de que asistiese a ella como simple
observadora. Asistieron todos cuantos habían estado presentes en la sesión anterior,
más Elaine, por supuesto, y Philip, el hijo de Gordon Creighton.
Inmediatamente
el doctor Wilder puso manos a la obra y empezó haciendo regresar a John a su
infancia, deteniéndolo a las edades de 10, 6, 3 y por último 1 año.
Pidió entonces a John que volviera a una de sus vidas anteriores.
Después
de un falso inicio, John dijo que se acordaba de cuando araba un campo en 1640
bajo el nombre de Dayliss. Lo más sorprendente era que en ese momento hablaba
en un rudo dialecto del campo inglés. Después de esto, John fue llevado de
nuevo a 1974 y se le pidió que reviviese de nuevo su encuentro con la niebla verde.
El respondió con un cambio espectacular de voz que volvió a ser la suya
normal, con su típico acento londinense.
John se puso
entonces a relatar lo que sucedió cuando entraron en la niebla, que era lo
mismo que había dicho antes. Pero luego añadió que veía un rayo de luz que atravesaba
la niebla. Este rayo era de color blanco, y al instante siguiente se vio
ascendiendo con esta luz. Al instante siguiente se encontraban todos en una
gran habitación. John relató entonces cómo se lo llevaron para ser examinado.
Collins
preguntó entonces a John si ellos le habían dicho de dónde venían. Su
respuesta fue: «Ellos dicen que no serviría para nada (¿decirle de dónde
venían?) y que saber de dónde vienen no nos sería de ninguna ayuda.»
A continuación Collins le preguntó cuántos tipos de seres había en la nave. Damos a continuación la transcripción de parte del interrogatorio:
A continuación Collins le preguntó cuántos tipos de seres había en la nave. Damos a continuación la transcripción de parte del interrogatorio:
JOHN.-Una
persona... y el examinador.
A.
COLLINS.- ¿El examinador? ¿Puedes describírmelo?
JOHN.-Más
pequeño que nosotros...
A.
C.-¿Qué llevaba?
JOHN.-No
me acuerdo. Vestidos, no está claro...
A.
C.-¿Cómo era su cara?
JOHN.-No
muy agradable.
A.
C.-¿Tenía cabello o pelos?
JOHN.-Pues...
sí, por supuesto.
A.
C.-¿Cómo eran sus ojos?
JOHN.-Muy
grandes.
A.
C.-¿Tenía boca?
Jo
HN.-Sí, pero no como la nuestra.
A.
C.-¿Qué hacía?
JOHN.-Me
examinaba... hacía funcionar la máquina.
A.
C.-¿Te sacaron algo? ¿Piel? ¿Sangre? ¿Trozos de ropa? ¿Cabellos?
JOHN.-No recuerdo.
Después
de hacerle unas cuantas preguntas más sobre los seres altos, John se dio cuenta
de pronto de que no era el doctor Wilder quien le interrogaba. Entonces el
médico tuvo que explicarle que había otra persona presente que quería hacer
unas preguntas. Una vez explicado esto a John, Collins continuó.
Le
preguntó de nuevo por los seres altos. Él dijo que eran más altos que él, que
le pasaban por lo menos una cabeza (esto daría una estatura de unos 6 pies y 6
pulgadas, 1,97 m.). «No tienen boca... no la necesitan.» Pero añadió "O no
tienen boca visible.»
Collins
pidió entonces a John que describiese su sistema de propulsión. "Es muy
complicado - expuso él-, pero recuerdo las palabras ión magnético... giran y
crean... giran y crean un... bor... bor... »
-¿Un vórtice?
-dijo Collins.
Después
de unas cuantas preguntas más sobre la disposición de la nave, Collins le
preguntó cuánta gente había a bordo, a lo que él contestó que creía que había
más, pero él solo tuvo contacto con tres. No le dieron nombres, porque esto no
era necesario. De estos tres sólo uno se comunicó con John, contestando a todas
las preguntas que este le hizo. Collins hizo algunas preguntas acerca de los
mapas estelares y el motivo por el cual los escogieron para la abducción.
Cuando intervino el doctor Bernard E. Finch para preguntar cuál era el
propósito de su visita, John se apresuró a contestar:
-No
es visita, están aquí siempre.
-¿Pero
por qué han venido aquí? -insistió el doctor Finch.
-Para
observar y guíar... mediante la observación –fue la respuesta.
De
nuevo se le formuló la pregunta de dónde venían, pero John también contestó de
nuevo que ellos no tenían necesidad de decirlo, añadiendo que no tenían necesidad
tampoco de regresar al lugar de donde habían venido. Después de estas
preguntas, las respuestas de John empezaron a hacerse cada vez más vagas y con
largas pausas entre pregunta y respuesta.
Collins
le preguntó dónde estaban, si estaban aquí todo el tiempo. John contestó que
estaban aquí siempre. Y Collins volvió a preguntarle dónde.
-Tienen
más de una base.
Después
de esto, John ya no contestó a ninguna pregunta más. El doctor Wilder le
preguntó qué le pasaba, pero John se encerró en el mutismo más completo. Sin
duda se tropezaba aquí con un bloqueo posthipnótico imposible vencer.
El
doctor Wilder lo fue sacando entonces poco a poco de su estado hipnótico, en el
que John había permanecido durante un total de 55 minutos. Sus primeras
palabras después de la hipnosis, en confirmación de lo que todos presumían,
fueron de que durante los últimos minutos le habían impedido decir nada. Dijo
que era como si a ellos no les importase que hablase de su experiencia hasta
cierto punto, pero había partes de la misma que caían dentro de esta «censura».
Cuando le preguntaron cuáles eran estas partes, contestó: «Cuando me
preguntaron dónde esta las bases.»
Según
comenta el doctor Wilder, las sesiones de hipnosis fueron valiosas porque
iniciaron el proceso de liberación de los recuerdos subconscientes de los
testigos –pese a que Elaine no quiso someterse jamás a hipnosis-, y pese a que
éstos no fueron en ningún caso la principal fuente de información. Luego, en
estado consciente, John recordaba más cosas que se le hacían aparentes al leer
sus propias palabras en hipnosis: éstas, en cierto modo, hacían de «catalizador»
o «desencadenante» de más recuerdos.
En las sesiones se contienen algunos datos verdaderamente intrigantes -e incluso reveladores- que concuerdan dan con otras informaciones que poseemos, procedentes de fuentes muy distintas. Así, todo lo referente a las “bases” ,que como se verá luego, resulta que eran «submarinas» y que estaban en zonas muy específicas. Asimismo, lo que los captores de John dijeron acerca de la propulsión de sus naves (la «conversión» o «inversión» de partículas) recuerda estremecedoramente la teoría ummita sobre la «inversión de los ibozoo uu, dato que muy raramente podía haber llegado a conocimiento consciente de John (si bien mi serie de artículos sobre el «affaire» UMMO se publicó ya en 1974 en la Flying Saucer Review). De la comparación de éste con otros casos similares, se puede sacar la conclusión de que: o bien existe una fabulación inconsciente general, o bien existe un nivel de tecnología casi común para las civilizaciones galácticas que han alcanzado el viaje interestelar. Extrapolando a partir de nuestra tecnología (cuyas realizaciones son casi idénticas para todas las naciones terrestres: motor a reacción, electrónica, centrales nucleares, motor-cohete, electricidad, etc.) podría existir una serie de logros tecnológicos comunes de un nivel superior para todas las civilizaciones de la Galaxia. En el caso Bordeu (Dionisio Llanca) hallamos también algunos curiosos rasgos “ummitas”… sin que esto quiera decir necesariamente que lo sean, sino que podrían corresponder a este “tipo de familia” que presentarían todas las realizaciones y pautas de comportamiento de las civilizaciones galácticas, por ejemplo. Extrapolando hacia atrás, toda la tecnología medieval es parecida, asimismo, de la misma manera que lo es la tecnología paleolítica, si aún queremos ir más lejos. Se trata de lo que yo llamaría «niveles de civilización», estando en esto de acuerdo con la teoría de los niveles cósmicos que postula el académico soviético Nikolai Kardachev, quien afina extraordinariamente su postulación (que aquí, por falta de espacio, no podemos resumir) .
En las sesiones se contienen algunos datos verdaderamente intrigantes -e incluso reveladores- que concuerdan dan con otras informaciones que poseemos, procedentes de fuentes muy distintas. Así, todo lo referente a las “bases” ,que como se verá luego, resulta que eran «submarinas» y que estaban en zonas muy específicas. Asimismo, lo que los captores de John dijeron acerca de la propulsión de sus naves (la «conversión» o «inversión» de partículas) recuerda estremecedoramente la teoría ummita sobre la «inversión de los ibozoo uu, dato que muy raramente podía haber llegado a conocimiento consciente de John (si bien mi serie de artículos sobre el «affaire» UMMO se publicó ya en 1974 en la Flying Saucer Review). De la comparación de éste con otros casos similares, se puede sacar la conclusión de que: o bien existe una fabulación inconsciente general, o bien existe un nivel de tecnología casi común para las civilizaciones galácticas que han alcanzado el viaje interestelar. Extrapolando a partir de nuestra tecnología (cuyas realizaciones son casi idénticas para todas las naciones terrestres: motor a reacción, electrónica, centrales nucleares, motor-cohete, electricidad, etc.) podría existir una serie de logros tecnológicos comunes de un nivel superior para todas las civilizaciones de la Galaxia. En el caso Bordeu (Dionisio Llanca) hallamos también algunos curiosos rasgos “ummitas”… sin que esto quiera decir necesariamente que lo sean, sino que podrían corresponder a este “tipo de familia” que presentarían todas las realizaciones y pautas de comportamiento de las civilizaciones galácticas, por ejemplo. Extrapolando hacia atrás, toda la tecnología medieval es parecida, asimismo, de la misma manera que lo es la tecnología paleolítica, si aún queremos ir más lejos. Se trata de lo que yo llamaría «niveles de civilización», estando en esto de acuerdo con la teoría de los niveles cósmicos que postula el académico soviético Nikolai Kardachev, quien afina extraordinariamente su postulación (que aquí, por falta de espacio, no podemos resumir) .
Así,
los «uránidas» (por emplear la bella expresión, desgraciadamente hoy
arrinconada, que en su día propuso el profesor Hermann Oberth) se moverían
dentro de un mismo nivel tecnológico : dominio de la gravedad; conversión de
subparticulas atómicas para efectuar «cambios de marco dimensional» y viajes
intersiderales por «atajos cósmicos»; conocimiento y utilización al máximo del
“campo unificado” einsteniano como fuente motriz y para otras aplicaciones; una
ingeniería genética avanzadísima; una moral pragmática de la que formaría parte
un respeto casi total hacia otras formas vivas e inteligentes; un común
reconocimiento
La estancia a bordo de
la nave
Mas
volvamos a los Avis, y a su alucinante experiencia. A continuación voy a reproducir los relatos,
por separado, de, John y Elaine, de su abducción, tal
como se los contaron a Andy y Collins a finales de 1977. Ambos relatos
comienzan cuando la «niebla verde» se cierra alrededor del automóvil. Principiaremos
por la versión de John.
Cuando
el coche se vio rodeado por la densa niebla verde, John vio una columna de luz
blanca que atravesaba la atmósfera verdosa. (Los haces de luz compacta y
coherente, que abundan en la casuística ovni, son otro de los rasgos característicos
de lo que hemos dado en llamar “tecnología galáctica”. Acaso no sean «luz
fotonica» sino otra cosa; ¿un, campo magnético dirigido, se pregunta el francés Jean
Goupil?) A menos de dos metros frente al coche, tenía un diámetro de alrededor
un metro. Empezó entonces a moverse hacia el vehículo mentando de diámetro al
propio tiempo. A los pocos segundos el «haz» o «columna» rodeó el coche y John sintió
que ascendían. Entonces se desmayó.
Después
de esto, su inmediato recuerdo es el siguiente: estaba de pie en una especie de
«balcón», con una barandilla frente a él, mirando a un gran automóvil azul que estaba
en un nivel inferior (el coche de los Avis era un Vauxhall Victor Estate
blanco). Dentro del coche azul veía a un hombre con la cabeza caída sobre el
volante; a un lado está una mujer con la cabeza echada hacia atrás. Ambos
parecen estar inconscientes. En la parte trasera del coche se ven otros cuerpos
por encima del asiento delantero. Esos
cuerpos parecen
estar inconscientes también.
John
tiene la viva impresión de que se está viendo a sí mismo y a su familia. El
automóvil parece hallarse en un enorme «hangar» y él se encuentra en un balcón
situado a unos cuatro metros y medio sobre el suelo del “hangar” Ve al coche de
frente y a un ángulo aproximado de 25º y a una distancia estimada de unos 15 o
18 m. Mientras lo contempla, una especie de «rampa» o «panel» empieza a
cerrarse frente al mismo, ocultándolo a su vista De pie junto a John
está Elaine, su mujer, y; posiblemente Kevin, aunque esto no puede asegurarlo.
Ellos también parecen estar mirando el coche.
Detrás de John esta un ser alto, aproximadamente de unos dos metros. A la derecha
de este ser advierte
el «tubo de aire»
por el que cree que ascendió a este nivel. Cómo lo sabe no está claro, pero
está seguro de que es lo que se empleó para subirlo.
El
«tubo de aire» consiste en una luminosidad cilíndrica que va del suelo al
balcón. (Dionisia Llanca hablaría de una «escalera de luz».)
Entonces
John y
el ser alto se desplazan hacia la izquierda de John (alejándose de la columna luminosa)
hacia una pared en la que no hay nada. De pronto, John siente que esta
ascendiendo de nuevo, aparece un orificio y se encuentra dentro de una
habitación. John cree que sólo ascendió unos palmos. Al mirar al interior del
habitáculo ve una mesa frente a él con luces encima. Entonces el ser alto toca
a John en el hombro izquierdo, y John se desvanece.
Al volver en sí, John se encuentra tendido sobre la mesa que
había visto previamente. Sobre su cabeza y moviéndose en dirección a sus pies,
ve una «barra» o aparato de observación (scanner). Este aparato está a cosa de
medio metro por encima de él y se halla sostenido por unas varillas circulares,
una a cada lado de su cuerpo. Según presume, estas varillas o soportes deben de
correr por unas guías, situadas a ambos lados de la mesa. La barra es de forma rectangular
y mide entre 75 cm y 1 metro; tiene casi 4 cm de ancho y
casi 4 de grueso. Su parte inferior está recubierta por una especie de
superficie reticulada, como un panal, que emite un débil resplandor, Al scanner están unidos dos cables, que ascienden hasta el techo, donde
están al parecer conectados a una de las dos lámparas rectangulares situadas
sobre John. Estas lámparas miden aproximadamente 60 X 75 cm. Una de ellas está
detrás de su cabeza y puede moverse al extremo de un brazo extensible sujeto al techo. Es a ésta a la que se hallan conectados los cables.
La
“barra” o scanner tarda aproximadamente un minuto
en pasar sobre el cuerpo, y al hacerlo John siente una sensación de calor y
hormigueo en la región sobre la que pasa la barra.
John
se da cuenta entonces de que hay tres de los seres altos de pie a su derecha, y
otros dos seres, pequeños y feos, a su izquierda. Los pequeños parecen ser los
“examinadores” y a medida que la barra pasa sobre John, un examinador aplica un
aparato parecido a una pluma a diversas partes de su cuerpo. Este instrumento
mide unos 20 cm, y tiene poco más de 1 cm de diámetro. En su extremidad tiene una
intensa luz blanca. Este «lápiz» está sujeto a un alambre
o
cable que desaparece por encima del borde de la mesa. Este instrumento no le
llega a tocar la piel, sino que se mantiene a cosa de un centímetro de ella.
También provoca en John una sensación de hormigueo y calor.
El “examinador”
El
«examinador» mide 1,20 metros y lleva una especie de bata blanca hasta el
suelo, con mangas anchas y sueltas, recogidas en los puños. No se le aprecia
cuello. En realidad, parece ligeramente jorobado. Tiene un cabello castaño muy
enmarañado, ó “piel”, que le recubre no sólo la cabeza sino también las manos.
Sus ojos son grandes, oblicuos y triangulares de
forma. La nariz, de color marrón claro, parece más bien un «pico». La boca es
una simple rendija. El ser tiene orejas
puntiagudas, echadas hacia atrás. Las manos que sólo tienen cuatro dedos cada
una, son grandes y velludas.
Los
dedos están terminados en largas uñas o garras. Se trata de un individuo de
aspecto recio y corpulento que camina desmañadamente. John le oyó lanzar de vez
en cuando unos gorjeos guturales. A pesar de su aspecto parece saber lo que
hace, aunque se aparta cuando se aproxima uno de los seres altos.
Los seres altos
Cuando
la «barra» o scanner se detuvo finalmente a un extremo de la mesa, John
pregunta a los seres altos si ya puede levantarse.
-Sigue ahí un rato aún, pero
puedes sentarte.
John,
estupefacto, se da cuenta de que esta orden no se la han dado de palabra, sino
mentalmente: ha recibido una impresión mental según la cual esto es lo que le
han dicho, en contestación a su pregunta.
Entonces
se incorpora y se sienta sobre la mesa, dejando colgar las piernas a un lado.
Siente las piernas débiles y todo él se nota como sin fuerzas. Se da cuenta
entonces con asombro que lleva un traje de una pieza igual al de los seres
altos. Le parece llevar «una segunda piel». Los « examinadores» abandonan
entonces la estancia.
Sentado,
John puede ver mejor a los seres altos y el lugar donde se encuentra. Es una
estancia de unos 6 metros de largo por unos 3,60 m de ancho y 2,10 o 2,40 m. de
alto. Es de forma ovalada. No se ven junturas en las paredes ni en el techo; tampoco hay ángulos vivos; todo es perfectamente
liso y suave, como el interior de una burbuja.
No
parece haber otro mobiliario fuera de la mesa y las dos lámparas. Los seres
altos tienen una talla aproximada de unos 2 m aunque uno de ellos, el que John
llama el «jefe» (the leader), parece tener unos 5 cm más que
sus compañeros.
Llevan
un traje de una sola pieza y sin costuras de un material que parece lurex o fieltro
sintético. Les cubre incluso manos y pies y forma una caperuza en la que está
encerrada la cabeza. En la cara se aprecian dos ojos ligeramente mayores
que los nuestros, con iris rosados y esclerótica «color crema». No muestran una
nariz o una boca visibles, y
John tiene la viva sensación de que aquellos seres llevan una máscara que les
cubre la cara.
Por
lo que John puede recordar, sólo tienen tres dedos en
cada mano, aunque esto puede ser un efecto producido por un guante semejante al
de los esquiadores. La tez de los seres es muy pálida, casi translúcida.
Ninguno de ellos parece tener articulaciones en piernas y brazos. A John le recordaban
«una muñeca hinchable». Cuando movían los brazos, no se apreciaban codos en
ellos. (Los altos seres del caso español de Pontejos,. en Santander, tampoco
mostraban articulaciones apreciables.) Sin embargo, sus movimientos son
airosos, y no dan pasos largos al andar.
Después,
de sentarse en la mesa, John se puso a hacerles preguntas, todas las cuales le
fueron contestadas. De pronto les preguntó:
-¿Qué hacen ustedes cuando están
fuera de la nave?
-Usamos un visor -le
contestaron.
Mirando
a su alrededor, John vio a uno de los seres altos sosteniendo un «visor». Es un
aparato hemisférico con dos bandas para sujetarlo a la cabeza, una que la rodea
horizontalmente, y otra que pasa por
encima del cráneo. John lo compara a la visera o máscara de un soldador. De un
color rojizo oscuro, cubriría por completo una cara normal.
El
más alto de los tres seres, que John considera el jefe, es el único con el que
tiene contacto directo durante todo el tiempo que dura su estancia a bordo de
la nave.
Mientras
le enseña el visor, este ser «dice»:
-Consideramos que el uso del
visor no es muy afortunado.
En
realidad, casi siempre vemos las cosas a través de vuestros propios ojos.
Algunas veces no podemos encontrar unos ojos adecuados, y entonces usamos el visor, para adaptar vuestra luz a nuestro
nervio óptico.
-¿Y qué ocurre de noche? -pregunta John.
-Tenemos un adaptador que emite
luz a fin de mejorar la visibilidad
existente (o
algo parecido fue lo que le dijeron, según John).
Y el
«jefe» añade:
-Esto cambia la impresión que las
unidades estáticas de su planeta ven de nosotros. Las unidades estáticas son habitantes
lineales de su planeta.
Naturalmente,
esta jerigonza resultó incomprensible para John.
Cuando
John le preguntó por qué no había colores en la nave, el «jefe» le contestó:
-Para vosotros no hay colores, pero para nosotros sí los
hay. Debido a la estructura de nuestra unidad óptica, nosotros reaccionamos a
la luz que recibimos de una manera distinta a
como lo hacen vuestros nervios ópticos. Las condiciones están controladas a
nuestro favor y por esto vosotros veis lo que veis.
John
le preguntó entonces si le podían mostrar la nave, a lo que sus captores
respondieron afirmativamente. Se encaminaron todos hacia la pared, en la que de
pronto apareció un agujero ovalado, de más de 2. m de alto por uno de ancho. John
y los tres seres se adentraron entonces por un “túnel de comunicación”, que
recorrieron durante un corto trecho, para pasar luego a otra sala a través de una
“puerta similar”.
Aquella
pieza era de un tamaño parecido a la “sala de reconocimiento” y John creyó que
se trataba de un lugar de descanso, pues contenía algunas literas y una mesa
adosada a una pared, sobre la cual vio algunas cajas. Cruzaron esta habitación
sin detenerse, para continuar por el túnel ó «galería» de conexión.
Penetraron
entonces en otra pieza, que John describe como un “laboratorio”. Pregunta para
qué sirve y le contesta”investigación”. John les pregunta entonces si tienen
microscopios y le muestran una gran unidad o modulo en cuyo centro hay una
consola. Sobre esta unidad hay unos paneles cuadrados y translúcidos. Uno de los tres seres pone un
frasco de vidrio lleno de un líquido en uno de los paneles.
El
ser pasa sus manos sobre la unidad y otro panel cuadrado similar se desliza
saliendo de la parte superior de la consola central, directamente sobre el
frasco de vidrio. El ser toca entonces un botón cuadrado que está en la parte
delantera del panel cuadrado superior, y un resplandor azulado aparece entre
los dos paneles, en cuyo interior se encuentra el frasco de vidrio.
Sobre
la consola central hay otro largo panel que se extiende a todo lo largo de la
unidad. Y en éste, por encima de los dos paneles cuadrados, aparece un
holograma ampliado del frasco.
Tocando
diversos lugares del panel superior, el frasco puede ser visto desde cuatro
ángulos diferentes. Le explican que este aparato cumple la misma misión que nuestro microscopio, pero es muy superior
a este. La unidad mide unos 3 m de largo
por 1,20 de ancho y 1,20 de alto. En esta sala hay otras unidades similares, junto con otros aparatos.
Sacan
entonces a John del laboratorio y lo llevan a través de otro túnel a otra
habitación. En ésta hay cuatro series de literas dispuestas formando un
cuadrado. Cada serie está compuesta de tres literas superpuestas. Las literas son
ligeramente onduladas, recubiertas de un material
que
parece ser gomaespuma y posee una cajita de 15 cm de lado por unos 3 cm de
fondo, con cuatro cuadraditos en su parte superior. Estas cajas quedan a la
izquierda la persona que se tienda en la litera. John cree que es lugar de
reposo, y que las literas sirven para dormir durante los períodos de descanso.
También se emplean cuando la nave navega por el espacio interplanetario. Cada
litera posee su propia mini atmósfera, que se utiliza para contrarrestar los
virajes y las detenciones bruscos. (Posiblemente, más que de atmósfera, habría
que hablar aquí de campo gravitatorio propio para cada litera. Tal vez John no
entendió bien la explicación que le dieron sus «amigos».)
Abandonando
el «dormitorio», se meten en otro túnel de conexión y pasan a otra cabina.
Ésta, según recuerda John, contiene literas y posiblemente instrumentos. Salen luego
por el lado opuesto de la pieza y ascienden por un tubo vertical l. (John
no explica cómo se
hace esta operación: ¿por una simple
escalera de mano o por “antigravedad”?
(Al
instante siguiente, John sale por el suelo de una gran sala. Inmediatamente se
percata de que se trata de la «cámara de mando». Vueltos de espaldas a él ve a
otros cuatro seres altos, sentados ante una unidad en forma de media luna. Los
cuatro están muy ocupados, haciendo correr sus manos sobre los paneles que
cubren la unidad. A lo largo de las paredes hay diversas secciones con
asientos. Todos estos asientos miran hacia las paredes, pero John está seguro
de que son todos ellos asientos giratorios, que pueden volverse hacia el centro
en caso necesario.
(Tampoco
da John detalles sobre estos asientos, lo que sería muy interesante para
compararlos con los de otros casos.)
Sus
acompañantes llevan entonces a John hacia una litera, y le invitan a tenderse
en ella. La litera es comodísima, y le recuerda una gandula de las que sirven
para tomar el sol. Está recubierta de minúsculos cojines neumáticos y mide casi
dos metros de largo; es evidente que está destinada a alguien de su talla. A
unos 45 cm por encima de la cabeza de
John hay un objeto discoidal de unos 40 cm de diámetro, en cuyo interior se
observan unos lados de aspecto extraño, dispuestos en forma octogonal. Dicen
entonces a John que observe una pantalla, y ante su asombro una imagen bidimensional se proyecta en la pared frente a
él. Esta imagen mide un metro y medio de ancho por unos dos metros de alto.
Durante los minutos siguientes le muestran por este procedimiento cientos de
imágenes, planos, dibujos
y gráficas, todo lo cual pasa como una exhalación, impidiéndole fijarse en los
detalles. El objeto que tenía sobre su cabeza era una especie de altavoz (“acompañamiento
verbal” en sus propias palabras), que le daba explicación completa de cada
imagen proyectada.
En un momento dado John no pudo por
menos de exclamar:
-“¡Esto va demasiado rápido!”, a lo que le contestaron:
-“No te preocupes: tu mente lo
recordará todo.”
Sin
embargo, John no puede recordar gran cosa de lo que le mostraron, aunque sí
recuerda algunos de los dibujos. Reconoció un mapa estelar de nuestro sistema
solar y una imagen
de Saturno, que reconoció «a causa
de sus anillos. Le mostraron también una sección transversal e la nave y luego una sección de la misma en planta, y
también una vista de ella desde el exterior. Asimismo, le mostraron varios
«mapas estelares», consistentes en líneas que tenían diversos puntos
(recuérdese el mapa mostrado a Betty Hill). Junto a los círculos vio extraños
signos o letras.
Recuerda que uno de los seres le
hizo este comentario:
-“Tienes el diagrama que explica
cómo funciona la cerradura pero te falta la
llave.”- No le
explicaron qué querían decir con esto. La otra cosa que recuerda John es que,
mientras le mostraban las imágenes, oyó repetidamente palabra «Fobos», aunque
tampoco sabe a qué se referían. (Cuando
John contó esto a Collins, aún no sabía que Fobos es el satélite menor del
planeta Marte.)
Después de más «conversación» y de
pasarle más diagramas, John fue conducido a una zona más oscura de la cabina de
mandos. Una vez allí, volvieron a pedirle que mirase en determinada dirección
(esta vez él se hallaba de pie) De pronto se formó ante él una escena, sin duda
una forma avanzada de holograma.
Mientras
John lo contempla, fascinado, sus acompañantes le dicen que así era su planeta
últimamente, después de haber sido destruido por la
contaminación y otros problemas naturales. Habían perdido sus dos soles y una de
sus lunas por un mal aprovechamiento de los mismos.
No le
explicaron en qué consistía ese mal aprovechamiento. El holograma mostraba un complejo de conos grises y de aspecto metálico
que salían del suelo (¿una ciudad?) al fondo se veían montañas. El cielo
mostraba capas de diversos colores y la atmósfera daba la sensación de ser muy
densa y baja. Tenía tonalidades rojas, amarillas, azules y verdes. En primer
plano y aparentemente muy cerca de ellos se alzaba una figura de estatura
media, cubierta de una hopalanda con capucha. Su rostro era completamente humano,
si bien sus ojos eran rosados, y el ser parecía tener muchos años. La
figura sostenía un objeto redondo que emitía un brillo ora
rojo ora amarillo. Sus acompañantes pidieron a John que tocase aquella bola, y él
así lo hizo. Una extraña sensación ascendió por su brazo. (No recuerda que le
explicasen quién era aquel personaje ni qué significado tenía la bola, pero
cree que significa la desaparición de la energía planetaria. John considera un privilegio
que le dejasen ver lo que sin duda para ellos es algo sagrado. Pero sí está
seguro de que sus tres acompañantes no estaban de acuerdo acerca si debían
mostrárselo o no.)
Después
de que John hubo tocado la bola, el «jefe se volvió hacia él y le dijo que ya
era hora de marcharse. Luego le dijo que volverían a verse, y al instante
siguiente John se encontró dentro de su automóvil. Éste dio una brusca
sacudida, y se puso en marcha. Esto es todo cuanto recuerda John acerca de su
estancia en la nave. Más adelante comentaremos algunos datos que le dieron
sobre el sistema de propulsión de la nave, y sus «bases» en la Tierra. En cuanto a Elaine, su
relato es muy similar al de John, si bien ella recuerda claramente que su hijo
Kevin estaba con ellos en el «balcón». Es más luego se resistió a que uno de
los «examinadores» se llevase al muchacho de su lado, cuando todos entraron en
la «sala de reconocimiento». Por
supuesto, Kevin no ha sido hipnotizado, por voluntad expresa de sus padres, y así
de momento no conocemos su versión del suceso. Quizá cuando sea mayor de edad,
y por propia voluntad, desee entonces ser sofronizado.
Elaine
sufrió también un completo reconocimiento físico por dos de los examinadores
«monstruosos». Prestaron una atención particular a su costado izquierdo,
aproximadamente en la región renal. Terminado el reconocimiento y provista de
una vestidura similar a la que llevaban las entidades, una de ellas preguntó a
Elaine, ya en otro lugar de la nave, si le gustaría ver dónde ella (Elaine)
vivía. Al contestar ésta afirmativamente, se abrió una ventana o una puerta su
derecha, por la que pudo ver el cielo estrellado.
El ser le indicó una estrella, y le dijo
que ella vivía allí. La “estrella” se fue haciendo mayor, hasta que Elaine la
reconoció:
¡Era la Tierra!, con sus masas
de nubes, sus mares y sus continentes.-La imagen siguió agrandándose,
hasta que se distinguió claramente la Gran Bretaña. Luego apareció el estuario
del Támesis, y luego luces, casas y calles iluminadas. «Aquí es donde tú vives», le dijo el ser. Elaine no sabía si era una imagen
proyectada, o una vista telescópica, o si efectivamente fueron desde el espacio
hasta Aveley.
Elaine
también fue invitada a tenderse en un diván, para que le fuesen proyectadas
imágenes en rapidísima sucesión. Comentando esto, dijo: «Era como si me
metiesen de golpe todo el contenido de una enciclopedia en la cabeza... » De todo ello, Elaine sólo recuerda claramente un mapa de
nuestro sistema solar... con once planetas en vez los nueve que
conocemos...
También
mostraron a Elaine el holograma con el anciano, la ciudad y la bola luminosa, y
la invitaron igualmente a tocarla,
mientras ellos le decían: «De aquí es de dónde
venimos -o vinimos-; ésta ·es la semilla
de vida, nuestro pasado y vuestro futuro, nuestra
existencia toda. Acepta esto de nosotros
para ti, para tus hijos y para tus
semejantes.»
Elaine
recuerda haber visto a John y a Kevin tocando también la bola, como hizo
ella. El relato de John termina después
del episodio del holograma, pero el de Elaine -recuerdo aquí que éste fue hecho
por
ella en estado vigil, no en hipnosis como John, lo que ocurrió fue que las
palabras de su marido actuaron como desencadenantes de sus recuerdos
suprimidos- continua.
Elaine, por ejemplo, recuerda haber bebido un
buen sorbo de líquido de un bol que le
presentaron. No recuerda lo que era ni el sabor. Antes, uno de los seres le
había hecho oír una música dulce y extraña; luego vio al coche descendiendo por
una rampa, con John a un lado del vehículo.
Ella estaba al lado opuesto, acompañada por el
“jefe”. Éste se llamaba Lyra, según le dijo el «músico». En cuanto al músico,
su nombre era Ceres, según le dijo el “jefe” . A continuación vio cómo su
marido se metía en el coche -donde
estaban ya los niños- y el vehículo se dirigió hacia una de las paredes del
hangar, a través de la cual se «desmaterializó». Al notar su preocupación, el
“jefe” dijo a Elaine que ya los alcanzaría, como así fue. Ella recuerda haber visto
el coche correr por la carretera, entre los bosques. Entonces ella se metió «en
marcha» en el vehículo, y cerró la puerta, observando al mismo tiempo que la luz estaba encendida. Se produjo entonces el retorno
a la «normalidad» con el lapso inexplicable de tres horas.
Información sobre la nave y las
bases
Quien
más información de carácter «técnico» recibió fue John. Así, por ejemplo, sus
captores le dijeron que tenían un computador orgánico que controlaba la nave
cuando hacía falta. (Esto, en respuesta a una pregunta de John sobre si tenían
computadores, que pareció hacerles mucha gracia.)
En
cuanto a la comunicación, para efectuarla con nosotros ellos utilizan nuestras
propias palabras, que captan en nuestra mente. Entre ellos, la comunicación no
es oral, sino telepática a un nivel avanzadísimo. Esto les permite intercambiar
el equivalente a mil fonemas en una fracción de segundo.
Cuando
se establece contacto con un ser humano, su cerebro es sondeado para ver si
habrá aceptación a nivel emocional. Entonces le proyectan la imagen que
consideran más adecuada a su nivel mental y emocional. Después ésta se
convierte en la imagen-guía, a la que hay que atenerse en lo sucesivo.
En
cuanto a los «examinadores» (Elaine cree recordar que los seres altos se
referían a ellos por un nombre colectivo: los «Sebatin» o algo parecido), y
respondiendo a la pregunta de John sobre quiénes eran y por qué eran diferentes,
le respondieron: “Como vosotros, ellos también
de un diferente período temporal.” Y cuando Elaine se manifestó asustada
por su aspecto repelente, le dijeron: “No te preocupes: ellos tienen más miedo
de ti que tú de ellos.”
A John le dio la impresión de que los «feos» eran simples estudiantes o
aprendices, especializados en medicina y en labores más o menos serviles. Esta seguro
de que proceden de un planeta distinto al de los «altos», en cuanto al interior
de la nave, estaba todo él bañado en una luz grisácea-blanquecina, uniforme. El
material de las paredes parecía ser una curiosa mezcla de metal y plástico (probablemente no era ninguna de ambas cosas).
Estos
detalles coinciden notablemente con las descripciones dadas por Julio F. (ver
más adelante) que, por supuesto, desconocía por completo el caso Aveley.
En cuanto a la propulsión de la nave, ésta
disponía de dos sistemas: propulsión iónica para los viajes por el espacio, y propulsión magnética para el interior de la
atmósfera de un planeta. La nave se halla rodeada por un
campo magnético, hoy más reducido que en otros tiempos. Antes, este campo había
causado muchos accidentes involuntarios las cercanías de la nave. El campo
magnético puede ser también canalizado, convirtiéndose así en un arma poderosísima
,
similar a la luz canalizada de los rayos laser. Ellos han empleado esta arma
para destruir misiles y repeler ataques. Este potente campo magnético que
emplean les sirve también para efectuar
una distorsión óptica, cuando lo creen necesario, e incluso para hacerse invisibles.
Asimismo, para proyectar falsas imágenes holográficas inmateriales a un punto determinado.
En cuanto a sus bases, durante la
tercera sesión de hipnosis Collins preguntó a John de dónde venían aquellos
seres. Su respuesta (desconcertante)
fue: “Están siempre aquí” Agregó
entonces que tienen más de una base permanente.
Al preguntarle dónde, se produjo un bloqueo
total. Únicamente le dijeron que tienen bases en nuestros mares y océanos, en
las zonas que nosotros llamamos “triángulos” Estas
bases están ocultas bajo el mar y casi todos sus movimientos se efectúan bajo
el agua. Sólo emergen al hallarse cerca
de la costa.
Resumiendo
Pese
a todas las lagunas que aún presenta, el caso Avis es uno de los casos de abducción mejor estudiados.
Creo que solo le va a la zaga al español de Julio F., que más adelante expondremos
y que presenta notables semejanzas con el caso inglés. Kevin, con el que
Collins sólo pudo hablar dos veces, no recuerda gran cosa del incidente (pero recuerda
algo). Sus recuerdos conscientes se limitan a haber ascendido hacia arriba, ya
en el interior de la niebla verde.
Es
curioso que un día, volviéndose hacia su padre, dijera:
“Me dieron una serie de cosas
que hacer para cuando sea mayor, pero no recuerdo ni una.” En cuanto a los dos más pequeños,
parece ser que permanecieron dormidos en el coche durante todo el tiempo que
duró la abducción.
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