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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Francisco Franco y los extraterrestres: Cuatro naves, blancas y brillantes, se situaron sobre la vertical del castillo de Mudela, permaneciendo silenciosas.

Francisco Franco y los extraterrestres: Cuatro naves, blancas y brillantes, se situaron sobre la vertical del castillo de Mudela, permaneciendo silenciosas.



En el año 1971, cuatro naves extraterrestres se situaron sobre la vertical donde el dictador español Francisco Franco pasaba la noche. De ello fueron testigos el personal de servicio del castillo de Mudela (Ciudad Real), así como personal encargado de la seguridad, incluido un capitán de la Guardia Civil, quien relató este hecho al investigador español J.J. Benítez.



Todo ello está recogido en el libro FRANCO TOP SECRET, de José Lesta y Miguel Pedrero. En realidad es un relato muy corto, de un tiempo teñido de gris para España y de donde pueden extraerse algunas conclusiones: Una de ellas, que los extraterrestres monitorizan la sociedad de los seres humanos; que nos observan y evidentemente, sacan sus propias conclusiones respecto al desarrollo de nuestra civilización y de aquellos que rigen nuestros destinos; dictadores muchos de ellos.

Como preludio al relato propiamente dicho, he incluido resumido, el testimonio de dos contactados recogido en el libro Los grandes contactados, de Manuel Navas Arcos. Si meditamos la explicación que dan los tripulantes extraterrestres, entenderemos entonces la cerrazón intelectual de muchos políticos, que en ciertos momentos de nuestra historia, “han asumido el papel de líderes”, “visionarios y guías”, “personajes que pretendían dejar una impronta en la historia de la humanidad”…  y sin embargo, mirando hacia atrás, analizando esos momentos históricos, nos damos cuenta que los seres humanos a veces involucionamos, distorsionamos la realidad y creemos en profetas equivocados, tal como le ocurrió a la población de la Alemania nazi en tiempos de preguerra.






Pero… ¿Qué pueden hacer los extraterrestres para ayudar a los seres humanos frente a líderes fanáticos? ¿Deberían actuar? Si lo hiciesen en una ocasión… tal vez deberían hacerlo siempre y quizás, los extraterrestres cambiarían el desarrollo “normal de nuestra historia” y entonces, nuestro “libre albedrío” se rompería… ahí es donde reside la cuestión principal. Si lo llevásemos a otros términos, difícilmente podríamos explicar a un robot, un ser cibernético, que es el dolor o tal vez el amor hacia un hijo: Tan solo los seres biológicos pueden entenderlo. Por la misma razón, se intuye, que si los extraterrestres interviniesen frente a dictadores o fanáticos, los seres humanos no “tendrían una evolución natural como grupo” donde algunas vivencias son necesarias, desgraciadamente, para comprender otras. Por ejemplo, entendemos el significado en su conjunto de “paz” cuando revisamos las interminables guerras que se han desarrollado en la Tierra. Comprendemos la importancia de la “libertad” cuando otros se empeñan en arrebatárnosla. Definimos “ecologismo” al ver la devastación de nuestras selvas, el envenenamiento de los océanos y la polución en el aire…

Tal vez no fue casual que cuatro naves extraterrestres se situasen justo encima donde el dictador español Francisco Franco Bahamonde se encontraba; quizás leyesen su mente, sin gustarles para nada lo que allí había… 



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Del libro Los grandes contactados, de Manuel Navas Arcos

 F.SINOD.
La revista La Actualidad Española con fecha 12‑12‑68, publicaba un reportaje que hacía referencia a la fantástica experiencia vivida por un conocido hombre de negocios del Levante español y un extraterrestre llamado Francisco Atienza.
Nuestro contactado, ya fallecido, decidió desde el primer momento de su aventura permanecer en el anonimato. El contacto, tuvo lugar la madrugada del 12 al 13 de noviembre muy cerca del pueblo Castillo de Alarcón.

...Soy Francisco Atienza, desciendo de hombres de la Tierra, pero he nacido en otro planeta. He estado en imperfecta comunicación telepática con usted, pre­parando este encuentro de paz y amistad.

‑ Aunque morfológicamente podríamos confundirnos con los terrícolas y adaptar­nos, con alguna pequeña incomodidad, a la vida física en la Tierra, mentalmente nos sería imposible hacerlo, porque nuestra manera de actuar es distinta de la de los terrícolas y originaría continuos conflictos.
Nosotros leemos en la mente de buena parte de los terrícolas, y lo que leemos en ella no nos complace. Vuestro mundo es inmensamente hipócrita e insincero, aunque una gran parte de la Humanidad terrestre dice aceptar el precepto divino, en que nosotros creemos de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo. Entre nosotros, este mandato informa sistemáticamente nuestra conducta, mien­tras que muchos de los que entre vosotros alardean de cristianos, contradicen con su forma de vida lo que ellos pregonan como sus creencias.

Esto, para quienes nos hemos educado en la Cuarta Civilización de Urln, es inimaginable y no porque seamos perfectamente virtuosos, pero ya están proscritos de entre nosotros los grandes pecados sociales que vosotros cometéis y eliminadas las guerras, las matanzas, la feroz ambición, el afán de dominio y de poder que prevalece en gran número de los humanos. Todo eso nos es tan ajeno como pueda serlo el canibalismo para los españoles de hoy.

Aquellas plagas existieron en la Tercera Civilización de Urln, en la etapa de los Nacionalismos, que con la ayuda de Dios hemos dejado atrás, y que conste que no somos tan estúpidos y orgullosos como para creernos por ello superiores. Simplemen­te, hemos tenido acceso a una civilización más adelantada, por más vieja, y hemos elevado así un tanto nuestro grado de virtud colectiva.
De la infinita serie de escalones que separan a la Divinidad de los seres inteligentes que pueblan el Universo, nosotros estamos respecto a vosotros en una posición que, relativamente, podríamos definir de unos pocos escalones más arriba, que, indudablemente, con el tiempo, también subiréis superándonos quizá, como ya nos superáis en el mundo de la pintura, escultura, música y literatura.

La tragedia en nuestras posibles relaciones mutuas estriba en que no vemos la forma clara de poder ayudaros a subir los escalones más deprisa.
En cuanto el centenar de emigrados de la Tierra y sus descendientes viniese a este planeta en que estamos, vosotros, que establecéis diferencias raciales tan sutiles como el color de la piel, los catalogaríais como invasores, espías, extraterrestres que vienen a invadir vuestro mundo etc, etc..
Un escollo esencial para la convivencia entre los hombres de la Tierra es su total falta de sinceridad. La palabra sirve al hombre para ocultar su pensamiento.



Sería insufrible para vosotros que cuando alguno de vuestros políticos nos dijese: Sed bien venidos, deseamos acoger a vuestros sabios para que nos enseñen lo que ignoramos, nosotros, que no podemos mentir porque nos lo impide nuestro mecanis­mo mental, tuviéramos que responderle: Leemos en tu mente y vemos que tus palabras son insinceras: tenéis grandes dudas sobre la conveniencia del trato con nosotros. Deseáis nuestros adelantos científicos para mejor dominar a otros países. Por ello consideramos nocivo el proporcionaros acceso a una tecnología más avanza­da. Vuestro fallo está en vuestra escasa velocidad en el progreso social, político, moral y religioso, del que os ocupáis muy poco, obsesionados por las conquistas materiales y científicas. Jesucristo os señaló los claros caminos a seguir y vosotros le crucificas­teis. Han pasado veinte siglos y apenas habéis mejorado en lo esencial. Es serio el peligro de una guerra atómica, en una de las naciones técnicamente más avanzadas de la Tierra han sido asesinados recientemente tres de los hombres cuyas ideas podrían haber ayudado a su progreso real.
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Del libro Los grandes contactados, de Manuel Navas Arcos

PABLO  R.
A continuación voy a transcribir un contacto extraterrestre que sin duda nos transportará a otra lógica. Se trata de la vivencia del Sr. Pablo R. en la provincia de Alicante y que el reportero y gran investigador Luis Jiménez Marhuenda publicó en el periódico Información de Alicante, los días 22 y 29 de Octubre de 1.978.
Lugar de los hechos: una carretera comarcal bastante alejada de los centros urba­nos. Hora 2.30 de la madrugada. Día 5 de Julio.

Don Pablo R. viaja con su coche tras una reunión de negocios que se ha celebrado en una cercana población, se le ha hecho muy tarde y teme que su esposa esté preocupada. Acelera lo posible, pero el camino tiene curvas cerradas, que sortean pequeños montículos, lo que le obliga a conducir con prudencia.
Su mente fluctúa entre la atención al volante y los asuntos profesionales que le han ocupado toda la tarde y gran parte de la noche. Es un hombre práctico, instruido y poco amigo de dejarse llevar por fantasías.



Por eso, cuando ve a lo lejos una luz intensa la cree pertenece a algún coche que viaja en dirección contraria con potentes faros. De pronto la luz se oculta tras una colina y poco después reaparece, llamándole la atención su desmesurada intensidad.
‑ Me extrañó ‑dijo luego‑ no sólo la intensidad, sino el tono. No era blanco, como debiera haber sido de tratarse de los faros de un vehículo, sino de un anaranjado muy fuerte. Desapareció tras una curva y al aparecer de nuevo me pareció tenerla muy cerca. Disminuí la marcha para contemplarla mejor.
Entonces me di cuenta de que tenía forma discoidal y era enorme. No creo que me asustara en ese momento. Bueno...tal vez un poco, no recuerdo. Aquello estaba a la izquierda de la carretera por donde tenía que pasar y decidí acelerar a fondo y alejarme de allí lo más aprisa posible.

La voz de Pablo ha empezado a temblar. Está evocando el instante peor.
‑ Fue el único momento en que tuve realmente miedo. Pensé... ¡qué sé yo! un atra­co.... un secuestro...¡ocurren tantas cosas en estos tiempos!
Pero fue sólo un segundo. Hasta que me di cuenta de que me habían llamado por mi propio nombre. Tenía que ser alguien que me conociera...Apunté la linterna a la oscuridad y distinguí una figura alta...No sé... tal vez un metro ochenta...tal vez más. Vestía una especie de mono transparente muy ajustado. Me extrañó por el calor que hacía aquella noche.
Su rostro era de facciones regulares y sólo recuerdo que sus ojos eran brillantes y un poco rasgados. Como los chinos... o más bien como los malayos.

‑ ¿por qué me han elegido a mí para este contacto?. Nunca creí en los ovnis, ni en que existieran los extraterrestres...
‑ A partir de ahora creerá. Pero no es eso lo que importa. Usted no es el único elegido para un contacto. Hay varios miles de humanos en la Tierra que han vivido o vivirán una experiencia semejante. Debemos cuidar mucho estos contactos porque pueden ser peligrosos para ustedes.
- Pero ¿por qué me eligen a mí y no a algún personaje importante?. Un jefe de Estado, por ejemplo. ¿Por qué nunca han establecido contacto con altos dirigentes del Mundo?.
‑ ¿y quién le ha dicho que no lo hemos hecho?



‑ No lo sé...Creí que tendría más importancia que hablaran con un político...
‑ Los políticos son decepcionantes para nuestra concepción existencial. Represen­tan uno de los estratos más bajos de la espiritualidad de su planeta. Pero ustedes ya están muy cerca de superar la etapa en que tengan que ser dirigidos por ellos. Los sistemas de elección de dirigentes que se ven obligados a utilizar actualmente son nefastos.
El concepto de elección no implica un concepto de libertad, porque no pueden elegir al mejor, sino al que se ofrece, al que se presta con afán de ascender, con la ambición de alcanzar el mando, el poder. Ustedes no tienen opción para elegir el mejor, porque los mejores están imbuidos de un altruismo que les descarta para la política.

Muy pronto quizá antes de un siglo, cuando sus técnicos hayan perfeccionado sus máquinas pensantes.... las que llaman computadoras, podrán utilizarlas para esco­ger el equipo humano más capacitado de todo el planeta. Se llevarán muchas sorpresas. Nosotros vivimos una etapa semejante hace miles de años.
Ahora no necesitamos de máquinas pensantes para hacer la elección. Nuestro sistema de comunicación telepática nos tiene permanentemente informados del pensamiento, ideas, inteligencia, bondad, intuición, capacidad y demás virtudes de todos los habitantes de nuestro planeta. De esta forma es fácil la elección del Consejo de los Veinte.
‑ ¿Qué es ese Consejo de los Veinte?
‑ Los veinte seres más perfectos de nuestro planeta. Ellos son los que rigen todo allí.
‑ ¿Un Gobierno único para todo un Planeta?
‑ ¿No hay guerra allí'?
‑ Hace muchos miles de años que esta palabra no existe ni siquiera en nuestras mentes.

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Del libro FRANCO TOP SECRET, de José Lesta y Miguel Pedrero

Los ovnis que espiaron a Franco

El sábado 18 de diciembre de 1971, en el castillo de Mudela, situado en el municipio de Viso del Marqués (Ciudad Real), Francisco Franco, acompañado de su esposa Carmen Polo, su yerno, el marqués de Villaverde, y otros insignes invitados, pasaba unas jornadas de descanso en las que, por supuesto, no faltaron las habituales cacerías. Miembros de la VI Compañía de la Guardia Civil vigilaban, estacionados en cuatro puntos diferentes, los accesos al palacete. En un segundo cinturón, otros miembros de la Benemérita hacen lo propio, distribuidos en cinco zonas.

Castillo de Mudela, en el Viso del Marqués (Ciudad Real, España)
A las once de la noche Franco y sus invitados continúan de tertulia. Así lo indican, al menos, las luces del castillo, que permanecen encendidas. En ese mismo momento Isidro Pradas Toledo, guardés de la finca, sale del castillo para dirigirse a su residencia, una casa situada a poco más de cien metros del palacete. De repente observa en los cielos algo extraordinario, fuera de lo normal. Así se lo contó al periodista J.J. Benítez, reputado especialista en el estudio de los ovnis:

«... de pronto, cuando caminaba hacia mi casa, vi aquello. [ ... ] Eran cuatro luces. Pasaron por mi vertical. Marchaban despacio y no a demasiada altura. [ ...] Eran silenciosas, volaban en una formación perfecta. Dos en cabeza y otras dos atrás. La separación entre ellas no era muy grande. [...] Brillaban intensamente, con un color blanco importante. [...] Me quedé mirando embobado. Y pasaron despacio, sin prisas. Llevaban dirección Almagro, y las vi caer por la finca que llamamos Casa Lato. [ ...] y desaparecieron. A los quince minutos, más o menos, bastante confuso retorné al castillo. Y recuerdo que se lo comenté al conductor del Caudillo y también a don Federico Pajares, el ingeniero. Estaban jugando a las cartas, pero al parecer, nadie había visto nada.



[ ... ] Entonces sucedió algo raro. [ ... ] Franco había solicitado un electricista. La lámpara del techo del dormitorio acababa de fundirse, y provisto de mis herramientas subí hasta las habitaciones del general. Doña Carmen estaba en la cama, leyendo. Franco me pidió un destornillador e intentó soltar los tornillos del enchufe. No fue posible. Le dije que me dejara intentarlo. Tampoco pude. y se fue la luz. A decir verdad, nunca entendí aquel apagón. Total, que el Caudillo pasó su brazo por mi hombro y comentó: “¡Qué artistas somos!”.

En su investigación del suceso, Benítez localizó a un nuevo testigo. Cualquiera que conozca los artículos del tenaz reportero navarro sabe que se trata de uno de los grandes periodistas de investigación del país, a pesar de que su labor no siempre es justamente reconocida al dedicarse a un objeto de investigación tan evanescente como los OVNIs. A pesar de ello, la seriedad de su trabajo está fuera de toda duda. El informador de Benítez, por entoncesun capitán de la Guardia Civil que se encontraba prestando servicios de protección al Caudillo en el interior del palacete, decidió salir al exterior para comprobar el desarrollo normal de las guardias. Habían pasado varias horas desde el avistamiento de Isidro Pradas, cuando de nuevo los extraños fenómenos aéreos se repitieron.


Así lo cuenta el protagonista:
- Nada más pisar el recinto que rodea el palacete, el cabo me salió al encuentro y dijo: “Sin novedad, mi capitán, salvo que tenemos compañía”. Y señaló con la cara hacia el cielo. Al seguir la dirección indicada vi las luces. [ ... ]Eran cuatro y aparecían inmóviles sobre nuestra vertical. [ ...] Dos presentaban un mayor tamaño. Eran blancas y muy brillantes. [ ... ] Los guardias, según me explicaron, las habían visto llegar poco antes, y allí permanecían, silenciosas. [ ...] Encendimos un cigarrillo y comentarnos el asunto, sin dejar de mirar. [ ...] Yen eso estábamos cuando, súbitamente, dos de las luces se hicieron más grandes, por lo que interpretamos que habían descendido. [...] Al instante se detuvieron de nuevo [... ] y comentamos entre nosotros: “¿Serán reflejos?”.

Al momento, como si nos hubieran oído, una de ellas emitióun haz de luz hacia el suelo. Entonces los cuatro ovnis se pusieronen movimiento, alejándose en dirección a Madrid [... ] y lohicieron a gran velocidad, sin ruido ni estampido alguno. Desde luego volaban más rápidos que un caza. [...] ¿Duración? Alrededor de quince o veinte minutos. [ ...] El responsable era yo y no consideré oportuno llamar a Madrid. Ignoro si el Mando de la Defensa los detectó en sus radares. [ ... ] A la mañana siguiente lo comentamos con el resto de la gente, y fue entonces cuando el guarda lo asoció a lo que él había visto unas horas antes. [ ... ] Nadie, insisto, se atrevió a decírselo al Caudillo. Franco salió de caza y no hubo más comentarios».

Francisco Franco, durante una cacería en Toledo (España)

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